La cultura de la Empresa 3.0

“Durante mi tiempo en IBM, llegué a ver que la cultura no es solo un aspecto del juego, es el juego”.

Lou Gerstner, previo CEO de IBM

¿Qué es la cultura organizacional y por qué es importante?

¿Qué es “cultura” en una empresa? La cultura es un concepto nebuloso y, a menudo, es un aspecto indefinido de una organización. Aunque existe una extensa literatura académica relacionada con el tema de la cultura organizacional, no existe una definición generalmente aceptada de cultura. Te doy una definición sencilla: la cultura es cómo te comportas cuando nadie te está mirando. La cultura es la verdadera personalidad de tu organización. La cultura no es una cosa. No es algo que una organización tenga o no tenga. La cultura es ese algo que una organización es.

Si tuvieras que describir a tu empresa o a tu equipo como una persona, ¿cómo lo harías? ¿Es un viejo aburrido cuya vida está llegando a su fin? o ¿es una persona vibrante que, aunque tenga muchos años de vida, parece eterna, siempre ávida de aprender, crecer, probar cosas nuevas? ¿A esa persona le gustan las herramientas novedosas y siempre está actualizada? ¿O esa persona es totalmente reticente a cualquier cambio y teme probar formas distintas de hacer las cosas? En épocas difíciles como la que se vivió a lo largo del 2020 durante la pandemia del COVID-19, esa cultura que estamos visualizando como si fuera una persona, ¿motivó lo suficiente para que todos trabajaran de manera remota con el mismo compromiso y entusiasmo que si estuvieran reunidos presencialmente? ¿Qué tan preparada estaba esa cultura para afrontar un evento tan incierto e imprevisto?

La cultura organizacional puede manifestarse en una variedad de formas, incluidos comportamientos de liderazgo, estilos de comunicación, mensajes distribuidos internamente y celebraciones corporativas. Dado que la cultura comprende tantos elementos, pensar en cómo es la personalidad de tu empresa es una muy buena aproximación. Las preguntas anteriores dan lugar a términos comúnmente utilizados para describir a las culturas como “agresiva”, “centrada en el cliente”, “innovadora”, “divertida”, “ética”, “impulsada por la investigación”, “impulsada por la tecnología”, “orientada al proceso”, “jerárquica”, “vertical”, “burocrática”, “familiar”, “arriesgada”, “conservadora”, “fría”, “emocionante”, etc.

Si bien te pedía pensar en cómo describirías la empresa en la que te encuentras, ¿has pensado cómo la describiría una persona en un rol completamente diferente? Si tienes el cargo de CEO, ¿cómo crees que la describirían otras personas con roles más júnior en el equipo? Si crees que la descripción sería significativamente diferente, tenemos un problema a resolver.

La verdad sobre la cultura es que la única manera de cambiarla es modificando la forma como las personas se comportan unas con otras y trabajan entre sí, y que dicho comportamiento sea consistente y coherente en todos los niveles de la organización. Si puedes modelar eso, entonces encontrarás que la cultura ha comenzado a evolucionar.

La cultura en los procesos actuales de transformación

Creo que la mayoría de las personas que hacen negocios en la actualidad ya han entendido la famosa frase que dice que “el cambio es la única constante”. Las rápidas transformaciones tecnológicas que se adoptan de inmediato y que son accesibles para la mayoría, así como la creciente demanda de experiencias en tiempo real y que tengan la menor cantidad de fricciones en todas las áreas de la vida y los negocios, están creando un mandato de “transformación imprescindible” para todas las empresas, en especial, las tradicionales que no son inherentemente digitales o innovadoras.

Además de ser conscientes de la urgencia que hay de realizar una transformación digital, las empresas también saben que esta necesidad de cambio no tiene como único fin ganar más dinero, sino que surge de un imperativo para mantenerse vigente en el negocio. O cambias, o mueres.

Sin embargo, lo que he presenciado en repetidas ocasiones durante la última década es que la mayoría de las empresas se enfocan en el cambio y en la adopción de tecnología como si esta fuera la única clave para continuar en el negocio. Eso es genial y claramente necesario; no obstante, todas aquellas empresas que se enfocan únicamente en la tecnología (aplicada a productos, infraestructura u operaciones) terminan fracasando en el proceso de transformación. ¿Por qué? Estas son mis respuestas:

¿Te has dado cuenta de que los tres elementos tienen que ver con aspectos de comportamiento? Están directamente relacionados con la capacidad de una organización para absorber el cambio transformacional; y están relacionados con la preparación que tengan los líderes para asumir el punto de transformación y con la mentalidad y agilidad que tengan las distintas personas de la empresa para dedicarse a un enfoque de trabajo completamente nuevo.

