Este será un capítulo básico. Sin comprender cómo está organizada la piel y cuáles son sus procesos, difícilmente conseguirás relacionar determinados cosméticos e ingredientes con su fundamento y su posible efecto. Te prometemos que no vamos a impartir una clase de biología, sino que explicaremos de forma amena el funcionamiento básico de este órgano, sus alteraciones y el abordaje básico de su cuidado para que, cuando leas el listado de ingredientes de un producto, compruebes si contiene aquellas sustancias que cumplirán la función que te interesa en un determinado momento y cómo lo lograrán. ¿Estás preparada para experimentar por ti misma ese momento «¡eureka!» en el que sientes que todo encaja?
La piel es un órgano característico de los animales vertebrados (sí, los humanos también somos animales). Forma la cubierta externa que, a modo de barrera protectora, aísla el cuerpo del mundo exterior. En la especie humana, la piel es el órgano más extenso del cuerpo. Si pudiéramos separarla del cuerpo, comprobaríamos que ocupa una superficie aproximada de 1.6 a 2.1 metros cuadrados y que tiene un peso de ¡unos cuatro kilogramos! La ciencia que estudia las enfermedades de la piel es la dermatología y la persona especialista en su tratamiento es el dermatólogo o la dermatóloga.
La importancia del cuidado de la piel es universal, pero ¿sabías que Corea del Sur es uno de los países con una mayor preocupación por el estado de la piel? No es tanto una cuestión de vanidad como que en una sociedad tan trabajadora como la coreana, la imagen tiene un papel fundamental en el rol que se asumirá en el seno de la sociedad. Por un lado, para gran parte de la sociedad coreana, tener una piel cuidada significa tener respeto hacia uno mismo. Por otro, el ritual que acompaña a la aplicación de esos productos se convierte en una tradición sensorial y placentera.
En Corea, el cuidado de la piel empieza muy pronto. Desde la infancia, las coreanas aprenden que deben dedicar varios minutos al día, tanto por la mañana como por la noche, a mimar su piel. ¡Y no solo ellas! Los chicos también. Según datos de la consultora Euromonitor International, Corea del Sur es el mayor mercado de cosmética masculina. Los coreanos consumen el 25 por ciento de los productos de belleza para hombre que se venden en todo el mundo. ¡Más de 800 millones de dólares al año!
Pero ahora es el momento de centrarnos en la esencia de este libro: la piel.
FUNCIONES
DE LA PIEL
Para empezar, ¿para qué sirve la piel? Pues bien, la piel cumple diversas funciones:
•TIENE UNA FUNCIÓN BARRERA, QUE NOS AÍSLA Y PROTEGE DEL EXTERIOR Y SUS AGRESIONES. Los agentes agresores pueden ser de naturaleza física (temperatura, radiaciones ultravioletas, etc.), química (contaminantes, radicales libres, etc.) o biológica (organismos patógenos, virus, etc.). Con el paso del tiempo, la piel se ve afectada por estos agentes agresores y muestra el efecto acumulado que han tenido sobre ella, como sucede, por ejemplo, en la piel expuesta a la radiación solar en exceso, que muestra fotoenvejecimiento.
•ES EL HÁBITAT DE LA MICROBIOTA EPIDÉRMICA. Es decir, es el hogar de microorganismos beneficiosos que conviven con nosotros.
•MANTIENE LA CONCENTRACIÓN DE SUSTANCIAS EN LOS FLUIDOS CORPORALES, COMO EL AGUA Y LOS ELECTROLITOS. Esta concentración es distinta a la del medio que nos rodea, lo cual impide que estas sustancias fluyan libremente entre el interior y el exterior. En especial, la piel no es una esponja que permita el libre tráfico de moléculas desde el entorno hacia el interior del organismo. De ser así, tendríamos un grave problema, ya que no podríamos ni siquiera meternos en el mar sin hincharnos de agua.
•NOS AYUDA A COMUNICARNOS CON EL ENTORNO. Es capaz de captar mensajes mediante los receptores sensoriales que conforman el sentido del tacto, percibiendo estímulos de temperatura, presión, dolor… También puede enviar mensajes, por ejemplo, mediante la secreción de sustancias; se cree que la secreción de feromonas, producidas por unas glándulas llamadas apocrinas, podría tener la función de comunicar sutiles mensajes químicos relacionados, entre otros, con la atracción sexual. Otra forma de enviar mensajes es mediante el cambio de coloración (cuando nos sonrojamos al ver a una persona que nos atrae).
•CONTRIBUYE A LA TERMORREGULACIÓN DEL ORGANISMO. Es decir que, mediante el sudor y otros mecanismos, nos ayuda a refrigerar el cuerpo cuando tenemos calor y a conservar el calor cuando nos exponemos a un medio frío. Además, permite la excreción de pequeñas cantidades de sustancias de desecho diluidas en el sudor (aunque el porcentaje de sustancias nocivas que se eliminan mediante el sudor es muy pequeño comparado con otros sistemas excretores, como el urinario).
Como ves, el cuidado de la piel no tiene un fin puramente estético, sino que su objetivo principal es el mantenimiento de su salud.
La piel está formada por diversas capas. Si la recorremos desde el exterior hacia el interior, nos encontramos con la epidermis, la dermis y la hipodermis.
La epidermis es la capa más externa de la piel y es, a su vez, la más delgada. De media, tiene un espesor de 0.1 a 0.4 milímetros (¡menos de la mitad de la división más pequeña de las reglas que usamos en clase!). Sin embargo, dependiendo de la zona corporal específica, puede ser más gruesa (por ejemplo, en las plantas de los pies, donde se engrosa hasta los 0.5 milímetros, o en las palmas de las manos, donde alcanza 1.5 milímetros) o más fina (por ejemplo, en la delicada piel del contorno de los ojos, donde se reduce a un espesor de la mitad, 0.03-0.05 milímetros).
Como sabes, todo nuestro organismo está formado por unas unidades básicas de funcionamiento que son las células. El principal tipo de células que conforman la epidermis (en un 80 por ciento) son los queratinocitos, llamados así porque producen queratina, un grupo de proteínas con una función estructural y de aislamiento. ¿Te suenan los tratamientos de queratina para el cabello? El propio cabello está compuesto de queratina empaquetada en «hilos». La queratina es hidrófoba, esto es, repele el agua, y este es uno de los motivos que contribuyen a que la piel presente cierta impermeabilidad que nos aísla y a que, por ejemplo, no nos hinchemos de agua cuando nos metemos en el mar.
A grandes rasgos, la epidermis se divide a su vez en varias subcapas llamadas «estratos». Si vamos de la capa más interna a la más externa, encontramos los siguientes estratos:
•ESTRATO BASAL. Es la capa que se encuentra inmediatamente por encima de la unión dermoepidérmica, el punto de contacto entre la epidermis y la dermis. Se llama también «estrato generativo» precisamente porque «genera» los queratinocitos, que están vivos y se dividen.
En este estrato se encuentran también otros tipos de células: los melanocitos, las células de Merkel y las células de Langerhans. De los melanocitos hablaremos más adelante cuando tratemos el tema de las manchas de la piel.
•ESTRATO ESPINOSO. En este estrato, los queratinocitos se encuentran también vivos y unidos de forma directa entre sí mediante los desmosomas, un tipo de unión entre células que, para que te hagas una idea, es como si las células se «dieran la mano» unas a otras o tuvieran «puentes» que las unen.
•ESTRATO GRANULOSO. Llamado así porque los queratinocitos forman gránulos de queratina que son visibles en el microscopio. Las células en esta capa comienzan a producir y expulsar los lípidos epidérmicos al espacio que queda entre ellas.
•ESTRATO LÚCIDO. Solo lo encontramos en las áreas donde la piel es especialmente gruesa, como las palmas de las manos y las plantas de los pies.
•ESTRATO CÓRNEO. Lo componen aproximadamente una veintena de capas de células muy queratinizadas (es decir, muy llenas de queratina), sin núcleo, aplanadas y superpuestas como si fueran ladrillos. Estas pierden la unión directa entre ellas, es decir, ya no se dan la mano, por lo que se desprenden fácilmente; de hecho, son ya tan diferentes a lo que fueron en su fase de generación en el estrato basal que pasan a llamarse corneocitos. Las capas más superficiales de estas células ya son células muertas.
En lugar de los desmosomas, lo que mantiene a los corneocitos más o menos estables dentro de la capa, sin que esta pierda del todo su integridad, son los lípidos epidérmicos. Para comprender cómo se organizan los corneocitos, se puede comparar el estrato córneo con una pared de ladrillos, donde los corneocitos serían los ladrillos, y el cemento en el que están inmersos lo formarían los lípidos epidérmicos o cementantes, formados por ceramidas, ácidos grasos libres insaturados y colesterol. Este «cemento» o líquido extracelular es de vital importancia para el mantenimiento de la salud de la piel, ya que previene que el agua escape entre los espacios entre células y se evapore con demasiada facilidad hacia el ambiente, es decir, contribuye a la función barrera de la piel. ¿Te suenan estas sustancias como ingredientes cosméticos? ¡Pues claro! Se incluyen en las formulaciones precisamente porque son muy beneficiosas, al ser sustancias que nuestra epidermis produce de forma natural.
Como ves, la epidermis es una capa que carece de capilares sanguíneos, es decir, los vasos con sangre y sus nutrientes no irrigan esta capa. La epidermis se alimenta por difusión desde las capas más profundas: las células «se pasan» los nutrientes desde el estrato basal hacia el estrato más externo. Por el mismo motivo, una sustancia que actúe exclusivamente sobre la epidermis, debido a la dificultad que supone llegar a esos vasos situados a mayor profundidad, no tendrá la oportunidad de absorberse al riego sanguíneo ni de distribuirse a través de él hacia otras zonas del cuerpo.
EL CICLO DE RECAMBIO EPIDÉRMICO
Los humanos estrenamos una epidermis nueva cada 28 días aproximadamente, ya que esta se encuentra en un proceso de renovación continuo llamado «recambio epidérmico», que completa un ciclo equivalente al tiempo de vida de un queratinocito desde que nace hasta que se desprende. Y es que los queratinocitos se dividen («nacen») en la subcapa más interna, el estrato basal, y van madurando y desplazándose a su vez («viajando») hacia las capas más externas de manera progresiva, hasta llegar a la capa superior, donde ya han perdido el núcleo y se han llenado de queratina (es decir, han llegado al final de su vida y son literalmente «células muertas») y se desprenden del cuerpo. La duración de este ciclo es de unos 28 días de media, pero depende de diversos factores, entre los cuales figura el envejecimiento, tal como veremos más tarde.
Este proceso de renovación es vital, ya que los queratinocitos que están en contacto con el medio externo se ven continuamente dañados por los agentes agresores. La epidermis soluciona esta pérdida de funcionalidad de estos «soldados en el frente» con su recambio continuo. Esta piel muerta desprendida forma gran parte del polvo que existe en nuestros hogares. Asimismo, el recambio epidérmico es el responsable de que, por ejemplo, una marca de acné no dure para siempre, sino que se vaya atenuando con el tiempo, ya que las células hiperpigmentadas, de encontrarse en la epidermis, también pueden ir desprendiéndose a medida que se desplazan hacia el exterior.
Cuando exfoliamos la piel, lo que conseguimos precisamente es ayudar al desprendimiento de estas capas más externas de la epidermis y, por tanto, estimulamos el ciclo de recambio de los queratinocitos, cuyo resultado para el ojo humano es una piel más nueva y jugosa; sin embargo, los peelings profesionales pueden llegar a desprender capas más profundas, hasta la dermis, lo cual no ocurre en los peelings cosméticos. En el equilibrio está la clave: ¡ojo con la sobreexfoliación! Los exfoliantes más potentes no son para uso diario. Con el auge de los peelings de uso doméstico, como los ácidos exfoliantes, han aumentado los casos de piel dañada que necesita «un descanso» para restablecer su función barrera. Que no sea este tu caso, ya que ¡no es tan agradable!
En este viaje tenemos que hacer necesariamente una parada para presentarte un concepto clave: el pH. Sabemos que la química es dura, pero te prometemos que estas rápidas nociones te resultarán muy muy útiles y fáciles de entender, y podrás aplicarlas en muchos ámbitos (incluido el de la cosmética).
