«Uno no puede hablar del misterio,
uno debe ser cautivado por él».
RENÉ MAGRITTE
NUNCA PODRÉ OLVIDAR aquel día. Me encontraba en el madrileño bar Picos de Europa acompañado por María Ángeles, una de las muchas personas que había presenciado diferentes episodios paranormales en su hogar. Durante varias horas estuvo relatándome, angustiada y presa del pánico, los sucesos que había observado.
Tras este primer encuentro decidimos visitar su domicilio en un intento de presenciar in situ los sobrenaturales fenómenos. Mentiría si no admitiera que un gran escepticismo se adueñó de mí ante la posibilidad de poder presenciar en directo un poltergeist.
De hecho, en la mayoría de estos casos, periodistas e investigadores siempre acudimos al lugar de los hechos cuando estos ya han sucedido, pudiendo constatar solamente las consecuencias de los mismos.
María Ángeles se encontraba visiblemente nerviosa. Buena prueba de ello fueron los tres intentos fallidos que realizó para introducir la llave en la cerradura de la puerta. Sus ojos reflejaban el miedo a lo desconocido. Transmitían terror tras haberse enfrentado al misterio. Una mirada característica en todos aquellos individuos que han sido, por fortuna o desgracia, protagonistas de acontecimientos sobrenaturales.
Posteriormente pude inspeccionar detenidamente el apartamento y conversar con los restantes miembros de la familia. Como presagiaba, no sucedió nada extraordinario y optamos por marcharnos.
María Ángeles cerraba el portón de su vivienda. Con nosotros abandonaban el piso sus hijas. Pero cuando apenas habíamos descendido tres o cuatro escalones, comenzaron a sonar unos golpes. Retrocedí rápidamente y volví a la entrada. Las percusiones eran estremecedoras. No parecían provenir de ninguna zona en concreto. Retumbaban por diferentes puntos: en los tabiques del vestíbulo, en el techo, en el frontis de la puerta.
Eran violentos, muy rápidos y ensordecedores. No tenían explicación alguna.
Dentro de la casa no había nadie. Yo había sido el último en bajar por la escalera. En aquellos momentos mi lógica se vio truncada. No existían causas naturales que explicaran el caso. Había sido testigo de un poltergeist.
Desde aquel día entiendo la incomprensión, incluso la sole-dad, que padecen todas aquellas personas que han podido presenciar lo inexplicable.
Y quién sabe si usted se encuentre, o sea el próximo, entre los cientos de testigos que han vivido episodios paranormales. Seguramente se hará las mismas preguntas que comencé a plantearme desde aquella experiencia.
¿Cuándo empezó a constatarse esta casuística? ¿Cuál es el origen de estos fenómenos? ¿Qué tipo de fuerzas interactúan en estos lances enigmáticos y aterradores?
Los orígenes de los poltergeist y las casas encantadas, originariamente etiquetados como thorbismo, están ligados a la propia historia del hombre. Revisando las crónicas de la Humanidad podemos averiguar cómo diferentes civilizaciones y culturas han dejado constancia de estos insólitos episodios.
Una de las primeras referencias la hallamos en unas tablillas de origen babilónico que datan del año 2000 a.C. En estas planchas arcillosas ya se narra cómo determinados individuos habían sido protagonistas de la aparición de sombras errantes, que describían como transparentes.
Sócrates, en el Fedón de Platón (429-347 a.C.), describía en sus legajos cómo las almas demasiado malvadas, al separarse de sus cuerpos, volvían siempre al lugar donde habían vivido para vagar por sus sepulcros a modo de castigo.
Otra de las reseñas la localizamos en las Cartas de Plinio el Joven (libro VII, carta 27), en donde se relatan los extraños acontecimientos que se vivieron en una casa de la Roma imperial. Atenodoro, filósofo estoico, nacido en Tarso y que llegó a ser precepto de Augusto, compró una casa en la villa romana a muy bajo precio debido a su presunto encantamiento.
