EL ESTUDIO

Espacio de trabajo

Lo ideal es disponer de un espacio permanente, como una habitación o un rincón concreto donde se tengan a mano todos los materiales, ya que se tratará de un lugar donde se pasen muchas horas dibujando.

La fuente de iluminación deberá ser preferentemente natural, y se contará con una buena mesa y una silla cómoda.

A la hora de comprar una lámpara o un flexo, hay que tener en cuenta que el tipo de luz influirá en los colores que se utilicen, por eso es recomendable trabajar siempre en las mismas condiciones. Si se considera una temperatura de color de 3000 K como referencia, las bombillas por encima de esa cifra emitirán luz fría y azulada, mientras que las que estén por debajo proporcionarán una luz más cálida y amarillenta. Lo ideal es buscar un punto medio para evitar la distorsión de los colores debido a una percepción errónea del valor tonal.

Para evitar la tendencia a inclinarse sobre el dibujo, se puede trabajar sobre un plano inclinado, pues obliga a sentarse recto, algo que agradecerá la espalda. La mesa debe tener unas proporciones generosas para poder acomodar la superficie que se ilustra, los materiales, los modelos y un ordenador.

Sema Martin en Unsplash

Dado que la humedad puede estropear el papel y echar a perder muchas horas de trabajo, será primordial contar con un lugar seco para guardar los dibujos. Las condiciones ideales podrían ser una temperatura de entre 15 y 25 °C y una humedad relativa de entre el 40 y el 60 %, con una variación gradual entre estaciones del 10 %. Aunque la oscuridad retrasa el daño causado por la luz, hay que evitar un lugar demasiado apetecible para insectos, roedores u hongos. Otra buena costumbre es no comer nunca en el lugar de trabajo y mantenerlo limpio y ventilado.

Materiales

Dependiendo de la técnica utilizada, se necesitarán unos materiales u otros, pero hay algunos básicos que se deben tener siempre a mano. Dentro de lo posible, es recomendable emplear materiales de buena calidad; aunque parezcan caros, a la larga vale la pena. Si bien un coste elevado no siempre es sinónimo de calidad, puede darnos una idea aproximada; conviene sospechar de los materiales extremadamente baratos.

El uso de materiales de calidad, ya sean lápices, pinceles, colores fabricados con buenos pigmentos o incluso una tableta digital con alta sensibilidad, redundará en una labor mucho más sencilla (técnicamente hablando) y en unos resultados más profesionales.

La experiencia es un grado, así que cuantos más materiales conozca el ilustrador, más opciones tendrá a la hora de escoger aquellos que lo ayuden a alcanzar su objetivo de la manera más eficiente o, en el caso de la técnica mixta, a manejar las mezclas oportunas.

Papel de esbozo.

Ryumin Maksim/ Shutterstock

Papel vegetal.

MATERIAL IMPRESCINDIBLE PARA ESTUDIOS Y BOCETOS

Básicamente se necesitan lápices de grafito, goma de borrar, un afilalápices y papel, pero hay otras herramientas que en ocasiones resultan de gran utilidad.

Para elaborar estudios previos y trabajar en los bocetos preliminares sirve casi cualquier tipo de papel. Lo mejor es utilizar uno de tamaño A4 o A3, con poca textura (grano fino) y un gramaje no inferior a 80 g/m2. No es recomendable usar un papel excesivamente satinado o con acabados brillantes (como algunas hojas de impresora), ya que el grafito no se adherirá bien a la superficie.

Conviene tener a mano papel vegetal o cebolla, que se puede encontrar por pliegos de diversos tamaños o en rollo, con un gramaje que varía entre 45 y 200 g/m2. Resulta muy versátil, y el de menor gramaje es el más adecuado para calcar por tratarse del más translúcido. Se empleará para transferir los bocetos definitivos al papel del arte final, independientemente de la técnica gráfica o plástica elegida. Además, es muy útil para hacer correcciones: en vez de borrar, se puede ir modificando el dibujo por encima con nuevas capas de papel, dejando así un registro de todo el proceso. Tal vez en alguna ocasión se quiera deshacer algún paso y volver atrás, pero si se ha ido rectificando con la goma no será posible; en cambio, si se ha ido modificando el boceto en diferentes capas de papel vegetal, bastará con recuperar aquella en la que esté el dibujo deseado.

