Introducción. Lo que trajo el regreso

—¿Y si tomamos un poco de Poción Ultrapoderosa? —sugirió Timba—. Así no nos costaría nada cargar con el barril.

Trolli y Mike se miraron el uno al otro sintiéndose un poco tontos.

—Vale. Pero un solo trago y…

¡Un momento! ¿Pero qué pasa aquí? Esta historia ya la conocemos: es cuando Mike, Timba y Trolli regresan a Ciudad Cubo en una nave mesina cargados con la Poción Ultrapoderosa. Un momento épico, listos para derrotar al malvado Imperio colmenero, de eso no cabe duda. ¡Pero esto ya está contado y sucedió hace apenas un par de meses! Entonces…, ¿por qué arranca así esta nueva aventura?

Pues porque justo en ese instante ocurrió algo, una cosa un pelín extraña. Es verdad que los Compas no le dieron demasiada importancia y por eso no se lo contaron a nadie. En aquel momento, como es lógico, lo que les preocupaba era liberar su cúbico planeta (o «cubeta») de los invasores. Sin embargo, tendrían que haber prestado más atención a los misteriosos acontecimientos que… Pero no vayamos tan rápido y veamos en directo qué es lo que pasó. Solo hay que desplazarse un poco hacia atrás en el tiempo. ¡Pan comido!

Justo cuando los Compas echaban el primer trago de Poción Ultrapoderosa escucharon un ruido procedente de su nave. Era una especie de burbujeo al que siguió un sonido espeso, como si se estuviera derramando alguna clase de sustancia pringosa. Como cuando aterrizaron era todavía de noche, no podían ver muy bien de qué se trataba, pero Trolli creyó distinguir un objeto amorfo que se desprendía del casco de la nave. Apretó los párpados intentando afinar la vista, pero todo lo que pudo ver fue una forma oscura que se deslizaba por encima de la chapa, camino del suelo. Sin hacer ruido, avisó a sus amigos.

—¿Habéis visto eso, chicos? —preguntó Trolli en voz muy baja, señalando en dirección al objeto.

—Pues… No sé. ¿Se podrá comer? —comentó Mike, aguzando también la mirada. A Trolli le salió un poco de humo de la cabeza al comprobar que su glotón amigo no dejaba de tener hambre ni en la más peligrosa de las situaciones.

—Parece aceite lubricante —dijo entonces Timba, despreocupado—. Aunque muy pastoso. Si es una avería, estaría bien arreglarla.

—¿Para qué? —preguntó Mike—. Ya no necesitamos la nave.

—¿Seguro? —insistió Timba—. ¿Y si este loco plan de derrotar nosotros tres a todo el Imperio colmenero sale mal y tenemos que huir?

—Si no los derrotamos, no habrá a dónde huir —indicó Trolli—. Así que… al lío.

Era, en aquel momento, la decisión más sensata. La sustancia, fuera lo que fuera, siguió deslizándose hasta caer por completo al suelo, donde rebotó con un «plof» viscoso. Y allí quedó, sin moverse. Los Compas tenían una peligrosísima misión por delante y una cosa oscura y desconocida no era un asunto en el que pudieran perder tiempo. Además…, ¿qué podría pasar por traer a tu planeta, desde el espacio exterior, una masa viscosa y rarita? Por eso se olvidaron del tema y, tras cargar el barril de poción, se alejaron tan rápido como fueron capaces, dispuestos a expulsar de su planeta a los invasores colmeneros. Junto a la nave mesina quedaba aquel objeto negro del que no se volvieron a acordar… hasta que fue demasiado tarde.