Como sabes, la materia está formada por moléculas, que a su vez se componen de diferentes combinaciones de átomos. Estos átomos tienen una parte central, el núcleo, formado por protones (con carga positiva) y neutrones. También constan de electrones (con carga negativa), que orbitan en la corteza alrededor del núcleo.
Las moléculas (como el agua, el ácido ascórbico, el colágeno, la lactosa, etc.) se diferencian entre sí por la combinación de átomos que las forman y por la disposición en el espacio que adoptan estos átomos. Cada molécula tiene distintas propiedades, que son las mismas independientemente de que el origen de la molécula sea natural o sintético. Esto quiere decir que, por ejemplo, las propiedades del ácido ascórbico (vitamina C pura) natural son idénticas a las propiedades del ácido ascórbico sintetizado en el laboratorio. Seguro que ya lo has adivinado: los cosméticos están compuestos por ¡montones! de moléculas distintas.
Teniendo en cuenta lo anterior, imagina que diluyes una molécula (por ejemplo, ácido ascórbico en polvo) en agua pura. El pH de esta disolución acuosa sería la medida de la concentración de protones en ella, lo cual, dicho de otro modo, es una medida de la acidez de la disolución. ¡Exacto! Sin complicarnos mucho, podemos decir que a las moléculas que tienen capacidad de liberar protones en una disolución acuosa se las llama «ácidos». Todos los ácidos (ácido ascórbico, ácido hialurónico, ácido cítrico…) tienen en común esta propiedad. También los famosos áci-dos exfoliantes, como el glicólico, el láctico, el salicílico, etc.
Como hemos dicho, el pH es la medida de la concentración de protones en una disolución acuosa. Por tanto, no se puede medir el pH de los productos que no se encuentren en una disolución acuosa, como sucede en el caso de los aceites cosméticos que carecen de agua en su composición (por ejemplo, los aceites de Urang).
La medida del pH varía entre 0 y 14, considerándose que 7.0 es el nivel de pH neutro, que coincide con el valor de pH del agua pura. Los valores de pH inferiores a 7 se consideran pH ácidos en general. Cuanto más bajo sea el valor de pH, más ácida es una disolución. Por el contrario, cuanto más alto sea el valor de pH, más alcalina o «básica» es una disolución.
¿Y cómo se relaciona esto del pH con la piel? Pues bien, la piel sana tiene un valor de pH que ronda de manera natural un 5.5. Este es el pH fisiológico de la piel, que se explica porque la piel tiene un manto ácido, es decir, una combinación de sustancias que produce la piel en su superficie para mantenerse hidratada y protegerse contra bacterias, virus y otras agresiones; estas sustancias pueden ser aceites naturales como ácidos grasos, el sudor que contiene ácido láctico, etc. Cuando nos referimos a la piel en el ámbito de la cosmética, el pH neutro es 5.5 en lugar de 7.0 y los pH ácidos serían los niveles inferiores a este valor.
Distintas enfermedades de la piel se caracterizan por presentar desviaciones en este pH fisiológico. Los cosméticos bien formulados buscarán, entre otros objetivos, compensar (o alterar lo menos posible) el pH de la piel. Las coreanas están muy concienciadas de utilizar productos con un pH equilibrado. Por este motivo, muchos productos coreanos (en especial, los limpiadores) muestran su pH en el etiquetado o indican tener un pH ligeramente ácido (slightly acidic pH); por ejemplo, el limpiador de la segunda marca propia que lanzamos desde MiiN: Puri-tea Salicylic Acid Cleansing Gel de Meisani.
Los productos de uso rutinario tendrán, por lo general, pH equilibrados en torno a 5.5, mientras que algunos productos de uso más o menos puntual (como los ácidos que se emplean en exfoliantes químicos: glicólico, láctico, salicílico…) o activos como la vitamina C pura pueden formularse con pH más ácidos con el fin de buscar ciertos beneficios o hacerlos más estables. Sin embargo, el uso continuado de productos con pH extremos, como los extremadamente ácidos, pero sobre todo aquellos muy alcalinos, puede estar desaconsejado en algunos casos, puesto que podrían alterar demasiado el pH del manto ácido y resultar a largo plazo en problemas en la piel. Este es el caso de algunos remedios caseros, como la aplicación de jugo de limón o bicarbonato sobre la piel, ya que tienen, respectivamente, un pH muy ácido y muy alcalino. Conocer estos datos sobre el pH y la piel es un muy buen comienzo en la búsqueda de una piel más sana.
Existe una «capa» adicional que acaba de redondear la función barrera de nuestra piel y que recibe distintos nombres: film hidrolipídico, película hidrolipídica o barrera hidrolipídica. Se trata de una capa de sustancias sin células que recubre la superficie externa de la piel, lo que permite mantenerla flexible y proteger las células en la capa más externa de la epidermis. Por ello se dice a veces que es la «primera línea de defensa». Al carecer de células epidérmicas, no se la suele dibujar en todos los esquemas de la epidermis, pero ¡es muy importante!
El film hidrolipídico está compuesto, como su nombre indica, por agua (hidro- viene del griego antiguo ὑδρο-, hydro, que significa «agua»), ya que procede de la secreción de las glándulas sudoríparas, el sudor. También está formado por sebo, es decir, por grasas o lípidos (de ahí la parte -lipídico del griego -λιπος, lípos , que significa «grasa»); esta parte procede de la secreción de las glándulas sebáceas a través de los poros de la piel. Al contener estas dos fases, acuosa y oleosa, también se suele hacer referencia a él como «emulsión», que es una mezcla entre, precisamente, agua y aceite.
El film hidrolipídico alberga una compleja mezcla de sustancias. De gran importancia es que la fase acuosa contiene un cóctel de moléculas hidratantes, el factor natural de hidratación (FNH o, en inglés, NMF), que a su vez se compone de ácido láctico, aminoácidos, urea e iones como el sodio o el magnesio. Por su parte, la fase oleosa la componen, entre otros, diversas sustancias grasas, como triglicéridos, ésteres de cera, escualeno, ácidos grasos, etc. Como ya podrás imaginar, una producción de sebo excesiva o en proporciones alteradas, que desequilibre la balanza hacia esta fase oleosa, es causa inmediata de una piel grasa. Así pues, la proporción entre ambas partes, acuosa y oleosa, ha de estar equilibrada para que la piel se mantenga sana.
Se suele emplear el término «manto ácido» como sinónimo de barrera hidrolipídica. El adjetivo «ácido» en su nombre resalta precisamente las características ácidas de esta mezcla de sustancias que, como decíamos anteriormente, en la piel sana suele estar en torno a un pH de 5.5 («pH fisiológico»). La recomendación general de utilizar productos cosméticos, en especial limpiadores, con pH «ligeramente ácido» o «neutro para la piel» se debe a que estos presentan también un pH cercano al fisiológico, de modo que no alteran el pH del manto ácido. Busca preferentemente limpiadores de este tipo. Este valor de pH del manto ácido no es cien por ciento fijo, sino que puede variar según las zonas corporales, el momento vital, las influencias hormonales…
En el manto ácido reside, además, de forma permanente una población muy diversa de microorganismos cuya presencia es beneficiosa para la piel. Se trata de la llamada «microbiota de la piel» o «flora cutánea», y su preservación es tendencia en el mundo de la cosmética. Seguro que has oído hablar de productos con prebióticos, probióticos y posbióticos, como el cóctel que contiene la mascarilla de tejido de la primera marca propia que lanzamos desde MiiN en 2021, Probiotics & Cica Water Soothing Mask de Ondo Beauty 36.5.
Un manto ácido sano contribuye a una óptima función barrera de la piel, ya que permite la correcta formación de los lípidos epidérmicos, una descamación normal y los procesos de reparación del estrato córneo que suceden si este se ha visto lastimado.
El manto ácido es delicado y puede dañarse con facilidad. Un manto ácido alterado permite una mayor pérdida de agua transepidérmica o TEWL (por sus siglas en inglés); veremos enseguida qué es esto. En consecuencia, se produce deshidratación y se facilita la entrada de organismos patógenos, alérgenos, etc.
Seguro que últimamente te ha llegado mucha información sobre productos cosméticos con «función barrera». Estos son también tendencia tras el auge de los exfoliantes químicos para uso doméstico, algunos muy potentes, cuyo uso excesivo altera el equilibrio de la piel, y a causa también de la creciente demanda de productos para piel sensible o sensibilizada. Lo que buscan estos productos es mantener o restablecer el manto ácido o los lípidos epidérmicos y, en consecuencia, conseguir una piel sana. ¿Conoces la mascarilla de noche Squalane & Bakuchiol Sleeping Pack de Ondo Beauty 36.5? Contiene, precisamente, escualano, un lípido muy similar al escualeno que integra el film hidrolipídico, y su objetivo es reforzar la función barrera.
Hay diversos factores que alteran el equilibrio del manto ácido:
•La aplicación de productos con pH muy alejados de 5.5, en especial los muy alcalinos. Por ejemplo, el uso constante de jabones clásicos (con un pH superior a 8.0), a largo plazo no sería excesivamente recomendable para pieles con tendencia a ser secas o sensibles. ¿Has usado alguna vez un jabón clásico de manos para lavarte el rostro? Ahora seguro que entenderás por qué esto quizá te deja la piel demasiado tirante, porque ha dañado el manto ácido. Hay montones de opciones dentro de la cosmética coreana con pH adecuados.
•Una limpieza o exfoliación excesivas. Y, en general, el uso de cosméticos no adecuados y agresivos.
•Temperaturas muy altas o muy bajas. Por ejemplo, el agua que usamos para la limpieza debería ser templada, nunca demasiado caliente.
•La radiación solar, la polución, los radicales libres, los aires acondicionados…
LA PÉRDIDA DE AGUA TRANSEPIDÉRMICA O TEWL
La piel, a través de su función barrera, se encarga de protegernos frente a una serie de agresiones externas (radiación ultravioleta, patógenos, etc.). Pero también frena la evaporación del agua desde el interior de nuestro cuerpo hacia el ambiente y, por tanto, evita que perdamos agua a un ritmo descontrolado. Fíjate en que hablamos de «frenar» y en ningún caso de «impedir». Esta función barrera no implica que la piel sea totalmente impermeable, sino que presenta una permeabilidad selectiva. El agua de los fluidos corporales se mueve desde las capas interiores de la piel hacia las exteriores. A su llegada al estrato córneo, este no es capaz de evitar la evaporación de agua hacia el medio al cien por ciento, por lo que a través de ese estrato se produce de manera natural y constante una pérdida de agua transepidérmica (TEWL, por sus siglas en inglés). De media, perdemos entre 300 y 400 mililitros de agua mediante este mecanismo diariamente.
Cuando la función barrera de la piel se encuentra en buenas condiciones, el estrato córneo contiene una cantidad adecuada de agua (un 10 a 20 por ciento de su composición total) y los espacios que quedan entre células y lípidos epidérmicos son pequeños, por lo que la cantidad de agua que se evapora hacia el medio está en equilibrio y es limitada, es decir, la TEWL está controlada. La piel puede entonces realizar su metabolismo normal y llevar a cabo sus funciones a pleno rendimiento, entre ellas, la de protección. Estaríamos hablando de una piel hidratada.
Sin embargo, cuando la barrera de la piel se encuentra alterada (por ejemplo, por un daño en el manto ácido o por una alteración de los lípidos epidérmicos), el contenido de agua del estrato córneo cae por debajo del 10 por ciento, ya que el agua lo tiene mucho más fácil para moverse por los espacios que quedan entre las células, y se pierde saliendo hacia el medio por evaporación con demasiada rapidez; en este caso, la TEWL es demasiado alta. A mediano o largo plazo, esto puede dar lugar a otros problemas, como sensibilidad, picor, enrojecimiento, irritación, … y a una presencia más notoria de líneas de expresión y arrugas marcadas. Los trastornos dermatológicos, como la dermatitis atópica, se acompañan de una TEWL aumentada. Estaríamos hablando de una piel deshidratada.
Existen una multitud de factores que pueden tener un impacto en la TEWL. Algunos de ellos podrían ser:
•El área anatómica que estemos tratando. Los labios, por ejemplo, no contienen glándulas sebáceas y el manto ácido no es capaz de mantener la pérdida de agua al mínimo como en otras zonas; por ello, son áreas que suelen sufrir más deshidratación que otras.
•La humedad ambiental.
