La evolución de la humanidad desde el comienzo del tiempo hasta el presente es un tema con controversias. Nuevos descubrimientos cambiaron la teoría existente y dieron un vuelco a la línea del tiempo conocida del desarrollo de nuestra especie… en un par de cientos de miles de años. Es una ciencia inexacta, una que mezcla la paleontología con la genética. Pero, por lo general, los expertos coinciden en que hace cerca de dos millones de años nuestro primer ancestro, el Homo habilis (llamado así por el uso de herramientas de piedra), ya deambulaba por África. Con el tiempo, el Homo habilis dio lugar al Homo erectus y después al Homo sapiens, que ha dominado el mundo desde entonces.
Estoy aquí para anunciar una gran adición a la historia de la evolución humana. Aunque no soy arqueólogo, te puedo asegurar que no hubo necesidad de excavar en busca de fósiles en Etiopía para hacer el descubrimiento innovador que estoy a punto de compartir contigo. Hay suficiente evidencia de este nuevo tipo de humano en las calles de Nueva York, en el metro de Londres, en los edificios de oficinas en Beijing y en los cafés en São Paulo. Así como el Homo sapiens desplazó al Homo erectus, la humanidad moderna está dando paso a una nueva especie: el FOMO sapiens.
Tal vez te preguntes cómo puedo estar tan seguro de esta siguiente etapa de la evolución. La respuesta corta es: yo soy uno de ellos.
Mi nombre es Patrick J. McGinnis y soy el primer FOMO sapiens conocido. Me di cuenta de esto a principios de los años 2000 cuando era estudiante de posgrado. Y aunque fui el primero de esta nueva y curiosa especie, estoy seguro de que no soy el último. Hoy hay cientos de millones, sino es que miles, de FOMO sapiens. Así como puedes identificar al Homo habilis por sus herramientas de piedra, el FOMO sapiens exhibe ciertas características que lo delatan. En su hábitat natural, se le puede observar anhelando todas las cosas, reales o imaginarias, que podrían hacer la vida perfecta, si tan sólo pudiera tenerlas o hacerlas en ese mismo instante. Está tan distraído que, si tuviera depredadores naturales, sería una presa muy fácil.
Si no has escuchado del FOMO, déjame ponerte al corriente. ¿Alguna vez te estresas cuando observas esas maravillosas fotos (léase: bien seleccionadas, filtradas y recortadas) que publican tus amigos, familia y celebridades en sus redes sociales? Mientras navegas y las pasas, tal vez sientas una sensación creciente dentro de ti, tal vez la conozcas mejor como ansiedad. Mientras juegas con tu teléfono, piensas que todas estas personas están viviendo vidas mucho más interesantes, emocionantes, exitosas y, siendo honestos, más instagrameables que la tuya. Este sentimiento se llama FOMO, siglas de Fear Of Missing Out (miedo a perderse de algo), y sus efectos son muy conocidos.
Contrario a la creencia popular, el FOMO no se limita sólo a lo que ves en redes sociales. Va más allá, con implicaciones más profundas que sólo dar forma a la vida cotidiana de los nativos digitales, como los millennials y la Gen Z. Esos dos grupos están predispuestos de manera natural a convertirse en FOMO sapiens, pero sus padres también son claros candidatos. El FOMO acecha al ejecutivo de mediana edad atrapado en la oficina mientras su colega más joven es invitado a una conferencia en Las Vegas. También molesta a la mujer de 60 años cuyas amigas comparten tantos detalles sobre sus nietos que ella anhela que sus hijos por fin empiecen a tener hijos. Las redes sociales realzan el FOMO, pero no necesitas estar pegado al teléfono para caer en su trampa. Sólo tienes que gastar una cantidad extraordinaria de tiempo y energía enfocado en todas las cosas que desearías tener, en vez de apreciar las cosas que sí tienes pero que das por hecho. La tentación de hacerlo va en aumento constante… ya que ahora mucha gente vive en un mundo abrumado de opciones (ya sean reales o percibidas) para casi cualquier cosa.
