Miyamoto Musashi (1582-1645) es el samurái más famoso de todos los tiempos. Pero, a pesar de su renombre, los detalles relativos a su vida permanecen envueltos en un halo de misterio.1 Es precisamente ese componente místico lo que añade aún más interés a los fragmentos de su vida que se conocen con mayor certeza.
Como casi todo el mundo, empecé a sentir interés por Musashi gracias a la lectura de una obra de ficción muy popular: la novela de 1939 Miyamoto Musashi, de Yoshikawa Eiji. En la novela, Musashi participa en la crucial batalla de Sekigahara2 (1600) cuando todavía es un adolescente, acompañado de su amigo de la infancia, Matahachi. Movidos por la inocencia, esperan demostrar su hombría en el campo de batalla con sus valientes hazañas. Luchan del lado del Ejército del Oeste contra el gran Tokugawa Ieyasu, pero su bando acaba encajando una derrota estrepitosa.
Desanimado por su experiencia en la batalla, Musashi abandona el mundo material y se entrega en cuerpo y alma a la austera vida del samurái, que se dedica a batirse en duelos a espada. En su viaje cuenta con la guía de un famoso monje zen, Takuan Sōhō (1573-1645), que aparece en los momentos decisivos de la historia para ofrecerle sabios consejos, al estilo del Gandalf de El Señor de los Anillos.3 De vez en cuando, una preciosa joven llamada Otsū aparece en escena y tienta a Musashi para que renuncie a sus obligaciones militares y adopte las propias del matrimonio. De una manera rayana al heroísmo, él se resiste a sus encantos.4
A lo largo de la novela, Musashi se debate entre la vida y la muerte y pone a prueba su valía contra los espadachines más famosos de la región. Se bate en duelo con el ilustre clan Yoshioka en Kioto y es capaz de derrotar a todos sus miembros con una sola mano gracias a una combinación de astucia, osadía y habilidad. El clímax de la novela se produce, sin embargo, en el célebre duelo con el formidable Sasaki Kojirō en la remota isla de Ganryūjima.
Kojirō, armado con una enorme espada apodada literalmente «la vara de secar» por su longitud, espera impaciente en tierra firme la llegada de Musashi a bordo de un bote de remos. Pero Musashi espera su momento. Durante el viaje, talla uno de los remos del bote para convertirlo en una rudimentaria, pero brutalmente efectiva, espada de madera y se ciñe una banda (hachimaki) alrededor de la cabeza para evitar que el cabello le caiga sobre los ojos. Cuando los dos se encuentran por fin en la playa, intercambian burlas e insultos mientras la tensión va en aumento. En el clímax del duelo, los dos hombres se lanzan uno contra otro, pero Musashi se alza con la victoria cuando le parte el cráneo a Kojirō de un preciso golpe. En ese mismo instante, la punta de la vara de Kojirō rasga el hachimaki de Musashi por la mitad y le causa un corte en la frente, como si el autor quisiera destacar la precisión y la superioridad de las habilidades de Musashi y la precaria naturaleza de su vida como duelista.
La novela de Yoshikawa sobre la vida y las hazañas de Musashi se convertiría en un modelo a seguir para las versiones posteriores de la historia, que tanto abundan en la cultura popular bajo la forma de cómics, películas o series de televisión. Aunque se trata de una obra de ficción, la mayoría de los japoneses creen que la versión de Yoshikawa sobre la historia de Musashi es la más cercana a la realidad. Sin embargo, el mismo Yoshikawa reconoció que apenas existían documentos fiables sobre Musashi y que la información disponible «no ocuparía más de 60 o 70 líneas de texto impreso».
Como en aquel momento no me preocupaba demasiado la precisión histórica, me sentí irremediablemente atraído por la versión romántica de la vida de Musashi que se refleja en la novela. Después de pasar un año en Japón como alumno de intercambio para estudiar kendo (el arte marcial japonés de la esgrima) cuando aún estaba en el instituto, Musashi se convirtió en una especie de modelo ideal, y doce meses después me sentí obligado a proseguir mi propia búsqueda.
Mi entusiasmo, propio de un inocente adolescente, no conocía límites. En poco tiempo me matriculé en la recién creada Universidad Internacional de Budo, una institución especializada en artes marciales situada en la prefectura de Chiba. Me pasé la mayor parte del año practicando kendo y también pude conocer a uno de los profesores de la universidad, Uozumi Takashi, el mayor experto en Musashi de todo el mundo. Es gracias a sus prodigiosas investigaciones que ha sido posible en estos últimos años esclarecer muchos detalles sobre la vida de Musashi. Y gracias también al profesor Uozumi conocí la existencia del Gorin-no-sho de Musashi, cuya traducción tienes ahora entre las manos, y empecé a adentrarme en la filosofía que hay detrás de la obra. También descubrí que las palabras estampadas en un pergamino expuesto en el dojo de mi instituto, donde practiqué el kendo por primera vez, estaban sacadas de la obra de Musashi. Después de cada entrenamiento, recitábamos este verso al unísono y a pleno pulmón:
Mil días de entrenamiento para forjar
y diez mil días de entrenamiento para perfeccionar.
Pero un combate [de kendo] se decide en un instante.
Tras una larga e ilustre carrera como espadachín, durante la cual perfeccionó sus técnicas marciales, y tras varios años de estudio académico, Musashi se retiró a la cueva Reigandō para meditar y plasmar en Gorin-no-sho sus ideas sobre el Camino del guerrero. En mayo de 1645, una semana antes de su muerte, legó el manuscrito y todas sus posesiones terrenales a su discípulo más querido, Terao Magonojō. A Musashi se le atribuyen también otras obras, entre ellas Heidōkyō («Espejo en el camino del combate», 1605), Heihō-kakitsuke («Notas sobre la Estrategia de Combate», 1638), Heihō Sanjūgo-kajō («Estrategia de Combate en 35 artículos», 1641), Gohō-no-Tachimichi («Los caminos de las cinco direcciones de la espada») y Dokkōdō («El camino recorrido en solitario», 1645). No obstante, su obra más conocida es Gorin-no-sho.
Podría decirse que este libro de Musashi es uno de los tratados sobre artes marciales más leídos e influyentes. No sólo es objeto de estudio por parte de los aficionados a las artes marciales, a quienes iban dirigidos en un principio los manuscritos, sino también por el público japonés en general y por aquellos lectores del resto del mundo que buscan un atisbo del implacable mundo de los guerreros samuráis. Su discurso sobre la estrategia se ha convertido en un manual de referencia para los líderes militares modernos, así como para los guerreros corporativos que tratan de dar el golpe en la bolsa o que buscan el éxito en el competitivo mundo de los negocios.5 Los expertos en el campo de la psicología del deporte han adoptado sus enseñanzas como si fueran la receta que garantiza el éxito en el mundo de la competición moderna.
En Gorin-no-sho y el resto de sus obras, Musashi proporciona pocos detalles sobre su vida. Sólo menciona que su primer combate a vida o muerte tuvo lugar a los trece años de edad y que dedicó los siguientes quince años a viajar y a batirse en duelo por todo el país. En la etapa final de este periodo, después de más de sesenta combates a muerte, se dio cuenta de que las victorias que había obtenido se debían sobre todo a la suerte, y no tanto a sus conocimientos o habilidades, y sintió que había llegado a una especie de callejón sin salida. Así, a los treinta años decidió dedicar el resto de su vida a la búsqueda de una verdad superior. Tras varios años de meditación y austero entrenamiento, se dio cuenta de que los principios que permiten alcanzar la victoria con la espada son los mismos que conducen al éxito en todos los aspectos de la vida. Esta epifanía y toda su sabiduría asociada componen el núcleo del libro de Musashi y son los elementos que han hecho de él una obra universal, imperecedera y atemporal.
Alrededor de la figura de Musashi se ha levantado una poderosa industria que sigue muy viva en el Japón actual y, por descontado, en el resto del mundo. Musashi es un gran negocio, y son demasiadas las personas que se han aprovechado de su nombre y su reputación —y que lo siguen haciendo— para sacar un beneficio económico. Entre ellas hay que incluir a los propietarios de los presuntos recuerdos de familia relacionados con Musashi, que protegen la «autenticidad» de sus tesoros con verdadera devoción. Otros han querido beneficiarse de unos supuestos vínculos familiares que en Japón conceden un gran prestigio a todo un grupo o incluso a toda una región. Los propietarios de las reliquias y de los lugares relacionados con Musashi suelen ignorar cualquier hecho histórico que pueda perjudicar su estatus y los beneficios asociados, lo que en cierta medida resulta comprensible.
Por ejemplo, la pequeña localidad rural de Mimasaka, en la prefectura de Okayama, que sería un destino absolutamente desconocido en condiciones normales, presume del nombre de su hijo más célebre para atraer un constante flujo de turistas que quieren visitar «el lugar de nacimiento de Musashi». Los fans de Musashi y los grupos de artes marciales, tanto japoneses como extranjeros, mantienen viva la economía local mientras desfilan por la pintoresca y automatizada estación de tren «Miyamoto Musashi», bautizada con ese nombre en una fecha tan reciente como 1994.
Las investigaciones recientes sugieren que Musashi ni siquiera nació en Mimasaka, pero la noticia cayó en oídos sordos en el pueblo. Lo mismo puede decirse, por ejemplo, de los orgullosos guardianes de los dibujos a tinta «de valor incalculable» que se atribuyen erróneamente a Musashi,6 y que no ven con muy buenos ojos que un artículo tasado en millones de yenes se convierta de repente en un objeto sin valor.
Mucho de lo que sabemos, o de lo que creemos saber, sobre la carrera de Musashi proviene de relatos escritos mucho después de su muerte. Venganza en Ganryūjima, una obra de teatro kabuki estrenada en 1737, describía el duelo entre Musashi y Kojirō. La obra contenía alusiones muy dramáticas a un castigo divino, en gran parte inventadas, y se convirtió en un éxito inmediato en los centros urbanos de Osaka, Edo y Kioto, donde aguantó mucho tiempo en cartel. Otra obra de teatro posterior con un argumento muy similar, Ganryūjima Shōbu Miyamoto de Tsuruya Nanboku (1755-1829), reforzaba el carácter audaz de Musashi dentro del imaginario popular, tal como hacían muchos otros relatos orales, espectáculos de marionetas, obras literarias y expresiones artísticas de todo tipo.7
No cabe duda de que Musashi era un genio como guerrero y como artista, pero la idealización de su vida y sus hazañas resulta tan innecesaria como involuntaria, ya que él nunca hizo nada por alimentar el mito. Sin embargo, teniendo en cuenta el gusto humano por el drama y el heroísmo, la leyenda de Musashi ha ido cobrando vida propia y ha transformado al samurái en el superhéroe de capa y espada por excelencia, poseedor de unas cualidades casi divinas. Muchas de las anécdotas que rodean su figura se han tomado al pie de la letra y, en la actualidad, su vida es un batiburrillo de ficción aderezado con unas pocas gotas de realidad.
