Historia, mito y realidad del signo de Piscis

LA BÚSQUEDA DEL SÍMBOLO IMAGINADO POR LOS DIOSES

En aquellos tiempos en que los sacerdotes magos vivían consagrados a la comprensión de los lazos universales con la tierra y de lo material con lo espiritual, la astrología se hallaba en su gran período de investigación; se medían y verificaban los alcances, se precisaban los símbolos a fuerza de ajustarlos constantemente a los nuevos hallazgos sobre las propiedades de cada una de las doce casas en que, esto sí, ya se había comprobado que se dividían las influencias celestiales: se constituyó la rota geniturae, o ciclo órfico de los nacimientos, tal como la denominara después Prisciliano.

TRAS EL MISTERIO DEL SÍMBOLO DE PISCIS

Existe un misterioso vínculo entre todos los signos. Punto de unión, comunión que se da en Piscis como una síntesis que tiene aún más de hechizo y de misterio que cuanto ya de suyo posee cada apartado del Zodíaco. Y es que cada signo parece reflejado desde el fondo de Piscis, del mismo modo que las nubes se reflejan en el espejo de brillos acuáticos y sombras de arena que se verían desde lo alto en un día claro.

Son muchos los puntos que debemos señalar para poner en evidencia la realidad mágica en que no sólo vivimos inmersos, sino de la que participamos como piezas activas con una función perfectamente establecida e ineludible.

Y para empezar, subrayaremos primero las sorprendentes correspondencias de los signos de Sagitario, Capricornio, Acuario y Piscis en la representación del proceso de la Creación, de acuerdo con los registros históricos hechos en las escrituras religiosas de todo el mundo, las mitologías más ricas y con evidente intención de registro hermético, los conocimientos iniciáticos de que disponemos y las aportaciones científicas hechas hasta el momento.

Acuario y Piscis son los signos de lo mental, de la relación del cerebro —por medio de un gran cúmulo de posibilidades, algunas aún no desarrolladas— con el Universo a partir del Yo, incluyendo el íntimo y poderoso punto de unión del individuo con la divinidad. A esto se debe que en la Antigüedad se representase a Acuario con la figura de un hombre que vierte un cántaro de agua sobre la boca abierta de un pez que la recibe con avidez.

Semejante figura está llena de significados. Empieza por hacer una división entre lo que otorgan las aguas superiores y lo que propician las inferiores, siendo las primeras las del conocimiento y las segundas las de la unificación o comunicación.

A los hombres de aquellos tiempos les debió bastar con ver que un pez elevaba la cabeza para recibir un chorro de agua, para entender que no se trata de agua común. La sed de ese pez representaba la de la Humanidad entera. Y el ámbito en el que se desenvolvía, el océano, era el del medio —mar energético o áurico— en que vivimos sumergidos y que, sin alterar nuestra individualidad, nos une a todos como un ser único, dando lugar a las más espectaculares posibilidades de la magia, particularmente a los fenómenos catalogados dentro de la brujería, que son los más relacionados con la manipulación de los demás, a la vez que los menos cultos.

EL SIGNO DE LOS PRODIGIOS CONDENADOS CON LA HOGUERA

Piscis es el signo que propicia los prodigios, el signo de quienes más se han adentrado en el océano áurico. El signo que plantea las preguntas que más conmueven a la Humanidad, en uso de la inteligencia que le dejara el chorro que desde las alturas cayera sobre su cabeza. Pero, tal como el ángel Uriel comunicara a Esdras, la inteligencia humana es demasiado limitada para comprender los propósitos de Dios.

Evidentemente, el chorro del cántaro de Acuario no ha sido suficiente para que el hombre comprendiera su destino. Al menos no como efecto súbito, sino que, quizá debió primero darse cuenta de que se hallaba sujeto a una voluntad superior y, luego, de que estaba siendo conducido hacia un punto y un efecto que le resultaba imposible definir.

El propio Uriel comunica a Esdras que la Humanidad está siendo esperada en lo que describe como estado ideal celestial y que se manifestará inicialmente con la celebración de un gran juicio que calibrará las realizaciones de cada persona en proporción con las dotes que recibió; algo así como «tanto te mojó el chorro de Acuario la cabeza, tanto debió, entonces, potenciarse tu espíritu».

Sin embargo, ese punto de reunión con el Espíritu Creador ha dado pie a un sinfín de confusiones. Particularmente las que implican profecías sobre el momento de la llegada de ese temido juicio.

Así, por ejemplo, el ángel Uriel, según registra la Biblia, anuncia que tal momento será reconocido después de que hubieran sucedido ciertos prodigios:

2 Esdras 5.4: «… el Sol volverá a brillar de pronto en la noche, y la Luna tres veces en el día;».

2 Esdras 5.5: «… y manará sangre del árbol, y la piedra gritará…».

2 Esdras 5.7: «Y el mar sodomítico arrojará peces…».

Estos imposibles, vistos desde la perspectiva de aquellos tiempos, bien podrían hoy resolverse con muy diversas manifestaciones de la tecnología. Lo que el ángel Uriel se proponía era simplemente plantear algunos prodigios inútiles —característica de lo demoníaco, cuyos portentos han de partir con la condición de ser brutalmente absurdos— para asociarlos a un momento indeterminable.

El flujo de Acuario podría encargarse de los trabajos físicos, en tanto que el de Piscis se ocupa de los espirituales. En realidad, la simbiosis de estos dos signos marca la naturaleza de cuanto el hombre está destinado a ser y lograr a partir del uso de la inteligencia y de todas sus posibilidades mentales, incluidas las que aún desconoce y las que ha olvidado, como la propia telepatía, a la que dedicaremos un apartado más extenso en páginas posteriores.

EL FUEGO SAGRADO SEPARÓ AL HOMBRE DE LOS SIMIOS

El mito clásico asociado a la naturaleza del primer signo relacionado directamente con la donación de la inteligencia a la Humanidad es el de Prometeo, el titán que pretendía sólo con sus fuerzas escalar el Olimpo y robar el fuego sagrado, símbolo de la inteligencia divina creadora, para ofrecerlo a los hombres.

