Capítulo 3

Göbekli Tepe y los orígenes de la civilización

¿Cómo eran nuestros antepasados hace doce mil años o más? La imagen más común es la de pequeñas bandas nómadas que persiguen sin cesar su próxima comida. Los hombres cazaban mientras que las mujeres y los niños recolectaban frutas, semillas, raíces, brotes, insectos y otros comestibles. El colmo de la tecnología fue una hoja de cuchillo de piedra finamente trabajada o una punta de lanza; al parecer, también daban buen uso las redes, cestas y cordajes. Las estructuras permanentes eran superfluas, porque estos grupos nómadas nunca permanecieron en un lugar por mucho tiempo. Los bienes materiales eran escasos, ya que las posesiones debían limitarse a las que se transportaban fácilmente. Se valoraban las joyas (tal vez cuentas, dientes de animales o conchas atadas a un cordón) y la decoración personal (pintura corporal, tatuajes y escarificaciones). En climas más fríos se confeccionaba ropa apropiada con pieles de animales. Las instituciones sociales eran mínimas. No fue hasta hace unos diez mil años que aparecieron la verdadera agricultura y la domesticación, o eso nos han enseñado (véase, por ejemplo, Mithen, 2007). Esto, a su vez, permitió el asentamiento permanente, lo que condujo a la especialización del trabajo, el desarrollo de la artesanía (incluida la cerámica y la metalurgia), la construcción de grandes estructuras, el comercio a larga distancia y la evolución lenta y gradual de sociedades complejas.

Nada de esto sucedió de la noche a la mañana, según la cronología estándar. Se tardaron miles de años, y no fue hasta alrededor del 4000 a. C. al 3000 a. C. que aparecieron por primera vez los verdaderos signos de la alta cultura, como la artesanía decorativa fina, los registros escritos, las observaciones científicas de los cielos, las organizaciones políticas complejas y los proyectos de construcciones megalíticas. Este nivel de logro se alcanzó en Mesopotamia, el valle del Nilo y el valle del Indo a finales del IV milenio o principios del III milenio a. C. Un ejemplo bien conocido es el surgimiento del Egipto dinástico alrededor del 3200 a. C. al 3100 a. C., y la construcción de la pirámide de Zoser (Djoser), alrededor del 2630 a. C. La principal construcción megalítica de Stonehenge, en Inglaterra, se fecha tradicionalmente en este mismo periodo.

Aunque muchos lo aceptan como dogma, ahora este hermoso y ordenado cuadro parece ser totalmente erróneo.

Robert Schoch en Göbekli Tepe, mayo de 2010 (fotografía de Catherine Ulissey).

Mejor que los fragmentos de cerámica

Cuando publiqué por primera vez mi datación de la esfinge, me desafiaron a mencionar algo tan antiguo que fuera comparable con la esfinge. ¿Recuerdan la refutación muy pública que me hizo el egiptólogo Mark Lehner en 1992 cuando me pidió que mencionara algunos fragmentos de cerámica?

Observé debidamente que se han encontrado restos muy antiguos y sofisticados en sitios como Jericó (en Palestina, con un muro de piedra y una torre que datan alrededor del 9000 a. C. [Science Daily, 2011a; Schoch con McNally, 1999]) y Çatalhöyük (también conocido como Çatalhüyük, Çatal Hüyük o Çatal Höyük, un asentamiento neolítico en el sur de Anatolia, Turquía, de alrededor del 7500 a. C. al 5400 a. C.; Schoch con McNally, 1999), pero es cierto que estos ejemplos no incluyen construcciones megalíticas equiparables a la Gran esfinge.

La esfinge parecía posarse sobre un espléndido aislamiento, sin contexto cultural. Lo que habría dado no solo por algunos fragmentos de cerámica, sino también por un buen ejemplo de estructuras megalíticas fechadas con seguridad hace diez mil o doce mil años. ¡Ahora lo tenemos!

A poca distancia de Urfa (o bien Şanlıurfa), en el sureste de Turquía, al norte de la frontera con Siria, en la cima de una montaña baja al norte de la llanura de Harran, se encuentra Göbekli Tepe (que se ha traducido como «Colina con Vientre», «Colina con Ombligo» o «Colina Barriga»). En 1995, el difunto Klaus Schmidt (1953-2014) del Instituto Arqueológico Alemán comenzó a excavar el yacimiento (Schmidt, 2001, 2006-2008, 2007, 2010, 2012; Peters y Schmidt, 2004; Birch, 2008; Chandler, 2009; Curry, 2008a, 2008b; Mann, 2011; Symmes, 2010). En mayo de 2010, Katie, John Anthony West y yo lo visitamos por nosotros mismos. Quedamos asombrados (desde entonces he regresado a Göbekli Tepe varias veces, y siempre me maravillo al ver los logros de estos pueblos antiguos).

Panorámica de Göbekli Tepe, mirando hacia el sur (fotografía cortesía de R. Schoch y C. Ulissey).

Vista panorámica (obtenida a partir de una combinación de varias fotos) de Göbekli Tepe, mirando hacia la esquina noroeste (fotografías cortesía de R. Schoch y C. Ulissey).

Recinto C de Göbekli Tepe, pilares y detalles (fotografías cortesía de R. Schoch y C. Ulissey).

Varias vistas de pilares en Göbekli Tepe (fotografías cortesía de R. Schoch y C. Ulissey).

Pilar 18 en el recinto D de Göbekli Tepe (fotografía cortesía de R. Schoch y C. Ulissey).

Robert Schoch en Göbekli Tepe en un frío día de enero de 2020 (fotografía de Catherine Ulissey).

Imagínate Stonehenge, multiplícalo por veinte, talla los pilares de manera más ornamentada, coloca los círculos uno al lado del otro y entiérralos intencionalmente con una montaña de roca y tierra. Eso es Göbekli Tepe, ¡hasta ahora! La porción excavada ha producido docenas de megalitos de piedra caliza tallados, muchos de los cuales se remontan al periodo extraordinariamente temprano de hace once mil a doce mil años.

Unos pilares de piedra caliza inmensos, finamente tallados y decorados en forma de T, muchos en el rango de dos a cinco metros y medio de altura, y con un peso estimado de diez a quince o veinte toneladas, forman varios círculos. Un megalito inacabado, abandonado en el lugar donde se extrajo, mide siete metros de largo. La mano de obra es extraordinaria, con bordes claros y afilados que enorgullecerían a cualquier albañil moderno.

Los principales megalitos excavados hasta ahora se erigieron originalmente en cuatro círculos de piedra distintos (denominados recintos A, B, C y D por los arqueólogos), con un diámetro de diez a treinta metros (los círculos internos primarios con los pilares más grandes miden de diez a treinta metros de diámetro, y los muros de piedra circundantes tienen hasta treinta metros de diámetro). También se han encontrado otros megalitos de piedra. La colina de Göbekli Tepe cubre unas nueve hectáreas (alrededor de veintidós acres; Schmidt, 2010) y, según los estudios geofísicos, el yacimiento entero puede medir tres docenas de hectáreas (alrededor de noventa acres) y contener otros dieciséis a veinte círculos de piedra (Global Heritage Fund, 2011a, 2011b; Chandler, 2009). ¡Se trata de un complejo inmenso!

Descripción general de Göbekli Tepe que muestra la cubierta moderna, enero de 2020 (fotografía panorámica cortesía de R. Schoch y C. Ulissey).

Göbekli Tepe aturde la imaginación. La fecha es increíblemente temprana, incluso anterior a mi estimación «conservadora» para la fecha de la Gran esfinge. Göbekli Tepe se remonta al final de la última glaciación. Puede que sea un tópico, pero reflexionando sobre Göbekli Tepe no puedo evitar pensar en la escena inicial de la clásica película de 1968 2001: una odisea del espacio. En ella, un grupo de protohumanos parecidos a simios descubren un monolito gigante; influenciados por él, aprenden a usar herramientas, lo cual los encamina hacia la civilización (Kubrick, 1968).

Varios pilares en Göbekli Tepe están decorados con bajorrelieves de animales, incluidos zorros, jabalíes, serpientes, uros (ganado salvaje), asnos salvajes asiáticos, ovejas salvajes, aves (grullas, aves acuáticas, buitres y otras formas de aves), una gacela y artrópodos (un escorpión, hormigas o arañas). Los pilares también pueden mostrar símbolos (Eilenstein, 2011; Seyfzadeh y Schoch, 2019a). En particular, los dos pilares centrales del recinto D muestran brazos, manos, cinturones y taparrabos, y en uno de los cinturones hay tallas en forma de letras (una se parece a una H, y otras se asemejan a una C y a una C invertida). ¿Podría el pueblo de Göbekli Tepe haber tenido una forma de escritura actualmente perdida? Mi respuesta es sí, tal y como analizo más adelante (capítulo 15).

Las tallas son refinadas, sofisticadas y están bellamente trabajadas. No solo hay bajorrelieves, sino también tallas circulares, incluida una bestia carnívora, posiblemente un león u otro felino, que desciende por una columna, aparentemente en busca de un jabalí tallado en el relieve que queda debajo. Se han descubierto esculturas circulares de lo que parecen ser animales carnívoros, jabalíes, humanos y otras figuras, incluida una extraña escultura que se parece más a un tótem de piedra; en la actualidad, estas piezas se encuentran en el Museo de Şanlıurfa, al igual que una estatua de tamaño natural de un hombre (aparentemente sin boca), que, aunque es de Urfa, está fechada en la era de Göbekli Tepe (esta estatua se conoce generalmente como Hombre de Urfa [Batuman, 2011, p. 76], llamada también en turco moderno Balıklıgöl Heykeli o Estatua del hombre del estanque de peces [de Abraham], ya que se encontró cerca del estanque de Abraham en Urfa).