Al margen de los espectáculos de masas, las interpretaciones seudoacadémicas de la vida de Musashi también han contribuido a glorificar la leyenda. Honchō Bugei Shōden, de Hinatsu Shigetaka, por ejemplo, es una de las fuentes de información sobre los guerreros del periodo Edo y las distintas escuelas de esgrima que goza de mejor reputación. Publicada en 1716, unos setenta años después de la muerte de Musashi, desempeñó un papel fundamental en la creación del relato más popular de sus hazañas; en concreto, de los famosos duelos con la familia Yoshioka en Kioto y con Kojirō en la isla Ganryūjima.
A pesar de que deletrea erróneamente el nombre de Musashi (véase la nota al pie n.º 1), la obra de Shigetaka es bastante más fiable que muchas otras, puesto que incluye el texto completo de la inscripción encontrada en el famoso monumento Kokura,8 erigido en honor a Musashi por su hijo adoptivo (y sobrino), Miyamoto Iori, nueve años después de la muerte de su padre (véase el Apéndice). Con el recuerdo de Musashi todavía fresco en el imaginario popular, puede darse por sentado que Iori tuvo la precaución de no exagerar los hechos. En este sentido, la inscripción es el relato más fidedigno que se podría obtener. Sin embargo, la inscripción es concisa y sólo ofrece una breve sinopsis de los famosos duelos de Musashi con el clan Yoshioka y Kojirō. Las obras escritas décadas —cuando no siglos— después de la muerte de Musashi incluían cada vez un mayor número de detalles, a pesar de que no contrastaban los hechos. Todas estas narraciones deben leerse con mucha cautela.
De todas las obras sobre Musashi, las dos siguientes fueron las más influyentes, si bien una gran parte de su contenido es discutible. La primera es una extensa biografía de Musashi titulada Bushū Genshin-kō Denrai (o también Bushū Denraiki y Tanji Hōkin Hikki), publicada en 1727 por Tanji Hōkin (conocido también como Tachibana Minehira). Este libro se basa en una serie de entrevistas con el tercer y el cuarto directores de la escuela de esgrima Niten Ichi-ryū, que fundó el mismo Musashi y que, en gran medida, es la responsable de la popularidad de su estilo en el periodo posterior a su muerte. El autor del libro era el cuarto hijo de Tachibana Shigetani, un vasallo de Kuroda Yoshitaka Jōsui, quien luchó con Tokugawa Ieyasu contra las fuerzas anti-Tokugawa en Kyūshū. El descubrimiento reciente de varias fuentes primarias sugiere que el mismísimo Musashi también estuvo a las órdenes de Kuroda Jōsui en Kyūshū y no en la batalla de Sekigahara, por lo que luchó a favor, y no en contra, de Tokugawa Ieyasu.9
El segundo relato, y el más aclamado sobre la vida de Musashi, es Nitenki, publicado en 1776 por Toyota Kagehide, un veterano sirviente que trabajaba en la región de Kumamoto, donde Musashi pasó sus últimos años. El abuelo de Kagehide, Toyota Masakata, era uno de los cortesanos de Nagaoka Naoyuki, quien había sido alumno de Musashi cuando era joven. Masakata se convirtió en profesor de la escuela Musashi-ryū Heihō (nombre alternativo de la Niten Ichi-ryū). Fiel devoto de Musashi, Masakata recogió todos los documentos que pudo encontrar en los que apareciera el nombre de su maestro. Los dejó a su hijo, Toyota Masanaga, quien los recopiló en un libro llamado Bukōden. Kagehide escribió su Nitenki a partir de este compendio.
Todas y cada una de estas crónicas perpetuaron el mito de Musashi, aunque un análisis más detallado revela que sus autores se tomaron considerables libertades para cubrir los huecos de la historia. Por ejemplo, en su Bushū Genshin-kō Denrai, Hōkin escribe sobre los años de juventud de Musashi y relata una disputa que mantuvo con su padre, Munisai. Según Hōkin, Musashi mostraba muy poco respeto por las habilidades de Munisai con el jitte (una especie de porra) y su estilo de combate con la espada.10 Ofendido, Munisai le lanzó una espada corta y, según Hōkin, lo echó de casa con sólo nueve años. Musashi se fue a vivir con su tío materno, que era monje budista. Hōkin también escribe sobre la supuesta aversión de Musashi por la higiene y añade que consiguió llegar a viejo sin darse un buen baño después de un duro día de combates. Por lo visto, Musashi decía que con un cubo de agua caliente tenía suficiente para lavarse. Otra posible explicación es que Musashi sentía que estar desnudo en un baño lo hacía vulnerable a los ataques.
O quizá se debía al eczema que padecía… Esta clase de anécdotas se han convertido en una parte indispensable del mito de Musashi, a pesar de que no haya ninguna prueba de su veracidad.
Pero, sobre todo, los duelos de Musashi están descritos con una fantasía desbocada. Como el propio Musashi afirma en Gorin-no-sho, su primera experiencia en un combate a vida o muerte tuvo lugar a los trece años, contra Arima Kihei. En realidad se desconoce quién era Arima Kihei, salvo que se trataba de un discípulo de la Shintō-ryū. Hay una referencia documentada a «Arima Tokisada», profesor de la Shinto-ryū de Mikawa cuando Tokugawa Ieyasu vivía allí, pero no se sabe si Kihei y Tokisada eran la misma persona o si guardaban algún tipo de relación.
Arima Kihei, según nos cuenta Hōkin, estaba haciendo el peregrinaje del guerrero (musha-shugyō) de camino a Harima, donde hizo colgar un cartel en el que retaba en duelo a cualquier luchador de la ciudad. Esta práctica era habitual en una época en que los guerreros nómadas salían de gira para demostrar sus habilidades con la esperanza de llamar la atención y ganarse un puesto fijo y bien remunerado al servicio de un señor de la guerra (un daimio). Anunciar la propia llegada a la ciudad con un punto de belicosidad era parte aceptada del juego de la vida y la muerte en el que participaban los guerreros del Japón feudal.

Musashi respondió a la llamada y retó en duelo a Arima Kihei. El monje con quien se suponía que vivía por aquel entonces se mostró horrorizado ante la posibilidad de que Musashi, un vulgar chaval de trece años, pudiera demostrar tanta osadía. El monje se presentó en los aposentos de Kihei y le suplicó que renunciase al duelo, además de prometerle que obligaría a Musashi a disculparse en público. Musashi, sin embargo, tenía otra idea en la cabeza e hizo acto de aparición con un arma que medía un metro y ochenta centímetros de longitud. Antes de que nadie pudiera detenerlo, se lanzó contra Kihei blandiendo su arma como un loco. Kihei sacó su espada para rechazar el ataque, pero Musashi penetró sus defensas, esquivó su estocada y, sin la menor deferencia, descargó un fuerte golpe en su cabeza. Apenas consciente, Kihei intentó recomponerse, pero Musashi recuperó su arma y le asestó catorce o quince golpes más hasta causarle la muerte. Evidentemente, este relato es una creación de la imaginación de Hōkin, pero aun así es una buena historia.
Como Tanji Hōkin, Kagehide no tenía demasiados reparos a la hora de embellecer la realidad y decidió combinar anécdotas de otras historias para crear un excitante relato de la vida de Musashi. La mayoría de los detalles más frecuentes, pero completamente falsos, de lo que ocurrió en el duelo de Musashi con Sasaki Kojirō en Ganryūjima provienen del Nitenki de Kagehide. Por ejemplo, la idea de que Musashi retrasó su llegada a la isla para impacientar a Kojirō y condicionar su actuación no es cierta. Igual de errónea es la creencia generalizada de que Musashi, mientras cruzaba el estrecho, se fabricó una espada gigante de madera a partir de un remo. Incluso el apellido de su oponente, Sasaki, no es auténtico, sino que tiene su origen en una versión del personaje de Kojirō que aparece en una obra de teatro kabuki.
Las historias de Musashi se pusieron muy de moda durante el periodo Edo, pero el libro de Musashi, Gorin-no-sho, no se publicó por primera vez hasta 1909, gracias a la Miyamoto Musashi Iseki Kenshō-kai (la Sociedad de Protección de los Materiales Históricos de Miyamoto Musashi, de ahora en adelante la «Sociedad Musashi»). En un principio, Musashi redactó los cinco rollos de pergamino para transmitir sus conocimientos sobre la estrategia del combate a los discípulos de su escuela y no como un documento destinado al gran público. Junto con Gorin-no-sho, la Sociedad también publicó otros documentos del periodo Edo relacionados con Musashi, como Bushū Genshin-kō-Denrai y Nitenki, con la idea de crear lo que sería la primera enciclopedia moderna sobre la vida y la obra de Musashi: Miyamoto Musashi.
El Japón de principios del siglo XX estaba políticamente maduro para recibir una dosis de fanfarronería al estilo de Musashi. Durante el periodo Meiji (1868-1912), el país abrió sus puertas al mundo. También se instauró un sistema educativo en todo el país que promovió la idea de que los ciudadanos del Japón moderno eran los herederos de la tradición samurái, a pesar de que las distinciones de clase propias del periodo Edo habían sido abolidas y de que muchos descendientes de los samuráis, que nunca habían representado más del 5 o el 6 por ciento de la población, se habían diluido en las turbulentas corrientes de la modernización. Ideas de nueva creación, como el Bushido (el Camino del guerrero), que apelaban al orgullo del soldado se propagaron con fuerza a partir de la década de 1890. La heroica imagen del samurái de antaño resultó muy útil para los fines del gobierno central, que alimentaba el fuego del nacionalismo y del imperialismo en un intento de ponerse al nivel de los países occidentales avanzados. Como señala el antropólogo Harumi Befu: «La modernización de Japón coincidió con el proceso de samuraización; la difusión de la ideología de la clase militar dominante».11 Este proceso se llevó a cabo introduciendo una versión modificada de la «ideología del guerrero» en el Código Civil y en el currículum escolar, a través de la cual las costumbres más famosas de los samuráis «penetraron en el pueblo llano».12
Desde los últimos años del periodo Meiji hasta la derrota de Japón en la Segunda Guerra Mundial, las concepciones modernas del Bushido y de las artes marciales se utilizaron de manera muy eficaz como herramienta pedagógica, tanto para inculcar la doctrina nacionalista del sacrificio como para fomentar la idea de que los japoneses eran una poderosa raza guerrera. El inicio de este clima político y social anunció el boom moderno de la figura de Musashi.
