I.

TRASCENDENZ/Q

Conocí a Armando Martí durante una entrevista que él y su esposa Catherine me hicieron con respecto a uno de mis libros. Me pareció un buen lector, refinado, culto, muy gentil, y con cierta fuerza interna difícil de detectar. Por aquel entonces no lo había visto aún en los medios de comunicación hablando sobre sus predicciones. Para mí era solo un periodista.

Un tiempo después me lo empecé a tropezar en radio, en televisión y en las revistas vaticinando hechos políticos y futuros sucesos de los famosos. Algo había en él que me parecía extraño, como fuera de lo normal, como si se moviera en unas coordenadas propias. Leí su blog, sus predicciones y sus artículos periodísticos. Fue entonces cuando me di cuenta de que estaba muy implicado con la política colombiana y con ciertas estructuras de poder. Poco a poco empecé a reconocerlo y descubrí que había sido el mentalista implicado en el escándalo de la Fiscalía, el psíquico que había llevado a cabo una extraña sesión de hipnosis para hallar los restos de la avioneta del exministro Londoño y el terapeuta de muchos personajes reconocidos, entre ellos actores de Hollywood.

Cuando la idea de este libro cuajó en mi mente, fue la primera persona a la que contacté. Le expliqué el proyecto, le dije que ya el país estaba harto de mafiosos y corruptos, de sicarios y matones, y que quizá había llegado la hora de abrirle a nuestra sociedad una puerta para indagar en nuevos imaginarios, en nuevas relaciones, en nuevas formas de percepción del mundo. Me atendió con mucha amabilidad y me dijo que sí, que contara con su testimonio.

Me recibió en su consultorio una mañana lluviosa. Llegué antes de la hora pactada. Su asistente me ofreció algo de beber y me dejó frente a un televisor en el que estaba el Dalai Lama dictando una conferencia. Vi una escultura de Jesús en madera, varios budas metálicos, una biblioteca con títulos que no alcanzaba a detallar y pinturas japonesas de sumi-e colgadas en los muros. Todo impecable, muy limpio y agradable. Afuera, en la terraza, había un espacio que daba la impresión de un pequeño spa. Me sentí a gusto en el lugar.

A los pocos minutos entró él y nos saludamos con un fuerte apretón de manos. Me pareció increíble que tuviera sesenta y dos años, pues es un hombre que se mantiene en forma, atlético, sonriente, con un rostro que aparenta unos cuarenta y cinco o cincuenta años a lo sumo, muy rápido mentalmente y con un fino sentido del humor.

Le pregunto de entrada por sus orígenes, por su niñez y adolescencia. Quiero saber en qué momento exacto de su juventud sucede el quiebre, ese momento de revelación en el que aparece un camino diferente para él, el camino del clarividente y del especialista en lo paranormal.

AM: Mis padres se casaron de la misma edad, cumplen el mismo año. Mi madre se llama Teresa Chávez Guzmán y nació en la ilustre ciudad de Popayán, como se decía antes… Mi papá, que ya murió, se llamaba Armando Francisco Martí Torres. Ese apellido Martí tiene orígenes madrileños, españoles, y está relacionado con el famoso poeta cubano José Martí. Mi abuelo muere en esa época de sinusitis porque no había llegado la penicilina a Colombia. Tenía menos de cuarenta años. Entonces mi papá queda en manos de mi tía, de la tía abuela, quien es Blanca Martí de David Almeida, fundadora de la escuela de enfermeras de la Cruz Roja y condecorada con la Cruz de Boyacá…

MM: La medicina y la poesía, dos disciplinas que al comienzo de la humanidad tienen nexos profundos y que están muy relacionadas contigo.

AM: Sí, exactamente… Por parte de mi mamá, mi abuelo Campo Elías Chávez, que era de Pasto, trazó varias de las carreteras de Colombia. Era un personaje muy interesante que fue mi gran amigo. Le decían «el conde de las llaves» y tenía un humor muy agradable y una forma de vida muy particular. En esa época, en los campamentos los ingenieros tenían varias indias. Él tenía un pequeño harem de indias, llevaba una vida extraña, particular…

Yo soy el hijo mayor y tengo dos hermanos: mi hermana, la que me sigue, es trabajadora social, se casó con un italiano y ahora es dueña de uno de los mejores restaurantes de Colombia en el aspecto de la comida italiana, se llama Azurro. Y mi hermano menor se llama José Julián, y es un gran magnate de la construcción: se ha dedicado a construir edificios, casinos, oficinas, incluso hasta tiene negocios en Dubái. El ambiente en el que crecimos es un ambiente conservador, muy a la usanza de los cachacos antiguos. Todos los domingos íbamos a almorzar a la casa de mi tía Blanca, que quedaba por la calle 72 con 24, y así crecimos, con unas costumbres familiares tradicionales muy arraigadas.

Algo curioso es que nací con un soplo en el corazón. A los quince días tuve que someterme a cinco radiaciones y sobreviví. Eso fue un milagro. Haber estado expuesto a descargas de energía de ese calibre me recuerda algunas de las escenas de los X-Men (risas).

Tuve una infancia agradable, feliz. Sin embargo, mi padre y mi madre no se entendieron muy bien. Vivían juntos, no se separaron nunca, pero tenían ciertos roces. Nunca se oía una palabra negativa, grosera o un maltrato físico, no, pero había un maltrato psicológico flotando en el ambiente. Cuando ellos peleaban dejaban de hablarse diez, quince días, y uno tenía que vivir en la mitad de ese silencio tenso. Era muy doloroso. Mi mamá, siendo yo muy niño, me contaba sus insatisfacciones con mi papá. Hablaba mal de él, por decirlo así. Ella guardaba una maleta debajo de la cama y decía que se iba a ir en cualquier momento. A mis hermanos y a mí nos causaba mucho temor que ella se fuera y quedarnos con mi papá, puesto que él era una persona muy seria. Leía mucho y me transmitió ese amor por la lectura. Él fue uno de los fundadores de Colpuertos y también tuvo que ver con el florecimiento de Ecopetrol. Antes de morir, ayudó a fundar Sofasa Renault. Era un hombre interesante, su cargo era en relaciones industriales y sus habilidades consistían en poner al sindicato y a la empresa de acuerdo en las convenciones colectivas de trabajo. El problema es que él era alcohólico. En consecuencia, la relación de mi padre y mi madre fue una relación adicto-codependiente. Eso también me marcó mucho en el área terapéutica, porque desde muy niño me convertí en un ser que buscaba ayudarlos a los dos. Era muy difícil. Por un lado, mi papá, como buen alcohólico, no expresaba sus sentimientos, y por otro, había cierta rencilla porque mi mamá me quería mucho y decía: «Cuando tú naciste el mundo fue de los dos». Mi padre oía eso y se disgustaba. Te podrás imaginar que había una cierta animadversión allí, una molestia que nos marcó la relación de por vida.

MM: La codependencia a veces es más dolorosa que la dependencia porque es más difícil de detectar y de asumir.