En Göbekli Tepe también encontramos hermosas cuentas de piedra con agujeros increíblemente pequeños perforados a través de sus largos ejes, lo cual plantea la cuestión de cómo lo lograron con solo tecnología «primitiva». En el yacimiento también se han encontrado pequeñas placas de piedra con símbolos grabados en ellas. Según el profesor Schmidt, mientras que algunos de los pilares de piedra se colocaron directamente en el lecho de roca local, otros se colocaron en un suelo de hormigón o terrazo. Algunos de los pilares son muy altos y delgados, por lo que parecen ser cimientos «débiles». Se ha especulado que tenían un propósito, ya que originalmente estos pilares podían haber sido diseñados para vibrar con el viento, resonando acústicamente como diapasones (Batuman, 2011, p. 74; véase más información en la sección sobre «El poder del sonido» en el capítulo 14). Fijándonos solo en el estilo y la calidad de la mano de obra, podemos deducir fácilmente que Göbekli Tepe se data entre el 3000 a. C. y el 1000 a. C. Pero esto es erróneo. Según los análisis de radiocarbono, el yacimiento se remonta al periodo de 10.000 a. C. a 9000 a. C., y fue enterrado intencionalmente a más tardar alrededor del 8000 a. C. (y quizá mucho antes, o algunas partes fueron enterradas antes). Es decir, ¡el yacimiento data de hace diez mil o doce mil asombrosos años!

Anverso [derecha] y reverso [izquierda] de una antigua estatua (el Hombre de Urfa) encontrada en Urfa (Şanlıurfa), ahora expuesta en el Museo de Şanlıurfa, que se cree que data de la misma época que Göbekli Tepe (fotografías cortesía de R. Schoch y C. Ulissey).

Cabezas de dos bestias encontradas en Göbekli Tepe, ahora expuestas en el Museo de Şanlıurfa (fotografía cortesía de R. Schoch y C. Ulissey).

Figura de un pájaro encontrada en Göbekli Tepe, ahora expuesta en el Museo de Şanlıurfa (fotografía cortesía de R. Schoch y C. Ulissey).

Ejemplos de pequeñas placas grabadas en hueso [fila superior] y piedra [fila inferior] encontradas en Göbekli Tepe, ahora expuestas en el Museo de Şanlıurfa (fotografías cortesía de R. Schoch y C. Ulissey).

Debo admitir que incluso yo, la persona que dató de nuevo geológicamente la parte más antigua de la Gran esfinge en una fecha increíblemente temprana, me mostré en un principio escéptico sobre la datación de Göbekli Tepe, a pesar de que este es un descubrimiento llevado a cabo por académicos convencionales. No acepto cualquier afirmación a la ligera. Por ejemplo, la afirmación de que se han encontrado pirámides gigantes, que datan de hace diez mil o doce mil años o más, en las afueras de la ciudad bosnia de Visoko es simplemente falsa, algo que descubrí solo después de visitar y examinar de primera mano las supuestas pirámides (sobre las pirámides de Bosnia, véase Archaeological Park, 2011; Bohannon, 2006; Fronza Videoproducties, 2011; Markey, 2006; Parzinger et al., 2006; Schoch, 2006; y Woodard, 2009). Por lo tanto, fue importante para mí visitar y examinar Göbekli Tepe para comprender del todo las técnicas y los datos utilizados para determinar la edad del complejo ubicado allí.

El profesor Klaus Schmidt [izquierda] y Robert Schoch [derecha], en Göbekli Tepe, conversando en el yacimiento (fotografía cortesía de R. Schoch y C. Ulissey).

Hablé sobre la datación de Göbekli Tepe en el lugar con el profesor Schmidt. Se basa no solo en fechas de radiocarbono calibradas alrededor del 9000 a. C. o anteriores, tomadas de restos orgánicos encontrados en el material utilizado para revestir el yacimiento (estas fechas podrían ser posteriores a la ocupación real del yacimiento), sino también en fechas de alrededor del 8000 a. C. hasta 7500 a. C. en revestimientos de carbonato pedogénicos (formados con el suelo) y microestalactitas en piedras de pared (véase Peters y Schmidt, 2004, p. 182). Estos recubrimientos de carbonato y microestalactitas se habrían formado solo después de que el yacimiento quedara enterrado y después de que comenzara la formación del suelo, lo que indica que el yacimiento en sí quedó bajo tierra alrededor del 8000 a. C. (Batuman, 2011, p. 72, cita una fecha de 8200 a. C. referida a su cobertura). En conjunto, estoy convencido de que la evidencia indica que el yacimiento se usó activamente en el X-IX milenio a. C. y fue enterrado intencionalmente (como indican las capas sistemáticas del material de relleno y el material que contiene el relleno, incluidas las herramientas de pedernal y obsidiana, y desechos, y restos de animales y plantas) antes del año 8000 a. C. La razón por la cual el yacimiento fue enterrado a propósito es un gran misterio, al que volveremos más adelante. Podría decirse que se gastó tanta o más energía enterrando el yacimiento como se usó originalmente para tallar y erigir los pilares y las paredes de piedra.

Los círculos de piedra principales y más antiguos (recintos A, B, C y D) pertenecen a la capa III de Schmidt. La capa III superpuesta es la capa II más joven, y contiene pilares y estructuras más pequeños que se pueden datar en el mismo periodo que el yacimiento neolítico de Nevali Çori, una zona al noroeste de Göbekli Tepe y similar en muchos aspectos al periodo de la capa II en Göbekli Tepe. Nevali Çori fue excavado en la década de 1990, pero desde entonces se ha inundado como resultado de la construcción de la presa Atatürk en el río Éufrates. Nevali Çori y la capa II de Göbekli Tepe pueden datar de la segunda mitad del IX milenio a. C. En el catálogo que acompaña a una exposición de 2007 en el Badisches Landesmuseum Karlsruhe, el material anterior en Göbekli Tepe, el de la capa III, se fecha entre el 9500 a. C. y el 8800 a. C., mientras que el material de la capa II se fecha entre el 8800 a. C y el 8000 a. C., y el material de Nevali Çori está fechado entre el 8500 a. C. y el 7900 a. C.

En el recinto D de Göbekli Tepe hay un «yeso de pared» compuesto de «marga, que también contiene pequeñas cantidades de material orgánico» (Dietrich et al., 2013, p. 36). Una muestra de este yeso fue fechada por radiocarbono, lo que arrojó una edad de 9745 a 9314 a. C. («cal BC / cal AD al 95,4 por ciento de nivel de confianza»; véase Dietrich et al., 2013, p. 36). Las muestras posteriores del anexo D coinciden con esta fecha (Dietrich et al., 2013, p. 37). Esta es posiblemente la fecha más precisa que proviene de las primeras partes excavadas hasta ahora en Göbekli Tepe. Sin embargo, no es la fecha de la construcción inicial de esta parte de Göbekli Tepe (es decir, la construcción de los pilares del recinto D). Esta fecha de radiocarbono es de yeso de pared en un muro que es secundario, una pared que se erigió después de que se construyera la estructura inicial que constaba de pilares en forma de T dispuestos al estilo de Stonehenge (véase Sezen, 2020, p. 47, quien aparentemente llegó a la conclusión de que los muros son una construcción más reciente que los pilares), y, además, no es inconcebible que este muro pueda haber sido enlucido varias veces, como comúnmente observamos en estructuras antiguas de periodos posteriores.

Basándonos en las pruebas, e incorporando análisis arqueoastronómicos, creo que los pilares del recinto D, incluidos los dos pilares antropomórficos centrales, se erigieron alrededor del año 10.000 a. C. Esto dataría este círculo de piedra y los pilares en una época anterior al final de la última glaciación (antes de 9700 a. C.), colocándolos así en el Dryas Reciente (hacia el 10.900 a. C. y el 9700 a. C.). Curiosamente, en un artículo de 2003, Pustovoytov y Taubald sugirieron, sobre la base de los paleoambientes reconstruidos utilizando isótopos estables de carbono y oxígeno de carbonatos pedogénicos de Göbekli Tepe, que al menos las porciones más antiguas de Göbekli Tepe se remontan al Dryas Reciente. Escribieron lo siguiente: «De primordial importancia parece ser el hecho de que las primeras laminaciones de carbonato pedogénico en Göbekli Tepe registraron señales isotópicas in situ claramente diferentes (ambientes relativamente fríos y secos) de las de la mayor parte de la primera mitad del Holoceno [la época desde el final de la última glaciación]. Teniendo en cuenta que el carbonato secundario comenzó a acumularse una vez que los recintos de piedra de PPNA [precerámica neolítica A] fueron cubiertos por relleno, es evidente que los constructores de los recintos pudieron haber experimentado las duras condiciones climáticas del Dryas Reciente» (p. 29; comentarios entre corchetes de R. Schoch). En un artículo posterior, sin embargo, Pustovoytov (2006) ya no menciona una posible datación del Dryas Reciente para algunas de las estructuras de Göbekli Tepe.

El recinto D sufrió daños que provocaron que algunos de los pilares fueran derribados y rotos en la antigüedad. Esto pudo haber ocurrido durante el agitado final de la última glaciación y poco después. Se volvieron a erigir varios pilares y, en algunos casos, se reajustaron y reconstruyeron. Se levantaron muros de piedra relativamente tosca entre los pilares y alrededor de ellos, formando círculos o «espirales» de muros de piedra; en algunos casos, estos muros de piedra secundarios cubren bajorrelieves más antiguos (Schmidt, 2012). Algunas de estas paredes estaban recubiertas de yeso; tal y como hemos señalado, en el caso del recinto D, una fecha de radiocarbono para parte de este enlucido posterior es del 9745-9314 a. C. (Dietrich et al., 2013), lo que coloca a este muro de piedra secundario en un periodo de transición entre el final de la última glaciación y una época completamente posterior a la era glacial.