Mientras los debates sobre el Bushido y el espíritu japonés reunían a un público numeroso y entusiasta, Musashi se convirtió en una especia de icono de la cultura samurái. Takano Sasaburō, pionero de la formulación del kendo moderno, incluyó el Gorin-no-sho en el apéndice de su obra clásica Kendō (1913), que se convertiría en el manual estándar de todas las escuelas del país. A partir de este periodo, las ideas de Miyamoto Musashi ejercieron una considerable influencia en la filosofía más popular del kendo. De hecho, hay algunos practicantes de kendo moderno que escogen competir con dos espadas, en lugar de con una sola, siguiendo la tradición de Musashi.
Del mismo modo que la mayoría de los japoneses veneran a Musashi y lo consideran el guerrero definitivo, otros desprecian su figura porque creen que representa la antítesis del Camino del samurái. Una de las críticas más frecuentes es su presunta utilización de tácticas dilatorias —y algo cobardes— para irritar a sus oponentes y obtener la victoria a cualquier precio, aunque resultara deshonrosa. A pesar de que Musashi afirmaba haber vencido en unos sesenta duelos a muerte, hay pocas fuentes que permitan verificar quiénes fueron sus oponentes. ¿Acaso sus rivales eran unos «don nadie» que se dedicaban a vagar por el mundo y que simplemente se encontraban en el lugar y en el momento equivocados? Algunos estudiosos sostienen que Musashi era poco más que un maniaco homicida que se dedicaba a asesinar a piltrafas humanas por simple placer.
Llamar «samurái» a una persona en el Japón actual es concederle el mayor elogio imaginable. La palabra encarna la fuerza, el altruismo, la valentía, la lealtad y el honor. Hasta qué punto Musashi personifica estos valores es una cuestión de opinión. Sea como fuere, la reputación de Musashi como maestro absoluto de los guerreros samuráis quedaría establecida para siempre en los fascículos que el novelista Yoshikawa Eiji publicó a lo largo de cuatro años en el periódico Tokyo Asahi Shimbun. Editados por primera vez en 1935, aquellos artículos se acabarían reuniendo en un único volumen y se publicarían como novela bajo el sencillo título de Miyamoto Musashi. Gran parte del material utilizado provenía de la edición publicada por la Sociedad Musashi en 1909 y, así, el libro se convirtió en la guía de referencia para toda una nueva generación de películas; seriales radiofónicos; obras de teatro y, más recientemente, programas de televisión; cómics manga y videojuegos.
La serie de televisión de la NHK sobre la vida de Musashi, emitida a lo largo de todo un año y protagonizada por Ichikawa Shinnosuke, quien pertenece a la séptima generación de una larga saga de actores kabuki, fue uno de los programas de mayor audiencia en Japón durante 2003.13 Sería la chispa que provocaría una verdadera explosión del turismo doméstico hacia los lugares históricos donde se desarrolla la historia de Musashi, como Mimasaka y Ganryūjima. También son dignos de mención los cómics de la serie «Vagabond» del artista manga Inoue Takehiko, aclamados por la crítica especializada.* En 1998 empezaron a publicarse por entregas en la revista Weekly Morning, hasta que en 2014 se editaron juntos en 37 volúmenes. La edición en inglés se publicó en 2015 y ha vendido millones de copias en todo el mundo.
Una gran parte de lo que sabemos hoy en día sobre Musashi se basa en conjeturas más o menos fundamentadas. El manuscrito original de Gorin-no-sho, por ejemplo, no se ha encontrado nunca. Estamos obligados, por lo tanto, a depender de copias manuscritas posteriores y copias de copias, que incluyen muchas incoherencias. Ni siquiera los expertos se ponen de acuerdo a la hora de afirmar que Musashi es el verdadero autor de Gorin-no-sho. Hay quien sostiene que lo escribió uno de los alumnos de Musashi después de su muerte, y que el discípulo se habría limitado a firmar el manuscrito con el nombre de su maestro. Sin embargo, las pruebas señalan de forma irrefutable que Musashi sí escribió Gorin-no-sho. En mi interior, yo no albergo la menor duda.
Casi todos los que se atreven a opinar sobre el universo de Musashi, y son muchos los que entran en esta categoría, basan la mayoría de sus conclusiones en relatos que no son fiables desde un punto de vista histórico. La verdad es que nadie conoce los hechos. Por fortuna, en los últimos años se han recuperado varias fuentes, hasta ahora desconocidas, que aportan nuevos detalles sobre la extraordinaria vida de Musashi. A medida que, con un poco de suerte, se vayan descubriendo nuevos documentos en los próximos años, la verdad se hará aún más evidente. Hasta entonces, me limitaré a hablar de los acontecimientos de su vida que conocemos con absoluta certeza y, al mismo tiempo, zanjaré algunas cuestiones que sólo son fuente de errores.

El lugar y la fecha de su nacimiento, así como su ascendencia, son objeto de disputa desde hace mucho tiempo. Hay varias teorías muy populares: hay quien está convencido de que Musashi nació en Mimasaka, mientras que otros dicen que fue en Harima. Las dos regiones son muy cercanas y Musashi residió en ambas durante sus años de formación. La teoría Mimasaka ganó popularidad en 1909 con la publicación del libro de la Sociedad Musashi, Miyamoto Musashi. El libro sostiene que Musashi era el hijo de Hirata Muni(sai)14 de la localidad de Miyamoto, una conclusión basada en la información contenida en Gekken Sōdan (1790), Mimasaka Ryaku-shi (1881) y Tōsakushi (1815). No obstante, dichos libros contienen materiales reciclados escritos mucho después de la muerte de Musashi, por lo que su veracidad es cuestionable.
En los documentos de la familia Hirata reproducidos en Tōsakushi, Hirata Shōgan aparece como el padre de Munisai. Sin embargo, la fecha en que sitúa la muerte de Shōgan es veintiséis años anterior al nacimiento de Munisai. Es más, por lo visto Munisai falleció dos años antes de que naciera Musashi. ¡Eso convertiría a Musashi en un milagro de proporciones divinas! Los ideogramas utilizados para escribir «Musashi» en el texto también son erróneos. Se extrajeron de una obra de teatro kabuki muy popular a finales del siglo XVIII.15
A principios de la década de 1960, en el santuario Tomari de la ciudad de Kakogawa, en la prefectura de Hyogouna, se descubrió una placa de madera que iba a resultar muy útil. Fechada en 1653, la placa estaba adherida a la viga interior del santuario para conmemorar la finalización de las obras de restauración que había patrocinado la familia Tabaru, originaria de la misma ciudad.16 Oculta a la vista durante tres siglos, la placa está adornada con una inscripción de Iori, sobrino e hijo adoptivo de Musashi, y en cierto modo resuelve el misterio de la historia familiar de Musashi, pues confirma la teoría de que Musashi fue adoptado por Munisai.
La adopción de Musashi también aparece recogida en Miyamoto Kakei-zu («Genealogía de la familia Miyamoto»), aunque los expertos no dan veracidad a este documento por las contradicciones que contiene respecto a las fechas de muerte del padre y la madre de Musashi. Según el texto, habrían fallecido en 1573 y 1577, respectivamente, ¡lo que resulta del todo imposible porque también afirma que Musashi nació en 1582! Los registros de la familia Miyamoto tuvieron que reescribirse en 1846 después de que un incendio los destruyera. Así, no debería sorprender a nadie que contengan irregularidades, sobre todo en los cálculos del complejo calendario japonés utilizado en aquella época (nengō).
Todos los documentos disponibles tienen sus virtudes y sus defectos. Mediante la comparación de distintas fuentes, como los archivos de las familias Tabaru y Miyamoto, la inscripción del monumento Kokura y la placa del santuario Tomari, puede afirmarse con casi total seguridad que Musashi nació en Harima, no en Mimasaka. El propio Musashi afirma en el pasaje inicial de Gorin-no-sho que es «un guerrero de Harima». En efecto, las investigaciones más recientes y fiables del profesor Uozumi concluyen que Musashi fue el segundo hijo de Tabaru Iesada de Harima-no-Kuni, en una aldea llamada Yonedamura.
Para complicar aún más las cosas, Musashi también menciona en la introducción de Gorin-no-sho que, desde el «décimo día del décimo mes, Kan’ei 20 (1643)», ya tiene «sesenta años de edad». Tras hacer los cálculos, cualquiera daría por hecho que Musashi nació en 1584. Pero si interpretamos «sesenta» como una cifra aproximada, es decir, que en realidad se encontraba en la sesentena —lo cual sería una hipótesis mucho más probable—, los registros familiares ya mencionados y otros documentos coinciden en que su año de nacimiento es en realidad 1582.17
La familia Tabaru era una rama del clan Akamatsu, una destacada estirpe militar del periodo Muromachi (1333-1568). En 1336, Akamatsu Norimura (1277-1350) se alineó con Ashikaga Takauji, fundador del sogunato Muromachi, y como recompensa por su lealtad recibió el título de gobernador militar (shugo) de la provincia de Harima, con todos los privilegios asociados a su cargo.
En un ejemplo más de las típicas traiciones del Japón medieval, y después de descubrir las intenciones del cuarto sogún, Ashikaga Yoshimochi, quien pretendía regalar sus tierras en Harima a su primo segundo, Akamatsu Mochisada (?-1427), un colérico Akamatsu Mitsusuke (1381-1441) decidió tenderle una trampa a Mochisada. Parece ser que Mochisada era uno de los cortesanos «favoritos» de Yoshimochi, pero no tuvo más remedio que suicidarse según el ritual (seppuku) cuando se difundió el rumor de que mantenía una relación con una de las concubinas del sogún; una historia que probablemente divulgó el propio Mitsusuke.
