La guitarra es un instrumento de cuerdas pulsadas (en concreto, de seis cuerdas). Sus orígenes son bastante confusos, aunque se puede afirmar con certeza que el instrumento que conocemos actualmente es el resultado de distintas contribuciones de la cultura árabe y europea. Seguramente, la patria de nuestro instrumento (es decir, la nación en la que convergieron las distintas almas que dieron origen a la guitarra) es España. Sabemos que aquí se recogió en primer lugar la riqueza que la cultura grecolatina dejó a los países del área mediterránea: un repertorio de instrumentos para el acompañamiento del canto y de la declamación poética. Por otra parte, España fue tierra de conquista para los árabes, que transfirieron su cultura y su arte en los siglos en los que Europa estaba inmersa en un gran abandono.
Del encuentro de estas culturas nació la guitarra, que se presentó enseguida como un instrumento versátil y adecuado, tanto para desempeñar un papel de solista de sonido delicado y atractivo, como para el de instrumento de acompañamiento de la voz en el canto popular.
Por lo que se refiere a la técnica empleada, los estudiosos coinciden al afirmar que existían también al principio dos formas para hacer vibrar las cuerdas del instrumento: con la púa (un accesorio plano, fino y elástico que permite obtener un sonido potente y decidido) o directamente con la yema de los dedos. Hoy en día siguen estando vigentes estas dos formas de tocar la guitarra, y han dado origen a dos escuelas: la clásica y la moderna. En la guitarra clásica se pulsan las cuerdas con los dedos, utilizando también las uñas para obtener un sonido más definido desde el punto de vista del timbre, mientras que en la guitarra moderna, a veces conocida también como guitarra de jazz o guitarra de acompañamiento, se utiliza preferentemente la púa.
Sin embargo, hay algunas excepciones a esto. En la canción popular italiana, y en particular en la napolitana, se utiliza la técnica clásica, al igual que en el flamenco español y en la bossa nova de Brasil.
En América del Norte se ha desarrollado la técnica del finger picking, que es una modalidad de punteo de las cuerdas con los dedos según esquemas muy refinados y complejos. Existen incluso muchos guitarristas de jazz o de rock a quienes les gusta utilizar la técnica del punteo con sus instrumentos, incluso con la guitarra eléctrica, ya que se produce así un sonido especial que es imposible obtener con la púa, un sonido muy rico en matices que ofrece más posibilidades al ejecutor.
La guitarra clásica fijó en el siglo XIX la forma actual, como resultado de numerosas transformaciones que han llevado al perfeccionamiento de un instrumento de sonoridad mucho más fuerte que la de sus predecesores. En los instrumentos más antiguos, las cuerdas eran cuatro o cinco, se presentaban dobles y tenían un volumen de sonido limitado. Se sustituyeron después por seis cuerdas simples, añadiendo primero el la grave y luego el mi grave y llegando así a la guitarra clásica tal como la conocemos en la actualidad. Veamos ahora cuáles son las partes de las que consta este instrumento.
La guitarra tiene dos partes principales: el mástil y la caja. El mástil de la guitarra clásica está construido con madera de arce o de peral, o de cualquier otro tipo que sea lo suficientemente rígida como para que pueda soportar la tensión de las cuerdas; a menudo está formado por un único pedazo de madera, pero, precisamente para aumentar la rigidez, se construye también con distintas partes pegadas en sentido longitudinal, como se puede observar si miramos el mástil por la parte posterior de la guitarra.
El mástil empieza en el zoque, un bloque de madera que se incrusta por la cara interna de la parte superior de la caja, y acaba con la cabeza, inclinada hacia atrás para permitir un ángulo perfecto a las cuerdas. La inclinación de la cabeza varía según los distintos modelos.
En la cabeza se realizan unos agujeros donde se colocan los pernos unidos a las clavijas; para no dañar las cuerdas de nailon, los pernos de la guitarra tienen un diámetro bastante ancho, y están recubiertos de plástico. Sobre los pernos se sujetan las cuerdas que luego tensarán las clavijas.
A veces, la cabeza puede presentar tallas que la hacen más valiosa: en las guitarras brasileñas se realizan taraceas con maderas de distinto color. El aspecto más característico es el que muestra un perfil superior de la cabeza que se recorta según distintas formas, características de cada fabricante o de la marca de fábrica: en las guitarras japonesas, por ejemplo, el perfil superior recuerda a veces el techo de una pagoda; en las italianas, un arco de medio punto, etc.