•La actividad de las glándulas sudoríparas.
•El momento vital.
•Muchos de los factores que hemos visto que afectan al manto ácido.
La dermis es la segunda capa de la piel, situada en un plano inmediatamente inferior a la epidermis. Se une estrechamente a ella mediante la unión dermoepidérmica, que vista de una forma transversal tiene una forma ondulada, como si quisiera dibujar pequeñas montañitas.
Esta capa es radicalmente distinta a la epidermis. Su grosor es mucho mayor, ya que llega a multiplicar el de la epidermis entre unas veinte y treinta veces. Por ello ejerce una función protectora, al permitir absorber y amortiguar la energía de posibles golpes.
La dermis tiene peculiaridades muy interesantes. A diferencia de la epidermis, en la dermis todas las células están vivas y contiene capilares sanguíneos. Esto significa que a esta capa sí llegan el oxígeno y los nutrientes directamente de la sangre. Desde aquí se difunden los nutrientes a las capas superiores de la epidermis para que estas alimenten a sus células, es decir, la dermis tiene la función de nutrir o «alimentar» a la epidermis. Esto también implica que las sustancias que pueden penetrar hasta esta capa sí podrían absorberse en el riego sanguíneo y distribuirse al resto del organismo; esto sucede, por ejemplo, en el caso de medicamentos como el parche anticonceptivo, que se aplica sobre la piel, cuyos activos viajan a través de la circulación sanguínea hasta los órganos reproductores, donde ejercen su efecto.
La dermis también desempeña una función estructural, es decir, le proporciona a la piel un «esqueleto» sobre el que estructurarse. El principal tipo de células de la dermis son los fibroblastos, que producen proteínas dispuestas en fibras dérmicas, como colágeno de diversos tipos y elastina, que le aportan a la dermis su fuerza, su extensibilidad, su elasticidad… Y esto se traduce de forma externa en el sostén, el volumen y la firmeza de la piel. Con el transcurso de los años, estas fibras se degradan, lo cual es precisamente una de las causas de la pérdida de estas características de la piel joven.
Las proteínas y las células de la epidermis se encuentran «flotando» en un líquido viscoso llamado «matriz extracelular», que contiene, entre otras sustancias, ácido hialurónico. Se trata de un polisacárido (es decir, un azúcar) capaz de retener grandes cantidades de agua, hasta mil veces su peso, y, por tanto, aporta turgencia e hidratación a la dermis. ¿Te suenan los rellenos de ácido hialurónico en ojeras o labios que se realizan en las clínicas de medicina estética? Son infiltraciones de ácido hialurónico y otras sustancias que se depositan mediante agujas o cánulas en la dermis para aportar volumen o hidratarla, entre otros beneficios. ¿Te preguntabas por qué tus idols coreanos siempre muestran un aspecto joven? ¡En Corea son expertos en este tipo de procedimientos que actúan sobre la dermis!
Otra función clave de la dermis es la sensitiva, ya que contiene receptores de la presión, la temperatura, el dolor… También alberga terminaciones nerviosas que emiten y reciben señales.
La dermis alberga los anejos cutáneos, que, expresado de manera sencilla, son estructuras que se generan en la piel, pero no son piel. Los anejos cutáneos son, por tanto, una serie de estructuras «complementarias» a la piel que son visibles en su superficie o sobresalen de ella. Nacen a nivel de la dermis y se extienden hacia la epidermis. En los humanos son de varios tipos, y quizá te sorprenda saber que las escamas de los reptiles, las plumas de las aves o los cuernos de los bóvidos son también anejos cutáneos. ¡Te contamos algunas curiosidades interesantes sobre ellos!
PELO: Este término incluye el cabello y el vello corporal. El pelo es una estructura formada por queratina y células muertas, por lo que no puede alimentarse ni respirar, por mucho que hayamos oído numerosas veces estas expresiones. A su raíz o nacimiento en la dermis, el folículo piloso, llegan los capilares sanguíneos, que alimentan al pelo de nutrientes para que crezca. El pelo se abre paso hacia el exterior a través del poro. Es importante recalcar que el folículo no se ve afectado por los tratamientos que efectuemos sobre el largo del pelo; por ello, teñirnos o decolorarnos no afecta a la salud del nacimiento del pelo.
Nos fascina la temática capilar y existe muy buena cosmética capilar coreana (¿has probado los tratamientos para el cabello de Rated Green?). Sin embargo, es un tema tan amplio que ¡daría para otro libro completo!
UÑAS: Están formadas también por células muertas ricas en queratina. Tienen la función principal de proteger el extremo de nuestros dedos y, en el caso de las manos, de mejorar la precisión en sus movimientos.
GLÁNDULAS SEBÁCEAS: Producen el sebo que formará parte de la película hidrolipídica. El sebo se vierte sobre el folículo piloso y, en última instancia, la salida del sebo hacia la superficie del estrato córneo se produce a través de la misma abertura por la que sale el pelo: los poros. Una glándula sebácea siempre está asociada a un pelo, y viceversa, formando cada una de estas «parejas» las unidades pilosebáceas.
El sebo forma parte del manto hidrolipídico y su función es lubricar y proteger el pelo y también la piel. La actividad de las glándulas sebáceas está alterada cuando desde el exterior se observan los poros como puntos negros o cuando se han desarrollado granitos de acné; las glándulas sebáceas se asocian directamente a esta afección de la piel.
Cuando hace frío, la composición del sebo tiende a ser más hidrófoba. Es decir, repele mejor el agua, aislando con mayor eficacia tanto el pelo como la piel.
GLÁNDULAS SUDORÍPARAS: Producen el sudor, cuyo principal objetivo es la termorregulación (al evaporarse el sudor desde nuestra piel, enfría el organismo). También se disparan en situaciones de estrés, ansiedad, miedo, dolor...
Tenemos una mayor concentración de glándulas sudoríparas en las palmas de las manos, las plantas de los pies y la región frontal del rostro. ¿Sabías que su orificio de salida a la superficie de la piel es otro diferente al de los poros? ¡No sudamos a través de ellos!
En condiciones normales, podemos generar aproximadamente un litro de sudor al día. El característico aroma del sudor no se debe a la sustancia en sí, sino a la actividad de las bacterias de la piel al descomponerlo. El exceso de sudoración, llamado «hiperhidrosis», podría solucionarse en la clínica de medicina estética mediante la inyección localizada de toxina botulínica o bótox, exactamente la misma sustancia que se emplea para impedir el desarrollo de arrugas de expresión en frente, patas de gallo y entrecejo.
La hipodermis, o tejido subcutáneo, es la tercera capa de la piel. Sus funciones principales son el almacenamiento de energía en forma de grasa en unas células especiales, los adipocitos, así como la amortiguación y el aislamiento térmico (piensa en la capa de tejido subcutáneo tan gruesa que tienen los leones marinos). Dada su profundidad, la cosmética no tiene un gran potencial para afectar a la fisiología de la hipodermis. Como curiosidad, las inyecciones subcutáneas, como las de insulina, deben realizarse en esta capa.
La manifestación externa de este tejido de la que más oímos hablar es la celulitis. La celulitis es una alteración de este tejido adiposo que se da con mayor frecuencia en mujeres: se estima que más de un 90 por ciento de las mujeres de todo el mundo, incluidas las coreanas, la tenemos en algún momento de nuestra vida. Todavía no se conocen a la perfección todos los mecanismos que la desencadenan, pero se cree que este proceso tiene su origen en una alteración de la microcirculación, que haría que los vasos sanguíneos tuvieran dificultades para alimentar a los adipocitos y recoger sus productos de desecho. Sabemos, eso sí, que la celulitis puede mejorar con tratamientos médicos o estéticos (si se requieren), sumados a unos buenos hábitos de vida (alimentación, ejercicio, gestión del estrés, cero alcohol y tabaco, etc.) y a la realización de masajes.
Los humanos tendemos de forma natural a categorizar y compartimentarlo todo para comprender mejor el mundo. ¡Qué le vamos a hacer! Aunque hay tantas pieles diferentes como personas, durante mucho tiempo hemos intentado clasificar las distintas características de la piel en tipos, para así permitir una fácil identificación de los problemas y las soluciones más habituales de cada tipo de piel. Esto resulta útil sobre todo para facilitarnos la vida a nosotras mismas a la hora de elegir y comprar cosmética.
Sin embargo, hemos de contarte que existen numerosas formas de clasificar, desde las más sencillas, como la de Helena Rubinstein a principios de siglo XX que incluía cuatro categorías (seca, grasa, mixta y sensible), hasta las más complejas. Ninguna de ellas abarca al cien por ciento la complejidad del espectro de pieles del mundo real. De hecho, sucede en ocasiones que distintos profesionales pueden haber categorizado tu piel de forma diferente. Hay quien considerará que tienes una piel grasa, mientras que para otros será mixta. Esto puede llevarte a confusión, pero ¡no pierdas el foco! Lo realmente importante no es darle un nombre a tu tipo de piel, sino encontrar lo que necesita y lo que le funciona.
En 2005, el equipo de investigadores de Baumann publicó una nueva clasificación que revelaría 16 categorías de piel según su hidratación, sensibilidad, pigmentación y tersura. Una clasificación más sencilla e intuitiva podría ser la de piel grasa frente a piel seca. Estos dos puntos serían los dos extremos de un continuo.
Las características que te indicamos a continuación son las más frecuentes.
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Características de los dos tipos básicos de piel |
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Piel grasa |
Piel seca |
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Hidratación |
Puede ser alta o baja (piel deshidratada) |
Siempre baja (piel deshidratada) |
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TEWL |
Puede ser alta (piel deshidratada) o normal |
Aumentada (piel deshidratada) |
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Textura |
Puede tener textura o no, pero habitualmente se ve jugosa |
Áspera, mate |
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Barrera cutánea |
Alterada → «Sensible» No alterada → «Resistente» |
Alterada → «Sensible» No alterada → «Resistente» |
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Lípidos epidérmicos |
Pueden estar alterados o no |
Déficit |
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Producción sebácea |
Aumentada |
Suele ser reducida |
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Tamaño aparente de los poros |
Grande |
Pequeño |
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Problemas frecuentes |
Puntos negros y blancos, brillos, acné inflamatorio |
Descamación, textura rugosa, falta de luminosidad, desarrollo de arrugas, sensibilidad, tirantez |
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Ingredientes favoritos* |
Beta hidroxiácidos (BHA), retinoides, niacinamida, ácido azelaico, alfa hidroxiácidos (AHA), polihidroxiácidos (PHA), centella asiática, aceite de árbol de té, arcillas, humectantes…* |
AHA, PHA, lípidos cementantes (ceramidas, ácidos grasos, colesterol), humectantes, emolientes, oclusivos, vitamina C pura, pantenol…* |
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Texturas favoritas |
Ligeras |
Ricas |
*No te agobies con estos nombres. Aprenderás más detalles sobre todos estos ingredientes en el próximo capítulo.
De la tabla anterior se derivan algunos puntos:
•La (hipotética) piel normal sería aquella que no presenta una alteración de la barrera cutánea, o un exceso o defecto de la TEWL o de la producción sebácea… Sería una piel ideal, que apenas necesita nada. ¿Existirá?
•La «piel mixta» sería una combinación entre la piel seca o piel normal y la piel grasa, según la zona. En la zona T (frente, nariz, mentón) presentaría características de piel grasa. ¡Es superfrecuente!
•La piel deshidratada contiene una baja cantidad de agua en su estrato córneo, y esto puede darse de manera más o menos transitoria. Por su parte, se denomina piel seca a la que contiene una baja cantidad de lípidos cementantes de manera crónica, por lo que siempre está deshidratada. El resultado en ambos casos es una TEWL que sigue un ritmo aumentado. Por su parte, las pieles grasas ¡también pueden estar deshidratadas!
•La característica «sensibilidad» puede darse en combinación con la piel grasa, mixta, normal o seca.
Según esto, ¿con qué categorías de piel identificas la tuya? ¿Sabrías cómo elegir una rutina para ti? Puedes probar con las rutinas base para piel grasa y seca que hemos incluido en el capítulo cuatro e ir añadiendo los productos más específicos que se focalicen en tus principales preocupaciones.