AM: Ahora entiendes por qué tengo la tendencia a ayudar y a sanar. Mi madre se quejaba mucho, vivía un drama y yo trataba de mediar, era un mediador. Por eso siempre trato de arreglar los entuertos más locos y más tremendos que te puedas imaginar. Me he dedicado, en realidad, a deshacer entuertos que casi nadie arregla en este país. En la Fiscalía y en otras instituciones me ha tocado arreglarlos a mí. En fin…

Como te venía diciendo, me desarrollo en ese ambiente de calma tensa, y posteriormente ya empiezo a vivir la vida un poquito más, comienzo a madurar. Leía mucho para tratar de arreglar los problemas de mis padres, aprendí a fumar (fumé unos cinco años y después lo dejé), aprendí a ser libre y tenía escasamente quince años. Decidí en ese tiempo que necesitaba un viaje y me fui en el Expreso del Sol, el tren que ya no existe, hasta la costa Caribe. En Barranquilla me siento muy bien y hay un cambio interesantísimo en mi vida porque conozco a Catherine Ruiz, una niña mitad colombiana y mitad norteamericana, de padres separados. La mamá de ella era alcohólica, y todas las tardes se iba a jugar canasta o bridge a los clubes de Barranquilla. Yo conocí a esta joven y me enamoré de ella al poco tiempo. El ingreso en lo femenino fue clave, y desde entonces no he dejado de explorar los efectos poderosos que causa en mí. La energía de la mujer fue toda una iniciación, la energía íntima, la energía amorosa, la energía del beso, de la caricia y de la intimidad, porque tuvimos una relación inocente, como un Romeo y Julieta. Ella era una niña que tenía quince años, como yo, y ninguno de los dos habíamos tenido una experiencia de tipo sexual. En esa semana que nos conocimos sentimos una atracción no solamente física y química, sino también de tipo emocional y espiritual, y fue muy lindo. Mis primeros acercamientos al mundo femenino fueron intensos y dulces, al contrario de otros amigos de adolescencia que tuvieron sus experiencias sexuales con prostitutas y que hacían gavilla para irse a casas de citas de la época para ser hombres…

MM: La energía femenina es la clave para la videncia, para la «segunda visión», como la llaman algunos autores. La capacidad de la mujer para concebir físicamente está relacionada con su fuerza creativa a nivel psíquico. La sibila es femenina, en los trípodes de los oráculos es una doncella, y las brujas, inicialmente, eran todas mujeres. Los brujos hombres son muy tardíos. Al comienzo de la humanidad, la mujer es el centro de la circularidad cósmica, y por ende el centro de la magia y de los poderes ocultos… Quizá por eso recuerdas ese encuentro como una iniciación en un misterio…

AM: Lo estás entendiendo muy bien. Yo necesito en mis predicciones que la parte femenina esté allí ayudándome en el dictado, o en la grabación, o cerca. Siempre he necesitado de la mujer.

MM: Michelet tiene un libro precioso que se llama, justamente, La Bruja. Él es un historiador del siglo XlX, y dice que las mujeres fueron el centro cósmico y mágico de la prehistoria. Luego, en la Edad Media, esa larga tradición se reafirma. Los veintiocho días del ciclo femenino se corresponden con los veintiocho días lunares, y los antiguos sabían eso, que ellas eran lunares, aéreas, siderales. De la misma manera que es otoño, invierno, primavera, verano, y el ciclo vuelve y se reinicia; del mismo modo que el día y la noche se repiten interminablemente; de la misma forma que el universo y la naturaleza son circulares, las mujeres, en sus propios cuerpos, también son cíclicas. La curvatura espacio-temporal es parte constitutiva de la esencia femenina. Nosotros, en cambio, no. Hemos sido excluidos de esa sabiduría y nos cuesta mucho entenderla y asimilarla. El machismo no es más que un complejo de inferioridad disfrazado de fuerza y prepotencia.

AM: Me entiendes perfectamente. Y mira qué curioso: por esos encuentros cuánticos extraños, multidimensionales, en este momento estoy enamoradísimo de una Catherine Rodríguez. La R de Catherine Ruiz se corresponde con la R de la mujer con la que estoy ahora. Fíjate el inconsciente adónde me está llevando. La Catherine actual también es nacida en Miami, de padres colombianos. Curiosas sincronías.

MM: ¿Cuándo tienes claridad, Armando, de un poder? He visto fotos tuyas muy joven en los medios de comunicación. Con Uri Geller, por ejemplo, el famoso mentalista que visitó nuestro país y que aparecía en la televisión mundial doblando cucharas metálicas y haciendo experimentos de telequinesis. ¿En qué momento sientes que tienes un poder, que hay algo en ti que te lanza en busca de una dimensión desconocida?

AM: Un tiempo después, tuve una experiencia con otra mujer. Hace muchos años que no la veo, creo que actualmente es antropóloga. Yo tenía más o menos unos diecisiete o dieciocho años, era la época del cine de autor (esa es otra de mis pasiones, soy un cinéfilo convencido), y en cartelera había varias películas muy del corte de Zabriskie Point.

MM: Sí, la época del free time. Los setenta, los alucinógenos, el LSD, la exploración de la conciencia psicotrópica, la psicodelia dura, ¿no?

AM: Mira que por esas cosas de la vida nunca he probado ácidos, y marihuana muy poco. Digamos que me sentí muy bien en dos conciertos que fui a ver, uno de James Brown y el otro de Santana. Todo el mundo estaba fumando y yo quedé trabado (risas)…, pero no es que me haya gustado mucho… Creo que mi alterador de la conciencia ha sido la mujer. Por eso hice énfasis cuando yo conozco la intimidad, cuando conozco la entrega, cuando hay esa fusión romántico-sexual…

MM: Se te despierta la percepción, claro…

AM: Sí, ahí se me abre la puerta de la percepción, en esos momentos de éxtasis es cuando empiezo a tratar de conocer esos poderes. Entonces, como te venía diciendo, estaban en boga esas películas de Zabriskie Point, y movimientos de contracultura como el de Woodstock. Una tarde nos fuimos a mojar al Park Way con María Victoria, mi amiga. Queríamos sentir físicamente la lluvia, mojarnos, gozar de cierta libertad corporal. No nos importaba si nos resfriábamos o no. Si lo llego a hacer ahora termino en la clínica y me muero (risas). Pero en esa época de juventud las defensas están a tope y no hay miedos de ninguna clase. Entonces salpicábamos las botas en los charcos, nos arrojábamos al piso y gozábamos como niños del granizo. Y de repente, estando con María Victoria en ese juego maravilloso, cayó un rayo en el Park Way a unos diez o doce metros de distancia, y la onda eléctrica nos cogió por los pies y la vimos llegar. Escuchamos el sonido de la electricidad, sshhhh, y esa energía nos abrazó y nos separó, es decir, hubo primero como un abrazo y luego como un rechazo, no sé si era una cuestión de positivo y negativo a nivel eléctrico, y yo quedé completamente sin sentido. Eso era para que nos hubiéramos muerto… Y mira qué raro, porque yo sentí cuando nos abrazamos que me iba a fundir con ella, y de pronto algo nos separó y ahí nos salvamos. No entendimos cómo, pero quedamos ahí unos minutos sin sentido, y a partir de ese momento sí tuve unos cambios físicos, porque recibí una sobrecarga eléctrica… En los días siguientes, me sentía mareado, con dolor de cabeza. Me llevaron al médico, luego al neurólogo y me hicieron los correspondientes encefalogramas. Nunca tuve ataques pero me dieron algunas drogas para la convulsión, como el Epamin. Me acuerdo de esa época, el famoso Epamin. Ese medicamento me hacía mucho daño. Entonces mi abuelo me llevó a un instituto que ahora no existe, pero que era muy famoso en la época: el Instituto Colombiano de Investigaciones Parapsicológicas, el famoso CIPAR, cuyo director era Édgar Naranjo, un científico muy interesado en estos temas. Por esos años el CIPAR quedaba en el barrio La Soledad. Ellos tenían la cámara Kirlian, que era lo más moderno en esa época: un aparato que puede registrar el aura. Te estoy hablando de los años setenta y uno o seteta y dos…

