§1.1 Sintaxis: orden, desorden y sus infinitas posibilidades

Lo que en Redacción sin dolor llamamos sintaxis tiene que ver con el orden de las palabras en la oración y cómo se combinan para expresar ideas. Las oraciones en español suelen seguir de manera natural cierta sintaxis, cierto orden, que se altera con mucha frecuencia por razones de variedad, claridad y eufonía. No hay una sintaxis única que sea correcta, sino que existen ciertas disposiciones —o modos de organizar nuestras palabras y frases— que se antojan más naturales que otras. Pero si repitiéramos siempre las mismas estructuras en nuestros escritos, el lector se aburriría pronto y no seguiría leyendo. Además, puede ser que en ocasiones muy especiales no deseemos que lo escrito parezca natural sino extraño o re­buscado. Cuando esto se hace intencionalmente y con maestría, se logran efectos inesperados. Solo hay que pensar en la poesía, donde suele jugarse con el orden de las palabras precisamente para provocar estos efectos. Como ejemplo extremo de una sintaxis retorcida está la siguiente estrofa de la «Fábula de Polifemo y Galatea», de Luis de Góngora y Argote, que data de 1613:

De este, pues, formidable de la tierra

bostezo, el melancólico vacío

a Polifemo, horror de aquella sierra,

bárbara choza es, albergue umbrío

y redil espacioso donde encierra

cuanto las cumbres ásperas cabrío,

de los montes, esconde: copia bella

que un silbo junta y un peñasco sella.

Por las dos estrofas anteriores a esta (las cuales no se han puesto aquí) sabemos que se trata de la cueva donde vive el famoso cíclope, pero creo que muy pocas personas —hayan vivido en el siglo XVII o vivan en el XXI— han comprendido cabalmente el sentido de esta octava real a primera vista. Su música poética es innegable; la belleza de las imágenes también. ¿Pero qué significa? Tendríamos que desenredar la sintaxis para tener una mejor idea de lo que cuenta. Ensayemos otra sintaxis, en prosa, para ver si nos resulta más comprensible:

Pues este formidable bostezo de la tierra, este melancólico vacío, es la bárbara choza de Polifemo, el horror de aquella sierra. Es albergue umbrío y redil espacioso, donde Polifemo encierra todas las cabras que cubren las ásperas cumbres del monte: esa bella abundancia que se junta con un silbido y que se sella tras un peñasco.

Después del desenredo, si uno vuelve a leer la octava real de Góngora, puede apreciar la poesía en toda su magnificencia: uno de los momentos cumbre de la literatura en lengua española. Pero Góngora no será modelo para nosotros. No hay nada más lejos de lo que en este libro buscamos. Se cita aquí porque es un ejemplo extremo de cómo puede manipularse la sintaxis para provocar efectos especiales. Mas, por lo general, cuando escribimos buscamos precisamente lo contrario: claridad y precisión. No queremos que el lector tenga que desenredar lo que escribimos, como si fuera un acertijo, sino que lo comprenda de inmediato sin esforzarse en exceso y, además, con gozo.

Aun así, sucede con frecuencia que en nuestros escritos se juntan algunos vocablos que —incluso en un orden natural— pueden causar confusiones. En situaciones así, debemos replantear la oración, cambiar su sintaxis, para que esto no suceda. También cabe la posibilidad de que disuenen algunas palabras organizadas de manera natural, lo cual puede producir cacofonías. Muchas veces esto se evita con solo cambiar el orden de las palabras de la oración. Para decirlo de otro modo, si sabemos cómo suelen construirse las oraciones en español, podremos manejarlas no solo para evitar problemas, sino también para que su sentido se transmita con absoluta claridad y fácilmente. Con un poco más de práctica —y si se dispone del talento— uno puede aprender a provocar sensaciones o reacciones específicas en quienes lo leen, gracias a cómo combina las palabras que elige con todo cuidado. Cuando esto se logra, se ha pasado del buen oficio al arte.

