
¡Qué suerte! El dueño del restaurante donde trabajaba Tiana como camarera acababa de confiarle una misión muy importante a la joven: cocinar cien buñuelos para la próxima feria.
—Tus buñuelos de manzana son los mejores de toda la ciudad, querida —dijo su jefe—. ¿Crees que podrás cocinar tantos para el sábado por la mañana?
La joven dudó un poco antes de aceptar el encargo. Se sentía halagada por la confianza que mostraba su jefe por ella pero, al mismo tiempo, ¡estaba aterrorizada por el tamaño de semejante desafío! Era jueves por la tarde e iba a ser bastante difícil conseguir llegar a tiempo…
Tiana le comentó, con timidez:
—Me encantaría vender mis buñuelos en la feria. Sería muy buena publicidad…
—Además, es una oportunidad de oro si deseas abrir tu propio restaurante —recalcó su jefe.
Tiana se lo pensó un minuto. En la vida, para conseguir tus sueños, hay que tener el valor para aprovechar las oportunidades cuando se presentan ante ti. «Y siempre aparecen cuando menos te lo esperas», solía decirle su padre. Entonces Tiana suspiró y exclamó, con mucho valor:
—¡De acuerdo!
Al día siguiente, el viernes, Tiana se despertó al alba y comenzó a trabajar. Durante la mañana cocinó veinte buñuelos y se dio cuenta de que no le iba a dar tiempo a cocinar sola los cien buñuelos para el día siguiente… No le quedaba otra opción: tenía que pedirle ayuda a su amiga Charlotte. Sólo había un problema…: ¡a Charlotte se le daba fatal la pastelería! Pero Tiana le enseñó a cocinar la masa de los buñuelos, y su amiga le echó una mano en la cocina. Sin embargo, al poco rato, Charlotte se quedó sin mermelada de manzana. La joven no le dijo nada a Tiana, husmeó por la cocina y se las apañó para terminar su parte de los buñuelos. El sábado por la mañana, Tiana le entregó a su jefe los buñuelos para el evento. Al principio, todo el mundo se relamía con los buñuelos de la joven pero, de repente, aparecieron varios buñuelos rellenos de lechuga, pimiento picante, paté y ¡hasta de anchoas!
—Tiana, ¿qué significa todo esto? —la regañó su jefe.
—Eh… —balbuceó la joven, avergonzada.
No podía chivarse de que había sido su amiga. Entonces se le ocurrió una idea y le contestó con una gran sonrisa:
—¡Son mis buñuelos sorpresa! La persona que encuentre el más asqueroso de todos, podrá comer el lunes veinte buñuelos de manzana totalmente gratis.
No hace falta decir que, a partir de ese momento, todos los asistentes estaban impacientes por probar los asquerosos buñuelos de Charlotte.