Durante la primera noche de estancia, y mientras el erudito se encontraba escribiendo, escuchó algo parecido a un arrastrar de cadenas. Cuando levantó la mirada apareció ante él una figura fantasmal que le indicaba que le siguiese hasta el patio. Al llegar al jardín desapareció. Días más tarde narró a los jueces romanos el suceso. Las autoridades decidieron excavar en el jardín de la villa y encontraron los restos de un esqueleto. Tras el macabro hallazgo los fenómenos no volvieron a producirse.
Extrañas visiones como las que tuvo Marco Junio Bruto, uno de los asesinos del emperador Julio César, a quien, según afirman diversos textos, un espectro le avisó de su inminente suicidio.
La mitología de diversas religiones y sus correspondientes libros sagrados también hacen mención sobre estos quiméricos incidentes. Uno de los ejemplos más notables lo encontramos en el Libro de Job (4, 14-16):
El miedo descendió sobre mí, y el temblor hacía que chocaran mis huesos. Entonces un espíritu pasó ante mi rostro. Estaba inmóvil, pero no pude discernir su rostro.

La Iglesia católica puso en práctica estos rituales para exorcizar las casas infestadas. Los sacerdotes lucharon contra duendes y aparecidos.
Durante la Edad Media y el Renacimiento fue tal el número de denuncias sobre presuntas casas encantadas o endemoniadas, que las autoridades eclesiásticas tomaron cartas en el asunto, hasta tal punto que el papa Urbano VIII (1568-1644) publicó un ritual para tratar estos lares embrujados y poder así exorcizarlos. Fue el primer responsable de la Iglesia católica que tomó medidas ante este tipo de incidentes paranormales, pero no el último.
Posteriormente el cardenal Lambertini, que más tarde se convertiría en el papa Benedicto XIV (1675-1758), promulgó nuevos protocolos para luchar contra las fuerzas del más allá, como dejó descrito en el libro Servorum Dei Beatificaciones, capítulo XLIX.
Y es que a pesar de la reticencia, llegando incluso a la censura, que siempre ha rodeado a esta casuística en la comunidad cristiana, lo cierto es que los responsables religiosos han estado interesados en esta fenomenología.

La tradición y la Iglesia se unieron en salmos y oraciones protectores de los lugares supuestamente encantados. En la imagen uno de ellos empleado hasta hace no mucho tiempo en Villena, Alicante.
De hecho, en la Universidad Lateranense del Vaticano se contaba con un laboratorio destinado al estudio del mundo paranormal y en la actualidad existen diferentes sacerdotes que han destacado por sus investigaciones dentro de la parapsicología, como son el padre Quevedo en Brasil, el reverendo Francois Brune en Francia o los sacerdotes José María Pilón y Enrique Hellín en España.
Pero ¿cómo se encuentra actualmente el fenómeno? Hoy en día existen dos enfoques bien definidos para el análisis de estos casos: uno trascendental y otro científico.
El trascendental o espiritual nació paralelamente a la doctrina espirita. Una corriente espiritual que comienza a cimentarse en el siglo XVII. Nombres ilustres como Emanuel Swedenborg (1688-1772) dejaron escrito en sus obras, como La nueva Jerusalén, Arcana celeste o Cielo e infierno —esta última la de mayor relevancia y editada en Londres en el año 1758—, que en un estado entre la vigilia y el sueño los vivos se pueden comunicar con los muertos.
A las enseñanzas de Swedenborg le siguieron las del pastor escocés Edward Irving, en 1830, o las del estadounidense Andrew Jackson Davis, quien en 1844 afirmaba en sus tratados Filosofía armónica, Revelaciones divinas o Los principios de la Naturaleza las presuntas técnicas de comunicación con las almas de los difuntos.
Pero fueron los presuntos contactos con espíritus de las hermanas Fox, acaecidos en la barriada de La Arcadia (Nueva York) en el siglo XIX, los que propulsaron mundialmente el contacto con el «más allá».