Lo primero es indispensable, y aunque no todos pretenden lo segundo, no resulta imposible o quijotesco aspirar a escribir con aquello que los críticos llaman malicia en el buen sentido del término: penetración, sutileza, ironía, sagacidad. Aquí se ofrecen las armas para la primera etapa; quien desee alcanzar la segunda podrá hacerlo si se lo propone. Y en este caso la lectura inteligente y gozosa desempeñará un papel fundamental.

§1.1.1 La oración

Lo que en este libro llamamos oración consiste en la unidad más pequeña de sentido completo en sí misma en que se divide el habla real.1 Dicho de otra manera, la oración consiste en una o más palabras que expresan una idea completa. Se ha dicho muchas veces que la oración es la unión de un sujeto y un predicado. Por ejemplo:

Yo leo libros de redacción en mis tiempos libres.

En letra negrita está el sujeto de la oración. La parte subrayada constituye el predicado (todo lo que no es sujeto es predicado). Si únicamente hubiéramos escrito el sujeto, Yo, no sería una idea completa. Veremos enseguida exactamente qué significan sujeto y predicado, pero basta aclarar ahora que no siempre será necesario cumplir con este requisito para tener una oración. Se trata de casos excepcionales, en realidad sencillos, pero que a veces causan confusión en quienes aprenden a redactar. Por esto se mencionarán ahora.

Si alguien dijera o escribiera, por ejemplo, «¡Qué horror!», no podríamos encontrar por ningún lado ni el sujeto ni el predicado, entendidos estos en términos tradicionales. Lo que sí tenemos es un fragmento de predicado, el cual insinúa al sujeto, así como al verbo principal. Si construyéramos esta exclamación con un sujeto y un predicado tradicionales, podríamos decir: «¡Esto es un horror!». Resulta evidente que las cargas emotivas de los dos planteamientos son distintas.

¡Qué horror!

¡Esto es un horror!

Lo anterior no significa, sin embargo, que el primero deje de constituir una oración; tampoco debemos entender que el otro, a pesar de contar con sujeto y predicado, sea mejor. Ambos poseen un sentido completo en sí dentro de su contexto. Lo mismo podría afirmarse acerca de «¡Aguas!» o «¡Fuego!».

No solo las exclamaciones pueden formar oraciones de una sola palabra sin sujeto. Hay una clase de oración que los gramáticos llaman unimembres, y son extremadamente comunes. Algunos ejemplos: Llueve, Nieva, Truena. Pueden construirse también con dos o más palabras, aunque siguen siendo unimembres gracias a que carecen totalmente de sujeto. Ejemplos: Llovió ayer; En Chihuahua nieva con frecuencia.

Las oraciones que poseen sujeto y predicado se llaman bimembres. Las oraciones bimembres se usan tradicionalmente para analizar cuestiones de sintaxis, y son las que veremos a lo largo de este libro.

§1.2 Oración bimembre: algunas estructuras

El orden natural, o lógico, de los elementos a que me he referido es el siguiente:

Sujeto (con su núcleo) + núcleo del predicado

+ complementos del predicado.

Insisto: no significa que esto sea el orden correcto o el mejor, sino el más común. Lo importante es darse cuenta de que alguien o algo realiza alguna acción, y que esta acción puede suceder en una o más circunstancias, y que estas acciones —además— pueden afectar la realidad de manera muy diversa. Dos ejemplos de este paradigma, en su orden más natural o lógico, podrían ser los siguientes:

El albañil aventó el bulto dentro del camión.

La hermana de tu novia me envía cartas largas todos los días.

Si dijéramos: El bulto dentro del camión el albañil aventó o Cartas largas me envía la hermana de tu novia todos los días, no sería incorrecto, sino únicamente un poco extraño o tal vez confuso. Una de las bellezas del idioma castellano radica en la enorme gama de posibilidades expresivas que nos ofrece, pero hay que aprender a controlarlas. Veamos ahora en qué consiste cada uno de estos elementos.

