¿Qué es Bitcoin? Una pregunta tan sencilla y directa como compleja en su respuesta por el significado que abarca y las amplias consecuencias de lo que su planteamiento propone. Según su enigmático creador, bajo el pseudónimo de Satoshi Nakamoto, Bitcoin se describe en el documento que publicó en su lanzamiento como «Bitcoin: A Peer-to-Peer Electronic Cash System».1 Es decir, una forma nueva de dinero que utiliza una plataforma de pagos propia bajo unos mecanismos preestablecidos, que no cuenta con representación física y fluye a través de una red participativa y descentralizada de usuarios interconectados. De este modo, el rompedor documento lanzado no se limita únicamente a describir la creación de la primera criptomoneda, el bitcoin, sino que también detalla la tecnología en la que se iba a apoyar para operar, la blockchain, y un protocolo con una política para regular la creación y distribución de esta moneda. Es decir, el texto prácticamente estaba diseñando también una política monetaria propia. El breve archivo que contiene esta definición vio la luz en 2008, y sugiere una de las mayores disrupciones de los últimos siglos en torno al dinero tanto a nivel tecnológico, como económico y filosófico.
Durante las últimas décadas se ha acelerado la cantidad de conflictos y crisis a los que el mundo está sometido, tanto contiendas locales como revuelos a nivel global. Precisamente Bitcoin fue lanzado al mundo en 2008, durante una de las últimas grandes crisis financieras que derivó en una recesión económica mundial. Una de las creencias populares es que Bitcoin nació como respuesta a esa situación concreta, y si bien fue el caldo de cultivo perfecto para que la idea fuera lanzada, en realidad Bitcoin es la punta de lanza de casi cuatro décadas de investigaciones en materia monetaria, de ingeniería informática y telecomunicaciones. Sólo entendiendo estos avances y el porqué de su planteamiento se puede comprender la amplitud del concepto de Bitcoin y las aplicaciones de su tecnología subyacente, la blockchain.
La criptografía es una de las técnicas esenciales para comprender el funcionamiento de la blockchain, y según la RAE puede definirse como «el arte de escribir con clave secreta o de un modo enigmático». De hecho, etimológicamente proviene del griego κρύπτos, ‘secreto’, y γραφή, ‘grafo’ o ‘escritura’, literalmente ‘escritura secreta’. Ya en la Segunda Guerra Mundial, los gobiernos se dieron cuenta del poder de la criptografía para enviar mensajes codificados entre los bandos aliados, y los trabajos de Alan Turin, reconocido como el padre de la criptografía, jugaron un papel fundamental para el desenlace del conflicto entre Reino Unido y Alemania. Más adelante, en 1976, Whitfield Diffie y Martin Hellman crearían el algoritmo Diffie-Hellman, y Ralf Merkle los árboles de Merkle. Estas investigaciones sentaron las bases de la clave pública y privada, las cuales sirven hoy como dirección para enviar y recibir criptoactivos de forma segura. El funcionamiento de estos conceptos se analizará más adelante.
Con toda la tecnología disponible y en constante evolución, David Chaum, considerado el inventor de las primeras formas de dinero digital precedentes a las criptomonedas, tomaría el relevo a inicios de los años ochenta. Este matemático, informático y teórico posee un doctorado en Informática y Administración de Empresas por la Universidad de Berkeley, California, y organizó las primeras conferencias mundiales sobre criptografía, conocidas como CRYPTO. En ellas presentaría trabajos imprescindibles, como su artículo de 1981 «Correo electrónico de rastro oculto, direcciones de regreso y seudónimos digitales», que sentó las bases sobre el anonimato de comunicaciones entre usuarios, o «Sistemas informáticos establecidos, mantenidos y confiables por grupos mutuamente sospechosos», un precedente elemental de varios de los principios de la blockchain. Esto permitiría avanzar con la creación de un sistema de pagos digitales que, entre otras innovaciones, incluiría la idea de firma ciega. Éste es un protocolo de firma digital que permite crear un mensaje y mandarlo ocultando su contenido. Por ejemplo, es lo que se utiliza para un voto por correo en el que un ciudadano manifiesta su intención de voto y firma el envío, pero protegiendo su anonimato. El sistema también permite evitar el doble gasto; es decir, impide que una forma de dinero digital pueda utilizarse fraudulentamente en dos ocasiones, enviando una misma cantidad de dinero a dos destinos. Este método de fraude se aprovecha del breve limbo temporal entre el envío de fondos y su recepción, para enviarlo por duplicado a dos destinatarios que confirman la llegada y materializan así el doble gasto. Años más tarde, en 1990, David crearía la empresa de pagos electrónicos DigiCash, que incluía la aplicación de sus trabajos e investigaciones previas, los cuales se materializarían en la solución de pagos eCash. En 1994, y tras haber madurado el proyecto, demostró en la primera conferencia World Wide Web cómo el sistema de pagos que había desarrollado permitía transacciones de dinero entre ordenadores en red de forma automatizada. Era, sin duda, uno de los grandes precedentes de las criptomonedas como hoy las conocemos.