Vista del recinto D en Göbekli Tepe, mirando hacia el suroeste. Esta fotografía muestra uno de los pilares que fue derribado, roto y posteriormente vuelto a erigir en la antigüedad, junto con muros secundarios de piedra levantados entre los pilares (fotografía cortesía de R. Schoch y C. Ulissey).

¿Qué hacemos con Göbekli Tepe? Hace diez o doce mil años atrás era supuestamente la época de los cazadores recolectores nómadas y brutales que, según muchos académicos, no tenían la tecnología, las instituciones de gobierno ni la voluntad para construir estructuras como las que se encuentran aquí. Es evidente que existe una desconexión entre lo que los historiadores y arqueólogos convencionales han estado enseñando todos estos años y la evidencia física sobre el terreno. Charles Mann escribió en la revista National Geographic: «Descubrir que los cazadores recolectores habían construido Göbekli Tepe fue como descubrir que alguien había construido un 747 [el avión comercial Boeing] en un sótano con un cuchillo X-Acto [cuchillo pequeño, comúnmente utilizado en la fabricación de modelos]» (Mann, 2011, p. 48; texto entre corchetes añadido por R. Schoch).

Dioramas expuestos en el Museo de Şanlıurfa que muestran a supuestos cazadores recolectores tallando y moviendo los pilares de Göbekli Tepe [izquierda] y los pilares en el recinto D de Göbekli Tepe [derecha] (fotografías cortesía de R. Schoch y C. Ulissey).

El arqueólogo de la Universidad de Stanford, Ian Hodder, comentó que Göbekli Tepe es «increíblemente grande y sorprendente, en una fecha ridículamente temprana [...] [presenta] enormes piedras y un arte fantástico y muy refinado [...]. Mucha gente piensa que esto lo cambia todo... que todo salta por los aires. Todas nuestras teorías eran erróneas» (Hodder, citado en Symmes, 2010).

Al igual que mi nueva datación de la Gran esfinge, Göbekli Tepe nos obliga a reconsiderar nuestra antigüedad.

Al igual que con mi trabajo sobre la esfinge, los especialistas están perplejos ante Göbekli Tepe. Patrick Symmes escribió en Newsweek: «Pero la verdadera razón por la que las ruinas de Göbekli siguen siendo casi desconocidas, aún no incorporadas en los libros de texto, es que las pruebas son demasiado contundentes, no escasas. “El problema con este descubrimiento —como dice Glenn Schwartz, de la Johns Hopkins —es que es único.” No se han encontrado otros yacimientos monumentales de esa época. Antes de Göbekli, los humanos dibujaban figuras de palos en las paredes de las cuevas, daban a la arcilla forma de muñecos diminutos y tal vez apilaban pequeñas piedras para refugiarse o adorar. Incluso después de Göbekli, hay pocas evidencias de construcción sofisticada» (Symmes, 2010).

De hecho, el pueblo de Göbekli Tepe parece haber alcanzado un alto nivel de sofisticación cultural, floreció durante un periodo de tiempo relativamente corto (aunque algunos miles de años) y luego desapareció repentinamente. Como dijo Klaus Schmidt, «incluso mil años después [del entierro intencional de Göbekli Tepe y de la desaparición de su gente], no queda nada de este mundo» (Schmidt, citado en Batuman, 2011, p. 80).

Göbekli Tepe plantea un auténtico misterio, uno que intentaré desentrañar.

¿Centro de culto a la muerte o el verdadero jardín del Edén?

Göbekli Tepe —en su inmensidad— existe. A pesar de los desafíos que presenta para los arqueólogos convencionales, exige una explicación. ¿Qué era exactamente Göbekli Tepe? ¿Por qué se construyó a costa de una enorme cantidad de tiempo y energía?

Según las teorías de Schmidt (de las que hablaremos más adelante), Göbekli Tepe ha sido aclamado por los medios de comunicación como el primer templo del mundo (Curry, 2008b; Mann, 2011), el jardín del Edén original (Knox, 2009a; véase también Batuman, 2011, p. 81; y Curry, 2008a, p. 278, ambos citando un artículo de portada de 2006 en Der Spiegel), e incluso como una versión antigua de Disneyland (Mann, 2011).

Basándonos en los hechos conocidos, se dice que el yacimiento no estaba habitado permanentemente, que no se han encontrado áreas habitables. El arqueólogo Ted Banning, de la Universidad de Toronto, ha propuesto una visión diferente (Banning, 2011; Stacey, 2011). A pesar de su decoración elaborada y de sus obras de arte sofisticadas, Banning sugiere que las estructuras en Göbekli Tepe pueden haber sido casas, no templos ni otros edificios religiosos. En concreto, indica, estas construcciones pueden representar grandes casas comunales. Según escribe: «Son similares en algunos aspectos a las grandes casas de tablones [de los pueblos nativos] de la costa noroeste de América del Norte, con sus impresionantes postes y tótems [...]. Es probable que algunos de estos edificios [de Göbekli Tepe] fueran el lugar de celebración de una serie de rituales, probablemente fiestas, ritos mortuorios, magia e iniciaciones [...] en general, no hay razón para suponer a priori, incluso cuando son tan impresionantes como los edificios de Göbekli Tepe, que no eran también viviendas» (Banning, citado en Stacey, 2011). De hecho, en octubre de 2010 se encontró una escultura de piedra que se asemeja a un tótem en Göbekli Tepe (Schmidt, 2010, p. 248). Además, a partir de 2021, se han reportado evidencias de asentamientos y ocupación permanente de Göbekli Tepe (Curry, 2021). En la región general de Şanlıurfa se han descubierto sitios antiguos de aproximadamente la misma edad que Göbekli Tepe, o en algunos casos posiblemente incluso más antiguos, con pilares y tallas similares. Un ejemplo de un sitio de este tipo es Karahantepe (Karul, 2021).

Los numerosos huesos de animales encontrados en Göbekli Tepe sugieren banquetes o sacrificios de animales. También se ha indicado que los cuencos de piedra descubiertos por Schmidt pueden haber sido utilizados para bebidas alcohólicas, como cerveza (Mann, 2011, p. 57). Quizá este era un lugar de encuentro, un yacimiento donde diferentes clanes y tribus se reunían para celebrar. ¿Pertenecía cada una de las aproximadamente dos docenas de círculos de piedra a un grupo diferente? Algunos creen que los pilares en forma de T representan figuras humanas estilizadas.

El consenso general —no quiere decir que sea correcto— es que Göbekli Tepe era un lugar religioso, un templo muy antiguo, un lugar santo y sagrado, una serie de santuarios, un lugar de peregrinaje. Los estudios de herramientas de obsidiana encontradas allí refuerzan la noción de que se trata de un espacio cosmopolita de reunión. Se han identificado varias fuentes diferentes de obsidiana, a una distancia de hasta quinientos kilómetros. El estilo de algunas de las herramientas de piedra encontradas en Göbekli Tepe indica que la gente viajó al yacimiento desde el actual Irak, Irán, a lo largo de la franja media del río Éufrates y varias partes del Mediterráneo oriental (Jarus, 2012).

A modo de complemento y refuerzo de la idea de que Göbekli Tepe es un centro de rituales religiosos, Ian Hodder y Lynn Meskell (ambos profesores de la Universidad de Stanford) han argumentado que dos de los principales «temas simbólicos» evidentes en Göbekli Tepe son: 1) el falocentrismo (un énfasis en penes, tanto humanos como animales), y 2) una preocupación por los animales salvajes, peligrosos y aterradores. De hecho, hay animales representados en Göbekli Tepe que pertenecerían a esta última categoría, como los jabalíes con grandes dientes caninos (y los jabalíes son bestias notablemente feroces), leones y otros felinos, y lo que parecen ser zorros, así como serpientes, escorpiones y aves carnívoras, como buitres. Además, algunos de estos animales presentan penes prominentes y aparentemente erectos, como unos que parecen ser zorros. En un pilar se representa a un humano sin cabeza con una erección prominente, y se encontró una figura de piedra itifálica (treinta centímetros de altura) en Göbekli Tepe (Verit et al., 2005).

Una mujer desnuda acostada de espaldas fue tallada burdamente en una losa de piedra que formaba parte de un banco o del suelo en una de las estructuras de Göbekli Tepe (véase Hodder y Meskell, 2011; Verit et al., 2005). Tiene brazos delgados y sus pechos cuelgan a ambos lados de su cuerpo. Sus piernas deformes se extienden a ambos lados, exponiendo su región genital. Algo parece estar sobresaliendo o insertado en su vagina. Algunos especulan con el hecho de que representa a una mujer que acaba de dar a luz y que el cordón umbilical sobresale de su vagina. Otros han sugerido que se está simbolizando el coito, pero el hombre está representado solo por un pene que ingresa en la vagina de la mujer (y, posiblemente, los testículos también se muestran de manera burda; es difícil de interpretar). Las líneas cortadas paralelas al supuesto eje del pene pueden representar flujos vaginales. Se ha interpretado que la cabeza deforme de la mujer representa en realidad el glande de un pene (Verit et al., 2005, p. 209), en cuyo caso la imagen es efectivamente un pene, lo que respalda aún más el concepto de falocentrismo en Göbekli Tepe. ¿Esta representación en una losa de piedra marcó un lugar donde realmente tuvo lugar el coito, tal vez algún tipo de ritual sagrado? ¿O bien solamente se practicaba el sexo? ¿Es una representación de una configuración de plasma antropomorfizado como se ve en el cielo durante un gran estallido solar? (véase el capítulo 6).