§1.3 El sujeto, planteamiento preliminar

El sujeto de la oración realiza la acción del verbo. Puede ser una sola palabra, como en el caso de nombres propios o pronombres (como Juan, María, Pedro, ellas), o varias palabras (como Los emisarios del pasado o Quien llegó tarde). En estos ejemplos los sujetos están escritos con letra negrita:

Mauricio pinta.

Llegan a la cárcel muchas personas inocentes.

Quien suele mentir puede olvidar la verdad.

Como se ve, no es necesario que el sujeto aparezca antes que el predicado, el cual siempre será el resto de la oración (los predicados están subrayados en estos ejemplos). En el primer caso, quien pinta es Mauricio. Por eso decimos que Mauricio realiza la acción del verbo, y por eso es el sujeto. En el segundo caso, debemos preguntarnos quiénes o qué cosas realizan la acción del verbo llegan. La respuesta es evidente: muchas personas inocentes. Por eso decimos que muchas personas inocentes es el sujeto de la oración. En el tercer ejemplo, descubrimos que quien puede olvidar la verdad es quien suele mentir, y estas últimas palabras son el sujeto de puede olvidar la verdad.

Una de las definiciones tradicionales de sujeto es «aquello de que se habla en la oración». De hecho, en el Esbozo… de la Real Academia Española, se afirma algo muy parecido: «El sujeto es la persona o cosa de la cual decimos algo». Cabe la posibilidad de que sea cierto o no. Es más: como se trata de una situación que podría en ocasiones ser subjetiva, no todos nos pondríamos de acuerdo en qué es el sujeto. Por ejemplo:

Después de la rebelión en el sureste, el Ejército amenazó la política indigenista del actual Gobierno.

Si se leyera esta oración a cualquier grupo universitario de primer año —en el entendido de que el sujeto es la persona o cosa de la cual decimos algo—, podríamos apostar a que más de la mitad diría que el sujeto es la rebelión en el sureste o la política indigenista del actual Gobierno, lo cual no es cierto. La situación se vuelve todavía más confusa cuando intervienen personas. Por ejemplo:

A Martín tres misteriosos desconocidos le enviaron un paquete de libros antiguos.

En esta última oración, ¿cuál es la persona, personas, cosa o cosas de las cuales decimos algo? ¿Martín? ¿Tres misteriosos desconocidos? ¿Un paquete de libros antiguos? Para decirlo pronto, ¿de qué se está hablan­do? Si preguntáramos esto a tres personas, posiblemente obtendríamos tres respuestas diferentes.

Por eso definimos el sujeto como aquella palabra o grupo de palabras que realizan la acción del verbo. Además, el sujeto concuerda en número y persona con este verbo, que llamamos núcleo del predicado, y eso casi nunca deja lugar a dudas. Por ejemplo, si el verbo es canté, el sujeto solo puede ser yo. No podría ser ni ni vos ni nosotros ni vosotros ni usted ni ustedes. Si el verbo es fueron, el sujeto podría ser ellos, ellas, ustedes, los cineastas o cualquier plural en tercera persona.

Se trata de una cuestión práctica, no filosófica. Así, para identificar correctamente el sujeto, debemos localizar primero ese núcleo del predicado. La mejor manera de hacerlo es determinar, antes que nada, en qué consiste o puede consistir un núcleo de predicado, y para qué sirve. Haremos esto enseguida.

§1.4 El núcleo del predicado

En primer término, el núcleo del predicado, también llamado núcleo ver­bal, debe ser obligatoriamente un verbo conjugado. Verbo conjugado significa que pueden notarse en él la persona o personas que ejecutan su acción. También significa que podemos saber en qué tiempo y en qué modo se ejecuta esa acción.