MM: Los investigadores de esa época fueron los mejores, Jiménez del Oso y ellos…

AM: Este, Édgar Naranjo, tenía contacto con todos ellos, con Fernando Jiménez del Oso, con Uri Geller, con Andrija Puharich, con Stanley Krippner, que eran los duros de la época. Se carteaba con el Maimonides Medical Center de Nueva York, imagínate… Me presentaron entonces a Édgar Naranjo para que él estudiara mi caso. Le contaron lo del rayo y me tomó una foto con la cámara Kirlian, que es un invento de unos esposos rusos, los esposos Kirlian. Ellos tomaban la foto del aura pasando millones de voltios en la película y luego quedaba impreso alrededor una especie de aura. Según el color y el tamaño analizaban muchas cosas. Me hicieron los exámenes allí, me tomaron la foto con la cámara Kirlian, y apareció una imagen muy grande de un fuerte magnetismo, pero muy grande, casi tres veces del tamaño normal. Ahí estaba impresa la energía desbordada que yo sentía. Édgar me dijo: lo que necesitamos es que cuando tú te vayas a bañar, antes de meterte a la ducha, no dejes de agarrarte a unas varillas de cobre. Necesitas dos varillas de cobre para que hagas masa y no entres directamente al agua… Y me repitió varias veces: no te vayas a meter, no te vayas a bañar sin hacer eso, porque el problema es que como estás electrificado el agua aumenta esa masa o esas frecuencias, y sales mareado del baño, sales descompensado. Te desnudas, coges las barras por un minuto, un minuto por lo menos, y te bañas. Esa fue la primera recomendación que recibí para canalizar mis problemas. Empecé a hacerlo y me mejoré, me mejoré mucho. Y es inevitable no preguntarse cómo un evento natural me lleva a consultar la medicina sin éxito, y a llenarme de drogas como el Epamin, que me hacía un daño terrible. Y cómo un investigador serio de parapsicología como Édgar Naranjo logró canalizar mis facultades y empezar así una clara mejoría.

MM: Parecería como si Naranjo te hubiera iniciado primero en el rol de paciente, y después, poco a poco, te hubiera conducido al papel de sanador.

AM: No te imaginas el vértigo que me dejó ese rayo. No podía ni caminar, todo me daba vueltas. Me diagnosticaron Vértigo de Mènieré, problemas con el oído interno…

MM: El maestro aparece cuando el discípulo está listo.

AM: Así decía Naranjo, sí, fíjate... Édgar sabía que yo tenía un magnetismo salido de lo normal, y se puso a entrenarme. Me enseñó la imposición de las maños. Me decía que yo era como un magneto y que entonces le ayudara con algunos pacientes que iban al CIPAR. Él me decía que me imaginara que yo extraía el mal del cuerpo, como si estuviera succionando la mala energía, y que cuando ese color gris oscuro saliera del cuerpo del paciente yo lo arrojara con fuerza sacudiendo los dedos y la mano entera, así, mira, como si estuviera encendiendo un fuego para quemar lo indeseable…

Martí agita los dedos y los hace chasquear en el aire.

AM: En el CIPAR aparece también en mi vida un personaje que me intriga y que me lleva a desarrollar una facultad en la que soy ahora muy bueno, que es la hipnosis… Por aquel entonces, Naranjo, que estaba muy actualizado en saber quiénes eran los personajes claves de la época, organizó, con Simón González, el primer congreso mundial de brujería. A ese encuentro asistió Uri Geller. Yo fui a verlo a la Feria Exposición, y ahí tuve mis primeros contactos con él. Lo vi doblando cucharas y todo lo demás. Conocí a Geller, pero no estaba interesado en esas tendencias de la parapsicología, no, lo mío estaba más en la práctica terapéutica. Ya Édgar Naranjo me había enseñado a manejar las energías de imposición de manos y de sanación… Y a manejar mi energía con las varillas de cobre, y a relajarme profundamente, y a meditar. Eso me curó mucho y al mismo tiempo empecé a ayudarle a él a curar a otros.

Entonces aparece un personaje que trajo Naranjo de Brasil, el profesor Oseso Monteiro, que me causa una gran impresión. En esa época yo tenía unos veinte años, más o menos. Estaba asistiendo a unos cursos sobre el aura y la cámara Kirlian, cuando apareció de un día para otro Monteiro, con esa forma de hablar español con fuerte acento portugués y mezclando palabras de ambos idiomas. Una noche, en una sesión pública, preguntó: «¿Quién quiere salir a la prueba?». Y una joven levantó la mano y dijo: «Yo». Él, sin hablar nada, sin pronunciar una sola palabra, le agarró la mano, no se la soltó, se quedó mirándola fijamente, y la joven se cayó al piso como si estuviera desmayada. Eso duró unos cuarenta segundos. Yo nunca había visto eso en mi vida. Había visto hipnotizadores, sí, hipnólogos que se demoraban en el trance y la relajación una media hora, pero nunca una pérdida súbita de la conciencia, sin preámbulos ni introducciones de ninguna clase.

MM: Una entrada intempestiva al inconsciente.

AM: La joven se quedó desgonzada en el piso. Luego un hombre del público dijo que él no creía en lo que estaba sucediendo, que se trataba de un fraude. Tendría unos cincuenta años. Monteiro lo invitó a subir al escenario, le agitó la mano al saludarlo, y el tipo quedó en el piso junto al cuerpo de la otra chica. Increíble. Yo había conocido otra forma de hipnosis. Incluso había asistido a las sesiones de Fassman en el Teatro Colón (muy parecidas a las de Tony Kamo hoy en día), en las que inducía a las personas poco a poco y les dejaba impartida una orden posthipnótica. No era tan fácil, era un proceso complicado. Y llega Monteiro con su acento suave y musical, vestido de sport, muy informal, y deja a los participantes rendidos en el suelo al primer contacto. Impactante.

Decidí que yo tenía que aprender esa nueva técnica, a la que Monteiro llamaba hipnosis por tactopuntura. Me hice amigo de él y lo acompañé en una gira nacional. Me convertí en aprendiz de brujo (risas). Él me fue dando algunos secretos, como tocar el pulso en la muñeca, el punto especial para producir la reacción, el balanceo, todo me lo enseñó. Entonces, como yo estaba obsesionado con la hipnosis, empecé a leer mucho sobre el tema, volví a las presentaciones de Fassman, hablé con él, le pregunté varias cosas, y me la pasaba estudiando y practicando. No era usual que alguien tan joven preguntara tantas cosas porque normalmente las personas que iban a esos cursos eran mayores. Fassman también me dio algunos secretos y me regaló algunos libros muy viejos que conservo con afecto. Después murió de cáncer y quedó reducido a unos pocos centímetros. Increíble, ese hombre elegante, con esmoquin, que llenaba el Teatro Colón, quedó convertido en nada. Cómo es de superficial la vida. El ego es completamente inútil.

MM: Armando, yo no te quiero preguntar por los escándalos en los que te has visto envuelto, que son muchos. Nos podríamos quedar horas hablando sobre los pormenores y los detrás de bambalinas de la política colombiana, pero, mira, a mí de los casos tuyos el que de verdad me ha impactado, el que me impresionó sobremanera es el del exministro Londoño, el caso de la avioneta, ¿recuerdas? Tú eres contactado para solucionar dónde está el avión y, a través de una sesión de hipnosis con la esposa del exministro, aparece una conversación con Londoño en la cual ella, en un estado de trance, en un estado bastante particular, recibe una información, unos datos de que la avioneta se encuentra a más de cien kilómetros de donde la están buscando los organismos estatales. Y, aunque parezca mentira, la encuentran exactamente en el lugar indicado durante la hipnosis. Yo sé que tú has hablado sobre el tema en otras ocasiones, pero te lo quiero preguntar directamente en esta entrevista. Este suceso es verdaderamente increíble. Y, aunque tú aceptas participar en la búsqueda de buena voluntad, luego la esposa de Londoño decide atacarte y dice que tú estás usando la imagen del ministro para ganar popularidad. Según entiendo, la verdad es que si tú no hubieras realizado esa sesión, jamás lo hubieran encontrado y quién sabe qué hubiera sucedido. ¿Qué fue lo que pasó en ese episodio, Armando, cómo se desarrolló ese caso en el que alcanzaste uno de tus resultados más sobresalientes?

