Gracias a mi agente, Eddie Schneider, y a la editora que originalmente compró este manuscrito, Quressa Robinson, por ayudar a dar vida a este libro. Gracias a Kelly Lonesome y al equipo de Nightfire, que lo trajeron de vuelta de entre los muertos.
Gracias a David Bowles por corregir el náhuatl empleado en la novela.
Gracias también a mi madre por dejarme ver películas de terror a altas horas de la noche, gracias a mi bisabuela por narrarme películas de terror, gracias a mis hijos por tener paciencia conmigo cuando escribo y me alejo.
Gracias, por último, a mi esposo, quien es mi primer lector y para quien escribo. Él es la sal de cada plato que pruebo.