Las siguientes son oraciones cuyos núcleos verbales se han subrayado:

El teléfono suena cada cinco minutos.

Nadie sabe la verdad.

En la esquina de enfrente me esperan varios amigos.

Los fotógrafos violaron las reglas no escritas.

En oraciones simples como estas, no se presentan problemas graves para localizar el núcleo verbal de la oración, el cual es al mismo tiempo el núcleo verbal de la proposición. Pero el redactor puede llegar a confundirse en presencia de oraciones compuestas, las cuales poseen forzosamente más de un verbo conjugado. En otras palabras, por cada verbo conjugado que haya entre la mayúscula y el punto, habrá una ora­ción. Si hay dos verbos conjugados, hay dos oraciones; si hay tres verbos conjugados, hay tres oraciones, etcétera.

Por ejemplo:

Mi novia canta melodías insulsas mientras leo.

Esos muchachos no piensan, pero hablan mucho y gritan más.

En la primera proposición hay dos oraciones (no olvide que, según nuestra definición, toda proposición o enunciado empieza con mayúscula y termina con punto; véase la «Tabla de términos»): Mi novia canta melodías insulsas y mientras leo. En la segunda, hay tres: Esos muchachos no piensan, pero hablan mucho y —en tercer lugar— y gritan más.

Aquí no veremos las oraciones compuestas en profundidad (eso se hará en el capítulo 4), mas para evitar las confusiones que siempre surgen, se constatará rápidamente en qué consisten estas proposiciones.

Como ya hemos visto, los enunciados o proposiciones pueden contener una, dos o más oraciones, cada una de estas con un verbo conjugado. Cuando se trata de oraciones coordinadas dentro de un enunciado, cada una puede analizarse independientemente, como dos o más oraciones simples. Las que provocan confusión son las dependientes o subordinadas.2

Cada oración tiene su sujeto y su núcleo de predicado. No importa que sean dos o más oraciones coordinadas. También pueden ser una oración independiente y otra subordinada, o cualquier combinación de coordinadas y subordinadas. A veces las diferentes oraciones comparten el mismo sujeto; en otras ocasiones son diferentes. Veamos unos ejemplos:

Coordinadas:

Yo recibo mis quincenas y yo las gasto.

Independiente más subordinada:

El hombre le entregó su amor cuando ella lo pidió.

Independiente más dos subordinadas:

El inspector quería que los comerciantes le regalaran productos a pesar de que esta práctica contraviene a la ley.

En el primer ejemplo, el de las dos oraciones coordinadas, el mismo sujeto (yo) aparece en ambas, pero podría haber cambiado: Yo recibo mis quincenas y mi esposa las gasta. En el segundo ejemplo, el de la oración independiente seguida de una subordinada, hay dos sujetos diferentes: El hombre y ella. Y en el tercer caso, el de la oración independiente y dos subordinadas, hay tres sujetos diferentes: El inspector, los comerciantes y esta práctica.

Como hemos visto, cuando se trata de oraciones coordinadas cada una se analiza separadamente, como si fueran oraciones simples. Pero cuando hay una oración subordinada a otra independiente, el verbo que rige a toda la proposición es el que va dentro de la oración independiente. En el segundo ejemplo, entonces, el verbo principal es entregó; el subor­dinado es pidió. En el tercer ejemplo, el verbo principal es quería, y los otros dos son subordinados.

Veamos a continuación otro ejemplo. La subordinada aparece en letra cursiva:

Las autoridades capitalinas se niegan a recibir a los manifestantes que no acepten levantar primero su plantón.

En este enunciado se ve claramente que hay dos verbos conjugados: niegan y acepten. Mas solo el primero forma parte de una oración independiente. El segundo pertenece a la oración subordinada (dependiente) que empieza con la palabra que. Si el lector analiza con cuidado esta oración, se dará cuenta de que todo lo que viene después de la palabra ma­nifestantes puede eliminarse, sin que por eso la oración pierda sentido:

Las autoridades capitalinas se niegan a recibir a los manifestantes…

No puede afirmarse lo mismo de la segunda parte:

…que no acepten levantar primero su plantón.