Armando se yergue en el asiento, se ajusta los lentes y toma aire, como si se estuviera preparando para soportar una prueba física, de resistencia corporal. Intuyo que este es uno de los episodios claves de su vida como psíquico y vidente. Finalmente expulsa el aire por la boca, frunce el entrecejo y empieza a evocar el caso en voz alta:

AM: En esa época en que se pierde la avioneta con el ministro Juan Luis Londoño de la Cuesta, el mejor amigo de Álvaro Uribe, yo estoy trabajando en una clínica muy famosa de Bogotá, que se llama Clínica La Font. Tengo un cargo muy especial: a través de la hipnoterapia les quito el miedo a la anestesia a ciertos pacientes de la clínica, es decir, por increíble que te parezca, hay una fobia a perder la conciencia por medio de la anestesia, y muchas personas aplazan o no se hacen la operación por esa fobia, que es una fobia como la de montar en aviones o cualquier otra… Me iba muy bien con los pacientes. Por esos días el país estaba al borde de una crisis porque el doctor Uribe había man-dado a tomarse la cordillera central a sangre y fuego, había tres mil quinientos hombres listos a rescatar a Juan Luis Londoño, bien fuera vivo o muerto. Algo secreto es que Juan Gossaín había recibido una llamada en la que pedían rescate por Juan Luis Londoño. Como la avioneta no aparecía, las Farc aprovecharon para pedir un rescate. Eso era mentira, porque realmente el ministro sí estaba estrellado. Pero aprovecharon la situación para ver si lograban sacar algo. Querían cambiar por presos e iban a empezar a negociar cuando el presidente Uribe se enteró, entró en cólera porque era su mejor amigo, y entonces mandó a tomar a sangre y fuego la cordillera. La búsqueda, como lo acabas de decir, la estaban llevando a cabo a más de ciento cuarenta kilómetros de distancia. Buscaban la caja negra o el emisor de señales. En ese momento, alguien de la clínica le dijo a María Zulema, la esposa del ministro, que conocía a un terapeuta que a través de la hipnosis podía quizá dar algún resultado en la búsqueda. Los dueños de la clínica avalaban mi desempeño en cuanto a la hipnosis. En ese estado hay un fenómeno curioso que se llama hiperestesia de los sentidos, que consiste en que, en medio del trance, los sentidos se amplían una barbaridad, se oye más, se huele más, se ve más, se siente más. María Zulema aceptó el procedimiento. Y aquí vale la pena que haga una aclaración: la comunicación no convencional, la comunicación telepática para encontrar desaparecidos se logra en gran parte con grados de consanguinidad, hermanos, primos, mamá, papá, o con grados de afectividad: esposos, amigos, etc… Entonces, como eran esposos, la más indicada para la búsqueda, para ese viaje en el que se pretendía hallar la frecuencia donde estuviera el ministro Juan Luis Londoño, era la esposa. Ella me propuso que hiciéramos la sesión en la clínica. Yo dije: «No, yo quiero realizarla en el ambiente familiar donde está su energía, sus zapatos, sus pantuflas, donde dormían juntos, en todo el ámbito de su cotidianidad». En efecto, nos reunimos en la casa de María Zulema Vélez para realizar la sesión de hipnosis. Allí estaban también los organismos de seguridad y de inteligencia del Estado, y miembros de la Aerocivil. Nunca fue una sesión privada. En algo tan importante yo prefiero que haya testigos. Estaban también parientes de ambas familias e incluso la esposa de Pacho Santos. Y cuando llegué se corrió el rumor de que íbamos a hacer algo extraño.

Yo no le pongo misterio a lo que hago. A veces lo realizo en la calle para que todo el mundo vea, para que puedan filmar, para que observen de cerca. No le pongo misterio porque no hay truco.

Acosté entonces a María Zulema en la cama, me concentré en mí mismo y empecé a hacer la sesión. Yo sabía que muchas docenas de personas me estaban mirando. La llevé a un estado de trance, hicimos hiperestesia de los sentidos y también desdoblamiento. Eso no lo sabe el país: yo saco el cuerpo astral de María Zulema y lo pongo en un campo multidimensional cuántico en el que me doy cuenta de que el ministro todavía está vivo. No era una comunicación espiritista ni una comunicación a un nivel post mortem. Cuando hay comunicación con muertos hay ciertas características que pasan en el ambiente, se hiela la atmósfera, se pone helada la sala, hay un olor particular, muchas veces a sangre, muchas veces a formol; muchas veces la persona, al tener contacto con el muerto, se hiela también y empieza a sudar frío, como la sudoración de los cadáveres. Eso no fue una sesión mediúmnica. Él estaba vivo cuando se comunicó con ella. Lo que hice fue sincronizarlos en esos niveles multidimensionales y que se encontraran. A través de un desdoblamiento del cuerpo astral, ella encontró la frecuencia de Juan Luis Londoño y se sincronizó, se sintonizó con él. En ese momento yo fui el orientador, el conductor, pero ellos estaban hablando los dos. Eso fue más o menos lo que pasó. Ella le hablaba y él le contestaba en un monólogo…

MM: Sí, ella hacía la voz de él…

AM: Exactamente. Y de esa forma en la primera sesión, en la primera sesión, que es lo más importante, él le dice: «Estoy en las tres jotas, San Jacinto, San José y San Juan». Eran dos montes, San Jacinto y San José, y la quebrada de San Juan… Inmediatamente la gente que está oyendo la sesión va al mapa de Colombia. Yo sigo concentrado en mi viaje interior, en el viaje a la dimensión desconocida. No me interesa lo que está pasando detrás de mí. Pero allá marcan el lugar y hablan con el grupo de búsqueda. Ellos inmediatamente objetaron, dijeron no, eso es mentira, estamos en contacto con los aviones de Estados Unidos y empezar un rastreo a ciento cuarenta kilómetros de distancia es imposible. Los de la Aerocivil y las Fuerzas Armadas decían: «No ha sonado la caja, el disparador de señales, pero sabemos que lo vamos a encontrar».

El presidente Uribe estaba esperando alguna razón de la sesión antes de dar la orden de atacar a sangre y fuego. La propia hermana de Juan Luis Londoño, que estaba muy pendiente de la búsqueda de la Aerocivil, por la radio dice: «No, señores, se me despliegan inmediatamente para allá y me buscan esas coordenadas». Del otro lado se quejaban: «Pero es que estamos muy lejos». Y ella respondía: «No importa, yo lo ordeno, es una orden». Se puso brava, y al fin mandaron la búsqueda para allá.

Nosotros seguimos con la sesión, que duró una hora, y luego pasó otra media hora para que ella se reincorporara y recuperara su tono. Sin embargo, ya eran como las cuatro y media de la tarde. A los pocos minutos, escucho que en el sitio, donde ya está la patrulla de reconocimiento en un helicóptero, se están viendo los restos del accidente. Todo el mundo quedó perplejo… Pero ese día no pudieron llegar allá por el tiempo, por el clima, no lo lograron. Los vieron y se devolvieron a traer más gente. Lo importante es que se detuvo la ofensiva y la orden de ataque. Al segundo día hicimos otra sesión, ya sobre las diez y media de la mañana, y vemos cómo ellos hablan de amor. Pero él se despide de ella y muere. María Zulema entra en un shock. Lo estaba viendo claro y se le desdibujó. En ese momento fue que él murió. Durante esos tres días él estuvo vivo. Alcanzó a sobrevivir esa última noche y murió de frío, congelado. Por ahí tengo una copia del certificado de defunción. Luego fui a su entierro en una finca de la familia y todos ellos estaban muy agradecidos conmigo.

MM: Aunque en varias declaraciones posteriores te atacaron.

