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CAPÍTULO 1

Los aceites esenciales a lo largo del tiempo

RECUERDO HISTÓRICO

Las plantas aromáticas y medicinales y sus preparados se conocen desde los albores del ser humano como remedio para trastornos y enfermedades o para superar estados emocionales difíciles en la vida cotidiana. Sin embargo, el uso actual de los aceites esenciales y la aromaterapia se practica con este nombre desde hace solo unas décadas.

En estos últimos años los aceites esenciales se han puesto de moda como si fueran una novedad; se usan en centros termales, en masajes placenteros o terapéuticos, en cosmética natural, en terapias holísticas o en cocinas y pastelerías artesanales e industriales como elemento aromatizante y ahora incluso en coctelería y cocina vanguardista. Pero en realidad, como decimos, el uso de los aceites se remonta a tiempos inmemoriales.

HACE SOLO CIEN AÑOS

A lo largo del siglo pasado, la posibilidad de crear medicamentos sintéticos y el desarrollo de la industria farmacéutica y la medicina moderna logró curar enfermedades que habían sido imbatibles durante siglos, sobre todo las infecciones. Este gran éxito en la medicina convencional relegó a un segundo plano a la medicina natural, que durante milenios había tenido un papel esencial y muy importante.

Fue un olvido que provocó la casi desaparición de muchas terapias naturales, aunque nunca llegaron a desaparecer del todo. En la actualidad, la sociedad está volviendo a apreciar en su justa medida a los remedios naturales. Médicos, investigadores y farmacéuticos de todo el mundo vuelven a interesarse por los recursos naturales y las plantas medicinales.

Tampoco en la cocina se prestaba a las plantas, y a la alimentación natural equilibrada y saludable, la atención que merecen. Se olvidó el viejo proverbio hipocrático «que la medicina sea tu alimento, y que el alimento sea tu medicina»… hasta ahora. En los últimos años asistimos a un auténtico renacimiento de otro tipo de alimentación, ahora conocida como «plant-based» que, libre de plaguicidas y de química de síntesis, impulsa un cambio en el destino humano.

CHINA: EL PRIMER ALAMBIQUE

En Asia se encontró un alambique datado hacia el 5000 a.C. que indicaba que en la China y en la India ya se conocían los procedimientos de extracción.

La antigua medicina china también utilizaba remedios naturales a base de plantas y, junto a la acupuntura y una correcta alimentación, constituía los fundamentos de lo que en nuestros días nos ha llegado como medicina tradicional china.

El número de productos vegetales empleados en la antigüedad china supera ampliamente los utilizados por cualquier otra cultura hasta el momento. De hecho, la medicina moderna debe muchas de sus formulaciones con plantas a los chinos, que utilizaban con frecuencia, por ejemplo, el ruibarbo, la efedrina, el ginseng y el té.

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Curiosamente, las plantas medicinales más empleadas en China se corresponden con las que se utilizan en Europa, lo que da fe, más allá de los estudios científicos, de la eficacia de las mismas.

Entre ellas destacan la bardana, estragón, genciana, ruibarbo, ricino, acónito, alcaravea, nuez, llantén, regaliz, melocotón, granada o hasta el mismo té.

EN EGIPTO

La cultura egipcia fue una de las primeras que empezó a usarlos con sistemas muy primitivos. Crearon un sistema de destilación muy básico: enfleurage y maceración. El enfleurage consistía en empapar la planta en aceite y luego retorcer toda la mezcla en una tela bien apretada hasta obtener la fragancia. Y la maceración consistía en calentar el material aromático en aceite. También usaban unas vasijas de barro donde calentaban hierbas y raíces que cubrían con unos lienzos de lino, luego los escurrían y aprovechaban el resultado del vapor.

LA MEDICINA AYURVÉDICA HINDÚ

Desde hace más de 4.000 años, las plantas constituyen la base de la medicina hindú, conocida como «Ayurveda» («leyes de la salud»). Se utilizan unas 700 sustancias, entre las que predominan con diferencia las de origen vegetal (hierbas, raíces y resinas), como la canela, el nardo, el jengibre, la mirra, el cilantro y el sándalo.

Los remedios herbales, descritos en la Vedanta y en numerosos manuscritos sánscritos de gran belleza, se utilizaban ampliamente y eran la base de fórmulas curativas, invocaciones a los dioses y cultos religiosos. Ashoka, un rey budista del siglo III a.C., clasificó un gran número de plantas medicinales que todavía se emplean en la actualidad y que en su mayoría han sido incorporadas a diferentes fármacos y a la aromaterapia.

Algunas de esas plantas son bien conocidas: alholva, alcaravea, pimienta, cardamomo, jengibre, clavo, nuez moscada, sándalo, benjuí, cáñamo, ricino, sésamo o áloe. Muchos de los criterios y fórmulas de la medicina ayurvédica han llegado, casi intactos, hasta nuestros días.

EN LA GRECIA CLÁSICA

Fueron los griegos los que mejoraron el sistema de destilación. Grandes conocedores de las plantas y las hierbas del Nilo, recopilaron la información de la cultura egipcia y optimizaron sus usos.