Como se dará cuenta el lector, esta oración subordinada —que empieza desde la palabra que, causante de la subordinación— aunque agrega información, no se comprende por sí sola. Necesita la oración principal para que se entienda. Hay muchas clases de oraciones subordinadas, las que veremos en el capítulo 4. Aquí solo queríamos poner al lector sobre aviso para que no se confunda si las ve, pues son muy comunes tanto en el habla como en la escritura.

En resumen, el núcleo del predicado será un verbo conjugado. En oraciones coordinadas, cada núcleo verbal posee el mismo valor, la misma jerarquía. Pero si hay una o más oraciones subordinadas, cada una tendrá su núcleo, aunque, dentro de la proposición como un todo, el núcleo más importante siempre será el de la oración independiente que subordina a las demás.

Ejercicio

Localice el núcleo del predicado en las siguientes proposiciones. Hay oraciones simples y compuestas. En estas habrá un núcleo verbal para la principal y otro para la subordinada; diga cuál es el principal, y cuál, el subordinado. Si son oraciones coordinadas, diga cuáles son los núcleos de predicado:

Oraciones simples

1.El cajero preparó una factura a mi nombre.

2.Los perros andan juntos desde la mañana hasta el anochecer.

3.¿El correo electrónico llegó bien?

4.Escuché sus pasos con terror y abnegación.

5.Sin motivo aparente, el francotirador asesinó a más de 20 seres humanos.

Oraciones compuestas

1.Andrea necesita que le entregues los resultados del sondeo.

2.Todos la queremos y nadie la defendió.

3.¿Alguien sabe si van a regalar televisores a fin de año?

4.La casa matriz pidió que reportáramos los resultados.

5.La directora autorizó la excursión, pero el clima la volvió imposible.

Respuestas:

1.preparó

2.andan

3.llegó

4.escuché

5.asesinó

6.necesita (principal), entregues (subordinado)

7.queremos (de la primera coordinada), defendió (de la segunda coordinada)

8.sabe (principal), van (subordinado)

9.pidió (principal), reportáramos (subordinado)

10.autorizó (de la primera coordinada), volvió (de la segunda coordinada)

§1.5 Identificación del sujeto tras haber localizado el núcleo del predicado

Volvamos, entonces, a la localización del núcleo del predicado y, habiéndolo localizado, a la identificación del sujeto gramatical de cualquier oración. Pongamos como ejemplo una que ya vimos:

Después de la rebelión en el sureste, el Ejército amenazó la política indigenista del actual Gobierno.

Aquí la tarea salió fácil, pues solo está presente un verbo y no hay oraciones subordinadas. Ese verbo es amenazó. Por eso podemos decir que amenazó es el núcleo del predicado. Sabiendo esto, cabe preguntar quién amenazó, o —en otras palabras— qué concuerda con ese verbo, qué lo rige. Para decirlo de otro modo, ¿qué persona, cosa o fuerza ejecuta la acción del verbo?

La respuesta ya puede afirmarse con cierta facilidad: el Ejército amenazó la política indigenista del Gobierno. Por esto podemos decir que amenazó —el núcleo del predicado— concuerda en número y persona con el Ejército. Así, sabemos que el Ejército es el sujeto de la oración. Como el Ejército es singular y de la tercera persona,3 también lo es amenazó. No podría decirse el Ejército amenazaron o el Ejército amenazaste. Decimos que la frase el Ejército rige al verbo porque determina su número y su persona. Esto es lo que se entiende cuando decimos que el verbo principal (o núcleo del predicado) concuerda o concierta con el sujeto.4 Si el sujeto es singular, lo será también el núcleo del predicado, y si el sujeto es plural, el núcleo del predicado será plural también. Si el sujeto está en primera persona (como yo o nosotros), el núcleo del predicado se conjugará en primera persona (como escribo o escribimos, según sea singular o plural).