Pero el Prometeo griego es el Neptuno romano. Y por lo que en el Zodíaco se concentra, es el dios que vacía desde lo alto su cántaro de agua, a la vez que el dios del mar. O sea, que se le adjudica el dominio de las aguas superiores (las que guardan el estado puro en que los dioses las beben) y de las aguas inferiores (las que ya han tocado la tierra y en ella se encuentran depositadas en mares, ríos, lagos).

Júpiter, su hermano mayor a la vez que rey de los dioses, lo encadenó a una roca, y todos los días un águila le devoraba el hígado (símbolo de su coraje), el cual volvía a rehacerse por la noche. Entre tantos otros puntos indicadores de un significado oculto, recuérdese que el hígado es el órgano más influenciado por las emanaciones de Júpiter, en tanto que el águila es símbolo del signo de Escorpión, con el que Acuario comparte la creatividad científica y artística y, en suma, la tendencia a emplear de manera creativa la sabiduría universal que es la esencia que cae de su cántaro a la Tierra, sólo que Acuario lo hace en lo luminoso y Escorpión trabaja con los elementos de las sombras. En cuanto a Piscis, este lo hace tanto en la claridad (superficie marina y humana) como en la oscuridad (profundidad marina y humana).

Júpiter y Neptuno, ¿dos personalidades para un mismo dios?

Por otra parte, existen tantas similitudes entre Júpiter y Neptuno, que algunos magos han llegado a aventurar que más que de una hermandad cargada de similitudes, podría tratarse de una doble personalidad, ya que baste por ahora recordar que el principal signo de Júpiter, Sagitario, es en la tierra el equivalente de cuanto Neptuno es en el mar, imponiendo en los dos ámbitos la tendencia a las lejanías.

El agua y los caballos

El signo de Sagitario es, asimismo, el signo de los centauros, de los caballos, de los jinetes hechos a vivir en sus cabalgaduras e incapaces de separarse de ellas, o condenados a ser nada y a extinguirse si sólo se atrevieran a desearlo. El caballo es una figura mística, cargada de connotaciones herméticas en los países regidos por el signo de Sagitario, como España. Pero, tanta sobrenaturalidad hay en el equino, que debe remarcarse que es un animal oriundo del mar.

Para mayor captación de la naturaleza acuática del caballo, adviértase el hecho de que Pegaso representa la lluvia torrencial, en clara alusión al torrente del cántaro de Acuario. En efecto, el caballo alado es representación del agua de la sabiduría mientras se encuentra en el aire (por esto Acuario es un signo de aire y no de agua). Pero, una vez que no se posó sacramentalmente en la coronilla del hombre, sino que tocó la tierra, se acumuló en ella formando mares.

TRATADOS CRIPTOGRÁFICOS

Estamos tratando, pues, de una riquísima mitología criptográfica, de carácter esencialmente europeo —pero integrada con la verdad universal— cargada de elementos ocultos sobre la realidad metafísica y sobre sus conexiones con el devenir del cosmos en general, de la Tierra en particular y del hombre en esencia, en la que cada personaje representa una verdad, con frecuencia tan compleja como la de que tales entidades pudieran no ser tan irreales como desde que se inició la era de Piscis. Más aún, todas las mitologías son instrumentos de registro de la sabiduría universal, generadas de manera que no necesiten ser escritas para permanecer en la memoria colectiva.

La era de Piscis está extinguiéndose y la de Acuario, que ya está prácticamente iniciada, se caracteriza por el hecho astronómico de que el punto universal del equinoccio de primavera se encontrará en la constelación de Acuario durante los próximos 2.000 años. En esta era se pronostica la superación humana de los valores terrenales, así como una evolución al cielo, ya se trate de aviones, rascacielos, correrías interplanetarias, conquista del espacio, etc.

Urano será el planeta regente de los grandes cambios que han empezado a operarse, a despecho de Neptuno, que ha propiciado la ola de espiritualidad que cubrió la Tierra. Todas estas empresas, a las que Urano impulsa a las criaturas humanas, se presentan bajo la forma de grandes ambiciones prometedoras.

PRINCIPIO DE LA CREACIÓN Y DE LA OBRA DEL AGUA EN RELACIÓN CON LA INTELIGENCIA

El influjo de Acuario determinó el origen de la verdadera Humanidad, es decir, del hombre en posesión del don de la inteligencia, al que luego seguiría el de la inmortalidad como resultado del hecho de que las aguas de la jarra del aguador fuesen acumulándose en la Tierra, lo cual dio lugar, a partir de lluvias reveladoras, a diluvios purificadores y rocíos inspiradores, a mares de poder sobrenatural y vida eterna. Justamente este es el ámbito y estas son las posibilidades que se concentran en el signo de Piscis.

Con Acuario, pues, se inició la actividad cerebral superior, creativa, inquisidora. Luego, con la acumulación del flujo divino, que así formó mares, ríos y lagos, se ampliaron las gracias con el aporte de poderes que subsisten y que se busca desentumecer y reforzar, pero que por falta de uso hoy asombran por su rareza y se consideran la demostración de lo más elevado que la mente puede lograr, cuando en realidad fue lo primero que el cerebro hizo, como comunicarse sólo con el intercambio telepático de ideas, tanto con el cielo como con los semejantes y con las bestias mismas, como veremos más adelante en la descripción de la naturaleza prodigiosa de los dones de Acuario.

Acuario y Piscis son signos complementarios, pero no afines

Sagitario fue el distribuidor interplanetario de la vida, Capricornio el encargado de hacerla prevalecer y brotar de lo profundo del mar a las alturas montañesas, pese a todas las inclemencias, y a Acuario le correspondió dotar con los poderes de la inteligencia a la criatura elegida por los dioses, capacitándola para beber del agua de la sabiduría. A Piscis le correspondió acumular toda esa sabiduría sobre la tierra poniendo al alcance del hombre todo el conocimiento, lo mismo de la vida que de la muerte, de lo angelical que de lo demoníaco, del rugido que de la melodía o del silencio.

Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza

Todo empezó porque las deidades se fijaron en aquella criatura en razón de que, por su imagen semierguida, su vivacidad, su evidente curiosidad y capacidad de observación, presentaba la posibilidad de ser dotada con algunos rasgos en común con ellas mismas.

Así, estas potestades, en un momento de inspiración y buen humor, creyeron que este simio en particular podría llegar a comparárseles con sólo dotarlo de entendimiento, de la chispa de la inteligencia.