El matrimonio metodista protestante compuesto por John y Margaret Fox, y dos de sus tres hijas, Margaretta y Catherine, de catorce y once años, respectivamente, jamás hubieran imaginado lo que el destino les iba a deparar.
El 2 de diciembre de 1847 se instalaban en una pequeña villa de Hydesville, a treinta kilómetros de la localidad de Rochester, en el estado neoyorquino.
A los pocos días el hogar de los Fox se convirtió en el epicentro de extraños sucesos. Molestos golpes secos rompieron la tranquilidad de la familia.
Una tensión exagerada que quedó reflejada en el diario de John Fox:
Margaretta y Catherine se han trasladado a nuestra habitación por miedo a los golpes. Llevan ya cinco días produciéndose. Cada vez con más fuerza. Hasta mi esposa, ayer, junto a la escalera, escuchó lo que parecían cadenas arrastrándose y la agónica respiración de un hombre que subía tras ella. No hemos querido contarlo a nuestras hijas. Hoy, sin embargo, ha ocurrido algo más que afianza mi fe definitiva en dejar este lugar para siempre. Hemos sido despertados por los golpeteos sobre el muro. Claros y secos. Mi hija menor, Catie, se ha levantado de la pequeña alcoba y ha caminado entre la oscuridad. Por unos instantes le ha cambiado el gesto. Ha golpeado con los nudillos en la pared cuatro veces. Yo he cogido mi escopeta, que desde hace tiempo mantengo junto al jergón. Ha transcurrido poco tiempo, un instante, y cuatro manotazos horribles se han estampado contra el muro. Uno tras otro con violencia. Como queriendo indicarnos algo. Mi mujer ya no puede más, y mis pequeñas, han comenzado a gritar y a llorar diciendo que ya esta aquí otra vez el «señor pezuñas» [...]. Que Dios se apiade de nuestras almas.
Algo o alguien denominado por los Fox como el «señor pezuñas» estaba haciendo estragos en la familia. Pero inesperadamente la situación dio un giro de 360 grados. Catherine tuvo una idea brillante. Desarrolló un plan de comunicación, revolucionario hasta la fecha, con el «señor pezuñas».
Tal y como explica en su obra El espiritismo: manual científico popular, publicado por el jesuita Juan José Franco, las adolescentes desarrollaron un código de preguntas y respuestas en base a un número de percusiones: un silencio significaba una negación y un golpe se traducía por una afirmación.

Los contactos de las hermanas Fox fueron el detonante del modern spiritualism. Margaretta (izquierda) y Catherine (centro) fueron las primeras en entablar contacto con el «señor pezuñas». Luego se unió Lea (derecha).
El 31 de marzo de 1848, cerca de las once y media de la noche, Catherine y Margaretta llevaron a la práctica la estrategia y entablaron una conexión con lo «invisible».
—Haz como yo, «señor pezuñas» —gritaron las jóvenes golpeando fuertemente con los nudillos uno de los muros del caserón.
Catherine volvió a inquirir:
—¿Eres un hombre?
El silencio se adueñó de la casa de campo de Hydesville.
—¿Eres un espíritu? —volvieron a interrogar al unísono.
En ese preciso momento una repetida retahíla de golpes sacudió los tabiques del edifico.
Durante aquellas virginales conversaciones con el «otro lado» recibieron un mensaje escalofriante: el espíritu de un buhonero asesinado años atrás en aquel lugar era el presunto responsable de los fenómenos parapsicológicos. Habían entrado en contacto con el mundo de los difuntos.
Sus experiencias telegráficas con el más allá se difundieron rápidamente, inicialmente por Estados Unidos y posteriormente por Europa, gracias a la visita de E. E. Lewis, un curioso escritor de Canandiagua (Nueva York), que se apresuró a entrevistar a los miembros de la familia y realizó un panfleto, que se público en abril de 1848, y que llevaba por título Informe sobre los misteriosos ruidos escuchados en la casa del Sr. John D. Fox.