El segundo ejemplo que vimos, Las autoridades capitalinas se niegan a recibir a los manifestantes, es aún más claro: el núcleo del predicado es niegan, y quienes se niegan son las autoridades, con lo cual podemos afirmar que las autoridades es el sujeto de la oración.

En resumen, si puede determinarse cuál es el núcleo del predicado, solo hace falta ver qué sustantivo, frase sustantiva, frase sustantivada u oración subordinada (o dependiente) sustantiva rige a ese núcleo, el cual será el sujeto de la oración.

Si en este momento volvemos a los dos primeros ejemplos que propusimos, será relativamente fácil localizar los núcleos de predicado y los sujetos que los rigen.

Uno se pregunta quién o qué ejecuta la acción del verbo aventó. Respuesta: El albañil. Por eso podemos decir sin ambages que el albañil es el sujeto, por más que el bulto de cemento nos pueda parecer lo más importante o aquello de que se habla.

El segundo ejemplo:

¿Qué o quién ejecuta la acción del verbo envía? Respuesta: La hermana de tu novia, que es —sin lugar a dudas— el sujeto de la oración.

Uno de los casos que siempre causan confusión es el del verbo gustar y otros parecidos como encantar, enloquecer y complacer. En oraciones como A Juan le gusta comer chocolate, muchos dirán equivocadamente que el sujeto es Juan (cuando en realidad se trata del complemento indirecto), pero si nos preguntamos qué rige al núcleo del predicado, gusta, nos daremos cuenta de que la acción de comer chocolate es lo que gusta. En efecto: comer chocolate es una frase sustantiva que aquí funge como el sujeto de la oración, pues rige al núcleo verbal. Lo mismo sucede con oraciones como «A las muchachas las enloquecen los baladistas de moda» y «A nosotros nos complace tu decisión». Los sujetos, que realizan la acción de los verbos, están aquí subrayados; los complementos indirectos están resaltados en letra negrita, y los núcleos de predicado aparecen en letra cursiva. Al principio, este análisis puede parecer contraintuitivo, pero obedece fielmente a la regla que hemos postulado: el sujeto es aquello que realiza la acción del verbo.

Ejercicio

Localice el sujeto y el núcleo del predicado en cada una de las siguientes oraciones:

1.Con trabajos el maestro logró que los muchachos se sentaran.

2.Treinta pesos y la promesa de volver con más dejó Lorenzo en la casa del viejo.

3.A María no le convencieron las razones de Juan.

4.La mayoría de los animales de esta región encuentra refugio en los bosques protegidos.

5.El libro de poemas terminó en el bote de la basura.

6.Contra todos los vaticinios, el corredor mexicano llegó mucho antes que el competidor etíope apareciera en la meta.

7.Muchos estudios realizados en una serie de universidades europeas y americanas han confirmado lo que todo el mundo temía.

8.En esa mujer encarnan todos los ideales del Renacimiento.

9.Al tesorero dejaron de importarle los pretextos.

10.El crítico, en sus notas, explica algunos puntos oscuros.

Respuestas:

1.Sujeto: el maestro

Núcleo del predicado: logró

2.Sujeto: Lorenzo

Núcleo del predicado: dejó

3.Sujeto: las razones de Juan

Núcleo del predicado: (no) convencieron

4.Sujeto: La mayoría de los animales de esta región

Núcleo del predicado: encuentra (el verbo es singular porque mayoría es singular, pero podría ser plural; puede consultar el Apéndice B de la 6ª edición de este libro o la 2ª edición de la Guía esencial para resolver dudas de uso y estilo, próxima a publicarse).