Mesa de luz.

Este papel también está indicado para redefinir detalles del boceto preliminar, montar el arquetipo (modelo recreado) del objeto de estudio o cambiar posiciones de algunos elementos, por ejemplo, de las patas de insectos o artrópodos, para ver cuál casa mejor con la composición de la ilustración. Asimismo sirve como máscara para proteger el papel de trabajo (aunque en este caso se puede emplear otro más barato) o incluso como soporte para el arte final si se trata de una ilustración terminada en grafito o en tinta, en cuyo caso es preferible un papel vegetal de mayor gramaje (a partir de 200 g/m2).

Siempre se pueden hacer las transferencias con papel vegetal (por ejemplo, mediante el clásico método de colocar el papel sobre el cristal de la ventana), pero se aconseja encarecidamente el uso de una mesa de luz, comprada o fabricada en casa. No se necesita más que una fuente de luz y una superficie translúcida entre la luz y el papel que soporte y permita realizar transferencias directas.

Minas de grafito: En barra, recubiertas de madera, en portaminas mecánicos o en lápices, como resulte más cómodo. Los portaminas mecánicos tienen la gran ventaja de conservar el grosor de la línea, lo que permite trabajar los contornos de manera muy precisa. Se emplean los lápices de grafito para hacer los primeros estudios y bocetos, para pasar las líneas definitivas a las superficies de trabajo y, en ocasiones, para realizar el arte final. Es aconsejable tener como mínimo cuatro durezas diferentes: 2H, HB, 2B y 4B. Los más duros (H) serán adecuados para los trabajos más precisos, y los más blandos (B), para sombrear y marcar contrastes.

Afilalápices: Manuales, mecánicos o eléctricos, entre una infinidad de posibilidades. Algunos ilustradores prefieren emplear una cuchilla o incluso una lija para sacar punta a los lápices.

Gomas de borrar: Aunque existe una amplísima variedad, es preferible usar gomas blandas que no dañen el papel. Una muy recomendable es la goma moldeable, con la que se pueden levantar zonas muy concretas de grafito, convirtiéndose así en una herramienta más de dibujo. Como con el caso de los afilalápices, hay gomas manuales, mecánicas, portagomas, etc. Vale la pena dedicar un tiempo a buscar aquella que mejor se adapte a nuestras necesidades.

Difuminos y esfuminos: Bastoncillos de papel prensado y enrollado que sirven para suavizar los trazos de grafito. Cuando la punta está muy sucia, basta con desenrollarlos, cortarlos o lijarlos para utilizarlos de nuevo por la parte limpia.

Guantes de algodón o máscara de papel: Aconsejables para mantener la hoja de trabajo limpia. En el caso de los guantes, se puede cortar la punta de los dedos índice y pulgar para tener más sensibilidad al sostener el lápiz, el pincel o el material que se vaya a utilizar. El objetivo es evitar que la mano desnuda roce la superficie de trabajo dejando sudor y grasa. Para la máscara se puede emplear cualquier papel, como por ejemplo folios viejos o papeles baratos (siempre por la cara que no tenga tinta ni restos de pintura).

Tipos de textura en el papel: grano grueso, grano medio y satinado.

TIPOS DE PAPEL PARA LAS DIFERENTES TÉCNICAS PICTÓRICAS

Las tiendas de material de bellas artes ofrecen tres tipos básicos de papel con los que trabajar: cold press de grano grueso, cold press de grano medio y hot press de grano fino, o satinado. Debido a su práctica ausencia de textura, el papel satinado es el que se utiliza por norma general en la ilustración científica, ya que permite obtener una gran finura en el detalle.

En cuanto a la composición, se recomienda descartar los papeles ácidos, ya que amarillean con el paso del tiempo. Lo ideal es emplear un papel cuyo pH se encuentre entre 7,0 (neutro) y 8,5, es decir, alcalino, no ácido. La naturaleza del papel debe escogerse en función de la técnica: de celulosa y algodón para materiales de trazo (lápiz de grafito, color, etc.) o de algodón para tintas acuosas (por ejemplo, acuarela). Si se trata de un trabajo en técnica seca, como el grafito o los policromos, conviene utilizar un papel de gramaje menor, como por ejemplo 180 g/m2. Si se va a trabajar con una técnica húmeda, como la acuarela, el gouache o el acrílico, el papel deberá ser como mínimo de 300 g/m2.