Las hermanas Fox, sin saberlo, se convirtieron oficialmente en las primeras médiums de la historia del espiritismo y Lewis en el autor de la primera publicación espiritista. Fueron la piedra angular del denominado modern spiritualism.
El éxito de la nueva corriente espiritual llamó la atención de psiquiatras, médicos, filósofos y gran número de reputados científicos. Una revolución social que llevó a que Catherine y Margaretta realizaran en 1849 la primera demostración pública de sus facultades en el salón Corinthiam Hall, en la localidad de Rochester y lugar de residencia de su hermana Lea.
Fue tal el auge del movimiento filosófico-religioso que en 1852 se celebraba el primer Congreso Espirita en la ciudad de Cleveland y se realizaba una petición pública, que contó con el respaldo de 14.000 firmas, ante el Senado estadounidense solicitando que se creara un comité científico para el estudio de estas manifestaciones.
Las trascendentales teorías se vieron realzadas unos años más tarde, cuando se halló un esqueleto debajo del caserón de Hydesville.
El rotativo Boston Journal daba la noticia:
A poco más de medio metro los obreros que cavaban han encontrado una tabla, y después de la tabla, enterrado entre carbón y cal, fragmentos de cabellos y de huesos que se cree forman parte de un esqueleto humano. Por la tarde se ha caído parte del muro y un trabajador ha logrado desenterrar un esqueleto humano casi completo. El hallazgo nos conduce a la teoría de que el asesino, si lo hubo, primero sepultó el cuerpo en el subsuelo de la casa y luego, temiendo ser descubierto, lo sacó y lo emparedó entre dos muros.

En 1915 una seguidora espirita compró los terrenos y se volvió a construir un caserón en memoria de los contactos de las hermanas Fox.
¿Correspondería el cadáver con el asesinado buhonero? ¿El descubrimiento certificaba los contactos adimensionales de las hermanas Fox?
Las investigaciones posteriores que llevó a cabo J. M. Vacant demostraron que, efectivamente, el cuerpo que se encontró en los cimientos de la casa encantada pertenecía a Charles Bryan Rosma, popular comerciante ambulante.
El comité de expertos empezó a realizar diferentes estudios de los fenómenos. Aquella comisión, en la que se encontraban, entre otros, el doctor Austin Flint, de la Universidad de Buffalo, no pudo encontrar explicación alguna a las comunicaciones adimensionales. Periódicos como el New York Tribune abrían sus ediciones con las multitudinarias sesiones espiritas de la familia Fox.
Lo insólito se mostraba en espectáculos circenses a los que acudían toda clase de personalidades, como el profesor de química de la Universidad de Pennsylvania, Robert Hare, el senador y gobernador de Wisconsin Nathaniel Tallmadge, el escritor y diplomático Robert Daleowen o el juez, posteriormente presidente del Senado y miembro de la Corte Suprema de Justicia, John Edmons.

Con el tiempo, las hermanas Fox se convirtieron en reclamadas médiums capaces de reproducir los sonidos del «señor pezuñas». El final de sus vidas fue más triste de lo que se preveía en un primer momento.
Fue la edad de oro del mundo espiritual pero pocos meses después se fraguó el principio del fin. Durante una de las exhibiciones públicas en el Corinthian Hall, un sacerdote llamado Potts subió al estrado y empezó a imitar la fenomenología paranormal. El reverendo realizó los supuestos raps con los dedos de sus pies y explicó a toda la concurrencia que esta era la farsante forma de contactar con espíritus de las hermanas Fox.
Catherine y Margaretta comenzaron a ser repudiadas por una parte de la sociedad mientras su hermana Lea, para muchos la artífice de los episodios fraudulentos que rodearon al caso, se había convertido en una dama acaudalada y famosa. La tensa situación fue la causa por la cual las jóvenes médiums abandonaran su país y emigraran a Europa.