El reconocido padre de la medicina, Hipócrates, escribió acerca de las propiedades de las plantas y las hierbas y registró todo el conocimiento que había sido obtenido de los egipcios, en el que incluía masajes con infusiones y aceites esenciales para prevenir y evitar enfermedades contagiosas. Hipócrates conocía los poderes curativos de la naturaleza. Se le atribuye la frase «el camino hacia la salud es realizar un baño aromático y un masaje con esencias a diario».

TERMAS Y UNCIONES

Los romanos también siguieron sus pasos en la misma línea: en sus rituales, religiosos, en sus famosos baños... y en sus cocinas para mantener sus alimentos en buen estado. En esa época no existían los refrigeradores, así que los aceites servían de conservantes aromáticos.

Los romanos, inspirados en egipcios y griegos, desarrollaron las termas, los baños públicos en los que se utilizaban plantas, flores, maderas y resinas para conseguir baños perfumados y saludables. Su principal objetivo, sin embargo, era disfrutar del placer de las esencias.

Encontraremos mucha información, y muy cercana a nosotros, en la cultura judeocristiana. Cerca del 1240 a. C., el pueblo judío ya usaba aceites en su largo viaje de 40 años hacia la tierra prometida. En el Antiguo Testamento aparecen textos que dicen que Dios instruyó a Moisés para crear un «aceite sagrado para la unción» hecho de mirra, canela dulce, cálamo, casia y aceite de oliva. Esta combinación tendría propiedades antivirales y antibacterianas para proteger a su pueblo durante el duro y largo viaje.

AVICENA. LA DESTILACIÓN DE LOS ACEITES

Los árabes también ampliaron el conocimiento y mejoraron la destilación y uso de los aceites. Avicena (980-1037), reconocido como «el príncipe de los médicos», creó un nuevo método de destilación con una bobina de refrigeración que permitía mantener a baja temperatura la destilación de los aceites, mejorando su calidad y poder terapéutico. Su primer y más conocido éxito fue la destilación de la rosa Centifolia. Pero fue el sirio Damascus quien popularizó la destilación de la rosa, siendo el mayor productor de su época; por ello lleva su nombre la Rosa Damascena.

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EN LA EUROPA MEDIEVAL Y EL RENACIMIENTO

El emperador Carlomagno ordenó que en todos los jardines del Imperio debían cultivarse determinadas especies vegetales de uso terapéutico. Se inició así un proceso de aclimatación de algunas plantas que hasta entonces eran casi desconocidas en Europa.

Las plantas medicinales fueron, necesariamente, la base de muchos de los remedios naturales que se utilizaban en la Edad Media. En el siglo XII se había implantado la aromaterapia, traída de Oriente de manos de los médicos de las Cruzadas, que trabajaban junto a médicos árabes, de los que aprendieron la gran importancia de la higiene y los aceites. Al regresar a Europa no solo llevaban consigo aceites esenciales, sino los conocimientos suficientes sobre la técnica de destilación para poder obtenerlos.

En los siglos siguientes, las órdenes monásticas se encargaron de seguir manteniendo y ampliando los conocimientos sobre fitoterapia, dedicándose al cultivo de plantas medicinales y preparación de los remedios herbales.

En pocas palabras, los aceites esenciales se han usando en infinidad de momentos clave de la humanidad, desde tiempos remotos hasta el siglo XIV, cuando se usaban los aceites para contrarrestar el hedor de la peste. Allí, perfumistas recubiertos con máscaras preparaban sabias mezclas de aceites para entrar a robar en las casas de las familias moribundas y evitar el contagio.

EL MARAVILLOSO ACEITE ESENCIAL DE LAVANDA

Ya en el siglo XX, el químico y perfumista René-Maurice Gattefosé promovió el uso de los aceites esenciales como aromaterapia tras experimentar en su propio cuerpo sus efectos. Él mismo había sufrido un accidente con graves quemaduras, que sanó sumergiendo sus manos en aceite esencial de lavanda, comprobando que no se infectó, calmó su intenso dolor y facilitó su cicatrización sin dejar marcas en su piel.

Posteriormente el doctor Jean Valnet demostró la capacidad terapéutica de los aceites para sanar heridas en los soldados heridos en la Segunda Guerra Mundial, y comprobando también el efecto que surgían en sus pacientes a nivel psicológico y emocional. Demostraba así que los aceites esenciales actúan de una manera holística, tal como decía Hipócrates, influyendo positivamente sobre cuerpo, mente y emociones.

Pocos años después, Marguerite Maury se centró también en el estudio de los aceites esenciales desde el punto de vista de la cosmética. Esta mujer fue premiada y reconocida internacionalmente por sus investigaciones sobre los aceites esenciales al servicio de la salud.

Poco a poco, el interés por los aceites se extendió a Gran Bretaña, que se inclinó más por su empleo en estética y masajes. Robert Tisserand es también una de las personalidades más respetadas en el mundo de los aceites esenciales y fue muy importante en la década de 1970.

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