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Preparación de la paleta

 

 

El óleo es un procedimiento pictórico que exige ante todo un buen conocimiento del color y de la manera de aplicarlo sobre la tela. Como sucede en todas las cosas, también en esto se tiene que empezar por los rudimentos más elementales. No se debe precipitar el trabajo con manchas y pruebas que no llevarán a ninguna parte; se tiene que partir de la base de que el primer trabajo ya debe ser un cuadro, una pequeña obra de arte.

Cuando se abre la caja de óleos, se tiene que perder de inmediato el respeto hacia esa flamante paleta y esos tubos tan lisos y brillantes. Se saca la paleta y se colocan los colores de manera ordenada, tal y como se muestra en esta fotografía.

Esta paleta pertenece a un profesional. A pesar de sus muchos usos, la zona central se encuentra despejada para poder realizar las mezclas.

 

Hay algunos elementos que son imprescindibles y que siempre deben tenerse a mano: un trapo, esencia de trementina (preferiblemente en una botella), papeles de periódico y jabón limpiavajillas, y se ha de trabajar cerca de un grifo con agua.

Después de cada sesión se debe retirar el exceso de color con papel, limpiar los útiles con esencia de trementina y lavar los pinceles con agua y jabón y no guardarlos si no están bien limpios.

1. En cualquier trabajo el dibujo previo es indispensable; unas veces se podrá realizar con carboncillo, otras directamente con óleo. El carboncillo permite un trazado fácil y se puede corregir y borrar con facilidad. En este dibujo inicial se deben tener en cuenta tan sólo las cuestiones generales.

El óleo es opaco y cubrirá cualquier detalle; además siempre se debe pintar de lo general a lo particular.

Graso sobre magro

A lo largo de los siguientes temas se insistirá en una norma de oro, indispensable en la técnica del óleo: siempre se debe pintar graso sobre magro y no al revés. Esto quiere decir que la pintura que se aplique en las primeras capas deberá contener más aguarrás que la de las siguientes; de esta manera el proceso de secado se realizará correctamente. De lo contrario, la pintura podrá sufrir todo tipo de accidentes: cuartearse, arrugarse e incluso, con el paso del tiempo, desprenderse el color. Por ello es conveniente prestar atención al proceso de estos ejercicios.

1. Se coloca una pequeña cantidad de azul oscuro y rojo en el centro de la paleta, se añade un poco de esencia de trementina y se remueve con el pincel para crear un color violáceo. El color se hace más líquido a medida que se mezcla con la esencia de trementina. Se empieza a pintar por la zona superior con trazos largos y horizontales.

El pincel no debe estar demasiado cargado de color para evitar que la pintura chorree sobre el cuadro. Cuando el trazo se hace más pobre se coge más color. Antes de aplicar el color amarillento, el tono azulado tiene que estar casi gastado para que el amarillo no se pierda con la mezcla. De la misma manera se pinta el amarillo del horizonte y sobre este el resto de los elementos del paisaje.

2. Una vez que se ha pintado la primera capa, la pintura que se aplique deberá contener menos esencia de trementina para que sea menos líquida y más untuosa. Los colores necesarios para efectuar las mezclas se depositarán en el centro de la paleta. Sobre el azul anterior se añadirá ocre y se efectuará el mismo trabajo de pincelada que al inicio del cuadro arrastrando parte del color inferior. Para el resto del paisaje se realizarán las mezclas en la paleta, procurando que los colores no se ensucien excesivamente. Tampoco se debe ocupar todo el centro de la paleta, sino sólo el espacio necesario para la mezcla del color. Este espacio central se reservará para mezclar otros colores.

3. En esta fase la pintura debe aplicarse pura, es decir, sin esencia de trementina, pues los colores tienen que ser densos. Se continúan realizando las mezclas necesarias en la paleta para conseguir la gran variedad de verdes, tierras y azules que se muestran en esta imagen.

El soporte para pintar

Cualquier superficie puede ser apta para pintar con óleo, siempre y cuando esté debidamente protegida contra la acción del aceite de linaza, es decir, imprimada. Todas las superficies imprimadas o cubiertas con barniz, gesso, látex o acrílico, o una capa de pintura pueden ser pintadas con óleo. Cuando se adquiere una tela en una tienda de bellas artes, suele servirse con la imprimación adecuada. Otras superficies como la madera o el cartón necesitarán la preparación correspondiente. En el mercado existen imprimaciones especiales para cada superficie; la más utilizada es el gesso, aunque también sirve el látex, que sella el poro y da al soporte una capa transparente.

