Independientemente de si lo llamamos revisión, estudio, repaso, empollar de lo lindo o suplicio, a veces, la parte más difícil es ponerse a ello. Cuando la perspectiva de preparación de un examen aparece, podemos llevar la postergación a un nivel superior, mientras decidimos si simplemente hay que hacer una lluvia de ideas, ordenar alfabéticamente los libros de la estantería o poner orden en el cajón de los calcetines. Esta sección te ayudará a hacer de tripas corazón y a ponerte de lleno. ¿Aquí hallaré consejos para trabajar de una forma más inteligente? Sip. ¿Y también nuevas técnicas de estudio que nunca he probado? Por supuesto. ¿Ideas para seguir motivado? No te apuestes nada. ¿Maneras de superar la postergación? ¡Pam! ¡Claro! ¡Manos a la obra!
Una vez recibido el calendario de exámenes, en lugar de perder los nervios hay que respirar profundamente y elaborar un plan de trabajo. La planificación de las materias a estudiar será nuestra mejor aliada durante las próximas semanas, puesto que nos ayudará a estar organizados, nos garantizará un uso efectivo del tiempo y nos permitirá mantener unos pensamientos ordenados y positivos que evitarán que el pánico entre en acción.
Entonces, ¿por dónde empezar? Primero hay que averiguar los días que hay hasta la fecha de los exámenes, y hacer una lista de las asignaturas que hay que estudiar; asignar ciertos días a determinados exámenes y después dividirlos por franjas horarias según los diferentes temas. Por ejemplo, trabajar ecosistemas entre las 9:00 h y las 10:00 h, seguido de tectónica de placas entre las 10:30 h y las 11:30 h. Habría que asignar más tiempo a aquellos temas más difíciles, y respetar los tiempos de descanso. Es importante evitar mortificarse en el caso de no poder seguir rigurosamente la planificación pautada, pues esta sirve para mantener el control y no para estresarse.
Tachar el trabajo hecho de la lista de tareas es muy gratificante. Redactar una nueva lista diaria junto a la planificación funciona muy bien, puesto que te proporciona estructuración, disminuye la ansiedad y sirve para ver lo ya se ha logrado. Hay que asegurarse de que estas listas sean detalladas y estén desglosadas en pequeñas tareas. Por lo tanto, en lugar de poner «estudiar biología», quizás sería conveniente desglosarlo de la siguiente manera:
Estudiar biología:
Ver la teoría de la evolución.
Elaborar preguntas esenciales en un documento práctico.
Ver el apartado de genética.
Hacer la hoja de ejercicios.
Hay que priorizar las tareas principales de la lista, de forma que si no se llega a todas, cuando menos sí hay que completar las más importantes. Dicho esto, hay que ser realistas en cuanto a las tareas que es posible realizar en un día, o en caso contrario nos sentiremos desanimados por no poder marcarlo todo como trabajo hecho. (Si se quiere añadir a la lista alguna tarea que ya ha sido realizada solo por el placer de tacharla, ¡adelante!).
Durando todo el proceso de preparación de exámenes, tendrías que establecer tus propios objetivos, asegurándote, no obstante, de que estos sean «SMART» (siglas en inglés para: Específicos, Medibles, Alcanzables, Relevantes y Temporales). ¿Cómo? Lo desglosamos a continuación:
Específico: divide el tema en secciones y define el resultado con claridad, por ejemplo: «Quiero aprender todas las ecuaciones de física de los temas 1 y 2».
Medible: utiliza formas de averiguar si has logrado el objetivo marcado, por ejemplo, poniéndote a prueba haciendo los ejercicios de cada tema.
Alcanzable: asegúrate de que tu objetivo sea alcanzable y más bien realista.
Relevante: no pierdas el tiempo preparando temas que no saldrán en el examen y céntrate en los que probablemente sí van a salir.
Temporal: establece un período de tiempo, por ejemplo: «Quiero memorizar todas las fechas clave de la Segunda Guerra Mundial antes del miércoles».