AM: Te voy a explicar qué fue lo que pasó. En la segunda sesión yo descubro que el ministro le había dejado a María Zulema un seguro de vida por mil millones de pesos en Suramericana. Hay dos aspectos en la comunicación cuántica: lo que ellos dos conversan y lo que yo percibo como psíquico. De algún modo, hubo también una comunicación entre él y yo. Esto es lo que el país no sabe todavía. Yo hablé con Juan Luis Londoño antes de que muriera y él me dijo: Armando, dile a María Zulema que no se preocupe, que yo la tengo asegurada. ¿De dónde iba yo a sacar esa información? Cuando le conté a ella dudó y no quiso creerme. Se impresionó mucho. Sin embargo, llamó a la aseguradora y, oh sorpresa, cáete de para atrás, Mario, le confirmaron, en efecto, lo del seguro de vida. A partir de entonces fue que ella se angustió conmigo y empezó a cogerme como cierto miedo, por decirlo de algún modo. Un año después le pedí autorización para hablar del caso en un encuentro con unos médicos y psicólogos, y ella me dijo que no, que prefería guardar cierta privacidad con respecto a la memoria de su esposo. Por aquel entonces ella ya estaba viviendo en París. La verdad es que María Zulema me tenía una cierta prevención por el tema de los mil millones. Tenía miedo de que se publicara esa información porque la podían secuestrar. Esto después se lo contó a Julio Sánchez Cristo, y él lo aprovechó para presentar una imagen mía negativa ante el país el día que me entrevistaron por el escándalo de la Fiscalía, para quitarles credibilidad a las denuncias que yo había hecho con respecto a ese organismo estatal. Todo ese juego lo usó La W para restarles credibilidad a las denuncias que yo había hecho en la revista Semana. Porque yo fui el que denuncié la corrupción en la Fiscalía, no la Fiscalía la que me denunció a mí. Y claro, cuando me dan la oportunidad Julio Sánchez Cristo y Félix de Bedout de defenderme, sacan entonces a María Zulema diciendo que yo era un aprovechado. Cuando mira, Mario, no le cobré un solo peso, eso lo digo ante la cámara porque soy consciente de que me estás grabando, no le cobré un solo peso. No hubo más voluntad que la de encontrar los restos de su esposo y que se evitara una tragedia aún mayor en el país.

MM: Esto parece una historia de amor atravesada por un suceso sobrenatural final.

AM: El problema parece ser que él viajó con la asistente, con la que no sabemos si tenía una relación sentimental. Alguna vez, con el periodista Herbin Hoyos, el de Las voces del secuestro, queríamos escribir un libro sobre la Fiscalía y hablamos mucho sobre este tema. Él recoge a la asistente en Ibagué y se desvía, porque iba en realidad para Popayán. Y lo curioso es que el cuerpo del ministro salió por una ventanilla hacia adelante. ¿Por qué? Él estaba aprendiendo a manejar avioneta y no sabemos si le entregaron los controles. Por eso iba en el puesto delantero. La asistente queda atrás. Él salió disparado y alcanzó a arrastrarse hasta un árbol.

MM: Y ahí es que sucede la comunicación con María Zulema. Debemos imaginarnos al ministro recostado contra un árbol, herido, agonizante, en muy malas condiciones durante esa comunicación telepática con su esposa. Una imagen tremenda, Armando. Y después muere…

AM: Se murió congelado… Pero entonces, si él sale arrojado a través del vidrio delantero del aparato era porque iba de copiloto o manejando él mismo la avioneta…

MM: Bueno, pero todo esto son hipótesis…

AM: Sí, pero es bastante interesante ver cómo se manejan estas cosas en el país…

MM: Te quiero preguntar ahora por otro episodio que me impresionó. Tú hiciste una predicción sobre la liberación de Íngrid Betancourt antes de que fuera rescatada. Y yo me pregunté si, del mismo modo que en las agencias de seguridad nacional norteamericanas contratan psíquicos en programas de espionaje y de búsqueda de rehenes en la guerra, no estarías tú siendo contactado en secreto para encontrar a los secuestrados. Casos muy específicos de alto nivel con el gobierno. Si habías logrado resultados impactantes con el accidente del ministro Londoño, significaba que podías hacerlo también en otros casos. Y por eso arriesgaste esa predicción, porque de alguna manera estabas trabajando ya en el caso. ¿Estoy en lo cierto, Armando? Ahora, yo sé que hay asuntos de estricta confidencialidad y que no puedes revelar…

AM: Sí, exactamente, pero te voy a decir realmente la verdad de los hechos. Nosotros estábamos trabajando con Herbin Hoyos, el periodista que te acabo de nombrar. Él es una persona muy interesante, inquieto, es un gran investigador, y, como bien sabes, muy amigo de Íngrid Betancourt y de su madre, Yolanda Pulecio. Por esos días un sacerdote filtra la información de que Íngrid estaba en muy mal estado de salud, lo cual era cierto, y el país se estremece con su caso…

MM: Apareció un video, ¿recuerdas? Yo era columnista de El Tiempo por aquel entonces, y me acuerdo que apareció una foto impactante. Una toma en la que ella estaba flaca, huesuda, con el pelo largo. Y uno sentía su tristeza, su depresión… Escribí un texto muy sentido sobre ella…

AM: ¿Y te acuerdas que la revista Semana sacó las cartas?

MM: Sí, por supuesto.

AM: El país estaba conmocionado con la historia. Hubo varios intentos por rescatarla y no aparecía. Entonces Herbin Hoyos me dijo que hiciera una comunicación no convencional igual a como lo había hecho en el caso de María Zulema y Juan Luis Londoño. A Íngrid yo la había conocido cuando era el sanador de Carlos Nieto. Estuve cerca de él casi siete meses y pude llevarlo a través de la hipnosis a que muriera sin dolor, porque él tuvo un cáncer muy agresivo, muy doloroso, un cáncer gastrointestinal. Él, gracias a la hipnosis, logró morir en paz. Por esa época fue que yo conocí a Íngrid… Así que, cuando me contactaron para entablar una comunicación entre ella y su madre, acepté gustoso. Fuimos y hablamos con Yolanda e hicimos exactamente lo mismo, la misma sesión de hipnoterapia, de hiperestesia de los sentidos, el desdoblamiento astral, la comunicación neurotelepática, bueno, se le puede llamar de muchas maneras. Visualizamos la situación, y lo hicimos en la casa de ella, de Yolanda personalmente, y ahí ella habló con Íngrid, le ordenó que comiera, la regañó, en fin… Dentro de las cosas más significativas de esa sesión es que Yolanda viaja a través de la selva y ve la imagen de alguien poniéndole suero a su hija. Luego del rescate corroboramos que, en efecto, Íngrid había sido asistida por uno de sus compañeros de secuestro justo ese mismo día. También pudimos confirmar que ella estaba amarrada a un árbol que podía ser de mango, un árbol frutal, y que se encontraba a unos veinte o veinticinco metros del campamento. Estaba sola, relajada, y en ese instante hicimos comunicación. También vimos a los guerrilleros. Yolanda nos iba narrando todo. Alguien tuvo la precaución de poner una grabadora y esa sesión quedó registrada. Lo que hay que destacar, Mario, es que Íngrid se estaba muriendo de verdad, se encontraba en un estado ya agónico. Y de pronto, en su inconsciente, entró en contacto con su mamá y Yolanda le dio esperanzas, la regañó, le dio amor, la impulsó a continuar. Después de esa comunicación ella empezó a comer y a mejorar. Un mes y unos días después vino el rescate de la Operación Jaque.

No puedo evitar sospechar que hubo otras comunicaciones y que Martí, muy seguramente, dio con el lugar exacto donde estaba Íngrid. Las declaraciones oficiales con respecto al operativo son difíciles de tragar.