Si bien a muchos artistas les molesta porque tiene la superficie muy lisa, el cartón es un buen soporte para pintar al óleo, aunque debe estar imprimado con gesso o látex. Presenta una textura compacta que permite una pincelada uniforme en su desarrollo. Conviene no utilizar cartones demasiado grandes para evitar que su superficie se arquee, cosa bastante habitual.

El soporte más utilizado para el trabajo con óleo es la tela. Existen muchos tipos de tela que varían en calidad y precio; las más económicas son las de algodón y las más caras las de lino. La tela se puede adquirir en retales que se montan sobre bastidor, o directamente montadas. El cartón entelado es un buen sustituto. La textura que presenta es diferente y el arrastre de la pincelada pone de manifiesto la trama.

Otra superficie adecuada para el trabajo con óleo es la madera o, como en este caso, el contrachapado. Se puede dar una imprimación de gesso para sellar totalmente el poro y la veta, o bien una mano de látex, como en este caso.

Preparación de la paleta

La preparación de la paleta es imprescindible para cualquier obra. Desde el primer cuadro que se pinte, el orden de los colores en la paleta tiene que ser primordial; difícilmente una paleta desordenada permitirá una buena armonía entre los colores. Las mezclas también tienen que ser perfectamente estudiadas, como en este ejemplo, en el que hay una gran variedad de grises, interpretados como matices del color blanco.

1. En la montaña del fondo el blanco se convierte en un azul violáceo, con matices puros de blanco.

2. En la vaguada de las montañas diversas pinceladas grises representan los árboles distantes.

3. En el llano, a la izquierda del cuadro, el blanco se mezcla con un poco de ocre, con lo que adquiere una tonalidad cálida.

4. En la carretera el gris se ha convertido en un tono violáceo oscuro.

Galería de grandes maestros
Michelangelo Merisi de Caravaggio
(Caravaggio, 1573 - Port’Ercole, 1610)

Muchacho que tañe un laúd, óleo sobre tela,

Museo del Ermitage, San Petersburgo.

La obra de Caravaggio supuso un fuerte impacto para su época; con el llamado tenebrismo abría las puertas a un estilo de gran realismo, gracias al tratamiento de la luz. En esta obra los contrastes de luz y sombra están perfectamente ubicados, un fuerte foco ilumina la figura del muchacho y la composición del bodegón (por cierto, es uno de los primeros artistas en dar importancia a este tema) en el primer término.

La cena de Emaús, óleo sobre tela,

The National Gallery, Londres.

Los temas religiosos fueron abordados constantemente por el artista, que en este caso ilustró con inusitada naturalidad la compleja personalidad de cada personaje. Los movimientos se encuentran perfectamente coordinados en una acción en la que rostros y actitudes aportan a la escena un fuerte dramatismo. De nuevo, un estudio casi teatral de la iluminación hace que la escena adquiera una profundidad casi fotográfica. Llama la atención la no-idealización de Cristo. Las personas de los cuadros de Caravaggio son reales; de hecho utilizaba a los mismos modelos para la pintura de temas diferentes.

Salomé con la cabeza de Juan Bautista, óleo sobre tela,

The National Gallery, Londres.

Caravaggio utilizó temas de la Historia Sagrada como referente en la gran mayoría de sus obras, y a menudo pintó series de un mismo tema, como dividiendo la narración en escenas puntuales. Este cuadro tiene como precedente otra obra en la que se está a punto de ejecutar a Juan Bautista. Aquí la acción ya se ha consumado, pues el verdugo, pintado con gran realismo, todavía mantiene la espada en la mano mientras Salomé desvía su mirada sin gesto de dolor.

Flores

Para aprender a pintar hay que empezar practicando. Algunos temas pueden resultar demasiado complejos al principio, pero no hay que ser reacio a ninguno de ellos; se trata de practicar todo lo que se pueda, y experimentar con el color y la pincelada. Como primer ejercicio se propone aquí la pintura de estas flores; no es un trabajo demasiado difícil, sobre todo si se siguen atentamente las imágenes y los consejos que vienen a continuación.

Se sitúan en la paleta los colores que se van a utilizar en este ejercicio y por este orden: blanco, amarillo de Nápoles, amarillo medio, ocre, rojo de cadmio, carmín, sombra natural, sombra tostada, azul cerúleo, azul cobalto y negro. Se tiene que prestar atención a cómo se obtienen los colores mediante las mezclas.

Material necesario

1. Tela o cartón entelado

2. Óleos

3. Paleta

4. Carboncillo

5. Pinceles

6. Trapo

7. Esencia de trementina

8. Aceite de linaza

 

Se deben utilizar únicamente las cantidades de color que se van a necesitar.

Aplicar demasiado óleo sobre la superficie del cuadro puede entorpecer la labor.

