Me interesa mucho explorar los resortes ideológicos de las formulaciones patrióticas. Nos haría mucho bien comprenderlos. [...] En el siglo XIX nace el Estado nación y se comienza a concebir la idea de patriotismo tal y como la entendemos ahora. Hablar de nación antes del XIX es un anacronismo, que casi siempre oculta intenciones sospechosas. En las canciones patrióticas, diría que de casi cualquier lugar del mundo, hay dos constantes para expresar esa cuestionable idea de que tu país, sea cual sea, es el mejor de todos: las alabanzas a la naturaleza y a la belleza de las mujeres del lugar en cuestión. En todos los himnos, el cielo de ese país es el más azul, las montañas las más verdes y las mujeres las más hermosas.

Resulta interesante cómo se representa en ese sentido a las mujeres como un arquetipo ideal en el sentido estético, como parte del paisaje, como elementos de una postal, más que como sujetos.

Lidia García, AKA «Queer Cañí Bot», en su podcast, ¡Ay, Campaneras! #4

El poder, a través de los medios de comunicación, se ha servido, se sirve y se servirá de la música y de otras artes para usarlas en su afán propagandístico, unas veces de manera evidente y otras no tanto. En España, el franquismo se apropió de la canción popular para, a través de ella, representar el ideal franquista mediante temas que mostraban en sus letras un regusto patriótico, meloso e incluso cursi en ocasiones, con el objetivo de imponer su moral mientras ensalzaba las «bondades» de la España de la época, canciones con fórmulas preestablecidas que repiten tópicos edulcorados hasta la extenuación. Para esto, se acompañó la música con otros tantos clichés de la cultura popular española, sobre todo de la andaluza y del pueblo gitano que, encima de tenerlo bastante perseguido, se aprovecharon de su sabor exótico y lo mezclaron con toros, paella, vino, sol y playas, exportando al extranjero (y al propio pueblo español) un paquete turístico e identitario que vendía a España como un país cargado de fuego, pasión y sabor. Nada más alejado de la realidad, pues aún en el desarrollismo tardofranquista, la sociedad española vivía bastante lejos de esta idealización.

Catolicismo, machismo, ranciedad y falta de libertad de expresión seguían siendo los principales términos para definir el país, por mucho que hubiese un auge de la clase media gracias al desarrollo de la industria y por mucho que el destape (femenino, claro está) fuese ya una realidad (que, seguramente, no hizo más que acentuar estas características al mostrar a la mujer como mero objeto sexual para complacer el deseo masculino de una forma más explícita). La miseria seguía estando presente, pero a través de las canciones patriótico-verbeneras se vendía la idea de que se estaba abandonando el aislamiento internacional y se introducía la falsa sensación de estar a la vanguardia.

Hay que remontarse a tiempos más remotos para hablar de la creación de los tópicos cañís, del Typical Spanish, de la primigenia Marca España. Para comprender estos tópicos, hay que tener presente la mirada proyectada del extranjero hacia nuestro país.

La identificación de lo andaluz en particular con lo español en general, ese requiebro metonímico de usar una parte para referirse al todo, tiene un origen extranjero. Son los viajeros europeos del siglo XIX los que, con sus cabecitas imbuidas de todas las ideas del romanticismo: idealización de lo exótico, orientalismo… ya sabéis… vienen a España y cuando llegan a Andalucía, flipan. Normal, como para no flipar, también te digo. Flipan sobre todo con la diferencia cultural con respecto al resto de Europa, debida en gran medida a la impronta de la herencia musulmana. Y ahí, en ese flipe, se forja el mito romántico de España como una tierra llena de pasiones desmedidas, bandoleros, toreros y mujeres de rompe y rasga. Y ese mito toma tanto copero que la enorme variedad de lo español acaba reduciéndose a la deriva más tópica de lo Andaluz y más concretamente, si me apuras, a la cultura de los gitanos andaluces […].

El caso es que en el siglo XIX los viajeros europeos se vuelven locos alimentando esa imagen de una Andalucía/España de bandoleros y gitanas, y pasiones, y romances teñidos de sangre. A alimentar ese tópico ayudó el «descubrimiento» de España que supuso la invasión francesa. Es lo que impulsa de hecho a gran parte de los viajeros: la resistencia heroica del pueblo español frente al ejército napoleónico sustentó la idea de unas gentes fieras, libres e indómitas, frente a un opresor poderoso. Y eso, entenderéis queridas mías, que era una perita en dulce para las ensoñaciones de los románticos. Así se forjó esa imagen tópica de España desde la mirada extranjera. Imagen que acabaría siendo un espejo deformado en el que, con el tiempo, nosotros mismos nos miraríamos y reconoceríamos. No pasó de un día para otro, ni de casualidad, ya que no faltaron las iniciativas ideológicas que así lo fomentaron con insistencia.

Lidia García, AKA «Queer Cañí Bot», en su podcast ¡Ay, Campaneras! #10, Guiris

LA CANCIÓN POPULAR ESPAÑOLA

A ritmo de pasodobles, coplas, rumbas, tonadillas, zambras, ritmos yeyés con regusto flamenco, canción melódica, ligera, popular… con letras que ensalzaban valores acordes al régimen, letras dignas de pasar la censura y construir el arquetipo de la España soñada, el pueblo cantaba y bailaba.

A continuación, haré un repaso por algunos artistas que ocupan estos géneros. Veremos a artistas de ayer, pero también a artistas que aún hoy están en activo, aunque solo sea para seguir haciendo chorrear bragas acolchadas con TENA Lady. Pues, aunque Franco hace décadas que murió, sus valores, desgraciadamente, siguen estando presentes en algunas ocasiones (como las bertinianas), y se siguen representando, muchas veces de forma inconsciente y otras no tanto, debido a la herencia dictatorial con la que España nunca ha terminado de cortar. El franquismo sigue estando presente en la identidad de nuestra querida España, esta España mía, esta España nuestra/muerta.