Si la cultura de una empresa no incluye al cambio como algo normal y no lo incentiva, será imposible que cualquier transformación sea exitosa. “Por supuesto que siempre hay resistencia, siempre un freno al movimiento hacia cosas mejores. La mano muerta del pasado nos agarra a través de personas vivas que están demasiado asustadas para aceptar el cambio”, dice Kim Stanley Robinson, autor de libros como El Ministerio del Futuro.2

La resistencia al cambio debería ser cosa del pasado si desarrollamos una mentalidad de crecimiento y creamos organizaciones con culturas que apunten hacia lo mismo: crecer y, más aún, crecer en entornos cada vez más complejos y cambiantes.

Si se desea fomentar la innovación, se debe desarrollar un entorno en el que las personas se sientan seguras para soñar y asumir riesgos. Pero ¿cómo se logra una cultura abierta al cambio?

En una ocasión trabajé con ejecutivos de una empresa de logística en Latinoamérica (competidor de FedEx) que adoptó tecnologías nuevas para ocuparse desde los sistemas de incorporación de nuevos empleados, las operaciones de comercio interno, hasta algunos de los sistemas que usaban para organizar los paquetes y cómo los diferentes centros o sistemas de correo recibían toda la información. Estaban inmensamente orgullosos porque pasaron de sistemas obsoletos propios de una película de los años ochenta a unos que parecían sensacionales, asombrosos y súper modernos.

Cuando me reuní con ellos aproximadamente un año después de esa implementación, estaban estupefactos y desesperados porque, después de todas estas costosas inversiones, ni siquiera el 20% de su empresa estaba usando los nuevos sistemas. Entonces volvieron a los viejos. Repito… ¡¡volvieron a los viejos!!

Cuando les pregunté por qué sucedía esto, no supieron responder con certeza. Dijeron que habían brindado capacitación sobre las nuevas tecnologías y habilitado a personas en la empresa para fomentar y alentar estas adopciones; pero la gente simplemente no quería usarlas.

Peor aún, cuando indagué un poco más al hablar directamente con el presidente y los vicepresidentes de la empresa, admitieron en secreto que habían hecho lo mismo. ¿Podéis creerlo? ¡También evitaron los nuevos sistemas! ¡¡Increíble!! ¿Cómo pudo suceder esto después de todo el dinero que habían gastado en la transformación digital y tecnológica de la empresa y lo orgullosos que estaban de haberlo hecho?

Sucedió en esa empresa y ocurre en muchas otras porque tener los recursos económicos para invertir en nueva tecnología no es suficiente ni asegura su adopción. Esta situación jamás habría ocurrido en una organización con la cultura adecuada.

Además, esta es una gran ilustración de lo fundamental que es tener un equipo de liderazgo que sea el mejor ejemplo de la cultura de la empresa. Se necesita una mentalidad orientada a la innovación para que se sienta la necesidad del cambio, se acepte cuando este se dé y también se disponga a las personas a comprender que es normal que en el proceso se puedan presentar fallas, sin que esto sea un pretexto para detenerlo. Adquirir nueva tecnología sin la voluntad e intención reales de innovar y progresar no funcionará a largo plazo. Si no estás verdaderamente comprometid@ con el cambio y el progreso, incluso cuando es incómodo o desafiante, es probable que los intentos a medias de implementar una transformación digital sean incluso más costosos, humillantes y potencialmente fatales para tu empresa, carrera o ambas.

Los ejecutivos de empresas tradicionales a menudo subestiman la importancia de la cultura y, sin embargo, la cultura es una de las fuentes más importantes de competitividad. Pasar por alto el cambio cultural es el mayor error en una transformación digital.

La cultura determina el éxito de una organización

Tener la cultura adecuada va más allá de la necesidad actual de transformación que tienen la mayoría de las empresas. Es el elemento clave para tener y construir una empresa que perdure, cuide y atraiga a los mejores talentos, que se convierta en un lugar donde la gente quiera estar.

Construir la cultura adecuada es sentar los cimientos para sostener tu casa. Una casa bien hecha sobrevivirá al peor terremoto y todos querrán estar en ella. Una débil, simplemente, se derrumbará con el tiempo. Igual ocurre con la cultura que crees en la empresa.