Según la inscripción de Iori y los registros familiares, el patriarca original de la familia Tabaru era el mismísimo Akamatsu Mochisada. Los registros de la familia Akamatsu revelan que el linaje de Mochisada concluye con su hijo Iesada, quien probablemente huyó a Yonedamura después de que Akamatsu Mitsusuke deshonrara a su padre. Además, en la genealogía de la familia Miyamoto sólo hay un gran interrogante en las dos generaciones posteriores a Iesada, porque a continuación el linaje vuelve a empezar con Tabaru Sadamitsu. El hijo de Sadamitsu era Iesada (a quien no hay que confundir con su tatarabuelo), el padre biológico de Genshin (Musashi).
Como el árbol genealógico omite a dos generaciones enteras, no queda claro si los Tabaru de Yonedamura eran parientes directos del clan Akamatsu. Durante el periodo Edo, las familias de samuráis solían ampliar su linaje a través de alguna asociación poco convincente con un notable antepasado. Solía ser difícil, cuando no imposible, verificar la autenticidad de dicha asociación y, además, una vez que quedaba registrada por escrito, se convertía en parte indisoluble de la tradición familiar. Éste es el motivo por el que las raíces de Musashi están envueltas en tanto misterio. No obstante, las fuentes más fiables con las que contamos en la actualidad refuerzan la hipótesis de que Musashi era un Tabaru y de que se convirtió en el «hijo adoptivo» de Shinmen Muninosuke (Miyamoto Munisai) a la edad de nueve años.

El análisis de los acontecimientos políticos de la época a partir de otras fuentes no relacionadas con Musashi también señala ésta como una conclusión bastante razonable. En 1578, hacia el final del periodo de los estados en guerra, y cuatro años antes del nacimiento de Musashi, Harima se convirtió en el campo de batalla donde las fuerzas de Oda Nobunaga, lideradas por Toyotomi Hideyoshi, se enfrentaron con el clan Mōri. Alineadas con los Mōri, la familia Kodera y otras estirpes guerreras de la región cayeron derrotadas en la batalla contra los Hideyoshi, que se alargaría dieciocho meses. Al final, el baluarte de los Kodera caería y la familia perdería su posición social: ya no podrían ser guerreros.
La familia Tabaru, que servía a las órdenes del clan Kodera, también perdió su posición social y sus miembros tuvieron que dejar de ser samuráis, aunque se les permitió seguir viviendo en la zona como granjeros. Estas medidas representan los primeros intentos de Hideyoshi por separar a la clase militar del campesinado (heinō bunri). Aunque podían considerarse afortunados por no haber desaparecido del todo en manos de los Hideyoshi, semejante rebaja en su estatus debió representar un golpe muy duro para los Tabaru y otras familias de samuráis de Harima. Este episodio sería el detonante de la adopción de Musashi.
Los ancestros de Musashi también se remontan al clan Akamatsu. Es muy probable que Munisai naciera en el seno de la familia Hirao, no de los Hirata como se afirma muchas veces.18 Un documento de 1689 que trata la historia de la familia Hirao menciona: «Miyamoto Muni, padre de Musashi». También sostiene que después del Incidente Katsuki de 1441 y de la consecuente caída del clan Akamatsu,19 un representante de la tercera generación, Akamatsu Enshin, se trasladó a un lugar llamado Hirao en Harima, donde se hizo llamar Hirao Minbu Taiyu, para poco después establecerse cerca de Ohara.
Los Hirao se vieron envueltos en una disputa con la familia Shinmen de la misma zona, que también era de linaje Akamatsu. Derrotados por los Shinmen en 1499, tuvieron que dejar su hogar y trasladarse a un pueblo llamado Miyamoto. Hirao Tarō’emon era el cabeza de familia de la cuarta generación de los Hirao, y se cree que éste no sería otro que Munisai. Cuando Tarō’emon buscó trabajo con el eminente clan Shinmen, es posible que le pareciera inteligente desprenderse del apellido Hirao, teniendo en cuenta el antagonismo del pasado, y reemplazarlo por Miyamoto.
Tarō’emon demostró ser un digno vasallo del clan Shinmen. Recibió la importante misión de informar a Hideyoshi de que los Shinmen le juraban lealtad, una decisión que la familia tomó por pura casualidad. Pero poco después, y en recompensa por su lealtad, los Shinmen recibirían un trato muy favorable tras la victoriosa campaña de Hideyoshi. Por sus hazañas, Munisai recibió la autorización para utilizar el ilustre nombre Shinmen.
Musashi, como segundo hijo de Tabaru Iseda, fue dado en adopción a Miyamoto (Shinmen) Munisai. Con esta decisión, al menos una persona del linaje Tabaru conservaría el estatus de samurái, lo que era un gran motivo de orgullo. Fue un arreglo lógico teniendo en cuenta que los enmarañados orígenes de la genealogía Akamatsu los conectaban a todos de una u otra forma.20 A lo largo de su vida, Musashi solía referirse a sí mismo con el nombre de Miyamoto. Sin embargo, en Gorin-no-sho firma como Shinmen Musashi Genshin, quizá como una referencia a sus ancestros. También se rumorea que en su lecho de muerte pidió a su alumno Terao Kumenosuke que legara el nombre Shinmen a aquel discípulo de la Niten Ichi-ryū que demostrase un talento extraordinario.
El entorno de Munisai es tan desconocido como el de Musashi. Gran parte de la información disponible sobre su figura aparece en textos escritos mucho después de su muerte. Aun así, y por lo que ha podido recuperarse, resulta evidente que Munisai era un consumado artista marcial, famoso por su destreza y valentía en la batalla. Se dice que en una sola batalla arrancó las cabezas de siete guerreros enemigos con un jūmonji-yari (una lanza con cruceta), un arma con la que era especialmente habilidoso. También creó un estilo de combate en el que se usaban dos espadas a la vez y que llamó Tōri-ryū.21
Tal era el renombre de Munisai con la espada que fue invitado a demostrar su talento ante el último sogún de la era Muromachi, Ashikaga Yoshiteru. Cuando se enfrentó al instructor personal del sogún, Yoshioka Kenpō, Munisai ganó dos de los tres combates. Su actuación impresionó al sogún, quien entonces distinguió a Munisai con la noble designación de Hinoshita Musō («sin igual bajo el sol»).22 La fecha de la muerte de Munisai es incierta. Su nombre aparece en un documento llamado Hinamaki (1613), por lo que se supone que ocurrió después de esa fecha. Sin duda alguna, Musashi acabó en manos de un guerrero formidable a quien le gustaba desafiar las convenciones. Resulta evidente que Musashi, que tuvo que entrenar muchas horas bajo la supervisión de su padre adoptivo, Munisai, heredó ese rasgo de su carácter.
En los relatos más populares de la vida de Musashi, casi siempre se dice que participó en la decisiva batalla de Sekigahara el 21 de octubre de 1600, que precedió a la institución del sogunato Tokugawa, pero lo cierto es que no hay ningún documento que demuestre su presencia. La hipótesis más plausible es que estuviera en la isla de Kyūshū combatiendo como aliado de Tokugawa Ieyasu, a las órdenes de Kuroda Yoshitaka Jōsui, en la batalla de Ishigakibaru del 13 de septiembre de 1600. Musashi estaba relacionado con el clan Kuroda a través de su familia biológica (los Tabaru). En el pasado, los miembros de la familia Kuroda habían sido barones de Harima, al servicio del clan Kodera, antes de que la provincia cayera en manos de Hideyoshi. Conectado por su linaje Akamatsu, Munisai se convertiría más adelante en vasallo de la familia Kuroda, cuando también lo era de la familia Shinmen.23
En el periodo posterior al desastre de Sekigahara, Japón estaba repleto de guerreros sin trabajo (rōnin). Algunas estimaciones calculan que había hasta quinientos mil samuráis sin dueño vagando por las zonas rurales. La paz era frágil, por lo que los señores de la guerra salieron a la búsqueda de instructores con experiencia en combate. Los quince años entre Sekigahara y el primer asedio del castillo de Osaka, en 1615,24 fueron la edad de oro del musha-shugyō, el peregrinaje ascético de los guerreros samuráis, pero también una época peligrosa para viajar por las carreteras del país. Algunos encontraron trabajo a las órdenes de nuevos señores y otros colgaron sus espadas para siempre, pero la mayoría vagaba por las provincias buscando la oportunidad de hacerse un nombre, lo que a menudo significaba meterse en problemas. Fue en aquel momento cuando Musashi se embarcó en su «peregrinaje del guerrero» y emprendió el camino hacia Kioto.
Dos años después de su llegada a Kioto, Musashi desafió a la misma familia Yoshioka que Munisai había vencido años atrás. En 1604, derrotó al cabeza de familia, Yoshioka Seijūrō. En un segundo encuentro, subyugó con éxito al hermano menor de Seijūrō, Denshichirō. El tercer y último duelo fue contra el hijo de Seijūrō, Matashichirō, quien iba acompañado de varios seguidores de la escuela Yoshiokaryū. Una vez más, Musashi salió victorioso, y es a partir de este momento cuando su leyenda empieza a extenderse de verdad. Tantas hazañas contra una célebre familia de artistas marciales no podían pasar desapercibidas. Musashi se autoproclamó Tenka Ichi («campeón del reino») y es posible que a partir de aquel momento sintiera que ya no tenía que vivir bajo la sombra de su padre.
Tras ponerse a prueba y salir victorioso, Musashi se sentía con la confianza necesaria para fundar su propia escuela. La llamó Enmei-ryū. También escribió su primer tratado, Heidōkyō (1605), con la idea de recoger las técnicas y la lógica que había tras ellas. Compuesto de veintiocho artículos,25 la filosofía y las nueve técnicas descritas en Heidōkyō estaban basadas en las mismas que Munisai había catalogado para su Tōri-ryū. Aunque la influencia de su padre fue un factor importante en las opiniones y motivaciones de Musashi, no cabe ninguna duda de que Heidōkyō es producto de sus propias experiencias en combate.