Los papeles de color pueden dar buen resultado en el caso de fondos coloreados para crear efectos o para trabajar contrastes de color, sobre todo con medios opacos como el gouache, el pastel seco, el acrílico o el óleo. No conviene utilizarlos con la acuarela, que al ser transparente dejará ver el color del papel a través de las capas de pigmento.

Martín pescador (Alcedo atthis)

Esperanza Jiménez Martínez

Lápices de color sobre papel Bristol

2019

El papel Bristol, también conocido como «papel superblanco» por contener abrillantadores ópticos que absorben la luz ultravioleta e incrementan la cantidad total de luz azul reflejada, lo que da una apariencia de papel blanqueado, consiste en una cartulina sin revestimiento, con acabado de máquina, que puede clasificarse por el número de capas o, en Europa, por su gramaje, de 220 a 250 g/m2. Normalmente es blanco, aunque también se fabrica en diferentes colores. El papel Bristol de una capa es lo suficientemente delgado para ser translúcido, pero los más populares son los de dos y tres capas. El acabado de la plancha es tan suave como el vidrio, idóneo para la pluma y la tinta.

El papel de Coquille, también conocido como «tablero de punteado», tiene una textura granulada. Usado con lápiz de carbón, policromos o pastel, puede crear un patrón similar al de la técnica de stippling o punteado, pero en mucho menos tiempo. Da muy buen resultado en las ilustraciones de huesos o de animales y plantas con texturas ligeramente granuladas, como un sapo o un coleóptero con la superficie llena de poros.

La cartulina para scratch (scratchboard), también llamada grattage, está compuesta por tres capas: una base de cartón u otro soporte rígido, una capa intermedia de yeso y una última de tinta negra que se va rascando para que el dibujo vaya apareciendo en blanco a medida que el yeso queda al descubierto.

El papel de poliestireno de alto impacto (opaco), también conocido como HIPS, PSAI o «film de poliéster (translúcido)», suele emplearse para trabajos realizados con tinta o con carboncillo en polvo (carbon dust).

Olea europaea

Iara Chapuis

Grafito sobre papel de Coquille

2021

MATERIALES ESPECÍFICOS EN FUNCIÓN DE LA TÉCNICA

Se ofrecen aquí algunas notas sobre los principales materiales que exigen las diversas técnicas. Volveremos a ocuparnos de este asunto más adelante, cuando expliquemos en detalle las características de cada una de las técnicas.

Tinta: La más empleada en ilustración científica es la tinta china. Para aplicarla se necesita una plumilla o bolígrafos técnicos de diferentes grosores, aunque también se puede trabajar con pinceles. Es recomendable que sea a prueba de agua (waterproof). Si se pretende utilizarla con un aerógrafo, hay que asegurarse de limpiarlo muy bien después, pues de lo contrario los residuos de la tinta terminarán obstruyéndolo.

Lápices de colores o policromos: Al tratarse de un medio seco, no precisa de pinceles ni de agua, pero sí de una amplia variedad de colores, pues la capacidad de mezcla de unos con otros es más limitada que con las técnicas citadas a continuación. Otra posibilidad son los lápices «acuarelables», que permiten trabajar a trazos o con pincel si se les añade agua.

Acuarelas: Son una de las opciones más comunes para dar color a las ilustraciones científicas. Su cualidad más destacable con respecto a las otras técnicas es su transparencia. Se pueden encontrar en pastilla, en tubo o líquidas. También se necesitan pinceles, un par de recipientes para el agua, una paleta, un vaporizador si se usan en tubo (los colores se secan muy rápido en la paleta), un paño que no suelte «pelillos» o papel secante, así como líquido de enmascarar para reservar el blanco.

Eucalyptus globulus

Camilo Enrique Maldonado

Lápices de color

ILLUSTRACIENCIA 6

2018

Naturalmente enemigos: Ocerya purchasi y Rodolia cardinalis

Benjamín de Andrés Cuesta

Tinta

ILLUSTRACIENCIA 4

2016

Cucumis melo ciuccio

Giovanni Cera

Acuarela

ILLUSTRACIENCIA 9

2021

Gouache o témpera: A diferencia de la acuarela, es un medio opaco, también al agua, y aunque en las ilustraciones científicas no es tan habitual, resulta igualmente versátil. Puede utilizarse en combinación con la acuarela y, como con esta, se necesitarán varios pinceles, botes para el agua, una paleta, un vaporizador y un paño o papel secante.