De la misma manera en que la experiencia se ha convertido en el factor decisivo para los clientes (es decir, teniendo la misma oferta de producto, no les importa pagar un poco más si obtienen un mejor servicio y una mejor experiencia de compra), la cultura es la principal razón por la que los empleados pasan de una empresa a otra o desean permanecer en alguna en particular. Lo más importante ya no es necesariamente la remuneración económica, sino cómo una empresa hace sentir a un empleado, cómo le ayuda a crecer y a ser creativo y si le provee o no herramientas para convertirse en un mejor profesional al mismo tiempo que se divierte en el trabajo. Si aún no estás convencido, vamos a entender mejor el poder de la cultura.

Peter Drucker afirmó que La cultura es lo más importante. La cultura se desayuna a la estrategia”. Pero durante muchos años he creído que la cultura no solo se desayuna a la estrategia, sino que se la come de almuerzo y cena. Y, para mis lectores más hípsters, siempre a la moda, la cultura también come estrategia en el brunch. Tiene mucha hambre.

No obstante, me he dado cuenta de que cultura y estrategia son parte del mismo menú y se complementan la una a la otra. En una Empresa 3.0, cultura y estrategia operan en conjunto.

Microsoft es un gran ejemplo reciente de esto. Microsoft era conocida en el mundillo tech como una empresa en la que era horrible trabajar. Había una cultura muy tradicional, muchos jefes gritando o irritados, muchos silos, jerarquías, control y burocracia. Al mismo tiempo, Microsoft quería entrar a competir en el terreno del cloud computing, en el que Google y Amazon mandaban la parada, pero se estaba quedando rezagada en el mercado y no parecía que su estrategia les fuera a permitir seguir siendo relevantes ni entrar en esa contienda. En 2014, nombran como nuevo CEO a Satya Nadella y hoy podemos afirmar que ha sido capaz de transformar completamente Microsoft. Satya lideró un cambio en los aspectos disfuncionales de la cultura de Microsoft. Al mismo tiempo, lideró un cambio importante en la estrategia; cambió el foco de su producto estrella, Windows, para dirigirlo al cloud computing. Dicho cambio se hizo más difícil debido a la participación de mercado y a la enorme riqueza que Windows había producido para Microsoft. Era hora de que la empresa comenzara a ponerse al día con Amazon en cloud computing, y rápido. Tuvieron que remodelar la cultura para fomentar el trabajo en equipo y poner fin a las luchas internas, generar una mayor confianza en el juicio por encima de los procedimientos engorrosos y controles formales, y propiciar una mayor participación tanto de los empleados como de los clientes que podría conducir a modificaciones más rápidas y fáciles, incluido un viraje en la estrategia dentro de Microsoft. El cambio orientado a poner un mayor énfasis en una estrategia de servicio basada en la nube para ocupar su lugar junto con una estrategia de software de Microsoft fue extremadamente exitosa gracias al esfuerzo que realizó la organización para abordar y cambiar también su cultura de manera simultánea. Si no hubiera sido por un cambio cultural exitoso, el cambio de estrategia no habría sido posible. ¿El resultado neto de todos estos movimientos? Una ganancia de 1,5 mil millones de dólares en capitalización de mercado.

Si tu cultura resulta en conflictos de intereses inherentes sobre cómo reaccionar o responder al cambio, tu estrategia no importará.

Hay un video de un grupo de mujeres mayores tomando su primera selfie juntas. Una de ellas aparece instando a las demás a que lo prueben por primera vez. Rápidamente queda claro que están grabando un video de sí mismas sin darse cuenta porque no saben lo que están haciendo. La mano de la mujer que sostiene la cámara la bloquea un poco mientras intenta tomar la fotografía porque no sabe dónde está la lente del teléfono. Entonces, las mujeres no saben cómo ubicarse ellas mismas o cómo poner el teléfono apropiadamente para tomar la selfie o qué botones presionar.

Toda la escena es divertida y familiar para la mayoría de nosotros que hemos experimentado alguna versión de esto o hemos visto a nuestros padres o amigos intentar hacerlo; pero la parte más interesante del video para los propósitos de nuestra discusión es la conversación entre las mujeres.

Una de ellas dice, en esencia: “Hagamos esta cosa de las selfies. ¡Tomémonos una selfie!”. Luego, otra mujer quiere saber por qué diablos están tratando de tomarse una selfie cuando más bien pueden tomar una fotografía. No entiende por qué necesitan aprender a hacer algo nuevo y lidiar con toda esta confusión cuando simplemente pueden tomar una fotografía de grupo con el disparador automático o pedirle a alguien que esté pasando cerca que la haga siempre ha funcionado en el pasado.

El video continúa así durante dos minutos muy divertidos; pero, cada vez que lo veo, no veo a cuatro señoras tratando de tomarse una selfie. Lo que veo son empresas tratando de cambiar e innovar y viendo como algunos empleados les siguen y otros no.