MM: Recuerdo bien la imagen, la cara de «ya no más», de agotamiento extremo. Se le había muerto su padre. Estaba realmente muy mal.

AM: Sí… Algo significativo de esa comunicación que tampoco he dicho es que preguntó por todos, por la hermana que estaba en Israel, por los hijos, por todos, y Yolanda le dice: «¿Y por qué no preguntas por tu esposo?» Se refería a Juan Carlos Lecompte, el publicista. Y ella dice: «Porque ya no me interesa»...

En este punto hacemos un pequeño descanso en la entrevista y nos preparamos para el cierre. Tomamos un poco de agua y Armando se dirige al baño. Detallo su biblioteca y me tropiezo con viejas ediciones sobre fenómenos paranormales, una biografía de Bruce Lee y una referencia a la vieja serie de televisión, Kung Fu, protagonizada por David Carradine. También hay varios volúmenes de poesía japonesa, antologías de haikú y de koanes budistas. Volvemos a nuestros asientos y le pregunto por Stargate, el programa de la CIA sobre visión remota, esto es, sobre clarividentes al servicio de la inteligencia del Estado norteamericano. Armando me remite a un artículo suyo en el que afirma lo siguiente (las mayúsculas son suyas):

«Hablando de culturas, Mentes Abiertas y Avances tecnológicos en los Estados Unidos de América, se emplean Psíquicos en Investigaciones de Criminalística, la Consecución de Víctimas, el control del Espionajes Industrial y la búsqueda de yacimientos de petróleo, entre otros, por ejemplo, en el famoso Programa de la CIA, Stargate, se reclutaban y utilizaban Psíquicos, como Armas Secretas en pro de la Seguridad Estatal, y en otras misiones secretas y confidenciales…

»Actualmente las Neurociencias están demostrando que el Cerebro está evolucionando hacia otras formas de Percepción. Las Facultades de Clarividencia, Telepatía, Psicoquinesis, Predicciones, Visualizaciones Proyectivas no son Lineales, son Circunferenciales, por ello en el Psíquico la Percepción cambia y se puede sentir y diagnosticar las Energías y Vibraciones de los demás seres, influyendo positivamente inclusive en los objetos inanimados y los seres animados, también se puede ver ‘El Pasado y el Futuro en el Presente’, y comunicarse además con cualquier mente en cualquier lugar del planeta».

MM: ¿Crees tú, como afirman algunos de los psíquicos de ese programa norteamericano, que se avecina una gran catástrofe?

AM: Antes quisiera decirte algo… Hay una tristeza infinita en nosotros, los psíquicos, por toda la carga de ingratitud del sistema que tenemos que soportar. Porque a nosotros se nos confían los secretos más fuertes y se nos ponen las misiones más difíciles. Mario, te voy a ser muy sincero, eso no es un cuento, eso es cierto, nosotros deshacemos lo entuertos más complicados. En la Fiscalía, por ejemplo, deshice problemas muy complejos, tanto a nivel personal, familiar, del primer fiscal con el que trabajé, que fue Luis Camilo Osorio, como asuntos casi de seguridad nacional. Cuando yo recibo a Luis Camilo Osorio, tiene una crisis de pánico, tiene un break down nervioso y está a ocho o diez días de sancionar el nuevo código de procedimiento penal acusatorio en el país. Por exceso de trabajo, y también como efectos de su alcoholismo, efectos de los problemas de trago que él tiene, sufre un colapso nervioso. La primera vez que yo entro al búnker de la Fiscalía encuentro a Luis Camilo Osorio en posición fetal, en medio de una crisis de pánico, y ninguno de los médicos famosos que habían consultado en Estados Unidos, en Suiza y en Inglaterra lo habían podido rescatar… Ayudo a Luis Camilo Osorio en los problemas más graves y después dice que no me conoce… Después ayudo a Mario Iguarán a conjurar la crisis más grave de su vida en la Fiscalía, y bueno, él sí dijo que yo había sido su amigo, pero permitió mi proceso, un proceso casi crístico en el que fui latigado, perseguido, de todo, mientras él estaba en Estados Unidos. Todos los medios de comunicación en mi contra. Esos días fueron infernales, y él me dio la espalda. La historia de los psíquicos es muy triste. Uno llega con el entusiasmo de servirle a la Nación, por lo menos así me pasó con Luis Camilo Osorio y con Mario Iguarán. Yo quería que mis hijos estuvieran orgullosos de que estaba trabajando con la Fiscalía, yo me sentía muy bien, tenía la mejor de las intenciones, pero después, en una jugada de ajedrez, uno queda como un peón, mejor dicho, peor que un peón. Es algo muy triste…

MM: Pero ¿no se debe también, Armando, a ignorancia? ¿A que hay un cierto temor en las esferas del poder a que los conecten justamente con esos imaginarios, con esas percepciones y con unas formas que van más allá de la razón aceptada por una modernidad científica?

AM: No se consulta a un brujo común y corriente, a un charlatán embaucador, no, porque esas instituciones tienen gente que filtra, que investiga, que hace seguimientos. No es tan fácil, no es que el fiscal vaya a llamar a un hermano llanero, o a un santero raro, no, ellos tienen un equipo de seguridad que investiga quién soy antes de ir y sentarme yo a ayudarle en un secreto institucional.

MM: Pero luego, cuando tienen que explicarlo públicamente, no saben cómo hacerlo…

AM: Lo que pasa es que hay una parte de la creencia religiosa a la que no le conviene que se destapen estos asuntos porque pierde poder la Iglesia católica… La Iglesia conoce muchas cosas, conoce de psíquicos… A mí me estudió la Javeriana.

MM: Tienes una foto con la comunidad jesuita, la recuerdo bien. Estás ahí con varios de ellos…

AM: Con el padre Venegas, el creador de la Física de Venegas... Cuando una comunidad ve que alguien puede llegar a manejar estos secretos de reprogramación social, se asustan, porque pierden poder. El problema aquí es perder poder… He trabajado, he entrenado en hipnosis y autohipnosis a pastores cristianos. ¿Puedes creer eso? Ellos han ido a mis cursos, ponen en práctica mis enseñanzas, el magnetismo, la caída de las personas, la caída hacia atrás, todo eso lo ponen en práctica, pero no lo dicen, no aceptan que lo aprendieron con Armando Martí. Ellos ocultan eso y lo utilizan. Luego les dicen a sus respectivas comunidades: «No crean en los psíquicos ni en las doctrinas orientalistas ni en la meditación. Crean en el poder que el Espíritu Santo me da a mí como pastor». Y llega el diezmo, el poder económico. En la Iglesia católica es lo mismo. Nosotros conocemos los secretos de confesión, los secretos políticos y procuramos manejarlos lo mejor que podemos. El problema del psíquico es que está en medio de una lucha de poderes, entre el poder estatal y el poder religioso. Y sales sacrificado en ambos bandos, «excomulgado», satanizado. Por el lado político te dicen «venga y nos ayuda», pero si algo se llega a saber, como en las operaciones de espionaje, por ejemplo, entonces no lo conocemos. Y terminas en la cárcel o muerto, como le pasó a Hanussen.

Martí se refiere a Erik Hanussen, el famoso astrólogo consultado por Hitler y el Tercer Reich.

MM: Claro, le echaron los perros…

AM: Exactamente. ¿Qué pasó con Hanussen? Cometió la imprudencia de dar una profecía de que Alemania iba a perder la guerra, cometió esa infidencia. Él era el ministro de ciencias ocultas, tenía su palacio y todos los altos mandos de los alemanes iban allá, y se tomó unos tragos de más, porque Hanussen era alcohólico, y dijo lo que debió haber callado. Lo mataron.