El acceso a los sellos zodiacales

No obstante, decidieron evitar que adquiriera también la capacidad de captar el conocimiento directamente del aura universal, lo que le permitiría acceder al genio y convertirse a su vez en creador, condición sublime, pero a la vez sumamente peligrosa, pues daba acceso a las potencias del bien y del mal, cuya suma es la ciencia, además de su directa participación en los sellos zodiacales.

Lo anterior es lo que se conserva en las diversas tradiciones iniciáticas. Pero no difiere mucho de lo asentado en escrituras de la Antigüedad. La Biblia misma se encuentra entre ellas, por más que persista la confusión entre la posibilidad de que hayan sido varios dioses o sólo uno el que creó al hombre a partir de la materia esencial del planeta, la mezcla de agua y tierra, es decir, arcilla, punto en el que ya habían cumplido su cometido Sagitario, propiciador de la etapa ígnea, y Capricornio, de la etapa helada.

Por supuesto, aquí sólo nos referiremos a la etapa correspondiente a la creación del cuerpo, carente aún del privilegio de ser dotado con la imagen y semejanza de la divinidad, de la cual habría de resultarle los dones acuáticos de Acuario y Piscis consistentes en el flujo de la inteligencia o sabiduría universal.

La duda entre uno o varios dioses

Por ahora convendrá subrayar el hecho importantísimo de que el vocablo hebreo Elohim tiene naturaleza plural y equivale a dioses, pero los traductores, pertenecientes a una época en que imperaba el monoteísmo, simplemente ignoraron tal posibilidad y le dieron valor de Dios, en singular, a lo cual no se opusieron nunca los iniciados considerando que había, en efecto, un Supremo Hacedor, aunque había delegado, como si de miembros suyos se tratara, numerosas potestades en espíritus puros subalternos, a los que se menciona como ángeles en los diversos testimonios escriturales.

Por razones como esta, el politeísmo original, que tanto ha perturbado a eruditos de la talla de Papini y de Asimov, no puede ser tan olímpico e interesadamente desdeñado, como sucede después de que el hombre, elevado por la mente por encima de las bestias, desobedeciera el mandato de no comer del árbol de la ciencia, haciendo lamentar a las divinidades «… He aquí al hombre hecho como uno de nosotros, conocedor del bien y del mal…», Génesis 3.22.

El soplo de vida determinó el diluvio del conocimiento

Independientemente de que hayan sido una o varias las voluntades que dieron lugar al ser humano inteligente, el hecho es que fue un soplo vital el que le dio la vida, como se consigna en las escrituras y en los diversos registros de la Antigüedad y de los fundamentos religiosos de casi todos los puntos del planeta, pero en íntima relación con el agua, pues fue el aire de Acuario el que condujo a la cabeza del hombre el agua de la conciencia.

Esta agua ya había tenido más de un contacto con la divinidad, como señala el Génesis con estas palabras: «El Espíritu de Dios cubría las aguas», señalando así que en ellas hacía germinar la vida en un empeño que uno sólo puede comparar pobremente con la acción de un ave propiciando el surgimiento de la vida en sus huevos.

Dicho en otras palabras y de acuerdo con la visión iniciática del prodigio, el soplo de la vida fue impartido a partir de las aguas, lo cual se cifra en la esencia de Piscis y de Acuario, en las funciones que uno y otro signo propician sobre la Tierra y en el ser humano con el toque del líquido.

Los humanos robaron la inteligencia a los dioses

El acceso a la inteligencia superior ha sido señalado por diversas mitologías como un acto revolucionario. Es decir, según todos los indicios proporcionados por las escrituras de las grandes religiones e incluso de leyendas prehistóricas de todo el mundo, la inteligencia superior fue tomada por asalto por hombres dotados sólo de la capacidad para asociar los conocimientos que adquirían en su entorno y dar lugar a diversas modalidades de conocimiento, como el derivado de la experiencia.

PERSONALIDADES DE UN DIOS COMO PROMETEO DE ACUARIO O NEPTUNO DE PISCIS

Es preciso advertir aquí que, precisamente, la naturaleza de Acuario es esencialmente revolucionaria, con la indeleble preocupación por la igualdad. Esta es justamente la personalidad atribuida al joven y dinámico Prometeo, por más que en la representación romana, como el Neptuno de Piscis, su majestad sea mayor y con ella le venga la configuración de anciano con barba y cabellos canos (aunque con este aspecto se le ha identificado también como Nereo, dios de la mar serena, habitante de una cueva en las profundidades, maestro de Afrodita o Venus —que sabe amar, pero no hacer el amor con la embriagadora habilidad de los piscianos—, poseedor de muy diversos dones mentales característicos de Piscis, como el de la transmisión del pensamiento a grandes distancias y el de la profecía, que era apodado hàlios géron, es decir, viejo marino).

Lo mismo que hoy sucede con los nativos de Acuario bien aspectados, aquella joven deidad de cuerpo humano perfecto no pudo tolerar que la sabiduría fuese monopolizada por la casta divina y, actuando furtivamente, la derramó sobre las cabezas de los hombres. Pero lo hizo en tal abundancia que formó los mares con el exceso, en cuyos fondos oscuros debería habitar, pero ahora con el talante de la pisceidad, que tampoco soporta la injusticia, pero que estando sereno se ocupa bastante menos de lo material y de lo práctico.

Sobre la cabeza llueve el don de Acuario

Así, en lo alto de la cabeza humana y mantenido por los ceremoniales iniciáticos, se ha localizado siempre el don de Acuario referente a la inspiración genial en lo tecnológico, o el don de Piscis en lo espiritual y artístico.

De hecho, para describir la correspondencia entre las aguas de Acuario y las de Piscis, las del aguador y las de los peces, los antiguos sacerdotes-magos determinaron que el arquetipo completo de Acuario presentase la figura de un hombre en actitud de verter el agua de su cántaro sobre la boca muy abierta del Pez del Sur. En otras palabras, se trata de dos seres distintos. El aguador actúa por el impulso de otorgar el don, mientras que el pez lo hace por el de beneficiarse del flujo bebiéndolo en su estado puro y no ya en la condición menos divina que cobra por el hecho de acumularse en las depresiones terrestres.