En mayo de 1888, cuarenta años después de la primera experiencia, Margaretta publicaba la siguiente carta en el rotativo New York Herald:

El inusitado interés que despertaban las actuaciones de los médiums hizo que se tuvieran que realizar invitaciones privadas para las sesiones de espiritismo.
El espiritismo es una maldición [...]. No importa desde qué punto de vista se considere, el espiritismo es, ha sido y será siempre una maldición y lazo de perdición para todos los que con él se mezclen...
Unos meses más tarde, concretamente el día 21 de octubre, se subía al escenario de la Academia de Música de Nueva York y reconocía que todos los fenómenos eran ficticios. La concurrencia se quedó completamente atónita mientras observaba cómo la médium recreaba las percusiones con los dedos de los pies.
El caso volvió a dar un sorprendente giro de 180 grados doce meses más tarde. Margaretta se retractaba de lo dicho anteriormente y el 20 de noviembre de 1889 emitía una nueva misiva en los rotativos neoyorquinos, que decía así:
... quiera Dios que pueda reparar el daño causado al movimiento espirita cuando, bajo el poderoso influjo de sus advertencias, me permití acusaciones que no se apoyan en hechos reales. Esta retractación la hago no solo inspirada en mis propios sentimientos de verdad y justicia, sino merced al impulso de los espíritus que utilizan mi organismo a despecho de la banda de traidores que me hicieron promesas de felicidad y de riqueza a cambio de mis ataques contra el espiritismo, promesas que han resultado engañosas [...].

Margaretta Fox reconoció, en octubre de 1888, que todo había sido un fraude. Un año después se retractaba de lo dicho. Como si de una venganza del más allá se tratara, fallecía alcoholizada y desamparada en 1892.
Las protagonistas del episodio que marcó el denominado Siglo de las Ciencias sucumbieron como si de una venganza del más allá se tratase.
Margaretta Fox, completamente desamparada y alcoholizada, fallecía en 1892, y su hermana Catherine moría meses después. Sus cuerpos fueron enterrados en una fosa común mientras que en Hydesville se congregaban cientos de médiums.
Pero el dramático y trágico final de las hermanas Fox no supuso la desaparición de los insólitos incidentes. Se contaban por miles las personas que afirmaban experimentar fenómenos parapsicológicos.
Esta fue la razón por la cual un grupo multidisciplinar de expertos, dirigidos por John Luboock, presidente de la Sociedad Dialéctica de Londres, emprendieran diversas investigaciones para resolver el enigma.

En el lugar donde se desarrollaron los fenómenos producidos presuntamente por el «señor pezuñas», reza una placa con la siguiente inscripción:
«The Birthplace of modern spiritualism...
There is no death. There are no dead».

William Crookes
William Crookes, físico de reconocido prestigio mundial, inició el estudio de esta fenomenología, que posteriormente fue etiquetada como Investigación Psíquica o Metapsíquica. Los estudiosos acudían a sesiones de espiritismo y estudiaban a los médiums en acción.
Para algunos parapsicólogos, el origen de estos acontecimientos obedece a la manifestación de personas fallecidas. Entes desencarnados que actúan impunemente en nuestra realidad. Una teoría que sigue en boga y que todavía es defendida por muchos doctos.
La corriente espiritual llegó a su máximo apogeo divulgativo de la mano de Hippolyte Leon Denizard Rival, más conocido como Allan Kardeck. Nacido el 3 de octubre de 1804 en Lyon (Francia), Kardeck quedó impresionado con las sesiones espiritistas y más concretamente con los fenómenos de las «mesas parlantes», como explica en sus memorias:
Yo me hallaba entonces ante un hecho inexplicado, aparentemente contrario a las leyes de la naturaleza y que repugnaba a mi razón —afirma Allan Kardec en su obra Mi primera iniciación al espiritismo—. Hube de reconocer un hecho y, por consecuencia, una causa que lo determinaba, que desde luego conceptué seria y como la revelación de una nueva ley que me propuse profundizar.