Siempre hay personas en una empresa que saben que el cambio es necesario debido a las nuevas tecnologías y nuestra evolución como personas en un mundo digital. Sin embargo, cuando eso sucede, normalmente habrá otras personas en un área de la misma empresa que objetarán por qué es necesario el cambio cuando la forma anterior ha funcionado tan bien durante tanto tiempo y se resisten a cualquier modificación por ese motivo.

Es la misma actitud: “¡Oye, hemos estado tomando fotografías durante los últimos veinte años! ¿Por qué tenemos que hacer esta cosa de “selfies”? ¡Es una pérdida de tiempo! Creo que paso”.

Las señoras en el video simplemente se ríen las unas de las otras de lo torpes que son. Es adorable y entretenido. Realmente no importa si alguna vez logran tomarse una selfie bien hecha. Es divertido verlas cómo intentan hacerlo. Quieren innovar probando ese nuevo ángulo que le da una selfie o estar a la moda, tal vez. Pero lo que está en juego es mucho mayor en una empresa que intenta lidiar con nuevas tecnologías y sistemas, porque, a menudo, existe un conflicto de intereses sobre qué hacer entre el personal clave. Algunos quieren mantener el statu quo o, incluso, hacer retroceder a la empresa porque no tienen la mentalidad adecuada para el cambio. Evitan, ignoran, presionan en contra o, incluso, sabotean los esfuerzos de otros que están tratando de hacer avanzar a la empresa.

Solo una empresa con una cultura 3.0 puede evitar que esto suceda. Cuando su gente está acostumbrada a decir “sí” al desafío de aprender, adaptarse y progresar, incluso, cuando eso significa operar fuera de su zona de confort y arriesgarse a fallar, la empresa acabará teniendo éxito y haciendo exitosa su estrategia.

La cultura hará que tu trabajo se convierta en una experiencia

Debemos empezar a entender que el “trabajo” hoy en día debe ser entendido más como una experiencia. Las empresas que atraen al mejor talento en estos días lo hacen porque su cultura es magnética, no solo porque son grandes, rentables, ofrecen buenos salarios y beneficios, o tienen una marca de amplio reconocimiento (¡aunque obviamente son factores que influyen de forma positiva en la elección de un trabajo!).

Tu empresa puede ser bien reconocida o lograr un crecimiento anual del 30% en los ingresos, pero esos indicadores tradicionales de éxito no le importarán a la gente con más talento del mercado si tu cultura es obsoleta y está atrasada. A lo mejor leéis esto y os preguntáis: ¿y qué será una cultura atrasada? ¿Seré parte de una y no lo sé? ¡Ayuda! Algunos signos inconfundibles de la Anti-Empresa 3.0 serían:

Si encuentras demasiada identificación entre los elementos de esa lista y la organización que tienes o para la que trabajas, necesitas urgentemente seguir leyendo y hacer un gran cambio en tu vida. Hoy en día los comportamientos anteriormente listados no son aceptables.

Piensa en la cultura como el elemento clave para atraer y conservar el talento adecuado y para hacer crecer tu empresa de manera sostenible. Piensa que si tú eres un genio que está leyendo esto y se da cuenta que está en la Anti-Empresa 3.0, desearás cambiar a una Empresa 3.0. Así te paguen lo mismo ¡o incluso menos!

Los mejores talentos no están “buscando trabajo”, están en busca de una experiencia laboral. Una experiencia que además sea compatible con otras actividades creativas o estimulantes como dibujar cómics, escribir, pintar, hacer cursos de crochet, compartir tiempo con su pareja, con su familia o amigos, practicar algún deporte o gaming, entre tantas muchas opciones.

Cuando vas a trabajar (da igual si es virtual o presencial) deberías sentirte como el invitado estrella en la casa de un amigo o familiar.

Hoy en día, tu marca es la cultura de tu organización. El talento que considere a la empresa equis como un empleador potencial se preguntará cómo será trabajar en ella. ¿Será un lugar divertido? ¿Voy a tener retos interesantes? ¿Me motivarán y guiarán excelentes líderes? ¿La empresa me dará algo de flexibilidad y permitirá que me exprese con libertad? ¿Podré ser creativa? ¿Podré trabajar desde casa?