Es decir, el aguador vierte un agua tan fría y pura como él mismo. Pero este agua se impregna de la sal de la tierra y, aunque mantiene su gran poder creativo, pierde cualidades preciosas como la de la serenidad, la reflexión y el practicismo, adquiriendo todas las características inherentes a la emotividad.

El agua en que se desenvuelve Piscis pierde el impulso para bajar y adquiere el de subir. Y si para caer lo hizo con ayuda del aire (elemento de Acuario), para subir lo hará con el favor del sol. Esto implica muchas diferencias entre el agua que busca caer sobre las cabezas y la que busca ascender como oración o como demanda de inspiración. Más aún, el agua que ha tocado la sal de la tierra permite a los que tienen su sustancia —que están inmersos en el mar áurico universal— confundir con él sus propias auras astrales y resultar dotados con poderes sobremateriales, inalcanzables para cualquier otro ser viviente.

El agua y cómo recibirla

Esta y muchas otras variedades relacionadas con el agua, particularmente la de que baja y es recibida en estado puro, es preservada y celebrada en casi todos los ritos de todos los tiempos en todos los puntos de la tierra. De entre los ceremoniales destacan el del bautizo, el de la aspersión de agua bendita, que practican también los musulmanes, así como los que indujeron a las antiguas castas sacerdotales a tocarse con gorros altos abiertos por la parte media, para actuar, a la manera de un cañón, como proyector de pensamientos, peticiones, plegarias, a la vez que para propiciar la iluminación cerebral, la entrada en la mente del mensaje divino, que se asentaría en la glándula pineal, según se estableció desde muchos siglos antes de que lo señalara Descartes (1595-1650) en sus Principios de Filosofía, donde asentó que la base material de la vida psíquica radicaba en el movimiento de un humor muy especial segregado por la glándula pineal y que circulaba a lo largo de los conductos nerviosos. Sin duda, este sabio entrevió la realidad del don de Acuario. Por ello escribió: «Las partículas de la materia sutil… al dar con una materia apta para recibir su acción, causan efectos sumamente raros y maravillosos como… conmover la imaginación de los que duermen, y también de los que están despiertos, insuflándoles unos pensamientos que les advierten de las cosas que incluso ocurren lejos de ellos, pudiendo hasta hacerles sentir las alegrías o las congojas de un amigo».

El centro telepático se halla en lo alto de la cabeza

La realidad de que el centro de captación de las ideas venidas de lo alto —como señalaban los antiguos—, la función telepática, se halla en lo alto de la cabeza, en el área frontal, se hizo evidente durante las sesiones de experimentación que implicaban hacer cambiar de habitación tanto a los agentes como a los perceptores.

Se comprobó que las transmisiones telepáticas —capacidad pisciana por excelencia— se efectuaba con mucha mayor efectividad cuando el agente (proyector del pensamiento) se hallaba en una habitación por encima de sujeto (receptor del pensamiento).

Destacó también el aumento de los aciertos que, incluso con menor esfuerzo de concentración, se lograban cuando se situaba a los dos telépatas en el mismo piso —aunque en habitaciones distintas— pero haciendo que el sujeto se recostara en un diván, con la cabeza orientada hacia la habitación en que el agente le enviaba el mensaje.

Esto vino a poner nuevamente en evidencia, después de milenios, el hecho de que muchas de las transmisiones espontáneas las captan los destinatarios cuando se hallan acostados, llegándoles el mensaje telepático incluso con mayor vividez o realismo durante el sueño.

Este fenómeno se debe a que el don de Acuario, habiendo pasado a ser don de Piscis desde que el fluido no baja del cielo sino que compone parte del caudal estancado que pone en comunicación las posibilidades mentales de todos los hombres, es ya un conductor telepático y llega mejor a la cabeza cuando esta se halla orientada hacia el emisor, a la vez que en un nivel más bajo.

LA FORMA DE LOS PENSAMIENTOS

Quienes han podido apreciar la condición del aura durante las transmisiones telepáticas, describen el fenómeno como una serie de reverberaciones que, tanto en el agente como en el receptor, se operan en lo alto de la cabeza. Alguien lo comparó incluso con una caja de luz a la que se le levantase la tapa para dejar que los pensamientos, como esteras luminosas, se alejaran flotando en el espacio para acabar reventando en lo alto de otra cabeza o siendo absorbidos por ella, o adhiriéndose a diversas partes de la casa, como en espera de que llegue hasta ellos una mente afín que los atraiga y acoja como «idea propia».

Privilegio de los dioses

Pero, por lo que narran las leyendas, los dioses y los hijos mortales que les nacían de sus ocasionales uniones con las mujeres poseían el don de leer la mente. Y también lo poseyeron después numerosos sacerdotes, pitonisas y gran número de los augures que vivieron dedicados al culto de las divinidades o a la práctica de las diversas formas de adivinación.

Tanto fue así que en Grecia, cinco siglos antes de Cristo, el filósofo Demócrito se aplicó a estudiar este don para desentrañar el secreto de su funcionamiento, formulando sus famosas teorías corpuscular y ondulatoria, y coincidiendo en mucho con la imagen del mar o lago de sabiduría nutrido por el inagotable cántaro de Acuario, pero perteneciente básicamente a Piscis. Este don, debido a la gran variedad de fenómenos paranormales que favorece, ha determinado que Piscis sea considerado como signo de la brujería.

HACIA EL HOMBRE CON CIEN SENTIDOS Y MENTE INEXPUGNABLE

Está muy extendida la impresión de que los poderes mentales de los que la humanidad dispone son tantos y tan complejos, que hará bien todo el que desee vivir una existencia tranquila y feliz ateniéndose a un nivel mucho menor del que Acuario le deparó al robar la inteligencia para entregarla al hombre.

Asimismo, numerosas personas dotadas de gran capacidad creativa, particularmente escritores, han admitido públicamente que nunca consiguieron convencerse de que sus obras fueran verdaderamente suyas, puesto que en todo momento les había parecido estar recibiéndolas al dictado de una inteligencia incorpórea, de manera casi telepática, como hizo el hombre prehistórico antes de hallar que por el lenguaje podía comunicarse con menos esfuerzo.

En uno y otro caso, el hecho es que la gente, en su gran mayoría, reconoce haber experimentado el flujo y reflujo del cántaro de Acuario en la forma de intuiciones, visiones, premoniciones e inspiraciones.