Hoy en día, parece que todos tenemos la piel sensible. Según una encuesta de 2019, alrededor del 60 a 70 por ciento de las mujeres y el 50 a 60 por ciento de los hombres reportaban tener algún grado de piel sensible. Puede que esta percepción tenga algo de cierto. La contaminación, el estrés, la propia genética y la ignorancia acerca de los ingredientes en los productos de belleza podrían ser algunas de las razones que explicarían esta sensación. El ritmo de vida frenético también afecta a nuestra piel. En este contexto se hace necesario hablar sobre la sensibilidad: ¿tenemos la «piel sensible» o nuestra piel está pasando por una fase de «sensibilización»?
¿Has introducido de repente un exfoliante químico con un alto porcentaje de alfa hidroxiácidos (AHA) y sientes escozor al aplicarlo? ¿O acabas de empezar a utilizar retinol en tu rutina? ¿Te has exfoliado enérgicamente la piel y ha estado enrojecida durante unos días? Puede que en este caso no tengas la piel sensible per se, sino sensibilizada de manera transitoria. Probablemente se haya visto agredida por una mala combinación de productos, condiciones climáticas... A la piel le afectan los cambios y cualquier alteración puede provocar alguna de estas consecuencias: rojeces, tirantez, escozor, molestias, aumento de la temperatura… Así, tener la piel sensibilizada es mucho más habitual que tener la piel sensible. No te preocupes, porque es un estado reversible que se soluciona al reparar la función de barrera cutánea.
Tener la piel sensible de forma permanente, por genética, es poco frecuente. Si te han diagnosticado que tienes piel sensible o cualquier enfermedad asociada a ella, como eczema, rosácea, dermatitis atópica, psoriasis… o presentas una alteración de la piel debido a algún medicamento o alergia, deberás tener en cuenta todas las recomendaciones que te indique tu médico. ¡Es por tu bien! Antes de comprar un producto, te recomendamos que acudas a tu dermatólogo y le compartas siempre la lista de ingredientes del producto que quieres introducir en tu rutina. Si quieres saltarte este paso, investiga a fondo ese producto, y si puedes obtener una muestra, haz una prueba sobre tu muñeca o justo delante de la oreja para ver qué tal reaccionas a él. Acuérdate que más vale prevenir que lamentar.
Si sospechas que tienes la piel sensible, seguramente tu piel se encargará de hacértelo saber a través de tu reacción a ciertas sustancias. Puedes hacer una prueba al presionar tus mejillas ejerciendo una presión media: si notas que se ponen rojizas o queda una marca que no desaparece inmediatamente, puede que tu piel sea sensible. Asimismo, fíjate en cómo interactúa con los diferentes tipos de clima. Es normal que la piel se reseque un poco al estar expuesta al frío y que sea más grasa a temperaturas más elevadas, pero si el cambio es muy drástico y te produce incomodidad, puede que sí tengas la piel sensible.
Si crees que tienes la piel sensible o sensibilizada, toma nota de las siguientes recomendaciones generales:
•BUSCA PREFERENTEMENTE PRODUCTOS SIN PERFUME Y SIN ACEITES ESENCIALES, o con un bajo porcentaje de ellos. Sus alérgenos podrían conseguir atravesar tu barrera cutánea alterada y causarte irritación.
•USA FÓRMULAS QUE NO SEAN EXCESIVAMENTE ASTRINGENTES, como aquellas que contengan un alto porcentaje de alcohol (si tienen un pequeño porcentaje, no habrá problema).
•OPTA POR PRODUCTOS QUE NO CONTENGAN UNA LISTA INTERMINABLE DE EXTRACTOS NATURALES; probablemente estén añadidos a muy bajos porcentajes y cada uno de ellos posee una alta variedad de moléculas. Por simple estadística, es más probable que un producto con una gran variedad de ingredientes contenga alguno que a tu piel no le guste.
•Siguiendo el mismo razonamiento, BUSCA PRODUCTOS CON FÓRMULAS MINIMALISTAS, es decir, con el menor número de ingredientes diferentes posibles (¿has visto los productos de Meisani o Barr?). Por el mismo motivo, tu rutina debería ser minimalista también, incluyendo un número mínimo de productos: los justos y necesarios, cuyo uso siempre esté justificado por su beneficio.
•Algunos de tus INGREDIENTES ALIADOS serán estos: niacinamida, ácido hialurónico, centella asiática, pantenol, ceramidas, escualano, petrolatum… De momento quédate con todos estos nombres y, más adelante, ya aprenderás sobre ellos.
•En caso de querer exfoliar tu piel y limpiar los poros, hazlo suavemente con LOS EXFOLIANTES MÁS SUAVES: los polihidroxiácidos (PHA) en porcentajes bajos o exfoliantes enzimáticos. Huye de exfoliantes mecánicos.
•BUSCA LIMPIADORES DE TIPO syndet (Synthetic Detergent), más modernos que los jabones clásicos y con un pH equilibrado.
•TU PIEL TAMPOCO APRECIARÁ LOS PH BAJOS HASTA QUE SU FUNCIÓN BARRERA NO ESTÉ REPARADA. No es momento de jugar con peelings químicos fuertes. Deja también para otro momento la vitamina C pura y los retinoides.
El caso de la piel grasa y sensible a la vez merece especial atención por su complejidad. Como hemos visto, la piel sensibilizada sería un estado de la piel transitorio debido a diversos factores puntuales, más que un tipo de piel. Sin embargo, la piel grasa sí se considera un tipo de piel asociada a una excesiva producción de sebo por parte de las glándulas sebáceas. La piel grasa puede ser, además, sensible o estar sensibilizada, en cuyo caso debemos prestar mucha atención a los productos que escojamos, ya que no cualquier cosmético nos proporcionará lo que necesitamos. Esta piel suele tender al acné o a la rosácea.
Para rizar más el rizo, la piel grasa y sensible o sensibilizada puede y suele estar deshidratada. Es decir, aunque los lípidos sean abundantes en su superficie, las capas superiores de la epidermis suelen carecer de agua. El objetivo será entonces controlar la producción de sebo y, a su vez, intentar reparar la función barrera a la vez que dejamos de molestar a nuestra piel. Nuestro consejo es que, en primer lugar, consultes con un dermatólogo si las condiciones de tu piel se complican o te preocupan.
CUIDADO (MUY) BÁSICO
DE LA PIEL
Existen unos pilares esenciales sobre los que debe asentarse, sí o sí, toda rutina de cuidado de la piel. Se trata de la limpieza, la hidratación y la protección. ¿Estás lista para descubrir por qué son tan importantes?
Seguro que, sin habértelo contado todavía, ya sientes que la limpieza de la piel es esencial. No es de extrañar, ya que esta parte es la más intuitiva de las tres que conforman los cuidados básicos. ¿Podríamos esperar lucir una piel sana si jamás la limpiáramos adecuadamente o si lo hiciéramos en exceso? ¡Difícilmente!
Una buena rutina de limpieza nocturna retira los restos de cosméticos, sudor, sebo, células muertas, polución, polvo, alérgenos, microorganismos… que se acumulan durante el día en nuestra piel, especialmente en el rostro, que casi siempre está expuesto. Por su parte, una buena limpieza diurna eliminará los mismos tipos de residuos que se acumulan en la piel durante el sueño.
La aportación de Corea del Sur en este paso fue toda una revolución. Los aceites y bálsamos limpiadores y desmaquillantes no eran del todo una novedad cuando se pusieron de moda, pero no cabe duda de que las coreanas dieron el pistoletazo de salida al auge de su uso como primer paso en la rutina de limpieza de dos pasos: la doble limpieza coreana. ¿Quién no la conoce a estas alturas?
Si eres de las rezagadas, te lo contamos. Se trataría de una limpieza que se realiza en dos pasos:
01.Un primer paso basado en un producto que normalmente tendría una base oleosa (aceite, bálsamo, manteca) o contendría una parte oleosa importante en su formulación (bifásico, leche limpiadora, etc.).
02.Un segundo paso con un producto únicamente de base acuosa (gel, espuma, pan dermatológico… y, menos habitualmente, agua micelar). Es importante recordar aquí la importancia de que el limpiador acuoso tenga un pH adecuado; no te recomendamos los jabones demasiado alcalinos.
El principal beneficio de la doble limpieza es que sería lo suficientemente profunda como para retirar impurezas tanto solubles en aceite como solubles en agua, y, a su vez, lo suficientemente gentil con la piel de rostro, ojos y labios como para que no necesitemos frotarla demasiado, incluso si llevamos maquillaje waterproof. En MiiN fuimos pioneras en introducir la doble limpieza y sus productos (explora nuestra web para encontrar auténticas joyas). Nosotras usamos esta técnica y podemos prometerte que vimos un antes y un después en nuestra piel. ¿Necesaria para todo el mundo y en todas las ocasiones? ¡No! Pero, sin duda, muy beneficiosa y todo un placer sensorial. ¿Te animas a probarla?
Como acabamos de ver hace unos párrafos, es bastante frecuente que la piel, sea grasa o seca, presente un aumento de la TEWL. Esta pérdida de agua puede asociarse a una alteración de la barrera cutánea que provoque sensibilidad o no, así como a una carencia o no de lípidos epidérmicos. ¡Vaya problema! Para no ocuparnos mucho, podemos extraer una conclusión simple: aportar hidratación a la piel y reforzar su función barrera para mantenerla sana y evitar una posible sensibilidad será un buen enfoque en casi el cien por ciento de los casos; en el peor de los escenarios, no hará daño.
Como comentábamos, la piel seca se encuentra siempre deshidratada porque carece de lípidos epidérmicos; suele decirse por ello que le falta nutrición. Por su parte, la piel grasa puede y suele estar deshidratada, a pesar de que su gran producción sebácea nos llevara a pensar que siempre mantiene unos niveles correctos de hidratación. Si no sabes si tu piel es seca o simplemente está deshidratada, piensa en lo siguiente: ¿sueles observar los problemas frecuentes de la piel seca de forma habitual? Entonces probablemente sea seca. Si los estás experimentando por primera vez, probablemente tengas la piel deshidratada de forma puntual. La piel puede deshidratarse, por ejemplo, si te sometes a temperaturas frías o muy cálidas, durante un vuelo, etc.
Es muy importante que sepas que todo el mundo puede tener la piel deshidratada. Les ocurre a todas las pieles, incluso a las más grasas. Es habitual que en la piel grasa se tienda a utilizar productos demasiado astringentes que la deshidratan, lo cual provoca un efecto rebote que resulta en una producción sebácea aún mayor. Por tanto, sí, has entendido bien: a la piel grasa también le gusta que le aportes hidratación.
¿Y cómo podemos aportar agua a la piel mediante la cosmética y frenar este círculo vicioso de pérdida de humedad a través del estrato córneo? Mediante la aplicación de productos con sustancias humectantes, emolientes u oclusivas (las veremos más adelante). De este modo, facilitaremos que se mantenga la función barrera en perfectas condiciones y ayudaremos a restaurarla y protegerla.
El método para restablecer el equilibrio en cada tipo de piel no es, paradójicamente, tan distinto. El objetivo es lograr que el estrato córneo permanezca hidratado. Tanto en el caso de la piel grasa como en el de la piel seca, serán importantes los tres tipos de ingredientes, aunque sus proporciones pueden variar. Quizá una piel grasa no precise un gran aporte de lípidos epidérmicos o no soporte ingredientes oclusivos como la manteca de karité y prefiera otros más ligeros como las siliconas. En particular, en el caso de la piel seca cobrará vital importancia el aporte de emoliencia o «aceite» en forma de lípidos epidérmicos (si son similares o idénticos a los que genera la piel de forma natural, mucho mejor). Cada tipo de piel preferirá que se le aporte estos elementos en una forma cosmética distinta, es decir, mediante productos con diferentes viscosidades (soluciones, geles, cremigeles, emulsiones más o menos densas, etc.). Las pieles grasas suelen preferir viscosidades más bajas que las secas, y viceversa. Es bastante intuitivo: prueba distintas texturas con las que te sientas cómoda hasta dar con la ideal.