Más adelante, en 1997, Adam Back lanzaría un sistema para combatir el correo basura o spam, el Hashcash. Esta tecnología consiste en establecer un mecanismo por el que el emisor de un mensaje debe verificar su envío mediante la utilización de una pequeña potencia de cálculo de ordenador, lo cual supone un coste que desincentiva los envíos masivos de e-mails al hacerlos exponencialmente caros. Este sistema fue el predecesor del proof of work, el algoritmo por prueba de trabajo que determina cómo los ordenadores de una blockchain se ponen de acuerdo para validar las distintas transacciones, y una parte esencial del planteamiento del bitcoin y otros criptoactivos.
Otro gran aporte para sentar las bases de Bitcoin fue gracias a Wei Dai, quien en 1998 publicó «b-money, un sistema de efectivo electrónico distribuido y anónimo». En el documento, Dai describe las propiedades fundamentales de todos los sistemas de criptomonedas modernos: «Un sistema para que un grupo de seudónimos digitales imposibles de rastrear puedan pagarse entre sí con dinero y hagan cumplir los contratos entre ellos sin ayuda externa». Efectivamente, esto apunta de nuevo a dinero digital, privacidad y desintermediación. Tan próximo es el contenido de este documento al planteamiento de Bitcoin, que el propio Satoshi Nakamoto lo cita en su escueta publicación de 2008 en la que lanza el proyecto al mundo.
Paralelamente a las investigaciones de Wei Dai, el criptógrafo e ingeniero informático Nick Szabo realizaría otras aportaciones de vital importancia para la conceptualización de Bitcoin, e incluso para el amplio ecosistema de los criptoactivos, con avances como los contratos inteligentes, que se verán más adelante. Entre las contribuciones específicas precedentes a Bitcoin, en 1998 lanzaría Bit Gold, un mecanismo de dinero digital descentralizado que, si bien es cierto que nunca vio la luz, es un claro precursor de la arquitectura de Bitcoin. Entre los conceptos desarrollados en Bit Gold, se cubriría el sistema de resolución de puzles criptográficos y asignación de recompensas a una billetera pública, lo cual evolucionaría al sistema de minado de bitcoins que establece cómo las transacciones se validan, se incentiva el proceso y, gracias a ello, aumenta la base monetaria de bitcoins. Más allá, el propio Nick apuntó que con Bit Gold «estaba tratando de imitar lo más fielmente posible en el ciberespacio las características de seguridad y confianza del oro, y la principal de ellas es que no depende de una autoridad central confiable».
Aunque no desarrollara específicamente un precedente de tecnología o dinero antecesor a Bitcoin, otra personalidad tremendamente relevante es Tymothy C. May. Este brillante ingeniero informático, pensador, escritor e ideólogo es un conocido activista del movimiento cypherpunk y creador del criptoanarquismo como corriente fundamental precedente a la blockchain. Su primera experiencia profesional lo llevó a trabajar en Intel durante casi una década, donde aportó grandes descubrimientos para el aumento de la eficiencia de los circuitos electrónicos que producía el gigante americano. Pero su papel relevante comenzó cuando en 1988 publicó «El manifiesto criptoanarquista», considerado un documento imprescindible en materia de criptografía y privacidad. En él, expone varias ideas en las que defiende el derecho al anonimato y pone en tela de juicio el papel regulador de gobiernos e instituciones de todo el mundo. Tim seguiría durante los siguientes años lanzando publicaciones de vital importancia para entender el nacimiento y madurez del pensamiento crypto, donde incluía ideas como la necesidad de sistemas criptográficos, comunidades y redes virtuales, o comunicaciones anónimas, entre otras.