Más allá de estas representaciones explícitamente sexuales en Göbekli Tepe, Hodder y Meskell sugieren que quizá incluso los pilares en T «pueden ser en sí mismos evocaciones del falo, con un eje alargado y una cabeza pronunciada» (2011, p. 237). Además, estos mismos autores consideran que los pilares posiblemente refuerzan su noción de que existía una temática de «animal aterrador» en Göbekli Tepe. «También es posible que algunos de los pilares, con su eje y raíz largos, se parezcan a dientes, y los dientes y colmillos al descubierto sean un motivo recurrente en el yacimiento» (Hodder y Meskell, 2011, p. 237).

Grabado en una losa de piedra encontrada en Göbekli Tepe que se asemeja a una mujer, actualmente expuesta en el Museo de Şanlıurfa (fotografía cortesía de R. Schoch y C. Ulissey).

Si bien el aspecto fálico, al menos hasta cierto punto, puede parecer obvio —aunque mi sensación es que Hodder y Meskell lo resaltan demasiado y aún no estoy convencido de que los pilares T en sí mismos estén destinados a representar penes erectos—, el motivo del animal aterrador está lejos de ser una obviedad, en mi opinión. Mi sensación sobre muchos de los animales en Göbekli Tepe, con sus dientes descubiertos, es que están felices o sonríen con alegría y picardía, como el gato de Cheshire. Hay una cualidad exuberante en los animales. En respuesta al tema del animal aterrador propuesto por Hodder y Meskell, Douglas Baird (Universidad de Liverpool) ha señalado que las figuras más grandes encontradas en Göbekli Tepe son los pilares T antropomórficos centrales de uno de los recintos, y un animal (¿un zorro?) parece acurrucado debajo de un brazo (Baird, 2011). Es decir, lejos de provocar miedo, los animales están dominados y subyugados por los humanos (asumiendo que los pilares representan a los humanos más que a los dioses).

Talla en relieve de un animal parecido a un zorro de uno de los pilares de Göbekli Tepe; un pequeño animal parecido a un jabalí está grabado debajo del que se asemeja a un zorro (fotografía cortesía de R. Schoch y C. Ulissey).

Cuando miro las tallas de animales, pienso en chamanes con sus tótems y guías de animales (aquí utilizo la palabra chamán en el sentido coloquial general, no en el sentido estricto de Shirokogoroff, 1935). En Göbekli Tepe se encuentran imágenes de pájaros, símbolos tradicionales del espíritu o del alma. Los buitres en particular pueden representar aves que se llevaron a los muertos. En uno de los pilares de Göbekli Tepe (pilar 43) hay un buitre con un objeto redondo en el ala, y hacia la parte inferior del mismo pilar hay un bajorrelieve de un hombre sin cabeza con un pene erecto prominente. ¿Podría esto representar de alguna manera un mito de vida, muerte y renacimiento? Schmidt sugirió que esta escena podría ilustrar un antiguo mito de buitres que se llevan las cabezas de los muertos (Batuman, 2011, p. 80). ¿O podría ser una representación temprana del concepto de un pájaro que lleva el sol por los cielos (Batuman, 2011, p. 78)? Curiosamente, en el borde del pilar, junto al buitre, hay un animal que posiblemente se parezca a un león; algunos incluso podrían compararlo con la esfinge original en forma de leona. Los huesos humanos vinculados a Göbekli Tepe pueden ser indicios de un culto a la muerte (Vey, 2011). Algunos de los huesos humanos parecen no haber sido enterrados, tal vez fueron abandonados para ser recogidos por animales salvajes, como ocurrió en varias culturas posteriores (el Tíbet es un ejemplo; véase David-Neel, 1932). ¿Podrían incluso representar sacrificios humanos? ¿O era este un lugar de culto a los antepasados? En este sentido, Brian Haughton escribe: «Curiosamente, en excavaciones recientes en Göbekli Tepe, el equipo de Schmidt ha descubierto fragmentos de huesos humanos en suelos que provienen de los huecos de detrás de los pilares de piedra del yacimiento. Schmidt cree que los huesos muestran que los cadáveres fueron transportados a las áreas rituales demarcadas por las piedras talladas en forma de T, donde luego fueron colocados y abandonados para que los animales salvajes los despojaran de sus tejidos blandos. Tal actividad [sugeriría que] Göbekli Tepe [era] tanto un cementerio como un centro de un culto regional a la muerte» (Haughton, 2011). También se han encontrado fragmentos de cráneos humanos en Göbekli Tepe que fueron modificados artificialmente, lo que «podría indicar una nueva variación, no registrada con anterioridad, del culto al cráneo en el Neolítico temprano de Anatolia y Oriente Medio» (Gresky et al., 2017, p. 1).

El pilar Buitre (pilar 43) del recinto D en Göbekli Tepe. Vista general del lado tallado del pilar [abajo]. Animal felino en el borde del pilar [arriba a la izquierda]. Vista general del lado sin tallar del pilar [arriba a la derecha] (fotografías cortesía de R. Schoch y C. Ulissey).

Sinceramente, estas especulaciones me parecen interesantes, pero hasta que tengamos más evidencias, siguen siendo especulaciones. Sin duda alguna, existen varias razones por las que podríamos encontrar fragmentos de huesos humanos. Pudo haberse producido una muerte al azar, un asesinato o quizá esas personas murieron a causa de catástrofes naturales. Posteriormente, los animales salvajes hurgaron en los cuerpos porque no había nadie para atender su entierro inmediato. Solo más tarde, quizá, los supervivientes de la catástrofe regresaron para recoger y enterrar los restos que pudieran encontrar. Asimismo, debemos considerar la posibilidad de que no todos los restos humanos encontrados en Göbekli Tepe se deban a la misma causa. En cuanto a los cráneos modificados artificialmente, las pruebas indican que las modificaciones se realizaron poco tiempo después de la muerte (Gresky et al., 2017, p. 2), por lo que en este caso los muertos estaban siendo atendidos.

Göbekli Tepe ha sido aclamado en algunos círculos como la representación figurativa, incluso literal, del jardín del Edén bíblico tal y como se describe en el libro del Génesis.

Luego plantó Yavé Dios un jardín en Edén, al oriente, donde colocó al hombre que había formado. Yavé Dios hizo brotar del suelo toda clase de árboles deleitosos a la vista y buenos para comer, y en medio del jardín, el árbol de la vida y el árbol de la ciencia del bien y del mal.

De Edén salía un río que regaba el jardín, y desde allí se repartía en cuatro brazos.

El uno se llama Pisón: es el que rodea todo el país de Javilá, donde hay oro.

El oro de aquel país es fino. Allí se encuentra el bedelio y el ónice.

El segundo río se llama Guijón: es el que rodea el país de Kus.

El tercer río se llama Tigris: es el que corre al oriente de Asur. Y el cuarto río es el Éufrates.

Tomó, pues, Yavé Dios al hombre y le dejó en el jardín del Edén, para que lo labrase y cuidase.

Y Dios impuso al hombre este mandamiento: «De cualquier árbol del jardín puedes comer, mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás, porque el día que comieres de él, morirás sin remedio (Génesis 2:8-17).

Al igual que el legendario Edén, Göbekli Tepe se encuentra entre la parte norte de los ríos Tigris y Éufrates. Aunque ahora es un paisaje desértico, desolado y árido, hace doce mil años era un área de abundante vida vegetal y animal, un paraíso para los cazadores recolectores. Göbekli Tepe es también un área donde tuvo lugar la domesticación y la agricultura tempranas, más o menos al mismo tiempo que el uso de estructuras, durante varios miles de años. La visión tradicional es que erigir un complejo del orden de Göbekli Tepe habría requerido una fuerza laboral sedentaria, organizada, y esto solo sería posible después de que la domesticación de animales y la agricultura estuvieran bien asentadas. Pero quizá fue al revés. ¿La congregación de un gran número de personas en Göbekli Tepe provocó el agotamiento de los recursos naturales locales y forzó en definitiva el desarrollo de la agricultura? La agricultura temprana pudo haber ofrecido pocas ventajas en comparación con la recolección y la caza en un paraíso. La agricultura era un trabajo agotador que requería mucho tiempo y generaba una nutrición relativamente deficiente. Como Dios le dijo a Adán después de que comiera el fruto prohibido que le ofreció Eva, después de ser convencida por la serpiente para que la probara: «Por haber escuchado la voz de tu mujer y comido del árbol del que yo te había prohibido comer, maldito sea el suelo por tu causa: con fatiga sacarás de él el alimento todos los días de tu vida» (Génesis 3:17). Hay serpientes y víboras talladas en algunos de los pilares de Göbekli Tepe.

¿Qué más tenían los constructores de Göbekli Tepe?

A primera vista, los pilares tallados que se han excavado hasta ahora en Göbekli Tepe indican que sus creadores debían de gozar de una cultura social y material increíblemente sofisticada. Además, cabe recordar que en este punto solo se ha excavado una pequeña parte del yacimiento. Al menos otros dieciséis o veinte recintos de piedra todavía están bajo tierra, y puede haber muchas más estructuras y objetos enterrados en las colinas y montañas circundantes. No sabemos si las áreas excavadas de Göbekli Tepe son siquiera representativas del conjunto, o si se encontrarán tallas, símbolos y tipos de estructuras completamente diferentes. En mi opinión, es prematuro intentar «decodificar» o interpretar definitivamente el significado y las funciones de las esculturas y estructuras de Göbekli Tepe. Como ya he señalado, algunos de los pilares excavados allí muestran lo que bien pueden ser símbolos abstractos, incluso indicios de escritura (véase el capítulo 15). No me sorprendería que en nuevas excavaciones se descubran más símbolos o incluso lo que podría darse en llamar un lenguaje escrito.