Existen otras técnicas alternativas a la cosmética que consiguen aumentar la concentración de agua en el estrato córneo y, por tanto, reducir la TEWL y mejorar el aspecto de la piel. Nos referimos, en concreto, al ámbito de la medicina estética, en el que, por ejemplo, es eficaz la mesoterapia con ácido hialurónico (ten en cuenta que precisa unas pequeñas inyecciones que introducen el producto en la dermis, y cierta tolerancia al dolor). Junto con el ácido hialurónico, también se suelen infiltrar sustancias beneficiosas, como vitaminas. Al depositar el producto en la dermis, este detonará una cascada de procesos, como la captación de humedad y la aceleración de la producción de ácido hialurónico natural, de manera que a nivel superficial se producirá un aumento de los niveles de agua. Este tipo de tratamientos suelen dar resultados satisfactorios, en especial en casos en los que la cosmética no ha mostrado una eficacia suficiente en la persona (por ejemplo, en casos de labios muy secos que ningún bálsamo consigue hidratar). En cualquier caso, siempre debes consultar con tu médico para obtener un asesoramiento individualizado y saber si te irían bien estos tratamientos y tolerarías sus riesgos derivados.
PROTECCIÓN SOLAR (Y CONTRA EL DAÑO OXIDATIVO)
Te lo resumimos: este punto es muchísimo más importante de lo que podrías imaginar. La protección solar es el pilar fundamental de toda rutina de cuidado de la piel; sin protección solar, el uso del resto de los productos no conseguirá, ni de lejos, la eficacia que mostraría en combinación con ella. Seguro que ya has escuchado que debes utilizar protección solar durante todo el año, llueva o nieve, haya sol o nubes en el cielo… No solo es la mejor prevención contra el cáncer de piel, sino que, además, es el mejor tratamiento antienvejecimiento; de no utilizar protección solar, la cruda realidad es que tienes muchas más probabilidades para desarrollar signos de la edad prematuramente. Las asiáticas, más centradas en prevenir el daño desde una edad temprana que en corregirlo (este último enfoque sería más occidental), lo saben: por ello, en Corea del Sur, la variedad de productos de protección solar es enorme y son punteros en su formulación.
¿De qué nos estamos protegiendo exactamente? Pues bien, el sol emite varios tipos de radiación, entre ellos, la radiación ultravioleta (UV) que llega a nuestro planeta. Esta se mide mediante el índice UV, que es la medida de la intensidad de la luz UV en una zona concreta de la Tierra, e indica la capacidad de la radiación UV de producir lesiones en la piel. (Si quieres saber cuál es el índice UV en tu área, con una simple búsqueda en Google obtendrás una predicción por zonas).
La radiación UV se subdivide en varias longitudes de onda. La radiación UVB es la que causa las quemaduras solares y el cáncer de piel; puedes recordarlo por la B de burning («quemadura»). Por otro lado, la radiación UVA es la responsable del bronceado, el fotoenvejecimiento y todo lo que conlleva: manchas, arrugas, pérdida de elasticidad… Recuérdalo por la A de aging («envejecimiento»).
El bronceado es una reacción de defensa de la piel contra los posibles daños que provoca la radiación UV. Lo causa un proceso llamado melanogénesis, cuyo desencadenante es, precisamente, la radiación UV: al recibir cierta cantidad de radiación, la piel se broncea. Aprenderás más sobre este proceso más adelante, pero de momento quédate con esto.
Por supuesto, la radiación UV también tiene un lado positivo: ayuda a fijar la vitamina D, nos pone de buen humor, etc. Sin embargo, la recomendación general de los dermatólogos es evitar la exposición solar excesiva por su posible riesgo para la salud. Si, además, tienes interés en prevenir el fotoenvejecimiento, ya sabes, protégete del sol.
¿Y cómo deberías protegerte? En primer lugar, necesitarás comprender el etiquetado de los productos de protección solar. El factor de protección solar (SPF) de los productos indica su capacidad de proteger frente a los rayos UVB (por ejemplo, un SPF50 protege más que un SPF10). ¿Y qué hay de la protección frente a los rayos UVA? En algunos países no es obligatorio indicar cuál es el nivel de protección UVA en los envases pero en México sí, aunque la recomendación –que no ley– es que esta sea de al menos un tercio de su índice SPF. Por tanto, un SPF50 tendrá, por lo general, al menos un índice 16.6 (50/3) de protección contra la radiación UVA; esto se incluye así en el empaque de los productos mediante un símbolo:
El PA es el formato asiático para indicar la protección frente a los rayos UVA (por ejemplo, PA++++ protege más que PA+ y equivale a una protección UVA mayor de 16.6).
En segundo lugar, sigue estas recomendaciones:
•La cantidad necesaria de producto que debe aplicarse en rostro y cuello para que te proteja con el factor declarado es 2 mg/cm2, equivalente a la cantidad que cabría dentro de una cucharita de café (o dos dedos colmados de producto), y debe renovarse cada 2-4 horas (dependiendo del producto). Si no aplicas esta cantidad, el producto no te estará protegiendo con el factor de protección que aparece en el envase.
Es cierto que algunos productos de maquillaje, como las BB creams o los cushions, contienen protección solar y, aunque ayudan, y los pigmentos que contienen (óxidos de hierro) tienen acción protectora contra la luz azul (otro tipo de radiación, de especial importancia en algunos casos, como la piel hiperpigmentada), no deberían emplearse como protección solar única, ya que la cantidad que aplicamos para conseguir un bonito efecto no acartonado no es suficiente para que desempeñen la protección necesaria. Si te parece que aplicar la cantidad equivalente a dos dedos de BB cream o cushion resulta excesiva para obtener el acabado que deseas en la piel, será buena idea que uses otro protector solar antes de aplicarlos.
•La protección solar es fundamental en todos los casos, pero aún será más imprescindible si utilizas ácidos exfoliantes o retinoides (para prevenir rojeces, quemaduras, manchas…), antioxidantes y productos de skincare muy potentes (para aprovechar todos sus beneficios).
•Los sombreros o las gorras, los lentes de sol y hasta la sombrilla que utilizas para ir a la playa protegen también de la radiación UV. Puedes utilizarlos como apoyo a un buen producto de protección solar si te vas a exponer al sol durante muchas horas o si el índice UV es alto.
¿Y qué hay del daño que la protección solar no es capaz de prevenir? Aquí entran en juego los antioxidantes (como algunas vitaminas), moléculas que previenen el daño oxidativo causado por los radicales libres. El uso de antioxidantes, junto a una buena protección solar, es la base de toda rutina de cuidado facial; recuerda esto para más adelante.
La piel, como cualquier órgano del cuerpo humano, puede presentar alteraciones. Dependiendo de cada caso, estas pueden conllevar un problema de salud, o bien ser parte del proceso natural de la vida… De lo que no nos cabe duda es de que pueden llegar a presentarse desde incomodidad hasta dolor, y desde cambios de color inocuos hasta infecciones. También pueden ser permanentes o temporales. Nos referimos a las alteraciones más importantes y comunes de una piel sana, como son el acné, los puntos negros, las manchas o las líneas de expresión. ¡No te preocupes! Todas tenemos alguna de ellas y son habituales en todo tipo de pieles.
A continuación descubrimos qué implica tener algunas de estas alteraciones, cuáles son las causas y los síntomas, y qué puedes hacer si las experimentas.
El acné es una enfermedad de la piel que afecta aproximadamente a un 9.4 por ciento de la población, considerándose el octavo problema de salud más común del mundo. Aunque en el pasado se tendía a restarle importancia, cada vez sabemos más sobre él y somos más conscientes de lo que puede llegar a afectar a nuestra salud mental; de ahí la importancia de que su tratamiento sea prioritario y no algo que podamos «dejar para más tarde» o que «ya se pasará».
Seguramente te sorprenderá descubrir que los puntos negros y el acné tienen muchísimo más en común de lo que en principio cabría pensar, ya que en realidad solo son dos puntos diferentes dentro del mismo proceso, uno con menos complicaciones de salud que el otro. Por tanto, veremos que varios estadios de este proceso pueden abordarse a nivel cosmético siguiendo los mismos razonamientos y los mismos tipos de activos cosméticos, ya que tienen su origen en el mismo mecanismo.
¿Recuerdas lo que hemos contado sobre los poros cuando explicábamos la estructura de la piel? Los poros vienen siempre acompañados de un pelo, ya que son la abertura por la que este sale hacia el exterior. Estos y todas las estructuras que acompañan al pelo y al poro forman en conjunto la unidad pilosebácea.
Pues bien, la unidad pilosebácea es el lugar donde se produce el acné, debido a tres factores clave que se combinan en mayor o menor grado para desencadenar su desarrollo:
•Acumulación de células muertas.
•Sobreproducción de sebo.
•Posible infección por parte de la bacteria Cutibacterium acnes.
Y estos tres son los que precisamente intentan combatir los diferentes tratamientos para la enfermedad y la cosmética apta para pieles con tendencia acneica.
A continuación te presentamos tanto el estado que consideraríamos «normal» como las diversas lesiones de acné que pueden darse. Ten en cuenta que pueden existir estadios «intermedios», ligeramente diferentes a los descritos y, además, cada uno de ellos puede convivir con otros en una misma persona.
Revisa la siguiente figura mientras vamos repasando cada estadio del acné.
a. En una unidad pilosebácea que funciona de manera normal, la abertura del poro en la superficie de la piel no es especialmente visible desde el exterior. La glándula sebácea produce la cantidad de sebo justa y necesaria para cumplir sus funciones de lubricación y protección. Desde fuera, esta secreción normal podría observarse en forma de filamento sebáceo.
A los dos siguientes estados se los considera acné no inflamatorio, ya que no existe inflamación en la unidad pilosebácea. No se suceden uno tras otro, sino que se dan por separado, alternativamente (presentando una misma persona bien una forma, bien la otra), o combinados.
b. En los puntos negros observamos una acumulación del sebo producido y de células muertas en la abertura del poro, que lo bloquean. Esta mezcla se oxida en contacto con el aire, se oscurece y se endurece, por lo que fuerza las paredes del poro y causa que su abertura sea visualmente más grande. El poro está abierto hacia el exterior y, por ello, a los puntos negros se les llama también «comedones abiertos».
c. En los puntos blancos observamos también una acumulación del sebo producido y de células muertas, pero, a diferencia del caso anterior, la abertura del poro no está abierta hacia el exterior sino recubierta por una capa de células («comedones cerrados»), por lo que este contenido no se oxida ni endurece y permanece de color claro.
El tamaño de los poros es una cuestión genética: no se pueden abrir ni cerrar, aunque hayas visto publicidad que afirma literalmente que un producto pueda «cerrar los poros». En cambio, sí se pueden limpiar, vaciar de suciedad, y ayudar a que sus paredes sean más firmes o a que se estrechen temporalmente con distintos tratamientos cosméticos, profesionales y médicos, de modo que los podamos percibir más pequeños a simple vista. Aunque se limpien, los poros tienden de nuevo a llenarse, por lo que estas soluciones no suelen ser definitivas y han de mantenerse en el tiempo. Veremos más acerca de estos tratamientos más adelante.
A los siguientes estadios se les considera acné inflamatorio, ya que conllevan una inflamación en la unidad pilosebácea. Este se da cuando la glándula sebácea produce más sebo de lo normal. Esta hiperactividad de la glándula sebácea tiene a su vez relación con la estimulación a la que la someten las hormonas androgénicas (testosterona) que tenemos todos los humanos. Por este motivo, en determinados momentos de la vida, cuando estas hormonas son más abundantes o estimulan más a la glándula sebácea, tenemos más acné; por ejemplo, durante la adolescencia o si sufrimos síndrome del ovario poliquístico (SOP). Incluso podemos observar de forma habitual que aparece acné en deportistas que toman andrógenos para aumentar su masa muscular. Por el mismo motivo, algunos tratamientos dermatológicos que abordan el acné lo hacen desde la perspectiva de regular las hormonas, como los anticonceptivos.
d. Tras el bloqueo del poro (estadios b o c), puede formarse una pápula. En las pápulas, al acumularse la sobreproducción de sebo y células muertas, que no pueden salir hacia el exterior, se produce un ensanchamiento de la pared del folículo. Por otro lado, una bacteria llamada Cutibacterium acnes, que vive en nuestra piel y cuya población puede crecer de forma oportunista, se alimenta de este contenido y se descontrola su crecimiento, es decir, se produce una infección. Las células del sistema inmunitario intervienen para frenar a la población de C. acnes, y es cuando pueden observarse el pus y la inflamación. La inflamación es la causante de que, al desaparecer la lesión, quede una mancha o hiperpigmentación posinflamatoria. Abordaremos esta problemática más adelante.
e. Las pústulas y los nódulos son formas de acné más graves en las que la pared del folículo llega a romperse debido a la infección, y la inflamación se extiende a otras áreas contiguas.