Por último, otro de los nombres que contextualizan y ayudan a comprender el nacimiento de Bitcoin es Hal Finney. Este programador de videojuegos fue otro gran activista del movimiento criptoanarquista, y colaboró con Phil Zimmerman en el desarrollo del protocolo Pretty Good Privacy, un estándar de encriptación ampliamente utilizado hasta hoy. Además, realizó diversas aportaciones durante años, como el primer desarrollo real de un sistema de proof of work. Hal Finney es una figura clave al ser el primer usuario de la red de Bitcoin con identidad conocida —y una de las personas más estrechamente relacionadas con Satoshi Nakamoto— que en 2009 recibió diez bitcoins, confirmando así la primera transacción de Bitcoin de la historia.
Bitcoin es simplemente una forma de transferir valor entre dos personas, para lo cual sólo se necesitan dos ordenadores o teléfonos móviles conectados a la red desde cualquier parte. Esto se consigue gracias a la primera red blockchain pública del mundo. A diferencia de cualquier otro sistema conocido, no requiere de la confianza de un tercero, ni persona, ni organización, para enviar fondos de un usuario a otro. El sistema está disponible de forma pública para cualquier persona, y no bajo el control de ninguna entidad. Este tipo de infraestructura existe actualmente para la gestión de información a través de internet. Para enviar dinero, la única forma es recurrir a una entidad privada, como un banco, que hará un apunte contable entre emisor y receptor. Además, si no se usa una misma entidad financiera, será necesario propagar estos apuntes entre distintos libros contables y bases de datos, lo que implica ineficiencia en tiempo y costes. Con Bitcoin, el libro contable es su blockchain pública, y cualquiera puede utilizar la red y ver de forma transparente el registro grabado con independencia del origen, raza, poder adquisitivo o determinación social. Con ello, Bitcoin es la primera forma de dinero público de acceso global del mundo. Un planteamiento tan simple como revolucionario. Por tanto, Bitcoin, al ser un sistema de envío de dinero y una forma propia de valor, aborda dos problemas fundamentales: la intermediación centralizada y la devaluación del dinero fiduciario.
En primer lugar, cabe recalcar que, hasta hace apenas unos años, la transferencia de flujos de capitales recaía exclusivamente en métodos intermediados. Según se ha avanzado, para evitar el problema del doble gasto, antes de la aparición de Bitcoin y sus tecnologías precedentes la única forma de solventar esto era mediante la intermediación de una institución financiera. A ésta se delega la confianza de verificar la información de las partes, y con ello se otorga el poder de acceso ilimitado a datos personales y financieros, lo cual genera una alta dependencia hacia un sistema por el que se paga un coste permanente en forma de comisiones y otros gastos. Los intermediarios disponen de los fondos que custodian y del control sobre la privacidad de los entes que intervienen. Además, los propios gobiernos tienen la potestad de controlar e influir sobre las entidades financieras centralizadas y el conjunto del sistema, algo que apunta Álvaro D. María en su ensayo filosófico sobre Bitcoin:
En las sociedades actuales la propiedad privada depende del Estado, de su regulación, de sus registros, de sus impuestos y confiscaciones, de las decisiones judiciales, de su censura; con Bitcoin se crea un espacio a nivel global en el que no pueden arrebatarte lo que allí tienes ni impedir que lo envíes.
La centralización va mucho más allá del sector financiero y se extiende a prácticamente cualquier sistema conectado a internet que gestione bases de datos, desde una red social a una plataforma de comercio electrónico o servidor de correo. El problema no es que falten proveedores de servicios, ya que existen grandes corporaciones brindando todo tipo de herramientas para el desarrollo económico de una economía y sociedad volcadas en el entorno digital. El problema es que estas organizaciones están cada vez más centralizadas y cuentan con un mayor poder para controlar el planeta, algo palpable desde el control de grupos sociales mediante fake news a la manipulación individual utilizando algoritmos, o las repetidas vulneraciones de privacidad sufridas por plataformas y servicios digitales. Además, estos ejes centralizados funcionan como polos de atracción ante constantes ataques y posibles brechas de seguridad, lo cual los convierte en tremendamente vulnerables, ya sean grandes empresas o gobiernos.
La filosofía de bitcoin, y por ende de su tecnología subyacente, la blockchain, está muy ligada a la descentralización del poder: cambiar las reglas del juego en torno a quién y de qué manera decide sobre la gestión de dinero y datos, distribuyendo el poder de los Estados y otorgando parte de ese poder y confianza a otras personas mediante la tecnología.