Acrílico: Es otro medio opaco al agua y que, a diferencia del gouache, una vez que se han secado las resinas que lo componen (algo que ocurre muy rápido), permanece inalterable. Además de pinceles, agua, un paño y una paleta, se necesita gesso para preparar la superficie de trabajo y varios medium, que son una serie de aditivos que alteran las características del acrílico. Entre los medium destacan el retardante de secado; el gel, que aumenta la transparencia; el mate, que le da un aspecto más apagado, y el gloss, que potencia el brillo. Esta técnica se utiliza a veces combinada con acuarela o con gouache y es muy útil para realizar murales o grandes pinturas de fondo en montajes expositivos.

Óleo: Al contrario que los medios anteriores, no es soluble en agua y precisa de disolventes como la esencia de trementina o el óleo. Como en el caso del acrílico, es necesario imprimar la superficie de trabajo con una capa de gesso o con papeles impermeabilizados. Cuando las capas son muy gruesas tarda mucho en secar, lo que permite hacer transiciones muy suaves entre diferentes capas. No es una técnica muy común en ilustración científica, aunque hay artistas que la utilizan para pintar grandes cuadros de escenas de vida salvaje (pintura naturalista).

Andradita

Marija Navernik

Gouache

ILLUSTRACIENCIA 5

2017

Azucena atigrada (Lilium lancifolium)

Lucía Gómez Serra

Óleo sobre lienzo

ILLUSTRACIENCIA 2

2014

INSTRUMENTOS DE MEDIDA

Reglas, escuadra y cartabón: Son útiles sobre todo al preparar la composición de la imagen, para medir los márgenes y encuadrar la ilustración, y, por supuesto, para calcular las escalas, un paso imprescindible en muchos trabajos de ilustración científica. Cuando se tomen fotografías, se recomienda situar una regla cerca del objeto (o una referencia estándar, como por ejemplo una moneda) para registrar la escala en la imagen.

Compás: Además de para el uso común de trazar círculos, es una herramienta muy útil para dibujar elementos a escala, ya que, como el divisor proporcional, sirve para tomar medidas, aunque con menos opciones a la hora de modificar las escalas. Cuando se emplea el compás para tomar las medidas del objeto y trasladarlas al papel, hay que hacerlo siempre en el mismo plano y desde la misma distancia, pues de lo contrario se cometerán errores de proporción y perspectiva.

Divisor proporcional: Es una herramienta muy útil cuando se quieren hacer dibujos cambiando la escala, pues toma la medida real y después proporciona una escala determinada en función de la altura a la que se regule. Por ejemplo, si se desea dibujar un objeto con la mitad de su tamaño, basta regular el divisor a esa escala para que, por el extremo opuesto, proporcione la mitad de cualquier medida que se tome.

UTENSILIOS PARA EL MANEJO DE ESPECÍMENES

Objetos para sostener las muestras: En ocasiones es preciso colocar en una posición determinada aquello que se va a dibujar y fijarlo durante un tiempo. Para ello se puede utilizar una parte de la goma moldeable (al terminar se vuelve a fusionar con el resto), un trocito de cera, un corcho… Para sujetar flores también sirven los tubos de ensayo o recipientes similares con algo de agua para que aguanten un poco más.

Pinzas y agujas: Para manipular muestras muy pequeñas, como flores o insectos.

Lupa de mano o microscopio estereoscópico binocular: Permiten ampliar el tamaño de las muestras en el caso de trabajar con especies difíciles de observar a simple vista debido a su pequeño tamaño o a su complejidad estructural.

En los materiales se invierte mucho dinero, algo que debes tener presente al calcular tus presupuestos. Te proponemos que anotes en una lista todas las cosas que vayas comprando (incluido el equipo informático, la cámara de fotos, etc.) para desarrollar tus ilustraciones. Cuando veas el total, seguro que no se te olvida añadir en el presupuesto de tus próximos trabajos una fracción proporcional del gasto de materiales (amortización, costes de desgaste y manutención).

Diferentes elementos que se pueden emplear para sujetar organismos.

Cráneo dibujado a la mitad de su tamaño usando un divisor proporcional.