Nadie conoce a la vecina del quinto
Aún le late el corazón a mil por hora.
Se ha llevado un buen susto cuando la horda de pájaros ha chocado contra los cristales de la oficina. Pero haber sido testigo de cómo esa misma masa ha atravesado el edificio de enfrente lo ha dejado completamente impactado. Kai sabe que esa imagen se va a quedar grabada en su mente para siempre.
En cuanto llegaron las autoridades, desalojaron todas las oficinas y atendieron a los afectados. Por suerte, no hubo mayores lamentaciones más allá del susto y de algunas personas levemente heridas.
—Amber, no te vas a creer lo que me ha pasado —anuncia Kai apenas entra por la puerta de casa.
Pero la sorpresa se la lleva él cuando ve que su compañera de piso está charlando con una mujer que ronda los cuarenta y cinco años, con el pelo rubio recogido en un improvisado moño y ropa deportiva.
—¡Kai! ¡Qué pronto has llegado! —exclama su compañera mientras se levanta del sofá—. Mira, te presento a la doctora Gala, es nuestra vecina del quinto.
—¿Doctora? —pregunta confundido y un poco asustado.
—¡Oh! —responde la inesperada invitada con una sonrisa al percatarse del malentendido—. Lo de «doctora» es porque he dicho que soy psicóloga, pero no pasa nada. Simplemente… —se mira un poco avergonzada—. He salido a hacer deporte y me he olvidado las llaves dentro de casa.
—Estaba esperando en el portal, la pobre —añade Amber, con un mohín.
—Oh, vaya —Kai sonríe aliviado—. Qué putada… Quiero decir… —se corrige, ante la falta de educación— ¡encantado!
El chico estrecha la mano de la mujer, que le responde con la misma sonrisa afable.
—No os molestaré mucho más. Mi marido tiene que estar a punto de llegar —explica—. No llevamos ni dos semanas aquí y ya estoy metiendo la pata… ¡Qué vergüenza!
—Por favor, no hay de qué avergonzarse —añade Amber, cómplice—. Si no fuera por Yago y por Kai, yo habría dormido más de una vez en el banco del parque.
—Ya me ha contado Amber que sois unos compañeros de piso estupendos.
—Bueno, a veces —contesta él, burlón.
—¿Cómo es que has llegado tan pronto? —pregunta su compañera.
—Pues… es que me ha pasado una cosa surrealista —explica mientras deja su skate aparcado donde el paragüero y se quita la mochila—. Una bandada de pájaros se ha empezado a empotrar contra el edificio y nos han mandado a todos a casa.
—¿Qué me dices?
—Saldrá en las noticias seguro. Si te metes en Twitter ya hay vídeos de la movida.
—Qué horror… ¿Hay heridos? —pregunta la mujer, con seria preocupación.
—No, que yo sepa. Solo leves.
Mientras Amber chequea el móvil para ver las noticias, Kai se tira en el sofá con un fuerte resoplido.
—Aunque, si os soy sincero, los pájaros me han venido de maravilla para no volver a lidiar con el estúpido de mi jefe.
—¿En qué trabajas?
—¡Tiene el mejor trabajo del universo! —contesta Amber por él—. ¡Trabaja en ZeeYou!
Kai pone los ojos en blanco.
—No es tan divertido como parece.
—¿A ti te gusta? —pregunta la doctora Gala.
—No —contesta Kai, soltando una risotada—. ¡Cada día lo soporto menos! Pero… hay que pagar las facturas.
—Vamos, Kai… ¡te quejas por quejarte! —añade Amber, sin despegar su vista del móvil—. ¡Joder! ¿Esta masa negra son pájaros?
—¿Que me quejo por quejarme? —protesta el chico—. ¡De lo estresado que estoy no duermo bien, no paro de tener pesadillas! Cualquier día de estos me da un ataque al corazón.
—¿Y por qué no buscas otra cosa? —pregunta la doctora, curiosa.
—Pues porque no tengo ni idea de qué buscar…
Kai vuelve a resoplar. No quiere empezar esta conversación y menos con una perfecta desconocida. ¿Qué diablos hace contándole a esta señora sus problemas? ¡Y más aún siendo una psicóloga!
—Discúlpame, no quiero que pienses que estoy buscando charlar o sacarte una sesión gratuita —se excusa Kai mientras se levanta del sofá y mira el reloj—. Además, aunque nos hayan mandado a casa, me toca teletrabajar. ¡Yuju! —añade alzando el puño en una irónica celebración.
—¡No, por favor! ¡No es ninguna molestia! —confiesa con emoción la doctora—. Es más… Si lo consideras oportuno, estaré encantada de recibirte en mi consulta para charlar. ¡Por las molestias que os he causado! ¿Os apuntáis mi número?
Kai se niega, pero Amber no duda en agregar a la mujer a su agenda con la excusa de estar conectadas como buenas vecinas; por si en un futuro alguna se vuelve a quedar encerrada o necesita un poco de sal.
Cuando la doctora se marcha, alegando que su marido ya ha tenido que llegar, Kai se mete en su cuarto para seguir trabajando. Antes de irse, el imbécil de Lucas le ha pedido que echase un vistazo a los mensajes que el equipo de atención al cliente ha enviado para solventar los problemas y las dudas de los suscriptores. La gente de customer hace una primera criba de todas las quejas y los mensajes que reciben para luego repartir lo que verdaderamente importa al resto de los departamentos.
Los subtítulos del S03E14 de Supernatural no están sincronizados.
Un usuario afirma que los metadatos de Spider-man 3 son erróneos: no sale Jessica Chastain, es Bryce Dallas Howard.
El audio de Anaconda está mal: cuando lo pones en español suena en inglés, y cuando lo pones en VO suena en español.
Chicos de content, ¿podéis ver si lo que dice este suscriptor es cierto? Os copio el mensaje…
Un nuevo mensaje directo aparece en el chat de atención al cliente.
Hola, no me funciona el código de acceso.
No, no quiero acceder a la plataforma. Quiero acceder al sector norte.
«Esta gente es gilipollas. ¿En serio, a estas alturas del partido, me vais a gastar una broma?», se queja Kai en voz alta.
Odia su trabajo.
Odia a su jefe.
Y empieza a odiar a los estúpidos de sus compañeros de otros departamentos que deciden hacerle perder el tiempo con bromas que no tienen ninguna gracia.
Porque todo ha sido una broma.
¿No?