Este es el tipo de preguntas que se hace el talento en la actualidad. ¡Sobre todo los más jóvenes! Los millennials quieren saber sobre la cultura de una empresa y el tipo de experiencia que es probable que tengan trabajando en esta porque es importante para ellos, y mucho. En realidad, es importante para todos, pero si pasas de los 35, no te educaron así y hasta que no ves que existe otra realidad, no te das cuenta de que has estado en la oscuridad. ¡A veces salimos de nuestra zona de confort y vemos que no había nada de confort en ella!

En Google, necesitábamos encontrar una persona que cumpliera un contrato de nueve meses para un puesto administrativo. En el proceso de selección yo hacía parte del panel de entrevistadores y recibimos un currículum de un candidato que tenía algo así como veinte años de experiencia en un puesto de director sénior en una empresa en la que dirigía un equipo de casi veinte personas. De hecho, estaba tan sobrecalificado que me sorprendí y decidí hablar con nuestra reclutadora a quien pregunté si había recibido el currículum correcto. Ella me dijo que, si bien no estábamos buscando a alguien tan sénior, debería hablar con él de todos modos porque su interés en el puesto parecía sincero.

Cuando realicé la entrevista, el candidato era tan impresionante en persona como en el papel. Empecé a preguntarme si había entendido mal la naturaleza del cargo que buscábamos cubrir. Le pregunté y me aseguró que sabía perfectamente lo que estaba haciendo, que entendía muy bien el cargo y que nuestro reclutador también lo había repasado con él.

Dije: “Está bien. Así que cuéntame un poco más sobre por qué te postulas para este puesto”. Él dijo: “Escucha, solo quiero experimentar lo que es trabajar en un lugar como Google porque la empresa para la que trabajo ahora es muy tradicional. Me doy cuenta de que, aunque es muy conocida y que trabajar en ella da prestigio, en especial en mi cargo de dirección, quiero saber cómo es trabajar en una empresa con una cultura como la que dicen tiene Google. Quiero vivir cómo es pasar de una empresa tradicional a una que está un poco más evolucionada culturalmente”.

Y para cerrar dijo: “Sé que solo son nueve meses en un puesto de más bajo nivel, pero no me importa dar ese paso atrás para experimentar lo que es trabajar en Google”.

Eso fue alucinante para mí. Su disposición a sacrificarse de esa manera por la mera experiencia de trabajar en una empresa con una cultura extraordinaria e innovadora en el lugar de trabajo me demostró, una vez más, cuán increíblemente importante se ha vuelto la cultura para atraer y retener talento.

Hundirse o flotar

La cultura te salva o te destruye. Si ese candidato con gran experiencia estaba dispuesto a dejar su puesto estable de alto nivel en una empresa tradicional por un puesto temporal mucho más júnior en una empresa con una mejor cultura, imagínate lo perjudicial que sería para tu organización cuando el talento más sobresaliente empiece a priorizar y a tomar sus decisiones de la misma forma. ¿Qué pasaría si decide irse porque no has podido mejorar la cultura? Y no solo eso: si tus competidores lo entienden y se adaptan más rápido que tú, estarás en una terrible posición de desventaja antes de que te des cuenta. Necesitas desarrollar la experiencia y comprender de manera adecuada cómo los humanos han evolucionado con respecto a la manera en que quieren trabajar. De lo contrario, a medida que tus competidores se transformen desde una perspectiva cultural mientras permaneces estancado, el mercado finalmente emitirá un veredicto grave sobre tu empresa haciéndola cada vez menos relevante y disminuyendo las probabilidades de que sobreviva por mucho tiempo, sin importar que hoy le esté yendo bien.

¿Qué hubiera ocurrido si Microsoft no cambia su cultura interna? ¿Hubiera seguido rezagada con respecto a Amazon y Google? ¿Se hubiera quedado estancada haciendo versiones del sistema operativo Windows eternamente (foco en una estrategia de producto) sin ofrecer algo innovador que sus usuarios estaban obteniendo de otros (foco en una estrategia de servicio a través de su producto de cloud computing)?

Cuando se trata de la cultura del lugar de trabajo, no puedes arreglarla y olvidarte de ella. Debes evolucionar de manera continua y buscar activamente oportunidades para innovar y crecer. Como una planta que se siembra y una vez brota, hay que cuidarla y mantenerla para que dé frutos. O si dedicas tiempo a entrenar en el gimnasio, pero no haces mantenimiento con buena alimentación o hábitos, cualquier progreso que se logre, será débil y habrá retrocesos.

Si solo pudiese invertir en una cosa, invertiría en cultura. Y no lo digo en broma. Si hay una inversión que seguro da rentabilidad positiva y abundante, es la cultura. Apuéstalo todo en ella.

¿Quiénes son responsables de la cultura?

