PRÓLOGO
ALTHA

1619

Diez días me tuvieron allí retenida. Diez días, con la única compañía del hedor de mi propia carne. Ni una sola rata me honró con su presencia. No había nada que pudiera llamar su atención. No me habían llevado comida, solo cerveza.

Pasos. A continuación, el chirrido de metal contra metal conforme se corría el cerrojo. La luz me hirió en los ojos. Durante unos instantes, en el umbral los hombres brillaron como si no pertenecieran a este mundo y quisieran sacarme de él.

Los hombres del fiscal.

Se presentaban para llevarme ante el tribunal.