MANOLO ESCOBAR

AKA Manuel García Escobar

Las Norias de Daza, Almería, 19 de octubre de 1931

Benidorm, Alicante, 24 de octubre de 2013

Uno de los primeros ejemplos que se me viene a la cabeza al hablar del patriotismo verbenero (supongo que a todos) es Manolo Escobar con «Viva el vino y las mujeres» o «Y viva España», cantado con ardor, por supuesto —se conoce que el Almax no estaba bien visto por el tito Paco—. Aunque fíjate tú cómo son las cosas que la canción «Y viva España», que podría ser algo así como el himno extraoficial de España, la compuso un belga: Leo Caerts.

Manolo fue el quinto de diez hermanos de una humilde familia almeriense. El germen de que triunfase estrepitosamente en la música española se lo debemos a Antonio Manzano, un maestro de escuela que, durante la Guerra Civil, perdió a su esposa y a su hijo. El padre de Manolo lo acogió en su casa, incluyéndolo como uno más de la familia para que diese clase a los chiquillos. Pues bien, resultó que este tío también era un reputado profesor de música.

Gracias a la formación musical que de repente recibieron, los hermanos Escobar montaron una compañía para actuar en fiestas y bodas bajo el nombre de Los niños de Antonio García. Más tarde, Manolo y algunos de sus hermanos emigraron a Barcelona y formaron el grupo Manolo Escobar y sus guitarras. En esta etapa empezaron a alcanzar popularidad gracias a la aportación de un sonido más moderno a la escena que se acuñó como «sonido Escobar».

La siguiente etapa fue la de Manolo Escobar en solitario. Aquí llegaría el verdadero éxito gracias a «El porompompero», que convirtió a Manolo en un verdadero ídolo de masas. Lo petó descaradamente en los años sesenta. Aunque en esa época irrumpía en España la música pop y yeyé, y las radios dejaban al margen la canción popular española y el flamenco, Manolo Escobar tuvo un éxito fulgurante gracias a sus canciones y películas. Hizo diecinueve películas como protagonista —tres de ellas figuran entre las diez más vistas de las estrenadas en España—, y grabó cerca de ochenta discos. Consiguió un casete de platino y treinta y cinco discos de oro, aunque, según las ventas, debería haber obtenido más de cuarenta. Su disco más vendido fue Y viva España, del que vendió seis millones de copias, convirtiéndose así en el disco más vendido de la historia de la música de España entre 1973 y 1992.

Y bueno, al margen de su carrera musical, he de añadir que Manolo es muy fuerte. Después de conseguir un éxito arrollador gracias a su música y películas, se arruinó y lo perdió todo por meterse en un negocio de pantalones Gym, pero se recuperó del batacazo, se hizo coleccionista de arte y compró obras de Fontana, Zuloaga, Chillida, Tapies, Barceló… También hay que comentar que se casó en Alemania con Anita Marx, sin saber uno ni papa del idioma del otro... y aguantaron cincuenta y tres años, hasta que la muerte los separó.

LUIS LUCENA

AKA Luis Lisart Tamarit

Valencia, 26 de junio de 1932

Puede que Manolo Escobar sea el primero que nos venga a la mente cuando pensamos en el patriotismo verbenero del que os hablaba, pero fue Luis Lucena el que convirtió en himno el concepto españolear que tantas bocas llenaba en la época. Este actor y cantante de canción española de origen humilde, como la mayoría de estos artistas, empezó primero con el baile, pero con el cante alcanzó la fama.

Era superfán de La Piquer y se sabía todas sus canciones. Valenciano como ella, fue en esta tierra donde empezó a actuar. Al poco tiempo de arrancar, le salió un contrato para ir a actuar a Tánger quince días, pero lo petó tanto que acabó estando siete años. Allí empezó a componer sus propias canciones, ganando popularidad entre el público marroquí, español y francés. Allí también fue donde recibió el primer galardón de toda su carrera de manos ni más ni menos que del rey Mohamed V: una pitillera con incrustaciones de oro.

De vuelta en España, debuta en El Molino de Barcelona y a partir de aquí empieza a hacerse superfamoso gracias a la grabación de su primer disco: Es mi niña bonita (1962).

A mí, la verdad, me hacen mucha gracia los nombres que ponía a sus espectáculos, sinceramente, me parecen lo más: «Su majestad el Varieté», «Europa show», «Intocables y fugitivas», «Mujeres y yo» y «Más mujeres y yo», entre otros.

El primer casete de oro que se entregó en España fue para él. Y se lo entregó Rocío Jurado.

Luis Lucena, fijándose en su paisana y admirada doña Concha Piquer, se retiró en pleno éxito, considerando que, como ella misma dijo: «Es mejor dejar buen recuerdo que verse obligado a dar tumbos por estos pueblos de Dios santísimo».

Siempre le ha gustado que le anuncien como: «Un valenciano de pro y un español de corazón». Y qué quieres que te diga, no esperaba menos del perpetrador del concepto españolear en formato himno.

JUANITO VALDERRAMA

AKA Juan Manuel Valderrama Blanca

Torredelcampo, Jaén, 24 de mayo de 1916

Espartinas, Sevilla, 12 de abril de 2004

Así como Luis Lucena se retiró de los escenarios en su momento álgido, el protagonista de esta página estuvo actuando hasta cumplidos los ochenta años. Y es que la carrera profesional de Juanito Valderrama se alargó durante más de sesenta años. De hecho, lo recuerdo bastante pellejo actuando en televisión en esas maravillosas galas noventeras, con su icónico sombrero que no se quitaba ni para cagar, seguramente.