Antes de su muerte, el 31 de marzo de 1869, dejó postulado los pilares del moderno espiritismo:
El espiritismo es, a la vez, una ciencia de observación y una doctrina filosófica. Como ciencia práctica, consiste en las relaciones que pueden establecerse con los espíritus; como doctrina filosófica, comprende todas las consecuencias morales que se desprenden de semejantes relaciones —afirma Kardeck en el preámbulo de su tratado ¿Qué es el espiritismo?—. Podemos definirlo así: El espiritismo es una ciencia que trata de la naturaleza, origen y destino de los espíritus y de sus relaciones con el mundo corporal.

Desacreditadas las hermanas Fox, otros médiums tomaron el relevo. De entre todos ellos destacaron los hermanos Davenport. Ira y William Davenport sorprendieron a la sociedad estadounidense con la creación de la «cabina del médium».
Buenos ejemplos de ello los encontramos en la actualidad en Suramérica, pues países como Brasil, Argentina o México cuentan con institutos y asociaciones dedicadas al estudio de lo paranormal desde un punto de vista espiritual.
Por otro lado, tendríamos la perspectiva científica o racional que surge cuando, tras diferentes estudios, se desenmascara a multitud de falsos espiritistas y médiums. El fenómeno era real pero no estaba producido por ningún alma desde el más allá. Había que indagar en las causas físicas que lo hacían posible.
En 1882 H. Myers, Henry Sidwick y Edmund Gurney, investigadores de Cambridge, fundan en Londres la Society for Psychal Research. El fin de esta sociedad de investigación psíquica quedó constatada en los documentos del Proceedings of the SPR, vol. I, 1882-1883, part. I: Objects of Society:
1.—Examen de la naturaleza y extensión de cualquier influencia que una mente pueda ejercer sobre otra, independientemente de lo desconocida que sea la forma de percepción.
2.—Estudio del hipnotismo y de las llamadas formas de trance sonámbulo, con la consecuente insensibilidad al dolor, la clarividencia y los fenómenos correlativos.
3.—Revisión de las investigaciones de Reichembach sobre ciertos sujetos llamados sensitivos, examinando si tales individuos poseen algún poder de percepción, como consecuencia de una sensibilidad extraordinaria de los órganos sensores que nosotros conocemos.
4.—Indagación cuidadosa de cualquier narración, fundada sobre testimonios sólidos, de apariciones en el momento de la muerte o en otras circunstancias, y de sucesos en casas que se dicen infestadas por espíritus.
5.—Indagación sobre los fenómenos físicos, llamados comúnmente espiritistas, tratando de descubrir sus causas y sus leyes.
6.—Recopilación y comprobación de materiales relativos a la historia de dichos sujetos.
La Sociedad pretende ocuparse de estos problemas sin prejuicios ni prevenciones de cualquier género, con aquel espíritu de indagación desapasionado y preciso con el que la ciencia ha podido resolver tantos problemas no menos oscuros ni menos calurosamente debatidos. Los fundadores de la Sociedad reconocen las dificultades que rodean a esta rama de las investigaciones, pero, esperan del mismo modo, que un esfuerzo paciente y sistemático podrá conducir a resultados bien definidos. Con el fin de evitar equívocos se declara explícitamente que el pertenecer a la Sociedad no involucra la obligación de aceptar interpretaciones particulares, ni cualquier hipótesis sobre la acción en el mundo físico de fuerzas distintas de las aceptadas en la física.
En sus trabajos dejaron patente que la mente humana era la responsable de estos episodios y, sobre la base de sus investigaciones, algunos postularon que la telergia (término que proviene del griego tele, «lejos», y ergon, «acción») era la «fuerza» o «energía» que posibilitaba su desarrollo.
Nacía así la parapsicología, un término acuñado en 1889 por el médico alemán Max Dessoir y que textualmente significa «al otro lado de la psicología».