Se establece que los intelectuales son bañados directamente por el flujo del cántaro de Acuario, en tanto que los telépatas aprovechan la inmersión en el caudal acuariano en el que todo ser humano abreva.

La aterradora potencia mental de los débiles

Todos son alcanzados por la marea de la Sabiduría Universal y expuestos a la influencia de cuanto existe en el cosmos, pero desde que la serie interceptó el flujo del conocimiento, destinado sólo a los dioses, se cree que la supervivencia del milagro depende únicamente del desarrollo de la masa que ha ido desarrollándose en su cerebro. Por esto convendrá hacer unas consideraciones sobre la verdad incompleta y la realidad desconocida de este órgano.

QUÉ ES O DE QUÉ ESTÁ HECHA LA INTELIGENCIA

Existe una teoría que relaciona las diferencias visibles de los cerebros con las diferencias de nivel intelectual, excepto, naturalmente, en determinados casos patológicos, como el de la microcefalia, por ejemplo.

Sin embargo, interrogado sobre la naturaleza esencial de la inteligencia, un investigador americano, el profesor White, contestó: «No sé. La inteligencia puede ser medida y puede ser definida mediante analogías, pero no puede decirse de qué está hecha. No podemos explicarla químicamente, no podemos explicarla eléctricamente: si estudiamos el cerebro de un genio, se nos presenta en todos sus aspectos idéntico al de un idiota. Su materia es la misma. Nadie puede decir qué es lo que hace de un hombre un brillante matemático, de otro un músico maravilloso y de un tercero un temible asesino».

Lo cierto es que un astrólogo versado en la tradición ocultista sí podría decirlo. De hecho asentamos en esta obra la información esencial.

El cerebro no produce ideas, las capta

La revelación tendrá que hacerse y aceptarse muy pronto, quedando por fin descifrado el último gran enigma de la humanidad al establecerse que el cerebro no es el órgano del pensamiento. Al menos no del pensamiento elevado, creador. De ese que no es producido exclusivamente por asociaciones de otras ideas para generar un resultado.

El cerebro es, por el contrario, un frágil instrumento hecho para captar los brillos intelectuales que, como reflejos acuáticos de los luceros del cielo, reflejan en la Tierra la totalidad del Universo y están destinados a iluminar a las mentes orientadas para percibirlos sin ningún obstáculo que se interponga.

La capacidad de asociar ideas, ciertamente es una de las grandes potencias de la inteligencia y pertenece a las funciones que cumple el cerebro por sí solo. Pero no sucede así con la potencia creadora llamada genio, inspiración, talento y tantos otros sinónimos referentes a su naturaleza superior y que proviene de una dimensión espiritual con la que el cerebro está en relación, a la manera de la antena respecto al radioemisor.

El cerebro, básicamente un instrumento de comunicación

Múltiples civilizaciones, particularmente orientales, siguen concibiendo al cerebro como instrumento que bien orientado ha de captar la voluntad de su Creador y, a la vez, devolverle la verdad del hombre. A estas virtudes se añade, casi como beneficio colateral, la posibilidad que tiene para ser utilizado como medio de comunicarse entre los hombres.

Algunos incluso lo describen como joya refulgente, situada en la frente o en lo alto del cráneo. Según unos, en la frente estaría la capacidad espiritual para ver la naturaleza oculta del cosmos y en lo alto de la cabeza la capacidad para escucharla bien.

LA TELEPATÍA, FACTOR DE NUESTRA SUPERVIVENCIA PREHISTÓRICA

Es a partir de la realidad telepática y, más directamente del estudio del halo o aura y sus relaciones con el Universo, como se pondrá finalmente de manifiesto que el cerebro sólo es una gran antena y no el órgano del que emana el pensamiento y la personalidad como algunas personas podrían creer. Se comprobará que el cerebro tampoco produce las ideas, como se ha creído siempre, sino que las capta y las procesa o adapta para ajustarlas a condiciones tales como las de tiempo y espacio.

Y en este contexto, acabará por entenderse que la telepatía sólo es uno de los muchos fenómenos que la verdadera naturaleza del cerebro puede presentar… y no uno de los más útiles en la actualidad, aunque en el remoto pasado lo fuera de manera tan notable que, sin duda, la humanidad le debe a la telepatía el no haber sucumbido durante el paso de la condición simiesca a la humana, e incluso el haber sobrevivido desde la forma bípeda, adquirida en África hace unos cinco o seis millones de años, cuando un posible cambio climático originado por el flujo de Acuario determinó el crecimiento del cerebro, dejando de ser la mano un miembro locomotor (para empezar a mostrar escrito en la palma el destino de cada persona) y a hacerse imprescindible una forma amplia de comunicación para el aprovechamiento de la caza.

Estamos muy cerca del chimpancé

Sin embargo, la realidad de nuestra especie nunca se ha alejado demasiado, como quisiéramos creer, de su origen. En la actualidad seguimos teniendo en común con el chimpancé nada menos que el 90% de los genes, por lo que el feto de este mono y el del humano son casi idénticos.

Finalmente debemos observar que la diferencia esencial entre el humano y los otros seres vivientes radica por completo en el acuariano «don cerebral» de captación —y no de simple asociación—, el cual nos permite tomar sabiduría directamente del Mar del Conocimiento en el que se halla sumergido todo el Universo.

Este océano ha sido también llamado Alma Universal por los iniciados de casi todos los tiempos y se considera que no es algo aislado de la Divinidad, sino una manifestación más de su naturaleza, en la que, de hecho, estamos incluidos.

Cerebralmente, todos los hombres son iguales

Pero será preciso entender hasta lo más profundo el don acuariano —la auténtica chispa o soplo del Creador— para la captación del conocimiento, sobre el que aún va a aprenderse y a manifestarse mucho en la actualidad, como veremos en el transcurso de estas páginas.

Pero, volviendo al tema de la verdadera función del cerebro, hay que remarcar que durante milenios, desde que Hipócrates dedujo que el talento para las artes y para toda forma de creación emanaba de la calidad del complejo órgano de algo más de un kilo asentado en el cráneo, se ha vivido en el error.