La respuesta es fácil: todos. “Sé el cambio que deseas ver en el mundo”, dijo Gandhi. Esto se aplica en las empresas y más en la Empresa 3.0.

Los dos últimos años de mi carrera en Google estuve en Latinoamérica con sede en Bogotá, Colombia. Un día, mientras estaba sirviéndome agua del típico dispensador como el que hay, con seguridad, en muchas oficinas, leí un letrero que decía que, en la oficina de Google Bogotá, se habían consumido 4200 botellas de agua en un mes (sí, 4200). Ese fue nuestro consumo promedio de botellas de agua. Me sorprendió porque solo había 84 empleados en esa oficina, aunque también había invitados que consumían agua en botella.

¿Cómo es posible que menos de 100 personas en una oficina consuman 4200 botellas de agua al mes? Eso es muchísimo plástico, ¿verdad? Lo verifiqué con nuestro equipo de servicios generales y mantenimiento y, en efecto, el número era correcto.

Regresé a mi escritorio sin poder creerlo. Pensé que esto no reflejaba lo que Google representaba como empresa y, ciertamente, hacía quedar muy mal a nuestra oficina, que estaba generando una enorme cantidad de residuos plásticos.

Continué trabajando; pero esto siguió preocupándome durante todo el día. Sabía que debía hacer algo al respecto. Finalmente decidí que, dado que estábamos en una oficina en la que todos éramos conscientes de nuestro comportamiento y tratábamos de hacer lo correcto por nosotros, por nuestro ecosistema y por el entorno, tenía que generar algún tipo de acción conjunta.

Soy una persona particularmente vocal y expresiva, pero me preocupaba que cualquier propuesta para eliminar las botellas, en especial, las del agua con gas, no fuera bien recibida porque requeriría un cambio de comportamiento. De igual forma, decidí manifestar la situación, pero, en lugar de señalar a alguien con el dedo o pedir que dejaran de usar botellas, simplemente expuse el problema y pedí ideas y soluciones. Envié un correo electrónico a toda la oficina que decía lo siguiente:

Querido equipo:

Consumimos demasiadas botellas (adjunto el documento con la información de las 4200 botellas que estamos usando al mes) y creo que deberíamos cambiar la tendencia. Somos apenas 84 personas, más invitados, y entiendo que en algunos casos una botella puede ser muy práctica o que prefieras tu botella de agua con gas, pero ¿qué pasaría si intentamos reducir el desperdicio? Tal vez puedas traer tu propia botella reutilizable para que al menos reduzcamos el uso de las botellas de agua sin gas. ¿Qué os parece? ¿Os gustaría colaborar y reducir un poco nuestro consumo de botellas de agua? ¿Algunas ideas o sugerencias?

No di ningún tipo de orden ni dirección porque no es así como trabajamos en Google. Simplemente, invité a la gente a reflexionar, ser parte activa del cambio si les interesa y sugerí un par de ideas. Destaqué el problema, propuse algunas soluciones y empoderé a otros para que actuaran.

Mi correo electrónico se convirtió en un hilo de unos 40 correos electrónicos de empleados de Google que apoyaban la idea y proporcionaban más soluciones y esto se convirtió en un cambio de comportamiento apoyado y promovido. Algunas personas, incluso, compartieron fotografías de los termos que comenzaron a traer a la oficina. Luego, algunos de mis colegas sugirieron que empezáramos a usar filtros de agua que purifican el agua de la llave e incluso pueden preparar agua con gas. Un mes después, nuestro equipo de mantenimiento los trajo junto con más vasos para usar las fuentes y el dispensador.

Después de tres meses, salió el informe de los resultados de la iniciativa de reducir la cantidad de botellas plásticas de agua. Habíamos disminuido el consumo de 4200 a 1200 al mes.

Todos podemos liderar cambios. No lo hacemos porque no nos sentimos responsables o estamos inmersos en una cultura que no promueve o involucra a todos como agentes del cambio. La cultura no es algo que se delegue en unos pocos para ponerla en práctica. Todos somos Chief Cultural Officers o directores culturales de nuestra organización. La cultura en una compañía compete a todos y por ello se delega en cada integrante para que la haga suya.

Cuando no delegamos, tenemos un sentido extremo de propiedad. Esto lo comprobó Daniel Kahneman, exitoso autor y psicólogo, que estudió el valor del sentido de pertenencia con una sencilla prueba. Tomó un grupo de personas y lo dividió en dos. La mitad de los participantes recibieron un billete de lotería asignado al azar. La otra mitad recibió una hoja de papel en blanco e instrucciones para anotar el número de lotería de su elección. Luego los investigadores se ofrecieron a recomprar los billetes de lotería tanto de un grupo como del otro. El precio podría ser lo que las partes acordaran mutuamente.