En segundo lugar, Bitcoin propone una forma de activo monetario, el bitcoin, como alternativa a las devaluadas divisas existentes. Según se ha descrito en el primer capítulo, el funcionamiento de las monedas actuales está dominado por los gobiernos y bancos centrales y se basa en el aumento de la base monetaria para financiar el crecimiento económico con deuda. Esta fuerza inflacionaria hace que el valor del dinero caiga, y con ello el poder adquisitivo de las personas y de sus ahorros. Pese a la devaluación constante del dinero, el sistema se sustenta en la confianza hacia los organismos emisores de moneda y en su capacidad para hacer un buen uso de la política monetaria ante los cambiantes retos económicos. El premio Nobel de Economía Friedrich Hayek fue muy crítico sobre la eficacia y viabilidad de este sistema, y en 1984 apuntó:
No creo que volvamos a tener un buen dinero hasta que se lo quitemos al gobierno de las manos, es decir, no podemos quitárselo violentamente, todo lo que podemos hacer es introducirlo astutamente de tal forma que no lo puedan parar.
Bitcoin plantea una alternativa mediante una divisa con una cantidad máxima de 21 millones de monedas, distribuida bajo un ritmo de emisión fijado desde su creación. El resultado genera una presión inflacionaria decreciente, donde actualmente esta inflación está en torno al 1 por ciento2 y, según está programado, este porcentaje tenderá a cero, ya que se divide por la mitad cada cuatro años. Es decir, la base monetaria es limitada y la política de emisión inalterable. Este aspecto se cubrirá con mayor detalle en el siguiente capítulo al describir la minería de Bitcoin, proceso con el que se emiten nuevas monedas mediante un sistema de incentivos.
El planteamiento de la primera criptomoneda es la herencia, entre otras, del movimiento criptoanarquista, lo cual implica una corriente de pensamiento y otra de carácter técnico. Habiendo hecho un recorrido por la historia predecesora a Bitcoin y a parte de su planteamiento filosófico, es necesario introducir las bases de su tecnología y funcionamiento, ya que ayudarán a comprender la propuesta de valor del propio Bitcoin y el acometido de muchos proyectos presentes y futuros del entorno criptoeconómico. En este sentido, en el próximo capítulo se cubrirá de forma específica y detallada cómo funciona la tecnología blockchain, pero ya en las siguientes líneas se abordan algunos aspectos claves.
Según se ha avanzado en la cronología previa a Bitcoin, la criptografía es la rama derivada de la informática y las matemáticas centrada en la protección y ocultación de información, lo cual se utiliza actualmente en todo tipo de comunicaciones digitales. Concretamente en el campo de la blockchain, se utilizan algoritmos criptográficos para definir los mecanismos de consenso en la validación de transacciones o para definir el propio funcionamiento de la red de ordenadores conectados, los nodos. De hecho, un criptoactivo es un activo digital protegido de forma criptográfica, y por ello es necesario aportar mayor detalle para comprender cómo funciona esta técnica tanto para bitcoin como primera criptomoneda como para todo el resto del ecosistema de activos criptográficos.
En primer lugar, la criptografía simétrica ha sido uno de los métodos más sencillos y utilizados para codificar información segura desde la época de los romanos. Este método se basa en la existencia de una clave privada que tanto el emisor como el receptor del mensaje conocen y funciona para descifrar el mensaje.
Figura 2.1. Diagrama de funcionamiento
de la criptografía simétrica
Fuente: Elaboración propia.
El problema de la criptografía simétrica es que la mera intercepción de la clave supone la pérdida de privacidad sobre el mensaje enviado, haciendo al sistema vulnerable. Como evolución a esta técnica, se desarrolló la criptografía asimétrica. En este caso, existen un par de claves distintas que intervienen en el proceso de codificación del mensaje, una clave pública y una clave privada. La clave pública sirve para cifrar la información y puede ser compartida libremente, ya que se requiere además de la clave privada para descifrar el mensaje o información. La clave pública y la privada están vinculadas de modo que, para enviar un mensaje usando criptografía asimétrica, sea necesario que el receptor envíe primero la clave pública al emisor, que funciona como dirección de envío, y así se remita el contenido que sólo el receptor podrá descifrar con su clave privada.
Figura 2.2. Diagrama de funcionamiento
de la criptografía asimétrica
Fuente: Elaboración propia.