La realidad es que sólo es una antena creada para captar y procesar la información. Una antena que es esencialmente idéntica para todos los seres humanos, como se reconoce en el ámbito científico y se resume en la idea que plasmó Chauchard en su obra Le cerveau humain: «Escrutamos en vano el cerebro de los grandes hombres y en el de los criminales, pues todos los cerebros se parecen y las investigaciones individuales no muestran ningún paralelismo con la inteligencia».

¿DÓNDE RADICA LA INTELIGENCIA?

«En el plano anatomopatológico no hay ninguna correlación válida entre lesiones cerebrales y nivel intelectual, en el sentido de que si las lesiones cerebrales del sistema nervioso central graves y extensas pueden determinar el retraso mental (no podríamos pensar sin cerebro), todo retraso puede no ir acompañado de tales lesiones. Por otra parte, las experiencias de hemisferectomía, de lobectomía y de lobotomía demuestran que las relaciones entre la inteligencia y el sistema nervioso central siguen sin poder precisarse.

»El trabajo de J. de Ajuriaguerra y H. Hecaen sobre el córtex demuestra suficientemente, por otra parte, la dificultad de localizar la inteligencia y la diferencia entre el déficit funcional (del tipo síndrome de Gertsman, por ejemplo) y el déficit intelectual. Se puede ser inteligente y agnóstico o apráxico. La ventriculografía (P. Berenstein y M. Dabbah) y la electroencefalografía (M. Fischgold, C. Dreyfus-Brisach, C. Blanc, D. Hill, G. C. Lairy) confirman la ausencia de desórdenes neuroanatómicos y neurofisiológicos específicos del retraso. Las alteraciones del trazado electroencefalográfico, que aparecen en el retrasado, son, en efecto, del orden funcional de la no maduración y no del orden anatómico de la lesión. Por lo general, estas alteraciones desaparecen espontáneamente hacia los doce años, independientemente de toda modificación del nivel intelectual del retrasado.»

En otras palabras, el cerebro sigue siendo igual para todos. No puede decirse que la radio está mal, sino que la antena está imposibilitada para conseguir una buena sintonía. Pedimos perdón por la comparación que, por otra parte, debe considerarse necesaria en muchos aspectos, ya que el propósito de esta obra es el de divulgar la naturaleza de la influencia acuariana en el mundo y en la persona.

Y es en ambas dimensiones —mundial e individual— que el cerebro revela su naturaleza de antena. Más aún cuando incluso debe ser orientado, situando en la dirección conveniente la coronilla o parte superior del cráneo, como ya señalamos antes.

La mente guarda un gran espacio para el misterio

La función esencial del cerebro es la de acceder al conocimiento: captarlo, ordenarlo y orientar a la persona para servirse de él. Lo primero es lograr la sintonía; orientar adecuadamente la antena. Y semejante condición no siempre se da, debido a fenómenos que aún deben buscarse en el ocultismo, porque la ciencia los considera, por lo menos, como «desconocidos».

Abundan los casos de metamorfosis intelectual en niños que súbitamente, un buen día, por razones que parecen misteriosas, «empiezan a comprender»; exactamente como se esperaría que sucediera cuando se busca el punto justo haciendo girar el botón sintonizador de una radio, o se orienta su antena.

El cerebro no produce, recibe

Se ha tratado al cerebro, pues, como si fuera un órgano productor de lo que capta, cuando, en el plano universal, sólo es un formidable receptor selectivo y un discreto emisor, por lo que no todos los canales están disponibles (ni con la misma fidelidad) para todas las naturalezas, caracteres o personalidades.

Y movidos por el error de considerar que «todo está encerrado en el kilo sobrado de esta masa», numerosos investigadores han intentado localizar directamente las funciones psíquicas complejas en la corteza cerebral y han emitido hipótesis como las de centros de la palabra, de la escritura (¡la famosa protuberancia de los matemáticos!).

Se ha llegado hasta el extremo de buscar un centro fisiológico de los impulsos religiosos. El psiquiatra alemán Kleist es quien ha tratado de indicar la circunvalación cerebral que va unida a este fenómeno sociopsicológico complejo que es el «yo religioso» del hombre y al que la ciencia, debido a las múltiples ligaduras que se ha impuesto, parece incapacitada para enfocar. De hecho, esta es una de las ocurrencias más groseras que se han derivado del error de considerar el cerebro como punto de nacimiento de las ideas.

REPRESENTACIÓN DE LOS DOCE SIGNOS DEL ZODÍACO

Aries - Tauro - Géminis

Cáncer - Leo - Virgo

Libra - Escorpión - Sagitario

Capricornio - Acuario - Piscis

HIPNOSIS POR TELEPATÍA

Uno de los portentos producidos por la unión que el océano pisciano determina entre todos los seres humanos, es el del intercambio de pensamientos. Pero no es el mayor ni el que mejor refleja la enormidad del poder que se encierra en cada cerebro, particularmente cuando está sensibilizado por el signo de Piscis, como ha sucedido tradicionalmente con las brujas de mayor poder y con los magos especializados en el manejo de lo temporal. Quizá el logro más significativo, por sus incalculables implicaciones, sea el de inducir el trance hipnótico a distancia; es decir, hallándose el hipnotista a una distancia lo bastante considerable como para asegurarse de que el sujeto no podría percibirlo por ningún medio que no fuese precisamente el telepático.

Convendrá aquí recordar algunos hallazgos que en sus experimentos hizo el médico y fisiólogo Charles Robert Richet (1850-1935), premio Nobel en 1913, quien descubriera el fenómeno de la exteriorización de la sensibilidad y de cuyos trabajos, efectuados en las postrimerías del pasado siglo, el periodista, escritor y científico Emile Boirac hiciera una descripción repleta de interés y significado, de la que exponemos aquí unas líneas por considerar que se trata de un documento de inestimable valor para explicar la naturaleza oculta de Piscis.

Antes, debemos especificar que ante maravillados colegas repitió el experimento 18 veces, dejando entre una y otra una pausa variable para que no pudiera atribuirse a una reacción cíclica del sujeto, al que inesperadamente se le observaba sumirse en el trance en cuanto Richet se lo imponía desde una habitación alejada.

Pellizcos y pinchazos sin contacto

«Hallándose dormido el sujeto y, con la imposibilidad de ver nada al haberle aplicado una venda sobre los ojos, se le sitúa, sin darle ninguna explicación, un vaso lleno de agua en sus tres cuartas partes en las manos, de tal forma, por ejemplo, que el vaso repose sobre la superficie palmar de la mano izquierda extendida horizontalmente, mientras que la superficie palmar de la derecha recubre la parte superior del vaso, por algunos centímetros encima del agua.

