Tienes en tus manos un libro con una génesis extraña, que ha regresado de entre los muertos.
En 2011, mi cuento A Puddle of Blood apareció en una antología canadiense llamada Evolve Two: Vampire Stories of the Future Undead. Estaba protagonizado por Domingo, un recolector de basura y, Atl, una vampiresa. Había jugado con la idea de ambos personajes durante un tiempo y los reuní para este breve encuentro. Después, me interesó utilizar la historia como trampolín para una novela y escribí Ciertas cosas oscuras.
Crepúsculo había sido un gran éxito en 2005, pero cuando Ciertas cosas oscuras circuló entre los editores, el mercado ya se había desangrado. Para empeorar las cosas, era un libro extraño. Era un noir —lo llamo néon-noir— ambientado en una Ciudad de México alternativa. Los editores estaban perplejos. Encontramos a una editora joven y enérgica a la que le gustó y la novela se vendió a Thomas Dunne Books y se publicó en 2016.
Justo cuando iba a salir a la venta, hubo una reorganización y unos recortes de personal en Thomas Dunne. Ciertas cosas oscuras y mi otra novela que tenían contratada quedaron huérfanas. Rápidamente dejaron de estar a la venta.
Entonces el libro pareció adquirir una extraña segunda vida. Seguía apareciendo en las listas de libros recomendados. La gente me enviaba correos electrónicos cada semana preguntando dónde podían encontrar un ejemplar. Un amigo me dijo que la edición de tapa dura costaba 150 dólares en eBay. Tenía la sensación de estar presenciando el nacimiento de un libro de culto, algo de lo que se hablaría en los años venideros pero que nunca se volvería a imprimir.
Sin embargo, algo estaba sucediendo al mismo tiempo que mi libro desaparecía: el terror parecía estar recuperando popularidad. Se anunció Nightfire que era, maravilla entre maravillas, un sello de terror de una gran editorial. Y, de repente, Ciertas cosas oscuras, que había sido colocado discretamente en su ataúd y almacenada, volvió a la vida.
Pero también ocurrió algo más mientras escribía este libro: murió Germán Robles, a quien está dedicada esta obra. Robles interpretó al conde Karol de Lavud en un par de películas mexicanas de terror. En los años 90, estuvo actuando en la obra de teatro La dama de negro. Lo vi en el escenario y después conseguí su autógrafo. Robles inspiró varios personajes de mis cuentos, entre ellos el vampiro de Stories with Happy Endings y el vampiro Bernardino de Ciertas cosas oscuras.
De pequeña, pasaba mucho tiempo viendo películas mexicanas en blanco y negro. Había de todo, desde comedias hasta películas noir, y veía de corrido cuatro o cinco películas en un fin de semana. Me gustaban Christopher Lee, Peter Cushing y Vincent Price, pero me encantaba Robles.
Mis amigos de la escuela dicen que cuando era adolescente les decía que me iba a convertir en vampiresa. No lo recuerdo, pero me lo creo. Era una tipa rara. Ponía Bauhaus a todo volumen, llevaba a Truman Capote bajo el brazo, intentaba aprender francés por mi cuenta debido a Baudelaire y estaba enamorada de Robles. No de forma romántica, como en Crepúsculo, sino enamorada del mundo en blanco y negro que él habitaba. Ya no se hacen películas como entonces. Y ya no te enamoras del nitrato de plata, pero yo sí. Me encantaban los sets tan falsos de sus películas, las sombras y las tomas en las que miraba con desdén a la cámara.
Si había una celebridad a la que siempre quise conocer, era Robles.
Mi esposo vivía cerca de un café donde Robles cenaba a menudo con sus amigos. Supongo que podría haberlo esperado allí, pero eso me parecía acoso. Y no quise hacerlo porque hay una diferencia entre el actor y el personaje al que encarna. Entendí la separación.
Le dediqué el libro a Robles después de preguntarle a mi esposo si le parecía demasiado fanática. En mi mente pensé que escribiría: «A Robles, el vampiro», y cuando saliera el libro le enviaría un ejemplar por correo. Tal vez no hubiera podido leerlo (no sabía si hablaba inglés) o tal vez no le hubiera importado.
«Tiene ochenta y tantos años», le dije a mi esposo. «Debería terminar el libro rápido, ¿y si se muere?».
Y entonces, por supuesto, se murió. Antes de que saliera el libro.
Solo he llorado por la muerte de un famoso. Por la de Robles.
Ciertas cosas oscuras ha vuelto y sigue dedicado a Germán Robles. Me gusta pensar que él tuvo algo que ver con su resurgimiento, ya que nunca pudo quedarse dentro de su ataúd.
Si miras al final de este libro, encontrarás nuevo contenido extra creado para esta edición. Espero que disfrutes del regreso de los vampiros.
Silvia Moreno-García
14 de agosto de 2020