Sobre el mástil se pegan los trastes: en las guitarras más lujosas está construido con madera de ébano, pero puede fabricarse también con otras maderas, como el palisandro, que proporciona una dureza suficiente para este fin. Los trastes son una parte del instrumento particularmente expuesta al desgaste porque, mucho más que las demás partes, están sujetos continuamente a la presión y al roce. Son responsables de ello los dedos de la mano izquierda y la presión que ejercen en las cuerdas, pero mientras estas se cambian con frecuencia, los trastes no tienen la posibilidad de ser sustituidos (sólo en casos muy excepcionales). En las guitarras del siglo XVIII, al igual que en los laúdes y en las violas de gamba, los trastes se realizaban con hilos de tripa que se ataban alrededor del mástil: era un sistema muy complicado, porque requería una gran habilidad para colocar el traste en el lugar correcto, con el riesgo de comprometer completamente la afinación del instrumento. Afortunadamente, desde el siglo pasado se cambió este sistema: las guitarras presentan ahora una barras de metal que se colocan una sola vez, en el proceso de fabricación; a menudo, observando el cuidado con el que se ha realizado esta operación, se determina el grado de acabado del instrumento.
Entre el mástil y la cabeza se encuentra la cejilla, fabricada en hueso o en plástico. Sobre la cejilla se marcan los huecos donde se colocan las cuerdas durante la afinación y que determinan la distancia de estas entre sí y su altura respecto al traste. Si se tuviera que sustituir la cejilla, es importante que esta tarea la realice un experto con mucho cuidado: si pretendemos realizarla nosotros mismos, veremos que se trata de un trabajo mucho más difícil de lo que nos pueda parecer y que requiere paciencia y una verificación continua del resultado. Es importante conservar la cejilla estropeada como modelo, porque las guitarras no son todas iguales.
Es muy importante para el buen funcionamiento del instrumento que encajen todas las partes y, naturalmente, que la alineación entre la caja y el mástil sea la correcta. Existen sistemas para resolver los pequeños inconvenientes en este sentido, pero su eficacia es muy limitada. La precisión en la fabricación del mástil y la correcta alineación determinan sonidos perfectos en todos los trastes. Para controlar estas características hay que coger la guitarra por la parte de la caja y mirar las cuerdas en dirección al mástil, como si se cogiera un fusil: tanto del lado de la cuerda más delgada como del lado de la cuerda más gruesa. Si el mástil está algo inclinado hacia atrás, las cuerdas estarán demasiado bajas sobre los trastes y tenderán a producir zumbidos molestos: este inconveniente se puede atenuar montando un puente ligeramente más alto. Si el mástil está inclinado hacia delante, las cuerdas estarán demasiado altas y serán más difíciles de tocar; se plantearán problemas a la hora de tocar con cejilla y en los pasajes más rápidos: este inconveniente se puede atenuar montando un puente algo más bajo.
Si el mástil no está recto puede que sea debido a una fabricación defectuosa, pero también puede deberse a una mala conservación del instrumento. De hecho, la guitarra, al ser de madera, sufre la influencia de los cambios de temperatura. Por lo tanto, es necesario guardar el instrumento dentro de una funda, preferiblemente que aísle desde el punto de vista térmico, y no someterlo a cambios de temperatura; también son muy perjudiciales los efectos de la calefacción excesivamente fuerte si no se toman medidas para mantener una cierta humedad en el ambiente.
De todos modos debemos advertir que no podemos dejar la guitarra cerca de radiadores o de fuentes de calor porque podría estropearse de forma irremediable.
También es peligroso el maletero del coche, tanto en invierno como en verano, y resulta muy perjudicial abandonar el instrumento al frío o a las altas temperaturas que se alcanzan por la exposición al sol. La guitarra es, pues, en cierta manera como una persona: requiere cuidados y atenciones para que se pueda conservar de la mejor forma y pueda dar lo mejor de sí al apasionado guitarrista.
Si el mástil es el cerebro de la guitarra, donde se fabrican los sonidos con precisión matemática, la caja es el corazón, el alma del instrumento. Sus formas redondeadas otorgan al instrumento una particular belleza. Las proporciones se han estudiado para resaltar de igual forma los sonidos más agudos y los más graves: no debemos olvidar que la guitarra se sitúa entre los instrumentos de extensión media-baja.
Respecto a los modelos del Renacimiento y del Barroco, los tamaños de la caja son mayores: esto es debido también a la introducción de la quinta y la sexta cuerda que precisan, para ser amplificadas, una caja más grande.