»El operador realiza unos pases por encima de la mano puesta en el vaso y, después de unos instantes, prueba mediante contactos, pellizcos, pinchazos, etc., la sensibilidad de la parte dorsal de esta mano.

»Si la sensibilidad subsiste, continúa haciendo los pases, pero tras cierto tiempo, de cinco a diez minutos, el sujeto ya no reacciona más. Entonces, sin decirle nada, el operador pellizca bruscamente en el aire, a tres o cuatro centímetros por encima de la piel, e inmediatamente el sujeto acusa por sus movimientos, por una mueca característica e incluso con un grito, una sensación muy viva. Ocurrirá lo mismo tras una picadura hecha en el aire de la misma manera. Si se le retira luego el vaso de entre las manos y se aleja el operador a varios metros de distancia, ante todo contacto, pellizco, pinchazo, etc., sea en el agua misma, sea algunos centímetros por encima, siempre en el más profundo silencio, el sujeto reacciona inmediatamente.»

«¡Es que esa agua soy yo!»

«Yo he experimentado este fenómeno con bastantes sujetos. En Ludovic S. se ha manifestado desde el principio, fuera de toda posible explicación, de toda sugestión previa, con una nitidez y una rapidez extraordinarias. El único cambio que se produjo en la evolución del fenómeno es que el sujeto que se prestaba primero sin resistencia, de una forma casi indiferente a este género de experiencias, acabó por reconocerlas y temerlas a causa de la extrema intensidad de las sensaciones, a menudo dolorosas para él. Acabó también por darse cuenta del papel representado por el agua en este fenómeno. Espontáneamente, comenzó a preocuparse, a inquietarse, por el tratamiento reservado a aquella agua y, al preguntarle la razón, me dio esta singular respuesta: “¡Es que esa agua soy yo!”.

»No obstante, si las sensaciones experimentadas por él en esa agua que podría ser llamada su sensibilidad exteriorizada parecen ser infinitamente más vivas que las sensaciones normales correspondientes, tales sensaciones no parecen estar, en cambio, netamente localizadas. Los contactos, pellizcos, picadas, etc., parecen ser sentidas no en tal o en cual punto particular, por ejemplo la mano, sino en el cuerpo entero, y es quizá esto lo que explica su extraordinaria intensidad.

»Este fenómeno de la exteriorización abre, evidentemente, un campo ilimitado a nuestras suposiciones y a nuestras búsquedas. A falta de tiempo y de facilidades suficientes para disponer del sujeto a nuestro antojo, nos hemos tenido que limitar a un pequeño número de experimentos. Nos hemos dedicado, sobre todo, a aquellos que permiten determinar el grado de generalidad del fenómeno.

»El doctor Richet parece haber considerado la exteriorización de la sensibilidad como un fenómeno excepcional que no se produce más que en algunos sujetos y que supone incluso en estos un estado muy particular. Nuestras observaciones y nuestras reflexiones nos habían llevado, por el contrario, a conjeturar que residía allí un fenómeno general, común no solamente a todos los individuos de la especie humana, fenómeno normal, podríamos decir, pero como muchos otros, condenado a permanecer velado mientras que las condiciones de su revelado, en el sentido en que se emplea esta palabra en fotografía, no se encuentran realizadas.»

Precisamente el cerebro iguala al sabio y al troglodita

En otras palabras, el conocimiento y todas las demás posibilidades no están dentro del cerebro, sino en relación con él y, por supuesto, no debe confundírseles con las facultades de la memoria, por ejemplo.

Esta reserva de posibilidades que el cerebro, ese «órgano imponente» posee, es inmensa. Y el doctor Sève especifica, para dejar bien establecida la naturaleza de esta masa que aún encierra tantos y tan grandes secretos para la ciencia, que el cerebro del hombre es riquísimo en neuronas y aporta el sistema biomecánico que permite todo progreso cultural. Y declara rotundamente que el sabio más grande y el cavernario más primitivo tienen exactamente el mismo cerebro.

«Frase clave que mucha gente comprende y admite mal —comenta L. Sève, que añade—, no es que entre estos dos cerebros no pueda haber diferencias. Lo que ocurre es que, en el estado actual de nuestros conocimientos, la diferencia —real— de inteligencia entre estos dos individuos debe ser atribuida a la diferencia de las condiciones en que una parte de las posibilidades inmensas del cerebro han sido activadas.» Es decir, que sólo su sintonización es distinta, o quizá también su capacidad para abrevar en la corriente de Acuario. Pero, en lo mecánico, son iguales.

¿Qué es realmente el mar pisciano?

La naturaleza del flujo que brota del cántaro del aguador zodiacal ha sido intuida por numerosos científicos, algunos de los cuales han aportado significativas hipótesis que aún se hallan en proceso de desarrollo y estudio.

Entre este material destaca la partícula virtual del profesor inglés Firsoff, llamada por él mismo mindon, de mind, mente, y on, encendido, aludiendo a un agente externo que activaría el cerebro en determinada función o dirección.

Según él mismo expone: «El espíritu es una entidad en interacción universal del mismo orden que la gravitación. Es indudable para mí que exista un módulo de transformación análoga a la famosa ecuación de Einstein: e = mc², que pondría en relación el «material mental» con entidades del plano físico».

Esta teoría sostiene que informaciones mentales y espirituales podrían desplazarse en el cosmos y estar en interacción las unas con las otras bañándose en el Todo cósmico, en la Fuerza Creadora que sería la esencia del flujo representado en el arquetipo zodiacal de Acuario.

Esto aportaría finalmente una explicación a fenómenos parapsicológicos como los de la clarividencia y la telepatía, y permitiría igualmente comprender que nuestro sistema solar podría ser el crisol de una masa fabulosa de informaciones espirituales registradas desde el principio de la Creación.

Tales informaciones serían accesibles al hombre por diferentes medios, de entre los cuales la astrología sería el más completo por la antigüedad y la profundidad de sus registros, que pueden descifrar las implicaciones espirituales del todo que constituye nuestro sistema solar, particularmente en el orden en que esta serie de obras expone la constitución cósmico-zodiacal.