Por supuesto, la lotería es pura suerte, cada número tiene la misma probabilidad de éxito, ya sea que haya sido elegido al azar o por su propietario. Entonces, si piensas en esto de manera racional, asumiría que todos los participantes en el estudio sentirían más o menos lo mismo con respecto a su billete. Pero eso no fue lo que pasó.

Los participantes que eligieron sus propios números de lotería vendieron o se ofrecieron a vender sus billetes por un precio cinco veces más alto que los participantes a los que se les asignaron billetes de lotería al azar.

Ellos sabían que todos los billetes de lotería tienen la misma probabilidad matemática de ser ganadores; pero valoraban sus billetes con números que ellos mismos habían elegido más que los asignados al azar porque tenían un sentido de pertenencia sobre ellos. Eligieron el número, tal vez, porque era su favorito o quizás era uno con algún significado sentimental, lo escribieron y, al hacerlo, lo hicieron suyo.

El imperativo de desarrollar una cultura 3.0 no solo aplica a los llamados cargos de alta dirección (CEO, vicepresidentes, etc.) sino que es para todos. Como decía al principio, la cultura es como te comportas cuando nadie te ve. Eso aplica a todo el mundo sin excepción. Pero clarísimamente, si las personas de mayor responsabilidad e impacto sobre la empresa no son un ejemplo, será más difícil que el resto les sigan o puedan estar en una empresa en la que quieran quedarse. La coherencia y consistencia a todo nivel de la organización es fundamental. Si tú eres súper cool, pero la persona que es responsable de tu equipo no lo es, te acabará frustrando todos los días. No obstante, todos debemos ser el ejemplo de lo que queremos ver, independientemente de nuestro cargo.

Los líderes que reconocen la necesidad de mejorar la cultura de su empresa deben promover los principios y la dinámica de una cultura 3.0 entre todos los niveles. Todas las personas pueden desempeñar un papel importante, positivo o negativo en su círculo de influencia dentro de una organización.

Por supuesto, como líder de una empresa, un grupo o un departamento de una compañía, no puedes obligar a otros a hacer algo que no quieren hacer si no están preparados. “Si quieres construir un barco, no empieces por buscar madera, cortar tablas o distribuir el trabajo. Despierta primero en los hombres y mujeres el anhelo del mar libre y ancho”, dijo Saint-Exupéry.

Si eres responsable de otras personas, te sugiero que no intentes implementar demasiados cambios culturales al mismo tiempo, pero sí que te asegures de generar el anhelo del mar libre y ancho. Elige tus batallas una por una. Comienza por aquello que puede ser más fácil de lograr a corto plazo, pero que tenga impacto y te ayude a mostrar resultados y preparar a la empresa para los cambios que se avecinan. Transmite a todos la razón y los motivos detrás de lo que estás haciendo y luego, pase lo que pase, no pares. Sigue evolucionando la cultura, un paso a la vez.

Piensa que independientemente de tu cargo, una vez que entiendas los valores y comportamientos de una cultura 3.0 y se conviertan en parte de tu ADN, te estarás preparando para el éxito sin importar dónde estés posicionado en la empresa.

Si eres una persona que está comenzando su carrera profesional, que recién ingresa a una empresa o que aún está aprendiendo cómo va a desempeñar un papel en el crecimiento y el éxito de la organización para la cual trabaja, deja que los principios de la innovación cultural de este libro te guíen con respecto a lo que debes buscar en la cultura de una organización y de qué manera es más probable que puedas marcar una diferencia personal y profesional.

Si estás en una empresa en la que crees que hay alguna oportunidad de mejorar su cultura organizacional, busca ideas en este libro sobre cómo transmitir y discutir los principios presentes que te ayudarán a influir en tu jefe, compañeros de equipo o, incluso, en toda la organización. Por supuesto, puedes compartir este libro con ellos, o intentar guiarlos en la dirección correcta a tu manera.

Si eres un líder que ocupa un puesto estratégico, espero que la “autoconciencia” no sea un concepto extraño para ti. Si te das cuenta de que tu comportamiento es el opuesto al que se describe aquí o te sientes incómod@ con las ideas expuestas, aprovecha esta oportunidad para reinventarte y crear un nuevo yo con un nuevo estilo de liderazgo para tu organización. Toma esta oportunidad para reflexionar sobre ti mismo y traer una mejor versión de ti a la oficina, física o virtual, mañana. Esto te convertirá en un líder más relevante e inspirador, créeme. Además, te ayudará a blindar tu carrera.