5.Sujeto: el libro de poemas

Núcleo del predicado: terminó

6.Sujeto: el corredor mexicano

Núcleo del predicado (de la oración principal): llegó

7.Sujeto: muchos estudios realizados en una serie de universidades europeas y americanas

Núcleo del predicado (de la oración principal): han (confirmado)

8.Sujeto: todos los ideales del Renacimiento

Núcleo del predicado (de la oración principal): encarnan

9.Sujeto: los pretextos

Núcleo del predicado: dejaron (de importar)5

10.Sujeto: el crítico

Núcleo del predicado: explica

§1.6 Oraciones copulativas

Hay una clase de oraciones muy común, pero que no suele estudiarse en la escuela. Se llaman oraciones copulativas. Son abundantes tanto en el habla como en la escritura; quizá por ello no se estudian como tales. Por ejemplo: «Mi papá es el lechero». Se acostumbra abordar oraciones como esta de la siguiente manera: el sujeto es «Mi papá» el verbo (o núcleo del predicado) es «es», y el predicado completo es «es el lechero». Pero, en realidad, se trata de una oración especial que podría entenderse mejor de otra manera.

Para empezar, el verbo ser, en términos gramaticales, es copulativo. También son verbos copulativos extremadamente comunes estar, parecer y resultar. Así, podemos seguir argumentando que Mi papá es el sujeto de la oración, pero que se trata de una oración copulativa en virtud de que el verbo es copulativo. Ahora viene lo interesante: todos los verbos copulativos son, necesariamente, intransitivos. (De esto va a hablarse con detalle en el capítulo 3). Es decir: no pueden tener complementos directos. Van a tener atributos. Estos atributos pueden ser de cuatro tipos:

adjetivales

nominales

preposicionales

adverbiales

Cuando hablamos de un atributo adjetival, queremos dar a entender que en lugar de un complemento directo, va a haber un adjetivo. Si en lugar de escribir «Mi papá es el lechero» hubiera redactado «Mi papá es amable», el adjetivo amable especificaría una cualidad del sujeto, Mi papá. Es casi como si hubiéramos dicho «Mi papá amable», pero en lugar de que el adjetivo modifique directamente al sustantivo papá, el verbo copulativo ser une el sujeto al atributo. ¡Esta es una oración copulativa!

La oración original que citamos hace dos párrafos constituye un caso donde el atributo es un sustantivo: el lechero. En gramática, se trata de un atributo nominal (porque nombre es sinónimo de sustantivo, y podemos decir —por ello— que todo lo sustantivo es nominal).

También hay otras dos clases de oración copulativa, las preposicionales y las adverbiales.

Veamos ejemplos de estas cuatro clases de oraciones copulativas y sus atributos para que esto quede perfectamente claro.

1.Oraciones copulativas adjetivales:

a. Su objeción parece importante.

b. La sopa está deliciosa.

2.Oraciones copulativas nominales:

a. Juan es el candidato.

b. La directora será mi hermana.

3.Oraciones copulativas preposicionales:

a. La cerveza llegó desde México.

b. El paquete estaba sobre el escritorio.

4.Oraciones copulativas adverbiales:

a. El obispo estará allá.

b. La decisión no te pareció mal.

En las oraciones copulativas preposicionales, el atributo se inicia con preposición, como a, ante, bajo, con… Las preposiciones, en general, indican el lugar relativo de algo respecto de otra cosa, como en los ejemplos anteriores.

En las oraciones copulativas adverbiales, el atributo es un adverbio, y el trabajo principal de los adverbios es el de modificar a un verbo. En los ejemplos de arriba, allá nos dice dónde estará el obispo, y no mal indica cómo «te pareció».

Cuando la oración copulativa es nominal, se da la casualidad de que el sujeto puede ser el atributo nominal, y el atributo nominal puede ser el sujeto. Suena confuso, pero en realidad es un fenómeno no solo sencillo sino extremadamente frecuente. Por ejemplo:

Los gatos domésticos son los felinos más simpáticos.