En el caso específico de la transacción de bitcoin o de cualquier otro criptoactivo funcionan con criptografía asimétrica y es de vital importancia recalcar la función de las dos claves de este sistema:
A modo de ejemplo, ésta es la clave pública de la primera billetera de bitcoin, la cual se asocia a Satoshi Nakamoto:
1A1zP1eP5Qgefi2DMPTfTL5SLmv7DivfNa
En este caso, éste es el aspecto de una clave privada:
L3HULyEFXVrN54ish2Q3sY5aq
DjGLxL8wua9fnqXQ16wiQ2SSVE3
Para terminar de comprender cómo funciona la criptografía asimétrica en la utilización de la tecnología blockchain, es necesario cubrir el concepto de función hash, ya que tiene un papel fundamental en cómo las transacciones se identifican, validan y agrupan en paquetes o bloques. Un hash es un elemento que se obtiene como resultado de realizar una función de hashear una pieza de información; algo así como proteger el contenido de forma criptográfica gracias a convertir una información determinada en un código alfanumérico. El hash obtenido tras este proceso es un código único que sirve para identificar el contenido de origen, y por ello sirve como huella digital de éste.
Por ejemplo, Álex envía a Clara un contrato de treinta y siete páginas. Si se hashea el documento, el resultado será un valor hash en forma de combinación alfanumérica única que identificará ese archivo. Por mucho que se vuelva a realizar la función hash sobre el contrato, si no se modifica nada de las treinta y siete páginas del documento siempre darán ese mismo hash. Pero si posteriormente se altera un carácter del documento original, aunque sea una letra, al volver a hashearlo se obtendría un hash distinto, una huella dactilar distinta. De forma inversa, a partir del hash nunca se podrá obtener el contrato original que envió Álex. En la figura 2.3 puede verse cómo una función de origen, tras ser hasheada, otorga un valor hash determinado. Al modificarse una palabra en el contenido de origen, el valor hash resultante es completamente distinto. Estos valores hash sirven para identificar elementos en la blockchain como bloques o transacciones, y rastrearlos así de forma única, inequívoca y trazable. Es decir, una transacción tendrá asociado un hash con la que identificarla.
Figura 2.3. Representación de un proceso de función hash
Fuente: Wikipedia.
Con los principios de criptografía asentados, puede plantearse cómo funcionan estas técnicas para crear el sistema descentralizado de pagos privados que propone Bitcoin. Para su puesta a punto y utilización, requiere de tres pilares elementales. Estas tres figuras las conforman los desarrolladores, que mantienen el software de Bitcoin en funcionamiento y revisión constante para actualizarlo según la tecnología avanza; los nodos y mineros, que salvaguardan las copias del libro contable distribuido y validan transacciones sellando nuevos bloques, y los usuarios, que son los que utilizan el sistema activamente para enviar y recibir bitcoins.
Satoshi Nakamoto fue el creador y por ende el primer desarrollador de Bitcoin. En enero de 2009, apenas dos meses después de publicar el primer documento, el whitepaper titulado «Bitcoin: A Peer-to-Peer Electronic Cash System», Nakamoto subió la primera versión del software sobre la que funciona la criptomoneda. En noviembre de ese mismo año, Nakamoto publicó un mensaje en el foro Bitcointalk donde daba abiertamente la bienvenida a nuevos usuarios, invitando con ello a la comunidad mundial de desarrolladores a que formaran parte del proyecto. Desde entonces, la red fue creciendo gradualmente y se fueron agregando más usuarios a la plataforma mediante la descarga del software. Esto permitió la aparición de nuevos ordenadores que guardaban las copias del registro de transacciones, conocidos como nodos. Asimismo, provocó que se popularizara el trabajo de minería necesario para validar transacciones y generar nuevas monedas, casi de igual manera que con la minería tradicional, en la que se extraen metales preciosos como el oro de una mina; más adelante se detallarán estos conceptos. En definitiva, contribuyó a la temprana propagación del proyecto y su red de desarrolladores.