En el monumento Kokura, Iori escribió que los discípulos de Yoshioka conspiraron para emboscar a Musashi con «varios cientos de hombres». Cuando se enfrentaron, Musashi se ocupó de ellos con implacable determinación; un solo hombre contra una multitud. Aunque se cree que esta descripción es relativamente precisa, la imagen de cientos de hombres al acecho es una evidente exageración. Sin embargo, no sería tan descabellado imaginar que sí había un grupo numeroso.26 Musashi incluyó un apartado en Heidōkyō dedicado al combate con una sola mano contra «múltiples enemigos», por lo que es posible que el tercer duelo se convirtiera en un enfrentamiento contra varios rivales.
Otros relatos, como el incluido en Nitenki, embellecen aún más la historia. Añade varios detalles, como el ardid de llegar tarde a los dos primeros duelos para acto seguido coger a todo el mundo por sorpresa al presentarse al tercero antes de tiempo. Nitenki también menciona que los hombres de Yoshioka atacaron en «gran número» con sus arcos y espadas, y que Musashi consiguió abrirse paso a través de la gran masa con un único rasguño, cuando una flecha perforó su ropaje. La idea de que Musashi, sin ayuda de nadie, destruyó la reputación del ilustre clan Yoshioka después de su victoria no es más que una falacia. La derrota debió ser una mancha en su reputación, sin duda, pero la estocada final al clan no se produciría hasta 1614. Como se describe en Suruga Kojiroku, Yoshioka Kenpō (que no era el mismo hombre que se había enfrentado a Musashi) intercambió varios golpes con un guarda «irrespetuoso» durante una representación de teatro nōh en el palacio de Kioto y fue asesinado.
Musashi sostiene que participó en más de sesenta duelos a vida o muerte, un número muy elevado incluso para aquella época. El más célebre, sin embargo, tuvo lugar en 1610 (no en 1612 como se suele creer) contra Ganryū Kojirō en una isla llamada Funajima (que más adelante recibiría el nombre de Ganryūjima). Los detalles de este encuentro son objeto de debate desde hace mucho tiempo, pero la descripción que aparece en el monumento Kokura es probablemente la que más se acerca a la verdad. Los hombres se encontraron a la hora convenida. Musashi blandía su espada de madera de 4-shaku (121 cm) contra el acero de 3-shaku (91 cm) de Kojirō. Musashi derribó a Kojirō de un único y decisivo golpe. Fin de la historia.
Kojirō era instructor de artes marciales del clan Hosokawa en Kumamoto. Conocido como el «demonio del oeste», su reputación en combate venía de lejos.27 Según describe el Numata-kaki (1672), Musashi le transmitió su intención de enfrentarse a Kojirō a un anciano del clan Hosokawa, Nagaoka Sado-no-Kami Okinaga (1582-1661). A continuación, Okinaga recibió la autorización para celebrar el duelo de la mano de su señor, Hosokawa Tadaoki (1563-1646).
Teniendo en cuenta la privilegiada posición de Kojirō en el dominio de los Hosokawa, resulta sorprendente que aceptara semejante desafío. Se arriesgaba a perderlo todo si era derrotado. Además, si moría siempre existía la posibilidad de que sus discípulos se volvieran locos y buscaran venganza. Como tozama daimyō, la familia Hosokawa debería haber sido más cauta ante la posibilidad de atraer demasiada atención, sobre todo en el caso de que la noticia de la existencia de combates en sus dominios llegara al sogunato.28 A pesar de todo, el duelo recibió la aprobación oficial, pero bajo unas condiciones estrictas. Debía tener lugar en una pequeña isla llamada Funajima y las únicas personas que podrían asistir serían los testigos designados de manera oficial.
Una de las cuestiones más importantes es el motivo que llevó a Musashi a plantear el desafío. ¿Se trataba acaso de una venganza, como muchas veces describe la cultura popular? La descripción del Numata-kaki sobre los movimientos de Musashi después del duelo ofrece algunas pistas importantes. Después de la muerte de Kojirō, Musashi se dirigió a Moji y buscó protección en la finca de Numata Nobumoto. Nobumoto (1572-1624) era un vasallo de alto rango de los dominios Hosokawa. Según el Numata-kaki, Nobumoto escoltó a Musashi con una guardia armada para que pudiera reunirse con su padre, Munisai, que en aquel momento se encontraba en la cercana Buzen. Como ya he comentado, Munisai empezó a trabajar para el clan Kuroda después de la batalla de Sekigahara. En un momento dado, se asoció con el clan Hosokawa y se dedicó a enseñar el arte de la espada a los samuráis Kumamoto. Entre sus alumnos se encontraba Nagaoka Sado-no-Kami Okinaga, como se recoge en el Bukōden. Esta relación puede verificarse gracias al descubrimiento reciente de un pergamino Tōri-ryū que perteneció a un siervo de los Hosokawa.29
¿Significa todo esto que Munisai estaba detrás del duelo? Es inevitable hacer conjeturas. Si Munisai estaba enseñando la técnica de las dos espadas, propia de la Tōri-ryū, a los hombres de Hosokawa, podría haber despertado la ira de los alumnos de Kojirō. No era extraño que en un mismo dominio hubiera profesores distintos enseñando estilos de combate diferentes, pero la rivalidad entre sus alumnos podía ser un problema serio si no se mantenía a raya. Teniendo en cuenta la posición de Munisai y de Kojirō como instructores del dominio, es muy poco probable que se involucraran personalmente en un combate abierto, pero lo que pudieran hacer unos discípulos excesivamente entusiastas ya es otra cuestión. La simple idea de utilizar dos espadas a la vez seguro que debía verse como algo peculiar, como mínimo, y es probable que los discípulos de Kojirō disfrutaran burlándose de aquel estilo. Pero ahora que el famoso Miyamoto Musashi se encontraba en Kyūshū, la oportunidad de poner en ridículo a los alumnos de Kojirō habría sido demasiado buena como para dejarla escapar.
En una atmósfera tan tensa, las autoridades Hosokawa debieron pensar que era mejor apaciguar los ánimos y permitir que el duelo siguiera adelante, con Musashi como sustituto de Munisai. Al fin y al cabo, Musashi no era miembro del clan. Si Kojirō ganaba, se llevaría el prestigio y el honor que venían con la victoria, y confirmaría su posición como el espadachín más poderoso del oeste de Japón. Y si perdía, sería ante un guerrero de gran renombre. Además, una vez que Musashi siguiera su camino, el incidente quedaría olvidado.
Todas las descripciones del duelo llegan a la misma conclusión: la victoria de Musashi es indiscutible. Al tratarse de un combate oficial, resulta inimaginable que Musashi utilizara sus infames tácticas dilatorias y otros métodos furtivos. El duelo debió llevarse a cabo según el protocolo, en un lugar y a una hora concretos en la isla, con presencia de los funcionarios del clan para dar fe del resultado.
Sin embargo, el duelo siempre ha sido objeto de teorías conspirativas. En el Numata-kaki se recoge que muchos de los discípulos de Musashi se habían escondido en la isla, y que fueron ellos quienes dieron el golpe definitivo a un malherido Kojirō. Cuando los alumnos de Kojirō supieron de aquel acto tan despreciable, fueron en búsqueda de Musashi sedientos de venganza, y de ahí la necesidad de escoltarlo con guardias armados. Quizá este episodio fuera concebido como una llamada a las más altas autoridades, concretamente por parte de Nobumoto, quien tomó una serie de medidas muy acertadas para reducir la escalada de violencia en el dominio Hosokawa. No obstante, la presencia de los alumnos de Musashi en la isla habría sido un importante incumplimiento de las normas y, por lo tanto, un supuesto muy poco probable.
Nitenki y otros textos describen los duelos de Musashi con muchos de los guerreros más distinguidos de su época. A pesar de que las historias son de lo más excitante, su fiabilidad es cuestionable. Por ejemplo, el famoso relato en el que Musashi utiliza su espada corta en un combate con el maestro de la lanza, Okuzōin Dōei, probablemente sea pura ficción. Del mismo modo, su duelo contra Shishidō, que blandía una kusarigama (un arma compuesta de una hoz con una cadena), y sus discípulos también es famoso, pero cuestionable. Por lo visto, Musashi derrotó a Shishidō y a su intimidante kusarigama de tres metros de longitud lanzando su espada corta contra su pecho. Estas historias en concreto, aunque bastante célebres, deben considerarse obras de ficción. Aparecen incluidas en Nitenki, pero no en Bukōden, una obra anterior en la que se basa la primera.
Musashi, en cambio, sí combatió contra Musō Gon’nosuke, el fornido de «metro ochenta», en el año 1605, tal como se describe en Kaijō Monogatari (1666). Esta obra fue escrita unos veinte años después de la muerte de Musashi y se considera bastante fiable. Según este relato, Musashi asestó un duro golpe en la frente a Gon’nosuke, que blandía un bastón largo, usando un arco medio terminado que él mismo había fabricado. Tras reconocer la derrota, el siempre optimista Gon’nosuke decidió fundar la escuela Shintō Musō-ryū de combate con bastón, que en la actualidad todavía ejerce su influencia en las artes marciales que utilizan como arma una vara o palo ceremonial (Jōdō).
Apenas existen fuentes fiables que describan las aventuras de Musashi en los cinco años que transcurrieron entre el duelo con Kojirō (1610) y el asedio del castillo de Osaka (1615). Podría deberse a que el sogunato y sus dominios se estaban desmoronando en medio de violentas disputas que podían convertirse fácilmente en altercados mucho más importantes. En esta situación, los duelos tenían que pasar más o menos inadvertidos. Sea como fuere, después del duelo con Kojirō, Musashi cambió de rumbo y empezó a adentrarse en la comprensión filosófica del arte de la guerra.
Todo esto no significa que Musashi se hiciera pacifista o que dejara de participar en combates. En 1615, luchó al lado del bando Tokugawa en el asedio de verano del castillo de Osaka y también, más adelante, en la rebelión Shimabara de 1637. Durante mucho tiempo se creyó que Musashi se había aliado con el heredero de Toyotomi Hideyoshi, Hideyori, y sus partidarios durante el asedio. El descubrimiento reciente del listado de los hombres que lucharon bajo el estandarte Mizuno demuestra todo lo contrario.30 El clan Mizuno era aliado de Tokugawa Ieyasu.
