«Bután: situado en la cima del Himalaya y conocido como “la tierra del dragón del trueno”. Remoto y relativamente poco visitado, Bután es el reino del mito y la leyenda. Desde hace siglos, [Bután] vive satisfecho su aislamiento autoimpuesto.
»Enclavado entre la India y el Tíbet, y del tamaño aproximado de Suiza, vive atrapado entre el viejo mundo y el nuevo. El turismo no estuvo permitido hasta la década de los setenta. Para proteger la cultura y el medio ambiente, las autoridades limitan estrictamente el número de visitantes extranjeros que entran en el país anualmente. No hay Starbucks, no hay Kentucky Fried Chicken, no hay Burger King, no hay McDonald’s. O sea, no nos quieren de visitantes. O no en masa, por lo menos.
»Hasta hace unos quince años, en Bután solo había una carretera, la Este-Oeste. Esta arteria, que corta en dos el país, atraviesa sinuosos puertos de montaña salpicados de quebradizas paredes verticales por un lado y terroríficos precipicios por el otro. Se está llevando a cabo una importante ampliación de esta carretera. El plan es tenerla totalmente asfaltada para... un futuro próximo.
»El respeto por el mundo natural es inherente a la identidad espiritual de Bután. En más de la mitad del territorio del país están prohibidas las actividades de urbanización o tala. Nada menos que el 50 por ciento del PIB de Bután procede de la energía hidroeléctrica.»
«Uno de los motivos por los que [Bután] no forma parte del circuito de las rutas turísticas es que resulta muy poco accesible. En el momento de tomar tierra, uno se aferra a su asiento mientras el avión sortea angostos puertos de montaña en medio de alarmantes maniobras, para acabar cayendo sobre el único aeropuerto internacional del país [Paro], ese que algunos consideran el más peligroso del mundo.»
Este aeropuerto de Paro (PBH) recibe vuelos de tres compañías aéreas, procedentes de Bangkok, Singapur, Katmandú y de algunas ciudades de la India y Bután. Se trata de Bhutan Airlines, Drukair y Buddha Air. Los pilotos, debido a las dificultades geográficas de Paro, deben contar con un certificado especial para aterrizar en este aeropuerto. Y aterrizar solo está permitido en horario de luz diurna.
En el aeropuerto hay taxis, pero, para evitar la aglomeración de taxistas que rivalizarán por hacerse contigo, así como los sobreprecios que suelen aplicarse a los turistas, puede ser conveniente reservar a través de una agencia de viajes de prestigio. En Bután suele aceptarse la rupia india y también el ngultrum butanés, que mantiene una paridad fija con la rupia. Un viaje en coche de cuatro pasajeros desde Paro a la capital, Timbu, situada a unos cincuenta y cinco kilómetros de distancia, debería costar en torno a las 1.100 rupias/ngultrum / unos 12 euros.
La butanesa no ha sido tradicionalmente una cultura de propinas, pero la expansión de la industria turística está facilitando su aceptación, e incluso que se espere recibirlas. Para un taxista, entre el 10 y el 20 por ciento del precio del viaje es una buena propina. Lo mismo para restaurantes y hoteles, aunque hay que comprobar la factura para ver si ya incluye un cargo por servicio.
Tony cayó prendado de los distintos resorts de lujo de la cadena Aman en los que se alojó durante su periplo por Bután. Diseñados por el prestigioso arquitecto australiano Kerry Hill, ya fallecido, con exquisita sensibilidad hacia el entorno y haciendo un uso lo más frecuente posible de materiales locales, los establecimientos de la cadena Aman, como corresponde a un semidesconocido reino del Himalaya, son lugares extraordinariamente relajantes y tranquilos.
En Timbu, Tony se alojó en el hotel Amankora, el buque insignia de la cadena Aman en Bután, un establecimiento situado en una colina arbolada y diseñado siguiendo las líneas de los jongs o fortalezas butanesas. En Punakha, Bumthang y Paro se hospedó en los lodges o complejos rurales Amankora. En las cuatro propiedades, los espaciosos dormitorios diáfanos, revestidos de madera y metal, cuentan con estufas de leña (el personal del hotel se encarga de encenderlas), camas de tamaño extragrande, bañeras inmensas y servicio de comedor y de habitaciones con todo incluido.

Situado en un fértil valle subtropical en el que la familia real de Bután pasa los inviernos, el Punakha Lodge destaca por el puente colgante cubierto de banderines de oración que da acceso al complejo. Situado cerca del aeropuerto, el resort de Paro es una buena opción para empezar o terminar un viaje a Bután. Y el Bumthang Lodge está situado en una zona que cuenta con decenas de templos y monasterios.
Pero tanto lujo, comodidad y tranquilidad tiene un precio, por supuesto. Una suite cuesta a partir de 60.000 rupias/ngultrum / unos 700 euros en temporada baja; 90.000 rupias/ngultrum / unos 1.000 euros en temporada alta.
AMANKORA: +975 2 331 333, <www.aman.com/resorts/amankora> (véase precios más arriba)
Tony durmió rodeado de lujo, pero, durante un viaje a Bután que hizo en 2017 en compañía del director de cine Darren Aronofsky, era en la calle donde los esperaba la aventura.
Recién estrenada su película ¡Madre!, una oscura alegoría sobre la destrucción del medio ambiente por la mano humana, Aronofsky sentía curiosidad por un país que hasta el momento se había mantenido a salvo de los peores efectos del descontrol urbanístico.
«Mañana en Timbu, capital y ciudad más grande de Bután. Su población, cien mil habitantes, está creciendo muy deprisa, porque los butaneses han iniciado el inevitable proceso de abandono de la vida rural y agrícola.
»Nuestra primera comida [en Menzu Shiri] se convierte en nuestra favorita para el resto del viaje. Cuando no estoy grabando, lo más probable es que me encuentres comiendo en alguna parte una de esas perversas delicias, los momos. Una bola de masa esponjosa, sabrosa, a menudo picante, rellena de carne, queso o verdura. ¿He dicho ya que Darren es vegetariano?»
MENZU SHIRI: Junto a la calle Norzin Lam, Timbu. No tienen teléfono ni página web. Un plato de 5 momos: 72 rupias / ngultrum aprox. / 0,81 euros aprox.
«Punakha, un pintoresco pueblo de montaña, se encuentra situado a dos horas y media de la capital por carretera. Destino de visita obligada, en su día fue el hogar del venerado y querido Drukpa Kunley, el llamado Loco Divino.»
En Chimi L’Hakhang, el llamado Templo de la Fertilidad, construido en honor de Drukpa Kunley, encontrarás profusión de pinturas, dibujos y esculturas de penes.
«Bután ha rendido homenaje al... esto... falo durante siglos. Tal es el legado de Drukpa Kunley, un lama santo que vivió hace quinientos años y que difundió tanto la doctrina budista como un saludable escepticismo respecto a las instituciones del poder. Practicaba sin pudor el sexo espontáneo, el recurso a los espíritus... y la seducción. Abatía demonios –y hacía muchos amigos– con eso que aparece descrito como su “flamígero rayo de sabiduría”, un término que no creo que cuele si tú y yo lo blandimos.»
