Fragmento del libro uno de la serie Eloise y el zorro
Por la ventana del dormitorio de Eloise asomaban los ojos verdes de un zorro.
Era miércoles y hacía ya tiempo que el sol se había ocultado más allá de los árboles susurrantes. Eloise tendría que estar durmiendo, pero no dejaba de pensar en el bosque, en el fuerte que su hermano pequeño y ella habían construido en la base de un pino, en si sería lo bastante robusto para soportar las tormentas del invierno.
Tenía que ser un sueño; esos ojos que la miraban desde el otro lado del cristal, con la nieve arremolinándose en el pelo de la cara puntiaguda. Era raro ver un zorro en la profundidad de las montañas. Pero los sueños también solían ser raros. Eran rocambolescos e indulgentes. Eloise ya nunca veía imágenes cuando dormía. El mundo no permitía los sueños.
Incluso las pesadillas eran escasas.