Tras el asedio, el sogunato promulgó varias leyes que limitaban cada dominio a un único castillo, introdujo el sistema sankin-kōtai (presencia alterna)31 y publicó el Buke Shohatto («Leyes para las dinastías militares»)32 con la finalidad de concretar las responsabilidades de los samuráis bajo el régimen. Estas medidas tenían como objetivo ejercer alguna forma de control sobre el temperamento volátil del samurái, cuya cultura era fruto de siglos de violentos combates. El régimen Tokugawa alcanzó su propósito puesto que, en comparación, Japón vivió los siguientes 250 años con pocos conflictos.
Tras el asedio, Musashi volvió a su tierra de origen y durante un tiempo se estableció en Himeji. Todos los daimios de la región —Honda, Ogasawara y Kuwana de Ise, y Matsumoto de Shinshū— no eran más que unos recién llegados, habiendo sido obligados por el sogunato a establecerse en la zona. Musashi conocía la región y tenía contactos, lo que hacía de él una persona muy útil. En 1617, aceptó el puesto de «invitado» (kyakubun)33 dentro del clan Honda, que se había trasladado hacía poco a la región para asumir el gobierno de Himeji. Como invitado, Musashi recibió el encargo de enseñar el arte de la espada a los samuráis del dominio. Cuando el sogunato ordenó que el clan Honda ayudara al vecino clan Ogasawara en la construcción del castillo de Akashi, Musashi recibió el encargo de diseñar la aldea que rodearía el castillo.34
En esta época Musashi adoptó a Mikinosuke, el hijo de Nakagawa Shimanosuke, juez del clan Mizuno. Como resultado, Mikinosuke fue nombrado asistente del hijo del daimio de Himeji, aunque en 1626 se suicidaría tras el fallecimiento de su señor.35 Ese mismo año, Musashi adoptó a otro hijo, pero en esta ocasión se trataba de un pariente directo. Iori era el segundo hijo de Tabaru Hisamitsu, el hermano mayor de Musashi —por cuatro años—, y trabajaría como ayudante del daimio de Akashi, Ogasawara Tadazane. Como su nuevo hijo adoptivo había conseguido un trabajo remunerado, Musashi se convirtió en «invitado» de Tadazane y se trasladó a Akashi. Resultaba evidente que Iori era un joven de talento y, cinco años después, a los veinte años de edad fue ascendido a la distinguida posición de «mayor» (karō) del dominio. Se mire como se mire, el ascenso de Iori fue meteórico y es más que probable que tuviera bastante que ver con el prestigio de Musashi en el seno de la comunidad castrense.
Como invitado de la dinastía Honda en Himeji, y más adelante de la dinastía Ogasawara, Musashi se entregó al cultivo de las artes. Empezó a estudiar zen, pintura, escultura e incluso paisajismo. Tuvo la oportunidad de confraternizar con artistas y eruditos distinguidos, como Hayashi Razan. Tenía carta blanca para hacer lo que quisiera y disfrutaba de su lado creativo. Después de una época de constantes guerras, la alta sociedad consideraba que el dominio de las artes más refinadas era un atributo muy conveniente. Durante este periodo, Musashi se dio cuenta de que las diferentes disciplinas artísticas tenían muchos puntos de coincidencia en lo que respecta a la búsqueda de la perfección. Llegó a comprender que las artes y las profesiones eran «Caminos» por derecho propio, y en ningún caso inferiores al Camino del guerrero. Esta filosofía difiere de los escritos de otros guerreros, que normalmente destilan un cierto aire de exclusividad, cuando no de arrogancia, hacia aquellos que no pertenecen al «Club Samurái».

En 1632, el clan Ogasawara recibió nuevas órdenes del sogunato y tuvo que trasladarse de Akashi a Kokura, en Kyūshū. Iori, uno de los consejeros más respetados de la dinastía, también se fue con ellos. Musashi decidió seguir sus pasos y así pudo conservar su posición como invitado. Cinco años después, en 1637, se declaró en la zona la última guerra del siglo XVII: el estallido de la rebelión Shimabara. Fue un levantamiento del campesinado en el dominio Shimabara de Matsukura Katsuie, cuya población era mayoritariamente cristiana. Las causas de la rebelión se encuentran sobre todo en las penurias causadas por los impuestos abusivos, el hambre y la persecución religiosa. De este modo, los campesinos y los rōnin descontentos con su nuevo estatus decidieron unir sus fuerzas bajo el liderazgo de Amakusa Shirō (Masuda Shirō Tokisada, ¿1622?-1638). Shirō era un joven carismático cuya familia había trabajado para Konishi Yukitaka, un daimio cristiano a quien Tokugawa Ieyasu asesinó en 1600. El ejército de coalición del sogunato acorraló a los rebeldes en el castillo Hara, en la península de Shimabara. El castillo se rindió en abril de 1638 y tras su caída se produjo una masacre que se llevó las vidas de 37.000 hombres, mujeres y niños.
Durante la campaña, Iori recibió la orden de asumir el mando de 8.100 hombres, lo que le valió el título de magistrado militar (sōgun bugyō). Iori brilló con luz propia en el campo de batalla y más adelante sería recompensado con un ascenso a «consejero jefe» por su excepcional actuación. Musashi también combatió a las órdenes del sobrino de Ogasawara Tadazane, Nagatsugu, daimio del dominio Nakatsu, y capitaneó a un grupo de diecinueve hombres. En el frente, Musashi volvió a ponerse en contacto con los oficiales más veteranos del clan Hosokawa, de Kumamoto.36 Como resultado, se trasladaría a Kumamoto dos años después y allí permanecería otros cinco años más, hasta su muerte.
Poco se sabe de las acciones de Musashi en el frente. Los relatos populares destacan el momento en que tropezó con una simple piedra; una torpeza que, por lo visto, casi significa el fin de sus días. El origen de este rumor se encuentra en una carta conservada en los archivos de la familia Arima. Arima Naozumi, daimio del dominio Nobeoka, se encontraba en dificultades por la deserción de un grupo de sus antiguos vasallos, que se había aliado con los rebeldes. Temiendo que el sogunato interpretara aquella deserción como una señal de su complicidad con los sublevados, Arima pidió a Musashi que escribiera una carta en la que subrayara «el heroísmo demostrado por Naozumi y su hijo» al asaltar el fortín rebelde antes que otros guerreros.37 Musashi declara: «Recibí el impacto de una roca en la espinilla y me di cuenta de que no podía seguir de pie. Me disculpo por no haber sido capaz de entregarte esto en persona». Aunque siempre se ha dado por hecho que Musashi fue gravemente herido, su nombre no aparece en la lista de las 148 bajas registradas en combate originarias del dominio Nakatsu. Además, justo después del levantamiento viajó a Nagoya y Edo, por lo que parece evidente que cualquier herida que pudiera haber sufrido no revestía gravedad.
En 1638, Musashi se arriesgó a viajar hasta Nagoya (Owari) y Edo, posiblemente para encontrar trabajo. Los señores de la guerra iban en búsqueda de instructores de artes marciales y las capacidades de Musashi estaban fuera de toda duda. Su particular estilo, sin embargo, no encajaba demasiado bien con el modelo más ortodoxo del combate a espada. Tras fracasar en su intento de encontrar un puesto de trabajo que encajara con sus aptitudes, volvió a Kyūshū en 1640 como invitado del daimio Hosokawa Tadatoshi.38
Tadatoshi tenía más o menos la misma edad que Musashi y mostraba un gran talento para las artes marciales y la literatura. Formaba parte de una reducida élite integrada por los discípulos de la Yagyū Shinkage-ryū, quienes habían recibido una copia del Heihō Kadensho de Yagyū Munenori (1571-1646), un instructor de artes marciales que había formado a tres generaciones de sogunes. De hecho, Tadatoshi fue invitado a participar en varios combates de exhibición con Yagyū Jūbei ante el sogún.
En el Bukōden se cuenta que Hosokawa Tadatoshi llamó a Musashi desde Kokura para verlo en acción contra Ujii YaShirō, alumno de la Yagyū Munenori y maestro de Tadatoshi en la Yagyū Shinkage-ryū. Ambos duelistas tuvieron que hacer un juramento por el cual se comprometían a no despreciar a la escuela de su rival tras los combates. El único extraño que pudo asistir al duelo fue el joven paje del señor, aunque con la condición de que hiciera voto de silencio. Es imposible saber exactamente lo que ocurrió, pero el autor de Bukōden señala que Musashi disputó tres asaltos contra YaShirō. Las técnicas de YaShirō fueron completamente ineficaces, y no encontró la forma de romper la defensa de Musashi. Por su parte, Musashi se conformó con esquivar los ataques de YaShirō sin esforzarse demasiado. Tadatoshi estaba tan impresionado que también retó en duelo a Musashi. Desconcertado por el estilo de Musashi, Tadatoshi decidió cambiar de escuela y convertirse en uno de sus alumnos. Como entusiasta patrocinador de las artes marciales, es muy probable que Tadatoshi se diera cuenta de que tenía mucho que aprender de Musashi, pero, al contrario de lo que se recoge en el Bukōden, es inconcebible que Tadatoshi abandonara la Yagyū Shinkage-ryū para enrolarse en la escuela de Musashi. Por su parte, Musashi recibió la pertinente autorización para dar clases en el dominio. Con el tiempo, su escuela reuniría a más de mil alumnos, desde daimios a soldados rasos.
Musashi entregó a Tadatoshi un pergamino, Heihō Sanjūgo-kajō, en el que resumía en treinta y cinco artículos todas sus enseñanzas. Tadatoshi murió un mes después, lo que supuso un duro revés emocional para Musashi, ya que los dos habían tenido una buena relación desde pequeños. El sucesor de Tadatoshi pidió a Musashi que permaneciera en Kumamoto. Pasó allí los últimos cuatro años de su vida dedicado a la práctica del zazen (meditación) y la pintura, además de participar en ceremonias del té y en lecturas de poesía con la élite del dominio. Muchos de los célebres dibujos a tinta de Musashi datan de este periodo de intensa reflexión personal.
En esta época, la guerra ya era un recuerdo del pasado y Japón se había convertido en un país políticamente estable. Musashi, como representante de las últimas generaciones que habían vivido el conflicto en primera persona, tenía la sensación de que los samuráis estaban perdiendo su propia identidad. En 1643, tomó la decisión de realizar un peregrinaje a la cueva Reigandō39 y, de hecho, fue allí donde empezó a redactar Gorin-no-sho, con la esperanza de preservar para la posteridad su Camino y todo aquello que consideraba como la verdadera esencia del guerrero.