Juanito proviene de una familia de agricultores de Jaén. Su andadura artística comenzó en 1935, en el Cine Metropolitano de Madrid, gracias a La Niña de La Puebla. Aparte de cantar, también fue actor, como la mayoría de sus compañeros. Hizo siete películas, entre ellas El padre coplillas y El emigrante, esta última su mayor éxito, y de la que procede también su canción más conocida, que se llama igual que la película. Esta mítica canción la compuso para los exiliados políticos tras la Guerra Civil, pero se hizo famosa durante la migración económica de los sesenta. Y, fíjate tú, cómo son las cosas y las ironías de la vida, que el franquismo abrazó esta canción-denuncia como un himno patriótico. Y es que Valderrama era más bien rojillo. De hecho, durante la Guerra Civil se alistó en un batallón de la CNT, pero, en vez de combatir, creó una compañía con la que actuaba en la retaguardia para las tropas republicanas.

No se ha reconocido aún, pero es el primer cantautor de España a la medida de las hambres de la posguerra.

Antonio Burgos, ABC, 29 de noviembre de 1984

Cabe destacar que compuso la mayoría de sus éxitos. Aunque fue conocido sobre todo por cantar copla, él siempre se consideró cantante de flamenco.

ANTONIO MOLINA

AKA Antonio Molina de Oses Castillo-Hidalgo

Málaga, 9 de marzo de 1928

Madrid, 18 de marzo de 1992

¡¡¡Señoras y señores, con todos ustedes, the gorgorito’s king!!!

Si hay algo por lo que es icónico nuestro Antonio Molina es por sus gorgoritos, falsetes y florituras, y quien no haya intentado imitar esto cantando alguna de sus canciones, no sabe lo que se pierde. Te recomiendo que lo hagas en solitario, por lo de la vergüenza ajena y tal.

Pero bueno, vayamos al tema que nos concierne en esta página: Antonio Molina. Este tío fue un actor y cantante español de copla y flamenco, progenitor de la familia Molina. Aunque fue un cantante superfamoso, a él le hubiese gustado más ser torero y poner el alma en el ruedo, como diría Chayanne. Y, aunque no se puso nunca delante de un toro, sí que fue el primer cantante español en actuar en plazas de toros ante más de diez mil personas.

Aunque solemos asociar la canción del verano al dosmileo, ya en su día Antonio Molina fue el intérprete de la canción del verano de 1954 con «Adiós a España», que interpretó en la película El pescador de coplas, aunque por aquel entonces el término aún no existía. Y es que Antonio Molina hizo muchas cosas que parecen más de ahora, como lo de tener una sugar mami. Os comento: Antonio era un chico muy rebelde de familia humilde, él quería triunfar en la música y se escapó de casa varias veces con la intención de irse a Madrid a triunfar, pero siempre se topaba con la benemérita a mitad de camino y lo devolvían a su casa por ser menor de edad.

Pero la ocasión le llegó mientras curraba de camarero en un bar: se lio con la dueña (bastante mayor que él), se enamoraron, esta dejó a su marido y se fugaron a Madrid. Convivieron un tiempo hasta que él se cansó de ser un mantenido y, en cuanto pudo, se colocó en una tapicería y cortó con ella. En esta nueva etapa de soltero en Madrid se dio a conocer gracias a ganar un concurso de la radio en 1949. Lo de los concursos de talentos es otra cosa que parece como muy de ahora, pero que llevan la ristra de años sirviendo como trampolín para jóvenes promesas. De hecho, muchísimos de los artistas que veremos en este libro salieron de estos concursos radiofónicos, que eran algo así como los talents shows de la época, los OT del franquismo.

Después de petarlo en España en los cincuenta, en los sesenta lo petó también por Europa gracias a las giras que hizo en compañía del mítico guitarrista Niño Ricardo.

A lo largo de su carrera llegó a editar más de treinta álbumes y mil canciones, y participó en varias películas y espectáculos teatrales.

«Soy minero», «Cocinero, cocinero», «Soy un pobre presidiario» y «Yo quiero ser mataor» son algunos de sus títulos más conocidos, canciones en las que se ensalzan los oficios humildes y honrados de la clase baja que dotaban de respeto y valor a estas profesiones en un pueblo empobrecido tras la posguerra y que, quizá por ello, calaron tan hondo en aquella España.

EL PRÍNCIPE GITANO

AKA Enrique Castellón Vargas

Valencia, 7 de abril de 1928

Mandayona, 22 de abril de 2020

Actor, cantante, bailarín e incluso modelo en alguna ocasión. Torero frustrado, pero figura de la canción española en los años cincuenta. Destacó en la rumba y en la zambra, aunque se adaptó a los diferentes ritmos que fueron poniéndose de moda durante su trayectoria. Si lo que lo petaba era la rumba, él se ponía rumboso; si la canción melódica era el género que colmaba los números uno, él se ponía melódico; y si la fiebre de la música disco conquistaba España, él se convertía en la reina de las tarimas y sacaba sus temitas discotequeros. Como él mismo decía, quizá no tenía la mejor voz, pero sí un carisma y una personalidad que hacía que el escenario se le quedase pequeño. Y si a esto añadimos los trajes de chaqueta acampanados con detallitos de brillibrilli que solía lucir en los setenta, ya tenemos la combinación perfecta para ser un grande.