Göbekli Tepe se equipara fácilmente con Stonehenge en Inglaterra, posiblemente uno de los yacimientos arqueológicos más famosos del mundo junto con las pirámides y la Gran esfinge. Pero Stonehenge y cientos de otros círculos de piedra y estructuras relacionadas que se encuentran en toda Europa y las islas británicas (véase, por ejemplo, Burl, 1976) son francamente toscos en comparación con Göbekli Tepe. Sin embargo, estos megalitos de piedra británicos están fechados convencionalmente alrededor de ¡cinco mil a siete mil años o más, después que Göbekli Tepe! Esto, por supuesto, supone que la datación asignada convencionalmente a estas estructuras es correcta. Muchas de las fechas se basan en análisis de radiocarbono de materiales orgánicos encontrados junto a los círculos de piedra, pero bien podría ser que los círculos de piedra sean mucho más antiguos que los restos orgánicos, y que fueran utilizados y reutilizados durante muchas generaciones, de hecho, durante muchos milenios.

¿Qué otros objetos materiales podían haber tenido los pueblos de Göbekli Tepe? Es difícil de saber, especialmente porque la mayoría de los materiales de base orgánica son extremadamente perecederos y no durarían más de diez mil años. Creo, sin lugar a dudas, que los pueblos de Göbekli Tepe tenían varias herramientas de madera, cuero, piel y fibra. En concreto, seguramente tenían cuerdas, cestas, cordones, redes, textiles y otros utensilios realizados con fibras. En Perú se han encontrado tejidos bellamente elaborados que datan de hace doce mil años, el final de la última era glacial y los tiempos de Göbekli Tepe (Past Horizons, 2011; Maestri, 2011). Además de varias cuentas de piedra, en Göbekli Tepe (Badisches Landesmuseum Karlsruhe, 2007a) se encuentran utensilios en forma de botones tallados en piedra que podrían haberse utilizado con ropa. De hecho, la evidencia de textiles completos, derivada de las impresiones sobre arcilla de materiales tejidos, se remonta a veinticinco mil años, y en una cueva en el condado de Georgia (al noreste de Turquía) se han encontrado fibras de lino procesadas (que tradicionalmente se utilizan para hacer lino) que se remontan a treinta mil años o más (Harris, 2009). No se encontraron objetos elaborados a partir de las fibras, ya que pueden haberse degradado o quizá las fibras solo eran restos de remiendos o fabricación. El arqueólogo Ofer Bar-Yosef, de la Universidad de Harvard, sugiere que las fibras se trenzaron juntas para «hacer tocados, se pueden hacer cestas, cuerdas y cordones, etcétera» (Bar-Yosef, citado en Harris, 2009). En mi opinión, es bastante probable que fabricaran textiles para tejer ropa, bolsas, tiendas y otros muchos artículos. Es interesante y revelador que las fibras de Georgia de treinta mil años de antigüedad fueran teñidas a propósito en varios tonos de negro, gris, rosa y turquesa. Estos pueblos antiguos tenían sentido del color y de la estética.

Incluso en lo relativo a la piedra u otros objetos no perecederos, es de ingenuos suponer que tenemos más que una vaga idea de lo que había en el pueblo de Göbekli Tepe. No es como si dejaran casualmente sus objetos preciosos tirados por ahí para que los encontremos más de diez mil años después (dado que pueden haber almacenado o enterrado, tal vez en una tumba, ciertos objetos, pero entonces depende de nosotros localizarlos). Basándose en elementos como las cuentas de piedra y los objetos en forma de botones de piedra encontrados en Göbekli Tepe, parece que tenían un fino sentido estético en cuanto a joyería y ornamentación personal.

Otras evidencias procedentes de Turquía que indican la cultura material del pueblo Göbekli Tepe refuerzan aún más el argumento de que el nivel de sofisticación tecnológico y cultural en la región hace nueve o doce mil años aproximadamente se ha subestimado en gran medida. Un fragmento de un brazalete de obsidiana (vidrio volcánico) fechado en el 7500 a. C. (justo después de la época de Göbekli Tepe) del yacimiento neolítico de Aşıklı Höyük en Anatolia central, Turquía, ha sido analizado utilizando métodos modernos de alta tecnología (Thornhill, 2011). Se describe que el brazalete tiene «una forma compleja y una notable cresta anular central, y tiene diez centímetros de diámetro y 3,3 centímetros de ancho» (Physorg.com, 2011a). Los estudios de laboratorio modernos «revelaron que la pulsera se realizó utilizando técnicas de fabricación altamente especializadas. Los análisis realizados mostraron que el brazalete era casi perfectamente regular. La simetría de la cresta anular central es extremadamente precisa, al grado más cercano y al centenar de micrómetros más cercano. Ello indica que los artesanos de la época usaban modelos para controlar la elaboración de las formas. El acabado de la superficie del brazalete (que es muy regular, parecida a la de un espejo) requirió el uso de complejas técnicas de pulido capaces de obtener una calidad a escala nanométrica digna de las lentes de los telescopios actuales» (Physorg.com, 2011a). Me gustaría señalar que el brazalete data de alrededor del 7500 a. C. según su contexto; en realidad, podría ser un utensilio o una reliquia de un periodo anterior que se transmitió de generación en generación. Se halló un brazalete de piedra parecido, y también increíblemente sofisticado, en lo que se conoce como la cueva de Denisova, en las montañas de Altai, Siberia, y se lo considera vinculado a la especie extinta conocida como Homo altaiensis o denisovano, que en algunos casos se vincula a los neandertales (Liesowska, 2015; Zubova et al., 2017; Garau, 2018). Fechada inicialmente en cuarenta mil años, un análisis más reciente del estrato (de la capa geológica) y del contexto de la pulsera sugiere que puede tener entre 65.000 y 70.000 años (Siberian Times, 2017).

Además de su cultura material, seguramente el pueblo de Göbekli Tepe contaba con una rica tradición oral y no material que incluía mitología, historia, religión, música, danza y conocimiento del mundo natural, desde las estaciones y los cálculos calendáricos y la astronomía hasta la forma de usar las plantas, los animales, las hierbas y las medicinas. Pero me pregunto si tal conocimiento fue enteramente oral y memorístico para ser transmitido de generación en generación. No creo que sea inconcebible que los pueblos de Göbekli Tepe tuvieran algún tipo de papel (ya sea papel como lo concebimos hoy en día o más cercana a una tela o una sustancia de pergamino) en el que hicieran anotaciones o incluso lo que podría clasificarse como escritura real.

Desde que redacté el último párrafo en 2011-2012, ha habido una serie de avances con respecto a la posibilidad de que los pueblos de Göbekli Tepe supieran leer y escribir, y de que tuvieran escritura. Varios estudiosos han llegado a sugerir que tenían alguna forma de escritura o «protoescritura», refiriéndose tanto a las imágenes en los pilares de Göbekli Tepe (Cesarino, 2012) como a las imágenes grabadas en pequeñas placas de piedra encontradas en el yacimiento (véase resumen y referencias en Henley, 2018). Lo que es más importante, mi colega Manu Seyfzadeh identificó conexiones entre los símbolos de los pilares de Göbekli Tepe y los jeroglíficos posteriores que se encuentran en las escrituras antiguas de Anatolia (véase el capítulo 15, y Seyfzadeh y Schoch, 2019a). Resultan aún más asombrosas algunas de las formas y símbolos, pues parecen reflejar la física del plasma solar (véase discusión en el nuevo capítulo 15).

Si hay algo que debemos aprender de la historia moderna de la arqueología es que hemos subestimado constantemente el nivel de sofisticación y antigüedad de nuestros antepasados.

¿Un conocimiento antiguo enterrado a propósito?

Cuando pienso en Göbekli Tepe, lo primero que me viene a la mente es que se trataba de un centro de conocimiento, lo que por supuesto no es incompatible con un espacio religioso. ¿Podrían las posiciones de los monolitos y las tallas específicas de sus superficies codificar información? Parece obvio afirmar que los diversos círculos de piedra eran calendáricos o astronómicos. ¿Se podrían representar o codificar las constelaciones en los relieves tallados o en las posiciones de los megalitos? ¿Hay alineaciones significativas entre las piedras? ¿Cada círculo se refería a un tema o una rama diferente del conocimiento antiguo?

Göbekli Tepe se construyó, utilizó y amplió durante un par de miles de años. Mi interpretación es que hubo tres fases principales. Primero, se erigieron y se tallaron los hermosos pilares de piedra en forma de T. Por lo general, alrededor de una docena de pilares de este tipo se erigían en un círculo u óvalo, y dos más estaban en el centro. Basándonos en las superficies superiores rugosas que soportan, los pilares también podían haber sustentado algún tipo de techo o superestructura en algún momento de su historia. En segundo lugar, se construyeron muros de piedra relativamente toscos entre los pilares exteriores, formando recintos circulares. Estos muros lindan con los relieves tallados en los pilares, y en algunos casos parecen cubrirlos u ocultarlos. También es evidente que algunos de los pilares en forma de T se derrumbaron y fueron reerigidos cuando se construyeron los muros de piedra secundarios. Diría que el yacimiento se estaba convirtiendo en una especie de estructura defensiva. Por último, a más tardar hace diez mil años (quizá mucho antes), todo el complejo fue enterrado intencionadamente bajo toneladas de roca y tierra. Se ha llegado a afirmar que partes de Göbekli Tepe pueden haber quedado «enterradas» debido al colapso de las estructuras y la erosión natural de las áreas adyacentes más altas y la posterior deposición en elevaciones más bajas (Gresky et al., 2017, p. 7). Estoy de acuerdo en que esto es posible, e incluso probable hasta cierto punto, especialmente en las partes más jóvenes de Göbekli Tepe, pero no excluye el entierro intencional de las partes más antiguas, como los recintos C y D. De hecho, en los recintos C y D hallamos indicios de que los pilares se habían caído y posteriormente se volvieron a erigir antes de que se construyeran los muros de piedra secundarios; más tarde, todos los recintos fueron enterrados en escombros. Mis observaciones de estos sobre el terreno me llevan a considerar que este entierro inicial o primario fue artificial, y no debido a causas naturales. 