Un año después cayó enfermo y los ancianos del dominio lo convencieron de que regresara a Kumamoto para que cuidaran de él. En el duodécimo día del quinto mes de 1645, entregó el manuscrito, aún inacabado, a su alumno Magonojō. Se deshizo de todas sus posesiones terrenales y, a continuación, redactó Dokkōdō, una breve lista de veintiún preceptos que resumían los principios que había forjado a lo largo de una vida de austero entrenamiento.
Murió el decimonoveno día del quinto mes de 1645. Se dice que había enfermado de «disfagia», lo que quizá indica que sufría cáncer de estómago en fase terminal. En Bukōden se recoge que «Musashi fue depositado en su ataúd vestido con la armadura completa y todas sus armas». Esta práctica no era habitual en los rituales funerarios, así que podría ser falso. Aun así, evoca una imagen muy poderosa: la de un hombre que había dedicado toda su vida a comprender el espíritu del combate y la estrategia.
Musashi fundó la escuela Enmei-ryū en 1605. Esta primera escuela siguió abierta incluso después de que Musashi rebautizara su estilo de combate como Nitō Ichi-ryū y, por último, como Niten Ichi-ryū. La Enmei-ryū había ganado muchos adeptos en los dominios de Himeji, Tatsuno, Hiroshima y Owari, donde Musashi vivió durante una temporada. Tada Yorisuke fue uno de los primeros alumnos célebres de la Enmei-ryū, donde estudió bajo la tutela del maestro desde 1615 a 1624. Entre los numerosos alumnos de la primera escuela de Musashi, cabe destacar a Aoki Jōeimon, un extraordinario espadachín que más adelante fundaría la Tetsujin-ryū en Edo, de la que se dice que llegó a reunir a casi nueve mil alumnos.40
En Himeji, donde Musashi residió como invitado del clan Honda antes de cumplir los cuarenta años, Honda Tadamasa decidió que los samuráis del dominio tendrían que aprender, entre otros, el estilo de combate de la Enmei-ryū. En Bisan Hōkan se recoge que Tadamasa estaba deseando probar a Musashi con la idea de contratarlo a su servicio, siempre y cuando los rumores que hablaban de sus extraordinarias habilidades resultaran ser ciertos. Ordenó a uno de sus partidarios incondicionales en el dominio, Miyake Gunbei de la Tōgun-ryū, que desafiara a Musashi. Cuando Miyake se presentó en los aposentos de Musashi, recibió permiso para entrar, pero, para su desesperación, tuvo que esperar una hora hasta que Musashi terminó la partida de ajedrez que disputaba con otro invitado. Cuando Musashi se dio cuenta de que el propósito de Gunbei era retarle en un duelo, aceptó la petición sin darle demasiada importancia y pidió a su potencial oponente que escogiera entre luchar con espadas de metal o de madera. Gunbei escogió la opción más segura, la espada de madera, aunque su elección no evitó que terminara el combate con la boca ensangrentada. Como resultado, Tadamasa invitó a Musashi a unirse a sus samuráis, pero él declinó la oferta y, en cambio, se convirtió en invitado del dominio Honda.
Los viajes de Musashi a Nagoya aparecen recogidos en Mukashi-banashi (1758) de Chikamatsu Shigenori, un vasallo del dominio Owari. Musashi fue invitado por Tokugawa Yoshinao para hacer una demostración de su estilo contra expertos de la Yagyū Shinkage-ryū, la escuela dominante en la región. Musashi combatió con dos espadas y obligó a retroceder a su oponente, dirigiendo de una manera muy amenazadora la punta de su arma hacia la nariz de su rival. No hubo espadachín capaz de derrotarle. Su superioridad sobre los guerreros locales fue suficiente para que la escuela de Musashi, la Nitō Ichi-ryū, como se llamaba entonces, se instalara en Owari y empezara a extenderse. Hay quien cree que Musashi adoptó también a un alumno excepcional, Takemura Yōemon Yorizumi.
Musashi aparece mencionado en Hayashi Razan Bunshū (1662), una recopilación de memorias del gran erudito neoconfucionista Hayashi Razan (1583-1657): «El espadachín Shinmen Genshin blande una espada en cada mano y llama a su escuela de combate Nitō Ichi-ryū». Esto habría ocurrido hacia 1638-1639. Musashi se refiere a su escuela como Nitō Ichi-ryū en Heihō Sanjūgo-kajō (1641). En Gorin-no-sho utiliza ambas denominaciones, Nitō Ichi-ryū y Niten Ichi-ryū, por lo que parece que aún se encontraba en el proceso de reescribir el manuscrito para reflejar el cambio de nombre y potenciar el más reciente. Así, hasta el final de su vida en Kumamoto la escuela no se convertiría en «la escuela de los dos cielos como uno solo» en vez de «dos espadas como una sola».41 En comparación con sus días de juventud, marcados por la rebeldía, las primeras técnicas desarrolladas en la Enmei-ryū y catalogadas en Heidōkyō habían madurado hasta convertirse en un arte de un refinamiento y una eficacia incomparables.
Aunque la típica imagen de Musashi es la del luchador salvaje, Terao Magonojō describe en Bukōden su técnica con la espada como «excepcionalmente serena, como si uno estuviera contemplando una representación de teatro nōh». Entre sus alumnos, el favorito de Musashi era Magonojō, quien se dedicaría a aprender el Camino de la espada al lado de su maestro. El hermano de Magonojō, Kumenosuke, también fue un alumno brillante y recibió el encargo de cuidar de Musashi cuando su salud empezó a debilitarse.42
Años más tarde, Kumenosuke se convertiría en instructor jefe del dominio Kumamoto, donde seguiría la tradición de la Niten Ichi-ryū. Su hijo, Nobumori, fue un artista marcial prodigioso, hasta el punto de ser considerado la reencarnación de Musashi. En este sentido, se le permitió adoptar el apellido de Musashi, Shinmen. El linaje de Magonojō en la Niten Ichi-ryū llegaría a su final tras una generación en Kumamoto, pero su alumno Shikata Sanzaemon pudo trasladarse a Fukuoka y, desde allí, se dedicó a enseñar la tradición. La línea de Kumenosuke continuó en Kumamoto y, con el tiempo, se acabaría dividiendo en cinco corrientes diferentes, dos de las cuales, Santō y Noda, sobreviven a día de hoy.

El Gorin-no-sho de Musashi sitúa el estudio de la estrategia y del arte de la espada en el centro de la vida de cualquier guerrero, como él mismo había hecho a lo largo de su vida. Tal y como indica el título de la obra, Gorin-no-sho (literalmente «cinco pergaminos anillados») se compone de cinco rollos de pergamino. Cada rollo lleva el nombre de uno de los cinco elementos universales: Chi (Tierra), Sui (Agua), Ka (Fuego), Fū (Viento) y Kū (Éter). Curiosamente, el texto que se utilizó para transmitir las enseñanzas de Musashi en la Niten Ichi-ryū de Kumamoto fue el Heihō Sanjūgo-kajō (p. 62) en lugar del Gorin-no-sho. En otras palabras, la licencia que permitía impartir clase a los sucesivos directores de la escuela no fue el Gorin-no-sho. Magonojō fue el receptor del manuscrito original de Musashi. Su propia versión de la escuela se trasladaría a Fukuoka con la segunda generación y allí sí se utilizó el Gorin-no-sho como fuente para transmitir el conocimiento; sería el único lugar del país donde así ocurrió. Muy pocos partidarios de la Niten Ichiryū sabían de la existencia de los cinco rollos y, menos aún, habían leído su contenido.
Por desgracia, el manuscrito original de Gorin-no-sho ha desaparecido. Según Terao Magonojō, quedó completamente destruido durante el incendio de un castillo. Bushū Genshin-kō Denrai menciona este hecho, pero no está claro si se trata del incendio del castillo de Edo de 1657 o del castillo de Yoshiro en Kyūshū de 1672. Resulta oportuno subrayar que Musashi nunca llamó a los cinco pergaminos Gorinno-sho. Organizó los cinco rollos con los nombres de los cinco elementos. Fueron Nagaoka Naoyuki y Toyota Masakata quienes pensaron en un título más breve, Gorin-nosho, y con el tiempo el nombre hizo fortuna.
En cuanto al uso de los «cinco elementos» (gorin), Musashi no tenía la intención de apropiarse de una idea inspirada en la filosofía budista. En Heihō Sanjūgo-kajō, ya se había referido al corazón o a la mente del guerrero como dos elementos que podían compararse con las propiedades del «Agua». También escribió unas líneas sobre el «Éter», como un estado de claridad y conciencia superior, pero no en el sentido budista del Nirvana. Musashi se refería a la idea de atravesar, en sentido figurado, las nubes de la confusión para acabar rodeado de un infinito cielo despejado.43 Además, ya había hablado del «Viento» de otras escuelas en textos precedentes. El «Viento» es un término muy habitual en japonés, que señala el «tipo» o la «apariencia». Utilizar la «Tierra» para explicar las bases de su escuela y el «Fuego» para representar lo que ocurre en un duelo y en el fragor de la batalla debió parecerle conveniente, además de extrañamente profético.

A día de hoy, sólo se han encontrado diez copias manuscritas (shanon) que contengan los cinco pergaminos completos. El más utilizado en las ediciones modernas es el Libro de Hosokawa, transcrito veintidós años después de la muerte de Musashi, seguramente a partir de una de las copias de Magonojō. Uozumi Takashi descubrió que faltaban cinco apartados en el Libro de Hosokawa y que contenía más de 150 caracteres mal copiados. Comparó todas las copias existentes para identificar sus coincidencias y diferencias. Con este proceso confeccionó un texto estandarizado que hoy se considera el más próximo al contenido original de Musashi.
En «Tierra», Musashi documenta la primera mitad de su vida. También presenta la metafísica y las tácticas militares que hay detrás de su escuela. Asevera que la Estrategia de Combate se aplica tanto al general como al soldado raso. También incluye una serie de normas que el guerrero debe seguir si se propone aprender y perfeccionar el Camino.
En «Agua», Musashi explica distintos aspectos del combate individual como la postura física y mental, la mirada, el manejo de la espada, el juego de pies y la actitud en el combate. El contenido es pragmático y describe al detalle distintos aspectos del manejo de la espada.