Su mayor hito musical, o al menos el que más perdura en la memoria colectiva, es la increíble versión del mítico «In the Ghetto» de Elvis Presley. Esta versión es un must en los vídeos de YouTube. Si no la has visto, ahora lo fliparás al escanear el QR. Es increíble ver a este artista interpretando este tema con el inglés más españolizado que te puedas echar a la cara. Leí hace poco un artículo en El País, escrito por Carlos Marcos, a raíz de su muerte a los noventa y un años por causa del coronavirus, en el que decía: «Los espectadores españoles nos reíamos de él, pero quizá era una reacción nerviosa porque nos veíamos reflejados, intentando pronunciar el idioma inglés. El Príncipe Gitano, un echado para delante de la vida, lo hizo. Un respeto, pues. Nos referimos a aquella versión de “In the Ghetto”, desternillante por su deficiente pronunciación del inglés». Pero reducir a El Príncipe Gitano a esta mágica actuación es demasiado simplista. Gracias a él y a la compañía artística que montó, se dieron a conocer figuras de la talla de Rocío Jurado, Carmen Sevilla, Manolo Escobar y su hermana, Dolores Vargas «La Terremoto».

Es curioso ver cómo lo más famoso de este tío es su versión de una canción de otro artista, de la misma forma que sus temas alcanzaron más popularidad cuando los interpretaron otros artistas. Tres ejemplos: «El porompompero», que pertenecía al Príncipe, lo popularizó Manolo Escobar; al igual que «Tengo miedo», que lo popularizó Rocío Jurado; o el «Obí, obá, cada día te quiero más», que obtuvo mayor repercusión en la versión que sacaron los Gipsy Kings a finales de los años ochenta.

EL FARY

AKA José Luis Cantero Rada

Madrid, 20 de agosto de 1937

19 de junio de 2007

Es nombrar a El Fary y que se me vengan a la cabeza conceptos como melocotonazo o mandanga mientras pongo cara de chupar limones. No puedo evitarlo, es lo que hay.

Se crio en el madrileño barrio de Las Ventas, justo al lado de la plaza de toros.

De pequeño solía faltar a clase y se dedicaba a imitar a su ídolo, Rafael Farina, del cual tomaría su nombre artístico. Antes de ser conocido como «El Fary» se le conocía como «El Farina de Ventas».

Su primer temazo, o «melocotonazo» como lo llamaría él, fue «El toro guapo». Esta canción se la compusieron sus amigos Andrés Garrido y Antonio «El Quesos». Pero, antes de petarlo como cantante, tuvo varios oficios con los que se autofinanciaba sus grabaciones musicales que él mismo vendía en El Rastro. Después de cumplir los treinta, empezó a hacerse famoso como cantante, cosa un tanto inusual, pero de alguna manera esto nos da algo de esperanza a los artistas treintañeros que seguimos sin terminar de arrancar y estamos un poquito a la deriva. Sí lo digo: El Fary, referente de las jóvenes promesas no tan jóvenes.

Su oficio más conocido antes de la música fue el de taxista. Famosa es su anécdota de que «pasó una noche entera con Ava Gardner», frase que se prestaba a equívocos y que él aclaró: una noche de 1960 la llevó en su taxi a un local de flamenco y, la actriz, reconocida noctámbula durante su etapa en Madrid, le pidió que la esperase en la puerta, cosa que hizo hasta que, al amanecer, la llevó de nuevo a su hotel.

Por su pasado de taxista, en los noventa protagonizó la serie Menudo es mi padre, en la que, evidentemente, hacía de taxista. Como buena autoficción, el guion se hizo a medida para él e incluso el título de la serie era un juego de palabras con su baja estatura.

«Apatrullando la ciudad» fue la canción principal de Torrente: el brazo tonto de la ley, interpretada por El Fary para esta peli, ya que Torrente era un gran admirador suyo. El propio Fary apareció en la tercera entrega de la saga interpretándose a sí mismo. Además, gracias al éxito, se comercializó una pieza de mercadotecnia única: el Carrofary, una pequeña figura de goma del cantante diseñada para colgarla en el espejo retrovisor del coche.

Fue el padrino artístico de nuestra querida Melody, de la cual hablaremos más adelante, y de su propio hijo, Javi Cantero.

Pero si hay algo que merece la pena destacar de El Fary es su temazo «La Mandanga». En el QR, aparte de otros vídeos del artista como una versión por tecno copla de La Falsa Moneda, puedes ver el videoclip de este tema, en el que, además, explica cómo se originó este hitazo. No tiene desperdicio. Pero, también, todo sea dicho, el Fary no era solo rumbita, alegría y cachondeo, en el QR también encontrareis a un Fary que siempre ha detestado al hombre blandengue, a un Fary con un discurso homófobo y machista que dan ganas de potar la verdad. No todo el monte iba a ser mandanga.

NINO BRAVO

AKA Luis Manuel Ferri Llopis

Ayelo de Malferit, Valencia, 3 de agosto de 1944

Villarrubio, Cuenca, 16 de abril de 1973

Empezó su andadura artística compaginando trabajos random con la música. A finales de 1962, fundó el conjunto Los Hispánicos con dos amigos —se hicieron bastante conocidos en el valenciano barrio de Sagunto donde solían actuar—, pero al poco tiempo el grupo se disolvió. Después de aquello empezó como cantante en el grupo Superson y de ahí pasó a ser solista, adoptando el nombre de Nino Bravo.

No le fue muy guay en sus comienzos como solista: perdía dinero con algunas actuaciones y no ganaba concursos. Tuvo que esperar hasta el verano de 1969 para petarlo (aunque tampoco tanto). Fue gracias a «Te quiero, te quiero», canción de Augusto Algueró, que, aunque ya hubiese sido interpretada por Lola Flores (con otra letra, para la película argentina Kuma Ching), Carmen Sevilla y Raphael, no triunfó en el mercado discográfico hasta que la cantó Nino. Tras este lanzamiento, llegaron otros con los que alcanzó algo más de reconocimiento en España y parte del extranjero.