MM: Regreso a una pregunta que sigue inconclusa. ¿Crees tú que va a pasar algo, Armando, en esa agenda internacional? ¿Has visto algo? ¿Te has entrenado en eso? ¿Te has preocupado por eso?

AM: Mira, yo tengo un programa que me apoya y ese programa me produce un estado alterado de conciencia. De ahí saco las predicciones. Yo me considero un visualizador, es decir, una persona que puede traer a nivel de espacios, o de... digamos de campos multidimensionales, algunas escenas que veo del futuro; las puedo hacer presentes, pero con una técnica diferente de la adivinación. Entonces, mira, normalmente para traer una escena y lograr contestarte la pregunta de qué va a pasar, si nos vamos a destruir, lo que necesito es un entrenamiento mental que logre separar en ese momento la distracción, el ruido y mis recuerdos personales. Necesito estar en un punto de cero distracciones, cero ruidos, y poder dominar mis recuerdos. Dicha preparación es por medio de la meditación, yo soy meditador, sé meditar. Necesito también la autohipnosis y el aislamiento electrónico, Mario, cero celular, cero televisión, cero radio. Durante algunos días, o sea, previos a hacer la sesión de la predicción, aumento levemente el ejercicio físico, lo aumento un poquito, camino más, hago más estiramientos, utilizo la máquina multifuerzas, y así mismo me voy sintonizando en un tono espiritual, en oración con un poder superior al que yo llamo Dios. Aunque te aclaro: yo no soy religioso, busco un camino espiritual. Realizo entonces lecturas filosóficas, leo aforismos y leo poesía. Digamos que ese es Armando Martí preparándose para la sesión de las predicciones que el país va a conocer. Ese es todo mi misterio.

Posteriormente, ya durante la sesión, con la ayuda del software Trascendenz/Q, invento patentado en la Superintendencia de Industria y Comercio, obtengo frecuencias cerebrales entre 7,5 y 9,5 hertz, que es una frecuencia en la que no estás ni completamente despierto, ni completamente dormido. Eso no lo puedo hacer yo solo, la máquina me ayuda a hacerlo. Abro una puerta multidimensional, y al entrar en esa puerta puedo ver, como en una película, escenas que en algunas oportunidades son borrosas y en otras muy, muy nítidas, como en tercera dimensión, de los hechos que van a suceder. Del mismo modo procuro no tener emociones, y no dejarme dominar por ninguna sensación. Prefiero asumir la posición de un espectador sentado en la sala de cine observando la proyección de un documental frío; no es la proyección de una película porque no me dejo afectar por lo que veo. Inicialmente me afectaba mucho, duraba enfermo unos días, vomitaba y me deprimía. Ya lo logro controlar y veo exactamente como si estuviera frente a un documental frío, veo si va a haber un terremoto, un maremoto, si van a lanzar la bomba nuclear, si nos vamos a acabar… Y cierro.

En ocasiones hago una sola sesión, otras veces hasta cuatro. Tengo que estar sintonizado para poder canalizar la visión remota, o sea la que me viene del futuro. Casi siempre, y esto es algo muy importante como consejo, espero lo inesperado, es decir, procuro no estar sesgado por lo que yo quiero o anhelo. No me concentro en algo en particular, dejo que la visión fluya y acepto los flashbacks y también los estímulos auditivos porque a veces se alcanzan a escuchar ciertas voces internas, como si alguien me estuviera hablando y me dijera qué va a pasar. Esa voz interior y esos estímulos auditivos me ayudan a analizar las imágenes. Siempre hago grabaciones, le dicto a mi esposa o escribo lo que veo. Después de una hora, aproximadamente, suspendo la sesión y salgo a caminar en compañía de mi esposa, Catherine. Ella es mi polo a tierra para disipar la carga electromagnética cerebral, la cual me produce de vez en cuando dolor de cabeza. Yo quedo con un dolor pulsante, como si la sangre se me subiera, como si el cerebro hubiera necesitado ese esfuerzo extra. Y quedo muy cansado. Paseamos por el parque tomados de la mano, hablando de otros temas que ella me cuenta. Yo la escucho y de esa manera disipo la sobrecarga.

Igualmente, tengo otra forma de percibir lo que puede llegar a sucederles a las personas, que es a través de la sensación y el tacto, pues con solo mirarlas, o darles la mano, sé discernir algunos acontecimientos de lo que les puede pasar o les está pasando, o sea un diagnóstico en el momento presente. Esta facultad se ha ido perfeccionando durante treinta y cinco años de práctica profesional como terapeuta certificado en programación neurolingüística, logoterapia, terapia estratégica breve e hipnosis. Por lo general cuento con la presencia de un equipo interdisciplinario compuesto por médicos, psicólogos, terapeutas alternativos y miembros de grupos de apoyo. De esta forma hemos podido ayudar a miles de personas, y asesorar a empresas multinacionales e instituciones gubernamentales… Resumiendo: el entrenamiento mental, la disciplina física, una actitud madura, compasiva y espiritual, junto con la expresión de los sentimientos por medio de la inteligencia emocional, y el uso de una voluntad firme para alcanzar los objetivos en la vida son las bases para el desarrollo de un auténtico mentalista. Mira le diferencia entre el mentalista esotérico de show y el mentalista que entrena su mente para lograr un objetivo predeterminado. Esto nada tiene que ver con la adivinación, con rituales mágicos ni tampoco con creencias religiosas.

Finalmente, lo que pocos logran entender es que en cada uno de nosotros existe un visualizador en potencia, el cual se manifiesta en los sueños que no podemos interpretar por falta de conciencia de nosotros mismos. Pero estoy seguro de que con la práctica y el entrenamiento adecuado podríamos tener acceso a comunicaciones no convencionales como la telepatía, la capacidad anticipatoria, y otras facultades que subyacen en el inconsciente. Potencialmente, y esta es la parte importante que quiero anexar a tu pregunta, potencialmente somos los dueños de nuestro porvenir y podemos autoprogramar que todo lo que deseamos nos suceda, con la ayuda de la interlocución con nuestro yo futuro, es decir, yo hablo con mi yo futuro, y yo soy hoy lo que soñé ayer. Eso es importantísimo de entender. De ahí la responsabilidad en el manejo sano de la mente para producir pensamientos constructivos que influyan en las acciones y en los resultados de este plano evolutivo.

Colombia lleva cincuenta años o más de guerra, tenemos unos pensamientos negativos reprogramados, y como nuestra interlocución del yo de hace cincuenta años es la misma de hoy, hemos construido nuestro propio futuro, y nos estamos destruyendo porque nadie nos ha educado en cómo cambiar ese yo futuro. Cuando logremos realizar nuestro cambio personal, podremos aportar una nueva forma de pensar, ayudando a transformar la conciencia negativa social, causante de los odios, guerras, críticas, consumo, explotación, hambre, sed de poder y de dominio de los seres humanos, perpetuando el futuro negativo que por esta razón nos causa miedo, incertidumbre y ansiedad.

MM: Claro, lo que tú llamas reprogramación neurolingüística, ¿verdad? Volver a construir la mente en el inconsciente, que no lo hace casi nadie…

AM: Ya entramos en materia. Ahora, mira, sí nos vamos a destruir…. Cuando pasó lo de la avioneta del ministro, vino a Colombia el maestro Sadhu Ram Ji, que es el maestro que reemplazó a Kirpal Singh. Yo estuve a los pies del maestro Sadhu Ram Ji… ¿Qué significa a los pies? Él está sentado y tú estás en el suelo, lo miras y pones la cabeza en las rodillas, o lo miras y le comentas algo y él te va a dar una luz. Yo, emocionadísimo, le dije: «Maestro, por la gracia de Dios, salvé, (mira qué ego), salvé a más de cuatro mil personas de la muerte en nuestro país». Y él me preguntó: «¿Por qué?». Entonces le conté toda la historia, que gracias a mi sesión habían encontrado los restos del ministro y había logrado detener una orden de guerra en la que hubieran muerto más de cuatro mil soldados. Él se quedó callado y me dijo: «Armando, alteraste el karma, alteraste el karma de cuatro mil personas que tenían que morir, tú no sabes la responsabilidad que tienes, tú estás maldito». ¡Así me dijo! Y me insistió: «Tú no debiste haber hecho eso nunca, nunca debiste haber visto el futuro porque con tu acción alteraste el karma natural de cuatro mil personas que tenían que morir». ¿Cómo te parece? A Dios gracias el maestro estaba allí y me salvó.