La mayoría de las personas dirán que el sujeto de esta oración copulativa es Los gatos domésticos porque viene primero, y tendrían razón. Pero en español no es forzoso que el sujeto siempre aparezca antes del verbo. Así, «los felinos más simpáticos», por ser frase sustantiva (nominal) también puede entenderse como sujeto. En otras palabras, podría escribirse exactamente la misma idea con esta sintaxis:

Los felinos más simpáticos son los gatos domésticos.

De esta manera, cuando el verbo es copulativo y el atributo es nominal, podemos elegir cuál de las dos frases nominales constituye el sujeto, y cuál, el atributo.

La verdad es que estas oraciones copulativas surgen mil veces todos los días, tanto en lo que decimos como en lo que escribimos. Cualquiera podría enlistar velozmente 10 sin siquiera tener que pensar mucho:

El vaso estaba roto.

Estas computadoras viejas son una

Su tarea parecía una novela.

monserga.

Estáis ante una disyuntiva.

Las elecciones serán pospuestas.

Mis argumentos serán irrebatibles.

Sus actos fueron condenables.

Tu sonrisa es un enigma.

Tu novio resultó una maravilla.

Ella es de Santiago de Chile.


NOTAS

1 Esta definición proviene del Esbozo de una nueva gramática de la lengua española, publicado por la Comisión de Gramática de la Real Academia Española (RAE). Se editó en 1973 y se ha reimpreso innumerables veces. En 1994 apareció la Gramática de la lengua española, de Emilio Alarcos Llorach, también avalada por la rae. No obstante, es una gramática para iniciados. Mucho más accesible es la de Manuel Seco, Gramática esencial de la lengua española, que apareció por primera vez en 1989, editada por Espasa Calpe. Actualmente existe una edición de bolsillo muy económica. En 2009 apareció la Nueva gramática de la lengua española en dos tomos, publicada por la Asociación de Academias de la Lengua Española. Consta de casi 3 900 páginas, y es una edición cara, pero el año siguiente apareció esta gramática en forma de Manual, que tiene poco menos de mil páginas, a un precio más accesible. En 2011 la Asociación de Academias puso a circular su Nueva gramática básica de la lengua española, de poco más de 300 páginas, al alcance de prácticamente todos los bolsillos.

Hay disponibles muchísimas gramáticas de la lengua española. Desafortunadamente, no todas coinciden en términos y metodología. De hecho, es casi imposible hallar dos gramáticas que expliquen un mismo fenómeno de la misma manera y con la misma terminología. En este libro —que no es una gramática— se ha procurado presentar un sistema funcional, coherente y más o menos sencillo para explicar los fenómenos gramaticales cuando esto hace falta. No está basado en una sola gramática sino en muchas. La terminología que aquí se ofrece ha sido cuidadosamente meditada y se usa homogéneamente a lo largo de la obra.

5 Esta es una construcción verbal perifrástica o perífrasis verbal. En estos casos el verbo consiste en más de una sola palabra: con frecuencia se trata de un verbo conjugado + las preposiciones de o a (y en, aunque en mucho menor medida) o el relativo que + un infinitivo; puede formarse también con un verbo conjugado + uno o dos infinitivos juntos, o por un verbo conjugado + participio o gerundio. Por ejemplo:

Acabo de levantarme. / ¡Ponte a hacer la tarea! / Quedamos en llegar temprano / Hay que entregar el sobre. / Tengo que ir al hospital. / Has de saber que andaba buscándote. / Debe de haber terminado ya. / Tu hermano me tiene preocupada. / Voy a tener que asistir a la junta. / Tu maestro está calificando los exámenes finales. / Tengo que poder llegar a tiempo.

El gerundio solo forma perífrasis después de los siguientes verbos: estar, andar, ir, seguir, llevar, tener y venir. Ejemplos: estoy cantando / ando volando bajo / voy corriendo / 20 horas llevo leyendo / tengo enseñando cinco años/ vengo bufando.