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UN SACERDOTE APOCADO, UN SOCIÓPATA OBESO Y UN ASTRÓLOGO ITALIANO UNEN SUS FUERZAS PARA DERROTAR A UNA CABRA DE LA FALANGE.

Bueno, pues hoy he visto

EL DÍA DE LA BESTIA

y os voy a contar un poco.

La película va de un cura que pretende hacer todo el mal que pueda porque va a nacer el Anticristo. Por eso le roba las limosnas a los mendigos, maldice a los moribundos, empuja a un mimo por las escaleras, que no lo mata porque los mimos rebotan, raya coches… Mal, lo que se dice mal, no hace, pero causa molestia. Lo que va pudiendo el hombre con lo poquita cosa que es.

Para encontrar al demonio va a una tienda de discos heavy y se junta con el dependiente, José María, que está gordo como un espeto de orcas. Es de esas personas que se sientan en un banco a señalar a los runners con un churro. Y lleva la melena como una tempura de acelgas. Es un haiku el chiquillo.

El dependiente este lleva al cura a una pocilga de pensión que regenta su madre, una mujer de carácter checheno oriental que está deseando cruzarse con un delincuente para matarlo con el hacha de decapitar conejos. Es el Castigador con rulos.

Entonces el cura ve por la tele a un vidente italiano que hace exorcismos de niños. Bueno, hay que decir que el niño después del exorcismo tiene la misma cara de sabandija siniestra que antes. Y secuestran al médium para invocar al diablo.

Para el ritual necesitan sangre de virgen y solo tienen a la novia del vidente, que a esa de virgen le quedan los villancicos. Ella intenta escapar pero la atrapan porque se va dando con las tetas en las puertas, que es lo que le da la calidad a la película.

Así que al final le sacan la sangre a una chiquina rubia que hay en la pensión, que es mocita de posguerra. La muchacha no puede ni soplar un canelón sin besar la estampita de Santa Justina de Padua. Que la madre del heavy cuando ve al sacerdote con la sangre le arrea una murga de hostias que le quita la mitad de los puntos de vida y le baja el Carisma.

Luego hacen un mejunje con sangre, tripis y pan bimbo y ven una cabra negra andando como Chiquito de la Calzada. Claro que con el viaje que se han metido podrían ver la ecografía de Espinete.

El heavy boliche ya de por sí es de temperamento jovial y desenfadado. Vamos, que cuando el cura le dice que ha matado a su madre, él contesta que le suda los chichones. Pero con el cebollón de LSD es que se mea de risa mientras se descuelga por las cornisas y se lía a tiros con los Reyes Magos. Persona que se cruza, persona que se come una hostia. Es un espíritu libre.

Y mientras tanto el cura sigue con sus investigaciones, llevándose una paliza en cada sitio que pisa el pobre hombre. Al final se mete en un garito heavy y si ya iba tostado de hostias, allí lo gratinan.

Después de todo resulta que los servidores de Satán son Borjamari y sus pocholos, unos pijos de Aravaca que dan palizas a inmigrantes y mendigos.

El guion está muy bien porque el cura es como un hidalgo propenso al apaleamiento y el heavy es un Sancho Panza de suburbio. Es la versión quinquillera de El Quijote.

Te la recomiendo si te gusta señalar a los runners con un churro o tener un carácter checheno oriental.