El miedo a equivocarte en los exámenes podría hacer que te resistieras a empezar a estudiar. Quizás lo estás retrasando al máximo porque solo la idea de tener que sentarte y ponerte a ello ya te hace entrar en pánico. «¿Qué pasa si suspendo?». ¡Deja de lado esos pensamientos! Si te pones a trabajar, es poco probable que suspendas. Sácate esta idea negativa de la cabeza poniéndote las pilas. Cuanto más tiempo lo alargues, menos tiempo tendrás para prepararte y más probabilidad de no lograr tu objetivo. El éxito en los exámenes tiene ver con la automotivación, nadie puede hacerlo por ti.
Hay que asegurarse de que el lugar de estudio sea práctico y funcional. Sin embargo, no debe ser demasiado cómodo, puesto que no querrás quedarte dormido (tumbarse en la cama es una estrategia arriesgada). Necesitas estudiar en paz y tranquilidad durante bastantes horas, así que asegúrate de que la temperatura de la habitación de estudio cumpla el principio de Ricitos de Oro (ni demasiado calor, ni demasiado frío, pero sí correcta) y que tenga una buena iluminación (preferiblemente luz natural). Mantén el área de estudio ordenada.
Estudiar en una área común (en el salón de casa o en una cafetería) te distraerá de tu tarea. Lo mejor es hacerlo en una habitación en la que se pueda cerrar la puerta, como por ejemplo el dormitorio, un estudio o la biblioteca. Variar entre estas ubicaciones también servirá. Este cambio comportará la acumulación de diferentes señales de memoria como miradas, olores y sonidos, que pueden ayudarte a recordar información durante el examen real. Tú ya sabes cómo te concentras mejor: si te gusta el ruido de fondo, la música melódica o si, por el contrario, prefieres el silencio. Incluso podrías ponerle un nombre gracioso a tu lugar de estudio, como «la cueva del oso estudioso», para que suene más acogedor.
«Solo voy a echar un vistazo al Instagram… ¿Qué es lo que decía Pablo en su último post…? Aish, me he olvidado de retuitear una cosa». ¡No! No te dejes llevar por el gran vacío de las redes sociales; sin darte cuenta, perderás una hora o más de tu valioso tiempo. Teniendo en cuenta que gran parte de la tarea de estudio se puede realizar desde un dispositivo electrónico, es mejor tener en segundo plano todas las notificaciones o desactivarlas. O incluso desactivar tus cuentas durante el período de exámenes, o pedir a tus mejores amigos que cambien temporalmente tu contraseña de acceso para evitar tentaciones. Si esto te parece un suicidio social, puedes asignarte un tiempo permitido para ver las redes, por ejemplo cuando hayas acabado de estudiar al final del día. Si te parece que esto es esperar una eternidad, quizás puedas echarles un vistazo mientras comes, pero ten presente que tanto tus ojos como tu cerebro se merecen un descanso como es debido de las pantallas.
Varias evidencias sugieren que practicar juegos mentales, de inteligencia, o armar puzles puede ayudar a mantener el cerebro activo e, incluso, a mejorar la memoria. Los crucigramas, los juegos de retentiva y las apps para entrenar la memoria son maneras magníficas de entrenar la mente y, a la vez, divertirse. Hazlos con regularidad, y podrás notar cómo tus habilidades de concentración y resolución de problemas mejoran.
Probablemente, te conoces suficientemente bien como por saber cuándo eres más productivo. ¿Eres madrugador? ¿O más bien nocturno? ¿O quizás más de tardes? Organiza tu programa de estudios cuando sepas el momento en que tu cabeza trabaja a toda máquina, y entonces ajusta el resto de las actividades alrededor de esta. Esto será solo a corto plazo, así que si sabes que trabajas mejor por las mañanas, tendrás que ir a dormir temprano. Del mismo modo, si tu cabeza entra en acción al atardecer, intenta levantarte un poco más tarde, de forma que te asegures estar bien descansado cuando cojas los libros. Trabaja aquellos temas que más te cuesten cuando te sientas más atento y menos inactivo. Si estudiar álgebra justo antes de ir a dormir te funciona, sigue así.