Cabe destacar que Bitcoin es un proyecto de código abierto u open source gracias al cual se permite a los usuarios disponer e incluso modificar un contenido libremente, en este caso el programa sobre el que funciona. Sin embargo, las propuestas para cambiar el código deben ser consensuadas entre la comunidad de desarrolladores antes de ser aprobadas. Según se indica en la web <bitcoin.org>:
Aunque los programadores mejoran el software, no pueden forzar un cambio en el protocolo de Bitcoin porque todos los demás usuarios son libres de elegir el software y la versión que quieran. Para que sigan siendo compatibles entre sí, todos los usuarios necesitan utilizar un software que cumpla con las mismas reglas. Bitcoin sólo puede funcionar correctamente si hay consenso entre todos los usuarios.3
Siguiendo con la cronología de los hechos, tras unos meses apoyando la progresiva adopción de Bitcoin, a finales de 2010 Satoshi Nakamoto publicó una actualización con la última versión del software de Bitcoin. Además, aprovechó para desaparecer para siempre y recalcar que su identidad permanecería en el anonimato, reafirmando el valor de su trabajo como un proyecto de código abierto desarrollado por la comunidad y de libre uso para el mundo entero.
Actualmente, existen centenares de desarrolladores que, de forma colaborativa, trabajan para mantener en buen estado el código fuente con el que está escrito el software de Bitcoin, además de mejorar algunas de sus funciones y procurar aumentar la escalabilidad de la red ante la demanda creciente. Entre las distintas versiones que hay, se encuentran Libbitcoin, Bitcoin Knots, o bcoin, siendo Bitcoin Core la lanzada por Satoshi Nakamoto y la más utilizada. De este modo, existen diferentes programas y actualizaciones que los nodos se pueden descargar para explotar el uso de la red de Bitcoin, pero las normas de funcionamiento de éste se mantienen inalteradas sobre las bases publicadas en el whitepaper original de 2008.
Bitcoin es en esencia una red mundial descentralizada y distribuida en ordenadores que trabajan de usuario a usuario, es decir, P2P o peer-to-peer. Todos los miembros de la red se comunican entre ellos sin que ninguno centralice la comunicación ni ejerza de autoridad sobre otro. Cada uno de estos equipos informáticos es un nodo, y actualmente hay alrededor de quince mil nodos de Bitcoin repartidos por el mundo.4 Además, todos se encuentran conectados entre sí formando una red sólida y segura en la que cada uno guarda una copia parcial o completa del historial de transacciones. En este caso, se considera un nodo completo al ordenador que almacena el registro íntegro desde la primera transacción de hace más de una década hasta las últimas transferencias de Bitcoin.
Entre los nodos, se encuentran los mineros, un grupo de ordenadores que validan las transacciones de la red a cambio de una recompensa. El nombre se remite de forma simbólica a los antiguos buscadores de oro que abrían incansablemente minas buscando un filón del que extraer el preciado metal. Los mineros desempeñan una actividad muy importante para el correcto funcionamiento del sistema, siendo incentivados con este «oro digital». El procedimiento es el siguiente: cada petición de transacción se agrega a un bloque y se revisa si la información es correcta, una vez consultado el registro contable disponible en los distintos nodos. En ese momento, los mineros compiten con la potencia de cálculo de sus equipos por descifrar el contenido de la información, validar las transacciones y encriptar de nuevo el resultado, que será agregado al libro de contabilidad. Cuando alguno de los mineros resuelve el problema y se llega al consenso, la información de las transacciones se registra en el nuevo bloque, se agrega a la cadena de bloques y el resto de los nodos lo replican, guardando así una copia de forma inalterable, sin la posibilidad de que sea modificada en el futuro. Los bloques de Bitcoin se minan aproximadamente cada diez minutos, y el minero que resuelve el problema y sella el bloque recibe la recompensa por el trabajo resuelto. La cantidad de este incentivo es de 6,25 bitcoins hasta 2024 y desde entonces 3,125 unidades. En el siguiente capítulo, se abordará el modelo económico tras las recompensas de minado.
Mientras que un nodo simplemente guarda información sobre el historial del registro contable, el minero activamente consulta los nodos para validar transacciones, cerrar un bloque y subir ese nuevo bloque a blockchain a cambio de una recompensa. El nodo sólo almacena información, el minero trabaja para validar transacciones. Como parte del carácter participativo y colaborativo de Bitcoin, cualquier persona puede descargarse el software de Bitcoin en su ordenador, formar un nodo y respaldar la red descentralizada más grande del mundo, tanto meramente guardando información como validando transacciones con su potencia de cálculo y aspirar a llevarse las recompensas de minado.