Si estás leyendo este libro como una persona que se encuentra al comienzo de su carrera buscando trabajo (no importa tu edad o experiencia, es posible que cambies tu carrera por completo a los 42 años y que tengas que comenzar de nuevo), te identificarás con la Empresa 3.0 y buscarás organizaciones que tengan una cultura 3.0 para trabajar.

El ritmo del cambio

El cambio cultural depende de las microintervenciones: pequeños ajustes a la estructura, la dinámica o el marco de las interacciones interpersonales, aplicados de manera constante a lo largo del tiempo.

Ojalá este libro te genere muchas ideas e inspiración sobre lo que puedes hacer para transformar y mejorar la cultura de tu lugar de trabajo; pero ni se te ocurra intentar hacerlo todo de una vez. Cambiar la cultura de una empresa u organización no es fácil (como dicen, si fuera fácil, todos lo harían, y desgraciadamente no es el caso); como tal, requiere de paciencia y prudencia.

Recuerda que cada interacción que tienes es una oportunidad para mover la cultura en la dirección correcta.

Pasar de 0 a 100 kilómetros por hora es mucho más fácil cuando conduces un Tesla en vez de un Fiat Punto de tercera mano de 19983. Puedes llegar a 160 kilómetros por hora en ambos, pero te llevará mucho más tiempo en el pobre Fiat. Si aceleras a esas velocidades en coches que no están diseñados para eso, la máquina sufrirá mucho, el motor se excede en su capacidad, se dañará, el coche se descontrola, empieza a temblar el volante, el conductor pierde control y al final se accidenta. Un coche diseñado para alcanzar altas velocidades tiene un motor para eso, una carrocería, todo, incluyendo sus sistemas de seguridad para evitar accidentes o sufrir menos las consecuencias de uno. Una cultura que soporte la velocidad a la que van los cambios, permite que te sientas en control, no va a temblar con la amenaza del cambio exterior, prepara a toda la organización para aguantar la velocidad del cambio, para soportar golpes, evitar accidentes o si los hay, sufrir menos y poder restablecer el curso. Una cultura de una Empresa 3.0 es dúctil, adaptable.

La transformación cultural no ocurre de la noche a la mañana. Toma tiempo. Por tanto, establece un plan realista con la innovación cultural en el centro de la estrategia, obtén el apoyo de otros en tu empresa a lo largo del camino y emprende la ruta a un ritmo constante y sostenible.

Es de esperar que tanto los grupos de interés (stakeholders) y como aquellos con una preferencia por el statu quo (es decir, los que se resisten al cambio a toda costa) estén constantemente encima, respirándote en el cuello, mientras tratas de promover o iniciar un cambio cultural. Cambiar la cultura supone modificar comportamientos y formas de pensar y actuar. Tenemos personalidades, muchas veces obstinadas, caprichosas o vanidosas, con costumbres y con zonas de confort: ¡que nos muevan esas cosas no es fácil! Pero siempre hay que recordar que vivir y afrontar las circunstancias como amenazas o como oportunidades es una elección personal.

Si te concentras en mejorar la cultura de tu empresa cada día, poco a poco, puedes lograr grandes cosas con el tiempo: para ti, para tu equipo, para tu empresa y para tus clientes.

Sin embargo, no podrás realizar cambios significativos si la alta gerencia no está comprometida e interesada en la transformación. El cambio cultural que se impulsa solo de abajo hacia arriba será extremadamente difícil de lograr. Debe ir de arriba abajo y de abajo hacia arriba simultáneamente. Si estás en la base, busca un patrocinador ejecutivo que te ayude a impulsar el cambio. Si no lo consigues, es probable que crees una gran burbuja en tu equipo o departamento y te convertirás en el escudo que la protegerá. Créeme, esto será agotador, pero será igualmente gratificante. Terminarás dejando esa empresa para ir a una Empresa 3.0 de verdad, en la que puedas brillar y vivir la cultura que te mereces. Aquellos en tu burbuja, te seguirán.

Si te conviertes en un retrato de la cultura que compartiré contigo, créeme, estarás en el camino correcto, hagas lo que hagas.


1 El término ERP, o software ERP, se refiere a Enterprise Resource Planning, que significa “sistema de planificación de recursos empresariales”.

2 Traducción de la autora del fragmento de la novela The Ministry for the Future de Kim Stanley Robinson.

3 Entiendo de lo que hablo ya que he tenido ambos coches. El Fiat fue mi primer coche y el Tesla es mi coche actual.