Antes de seguir adelante, quiero aclarar algo: la otra razón por la que sé que fui el primer FOMO sapiens es porque soy el sujeto que acuñó el término FOMO. En 2004 introduje esa palabra en un artículo titulado “Social Theory at HBS: McGinnis’ Two FOs” en The Harbus, el periódico estudiantil de la Escuela de Negocios de Harvard (HBS, por sus siglas en inglés). Ahora, casi 15 años después, esas cuatro letras se han convertido en algo importante. Ha aparecido en toda la cultura pop, incluso se añadió en un montón de diccionarios acreditados, incluidos el Oxford English Dictionary y el Merriam-Webster. En mi vida, el resultado más tangible de esta distinción es que muchas personas quieren tomarse selfies conmigo. Por supuesto, las publican en redes sociales para darles FOMO a todos sus amigos… si lo piensas, todo esto es muy meta.
Dejando las selfies de lado, me siento un poco culpable por hacer del FOMO una cosa. A pesar de su popularidad y de lo fácil que es hacerlo un hashtag, no es un asunto de risa. Ocasiona estrés, inseguridad, celos, incluso depresión. También pone en riesgo tu éxito en el trabajo, te tienta a hacer inversiones especulativas y obliga a directivos de empresas (desde CEO hasta fundadores de startups) a seguir estrategias equivocadas y a malgastar recursos preciados. En palabras simples, es una distracción masiva y un gasto de valioso tiempo y energía.
Y eso no es lo peor de todo. Lamento informarte que el FOMO no es el único FO del que tienes que preocuparte. Si pusiste atención, tal vez notaste que el artículo que escribí se tituló “McGinnis’ Two FOs”. Entonces, ¿qué pasó con el otro miedo? Mientras el FOMO ha ganado fama y fortuna, el otro FO, bueno, al menos hasta hace poco, no tanto.
El FOBO, Fear Of Better Option (miedo a una mejor opción), es la ansiedad de que algo mejor llegará y dificulta el comprometerse con opciones existentes cuando se toma una decisión. Es una aflicción de abundancia que te lleva a mantener todas las posibilidades abiertas y asegurar tus apuestas. Como resultado, vives en un mundo de “tal vez”, atándote a ti y a los demás. En vez de evaluar tus opciones, escoger una y seguir con tu día, postergas lo inevitable. No es diferente a apagar la alarma sólo para taparte con las cobijas y dormirte otra vez. Como seguro lo aprendiste a la mala, si la apagas varias veces, terminarás yendo tarde y corriendo hacia la oficina, con mal humor y tu día de cabeza. Aunque apagar la alarma se siente bien en el momento, al final tiene un precio.
El FOBO es un problema serio que causa más daño que el FOMO. A diferencia del FOMO, que en su mayoría es una lucha interna, el precio de FOBO no sólo lo absorbes tú, también recae sobre las personas a tu alrededor. Cuando tratas tu vida como el feed de Tinder, arrastrando el dedo de forma insensata sin comprometerte con ninguna de las opciones posibles, conviertes todo lo que te rodea, desde oportunidades hasta individuos, en productos. También envías un mensaje claro a todos los demás: eres la persona menos colaboradora. No establecerás un rumbo claro ni te comprometerás con un plan de acción. En vez de eso, dejarás que las posibilidades se acumulen y sólo tomarás una decisión cuando te convenga y es probable que de último momento (si es que lo haces). Estos defectos personales pueden causar estragos en tu trayectoria profesional y convertirse en desafíos de dirección que ponen en riesgo pequeñas y grandes empresas. ¿Por qué? Porque generan parálisis por análisis, sofocan la innovación y despojan a los líderes de su autoridad.
No fue coincidencia descubrir el FOBO al mismo tiempo que el FOMO. Si eres una persona con miedo a perderte de algo, entonces también eres candidato a mantener tus posibilidades abiertas de manera compulsiva. El denominador común entre estos dos conceptos, tener muchas opciones y oportunidades (ya sean reales o imaginarias), en gran medida es consecuencia de nuestra era de la tecnología moderna. Pero aunque la mayoría de las personas ahora sabe cómo identificar el FOMO en su vida personal y profesional, el FOBO tiene el paso libre. Está escondido a simple vista.
Es tiempo de reconocer que cuando vives con los efectos negativos del FOMO, FOBO o ambos, corres el riesgo de arruinar tu carrera, destruir tu negocio, afectar tus relaciones personales y profesionales… y volverte miserable en el proceso. Además de estas nefastas consecuencias a largo plazo, los miedos pueden colarse en los detalles mundanos de tu vida diaria e impactar seriamente en tu productividad. Te distraerán, te robarán cualquier claridad de propósito y te alejarán del presente hacia un mundo enredado de hipótesis, cálculos y contrapartidas. También debilitarán tu convicción, consumirán tu energía y afectarán tu desempeño. Cada uno por sí mismo es problemático, pero juntos son catastróficos. Cuando combinas FOMO y FOBO, terminas paralizado con un caso crítico de FODA, Fear Of Doing Anything (miedo a hacer algo).