Los usuarios son el por y para quién existe Bitcoin. Los datos arrojan que existen más de 100 millones de usuarios activos que emiten casi medio millón de transacciones diarias de Bitcoin.5 Tanto si son personas físicas como organizaciones, éstas se identifican en la red únicamente con su clave pública, la billetera, que funciona como llave para interactuar con esta red de pagos descentralizada. Con ello, Bitcoin permite transferir valor con otras carteras directamente a cualquier parte del mundo en apenas unos clics, sin la necesidad de verificación o validación por un ente centralizado. Esto cobra especial importancia cuando entre un 24 y 29 por ciento de personas del planeta están desbancarizadas, en muchos casos por falta de acceso a un sistema financiero.6 Además, Bitcoin supone una herramienta, un activo digital, para preservar valor al margen de otros activos y divisas tradicionales, lo cual es escogido tanto por inversores privados e institucionales para diversificar carteras, como por particulares de todo el mundo que deciden tratar de proteger así sus ahorros ante la debilidad de sus monedas nacionales. Ante la propuesta de valor de Bitcoin y con el mundo tremendamente convulso y desigual, su adopción sigue acelerándose respondiendo al contexto macroeconómico.
Aunque sea difícil precisar al cien por cien las nacionalidades de los usuarios que poseen Bitcoin por el carácter anónimo de la red, sí puede determinarse que actualmente es adoptado por cada vez un mayor porcentaje de habitantes en países con gran inestabilidad económica y monetaria. Según un informe de Naciones Unidas de 2022,7 precisamente en primera posición en cuanto a utilización se refiere están Ucrania y Rusia. El reciente conflicto bélico ha llevado a sus ciudadanos a temer por el valor de su dinero, o incluso a perder el acceso a él, y han visto en el bitcoin y otros activos criptográficos una solución ante esta incertidumbre. En tercera posición está Venezuela, donde muchas personas ven así la única oportunidad de salvaguardar su poder adquisitivo ante la desmesurada inflación y protegerse así de los crecientes expolios por parte del Gobierno. Otros países que siguen el ranking son aquellos con bajo índice de bancarización, como Kenia, India o Nigeria, los cuales se entremezclan en la lista con países desarrollados como Singapur o Estados Unidos. A medida que la inestabilidad económica a nivel mundial ha ido aumentando, también lo han hecho las compras de bitcoins en muchos países que históricamente contaban con divisas nacionales fuertes. A raíz de inflaciones de doble dígito en países como Australia, Estados Unidos o toda Europa, se ha disparado el interés por el bitcoin y otras criptomonedas, incluso por parte de los más escépticos. Por ejemplo, el desplome de la libra esterlina en septiembre de 2022 llevó a un volumen de compras récord de bitcoins bajo el par GBP/BTC,8 indicando la entrada de nuevos usuarios. Los ciudadanos de Reino Unido huyeron de su moneda y se refugiaron en el bitcoin.
Los datos muestran como actualmente el principal uso de Bitcoin a nivel particular no es únicamente la mera especulación. Incluso con su volatilidad intrínseca y futuro incierto, Bitcoin es elegido globalmente como una alternativa válida que sirve de refugio financiero y monetario para personas de todo el mundo.
La propuesta de valor de Bitcoin, su planteamiento técnico y monetario, así como su meteórico recorrido, resultan más que claros, pero todavía queda un gran cabo suelto por solventar: ¿quién lo creó realmente?, ¿quién es Satoshi Nakamoto? Preguntarse quién hay tras este casi legendario pseudónimo puede resultar cuando menos desconcertante. Parece evidente que la creación parte de alguien experto en la tecnología en la que se basa el propio internet. Más allá, alguien centrado en materializar esa visión descentralizada de internet que se aleja hoy de la realidad, y que mediante la tecnología blockchain y sus múltiples aplicaciones como los pagos y el dinero digital parece de nuevo una opción factible. Entre los nombres bajo este supuesto, se encuentran algunos de los citados, como Nick Szabo, Hal Finney o Wei Dai. Ese pequeño colectivo de cypherpunks buscó defender los derechos civiles preocupados por cómo las libertades personales podrían sobrevivir a la gran transformación digital de la sociedad. Sus objetivos eran separar el dinero de los gobiernos y las corporaciones, controlar el crecimiento del estado de vigilancia global y preservar los derechos humanos en una era cada vez más digitalizada. Actualmente, sigue sin verificarse hasta qué punto algunas de estas personas están realmente vinculadas a Satoshi Nakamoto, o si podrían ser «parte de él», entendido como un colectivo de individuos. Incluso la red muestra que hay billeteras primigenias con miles de bitcoins intactos, lo cual equivale a centenares de millones de euros, y sugiere que el acceso a esas carteras se ha perdido o incluso que su dueño haya fallecido. En cualquier caso, las teorías más obvias y que van en esta línea, cobran sentido al considerar que la esencia de Bitcoin y todo lo que ha venido detrás es la descentralización, y que eliminar la figura de su creador como ente central es lo más acorde con esa visión. Además, pone el filtro de seguridad definitivo: si no se sabe quién ha creado Bitcoin, no se sabe a quién hay que apuntar para que acabe con él.