(Nota a la edición revisada: quiero señalar que, tal y como analizo más adelante, creo que una explicación plausible para el entierro de Göbekli Tepe fue proteger y preservar el lugar, así como la información, el mensaje, que codifica para la posteridad. Las piedras megalíticas son bastante duraderas; sin embargo, como muchos otros materiales en la Tierra, los pilares de piedra desprotegidos serían vulnerables a las temperaturas abrasadoras de las descargas eléctricas de plasma producidas durante un estallido solar. El mayor estallido solar [o estallidos] al final de la última glaciación y los correspondientes eventos catastróficos en la Tierra explican, o proporcionan un marco contextual, para entender muchos de los misterios más enigmáticos del pasado remoto.)

No cabe la menor duda de que Göbekli Tepe se usó y reutilizó durante mucho tiempo, según mi estimación, al menos dos mil años, antes de ser enterrado intencionalmente alrededor del 8000 a. C. o antes. Incluso mucho después de su entierro, Göbekli Tepe puede haber conservado su importancia para la población local. El profesor Schmidt sugirió que algunas de las depresiones y gubias talladas, por ejemplo, en la parte superior de los pilares (que pueden haber estado al nivel de la superficie del suelo en ese momento), pueden datar de una época en la que el yacimiento ya había sido enterrado, pero aún se recordaba como un lugar importante o sagrado, por lo que la gente seguía acudiendo para participar de la energía del lugar. Tal y como nos explicó Veysí Yildiz, hijo del terrateniente local, mientras visitábamos el lugar, la zona ya era venerada incluso antes de que se descubrieran los restos arqueológicos en Göbekli Tepe (hay tumbas cubiertas de piedra o montículos conmemorativos que se encuentran en la parte superior del yacimiento aún hoy junto a una morera, conocida como el Árbol de los Deseos; véase Nominación al Patrimonio Mundial, 2017, p. 18).

Túmulos funerarios o conmemorativos en la cima de Göbekli Tepe junto a la morera, en verano [izquierda] e invierno [derecha] (fotografías cortesía de R. Schoch y C. Ulissey).

¿Por qué existen distintos usos del yacimiento? ¿Por qué su eventual abandono y entierro? ¿Había llegado el templo, el terreno sagrado, al final de su ciclo de vida? ¿Fue profanado o desmantelado ritualmente? ¿O el pueblo de Göbekli Tepe pasó de la caza y la recolección a la agricultura, y en este proceso abandonó sus viejas costumbres, a sus viejos dioses? ¿O el pueblo sufrió una serie de catástrofes naturales? Hace doce mil años (más precisamente, alrededor del 9700 a. C.), el último periodo glacial llegó a su fin, el nivel del mar estaba subiendo, los climas fluctuaban y algunos creen que los polos estaban cambiando y los cometas estaban bombardeando nuestro planeta (me referiré a ello más adelante; no soy un defensor de la «teoría del cometa») y, como veremos, existen indicios convincentes de un gran estallido solar en ese momento. A raíz de la calamidad, ¿el pueblo de Göbekli Tepe intentó fortificar primero sus estructuras y luego se dio cuenta de que era inútil, las enterró y huyó? ¿Esperaba volver de nuevo para descubrir sus monumentos?

En pocas palabras, tenemos evidencias de la existencia de una alta cultura y civilización (y de sus obras) alrededor del año 10.000 a. C. al 8000 a. C., pero luego vemos un aparente declive o pausa durante miles de años, hasta el «surgimiento» de la civilización una vez más en Mesopotamia, Egipto y otros lugares. ¿Qué sucedió?

Una mala interpretación de Göbekli Tepe

Creo que es evidente que los restos que encontramos actualmente en Göbekli Tepe no fueron todos construidos al mismo tiempo; no son todos de una sola pieza. Para algunos arqueólogos, antropólogos y prehistoriadores, interpretarlos como si lo fueran es tergiversar los datos. Harvey Whitehouse, de la Universidad de Oxford, publicó una variación extrema de este concepto erróneo. Vale la pena citarlo directamente, para que no se me pueda acusar de tergiversar sus palabras:

Göbekli Tepe comprende una serie de círculos de losas de piedra similares a Stonehenge, que se asemejan levemente a falos gigantes. De hecho, estas piedras se extrajeron mucho mucho antes que Stonehenge, hace unos doce mil años. Cada anillo espectacular de imponentes monolitos probablemente fue enterrado a los pocos días o semanas de su finalización. El gran esfuerzo del trabajo humano involucrado es asombroso. Nadie sabe cómo pudieron hacerlo sin excavadoras, cabrestantes, grúas o incluso herramientas manuales de acero. Y nadie sabe por qué. ¿Qué inspiró a los recolectores antiguos a llevar su tecnología de la Edad de Piedra al límite, cortando rocas de veinte toneladas de la ladera, arrastrándolas hasta la cima y colocándolas en agujeros cuidadosamente excavados a varios metros de profundidad? ¿Por qué tallar altos relieves de animales exquisitamente realistas en sus costados, solo para ocultar estas asombrosas creaciones debajo de un montón de escombros? (Whitehouse, 2012).

Basándose en su mala interpretación de los datos —que las estructuras en Göbekli Tepe fueron construidas y luego enterradas a propósito en días o semanas—, Whitehouse interpreta que el yacimiento representa rituales esencialmente religiosos que, en sus componentes específicos, eran realmente bastante inútiles, pero que sirvieron para unir socialmente a grupos de individuos y subgrupos en comunidades más grandes. Si bien ciertamente un yacimiento como Göbekli Tepe ayudó a solidificar y unir a las personas, tal como lo hace una gran iglesia, mezquita, sinagoga o monumento secular hoy en día, reducir Göbekli Tepe a nada más que esto es, en mi opinión, francamente engañoso. Es una artimaña académica más para tratar de forzar a Göbekli Tepe a entrar en el paradigma estándar y así evitar reconocer que el statu quo puede errar.

Escultura de piedra tallada (coloquialmente denominada por algunos como un «tótem de piedra») encontrada en Göbekli Tepe, ahora expuesta en el Museo Şanlıurfa (fotografías cortesía de R. Schoch y C. Ulissey).

Las esculturas independientes y otras obras de arte encontradas en Göbekli Tepe, expuestas en el Museo de Şanlıurfa, refuerzan, en mi opinión, la sofisticación de esta civilización. Hay figuras humanas, jabalíes, felinos y otros animales, así como un alto y enigmático pilar de piedra de talla compleja que a simple vista se asemeja a un tótem de una época y cultura posteriores. Su representación real elude cualquier interpretación definitiva en la actualidad, aunque mi primera impresión es que puede registrar las complejidades de los componentes psíquicos del ser humano, expresadas en un ciclo de nacimiento, muerte y renacimiento. No tengo ninguna duda de que las tallas, tanto en los pilares como entre las esculturas independientes, entrañan algún tipo de significado. No se trata de creaciones al azar ni de un trabajo precipitado, emprendido como un simple ritual de unión para luego acabar siendo enterrado de inmediato en los escombros. Me impactan la belleza, la satisfacción y la alegría de algunas de las esculturas de Göbekli Tepe. Se trataba de un pueblo sofisticado, una civilización olvidada que tenía una comprensión de sí misma y del cosmos que haríamos bien en redescubrir.

Una variedad de pequeñas esculturas de piedra encontradas en Göbekli Tepe, ahora expuestas en el Museo Şanlıurfa (fotografías cortesía de R. Schoch y C. Ulissey).

Una registro de precesión en Göbekli Tepe

Un sello distintivo de la civilización es la observación científica precisa. La astronomía a menudo se considera la ciencia más temprana y sofisticada. Un fenómeno astronómico particularmente sutil, cuyo descubrimiento generalmente se atribuye a Hiparco de Rodas en el siglo II a. C. (Magli, 2004, 2009), es el lento movimiento de las estrellas en relación con el sistema de coordenadas ecuatoriales. Este fenómeno se conoce comúnmente como precesión de los equinoccios. El ciclo completo, con las estrellas que regresan a sus «puntos de partida», lleva algo menos de veintiséis mil años. Algunos investigadores sugieren que la precesión era conocida por los antiguos egipcios y otras civilizaciones tempranas y se refleja en los mitos de todo el mundo (Lockyer, 1894; De Santillana y Von Dechend, 1969). Otros discuten tales afirmaciones. Encontré indicios de conocimiento de la precesión en Göbekli Tepe, lo cual añadía otra capa de sofisticación a este extraordinario lugar.