Temas de balada romántica inolvidables son «Noelia», «Un beso y una flor», «Libre» y «América, América», esta última lanzada a título póstumo.

A lo largo de su carrera participó en numerosos festivales musicales nacionales e internacionales e hizo varias giras. Se presentó dos veces a Eurovisión, pero no llegó a ir a ninguna: Julio Iglesias y Karina le quitaron respectivamente el puesto. En Latinoamérica lo petó bastante fuerte. En una de sus giras por esas tierras fue detenido. Sucedió en Bogotá, y es que en Colombia había una ley que obligaba a todos los artistas extranjeros a dar un concierto gratis en La Media Torta. Aparte de tener que actuar for free, el artista debía pagar a toda una orquesta, lo que suponía una importante pérdida económica. Nino pagó la multa y se negó a actuar en esas condiciones.

Murió inesperadamente en un accidente de coche, al salirse en una curva por una carretera de Cuenca, dando varias vueltas de campana. Veintinueve primaveras, tenía.

CAMILO SESTO

AKA Camilo Blanes Cortés

Alcoy, Alicante, 16 de septiembre de 1946

Madrid, 8 de septiembre de 2019

Ver a Cardi B en sus stories con un albornoz blanco y kilométricas uñas azules haciendo playbacks de canciones de Camilo el día de su muerte me hizo darme cuenta de la magnitud de este artista. A raíz de su muerte, también se viralizaron varios vídeos en los que se mostraban samples de sus canciones usados en temas de rap americano de artistas de la talla de Jay-Z. Pero lo que más me impactó fue ver a un grupo de señoras peruanas fanáticas (pero más, mucho más que las míticas fans de Take That) gritando como posesas: «¡¡¡CAMILO VIVE!!!». Y es que muchas veces pasa que la gente «joven» vemos solo la última parte e imagen de artistas españoles que han sido verdaderos mitos mundiales en sus etapas anteriores. Es el caso de Camilo.

Seguramente, la gente de mi generación, al igual que yo, teníamos cierta idea de que fue un grande de la música y que lo petó dentro y fuera de España. Recordamos canciones suyas como «Vivir así es morir de amor», «Algo de mí», «Melina», «El amor de mi vida» y muchas otras. Pero lo que recordamos sobre todo de él es la canción «Mola mazo» y su aspecto de muñeco de cera debido a las operaciones de cirugía estética a las que se sometió en 2015. Lo que no tenemos tan presente es que Camilo fue una verdadera estrella mundial. Para que te hagas una idea, voy a soltar un chorro de datos, curiosidades, cifras e hitos random sobre su carrera para que lo flipes un poquito:

JULIO IGLESIAS

AKA Julio José Iglesias de la Cueva

Madrid, 23 de septiembre de 1943

«Julio, el músico melódico de piel permanentemente bronceada y estilo considerado rancio al que se podría asociar fácilmente a la derecha» (Nacho Vegas en Mierda de Música, un debate sobre clasismo, humor, odio y buen gusto en la música pop), lo único que hace últimamente es ceder su imagen para memes. Los hay de dos tipos: unos del tipo cuñado, los de «y lo sabes»; y otros, que son los que a mí me encantan, que hablan sobre el mes de julio. Pero acabo de leer la primera parte de la página de la Wikipedia (mi fiable fuente de confianza en la que se basan casi todos los datos de este libro) de Julio Iglesias y casi me caigo de la silla con el legado musical de este tío. Si los números y el recorrido de Camilo Sesto eran desorbitados, los de Julio son de la estratosfera. Así que, mira, voy a hacer un copia y pega como una catedral y listo, no tengo más que añadir.

En 1983 fue reconocido como el artista que más discos ha vendido en más idiomas en el mundo, y en 2013 como el artista hispano que más discos ha vendido en la historia. Es reconocido como el cantante europeo con más éxito comercial a nivel internacional hasta hoy día. Es uno de los diez mayores vendedores de copias en la historia de la música, habiendo vendido más de trescientos millones de sus ochenta álbumes editados en todo el mundo hasta la fecha en catorce idiomas. Tiene más de dos mil seiscientos discos de oro y platino certificados. Se estima que durante su carrera ha ofrecido más de cinco mil conciertos, actuando para más de sesenta millones de personas en los cinco continentes. En abril de 2013 el cantante fue galardonado en Pekín como el primer y más popular artista internacional en China. Asimismo, es el mayor vendedor extranjero de discos en Brasil, Francia, Rumania e Italia, entre muchos otros. En su país natal, es el artista que más discos ha vendido, con veintitrés millones de ejemplares.

Ha ganado importantes y prestigiosos premios de la industria discográfica, como el Grammy y Grammy Latino, World Music Awards, Premio Billboard Music Award, Gaviota de Plata, ASCAP, American Music Award y Premio Lo Nuestro, entre otros. Ha sido condecorado con la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes de España y con la Legión de Honor de Francia. Fue nombrado Embajador Especial de las Artes Escénicas de UNICEF en 1989. Además tiene institucionalizado el 8 de septiembre como «Día de Julio Iglesias» en Miami desde 1997 y se ve su estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood desde 1985. El 23 de abril de 2013 entró en el Salón de la Fama de los Compositores Latinos.

El 19 de diciembre de 2018, la Academia Americana de la Grabación otorgó a Julio Iglesias el Grammy Lifetime Achievement Award, un premio especial de los Premios Grammy que premia a los intérpretes solistas o en grupo que durante su vida han hecho una contribución sobresaliente en el campo del registro discográfico.