Pero más allá de esta teoría, también existen otras versiones opuestas que sugieren que la creación de Bitcoin estaría vinculada a grandes grupos de poder en la sombra, o a agencias gubernamentales, principalmente estadounidenses. Que iba a crearse una moneda digital descentralizada y privada era ya una evidencia tras décadas de tecnologías que apuntaban en esa dirección, e incluso que lo haría de forma inminente. Por tal razón, también cobra fuerza la idea de que una gran agencia estatal esté tras la creación de Bitcoin, buscando anticiparse a la aparición de esa moneda descentralizada lanzando antes una propia que fuera adoptada progresivamente por la sociedad.
El multimillonario presupuesto de Estados Unidos para las partidas de defensa e inteligencia es más que conocido. De hecho, las distintas investigaciones financiadas por el Gobierno estadounidense han dado como resultado algunas de las más importantes tecnologías de nuestra era, incluido el propio internet. Por ejemplo, el proyecto Tor, una red para navegar de forma anónima en entornos de contenido oculto como la Dark Web, fue creado por la DARPA (Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada de Defensa) y actualmente recibe el 80 por ciento de su financiación del Gobierno de Estados Unidos. Por si fuera poco, la agencia de seguridad nacional, o NSA por sus siglas en inglés, publicó en 1996 un documento titulado «How To Make A Mint: The Cryptography of Anonymous Electronic Cash».9 Aunque el documento parte en su mayoría de los avances ya publicados por algunos expertos, dejó claro que la NSA estaba investigando activamente la creación de una moneda digital anónima con un sistema de pagos propio. Y esto era más de una década antes del nacimiento de Bitcoin.
La hipótesis de que la criptomoneda reina fuera lanzada por una agencia gubernamental abre un abanico de posibles ventajas. Una de ellas es tener una herramienta con la que identificar o trazar transacciones utilizadas para pagos ilícitos. De este modo bitcoin es una moneda seudónima, pero al presentarse como supuestamente anónima, podría ganar la confianza de delincuentes que al usarla permitirían rastrear su uso para el lavado de dinero. Otra de las razones que podrían haber impulsado la creación de Bitcoin por parte de una agencia gubernamental es más profunda, y propone que éste sería el caballo de Troya para introducir las futuras CBDC, las monedas digitales emitidas por bancos centrales que se cubrirán en futuros capítulos. Estas particulares criptomonedas gubernamentales plantean muchas incertidumbres sobre la privacidad individual, lo que, sumado a la capacidad programable de éstas y a la distribución por parte directa de los bancos centrales, las convierten potencialmente en una valiosa herramienta de control social, algo que ya está sucediendo en países como China. Lanzar repentinamente las CBDC podría generar rechazo en la sociedad, pero Bitcoin va allanando el terreno al introducir conceptos como el uso de billeteras o la trazabilidad de las transacciones, además de suponer el bypass perfecto desde el fin del efectivo hacia un sistema monetario digital controlado directamente por los bancos centrales y por ende los gobiernos.
La identidad de Satoshi Nakamoto probablemente nunca será revelada, y se mantendrá como uno de los grandes misterios de la era contemporánea. Permanecerá como la figura que dio pie al nacimiento de Bitcoin, y de ahí al impresionante ecosistema de activos criptográficos que no deja de evolucionar. Lo que sí se irá desvelando es cómo la sociedad transiciona hacia el modelo sin dinero en efectivo, y cómo los gobiernos se posicionan mediante la regulación e introducción de sus CBDC. Pero parece cada vez más claro que el bitcoin y algunas criptomonedas con gran capitalización de mercado jugarán un papel muy relevante en este proceso, y supondrán una opción atractiva de dinero descentralizado y reserva de valor.