Los pensamientos tienen forma, color y movimiento

Respecto a la naturaleza del pensamiento y de su forma de viajar de una mente a otra, cabe señalar que numerosos telépatas entrenados en las universidades norteamericanas los conciben con forma y movimiento, coincidiendo con algunos pilares del espiritismo, quienes sostienen, junto con el doctor Ochocowitz, excatedrático de la Universidad de Lemberg, que «los pensamientos componen parte de la fenomenología material y están repletos de virtualidades psíquicas». Esto quiere decir que tienen la propiedad de actuar en ambas dimensiones, por lo que se corresponden con la naturaleza de antena que hemos descubierto en esta obra para el cerebro, que capta de la dimensión inmaterial en el océano que es el alma universal la esencia pisciana para dar a los pensamientos la forma más conveniente a las asociaciones y aplicaciones que convengan a la labor creadora.

Pensamientos coloreados

En uno de sus trabajos, la pisciana Annie Besant y C. W. Leadbater asentaron que «todo pensamiento origina vibraciones capaces de actuar sobre la materia del cuerpo mental». Siguiendo esta concepción pudieron establecer que, lo mismo que el aura, aunque con menor intensidad, los pensamientos dan lugar a colores según su índole o según la del aura de la persona que los emite, ya que todos son elementos de una misma naturaleza.

En cuanto a sus líneas, hay que resaltar que únicamente los pensamientos que proceden de una mente clara ostentan una composición lineal bien definida y atractiva por virtudes como las de la simetría, el contorno, etc.

La versión más aceptada hasta el momento es la del físico inglés Whately Carrington, que sostiene que el pensamiento posee estructura molecular y está formado por psicones que, a la manera de los átomos, se asociarían entre sí no sólo dentro del psiquismo que lo emite, sino con psiquismos muy diversos e incluso muy distantes de su punto de partida, creándose así una verdadera atmósfera de tránsito para las ideas.

Los eones y la psicomateria

En lo que hace referencia a la asimilación del flujo acuariano y el estado de inmersión permanente en el océano pisciano, recurriremos a otro destacado investigador, el físico francés Jean E. Charon, quien propone igualmente una teoría que ha conseguido la atención mundial.

Sus conclusiones deben considerarse a partir del hecho de que el hombre y las cosas, la materia, están formados por átomos, y de que los electrones son partículas elementales que entran en la constitución de los átomos.

Jean E. Charon expone en sus obras más recientes que ciertos electrones, a los que él nombra eones, serían portadores del espíritu. Y la materia, de la cual el hombre está formado, sería una psicomateria.

Los eones forman la pirámide de la eterna existencia

El eón o electrón espiritual que actúa en los humanos posee naturaleza inmortal y su cometido esencial es el de adquirir información sin cesar, para mantener la evolución de la conciencia, ascendiendo incesantemente de un nivel a otro de relación con el cosmos.

Pero el acto de recolectar esta información empieza con la captación de las diversas naturalezas astrales, una de las cuales impregnaría principalmente a los eones de un individuo, a la manera de información básica.

Ahora bien, cada individuo posee millones de eones en él obrando a diferentes niveles físicos. Estos eones se disponen simbólicamente en forma de pirámide —la forma considerada perfecta por las antiguas civilizaciones atlántica, egipcia, maya y azteca—, teniendo en su cima un eón único, el coordinador del espíritu.

Jean E. Charon subraya que los eones, siendo inmortales, se reencarnan y poseen en su consciente el panorama completo de sus existencias pasadas, pero privaría la naturaleza zodiacal del momento presente. También cabe destacar que los eones se encuentran dondequiera que haya materia.

Prueba bajo el mar de las posibilidades piscianas

En realidad, el reconocimiento y la aceptación de las potencias mentales que favorece Piscis quedaron internacionalmente establecidas el 25 de julio de 1959, cuando el Pentágono y el gobierno de los Estados Unidos de América aceptaron las evidencias mostradas por los experimentos realizados hasta el momento e incluyeron un nuevo tripulante en el submarino atómico Nautilus, cuya misión era la de entregar diariamente al capitán Anderson una hoja con anotaciones sobre una serie de cartas que desde la ciudad norteamericana de Friendship, Maryland, un agente telepático le mostraba mentalmente.

El 70% de aciertos logrados con el experimento demostró que era posible aspirar a los resultados alcanzados por los soviéticos en sus transmisiones de carácter internacional, habiendo sido estos los primeros en dotar a su universidad con un laboratorio de investigaciones parapsicológicas, sin duda porque se trata de un país o unión de países regidos por Acuario, con todo lo que ello conlleva.

Así, en síntesis, la pregunta principal sería: «¿Hemos llegado a este punto debido a que entramos en la era de Acuario? ¿Empezará desde la perspectiva militar lo que más tarde será del dominio público?».

Telepatía espacial

Las personas inmersas en este proyecto conocen bien lo que pueden esperar de sus esfuerzos, por más que aún muchos se escuden en «razones de seguridad» para mantener sus logros en relativo secreto. No obstante, suele permitirse que trasciendan a la prensa hechos tales como el de que el astronauta Mitchell tuviera, como parte de su misión en el Apolo XIV, el encargo de realizar telepáticamente las ya clásicas pruebas de cartas que perfeccionara Rhine, teniendo como adversarios a cuatro excelentes telépatas que actuaron desde las instalaciones de la Nasa.

De acuerdo con lo que posteriormente le fue comunicado al propio capitán Mitchell por los encargados de evaluar los test, los resultados rebasaban con mucho las expectativas originales.

Renacimiento de la telehipnosis

Ya en la década de los sesenta, Leónidas Vassiliev, heredero intelectual de Bechterev y titular de la cátedra de fisiología de la Universidad de San Petersburgo, se encontró en posición de publicar el resultado de una larga serie de experimentos de carácter trascendental. Era la historia de sus trabajos en el campo de la telehipnosis.

Lo que Vassiliev había conseguido era que personas hipnotizadas acataran las sugestiones y las órdenes que se les impartían mentalmente, desde una gran distancia.

Fue el primer gran paso hacia la formación de comandos capaces de aprovechar todas las posibilidades del océano áurico o pisciano para llevar a cabo acciones muy especiales en el ámbito militar.