Como ya hemos comentado, el acné siempre está relacionado con la unidad pilosebácea. Donde no existen glándulas sebáceas, pelo ni poros, no habrá acné; piensa en las palmas de las manos. ¿Y por qué, sin embargo, solemos tener acné en determinadas áreas, como la zona T? Seguro que ya te lo imaginas: se debe a que la actividad de las glándulas sebáceas en estas zonas suele ser superior.
Ya hemos indicado que el acné se considera una enfermedad de la piel. Por ello, no hay que tomárselo a la ligera. Tradicionalmente le hemos restado importancia al acné como enfermedad, diciéndonos frases del tipo «es por la edad» o «es por las hormonas», buscando soluciones en todas partes por nuestra cuenta (incluso en los peores lugares, como los remedios caseros explicados en videos de YouTube), y obviando ir a la consulta de un médico.
Sin embargo, el acné tiene un impacto claro en la salud tanto física como mental. Puede ser simplemente un signo más de otros trastornos que pueden estar ocultos, como el SOP, alteraciones hormonales… Y se ha observado que genera una baja autoestima, depresión, ansiedad y aislamiento social. También el estrés tiene una influencia negativa en nuestra piel y puede causar acné. Si observas que los granitos ya no aparecen de forma aislada, sino que se suceden y se superponen con manchas, si te suponen una incomodidad en el día a día, si son dolorosos, si deseas soluciones definitivas y llegar al fondo del asunto, el mejor consejo que podemos darte desde lo más profundo de nuestros corazones es que no pierdas tiempo ni dinero en probar productos de cosmética que prometan milagros, ni remedios de aquí y de allá que quizá no alcancen para tratar todos los aspectos del problema, y acudas a tu médico, preferentemente al dermatólogo. En el mejor de los casos, aunque el acné solo sea un asunto estético, no cabe duda de que los mejores resultados se dan cuando se trata cuanto antes.
Sin duda, la cosmética puede ser una gran aliada y ser suficiente si el acné no es grave. Pero en los casos más avanzados será un complemento y un alivio, y no supondrá la base del tratamiento, que por el contrario la integrarán probablemente la suma de medicamentos orales, tratamientos médico-estéticos, hábitos de vida, etc.
El acné es una alteración de la piel muy común en todo el mundo. ¡También en Corea del Sur! Aunque en tu imaginario las coreanas aparezcan siempre con una piel cristalina y sin imperfecciones, el acné es una de las mayores preocupaciones de los asiáticos, sobre todo adolescentes, que lidian con las molestias físicas y psicológicas derivadas de esta afección. Obviamente, el país más preocupado por la cosmética y la piel es también el puntero en desarrollar fórmulas que combatan las consecuencias del acné. Corea del Sur fue, posiblemente, uno de los primeros países en hacer que la introducción y el resaltado de los beneficios de ingredientes como el ácido salicílico en los productos cosméticos de gran consumo fuese algo fancy y no algo tan de envase blanco de producto de farmacia aburrido. Gracias en parte a estos productos pioneros, hoy en día se han popularizado y democratizado ingredientes como los ácidos exfoliantes (AHA, BHA, PHA…), la mucina de caracol, la niacinamida, etc. Se han convertido en los productos más icónicos y básicos que a todas nos vienen a la cabeza a la hora de lidiar con los granitos y los poros obstruidos.
En la siguiente página encontrarás los diferentes estadios del acné que hemos descrito junto a los activos cosméticos que te recomendamos para cada uno de ellos. Los mismos activos te servirán también para acné corporal, aunque quizá para este prefieras formatos fácilmente aplicables como los espráis. Recuerda seguir una buena rutina de cuidado facial (y corporal) que tenga sentido por completo: puedes tomar las que presentamos en el capítulo cuatro como base. También te indicamos para qué estadios y en qué situaciones sería adecuado que abordaras tu tratamiento con un dermatólogo.
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Estadios del acné y sus posibles abordajes cosméticos |
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Estadio o lesión |
Glándula sebácea |
Contenido |
Cómo se observa el poro |
Infección e inflamación |
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Unidad pilosebácea normal (a) |
Normal |
No visible o con filamento sebáceo |
Abierto y apenas visible |
No |
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¿Qué tratamiento utilizar?: No es necesario. Si los filamentos sebáceos te molestan visualmente, puede seguirse el mismo tratamiento que en los puntos negros, de forma más puntual, es decir, espaciando las aplicaciones en el tiempo. |
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Punto negro (b) |
Producción de normal a ligeramente aumentada |
Células muertas. Sebo en exceso y oxidado |
Abierto y oscuro. Alternativamente, puede estar abultado y tener una abertura poco visible |
No |
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Punto blanco (c) |
Células muertas. Sebo en exceso |
Cerrado. Blanco |
No |
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¿Qué tratamiento utilizar? Si son pocos o localizados, puedes usar BHA, AHA, PHA, niacinamida, retinoides… * Puedes realizarte higienes faciales profesionales (ej. Hydrafacial) que te ayuden a mantenerlos. Si son muchos o conviven con los estadios d o e, precisarán atención dermatológica. |
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Pápula (d) |
Producción aumentada. Bloqueada y agrandada |
Células muertas. Sebo en exceso. Pus (+) |
Cerrado. Abultado |
Sí, doloroso (+) |
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¿Qué tratamiento utilizar? Mismo tratamiento que en los estadios b y c. Los parches para granitos y los tratamientos SOS te serán muy beneficiosos. Si las lesiones son muy aisladas, podría bastar con lo anterior; si no, precisarán atención dermatológica. |
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Pústula y nódulo (e) |
Producción aumentada. Con sus paredes rompiéndose (5) o rotas (6) |
Células muertas. Sebo en exceso. Pus (++) que invade el folículo y otras áreas |
Cerrado. Abultado |
Sí, doloroso (+) |
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¿Qué tratamiento utilizar? Mismo tratamiento que en los estadios b, c y d, pero casi obligatoriamente precisarán consejo dermatológico si se desean soluciones definitivas. |
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*¡Tranquila! Aprenderás más sobre todos estos ingredientes en el siguiente capítulo.
CONSEJOS PARA EL TRATAMIENTO DEL ACNÉ
Puedes adoptar varias estrategias que, junto con tu rutina cosmética o tu tratamiento médico pautado, te ayudarán a conseguir los resultados que deseas. ¡Te explicamos algunas!
•¡EL ACNÉ NO ES UN TEMA DE FALTA DE HIGIENE! Limpiar la piel en exceso no mejorará el estado de esta, sino que, al contrario, puede agravarlo.
•NO TE RECOMENDAMOS, EN GENERAL, LOS EXFOLIANTES CON PARTÍCULAS, ya que esta exfoliación física puede causar microrroturas en la piel, y la presión que ejerzas al aplicarlos puede empeorar la inflamación. Opta en su lugar por una exfoliación química con ácidos o una exfoliación enzimática.
•PROCURA QUE LOS TEJIDOS Y LAS SUPERFICIES CON BACTERIAS, SUDOR O SUCIEDAD PASEN EL MÍNIMO TIEMPO EN CONTACTO CON TU PIEL. Para secarte el rostro puedes usar toallitas desechables en lugar de una toalla o cambiar la toalla con mucha frecuencia. Tras realizar ejercicio, desecha la ropa lo antes posible. Desinfecta la pantalla del teléfono, ya que ¡acumula mucha suciedad que entra en contacto con tus manos y tu cutis!
•LO MISMO PARA TU FUNDA DE ALMOHADA: cámbiala cada dos noches, ya que las bacterias, el sebo y las células muertas se acumulan en ella.
•EVITA QUE EL CABELLO TENGA CONTACTO CON TU ROSTRO, recogiéndotelo y eligiendo cortes de pelo sin flequillo. Si tu acné está en la espalda o en el pecho, aclárate bien la piel en esta zona tras usar mascarillas de pelo.
•EVITA TOCAR EL ROSTRO SIN LAS MANOS PERFECTAMENTE LIMPIAS. Un gel hidroalcohólico te puede ser de mucha ayuda si estás on-the-go.
•LIMPIA BIEN Y CON FRECUENCIA TUS BROCHAS Y ESPONJAS DE MAQUILLAJE. En esta ocasión, un jabón clásico con pH alto sí es una buena elección para lavar estos accesorios, pero no para lavar tu piel.
•QUEDAN TERMINANTEMENTE PROHIBIDOS LOS REMEDIOS CASEROS: pasta de dientes, jugo de limón, mascarillas con huevo…
•SIGUE UNA ALIMENTACIÓN EQUILIBRADA. Aunque el chocolate no es causante directo del acné, podría existir una relación con las dietas ricas en azúcares simples y grasas. También se está estudiando si los lácteos podrían estar conectados con el proceso de alguna manera.
•ESTO SE APLICA PARA TODO, PERO YA SABES: el estrés nos enferma. Trata de gestionarlo limitando los estresores y bloqueando al menos parte de tu tiempo libre para realizar actividades que te hagan feliz (es más fácil decirlo que hacerlo, ¿verdad?).
EXPRIMIR LAS LESIONES: ¿SÍ O NO?
Un grano es casi una invitación a exprimirlo. Seguro que has escuchado miles de veces que no es bueno hacerlo. Como hemos visto, la hiperactividad de las glándulas sebáceas puede hacer que en unas pocas horas aflore un grano en nuestra piel, a veces de grandes dimensiones. Exprimirlo es tentador, pero no deberíamos. Lo más probable es que, tras la desaparición del granito, aparezca una mancha o marca, mucho más difícil de eliminar que el granito original.
Para no sucumbir a la tentación, te recomendamos utilizar productos SOS: cosméticos que actúan prácticamente de forma inmediata en situaciones de emergencia, como la aparición de un granito. Tienen un efecto físico: se aplican de manera localizada sobre granitos y ayudan a que desaparezcan más rápido y no dejen marca. También tienen un efecto psicológico: aplicarlos evita la tentación de tocar las lesiones. En el mundo de la cosmética coreana encontrarás distintos tipos de productos de emergencia, como los sticks, las cremas localizadas para granitos o los famosos pimple patches, pequeños parches redondos normalmente incoloros que se pegan justo encima del granito y ayudan a que se desvanezca más rápido, a aislar la piel y a protegerla para su rápida regeneración, e incluso permiten que puedas maquillar sobre ellos si quieres disimular el enrojecimiento. Algunos de los productos SOS más famosos son los Pimple Patches de Cosrx (los parches para granitos por excelencia), la Ultimate Spot Cream de Cosrx (una crema de acción localizada que ayuda a desinflamar el granito) y el 21 A-Thera Peeling Stick de Dr. Oracle (un hisopo impregnado de una fórmula con ácidos AHA y BHA que ayudan a disminuir la inflamación del granito en tiempo récord).
Si no eres capaz de resistir la tentación, deberías, por lo menos, tomar algunas medidas de seguridad: lavarte a conciencia las manos y los dedos, tener las uñas bien cortas y desinfectar correctamente la zona del grano. De este modo, reducirás el riesgo de añadir más bacterias a la piel y evitarás que empeore la infección en el grano. Con las uñas muy largas podrías causar microlesiones en la piel y favorecer la entrada de gérmenes.
Empiezas a observar un cambio molesto en la zona de la piel que suele estar cubierta por el cubrebocas protector (mentón, mandíbula, mejillas y nariz). Si nunca tuviste imperfecciones, de repente percibes tus poros más obstruidos, o te sorprende alguna espinilla esporádica. Si tenías tu piel grasa y tu acné más o menos controlados, ahora tus brotes son más frecuentes o han empeorado. Cuando un granito desaparece, deja una marca o mancha, y acto seguido aparece otro nuevo. ¿Te suena? Créenos, te entendemos: está siendo bastante común. Tan habitual que incluso se le dio un nombre «oficial» a este fenómeno en 2019: maskne (mask + acne, en inglés).