Si eres del tipo de estudiante que no se puede concentrar con un silencio absoluto, escuchar un poco de música de fondo te puede ayudar a conseguirlo. Varias investigaciones han demostrado que la música estimula ambos lados del cerebro, el derecho y el izquierdo, y que puede mejorar el aprendizaje y favorecer la memoria. Escuchar música suave también puede reducir el estrés, bajar la presión arterial, disminuir la frecuencia cardíaca y eliminar así la ansiedad. Aunque muy probablemente la música clásica (como por ejemplo Mozart, Bach y Beethoven) no sean de tu estilo, hay varios estudios que han demostrado que puede ayudar a clasificar y organizar la información, lo cual te resultará bastante útil para la preparación de tu examen. Escuchar música clásica también ayuda a conciliar el sueño si sufres de insomnio. Si quieres hacerte con algunas, busca en internet «reproducción de melodías para estudiar». Sería preferible música instrumental puesto que así no te distraerás tanto, pues no tendrás la tentación de cantar a voz en grito.
No planifiques estudiar todo el rato el mismo tema durante horas. ¡Tu mente no lo soportará! En lugar de eso, concéntrate en un tema una hora más o menos, y después cambia a otra cosa diferente. Escalonar el trabajo de este modo te hará ser más productivo. Esta es una de las razones por las cuales las escuelas, los institutos y las universidades varían sus horarios: la capacidad de atención de la gente para hacer una misma actividad durante cierto tiempo disminuye enseguida (salvo que, por supuesto, estés viendo tu programa de televisión preferido —cosa muy diferente—). Si intentas aprender el mismo tema durante demasiado tiempo, probablemente te encontrarás leyendo sin cesar tus apuntes con los ojos hundidos y sin asimilar absolutamente nada. Es preferible trabajar un tema durante una hora al día durante cinco días que estudiar cinco horas un solo día. Por lo tanto, combina los temas de estudio para evitar que el factor somnolencia te atrape.
Probablemente lo habrás oído un montón de veces, y es que tener acceso a los exámenes de años anteriores constituye una verdadera ventaja.
Es posible que puedas detectar un patrón con los temas que salieron y que probablemente se vuelva a repetir. Estudiar exámenes anteriores es particularmente útil para identificar el estilo y el esquema de las preguntas. ¿Cómo están redactadas? ¿Requieren una respuesta en profundidad? ¿Alguna de ellas es de múltiple opción? ¿Cuántos puntos tiene cada pregunta? No obstante, debes tener en cuenta que posiblemente haya cambiado el plan de estudios desde que estos exámenes estaban en circulación. En caso de duda, háblalo con tu profesor o tutor y pídele consejo. Dicho esto, asegúrate de no engañarte a ti mismo sobre lo que crees que saldrá en el examen, porque nunca podrás saberlo.
Además de refrescar la boca, masticar un chicle podría ayudar a superar los exámenes. ¿Por qué?
Varios estudios demuestran que masticar un chicle aumenta la atención y la vigilancia, favorece la concentración, mejora la memoria, reduce el estrés y facilita el aprendizaje. ¿Cómo? El hecho de respirar mientras se mastica un chicle permite que llegue más oxígeno a los pulmones que cuando se respira con normalidad. El movimiento de masticar también hace que la sangre fluya hasta el cerebro, mejorando así su función.
Para maximizar el éxito, hay que masticar mientras se estudia, y también unos minutos antes del examen. Mejor chicles sin azúcar, para evitar tener que visitar al dentista después de los exámenes. ¡Mastica!
Pega notas adhesivas, en las que hayas escrito información o datos importantes, por toda la casa. Así, podrás aprender durante tu día a día y ayudar a que las cosas se te «queden» en la memoria. Asegúrate de pegarlas donde las puedas ver normalmente (en el espejo del lavabo, en la nevera, en los interruptores de la luz, junto al papel higiénico del baño…), pero intenta dejar alguna zona de la casa sin notitas, como mínimo la cama; todos necesitamos desconectar a veces. Cuanto más leas las notas, más probabilidades de retener la información dentro de tu cabeza. Que sean breves y agradables, sin explicaciones ambiguas. Cuando hagas el examen, es posible que puedas recordar haber visto la nota en el lugar concreto en que estaba («¿La cita de Hamlet? Lo sé, ¡estaba en la puerta de mi armario!») mucho más fácilmente que si la hubieras escondido entre las otras notas de estudio.