Yo he sido un sobreviviente. Te estoy hablando a ti de milagro. Con todo lo que me ha pasado, con todos esos problemas en los que me he metido desde que tenía quince días de nacido con el soplo al corazón, hasta hoy, soy un sobreviviente, te juro que soy un sobreviviente. No sé ni cómo estoy hablando aquí.

MM: Claro, porque te debieron haber matado…

AM: Matado, torturado, encarcelado, desaparecido… Era para que no te estuviera hablando. Por eso es que me da alegría que me incluyas en tu libro, porque también es un desahogo en el que te puedo contar la verdad de las cosas…

MM: Y volvemos a la pregunta: ¿crees que nos destruiremos? ¿Crees que vamos hacia un futuro oscuro, negro?

AM: Una de mis dichas fue hablar tres horas con el Dalai Lama… No conozco a una persona que haya podido hablar con el Dalai tres horas, como darme el gusto de estar hablando contigo hoy. En esa conversación hablamos de la ley de karma del planeta, y yo estoy de acuerdo con lo que expresó el Dalai en esa oportunidad. El Dalai dijo que la humanidad tenía que pasar por una expiación, que solamente los corazones compasivos, amorosos, y las personas más flexibles, o más abiertas al amor, iban a sobrevivir. Le vienen a la humanidad unos cambios muy fuertes, políticos, climáticos, de hambre, de miseria, de muerte, de virus, muy fuertes. Yo también vi eso, yo tenía escrito desde el 2011 unos cambios apocalípticos pero sistemáticos, no son explosivos. Ya están pasando y van sin prisa pero sin ninguna pausa. Y nos estamos acabando. La humanidad se está acercando a una expiación, a una zona negra donde solo van a sobrevivir aquellas personas que realmente tengan conciencia de sí mismas, conciencia del amor al prójimo, conciencia del servicio y conciencia del desapego.

MM: Lo más importante en el budismo.

AM: A mayor apego, más angustia, más dolor y más sufrimiento.

MM: De alguna manera, las cifras de hambre, de injusticia social, de falta de acceso a los servicios públicos y al agua, las tasas de desempleo mundiales, nos indican que ya estamos cavando nuestro propio agujero.

AM: El desapego te hace vivir con lo necesario, sin las superficialidades de la vida, no caes en la trampa de la publicidad ni del consumo.

MM: Tú dices que el papa Francisco tendrá que enfrentar algo que yo creo que está pendiente desde Juan Pablo I. Y son los escándalos del banco del Vaticano. ¿Tú crees que se avecina eso, que está pronto a salir a la luz? La conexión con las mafias, los lavados de dinero, el horror del Vaticano, su lado más oscuro, la podredumbre…

AM: Es un karma que se tiene que cumplir, un ciclo que se tiene que cerrar. Francisco va a develar los misterios, y va a sacar a flote todos esos carruseles, esa corrupción…

MM: Terminemos con algo más amable.

AM: Estamos ya muy cerca del mundial de fútbol. Colombia va a llegar a los octavos de final, y, si hacen las cosas bien, a los cuartos de final. Muy probablemente, Falcao no juegue. No está en condiciones. Con Grecia vamos a dar una sorpresa. Vamos a dar una gran demostración de desempeño físico con los de Costa de Marfil y mostraremos una estrategia de adhesión al equipo con los japoneses. Y ahí entramos a los octavos de final… Los finalistas son España, Alemania, Brasil y Argentina.

MM: Si Brasil no lo logra se les cae la estantería, porque con todos los problemas internos que tienen… ¿Viste las marchas, las protestas? Donde no queden campeones los linchan… Bueno, pues muy bien, el libro saldrá posteriormente, pero no importa…

AM: Lo dejamos aquí como anécdota… Lo otro es que ganará Santos. Serán unas elecciones muy apretadas, pero al final Santos se impone…

La charla ha transcurrido plácidamente y en medio de un ambiente amigable y fraternal. Nos despedimos con un abrazo. Me quedo pensando en la videncia, en salir de sí mismo para ir en busca de los otros, de sus vidas, de su sufrimiento. ¿No hace exactamente lo mismo el escritor: se desdobla, conecta con vidas ajenas a la suya, se anticipa, ve lo que los otros no ven o no quieren ver? No puedo olvidar una de las afirmaciones de Martí, cuando dice que se prepara físicamente para sus predicciones, que entrena su cuerpo para llevarlo hasta un estado alterado de conciencia. Ese aspecto, que es la clave del oficio, lo olvidan con frecuencia varios de los escritores: la literatura sucede en el cuerpo, acontece en el corazón mismo del artista. De ahí su cansancio, su fatiga, sus manías, sus dolencias, sus enfermedades incurables. ¿He venido aquí en realidad a confirmar mi propio proceso creador, a verme en un espejo?

Una semana después acudo a su consultorio de nuevo, esta vez como paciente. Quiero saber qué es, realmente, Trascendenz/Q, su programa virtual de reprogramación mental. Me parece clave para este reportaje. La Feria del Libro de Bogotá acaba de pasar y yo me encuentro en un estado de fatiga extrema. Pido una cita para una sesión de recuperación, de multiplicación de fuerzas tanto físicas como psíquicas.

De nuevo, Armando me recibe con una sonrisa. Entramos al consultorio. Esta vez me indica que me quite los zapatos y que me siente en un sillón aerodinámico de cuero. Frente a mí hay un televisor gigante. Al lado izquierdo está él muy concentrado en un teclado de computador. Me pide mi fecha de nacimiento, la hora y otros datos biográficos. Luego ingresa la información en el programa y empieza a darme indicaciones, consejos, a preguntarme más sobre el origen de mi fatiga. Lentamente, el programa analiza mi aura, mis centros energéticos o chakras, y Armando me pone unos lentes de colores, baja la intensidad de las luces del consultorio, enciende unos reflectores en el techo, me ajusta una corona electrónica alrededor de la cabeza y empieza la sesión. Él se retira del salón y me deja sumergido en el programa. El asiento me aprieta los músculos, se eleva, me pone casi en posición horizontal, me masajea el cuerpo entero, y siento una descarga eléctrica de baja intensidad en mi frente. Todo es futurista, alucinante, como si estuvieran rodando una película de ciencia ficción y uno fuera el protagonista. Veo en la pantalla imágenes de mujeres sensuales que buscan activar mi Eros, fotografías, videos y sonidos de cánticos chamánicos en medio de la selva, viajes por paisajes remotos cubiertos de nieve, y en un momento dado pierdo la conciencia y me voy, me voy, me voy…

Un rato después Armando entra al consultorio y me pregunta cómo estuvo la sesión. Le confieso que me quedé ido o dormido, no sé. Él sonríe y me dice que es parte de la terapia. Me siento tranquilo, cómodo, muy relajado. Nos despedimos amigablemente, como siempre. Cuando salgo a la calle tengo la impresión de haberme regresado en el tiempo, de estar caminando por calles viejas junto a personas de un pasado remoto. Este no es mi tiempo, yo vengo del futuro, de un mundo interdimensional, de una realidad virtual en la que soy mucho mejor que esta miserable versión de mí mismo. Yo vengo de un planeta remoto en el que todo es posible: Trascendenz/Q.