¿Alguna vez has escuchado del sanador herido? Es un arquetipo de personalidad creado por el psicólogo Carl Jung para explicar por qué algunas personas se vuelven psicoterapeutas. Jung creía que muchos psicólogos escogen sus carreras porque su experiencia como pacientes les dio una vocación especial para ayudar a otros a lidiar con el mismo tipo de problemas. Tal vez sólo están unos pasos adelante de sus pacientes en el camino a recuperarse, pero al haber dado esos pasos, están en una posición única para ayudar. Me identifico con eso. Me gusta pensar en mí como el primer fomólogo del mundo. He estudiado sus causas, su naturaleza e implicaciones. Y lo más importante, después de 15 años viviendo con FOMO y FOBO, por fin sé cómo manejarlos, aunque la batalla siempre continúa.
Un buen ejemplo, las palabras de esta página se escribieron durante un sabático que pasé en la Ciudad de México. ¿Por qué me instalé en un país diferente y decidí trabajar en un lugar a más de 3,000 kilómetros de casa? Aunque me gustaría decir que fue para tener acceso fácil a tacos y tequila, la razón fue el FOMO. Frente a una tarea ardua, sabía que el riesgo de caer en las distracciones del FOMO era muy alto si me quedaba en casa en la ciudad de Nueva York. Con esa decisión a cuestas, también soporté punzadas de FOBO cuando trataba de establecer fechas, encontrar el Airbnb más adecuado y el mejor café donde escribir. Tomé todas estas decisiones siendo consciente de cómo FOMO y FOBO guiaban mi comportamiento. Después confié en la estrategia que te mostraré en este libro para vencerlos.
Mi ruta hacia la libertad (relativa) de FOMO y FOBO no ha sido fácil. He pasado la mayor parte de mi edad adulta viviendo en la ciudad de Nueva York, hogar de millones de FOMO sapiens que no piensan en otra cosa más que en formarse durante horas para conocer el restaurante más reciente, la exhibición más comentada o alguna colaboración imposible de conseguir con la marca de moda Supreme. También he trabajado en una industria de capital de riesgo que con frecuencia está guiada por FOMO y FOBO. He viajado por todo el mundo, desde Silicon Valley y Pakistán hasta Estambul y Buenos Aires, en busca de las mejores startups. Incluso cuando las encontré, con frecuencia me paralicé al momento de hacer esas grandes apuestas. Estos episodios de indecisión me han costado tiempo, dinero y concentración, todo en detrimento de mi cartera y bienestar. Sólo cuando me di cuenta de que mis miedos me costaban dinero y paz mental decidí que era momento de buscar formas de lidiar con ellos. De hecho, estas lecciones de mi carrera como inversionista de capital de riesgo han generado un número de estrategias de toma de decisiones que aprenderás en este libro.
Si en estos momentos estás aquí, voy a suponer que tú también estás buscando vencer al FOMO o FOBO. Sin importar en qué trabajes o en qué etapa de tu vida estés, el antídoto para los dos miedos es el mismo: aprender a ser decisivo.
Cuando eres decisivo, eliminas el miedo a tomar decisiones, remueves las emociones de tus deliberaciones y entras en acción. Al hacerlo, reconoces que cuando pierdes una oportunidad, no limitas necesariamente tus opciones. Por el contrario, te das libertad. En vez de permitir que la vida te pase de largo mientras vacilas, reclamas lo que en realidad quieres de ella. Haces que las cosas sucedan en vez de dejar que la vida te pase. Reemplazas miedo con convicción.
Si todo eso suena maravilloso, entonces es momento de ponerse a trabajar. Aunque la solución a tus miedos está al alcance, vivir y trabajar con decisión no es algo que pase de la noche a la mañana. Así como la indecisión se mete en tu inconsciente, así tardarás en desprogramarte. Lo harás al seguir un proceso guiado por dos principios:
1. Aprenderás a escoger lo que de verdad quieres. En vez de recolectar cada opción y después desperdiciar tiempo y energía evaluando todas las opciones posibles, debes decidir: cerrar todas las rutas, ir hacia adelante y no ver atrás con arrepentimiento. Cuando hagas esto, verás que tomar decisiones es una ruta directa a la libertad, incluso en un mundo abrumado por opciones.