El fondo del instrumento es plano y puede construirse con distintos tipos de madera: arce, peral, cerezo, madera de rosa o ciprés. Las fajas laterales también se construyen con el mismo tipo de madera, y se doblan con vapor hasta que alcanzan la forma deseada. El fondo y las fajas laterales deben crear una cavidad en la que el sonido pueda rebotar y aumentar de esta forma su volumen; la madera no tiene que ser elástica o flexible, sino todo lo contrario (debe ser rígida).
La parte realmente protagonista de la caja es la tabla armónica: se trata de una fina capa de madera que determina en gran medida la calidad del sonido en la guitarra. La madera utilizada para su fabricación es principalmente el abeto, pero pueden emplearse también otros tipos de madera como el cedro. La característica de estas maderas es la flexibilidad; la tabla armónica de la guitarra debe tener la capacidad de vibrar como la piel tensada de un tambor: sólo de esta forma proporcionará al instrumento un sonido potente y bien definido en el timbre. Por esta razón, es importante la regularidad de las vetas de madera que se disponen a lo largo.
La tabla está formada por dos partes diferenciadas que contribuyen a proporcionar al instrumento vibraciones homogéneas sobre el lado derecho e izquierdo.
En los instrumentos más económicos, la tabla de abeto se sustituye por una tabla de aglomerado de abeto, formada por varias capas pegadas entre sí entrecruzando la dirección de las vetas; esto permite construir guitarras mucho más económicas, pero la diferencia de sonido respecto a los modelos con la tabla de abeto maciza es considerable: digamos que esta característica marca un poco la diferencia entre las guitarras económicas y las de mayor calidad. Para reconocer si una guitarra tiene la tabla de aglomerado basta con observar el corte de la boca, y lo veremos enseguida.
En la tabla de madera se pega el cordal, en el que se atan las cuerdas; el cordal posee un pequeño canal donde se inserta el puente, que no va pegado sino simplemente apoyado, con lo cual puede sustituirse fácilmente cuando se estropea. El puente es más bajo en la zona de las cuerdas finas y más alto en la zona de las gruesas: esto facilita las distintas vibraciones de estas.
El cordal, como ya hemos dicho, está simplemente pegado a la caja sonora: no hay pernos o tornillos que aumenten su fuerza. Este hecho tiene varias consecuencias.
En primer lugar, en la fase de construcción de la guitarra, es necesario realizar un pegado que pueda resistir a la tracción de las cuerdas que se van a colocar; esta tracción es de aproximadamente 40 kg y, por tanto, no puede ser ignorada.
La segunda consecuencia se refiere a las características acústicas del instrumento: la solución de pegar el cordal a la caja es muy productiva a nivel sonoro; de hecho, el sonido de las cuerdas se transmite totalmente a la tabla armónica, algo que no se produce en los instrumentos que, siguiendo el método del violín, poseen el cordal pegado a su cara inferior, una solución que se encuentra presente también en algunos tipos de guitarra popular o eléctrica.
La tercera consecuencia hace referencia al mantenimiento del instrumento: las cuerdas atadas al cordal y tensadas sobre la guitarra provocan una torsión en la tabla armónica. Si observamos el instrumento de perfil, apreciaremos una ligera diferencia de altura de dicha tabla: es más baja entre el cordal y la boca y un poco más alta entre el cordal y la cara inferior del instrumento. Esta diferencia de altura tiene que mantenerse dentro de unos niveles muy bajos: si esto no sucede así, quiere decir que la guitarra está sometida a una tensión excesiva o que presenta roturas o defectos de fabricación o que la madera es de baja calidad. En definitiva, este es uno de los puntos delicados de la guitarra y debemos tenerlo en cuenta.
El laúd y las guitarras del Renacimiento no disponían de un agujero, sino que tenían una perforación finamente trabajada, de forma circular, situada en el centro de la caja sonora, que recibía el nombre de rosa. En la guitarra de cinco y de seis cuerdas, la rosa se sustituyó por la boca, más adecuada para hacer resonar las vibraciones graves.
Permaneció, y permanece todavía ahora, el gusto por decorar esta parte del instrumento con una taracea en forma de corona circular alrededor de la boca: esta taracea se realiza con tiras y pequeños cuadrados de madera de color que se colocan formando dibujos geométricos. Estos dibujos constituyen una especie de firma que testimonia la particular interpretación de un autor o constructor.
Todo lo que hemos dicho acerca de la decoración de la boca vale también, aunque en menor medida, para las finas estrías de madera de color que se insertan en la caja sonora cerca del borde. Estas tiras pueden ser más o menos numerosas, de colores diversos a juego con los de la taracea de la boca. Se pueden encontrar también tiras en las fajas y en el fondo del instrumento.