En «Fuego», desarrolla diversas cuestiones como la elección de la mejor ubicación para el combate o la forma de dominar al adversario con el control de la iniciativa y la utilización de estratagemas que no sólo pueden aplicarse en duelos entre dos personas, sino también en batallas a gran escala en las que participan miles de hombres.
En el cuarto pergamino, «Viento», critica a otras escuelas y hace una síntesis de sus principales defectos. Por último, «Éter» es un apartado breve y bastante críptico. Se ocupa del nivel más elevado de todas las artes, haciendo referencia a un «vacío» alegórico o a la «nada». Describe un estado de vacuidad que el guerrero debe alcanzar en su propio interior con el fin de encontrar la «liberación».
Yagyū Munenori (1571-1646), ilustre contemporáneo de Musashi, escribió en 1632 Heihō Kadensho («El libro de las artes militares transmitidas por vía familiar»). Resulta muy útil compararlo con el Gorin-no-sho de Musashi para comprender los méritos de cada obra. Heihō Kadensho contiene una compleja combinación de lecciones técnicas sobre el arte de la espada de Muneyoshi, el padre de Munenori, y Kamiizumi Ise-no-Kami, fundador de la Shinkage-ryū, y además está muy influenciado por las ideas del zen y del nōh. También incluye en un lugar destacado las enseñanzas de Takuan Sōhō, el célebre monje zen. Como asesor y maestro espiritual de Munenori, muchas de las observaciones de Takuan aparecen citadas casi al pie de la letra en Heihō Kadensho.
La aplaudida exposición de Munenori adopta un enfoque profundamente psicológico sobre el combate. El texto ejerció una influencia considerable sobre sus poderosos discípulos, quienes ocuparían los escalafones más altos de la sociedad samurái. Les dio la base necesaria para estudiar el arte de la espada y, lo que es aún más importante, un conjunto de directrices con las que alimentar la astucia política necesaria para gobernar. En Japón, fue uno de los primeros textos importantes sobre artes marciales que estructuraba el entrenamiento del cuerpo y de la mente en un mismo corpus holístico y sistemático que engloba el combate, la vida y las tareas del gobierno. Por tanto, también es uno de los primeros ejemplos de relación entre las artes marciales y otras materias ajenas a la guerra.
Entre las obras de Munenori y de Musashi hay algunas coincidencias. Por ejemplo, la importancia que ambos confieren a la actitud durante el combate o el concepto de que el dominio de la estrategia implica un régimen permanente de diligente entrenamiento, y cómo puede aplicarse a otras facetas de la vida. Lo que diferencia al texto de Musashi es la forma en que establece un paralelismo entre la disciplina castrense y otras artes y vocaciones, como la carpintería. Su tesis principal es, a primera vista, más sencilla que la de Munenori. Musashi no se entretiene demasiado hablando de extraños conceptos sacados del zen o del confucianismo. A pesar de que los «cinco elementos» apuntan a la doctrina budista, no es ésa la intención de Musashi. Lo que quiere expresar con el «Éter», por ejemplo, es «un lugar donde no hay nada» en comparación con «un lugar donde hay algo», es decir, un cielo despejado en vez de un cielo cubierto de nubes.
Como conjunto, los cinco pergaminos están bien organizados y resultan muy accesibles. Mientras que Munenori, que era todo un daimio, escribió su tratado para los guerreros de posición social más elevada, a Musashi sólo le preocupaba el bienestar de sus alumnos, que no siempre estaban a las órdenes de uno de los señores de la guerra. Musashi adopta una posición muy crítica hacia otras escuelas y señala sus puntos débiles, que siempre hay que aprovechar y nunca imitar. Esta crítica del resto de las escuelas no está presente en la obra de Munenori. El libro de Musashi tiene los pies en la tierra y resulta evidente que es fruto de muchos años de peligroso trabajo; el lector casi puede sentir que el hedor del combate emana del texto. El tratado de Munenori, por otro lado, destila erudición y sofisticación, apuntalado por constantes alusiones a la religiosidad.
Musashi siempre empezaba explicando las técnicas que eran más fáciles de aprender para los nuevos alumnos y a medida que iban mejorando, abordaban principios más avanzados. Las teorías sobre el combate que se plantean en los pergaminos del Agua y el Fuego están muy bien definidas, y diseñadas para purgar la mente del alumno de la arrogancia y las malas costumbres. De este modo, el espadachín sólo puede recurrir a sus propios medios para recorrer el verdadero Camino del guerrero y, al final, llegar a un nivel en el que su espíritu se vuelve cristalino y libre de prejuicios. Musashi lo llamó el «Camino Directo», y Gorin-no-sho ofrece los procedimientos necesarios para seguirlo correctamente. Musashi subraya que, sin forjar la mente y el cuerpo durante años de austero entrenamiento, no hay posibilidad de éxito. Con la dirección trazada por Musashi, ya es responsabilidad del lector añadir a la ecuación la sangre, el sudor y las lágrimas, y así encontrar su propio Camino.
Existen varias traducciones al inglés de Gorin-no-sho, aunque difieren en su nivel de fiabilidad. La primera fue obra del desaparecido Victor Harris en 1972. Una versión más reciente y muy legible, The Five Rings: Miyamoto Musashi’s Art of Strategy, se publicó en 2012 de la mano de mi colega David Groff. Lo que diferencia mi traducción de las demás, sin embargo, es que está basada en el revolucionario trabajo de Uozumi Takashi, que ha recreado el texto más parecido al original de Musashi que pueda imaginarse. Además de sus obras anteriores, Heihō Sanjūgo-kajō (1641) y Dokkodō (1645), he incluido otros textos que también se atribuyen a Musashi y que no habían sido traducidos con anterioridad: Heidōkyō (1605), Heihō-kakitsuke (1638) y Gohō-no-Tachimichi (1642). La incorporación de estos manuscritos muestra la evolución de los principios de Musashi a lo largo de su carrera.
Para terminar, debo decir que, después de tres décadas aprendiendo kendo y la historia de la cultura marcial japonesa, tengo la sensación de que he llegado a una etapa de mi propio «austero entrenamiento» donde puedo hacer justicia lingüística a la obra de Musashi, tanto técnica como espiritualmente. Nosotros, los practicantes modernos de kendo, no nos dedicamos, evidentemente, a vagar por el mundo librando combates a vida o muerte. Sin embargo, las enseñanzas de Musashi están más vivas que nunca y resultan esenciales para el estudio del kendo. Aún no he cumplido los cincuenta, la edad en que Musashi afirmó que por fin había entendido el significado del Camino, pero su sabiduría resuena en mi interior con mucha más fuerza de la que hubiera podido imaginar cuando leí por primera vez Gorin-no-sho hace ya treinta años. Espero que esta traducción resulte interesante para un amplio abanico de lectores, desde historiadores hasta entusiastas de las artes marciales y aficionados a la cultura japonesa. Mi agradecimiento a Datin Noor Azlina Yunus, Remi Yamaguchi y Baptiste Tavernier por sus impagables consejos acerca de este manuscrito.

Año |
Acontecimientos |
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Sogunato Kamakura 1185-1333 Sogunato Muromachi (también llamado Sogunato Ashikaga) 1333-1568 Periodo de los estados en guerra (Sengoku jidai) 1467-1568 Periodo Azuchi-Momoyama 1568-1600 Sogunato Edo (Sogunato Tokugawa) 1603-1867 |
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1582 |
Musashi nace en Yonedamura, Harima, el segundo hijo de Tabaru Iesada, el mismo año en que Oda Nobunaga fallece en el Incidente Honnōji. |
1585 |
Toyotomi Hideyoshi se convierte en regente. |
Final de la década de 1580 |
Miyamoto Munisai, de Mimasaka, adopta a Musashi. |
1594 |
Primera experiencia en un combate a vida o muerte con Arima Kihei de la Shintō-ryū. |
1597 |
Derrota en duelo a Akiyama de Tajima. |
1598 |
Recibe la autorización de Munisai para enseñar en la Tōri-ryū. |
1600 |
Batalla de Sekigahara. Musashi lucha con el clan Kuroda, aliado de los Tokugawa, en Kyūshū. |
1602 |
Inicia su «peregrinaje del guerrero» (musha-shugyō) y viaja a la capital, Kioto. |
1603 |
Tokugawa Ieyasu establece el sogunato en Edo. |
1604 |
Musashi lucha contra la familia Yoshioka. |
1605 |
Funda la escuela de combate a espada Enmei-ryū y escribe Heidōkyō. Dedica los cinco años siguientes a perfeccionar sus habilidades y participa en sesenta duelos, sin sufrir una sola derrota. |
1610 |
Vence en duelo a Kojirō en la isla Ganryūjima. |
1611 |
Reflexiona sobre su carrera hasta el momento presente y siente que en realidad no ha comprendido los principios del combate. |
1615 |
Participa en el asedio de verano del castillo de Osaka, al servicio del clan Mizuno, aliado de los Tokugawa. La dinastía Totoyomi desaparece. |
1617 |
Se convierte en invitado del clan Honda en Himeji. Su hijo adoptivo, Mikinosuke, empieza a trabajar para Honda Tadatoki. |
1618 |
Musashi diseña el pueblo que rodea el castillo de Akashi. |
1626 |
Honda Tadatoki fallece por enfermedad y Mikinosuke se suicida según el ritual (junshi) para seguir a su señor en la muerte. El segundo hijo adoptivo de Musashi, Iori, empieza a servir al clan Ogasawara en Akashi. Musashi es uno de los invitados del clan Ogasawara. |
1631 |
Iori se convierte en uno de los mayores (karō ) del clan Ogasawara. |
1632 |
El clan Ogasawara deja Akashi y se establece en Kokura, en Kyūshū. Musashi y Iori acompañan al clan. |
1637 |
La rebelión Shimabara estalla en diciembre. |
1638 |
Musashi participa con Iori en la rebelión Shimbara. Escribe Heihō-kakitsuke. Viaja a Nagoya y Edo. |
1640 |
Se convierte en invitado del clan Hosokawa, en Kumamoto. |
1641 |
Entrega Heihō Sanjūgo-kajō al señor Hosokawa Tadatoshi, que muere un mes después. |
1642 |
Escribe Gohō-no-Tachimichi. |
1643 |
Empieza a escribir Gorin-no-sho. |
1645 |
Entrega el manuscrito de Gorin-no-sho a su alumno Terao Magonojō. Escribe Dokkōdo. Muere el decimonoveno día del quinto mes. |