Las principales partes excavadas (a principios de 2020) de Göbekli Tepe se encuentran en la ladera de una colina que mira hacia los cielos del sur. Hasta ahora, tal y como se mencionó anteriormente, la mayor parte de cuatro círculos de piedra (recintos) se han excavado en un área que mide aproximadamente cuarenta por cuarenta metros. Se han descubierto partes de pilares y estructuras más jóvenes y más pequeñas, tanto de veinte a treinta metros al norte como a unos ochenta metros al oeste del área principal de los círculos (la porción principal y más antigua de Göbekli Tepe que se analiza aquí pertenece a la capa III de Schmidt; los pilares y las estructuras más jóvenes y más pequeñas pertenecen a la capa II de Schmidt), y se han identificado aproximadamente dieciocho o más círculos de piedra todavía bajo la tierra (hay excavaciones en curso en Göbekli Tepe, y existen áreas que han sido excavadas total o parcialmente que, a principios de 2020, están cubiertas por una estructura protectora moderna y no están abiertas al público; mi solicitud para que se me permitiera ver estas excavaciones durante mi visita de enero de 2020 fueron recibidas con silencio; sin embargo, comprendo perfectamente que los responsables pueden no querer revelar lo que han encontrado hasta que tengan la oportunidad de llevar sus excavaciones a un punto determinado y también analizar y publicar sus resultados). El recinto D se encuentra más al norte. Al sureste se encuentra el recinto C, y al sur del recinto D, se localizan los recintos B y, por último, el A. Los recintos están muy cerca unos de otros, son casi colindantes. Cada recinto posee un par de altos pilares centrales paralelos entre sí y rodeados por un círculo de pilares más cortos con muros de piedra posteriores entre ellos. Si en algún momento se cubrieron los recintos, es posible que se haya accedido a ellos desde arriba; de hecho, se han encontrado posibles «portales» de piedra tallada que pueden haber sido colocados a modo de techo.

Creo que los pilares de Göbekli Tepe codifican el conocimiento astronómico y que, además, el lugar en sí era en parte un observatorio astronómico. En este sentido, Walter Cruttenden (2012) ha indicado que varios de los relieves tallados en los pilares pueden ser representaciones de constelaciones importantes: el escorpión en uno de los pilares puede representar a Escorpio, un buitre puede representar a Cygnus (posiblemente junto con Lira), el uro o toro pueden representar a Tauro, las serpientes pueden relacionarse con Ofiuco o Hidra, los zorros pueden representar Vulpecula —por mencionar solo algunos ejemplos—. El egiptólogo Ludwig D. Morenz, de la Universidad de Leipzig, propuso que el buitre (o águila) representado en un pilar con un ala extendida que lleva una «bola» puede representar el cielo con el disco solar o la Luna (Morenz, 2012). Otros han interpretado la bola en cuestión como una cabeza humana, en parte porque más abajo, en el mismo pilar, aparece un cuerpo humano sin cabeza con un pene erecto (Hodder y Meskell, 2011).

En apoyo del posible uso astronómico de Göbekli Tepe, Donna Sutliff (una académica independiente que trabaja en North Adams, Massachusetts) ha indicado que los «pilares en forma de T [pueden haber] cumplido una función astronómica, como puntos fijos para discernir el movimiento del Sol, de la Luna y de las estrellas de manera similar a la forma en que los incas empleaban pilares para registrar los movimientos del Sol» (Sutliff, 2012, p. 125). En la misma línea, el informático retirado Joe Plegge (2012) ha analizado Göbekli Tepe y ha llegado a la conclusión de que la disposición de los pilares y los agujeros encontrados en algunos de ellos podrían haber sido utilizados para rastrear los equinoccios y solsticios.

Los pares centrales de pilares en los recintos de Göbekli Tepe están orientados generalmente hacia el sureste, como si formaran tubos de observación hacia el cielo. Sorprendentemente, los pilares centrales del recinto D incluyen brazos con las manos colocadas debajo del ombligo, enmarcando el área del vientre, y los pilares antropomórficos están orientados al sur. Los pilares centrales del recinto D también llevan cinturones y taparrabos (para mí, los taparrabos parecen estar hechos de pieles de zorro); en general, tengo la impresión de que los pilares representan cazadores sin cabeza (equivalentes, quizá, al «cazador sin cabeza» del cielo, es decir, Orión, a quien los egipcios dinásticos equipararon con Osiris; véase una descripción más detallada en el capítulo 15). Sin embargo, las orientaciones de los pilares centrales varían de un recinto a otro. En el recinto D, los pilares centrales están orientados aproximadamente a siete grados al este del sur. Los de los recintos C, B y A están aproximadamente a trece grados al este del sur; veinte al este del sur; y treinta y cinco grados al este del sur, respectivamente (estas medidas son solo aproximadas y se basan en el plano de Göbekli Tepe publicado por Peters y Schmidt, 2004, p. 186). Estos ángulos variables sugieren que los constructores estaban observando las estrellas y construyendo nuevos recintos orientados progresivamente hacia el este, a medida que seguían estrellas particulares o cúmulos estelares durante cientos de años.

En la mañana del equinoccio vernal de alrededor del 10.000 a. C., antes de que saliera el Sol hacia el este en Göbekli Tepe, las Pléyades, Tauro y la cima de Orión estaban a la vista en la dirección indicada por las piedras centrales del recinto D (como se señaló anteriormente, estos pilares miran hacia el sur, tal como indican las posiciones de las manos y los taparrabos), con el cinturón de Orión no muy por encima del horizonte cuando amaneció, visto desde los mejores miradores de la zona (las alineaciones mencionadas en esta sección sobre Göbekli Tepe se determinaron utilizando la versión de 2003 del programa informático Starry Night Pro 4.5 de Space Holding Company, Toronto).

Ocurrió algo parecido en la orientación de las piedras centrales del recinto C de alrededor del 9500 a. C. y del recinto B de alrededor del 9000 a. C. El recinto A está orientado hacia las Pléyades, Tauro y Orión en la mañana del equinoccio de primavera alrededor del 8500 a. C., pero debido a los cambios precesionales, todo el cinturón de Orión ya no se elevaba sobre el horizonte antes de que amaneciera. Aproximadamente en el 8150 a. C., el cinturón de Orión permanecía por debajo del horizonte en el amanecer de la mañana del equinoccio vernal. Estas fechas se ajustan bien al marco temporal establecido para Göbekli Tepe, basándonos en la datación por radiocarbono. Además, la constelación de Orión se puede ver literalmente como un torso en el cielo con brazos (pero no piernas), un cazador sin cabeza, similar a la iconografía de los cazadores sin cabeza representados en los pilares centrales del recinto D. Orión se reconoce fácilmente en el cielo por sus prominentes estrellas alineadas en el conocido como el cinturón de Orión.

Diagrama que muestra las orientaciones de los recintos A, B, C y D en Göbekli Tepe [arriba]. Vista a través de los pilares centrales del recinto D mirando al sur y ligeramente al este [abajo] (fotografía cortesía de R. Schoch y C. Ulissey). Vista aérea expuesta en el Museo Şanlıurfa (fotografía y flechas de R. Schoch y C. Ulissey).

El equinoccio de primavera es fácilmente observable, y desde los primeros registros de la historia ha sido un hito importante, celebrado con festividades. Marca el primer día del año en numerosos calendarios y está vinculado a relatos de creación cosmológica. Sospecho que estas tradiciones se remontan a la época de Göbekli Tepe e incluso antes. Recordemos que la Gran esfinge, orientada hacia el este, da precisamente a la ubicación del equinoccio de primavera (vernal).

La región del cielo de Orión-Tauro fue foco de estudio de los humanos antiguos durante decenas de miles de años en Europa y Oriente Medio. Aquí se encuentran los asterismos del cinturón de Orión y las Híades, así como las Pléyades. Orión y las Pléyades se mencionan explícitamente en la Biblia judeocristiana (véase, por ejemplo, Job 38:31 y Amós 5:8). Investigadores como Michael Rappenglück, Frank Edge y Luz Antequera Congregado han identificado la constelación de Tauro y las Pléyades entre las pinturas de la cueva de Lascaux, en Francia, que datan de hace dieciséis mil quinientos años (Seddon, 2008; Thompson, 2001-2007; Whitehouse, 2000). Además, Rappenglück afirma que una pequeña tablilla de Alemania, tallada en marfil de mamut, que data al menos de hace 32.500 años, representa la constelación de Orión con la apariencia familiar de una figura masculina de cintura estrecha con brazos y piernas extendidos (Whitehouse, 2003). En función de estos datos, es razonable que el pueblo de Göbekli Tepe reconociera a Orión como una figura humana, incluso como un cazador. Los restos de los animales encontrados durante la excavación de Göbekli Tepe (incluidos leopardos, una hiena, gacelas, uros o ganado salvaje, asnos salvajes, zorros, ciervos rojos, gamos mesopotámicos, especies de ovejas y cabras salvajes, jabalíes, perdices chukar, grullas y buitres; véase Batuman, 2011, p. 78; Peters y Schmidt, 2004; y Schmidt, 2010), así como los bajorrelieves de los pilares, pueden indicar una sociedad cazadora, o posiblemente el Zodiaco que rodea a la constelación de Orión. Los pilares antropomórficos del recinto D pueden representar, en forma estilizada, a Orión. No solo tienen brazos (que podrían interpretarse como los brazos de Orión llevados al cuerpo), sino también cinturones prominentes (las estrellas del cinturón de Orión) y taparrabos de piel de zorro que pueden representar la nebulosa de Orión y características vinculadas a ella.

Pilar 18 del recinto D en Göbekli Tepe comparado con la constelación de Orión [arriba]. Descripción general del recinto D. El pilar 18 está en el centro de la parte posterior de esta vista [abajo] (fotografías cortesía de R. Schoch y C. Ulissey; foto de Orión: modificación de una imagen de dominio público).