Nada funcionará si no te pones a ello.
Maya Angelou
¿Alguna vez lees algo una y otra vez en tu cabeza y te das cuenta de que no tienes ni idea de lo que estás intentando aprender? Como si la información «te entrara por un ojo y te saliera por el otro». Varios estudios han demostrado que si se quiere asimilar aquello que leemos, habría que intentar decirlo en voz alta. Así, si necesitas recordar citas de un artículo de castellano, ecuaciones para un examen de matemáticas o el vocabulario para las pruebas de lengua oral, prueba a decirlo en voz alta para mejorar tu retentiva. ¡Pero cuidado! En el interior de la biblioteca ni se te ocurra poner en práctica esta técnica: las miradas asesinas de tus compañeros intentando concentrarse podrían llevar al traste tu intención de aprender.
Un palacio de memoria es aquel lugar en el interior de tu mente donde puedes almacenar imágenes para recordarlas cuando las necesites; durante un examen, por ejemplo. Crearás un viaje por esta ubicación (a menudo un edificio o una ciudad) y memorizarás diferentes imágenes de los lugares concretos que visitas en el mismo orden cada vez.
Si te creas tu propio palacio de memoria incluso podrás llegar a ser coronado el rey o la reina de la clase. A continuación te explico cómo funciona:
1. Elige una ubicación que conozcas bien, como tu casa o tu habitación.
2. Planifica tu ruta, por ejemplo: puerta de entrada, perchero, cocina, jardín, etc.
3. Haz una lista de lo que quieres memorizar, por ejemplo, los primeros 20 elementos de la tabla periódica.
4. A cada elemento de la lista (por orden) asígnale una imagen mental en un lugar determinado de tu palacio de memoria. Piensa en imágenes que te ayuden a recordar el elemento. Por ejemplo, se podría utilizar una estrella para el hidrógeno (el primer elemento de la tabla periódica) porque todas las estrellas contienen hidrógeno. Si la primera ubicación es la puerta principal, imagínate el pomo de la puerta con forma de estrella. El segundo elemento es el helio y vuestra segunda ubicación podrían ser los percheros, así que imagínate un globo de helio ligado a estos. Y así sucesivamente.
5. Sé creativo, divertido, alocado: cualquier cosa que te ayude a recordar. Lo que intentes memorizar no necesita tener relevancia para tu imagen. Podrías elegirlo simplemente porque la palabra suene similar: quizás una patata te recuerda al potasio. Imaginar tus imágenes e interactuar con sus lugares también ayudará a que se queden en tu mente. Por lo tanto, te puedes imaginar ordeñando una vaca en la cocina para obtener calcio o echando sal sobre tus patatas fritas para el sodio.
Convertirte en profesor podría ayudarte con la preparación del examen (aunque no tienes por qué imitar el mal aliento de tu profesor de historia o comunicarte con esa gran personalidad de tu tutor de química). Explicar las cosas en voz alta no solo favorecerá la retentiva de la información, sino que también pondrá a prueba tus conocimientos. Intenta encontrar un compañero que ya tenga nociones del tema que quieres enseñarle, de forma que pueda redirigirte en la buena dirección si haces algo mal. Tu compañero también podría plantearte preguntas relevantes para poner más a prueba aún tu conocimiento sobre el tema. Un compañero de clase sería la persona ideal. Y seguro que estará agradecido de que le enseñes cosas que todavía no había llegado a aprender.
¿Eres capaz de resistirte a todo excepto a las tentaciones? Tener el móvil contigo cuando estás estudiando puede ser una gran tentación. WhatsApp, YouTube, Instagram, TikTok, Snapchat, Pinterest, Facebook, Reddit, Amazon, Twitter…, todos a tu alcance.
¿Cómo se supone que vas a vencer las ganas de echarle un vistazo? Para eliminar las ganas de mirar el móvil, hay que eliminar físicamente la tentación dejando el teléfono en otra habitación. Es muy sencillo, y te sorprenderá ver todo lo que puedes conseguir cuando no tienes el teléfono delante mirándote fijamente y diciéndote: «Cógeme».
