Frida está ocupada intentando distraerme para que haga una pausa en la escritura de esta introducción. Ha cruzado varias veces por encima del «dclsxnshdcj<dsteclado». Me ha colocado su adorable culete delante de la cara y me ha hecho cosquillas con sus bigotes. Y ahora, la prueba más dura: mi amiga me mira con esos adorables ojazos verdes que no le caben en la cara, y ahí va: un parpadeo suave y, cómo no, un ronroneo lento y melódico. El idioma del amor gatuno. Purrr supuesto, no puedo resistirme. Sonrío y aparto las manos del teclado para rascarle la barbilla a mi saboteadora peluda preferida. Os suena, ¿a que sí?
Ni ariscos ni rencorosos ni tan independientes como los pintan. Estas ideas tan extendidas sobre los gatos son falsas, agua pasada, y tienen que ver más con el puro desconocimiento de la naturaleza y psicología felina que con la realidad. Por suerte, la ciencia del comportamiento felino está inmersa en una auténtica revolución de conocimiento, y estudio a estudio, nos demuestra cada día que la vida emocional y social de nuestros gatos es bastante más rica y complicada que un puñado de tópicos y supersticiones. También nos confirma algo que quienes vivimos con un bigotudo (¡o con varios!) ya sospechábamos: que los gatos nos quieren, ¡y mucho!
Los gatos nos quieren, sí, y nos dicen «te quiero» en su propio idioma y a su peluda manera. A veces, un parpadeo lento y un restregón de sus cuerpos contra las piernas es su forma de decirnos que confían en nosotros, que están contentos de vernos: toda una declaración de amistad gatuna. Otras veces, nos demuestran su cariño con algo tan sutil como estar en la misma habitación que nosotros. Les basta con tenernos cerca.
Además, la ciencia ha desmontado la idea de que los gatos solo nos quieren porque tenemos pulgares abrelatitas. Por ejemplo, si les diéramos a elegir entre su lata de atún preferida y nosotros, nos escogerían a nosotros. ¡Y a quién no le gusta comer! Parece que, también cuando eres gato, el corazón vence al estómago. Maullémoselo alto y claro: los gatos nos quieren y son perfectamente capaces de disfrutar de nuestra compañía sin esperar nada a cambio. ¿No es esta una de las definiciones más puras del amor? Purrr.
¿Y qué hay de nosotros? ¿Queremos a nuestros amigos bigotudos como ellos necesitan y merecen? Si pudiéramos hacerle una sola pregunta a nuestro tigretón o tigresa, para mí sería esta: «¿Eres feliz?». No creo que sea la única. Vivamos con un gato, una gata, dos, tres gatos, un gatito o un gatazo, todos y todas queremos hacerlos felices. Pero, para lograrlo, lo primero es comprenderlos: entender quiénes son, por qué se comportan como lo hacen y qué necesitan nuestros gatos para ronronear contentos a nuestro lado. Para mí, solo hay una manera responsable de lograrlo: con ciencia, con rigor; de la mano de los mejores expertos profesionales del mundo en comportamiento felino. Y, cómo no, desde el amor profundo hacia estos amigos miauravillosos. Ningún gato se merece menos.
Con esto en mente, en 2018 me convertí en la primera española acreditada como Experta Profesional en Comportamiento Felino por International Cat Care, prestigiosa organización científica que reúne a muchos de los expertos y psicólogos felinos más importantes del mundo. Entonces aprendí qué quieren los gatos de verdad, qué necesitan, y también por qué a veces lo pasan mal en nuestras casas. Eso lo cambió todo para mí: era mi pasaporte para trabajar profesionalmente con los gatos.
He montado mi propia consulta de comportamiento felino para ayudar a los gatos de otras personas a ser felices y resolver sus problemas. Mi trabajo me ha dado la posibilidad de entrar en la vida de cientos y cientos de gatos y de conocer de primera mano vuestros problemas de convivencia con los amigos peludos a los que tanto queréis (de eso no tengo duda), pero a los que también os cuesta entender. ¿Por qué Cleo ha empezado a hacer pis fuera del arenero? ¿Por qué Lilith está mordiendo a su humano? ¿Qué ha ocurrido para que Hollín se pelee con Leia, su hermana gatuna? ¿Por qué Ringo despierta a su humana a las cuatro de la mañana? O ¿por qué a Sophie le ha dado por decorar el sofá con sus uñas? Os adelanto que nunca es por rencor ni porque estén enfadados, como a veces me decís. Al contrario: el origen de estos problemas suele ser la ansiedad o el miedo. A eso me dedico: a ayudaros a resolver esos problemas de convivencia con vuestros amigos. No desde un punto de vista de su salud física, sino de la emocional. El comportamiento felino es tan importante como llevar a tu gato al veterinario. Son dos cosas que discurren en paralelo, las dos son igual de importantes.
Lo que tienes en las manos es un libro pionero para el gran público en español: una guía para entender lo que dice, siente y necesita vuestro amigo más ronroneante, y hacerlo muy feliz. Un libro que ahonda en las emociones de los gatos (hasta ahora infravaloradas o ninguneadas), lleno de ciencia, de amor, de trucos peludos y de experiencia profesional. También es un libro personal, con unos protagonistas muy bigotudos: vuestros gatos y los míos.
He escrito este libro en la mejor compañía: la de mis siete gatos felices y mimados, todos ellos adoptados o rescatados de la calle. Unos expertos en la materia. A ratos, he escrito con la cabeza de Cabo apoyada en mi antebrazo, y he tecleado más despacio, pero con más cariño. Casi siempre, con Frida en mi regazo, mecida en sus ronroneos. Martes ha interrumpido puntualmente mi escritura cada tres horas a maullido limpio, con un pompón azul en la boca, para recordarme que era la hora de jugar, ¡y de una pausa merecida! Por su parte, Travis y Brackett Omensetter se han turnado para frotarse contra mis piernas y pedirme mimos. Y Cooper, que no deja pasar una, ha saltado sobre la mesa para asomarse por detrás del monitor y clavar su adorable mirada en mí: un gesto con el que siempre me hace sonreír y con el que logra, purrr supuesto, que me levante para darle su enésimo desayuno. A mis pies, Billy, mi tigretón más tímido, ha maullado meloso para exigir que le rasque alrededor de las orejas, como tanto le gusta. Purrr.
Espero que este libro os ayude a tener una vida más feliz junto a vuestros gatos, y que cuando terminéis de leerlo, queráis a vuestros peliamigos más todavía, si cabe, de lo que ya los queréis.
Vamos allá, demos al gato lo que es del gato.