Curiosamente, y creo que no es mera coincidencia, Orión se ha relacionado con otros yacimientos muy antiguos. En el desierto del Sahara, en el sur de Egipto, al oeste de Asuán, hay un área conocida como Nabta Playa. Aquí, el arqueólogo Fred Wendorf, de la Universidad Metodista del Sur, y su equipo han identificado un antiguo calendario circular de piedra, así como muchas otras construcciones y estructuras megalíticas, que datan de alrededor del 4000 a. C. e incluso antes (Malville, 1998).

El físico Thomas Brophy (2002, 2012; véase también Gaffney, 2006) ha llevado a cabo extensos análisis de Nabta. Según Brophy, tres piedras dentro del círculo del calendario Nabta representan el cinturón de Orión (al igual que las tres pirámides de Guiza representan el cinturón de Orión, según la investigación de Robert Bauval; en Bauval y Gilbert, 1994; Schoch y Bauval, 2017). Las piedras en la playa y las estrellas correspondientes en el cielo se alinearon en las noches del solsticio de verano, entre aproximadamente el 6400 a. C. y el 4900 a. C. Sin embargo, Brophy encontró aún más correlaciones. Otras tres piedras en el círculo del calendario de Nabta corresponden a la configuración de la porción superior u hombros de Orión, tal como aparecieron alrededor del año 16.500 a. C. Basado en estos y otros análisis de los monolitos en el área, Brophy concluye que los primeros habitantes de Nabta Playa poseían un conocimiento increíblemente sofisticado, el tipo de conocimiento que asociamos con la alta cultura y la civilización. Además, las fechas de las estructuras de Nabta están en línea con mi datación de las partes más antiguas de la Gran esfinge, así como la datación de Göbekli Tepe; y en Guiza, Göbekli Tepe y en Nabta, aparentemente, la constelación de Orión (que para los antiguos egipcios representaba al dios Osiris durante la época dinástica) fue de suma importancia.

Me atrevo a sugerir que el hecho de que el pueblo de Göbekli Tepe estuviera observando la región del cielo de Orión-Tauro-Pléyades en la mañana del equinoccio vernal es simplemente una hipótesis. Si estaban observando estrellas (y no el Sol, por ejemplo), entonces necesitaban reajustar sus observaciones a lo largo de los siglos debido a cambios en la precesión de los equinoccios. Y tal vez estaban observando algo más que el Sol, la Luna, los planetas y las estrellas.

Posibles descendientes del pueblo de Göbekli Tepe

¿Los constructores de Göbekli Tepe simplemente desaparecieron, o quizá transmitieron parte de su herencia a generaciones posteriores? Posiblemente enterraron sus monumentos, abandonaron su tierra natal y emigraron a otras partes del mundo. Los datos tentadores para apoyar tal escenario han venido de varios campos. El egiptólogo Ludwig D. Morenz (2012) ha señalado que el concepto de buitre celeste, tal y como fue interpretado en un pilar de Göbekli Tepe, se encuentra miles de años después en el antiguo Egipto. Asimismo, Hodder y Meskell (2011) señalan que las estatuas itifálicas de Göbekli Tepe y yacimientos asociados son similares al dios egipcio itifálico Min, aunque se apresuran a señalar que «no desean defender vínculos culturales directos» (p. 238). Sin embargo, Joe Plegge (2012) sugiere explícitamente que puede haber vínculos directos entre el pueblo de Göbekli Tepe y los constructores de Stonehenge de Wiltshire, en Salisbury Plain, Inglaterra. «Creo que los constructores de Göbekli Tepe crearon una estructura megalítica utilizada para observaciones celestes, y sus descendientes trajeron este conocimiento con ellos cuando emigraron a Inglaterra y ayudaron a construir Stonehenge», escribe Plegge (2012, p. 69). Según la datación convencional, las primeras etapas de Stonehenge se remontan aproximadamente al 3100 a. C., unos cinco milenios después de la desaparición de Göbekli Tepe. Además, los dos yacimientos están separados por casi cuatro mil kilómetros y el canal de la Mancha. Sin embargo, estas fechas convencionales para Stonehenge pueden no ser la historia completa; la actividad en el yacimiento de Stonehenge, con marcas de postes muy antiguas, se remonta al menos a hace diez mil años (anónimo sin fecha, «Stonehenge Post Holes»; Kinsley, 2015).

Entonces, ¿podemos afirmar seriamente que el pueblo de Göbekli Tepe fue antepasado de los constructores de Stonehenge? Plegge cita un artículo publicado por la genetista Patricia Balaresque (Universidad de Leicester) y sus colaboradores que concluye, basándose en datos del cromosoma Y, que hubo movimiento, migración y expansión de linajes desde Anatolia (el área general donde se encuentra Göbekli Tepe) hacia Europa occidental durante los últimos diez mil años (Balaresque et al., 2010). Un estudio lingüístico refuerza esta hipótesis. Remco Bouckaert (Ciencias de la Computación, Universidad de Auckland) y sus colaboradores, después de analizar el vocabulario de ciento tres idiomas indoeuropeos diferentes (antiguos y contemporáneos), concluyeron que las lenguas indoeuropeas se originaron en Anatolia, la región general de la Turquía moderna que incluye Göbekli Tepe, hace unos ocho mil a diez mil años (Bouckaert et al., 2012). Así pues, tanto los datos genéticos como el análisis lingüístico apoyan la hipótesis de que el pueblo de Göbekli Tepe o sus descendientes pueden haber emigrado fuera de Anatolia, en última instancia para establecer nuevas sociedades, nuevas culturas, nuevas civilizaciones, en otros lugares miles de años después. En este sentido, ¿podríamos considerar a Göbekli Tepe como el origen, el jardín del Edén, donde la civilización floreció hace unos doce mil años, antes de que terminara la Edad de Hielo?

No es solo un templo

Tanto entre el público como entre los académicos, Göbekli Tepe se conoce con mayor frecuencia como un «templo», incluso como el «primer templo del mundo»; sin embargo, creo que de esta manera imponemos nuestros prejuicios a estas enigmáticas estructuras. Sospecho que, en términos modernos, Göbekli Tepe sirvió más como universidad. Al igual que muchas universidades modernas, puede haber incluido aspectos rituales y religiosos (muchas universidades incluyen Teología en su plan de estudios, tienen capillas en sus campus o están vinculadas a una Iglesia u otra organización religiosa), pero Göbekli Tepe también fue un centro de lo que ahora concebimos como ciencia, y al igual que una biblioteca o museo moderno (que son a menudo parte integral de una universidad) preservó el conocimiento para las generaciones futuras. Göbekli Tepe fue utilizado y reutilizado durante milenios, y luego finalmente enterrado a propósito por quienes emplearon el lugar como respuesta a las catástrofes y cataclismos de finales de la última glaciación (alrededor del 9700 a. C.). Así pues, mientras cubrían su creación con tierra y piedra, ¿creían los habitantes de Göbekli Tepe que estaban dejando una «cápsula del tiempo», un «mensaje para el futuro»? Lo sospecho. Sabían que con el tiempo sus creaciones serían encontradas y descubiertas. Ahora se trata de interpretar exactamente cuál es el «mensaje» que nos dejaron. Este es un tema que me interesa especialmente. Por cierto, no me convencen ninguna de las numerosas interpretaciones del «mensaje de Göbekli Tepe» que se han ofrecido hasta ahora. La mayoría sufre, en mi opinión, la debilidad demasiado común de interpretar un yacimiento antiguo a través de los supuestos y prejuicios de nuestra sociedad moderna, en lugar de intentar entenderlo en los términos y con los valores de las personas que realmente lo construyeron. Además, hasta ahora se ha excavado un porcentaje muy pequeño de Göbekli Tepe. Intentar dar una interpretación completa y definitiva a partir de un análisis superficial de solo el 5 por ciento o el 10 por ciento sacado de contexto es simplemente insostenible e irresponsable. Sería como si un arqueólogo del futuro, dentro de doce mil años, interpretara todo un complejo universitario en expansión basado en la excavación parcial de los restos de un solo laboratorio de química o un nicho de la biblioteca que incluye algunos libros y murales que ilustran religión y teología comparadas.

Necesitamos deshacernos de nuestros propios prejuicios y nociones preconcebidas, y dejar que los pueblos que erigieron Göbekli Tepe hablen por sí mismos.

Situado en el extremo norte de los círculos de piedra de Göbekli Tepe, mirando hacia el cielo del sur en la misma dirección que los pilares centrales antropomórficos del recinto D, me pregunté acerca de los constructores de este inmenso y sofisticado yacimiento de hace unos doce milenios. En mi opinión, se trataba de personas con un enorme talento, habilidad tecnológica y conocimientos. No eran simples salvajes primitivos o bárbaros, sino un pueblo civilizado. Pero ¿qué significa ser civilizado? ¿Qué es la civilización? ¿Habían cruzado realmente los constructores de Göbekli Tepe la línea del salvajismo a la civilización? Para abordar este debate, debemos volver a la cuestión de qué constituye la civilización. Como veremos, las opiniones difieren, pero al final, estoy convencido de que tanto los constructores de Göbekli Tepe como los creadores de la esfinge original son representantes de un florecimiento muy temprano de la civilización, antes de lo que los arqueólogos convencionales habían soñado posible.

Dos vistas de una pequeña estatua humanoide u «hombre pequeño» de Göbekli Tepe, expuesta en el Museo Şanlıurfa (fotografías cortesía de R. Schoch y C. Ulissey).

Varias vistas y detalles del pilar 18 del recinto D de Göbekli Tepe. Primer plano de la parte delantera del pilar con la «hebilla del cinturón» y el taparrabos de piel de zorro [arriba a la izquierda]. Vista general del pilar [arriba a la derecha]. Talla de animales parecidos a pájaros en la base del lecho rocoso del pilar [abajo] (fotografías cortesía de R. Schoch y C. Ulissey).