Si estás en la biblioteca, esconde el móvil en la parte inferior de la mochila, o de tal forma que sacarlo y echarle una ojeada te resulte una molestia.
Mucha gente trabaja mejor con imágenes que con palabras, porque les resultan más fáciles de recordar durante un examen. Así, cuando estudies, dibuja gráficos de barras o circulares, tablas o incluso imágenes absurdas que te recuerden las ideas, los conceptos, los aspectos y las cifras que estás aprendiendo. Los mapas mentales, similares a los diagramas de araña, también son una magnífica ayuda visual. Escribe un encabezamiento de tema o una idea central en medio de una página y, a continuación, añádele ramas alrededor para establecer conexiones.
Hazlo al principio del proceso de preparación del examen para poder estudiar a tu manera tus temas dentro de una lógica, pasando de una conexión a la siguiente.
En tus anotaciones también puedes usar colores. Incluso si estás estudiando para tu examen de inglés en el que, obviamente, las palabras son muy importantes, te sorprenderá la eficacia de las indicaciones visuales. No obstante, no te explayes demasiado convirtiéndolas en obras de arte, puesto que se supone que no es un ejercicio de postergación.
Un recurso mnemotécnico es una técnica de aprendizaje que ayuda a recordar cosas mediante abreviaturas, rimas o juegos de palabras. Es una manera particularmente útil de recordar citas, frases y listas de información. Un ejemplo muy conocido es una ayuda de memoria para recordar la tabla de elementos químicos:
La BBC NO FuncioNa:
(Litio, Berilio, Boro, Carbono, Nitrógeno, Oxígeno, Flúor, Neón).
Otro ejemplo podría ser la siguiente frase, usada para memorizar una fecha:
1 familia de 4 personas come 9 chicles con 2 dientes.
De este modo se forma el número 1492, la fecha del descubrimiento de América.
Diviértete un poco cuando inventes tus recursos mnemotécnicos: es más probable que los recuerdes si son de tu propia creación. Y si te dan risa, mejor que mejor. ¡Intenta no romperte demasiado la cabeza recordándolos durante el examen!
Estudiar sin descanso ni tiempo para descansar o relajarse hace que Marcos sea un chico aburrido. También hace que Marcos no pueda aprobar sus exámenes.* Posiblemente seas del parecer de que para aprobar los exámenes hay que estar encadenado al escritorio estudiando las 24 horas del día, pero no es realmente así. De hecho, es contraproducente. Sin pausas regulares, el cerebro se sobrecargará y generará un vapor que empezará a salirte de las orejas, dejándote despistado y confundido.** Hacer varias pausas a lo largo del día te permitirá que el cerebro absorba más información. Sal a pasear, chatea con tus amigos, telefonea a tus padres, merienda, empieza a poner orden en el armario... Asegúrate de que el tiempo que dedicas a todo aquello que decides hacer durante tu descanso no sea más largo que tu sesión de estudio.
* El mismo escenario si tu nombre no es Marcos.
** Permíteme esta pequeña exageración.
Independientemente de lo que estés estudiando, es probable que haya un podcast sobre ese tema (o sobre uno muy parecido, búscalo online). Incluso si no es relevante al 100 % para tus exámenes, un podcast te puede ayudar a ampliar tu comprensión y refrescar la perspectiva, o como mínimo a descansar los ojos de los libros y las pantallas. No te engañes a ti mismo pensando que puedes estar todo el día con los auriculares puestos, pero tampoco desestimes las ventajas de un poco de audio. Es especialmente útil si quieres aprovechar al máximo el tiempo durante los desplazamientos o mientras haces otras tareas.