Por todo ello, se le considera el artista hispano más importante de la historia.

Según el libro Riquísimos, del periodista Jesús Salgado, Julio Iglesias es la novena fortuna de España, con un patrimonio estimado en cinco mil doscientos millones de dólares en 2009.

https://es.wikipedia.org/wiki/Julio_Iglesias

Por mi cuenta añado que tiene una canción dedicada a su pene en colaboración con Romeo Santos: «El amigo», se llama la canción.

INTENSIDAD, TEMPERAMENTO Y SENSUALIDAD: LAS GRANDES DIVAS DE LA COPLA Y LA CANCIÓN ESPAÑOLA

Por lo general, la copla es uno de esos géneros que se asocia al franquismo, y no es casual. El franquismo, viendo que este género era adorado por el pueblo, se apropió de él. Pero el contenido de las coplas suele ser contrario a los ideales franquistas. Nos cantan historias de mujeres libres, madres solteras, prostitutas, amantes de casados, mujeres que se emborrachan en bares, mujeres que viven de forma pasional, mujeres de los márgenes que para nada eran el ideal de mujer que se quería en el franquismo.

Estas historias de mujeres que nos trajo la copla, muchas veces se asemejan a las de sus intérpretes, las folclóricas, encargadas de encarnar y dar voz a estas pasiones. Las folclóricas solían ser mujeres de orígenes humildes que llegaban a lo más alto gracias a su arte. Estas figuras eran unos de los pocos ejemplos de ascenso social que ofrecía la España de la posguerra. «Solían pasar de una humildísima corrala, a comer langosta en el Palace», dice Lidia García en ¡Ay, Campaneras! #7. Por eso el pueblo encontraba muchas veces en estas historias las ganas de vivir, por eso triunfaron tanto en la época y por eso también la dictadura se apropió de este género, aun siendo contrario a sus ideales.

Y es que la copla, queridas, por muy conservadora, rancia y casposa que nos pueda llegar a parecer a primera vista, y yo entiendo que la cosa es complicada y está llena de dobleces, lo reconozco, la copla como os decía, es un repertorio de estrategias femeninas para sobrevivir a la dictadura, a la pobreza, al patriarcado… ¡a la vida!

Por eso, tantas miles de mujeres se identificaron con estas canciones, porque hablaban desde el desgarro, desde la pasión, desde la crudeza, desde la verdad.

La cultura oficial del franquismo, la cultura que la dictadura quería imponer a las masas era cursilísima, era totalmente edulcorada e idealizada. Representaba de hecho el ideal fascista de una sociedad feliz: familias católicas perfectas (perfectas para ellos, claro) en las que la mujer se quedaba en casa cosiendo y rezando, el marido trabajaba y los niños se criaban plácidamente de acuerdo a la doctrina del régimen. No había lugar alguno para la representación de la miseria, la pobreza, el sexo… Por eso la copla triunfaba tanto, porque representaba precisamente la parte cruda de la vida que la dictadura pretendía a toda costa ocultar.

Lidia García, AKA «Queer Cañí Bot», en su recomendadísimo podcast ¡Ay, Campaneras! #1

Lo que me gusta de la copla es la pasión ante el amor y el desamor. La manera de gritar lo que duele, y la manera de gritar lo que gusta. Esto creo que es un lenguaje propio que solamente tiene la copla, lo mismo que el bolero tiene la capacidad de la ternura, la melancolía lo tiene el fado, el drama lo tiene el tango, o la soledad desesperada lo tiene la soleá o el flamenco. Hay músicas populares que definen emociones concretas y la copla define la pasión.

Carlos Cano entrevistado por Jesús Quintero

Durante muchas décadas, la copla ha pasado por el purgatorio injusto de ser un género casposo y de folclóricas, o la música oficial del régimen de Franco, como si también hubiera sufrido el exilio interior o exterior de sus protagonistas.

Es la dictadura quien da el impulso vital y a la vez mortal a la copla nacida y consolidada en los días de la República, y reconvertida en canción española o andaluza por quienes pretenden olvidar su origen.

Documental La España de la copla

Y en esta España encorsetada donde la copla vivió su momento álgido de la mano del régimen, algunas folclóricas fueron domadas, otras directamente eran franquistas convencidas, alguna que otra se exilió y también estaban las que no se metían en política o ni siquiera se planteaban esas cuestiones, aunque su forma de vivir fuese un acto político en sí. Pero, en general, las folclóricas vivieron de forma libre e hicieron mucho por la libertad sexual. Fueron pioneras en el feminismo patrio y se convirtieron en el color de una época muy gris. Eran mujeres fuertes y libres que cantaban historias marginales, con unos looks que ya quisieran las concursantes de RuPaul’s Drag Race.

Y es que esa es otra, las folclóricas fueron las primeras drag queens patrias «sin ser nada de eso ellas». Por ello el colectivo las quería y quiere tanto, porque eran las portadoras de las tan añoradas fantasía y libertad por los mariquitas de la época. Esta fantasía la transmitían a través de sus pelos, sus volantes, su maquillaje, su barroquismo y sus canciones de amoríos intensos y desgarradores. De hecho, las canciones estaban escritas en gran parte por maricones que no podían expresar sus sentimientos libremente, pero que, gracias a las copleras, encontraron en ellas el canal con el que hacerse oír e incluso ser aplaudidos por los sectores mas rancios. ¡¡¡Toma ya!!! Sin ir más lejos, Rocío Jurado, en su canción «El clavel», escrita por Solano, nos habla de hacer cruising y comer pollas. Sustituye clavel por pene y deja que surja la magia: «Un clavel, un rojo, rojo clavel, a la orilla de mi boca, cuidé yo como una loca, poniendo mi vida en él. Y el clavel, al verte, cariño mío, se ha puesto tan encendido que está quemando mi piel [...] Me importa tres pitos que diga la gente, que voy y vengo por el arenal, y tengo gastadas las losas del puente, de tanto cruzarlo por la madrugá».