2. Encontrarás el coraje de perderte de lo demás. Si dejas de intentar ser y hacer todo, puedes, de hecho, tener todo al no tenerlo todo. En vez de anhelar lo que no tienes, sentirás un profundo sentimiento de alivio en cuanto apartes todo de tu camino. Disfrutarás lo que te perdiste y redirigirás tu atención hacia todas las cosas que de verdad te importan.
El libro está organizado en cuatro partes. Las primeras dos te mostrarán qué genera el FOMO y FOBO y cómo afectan tu carrera, negocio y vida. La tercera parte te preparará para entrar al mundo real y enfrentar tus miedos al darte las herramientas que necesitarás para lograrlo. Para finalizar, la cuarta parte te ayudará a cambiar la forma en la que piensas del FOMO y el FOBO para replantearlos y usarlos en tu beneficio. Además de este libro, siempre podrás encontrar herramientas, ideas y recursos adicionales en patrickmcginnis.com y en mi podcast FOMO Sapiens.
Mientras aprendes a superar el FOMO y FOBO, verás que las metodologías que emplearás son diferentes de otras estrategias de toma de decisiones que tal vez hayas visto en el pasado. Esto es porque cuando lidias con los miedos, no quedas atrapado entre la espada y la pared. En vez de eso, trabajas desde una posición de abundancia. En un sentido muy real, es bueno tener este problema, incluso si no se siente así en el momento. Si logras liberarte de la indecisión, entonces puedes tomar parte de esta abundancia y beneficiarte del hecho de que, en efecto, tienes muchas opciones aceptables. Pero para hacerlo, debes aceptar que no puedes tenerlo todo. Superar el FOMO requerirá determinar si vale la pena perseguir alguna de las muchas oportunidades que te sientas tentado a explorar. Por el contrario, cuando tienes FOBO ya tienes más alternativas viables de las que puedes manejar. Tu reto es escoger sólo una y seguir adelante.
Antes de empezar, considera si tu FOBO o FOMO tienen algún atributo positivo que valga la pena conservar. La respuesta (tal vez sorprendente) es sí. El FOMO, cuando se mantiene bajo control, puede proveer la inspiración para expandir horizontes, arriesgarse o hacer un cambio en tu vida. Digamos que estás trabajando semanas de 80 horas en el mundo corporativo y sientes punzadas de FOMO cuando tu antiguo colega, ahora un empresario, gana millones de dólares en Kickstarter para su nueva empresa. ¿Qué puedes aprender de esos sentimientos? Tal vez mucho. En ese sentido, pienso en el FOMO igual que en beber vino. Cuando se consume con moderación, tiene claros beneficios para la salud. Además, te puede ayudar a perder tus inhibiciones un poco (in vino veritas) para que puedas deambular por los límites de tu zona de confort. Siempre y cuando no tomes en exceso, te sentirás bien por la mañana y estarás listo para tu siguiente aventura. El capítulo 13 te mostrará cómo aprovechar el FOMO para bien: al expandir tus horizontes y buscar nuevas experiencias de forma sostenible.
El FOBO, por el otro lado, es como fumar cigarros. No tiene ninguna cualidad positiva y nada bueno puede venir de él. Primero, es en extremo adictivo. Segundo, incluso si se siente bien en el momento, causará daños a largo plazo en todos los aspectos de tu bienestar. Lo peor de todo, los efectos secundarios del FOBO son los mismos de los fumadores pasivos. Mientras te concentras en tus necesidades, tus vicios lastiman a todas las personas que te rodean. Por eso necesitas establecer estrategias para cortarlo de raíz y actuar con convicción. Aprenderás sobre esto más adelante.
Ok, es hora. Tu viaje comienza ya. Tu primer paso, irónicamente, es una decisión: ¿darás vuelta a la página (de manera literal y metafórica) y empezarás? Dar vuelta a la página significa apagar tu FOMO y seguir adelante en este viaje (adiós videos virales de gatos). También significa ignorar tu FOBO (no buscar en Amazon un mejor libro para leer). En las siguientes páginas te vas a quedar justo aquí, concentrado en la tarea que te corresponde. Así es como vas a dar vuelta a esta página, a la siguiente y así seguirás hasta que llegues a la contraportada. Eso significa ser decidido.