EL NIÑO ES EL PADRE DEL HOMBRE

Hay una cita que a veces se atribuye a Freud, pero que en realidad pertenece a William Wordsworth: «El niño es el padre del hombre». ¿Qué quiso decir el poeta romántico inglés con este verso de su poema The Rainbow?

Para saberlo con precisión habría que retroceder dos siglos y preguntárselo al autor, pero seguramente se refería a que aquello que vivimos y sentimos de niños acaba conformando el adulto que devenimos. Y eso incluye los traumas.

De hecho, siempre he creído que el niño que fuimos viaja dentro de nosotros en todas las edades de la vida. Otra cosa es que tengamos conciencia de que este «polizón» va en nuestra nave e influye en nuestras decisiones, así como en la manera en la que abordamos y sentimos las experiencias.

Para hacerlo fácil, puedo ponerme a mí mismo como ejemplo. 

Quienes han leído mi biografía, Los lobos cambian el río, saben que tuve una relación con mi padre muy distante. Era un hombre sabio y bondadoso, pero con una timidez tan acusada que ni siquiera se comunicaba con sus propios hijos. Yo esto lo percibía como falta de amor o rechazo, y llevé esa herida hasta bien entrada la edad adulta.

Muchos apegos y hábitos que me perjudicaban eran consecuencia de ese trauma del que no tenía plena conciencia. Deseaba agradar y ayudar a todo el mundo, hacerme imprescindible, y desplegaba una generosidad tan exagerada que, por mucho dinero que ingresara, siempre estaba endeudado.

Charlando sobre mi adicción a complacer, el psicólogo Antoni Bolinches me dijo: «A quien le falta el amor de niño, de adulto lo intenta comprar poniéndose al servicio de los demás».

Esa visión fue reveladora, porque puso de relieve cómo mi niño interior herido seguía condicionando mi vida adulta. Ese fue el primer paso para liberarme de una inercia que, además de llevarme a la ruina, generaba relaciones de desigualdad que a menudo acababan siendo tóxicas.

Puedo dar fe del sufrimiento que provoca no haber comprendido y sanado al niño interior, motivo por el que valoro sobremanera el manual que el terapeuta Jordi Gil ahora pone en nuestras manos.

Hace años que asistí al nacimiento de Aprende a cuidar de tu niño interior, un libro que el autor ha ido completando y perfeccionando a lo largo de media década. Un trabajo exhaustivo que ha dado como fruto una obra muy clara y práctica, al alcance de cualquier lector, para sanar esa parte tan vulnerable como poderosa de nuestra personalidad.

¿Qué beneficios obtendremos de este libro?

El psiquiatra canadiense Éric Berne, creador del análisis transaccional que se menciona un par de veces en este manual, afirmaba que nuestro niño interior está centrado en los impulsos inmediatos y en la consecución de deseos. Sus carencias y necesidades marcan el guion de nuestra vida adulta, por lo que conocerlo y cuidarlo nos permitirá cambiar el argumento de nuestra vida.

Doy gracias a su autor por brindarnos esta importante herramienta en forma de libro.

FRANCESC MIRALLES