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 El dibujo inicial es muy importante; por ello este deberá ser siempre el primer paso a seguir antes de iniciar el trabajo con el color.

 El esquema se realiza tal cual se muestra aquí, sin demasiados detalles, tan sólo las líneas justas para tener una buena guía con la pincelada.

 Estos trazos se deben corregir tantas veces como sea necesario, así que no se debe empezar hasta que el encaje esté bien resuelto.

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 En la zona central de la paleta se coloca un poco de carmín y rojo; se mezcla con el pincel y se inicia el manchado del clavel. Sobre esta forma se pinta con algo de sombra tostada en las zonas más oscuras. Estas primeras intervenciones han de tener aguarrás, pero se debe evitar que la pincelada esté demasiado cargada de color.

 Para pintar el fondo se mezcla un poco de azul con blanco y se añade una pequeña cantidad de ocre.

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 Se acaba de pintar todo el fondo con los colores quebrados con los que se inició.

 Ahora las pinceladas pueden realizarse algo más densas, es decir, cada vez con menos esencia de trementina.

 Si la paleta se encuentra demasiado llena de aguarrás será preciso limpiarla con el trapo.

 Con el mismo color con el que se empezó el clavel se rehace su forma, añadiendo al mismo tiempo algunos matices oscuros y claros.

 Al pintar con nuevos colores se arrastra parte de los inferiores, pues se encontrarán todavía frescos.

 Con sombra tostada se pinta la parte oscura de la flor inferior. La diferencia entre el claro y el oscuro hace que se produzca este interesante volumen.

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 En la flor amarilla se pinta con manchas cortas y concéntricas, desde fuera hacia dentro.

 Se aprovecha el color con el que se pintó la sombra anterior para realizar una mezcla directa en el cuadro.

 El amarillo se mezcla con el tono de sombra y de esta manera se obtiene este color oscuro.

 Los tallos se rehacen con tonalidades verdosas y amarillentas mezclándose con parte de los tonos del fondo.

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 Se trazan los contrastes de los tallos con pinceladas directas y finas.

 La mezcla de los colores no solamente se realiza en la paleta, también se hace en el cuadro.

 No se debe trabajar con el pincel demasiado cargado, sólo lo justo para depositar el color necesario sobre el cuadro.

 

Paso final

 Se realizan los contrastes finales con un trabajo delicado. Ahora la pintura no se aplicará aguarrasada sino pura.

 Se efectúan las mezclas en la paleta para obtener los tonos de los contrastes antes de llevar el pincel al cuadro.

 Se pincelan las sombras y los oscuros en dos fases: primero el pincel se pasa suavemente para dejar un poco de color sobre el cuadro; después se repasa nuevamente el trazo y se perfila de este modo cada uno de los tallos.

Resumen del ejercicio

a. El color del clavel al principio es muy plano; se pinta con carmín y rojo.

b. El perfilado de los pétalos se realiza con oscuros.

c. Con sombra se realizan los oscuros del clavel arrastrando algunos de los tonos inferiores.

d. Con blanco se pintan los brillos del clavel; en la mezcla se logra un tono rosado muy luminoso.

e. El fondo se prepara en la paleta; al pintarlo se recorta la forma de las flores.

f. En el fondo se interviene con variedad de colores sin que la mezcla resulte homogénea.

g. Antes de pintar el amarillo de la flor se colorea su zona de sombra.

h. El amarillo arrastra los tonos de sombra y da lugar al volumen.

i. Los tallos se pintan primero con un tono muy transparente y aguarrasado.

j. Poco a poco se incrementan los contrastes en los tallos.

 

Recuerde...

1. La paleta tiene que estar ordenada y los colores no deben ocupar la zona central.

2. La parte central de la paleta se destinará a las mezclas.

3. El trapo es una de las herramientas más importantes.

4. La esencia de trementina o el aguarrás sirven para licuar el color en las primeras fases del cuadro.

5. Para que pueda admitir correctamente la pintura al óleo, la superficie que servirá de soporte de la pintura deberá ser imprimada previamente, es decir, preparada adecuadamente con una capa de gesso, látex o pintura.

6. Para el trabajo al óleo la tela es el soporte más habitual, si bien también existen otros soportes igualmente válidos, como el cartón o la madera, siempre que hayan recibido una imprimación previa que cubra su poro.

7. No se debe aportar demasiado color en las primeras capas que se apliquen.

8. Se debe evitar que la pintura aguarrasada chorree sobre la superficie del cuadro.

9. El material de pintura se tiene que limpiar siempre al terminar la sesión. Para ello se debe utilizar esencia de trementina, agua y jabón.

10. No se debe empezar una pintura al óleo sin antes haber cubierto satisfactoriamente dos fases: el encaje o dibujo previo y el manchado general.