Nadie verá tus apuntes o notas de estudio, excepto tú, de forma que no hace falta que estén perfectos..., pero sí tienen que ser legibles y seguir algún tipo de orden, de forma que cuando los consultes una (y otra) vez no te quedes rascándote la cabeza y preguntándote: «¡Ey! ¿Y qué demonios quería decir con esto?». Empieza por releer los apuntes que tomaste en las clases y confirma que están completos. ¿Te has perdido alguna clase o lección? Si es así, pregunta a un compañero de clase si te puede dejar sus apuntes (y devuélvele el favor si le faltan algunos a él). Es posible que quieras codificar el color de las diferentes secciones de trabajo que se unen entre sí: para ello puedes utilizar un fosforescente o post-its de colores. Utiliza palabras clave como subtítulos para que puedas navegar por tus apuntes más fácilmente. Los puntos destacados son una buena idea en lugar de frases largas y complicadas.
Igual que debes aprender a gestionar el tiempo mientras estudias (por ejemplo, no invertir demasiado tiempo en un tema y olvidar otro), también tienes que pensar en el examen. ¿Podrás gestionar eficazmente tu tiempo bajo presión?
Si dispones de exámenes de años anteriores, te ayudarán a dividir el tiempo adecuadamente. Esto podría significar permitirte más tiempo para aquellas preguntas que tienen asignados más puntos y, quizás, responderlas primero, antes de pasar a las que tienen menos puntos asignados. Aun así, asegúrate de dejar tiempo suficiente para todas las preguntas. Gestionar tu tiempo es una habilidad importante y cuanto más la practiques antes del examen, mejor te encontrarás mientras lo hagas.
Cuando estudias, tanto tus ojos (para leer) como tus manos (para escribir) y tu culo (para sentarte) están completamente involucrados. Pero hay otra parte del cuerpo que también podría ayudarte a preparar los exámenes y que igual estás pasando por alto: la nariz. Así es; de hecho, se afirma que determinados olores ayudan a mejorar el estado de ánimo. También te pueden ayudar a energizar, a aliviar el estrés y a inducir el sueño, por lo que resultan verdaderamente inestimables durante el período de exámenes. Los siguientes aromas te pueden ayudar en estas áreas específicas:
Para dinamizar: limón, naranja, romero.
Para relajarse: jazmín, salvia, lavanda, ylang-ylang.
Para facilitar el sueño: espliego, vetiver, sándalo.
Para activar el estado de ánimo: bergamota, menta, óleo de albahaca.
Pon unas gotas de estos aceites esenciales en un difusor, huélelos y permite que liberen su magia. U opta por el auténtico y cómete una naranja en tu escritorio y deja la piel cerca para disfrutar de su aroma.
¿Te acuerdas de esos anuncios con esa música tan pegadiza que no había forma de sacarse de la cabeza, y con un número de teléfono cantado al final? Independientemente de los años que pasen, siempre te acordarás de ese número si necesitas un taxi, o un seguro del hogar. Si quieres intentar utilizar esta opción para hacer que algunos números clave se te graben en la cabeza, intenta recitarlos adaptándolos dentro de la letra de una canción rítmica que esté de moda. Incluso puedes añadir algunas palabras (rimar de alguna otra manera) alrededor de los números hasta componer una pequeña canción completa. Posiblemente estos números te persigan hasta la vejez, pero merecerá la pena si ahora te ayudan a recordar lo que necesitas para los exámenes.
A pesar de que seas un estudiante de lo más motivado, es probable que, de vez en cuando, la desmotivación se apodere de ti. A veces, todo el mundo necesita una pequeña ayuda, un recordatorio de por qué hacemos lo que hacemos y de cuál es nuestro objetivo final. Aquí es donde un mensaje motivador nos puede ayudar. Elige una frase, un mantra o una letra inspiradora de una canción, escríbelo y tenlo cerca de tu escritorio de estudio para que lo puedas leer tan a menudo como quieras. Algunos ejemplos podrían ser:
No dejes para mañana aquello que puedas hacer hoy.
La postergación es el ladrón del tiempo.
Confía en ti mismo: sabes más de lo que crees.
Tú puedes.
Cuanto más trabajes por algo, mejor te sentirás cuando lo consigas.
El éxito no siempre te encuentra. Hay que salir y buscarlo.
Haz algo hoy que tu yo del futuro agradezca.
No me gustan las apuestas, pero si tengo que hacerlo, apuesto por mí misma.