SEREMOS ESQUELETOS

El problema era que, o volvían a la Tierra, o morirían todos.

Claro que, si volvían a la Tierra, el Zark llevaría adelante sus malvados planes, y por tanto morirían muchas personas. Millones.

—Esto es lo que se llama un dilema. Y es una flink —dijo Alex.

La situación era complicada. Tras rescatar a Alex y huir del Área 51, habían dejado a Ebenezer Colt a salvo y después habían intentado alcanzar MADRE antes de que la gigantesca nave abandonase la órbita de Ganímedes.

Pero habían llegado tarde.

Ahora estaban solos, en mitad del espacio, sin motor de hipersalto y sin poder comunicarse con nadie de la Confederación. Las cosas no podían empeorar.

O sí.

—No creo que regresar a la Tierra sea una opción —dijo Maia—. Si regresamos, la Confederación de Planetas habrá perdido la guerra contra el Zark. Es vital que entreguemos la información de la holoesfera zarkiana.

—Pero si no regresamos, moriremos —argumentó Alex.

—Es un riesgo que tenemos que correr. No podemos cruzarnos de brazos.

—No es un riesgo, Maia —se opuso Blop—, es una realidad. Moriremos. Flecha no tiene motor de salto interdimensional, cilindros de sueño, comida… ¡No tenemos comida! ¿Cómo vamos a sobrevivir a un viaje de once años? Porque eso es lo que tardaríamos en llegar al planeta de la Confederación más cercano. ¡Once años! ¡Seré un viejo!

—Vamos, Blop, no exageres —intervino Tycho, acercándose al camloreano—. No seremos tan viejos.

—Pero seremos esqueletos, ¡cadáveres! ¡¡¡MUERTOS!!! Os repito que no tenemos comida —insistió Blop—. No sé vosotros, pero los camloreanos, si no comemos, ¡¡¡NOS MORIMOS!!!

Maia se quedó pensativa unos instantes mientras Tycho trataba de tranquilizar a Blop. Los ojos de la antareana se posaron sobre un grupo de chubis que se afanaba en sacar brillo a un panel situado en una de las paredes de Flecha. Una idea empezó a formarse en su cabeza.

—¿Estás bien, Maia? —preguntó Alex.

—¿Mmmmmm? —contestó la niña distraída; después, con un gran esfuerzo, consiguió devolver la atención a su amigo—. Sí, sí, estoy bien. Es solo que se me ha ocurrido una idea.

Los ojos de Maia volvieron a los chubis, que seguían trabajando sin ser conscientes de que las palabras de Maia habían hecho que, en ese momento, todos los tripulantes de la nave los miraran.

—Cuéntanos tu idea, cualquier cosa es mejor que morir de hambre —pidió Blop, ya más tranquilo.

—Es una locura, pero podría funcionar. Y, siendo honestos, no es que tengamos mucho que elegir. Escuchad…

Alex, Tycho, Havee y Blop rodearon a Maia, que les contó lo que se le había ocurrido. Cuando finalizó, sus amigos la miraban entre sorprendidos y espantados. En el interior de Flecha solo se oían los leves sonidos que emitían los chubis mientras trabajaban. Fue Blop el que rompió el silencio.

—Casi prefería lo de morirnos de hambre.