Por otro lado, ¿recuerdas a Cutibacterium acnes de apartados anteriores? Precisamente debido al uso de cubrebocas se altera el equilibrio en su población y se favorece su crecimiento excesivo. En consecuencia, se infecta el folículo piloso, ya que nuestra respiración genera un ambiente húmedo y cálido, que se mantiene en el tiempo y en el que la bacteria encuentra un medio perfecto. A este cóctel añádele la acumulación de suciedad en los cubrebocas, el uso de cosméticos inadecuados, la barrera de la piel alterada por el roce del propio cubrebocas… Todos estos factores, acompañados de una producción excesiva de sebo, son el caldo de cultivo perfecto para la aparición y el desarrollo de lesiones de acné de todo tipo.
Si las cosas se están descontrolando, no lo dudes y acude a tu dermatólogo, el verdadero especialista en enfermedades de la piel.
Algunas pautas que pueden ayudarte con el maskne son, entre otras, realizar una limpieza o recambio frecuente del cubrebocas, sumadas a los tratamientos y trucos que te explicábamos anteriormente para el acné en general.
Tienen un aspecto parecido al de los puntos blancos, pero son más firmes al tacto y aparecen con frecuencia en las zonas del contorno de ojos, las mejillas o la boca. Es imposible exprimirlos con las manos. ¿Se te hace conocido? Se trata de los llamados quistes de milium (en plural, milia), pero ¡que no te asuste su nombre! No implican que exista ninguna enfermedad grave y son más frecuentes de lo que imaginas.
Se trata de esferas de alrededor de un milímetro formadas por queratina, que, como explicábamos anteriormente, es una proteína. Al contrario que el sebo, que contiene un punto blanco, la queratina es firme y por ello los milia tienen una estructura endurecida.
A diferencia de los puntos negros o blancos, los milia no disponen de una salida natural como es el poro y por ello no «estallan» al ejercer presión a su alrededor. De hecho, no es buena idea intentarlo, ya que probablemente solo conseguiremos frustrarnos al no conseguirlo y dañarnos la piel.
¿Sus causas? Pueden ser fruto de una tendencia genética natural, de una exposición solar en exceso que engrosa el estrato córneo, de la aplicación de cosméticos inadecuados para nuestro tipo de piel… Las pieles grasas tienen mayor predisposición a desarrollar milia. Como curiosidad, muchos bebés nacen con milia, lo que habitualmente se resuelve de forma espontánea a los pocos meses de vida.
Aunque ya sabes que los quistes de milium no son acné, puedes prevenir su aparición utilizando activos cosméticos en tu rutina que, curiosamente, también se emplean como coadyuvantes en el tratamiento del acné: ácidos exfoliantes AHA, BHA y PHA, peelings enzimáticos y retinoides que estimulen la renovación del estrato córneo y, por ello, dificulten la acumulación de células muertas. La protección solar, como siempre, será obligatoria.
Para eliminar quistes de milium que ya hayan aparecido, te recomendamos que visites a tu dermatólogo, que dispone de las herramientas para extraerlos de manera segura.
Te miras casualmente en el espejo… y descubres una mancha en la piel que hasta ahora había pasado inadvertida. Lo dejas pasar, pero tras el verano, parece que la mancha no solo no ha mejorado, sino que ha empeorado. ¿Te identificas? ¡Sigue leyendo!
Indoloras, pero estéticamente molestas e importantes para el diagnóstico de algunas enfermedades: así son las manchas en la piel.
La pigmentación (o color) de la piel se debe a los melanocitos, unas células especializadas que se encuentran en la epidermis, la capa más externa de la piel. En concreto, se encuentran en el estrato basal, que es la capa más profunda dentro de la epidermis y la que da lugar a los queratinocitos, las células que migran hacia el exterior y que nos sirven de aislante del ambiente en el estrato córneo.
Los melanocitos se llaman así porque producen el pigmento melanina en un proceso llamado «melanogénesis». La melanina se encarga de proteger la piel frente a los rayos UV y nos aporta nuestro color de piel; también es la encargada de proporcionarle color a nuestro cabello y a nuestros ojos. El número de melanocitos cambia entre regiones anatómicas, ya que hay lugares del cuerpo con mayor concentración de estas células, así como entre personas de diferentes etnias. La melanina se transfiere a los queratinocitos «vecinos» al melanocito, que quedan pigmentados: a mayor cantidad de melanina transferida «en paquetes» (melanosomas), mayor pigmentación; por tanto, esta cantidad determinará el tono de piel.
La melanogénesis tiene un nivel basal que puede verse sobreestimulado por diversos factores, ya sean hormonales, genéticos, de inflamación, etc. Sin embargo, el principal es la radiación UV procedente de la exposición solar: al incidir la radiación sobre la piel, esta intenta protegerse formando melanina, cuya coloración oscura es capaz de absorber los rayos y bloquear el daño que estos producen en el ADN de las células de capas más profundas, y este es el motivo por el que nos bronceamos cuando pasamos tiempo al sol sin protección. Es un proceso que tiene lugar con retraso, es decir, después de que cierta cantidad de radiación lo haya estimulado, con el fin de proteger la piel de un daño mayor; por tanto, podemos afirmar que cualquier bronceado implica cierto daño sobre la piel, inclusive el de las cabinas de bronceado.
¡Buf! Eso ha sido denso… Pero es crucial que conozcas este proceso para poder entender el fundamento que hay detrás de las manchas en la piel.
En cuanto al tratamiento de las manchas, estamos seguras de que alguna vez has visto que un producto de belleza coreano tiene el claim de ser whitening. Este término ha sido objeto de debate muchas veces por la naturaleza de su significado. Poco tiene que ver con «blanquear» el rostro. Los productos whitening son aquellos cuyas funciones principales son despigmentar y prevenir la formación de nuevas manchas. Actúan en los distintos pasos de la cascada de reacciones que producen y asientan la melanina en la piel. Por eso es tan importante que, si utilizas productos whitening, los acompañes de una buena protección solar (preferiblemente con SPF50+ y UVA alto), sin la cual el uso de estos productos whitening carecerá de sentido, ya que estarías intentando corregir la consecuencia sin prevenir la causa.
Si eres fan de la cosmética asiática, seguro que te has dado cuenta: el concepto de cosmética whitening se repite constantemente. Y a día de hoy, la preferencia por la piel blanca se refuerza a través de los medios coreanos: televisiones, revistas y anuncios publicitarios. ¿Puedes imaginarte por qué? Tendríamos que remontarnos al pasado, mucho antes de que existieran los primeros productos de belleza que hoy se comercializan. Aunque son muchos los agentes que luchan por normalizar la piel oscura, en Asia sigue asociándose al trabajo en el campo y, por lo tanto, a la pobreza rural. La piel pálida se asocia a vivir una vida más cómoda y cosmopolita lejos del sol y con un nivel socioeconómico más alto.
Los productos whitening pueden estar indicados para personas con distintos tipos de pigmentación desigual. Anota los ingredientes que habrás de buscar en productos whitening: arbutina, niacinamida, vitamina C pura, AHA, BHA, PHA, ácido kójico, retinoides, ácido tranexámico…
Se han escrito ríos de tinta acerca de las manchas en la piel. En el universo de las pigmentaciones cutáneas existen muchísimos tipos, y tanto su enfoque terapéutico como su éxito dependerán radicalmente de su correcta identificación, que será crucial. No seguiremos en absoluto las mismas pautas al tratar de mejorar el aspecto de la hiperpigmentación posinflamatoria, del lentigo solar o del melasma. (Se han descrito otras muchas categorías, aunque menos comunes, como vitíligo, nevus, etc.)
El tratamiento profesional de las manchas es el terreno de acción de los especialistas en la salud de la piel: los dermatólogos. Te recordamos que ante cualquier tipo de mancha o alteración en la piel que aparezca, estos especialistas serán los referentes a los que acudir a la mayor brevedad posible. No es solo una cuestión estética. Hay que consultar lo antes posible con un médico las variaciones en la piel porque podrían estar hablándonos de algún tipo de enfermedad subyacente que se esté manifestando a través de la piel.
¿Y cómo podrías saber qué tipo de manchas muestra tu piel? Aunque, como te indicamos, su diagnóstico siempre está en el campo de la dermatología, sí podrás orientarte y empezar a tomar medidas con las descripciones que verás más abajo. Además, aprenderás qué productos de cosmética coreana pueden ayudarte a resolverlas o acompañarte en el proceso sin empeorarlas.
HIPERPIGMENTACIÓN POSINFLAMATORIA
Como su nombre indica, son las manchas oscuras en la piel que se producen como consecuencia de un proceso inflamatorio; un ejemplo son las manchas que dejan tras de sí las lesiones de acné (granitos) al desaparecer. Otros de los procesos inflamatorios que causan hiperpigmentación posinflamatoria (HPPI) son la psoriasis, el eczema, la dermatitis, las reacciones fotoalérgicas o fototóxicas y los traumas (tras una herida, una cirugía, etc.). La HPPI imita la forma y la extensión de la lesión y tiene un tono que puede variar entre café, rojizo o grisáceo. Puede darse indistintamente en hombres y mujeres, y afecta tanto al rostro como al cuerpo, en especial, a las zonas expuestas a la radiación UV. Es muy frecuente en los tonos más oscuros de piel.
Las causas de la inflamación pueden ser diversas, como hemos visto, pero una de las más comunes por las que se consulta la HPPI es el acné. Durante la inflamación en la epidermis se liberan sustancias que estimulan la producción de melanina y causan la pigmentación de la piel. Aunque esta pigmentación suele ser temporal, puede tardar entre semanas y años en resolverse, dependiendo tanto de la causa de la inflamación como de su cuidado y del fototipo de la persona.
En este caso, la exposición solar no es la causa de estas manchas, pero puede empeorarlas, oscureciéndolas y expandiendo el intervalo de tiempo que tardarán en desvanecerse. Existe la verdad a medias de que «el sol mejora el acné»: si bien es cierto que puede tener un efecto antiinflamatorio de forma momentánea, también agrava las marcas oscuras, como acabamos de ver.
Por tanto, la prevención será clave. Si tienes acné activo, protégete del sol con un factor SPF50 a diario que te sea confortable, para que las posibles manchas posinflamación dejen el mínimo rastro posible, y sigue una rutina sencilla y adecuada que intente evitar el desarrollo de futuras imperfecciones. También puedes usar productos SOS, que te ayudarán a resolver la inflamación más rápidamente. Sigue estas pautas generales:
•En cuanto a la limpieza, es importante que los productos tengan un pH equilibrado, sean respetuosos con tu piel y no la dejen tirante. Huye de los jabones clásicos.
•Emplea un tratamiento antiimperfecciones que evite el desarrollo de futuras lesiones de acné. El BHA (ácido salicílico) que contiene el limpiador en gel de Meisani o en formato sólido Charcoal & Willow Purifying Cleansing Bar de Ondo Beauty 36.5, por ejemplo, te ayudará a exfoliar suavemente y a limpiar los poros.
•Hidrata la piel con un tónico/esencia, sérum o crema, según tu textura preferida o tus necesidades de hidratación. Es ideal si contiene ingredientes que ayuden a calmar y a regenerar la piel.
•Protégete del sol. Siempre.
•Algunos tratamientos puntuales que podrías utilizar son:
Ondo Beauty: Pink Clay & Rose Pore Cleansing Mask. Contiene ácidos PHA y BHA, así como arcillas que te ayudarán a exfoliar suavemente y limpiar la piel. Huye de exfoliantes mecánicos (con partículas), que no contribuirán a mejorar la inflamación.
Master Patch Original Fit de COSRX. Te facilitará la vida, ya que aísla y protege la lesión, favoreciendo su regeneración más rápida y, lo más importante, ¡evitando que la manosees! Ni se te ocurra intentar exprimir el granito manualmente, ya que podrías empeorar la inflamación y, en consecuencia, la HPPI.
El melasma se muestra en la piel en forma de manchas que aparecen con más frecuencia en el centro del rostro de mujeres en torno a los 30-40 años, en especial en frente, mejillas, zona superior del labio y nariz, y de manera simétrica. Son manchas que suelen oscurecerse en verano y mejorar en invierno, y adoptan distintos tonos de café.
Se considera una enfermedad de la piel, ya que la actividad y el tamaño de los melanocitos se ven alterados y suele existir una barrera cutánea desequilibrada, además de otras características fisiológicas. El ambiente hormonal tiene un papel protagonista en el melasma y, aunque las causas y los mecanismos de este no están aún del todo claros, se postula que factores como la genética (fíjate si tus familiares directos lo muestran), el uso de ciertos anticonceptivos y otros medicamentos, la polución e incluso el uso de cosmética inadecuada influyen en su aparición. Al melasma que aparece en el embarazo debido al ambiente hormonal se le llama cloasma o «paño del embarazo».
