Lo único que me faltaba ya hoy es ver a Ashley colocarse delante de todo el mundo en el altar para soltar un discurso. Eso me pone bastante más difícil cumplir mi propósito de no mirarla. Aunque ya me había traicionado a mí mismo unas cuantas veces antes de este momento, mientras captaba sin querer mi atención yendo y viniendo para recolocar la larga cola del vestido de Emily cada vez que esta se mueve. Está muy atenta a su cometido como dama de honor, y eso ha garantizado que no me pillara ni una sola vez con los ojos fijos en ella. Mejor. No sé qué me pasa. Después de dos largos años sin saber de ella, no debería importarme si le duelen los pies con esos tacones.
El vestido que lleva deja toda la espalda al aire y se ciñe a la curva de sus caderas como una segunda piel. El pelo recogido atrás, con unos cuantos mechones sueltos desordenados, deja ver el tatuaje de su nuca, y me pregunto si en este tiempo se habrá hecho alguno más.
Se gira y permite a todos los presentes contemplarla de frente, parada delante de un pequeño púlpito. Y Scott tenía razón, porque Ashley está preciosa y no creo que sea solo por efecto de su vestido de dama de honor.
No tenía que haber venido. Tenía que haberle puesto una muy buena excusa a Scott. No estoy preparado para enfrentar esto. Me da miedo ponerme a recordar. Me aterroriza que verla no me deje indiferente.
Vale, solo tengo que conseguir relajarme y la presencia de mi ex no me afectará lo más mínimo. Ella lleva ya mucho tiempo sin afectarme.
La oigo hablar como si estuviera muy lejos de mí, como si todo esto fuera un sueño, en el que lo que sucede a tu alrededor, a ratos, resulta borroso y confuso. Sé que está soltando un discurso enternecedor, y no para de hacer reír a los presentes, pero yo no puedo centrarme en eso. No, porque no quiero preguntarme si en el fondo había echado de menos su voz, y tampoco quiero darme cuenta de que no había olvidado en absoluto su timbre, ni la cadencia de su risa.
Siento un par de ojos observándome muy de cerca y tengo que girar la cara para enfrentar la mirada de Lynn. Sé lo que está pensando. Y quiero alejar las dudas, así que le sonrío y pongo la mano sobre sus piernas hasta alcanzar la suya y entrelazar nuestros dedos, para darle el mensaje de que no tiene que preocuparse por nada; de que no hay necesidad de estar celosa; de que Ashley Bennet no me afecta en absoluto. Ojalá estuviera tan seguro de verdad.
Cuando los dos devolvemos la mirada al frente, Ash se está secando las lágrimas cuidadosamente con las yemas de los dedos, y puedo ver que todas sus amigas hacen lo mismo. Pasear la mirada por los ojos vidriosos de mi exnovia me muerde el corazón, y siento el impulso de pasarle los pulgares por las mejillas y besar sus párpados húmedos. La fuerza de la costumbre.
Tengo que salir de aquí. Miro a ambos lados, pero no hay escapatoria. No hasta que acabe la ceremonia y puedan besarse los novios. Está diciendo no sé qué de morirse de amor literalmente. Y yo sí que voy a morir literalmente si esto no se acaba de una vez.
Está bajando del altar y creo que voy a poder volver a respirar de un momento a otro, pero entonces, asomando por el borde de su vestido, en su costado, veo la letra «F» de un tatuaje que conozco mejor que el mío.
«Pero no me lo hice por Tyler, Cam.»
No se lo hizo por Tyler. Tampoco se hizo por Tyler el de la muñeca izquierda. Por Tyler no se marcó la piel. Y, sin embargo, hizo algo mucho más grandioso por Tyler Sparks. Algo mucho más trascendente, algo que sí marcaría la diferencia en el mundo, en mi mundo: por Tyler Sparks me rompió a mí el corazón.
—Pensaba que nunca te pillaría a solas para hablar de nuestras cosas —dice Tyler al aparecer por sorpresa a mi lado. Me rodea los hombros con un brazo—. Esa preciosidad tuya no te deja a sol ni a sombra, ¿eh?
Hago una mueca y me aparto de su abrazo, empujándolo con el hombro.
—Y tú, ¿dónde has abandonado a Sue?
—Sue es un alma libre. Estará hablando hasta con las plantas, o a lo mejor está haciéndole mimos al niño. No sé qué le pasa a la gente cuando se cruza con un bebé, ahora va a pasarse semanas pidiéndome uno.
—Pues cómpraselo, tío, que nunca tienes ningún detalle con ella.
Se ríe con mi chiste y choca su botellín de cerveza con mi copa. Yo ya estoy bebiendo gin-tonic de la barra libre que han montado tras la cena. Por lo menos los novios tuvieron el detalle de sentarnos a Ashley y a mí en mesas diferentes. Espero que Scott sepa que se lo agradezco, aunque no vaya a decirlo en voz alta.
—¿Dónde se ha metido Lynn? ¿No sabe que hoy debería vigilarte por si alguien se te acerca demasiado?
—Cállate.
Mi novia tiene fama de celosa entre mis amigos. No sé muy bien por qué. A ver, claro que le molesta si me ve con otras chicas, pero eso es normal, ¿o no? Y el verdadero problema es que esta noche a lo mejor tiene motivos para estarlo. Puede que mis ojos estén barriendo el gentío demasiado a menudo, apartándose de los suyos. Puede que sí. Pero ahora ella está con Vanessa, no sé exactamente en dónde, y yo puedo controlar mi alrededor para asegurarme de estar bien lejos de la única persona con la que no quiero cruzarme.
Creo que la persona a la que me refiero tampoco quiere cruzarse conmigo, y es por eso que lleva toda la noche pegada a Caleb Braxton. ¿En serio? Y lleva unas cinco canciones bailando con él, después de haberse pasado un rato muy largo charlando en la barra como si fueran amigos de toda la vida. Y yo no debería saber estas cosas porque no debería estar tan pendiente de cada cosa que hace.
—Si no quieres una escena de celos será mejor que dejes de mirarla, colega.
Tyler me devuelve a la realidad y me giro hacia él, con cara de pocos amigos.
—¿A quién? —Me hago el despistado.
—A quién —repite con una sonrisa burlona—. Venga ya, Cam. No sé si es por orgullo o porque realmente eres tonto, pero estás empeñado en perder lo mejor que te ha pasado en la vida. Mira, estoy loco por Sue, ¿sabes? Me encanta, me hace muy feliz, pero es que si Ashley Bennet me hubiera mirado una sola vez como te mira a ti, te puedo asegurar que no estaríamos aquí. Y me parece injusto que tú puedas tener eso y lo desprecies como si nada. Te eligió a ti, no una vez sino dos. Y apuesto a que lo haría una tercera, si tuviera la oportunidad.
—Quiero que cierres la boca ahora mismo —gruño cuando la sangre empieza a hervirme en las venas—. Ella ya no significa nada para mí.
Tyler pasa su peso de una pierna a otra y luego le da un trago muy despreocupado a su cerveza.
—Me perdonaste a mí. ¿Por qué te cuesta tanto perdonarla a ella?
Doy media vuelta y me alejo, con su pregunta repitiéndose en bucle. «¿Por qué te cuesta tanto perdonarla a ella?» Con Tyler... no es que hayamos recuperado del todo la relación de antes, pero, muy a mi pesar, la realidad es que entendí por qué lo hizo. Es que yo habría hecho lo mismo de estar en su lugar. Porque entendía lo que era estar perdidamente enamorado de Ashley Bennet. Pero ella... ella se suponía que tenía que estar perdidamente enamorada de mí.