La copla ha tenido una prensa negativa porque todo el mundo cree que viene del franquismo, que viene de esa época particular de España, pero lo que no saben es que la copla nació antes, nació en la época de la República. De hecho, una de las primeras coplas que se conoce es «Rocío, Rocío», que es como un himno para los republicanos.

Clara Montes, en el documental La España de la copla

DOÑA CONCHA PIQUER

AKA Concepción Piquer López

Valencia, 8 de diciembre de 1906 o 1908, no se sabe, como pasa a veces con las grandes

Madrid, 12 de diciembre de 1990

Provenía de una familia muy humilde en la que, antes de nacer ella, tuvieron cuatro hijos que murieron prematuramente. Su infancia fue bastante dura, de tal pobreza que hasta tuvo que robar patatas en alguna ocasión para poder comer. Pero fíjate tú cómo son las cosas que, con solo quince años, triunfó en Broadway nada más y nada menos, siendo aún una desconocida en España.

Cantante y actriz, interpretó con un estilo depurado de gran perfección vocal las composiciones más famosas de la canción española. «Ojos verdes», «Tatuaje», «Y sin embargo, te quiero», «En tierra extraña», «Lola Puñales», «La Lirio», «La Parrala» o «Yo soy esa» son algunos de sus temazos más conocidos.

¡Madre mía, La Piquer, anda que no era nadie doña Concha! Pecado, por cierto, no ponerle el doña antes de pronunciar su nombre. Considerada la reina del cante español, revolucionó completamente el género de la copla, siendo, a mi parecer, la que más escuela creó. Por eso, aunque quizá no sea la cara más repetida en los expositores de gasolineras, pues se retiró antes de que los expositores musicales de las gasolineras estuvieran de moda, considero pertinente hablar de ella en este libro. ¿Te suena lo de «el baúl de La Piquer»? Pues es gracias a ella, que era toda una diva: siempre viajaba con un montón de pesadísimos baúles llenos de su ropa, ropa de cama, ropa de mesa y aceite de oliva, pues tenía por costumbre alquilar casas donde se alojaba en sus giras y viajes. A ella también pertenece la frase: «Si no gano dinero, no me divierto», al decirle Lauren Postigo que se decía de ella que le gustaba más el dinero que el cantar.

Perfeccionista hasta la médula, en 1958 decidió retirarse de los escenarios tras quedarse sin voz por unos momentos durante una actuación en Isla Cristina, al menos esta es la versión oficial. Sin embargo, siguió grabando discos hasta 1963, pues tenía un contrato vigente con Columbia. Mujer de mano de hierro y pocos amigos, son bien conocidas sus rivalidades con otras grandes del gremio: Juanita Reina, Miguel de Molina o Rocío Jurado, entre otras. Con esta última, tuvo el beef más conocido por decir Rocío que era más larga que La Piquer (más dotada para cantar más estilos). También fue empresaria: montó su propia compañía, que gestionaba con gran disciplina y orden, de la que llegó a despedir al mismísimo Manolo Caracol por llegar tarde a una función. Y es que en la compañía de La Piquer, quien llegase tarde al ensayo o apareciese en escena con la ropa manchada o sin planchar, era multado.

Las canciones de los años cuarenta eran dulces, jugo amargo solamente lo tenían algunas de La Piquer, y aquel ingrediente excepcional, su amargura, era lo que las diferenciaba netamente de las demás. En aquel mundo de anestesia, de nana pura, entre aquella compota de sones y palabras pensados para fomentar la estabilidad y la confianza, para mecer noviazgos abocados a un matrimonio sin problemas, para apuntalar creencias y hacer brotar sonrisas, irrumpía a veces inesperadamente una ráfaga de sobresalto, como un desgarro sombrío, era la voz de aquella mujer.

Carmen Martín Gaite, en su artículo «Cuarto a espaldas» (1972)

ESTRELLITA CASTRO

AKA Estrella Castro Navarrete

Sevilla, 26 de junio de 1906

Madrid, 10 de julio de 1983

Entre Estrellita o La Piquer existe el eterno debate de quién fue la auténtica creadora de lo que hoy se conoce como «canción andaluza», pero lo que sí está claro es que la más graciosa, la más salerosa, fue Estrellita, que hizo del caracol en la frente su seña de identidad. Según ella, el rizo se lo pegó su madre con jabón cuando tenía tres años para cantar en la feria y ahí lo lleva todavía.

Representante máxima del tópico de la gracia andaluza, la sevillana era la menor de once hermanos de una familia muy humilde de padre gallego y madre malagueña. Su madre, «La Sebastiana», la que le pegó el rizo en la frente con jabón, era una mujer simpar que, como buena madre de folclórica, siempre acompañaba a su hija a todas partes para cuidarla, y gracias a su salero dejó maravillosos momentos entre bambalinas. Mi preferido es cuando le dijo a Jacinto Benavente que ella tenía un hijo como él, a lo que él respondió: «¿Escritor?» y ella prosiguió: «¡NO! ¡ Maricón!». Otro suceso para recordar de esta increíble persona es que, cuando estaba acompañando a su hija que actuaba en Nueva York, de repente desapareció del teatro. Su hija movilizó a todo el equipo para buscarla y la encontraron gritándole, en español claro está, a un quiosquero de la gran manzana por no tener el Heraldo de Andalucía.