Durante aquella primera etapa se lograron resultados sorprendentes y se cimentaron las bases de lo que en la actualidad conocemos como parapsicología científica, una disciplina basada en los trabajos de experimentación realizados durante más de cuarenta años en la Universidad de Duke, Durham (Estados Unidos), en el primer laboratorio parapsicológico oficial de la historia, por el doctor Joseph Banks Rhine.
El doctor Rhine, estadounidense doctorado en biología y psicología por la Universidad de Chicago, demostró la existencia de las facultades extrasensoriales, denominadas como Psi, del ser humano a través de rigurosos métodos científicos avalados por la estadística.
Rhine, junto al doctor Gaither Pratt, agrupó en dos apartados claramente definidos la casuística:
Por un lado, los sucesos catalogados como Psi-gamma, donde se agruparían los capítulos de carácter exclusivamente psíquicos como la clarividencia, telepatía, premonición, etc.

El fotógrafo William Munley descubrió en 1861 unas extrañas impresiones en una de sus placas. Es una de las primeras imágenes de espectros de la historia.
Y por otro, los etiquetados como Psi-kappa, en el que se ubicarían los episodios que alteran la materia como la psicoquinesia espontánea, los popularmente poltergeist.
Pero ¿qué clase de prodigios se desarrollan en esta clase de sucesos? ¿Qué fenómenos están asociados a los poltergeist y encantamientos? La lista podría ser muy extensa, pero destacaremos los siguientes:
Raps: Golpes rítmicos, es decir, de dos en dos, de tres en tres, para ser más exactos.
Mimofonías: La reproducción de sonidos que parecen reales pero que no se están produciendo, como por ejemplo la caída de una vajilla.
Olores extraños: Perfumes o aromas putrefactos en el lugar.
Teleplastias: La aparición de dibujos o figuras de forma espontánea sobre cualquier tipo de superficie.
Combustiones espontáneas: Objetos o prendas que comienzan a arder solos sin una causa justificada.
Aportes: Materializaciones de objetos cuya procedencia se desconoce.
Espectros: Visiones fantasmagóricas que aterrorizan a los inquilinos del lugar. Sombras errantes que aparecen y desaparecen. Figuras nebulosas que se desplazan ante los testigos.

Los excelentes trabajos de Rhine, quien se dedicó durante más de treinta años a la investigación psíquica, basados en la estadística, motivaron que en 1969 la American Association for Science admitiera a la parapsicología como disciplina científica.
Podemos afirmar que la parapsicología es una ciencia joven. Los significativos cambios que ha experimentado a lo largo de estos últimos años han hecho que se desarrollen medios, mejor y más cualificados, para el análisis y estudios de esta casuística.
De hecho, y según los parámetros por los que se rige la disciplina paranormal, se pueden establecer diferencias precisas y concretas entre un poltergeist y una casa encantada.
Mientras que en el primero un sujeto es el causante, de forma directa o indirecta, de los fenómenos que por norma suelen ser muy agresivos y breves, en el segundo el lugar estaría marcado por su historia y su fenomenología, a diferencia de la psicoquinesia espontánea recurrente, que es más larga en el tiempo y menos violenta en sus manifestaciones.
¿Pero existe una respuesta definitiva a los fenómenos? Por el momento un no unánime. Ha comenzado un nuevo milenio y es quizás a partir de ahora cuando la ciencia pueda dar una explicación a estas aterradoras experiencias. La comunidad científica debe seguir profundizando en las causas que se desatan en estos lances sobrenaturales hasta conseguir las certezas que los ratifiquen bajo un estricto método científico. Todo un reto.
El mismo desafío que tenemos los reporteros y periodistas dedicados al mundo del misterio. Con nuestras únicas armas, un folio en blanco y una pluma, debemos seguir rescatando, divulgando e informando, de una forma extremadamente rigurosa, sobre los nuevos episodios que acontezcan.
Esta monografía, en la que se agrupan algunos de los casos más significativos acaecidos en estos últimos cien años, es una buena forma de seguir dando a conocer la rotunda realidad de esta casuística.