El melasma puede ser epidérmico (cuando las células pigmentadas se sitúan cerca del estrato basal de la epidermis), dérmico (cuando se sitúan en la parte superficial de la dermis) o mixto (cuando se sitúan en ambas zonas). En el melasma epidérmico, las manchas serán más sencillas de atenuar debido al ciclo de renovación de la piel. En cualquier caso, la identificación del tipo de melasma será fundamental para su tratamiento y se podrá realizar en la consulta dermatológica.
De nuevo, la prevención es muy importante, dado que cualquier tratamiento que sigamos se verá anulado si la exposición solar sigue en curso. La protección solar constante será prioritaria en estos casos. De nada sirve invertir en tratar las manchas en invierno e irnos a la playa o a la alberca a broncearnos sin protección en verano; incluso podría empeorar.
En general, los resultados más exitosos siempre se consiguen mediante una combinación de tratamientos pautados en la consulta dermatológica fuera de la época de verano (despigmentantes tópicos profesionales o de uso doméstico, como los de hidroquinona y retinoides, otros medicamentos orales o tópicos, etc.) y el apoyo de una rutina cosmética adecuada durante todo el año, además de una firme determinación para evitar al máximo la exposición solar sin protección (no solo usando cosmética con protección solar, sino otras estrategias como los sombreros, las sombrillas y la ropa con factor de protección UPF).
Sigue estas pautas generales:
•En cuanto a la limpieza, buscaremos que cumpla los mismos puntos que en el caso de la HPPI y que sea lo más suave posible.
•Utiliza un antioxidante durante el día, como Glow Drops Vitamin C Serum de Meisani, con un 10 por ciento de vitamina C pura para prevenir el daño oxidativo causado por el sol y la polución, entre otros.
•En la rutina de noche aplica un tratamiento despigmentante. Usa preferentemente el que te recomiende tu dermatólogo. Si por cualquier motivo no has considerado visitarlo y prefieres intentar mejorar el tono con cosmética, incluso en verano, prueba con algunos activos conocidos por su actividad que previene y mejora el desarrollo de manchas, como el ácido tranexámico, la niacinamida, la arbutina, el ácido kójico, el ácido azelaico…
•Acompaña la rutina de una hidratante que refuerce tu función barrera. Busca preferentemente productos con porcentajes muy bajos de perfume o sin perfume, como ambas texturas en gel o crema de Meisani.
•La protección solar será esencial. Puedes usar I’m Pure Perfect Cica de Suntique si te gustan texturas más fluidas, o I’m Medi de Suntique si prefieres un protector solar que contenga únicamente óxido de zinc. En tu caso, ¡aplícate protección solar incluso en el interior de casa! Las ventanas dejan pasar la radiación UVA que causa pigmentación. Usa I’m Derma de Suntique en formato stick para reaplicar la protección durante el día, que además cuenta con extracto de regaliz.1 ¡Sé muy constante! Este paso es el más importante.
LENTIGOS SOLARES
Los lentigos solares (también llamados «manchas de la edad» o «manchas solares») son manchas de color café claro con un contorno bien delimitado. Suelen ser pequeñas y estar situadas en zonas donde la exposición solar es constante, como el rostro, la espalda, el escote, los brazos o las manos. Son frecuentes en personas de piel clara que han abusado del sol en un determinado momento de su vida o que han acumulado un daño solar que ha empezado a ser más visible a determinada edad. Es decir, los lentigos, junto con las arrugas y otros signos, son una clara manifestación del fotoenvejecimiento de la piel.
Las pieles con «pecas» que aparecen en verano a causa del sol —y que tan bonitas nos parecen— son vulnerables al daño solar. Estas podrían transformarse en lentigos solares en el futuro, por lo que hay que prestarles especial atención.
En la piel con lentigo solar, el tamaño de los melanocitos y su contenido en melanina es sensiblemente superior al de la piel circundante; por lo tanto, desde fuera se observan estas zonas más pigmentadas. La radiación solar acumulada es la principal causante de estos cambios fisiológicos.
Una vez más, la prevención será clave. La aparición de lentigos solares es la antesala a otros signos del fotoenvejecimiento. Es decir, es un aviso que idealmente nos servirá para ponernos manos a la obra y comenzar a proteger la piel contra posibles futuros daños.
Una rutina facial sencilla con cosmética coreana que pueda acompañar al tratamiento médico del lentigo solar comprendería los mismos productos que los descritos en la rutina de melasma, aunque con algunas particularidades:
•Exfoliante químico. Un par de veces por semana puedes incluir un exfoliante químico que ayude a que las células del estrato córneo se desprendan con mayor rapidez y, por tanto, a que la hiperpigmentación desaparezca más rápido. Un producto con una concentración de ácidos intermedia es el AHA 7 Whitehead Power Liquid de Cosrx.
•Contorno de ojos. Si el lentigo solar se encuentra alrededor del contorno de ojos, puedes probar a extender Niacinamide & Green Tea Eye Serum de Ondo sobre el lentigo; con su 5.0 por ciento de niacinamida ayudará a mejorar el tono de piel irregular.
¿Qué es lo que le pasa exactamente a nuestra piel a medida que pasan los años? Probablemente, lo primero que te venga a la mente es que «salen arrugas». ¡Y es cierto! Pero ¿a qué se debe la aparición de las arrugas? ¿Qué otros aspectos se modifican en nuestra epidermis mientras vamos cumpliendo años? Entender los cambios en nuestra piel nos ayudará a ser más conscientes y realistas sobre lo que podemos esperar o no de la cosmética. Fuera expectativas: es imposible retrasar el paso de los años en nuestra piel, pero sí podemos evitar, disminuir o retrasar algunas de sus consecuencias más visibles.
El envejecimiento de la piel es un proceso continuo en el que progresivamente se van produciendo cambios en la forma y la función de la piel. Algunos de los efectos derivados del envejecimiento de la piel son la formación de arrugas, la laxitud (falta de firmeza) y las modificaciones en la pigmentación (manchas en la piel).
Distinguimos entre dos tipos de envejecimiento: el cronoenvejecimiento y el fotoenvejecimiento. El primero, también llamado «envejecimiento cronológico», es aquel que se debe al paso del tiempo y cuyos efectos comienzan a ser visibles aproximadamente a partir de los 25-30 años. El fotoenvejecimiento, por su parte, se debe a la incidencia de los rayos solares sobre nuestra piel y es capaz de agravar profundamente los signos del cronoenvejecimiento. La piel de las áreas más fotoexpuestas muestra siempre los rasgos más intensos de envejecimiento, como las alteraciones de la pigmentación y las arrugas.
Por ejemplo, la piel de una persona de 35 años debería mostrar un aspecto propio de esa edad debido al cronoenvejecimiento. Sin embargo, si su piel se ha sometido a una exposición solar excesiva, es posible que muestre un aspecto más envejecido que el que es propio de alguien de 35 años. Se han realizado experimentos muy interesantes entre gemelos idénticos, en los que se han podido observar los efectos del sol y de los hábitos que aceleran el envejecimiento, como puede ser fumar.
El cronoenvejecimiento es, en cierto modo, inevitable, ya que el paso del tiempo también lo es. Esto tiene ciertos matices, pues existen técnicas de medicina y cirugía estética que lo combaten, como la aplicación de toxina botulínica, es decir, el popular bótox.
En cambio, podemos prevenir de una forma muy sencilla y eficaz el fotoenvejecimiento mediante estrategias que bloqueen o atenúen los efectos del sol en nuestra piel, como el uso continuado de productos de protección solar y antioxidantes, y también el bloqueo físico de los rayos del sol mediante sombreros, lentes de sol, etc. Lo mejor de todo esto es que puedes prevenir gran parte del fotoenvejecimiento con el uso de cosmética. Tengas la edad que tengas, si quieres prevenir el fotoenvejecimiento, ¡comienza a protegerte del sol desde este mismo momento!
Y ahora presta atención. A continuación se describen los cambios que se dan en la epidermis y en la dermis con el envejecimiento.
AFINAMIENTO DE LA EPIDERMIS
La capa epidérmica se afina con respecto a la de la piel joven, y se aplana la unión entre esta capa y la dermis, la unión dermoepidérmica (la siguiente capa en orden de profundidad), lo cual aumenta la fragilidad de la piel y reduce la transferencia de nutrientes entre ambas capas (es decir, la capa más superficial recibe menos nutrientes). Además, se enlentece el ciclo de renovación de la epidermis: ya no es de 28 días, sino que tarda más, hasta el doble o el triple de tiempo. Todo ello hace que el proceso de descamación natural de la piel sea menos efectivo y que la cicatrización de heridas sea más lenta.
¿Cómo podemos contrarrestar estos efectos? Por un lado, mediante el uso de peelings químicos, como los que contienen AHA o PHA. Estos ayudan a que se desprendan las células muertas del estrato córneo, lo cual favorece que el ciclo de recambio de las células cutáneas se reactive y, en definitiva, se logra una piel renovada y más luminosa. Por otro lado, puedes nutrir la epidermis e hidratarla con ingredientes beneficiosos, como los ácidos grasos o el ácido hialurónico. Hablaremos de estos ingredientes en mayor profundidad más adelante.
AUMENTO DE LAS ZONAS HIPERPIGMENTADAS
La densidad de los melanocitos, las células que producen el pigmento melanina, disminuye un 6-8 por ciento por década. Sí, has leído bien, ¡disminuye! Sin embargo, en la piel envejecida, los melanocitos se distribuyen preferentemente en las zonas más expuestas a la radiación solar, lo cual explica el aumento de la pigmentación en algunas zonas del rostro; son manchas hiperpigmentadas que reciben el nombre de «lentigos solares». Existen más tipos de manchas de las que también hemos hablado, como el melasma, que se deben a patologías subyacentes y que precisarían un tratamiento dermatológico.
Como ya hemos visto anteriormente, si has notado que con el paso del tiempo te han salido más manchitas y quieres evitarlas, hay diversas estrategias que puedes adoptar a nivel cosmético. No olvides protegerte del sol con un producto adecuado. Este será tu principal tratamiento antiaging y el que evitará en mayor medida que esas manchitas vayan a más. Protegerte del sol no solo tiene la función estética de prevenir el desarrollo de las manchitas, sino que, además, tiene un rol primordial en la prevención del melanoma (cáncer cutáneo).
AUMENTO DEL TAMAÑO DE LOS POROS
La producción de sebo disminuye con la edad: alrededor de un 23 por ciento por década en los hombres y de un 32 por ciento por década en las mujeres. Sin embargo, el tamaño de las glándulas sebáceas aumenta, y esto, junto con la laxitud de la piel producida por el descenso en la producción de fibras de la dermis (véase el punto siguiente), puede causar que los poros se vean más grandes a medida que envejecemos.
No podemos evitar el paso del tiempo. Sin embargo, sí puedes ayudar a que los poros estén más limpios (y, por tanto, se vean más pequeños) mediante el uso de ácidos BHA, por ejemplo.
DESCENSO EN LA PRODUCCIÓN DE FIBRAS DE LA DERMIS
Como explicábamos anteriormente en este mismo capítulo, la dermis contiene fibroblastos y fibras dérmicas como el colágeno y la elastina, que son responsables de la firmeza y la elasticidad de la piel. Con la edad desciende el número de fibroblastos en la piel y, en consecuencia, la producción de fibras dérmicas.
En general, los cosméticos no suelen tener la capacidad de penetrar hasta la dermis (lo exponemos en profundidad más adelante) y, por tanto, es difícil reemplazar el colágeno perdido mediante la aplicación de productos de forma tópica. Aún existe controversia sobre si los suplementos de colágeno tomados en forma de comprimidos o batidos tendrían un impacto directo sobre la dermis o si bien, como toda proteína que ingerimos, se rompería en sus partes más pequeñas y se distribuiría de manera equitativa hacia las zonas del organismo que necesiten colágeno, en vez de dirigirse de manera preferente hacia la piel. Uno de los activos que ha mostrado capacidad de favorecer la producción de colágeno en la dermis cuando se incorpora a productos tópicos es la vitamina C pura. Además, es capaz de prevenir y atenuar la hiperpigmentación y es muy eficaz como antioxidante. ¡Tres en uno!
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