Sus canciones alcanzaron gran popularidad en las décadas de 1930 y 1940. Criada en los café-cantantes sevillanos, aportó resortes flamencos a los cuplés, que eran afrancesados, haciéndolos más andaluces y españoles. «Mi jaca» fue su mayor éxito en el terreno musical, pero también caben destacar «Suspiros de España», «María de la O» o «La morena de mi copla».

Fue bautizada como «La Reina del Pasodoble», estilo en el que destacó, aunque tocó muchos más, siempre de carácter folclórico, siendo la cantante más larga de su época. Palos como serranas, colombianas, guajiras, fandangos, soleares, tanguillos, sevillanas, zambras y saetas. Pero también cantó boleros cubanos, mazurcas e incluso tangos, género al que fue introducida por el gran Carlos Gardel.

En febrero de 1962, fue galardonada con la Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo.

A ella le debemos el mítico «todamente español» expresión que le sortó con desparpajo a Lauren Postigo al darle las gracias por su programa Cantares, un programa «todamente español».

Otro de mis momentos favoritos de Estrellita fue su aparición en la película Casa Flora, protagonizada por Lola Flores, en la que mantiene una surrealista conversación telefónica con «La Faraona». No os cuento más, flipad vosotros mismos viendo esta escena en el QR, junto a otros tantos vídeos de ella.

MIGUEL DE MOLINA

AKA Miguel Frías de Molina

Málaga, 10 de abril de 1908

Buenos Aires, 4 de marzo de 1993

Proveniente de familia humilde, se crio rodeado de mujeres —su madre, su hermana y sus cuatro tías— y se convirtió en la gran estrella de la copla republicana.

Uno de sus primeros trabajos fue el de chico para todo en un burdel de Algeciras. Allí, unas de las prostitutas intentó acostarse con él, cosa que él rechazó como contraria a su naturaleza. En ese momento ya tenía definida su orientación homosexual.

Molina fue uno de los puntales del género de la copla, con una personalidad única como intérprete masculino. Actuó para las tropas republicanas y, cuando llegó la dictadura de Franco, fue torturado y obligado al exilio acusado de haber ayudado al ejército republicano y también, cómo no, por ser maricón. Fue apaleado por tres individuos. Pasados los años, logró identificar a dos de ellos: Finat y Escrivá de Romaní —que era conde de Mayalde y que destacó por su papel represor durante el franquismo— y Sancho Dávila, otro que estaba bien metido en el Gobierno franquista. A raíz de esto, y por estar perseguido, se exilió a Argentina, donde rodó algunas películas, pero tuvo que huir de allí por una orden de la embajada española. Entonces se fue a México hasta que, años más tarde, Eva Perón hizo que volviese a Argentina, donde empezaron a lloverle contratos por el país. En 1957 volvió a España, donde vivió dos años. En 1960 se retiró de su carrera artística y se mudó a Nueva York.

Después volvió a Buenos Aires, donde murió en 1993. Un año antes, en 1992, el Gobierno español le nombró caballero de la Orden de Isabel la Católica, reconociendo su contribución personal al mundo del arte en España.

Nos ha dejado para la posteridad temazos como «La bien pagá» u «Ojos verdes», canción que más tarde incluiría en su repertorio Concha Piquer, con la que tuvo algún que otro beef.

Su original y rico vestuario, que transitaba de lo masculino a lo femenino, cargado de volantes y lunares, era diseñado por él mismo. Y es que Miguel era tan cuidadoso y minucioso que, en sus espectáculos, se encargaba personalmente hasta del marketing y la publicidad.

La película Las cosas del querer, de 1989, está basada en su vida de forma libre, tan libre que no le pagaron derechos por utilizar su historia personal.

LOLA FLORES

AKA María Dolores Flores Ruiz, AKA «La Faraona», AKA «Lola de España»

Jerez de la Frontera, Cádiz, 21 de enero de 1923 o 1928, tampoco se sabe

Alcobendas, Madrid, 16 de mayo de 1995

La genial, única e irrepetible Lola, la artista con la personalidad más arrolladora con la que te vas a encontrar en tu vida. Mi artista favorita de todos los tiempos. ¡Así mismo te lo digo! «Un acontecimiento de la estética, la naturaleza y la vitalidad. Un fenómeno. La manifestación del poder», como dijo Rafael Álvarez «El Brujo». «La madre del arte», como diría Falete. «Una fin de raza», como le dijo Jesús Quintero. Y puestos a citar definiciones de Lola, no puede faltar la que Rocío Jurado hizo en la gala homenaje dedicada a «La Faraona», en la que, fundida con ella en abrazos, lágrimas y pasión folclórica, le dijo: «España te debe la gloria del arte... de España —seguido de un—: ¡Y no digo más !», mientras hacía una despedida triunfal hacia el escenario, moviendo la capa de gasa fucsia que la más grande lucía con la intensidad que la caracterizaba.

Empezó llamándose «Imperio de Jerez» en honor a su ídolo Pastora Imperio, pero bajo el nombre de Lola Flores se convirtió en una de las primeras mujeres en la España de la posguerra en hablar libremente de temas considerados tabú, como la violencia contra las mujeres, las relaciones extramatrimoniales o la prostitución. Era libre de boca y de espíritu, como buena acuariana. A este signo le atribuía su capacidad de leer y entender a las personas. Contó los avatares de su vida en el programa El coraje de vivir, un documental biográfico emitido por Antena 3 un año antes de morir, en el que explica su vida desde su humilde infancia hasta su éxito, contando, entre otras cosas, la ocasión en la que se tuvo que prostituir para ayudar económicamente a su familia.

No era gitana, como muchos piensan, sino cuarterona por parte de madre, pero siempre respetó, admiró y se identificó con el pueblo gitano, con el que convivió desde pequeña.

Cantante, actriz y bailaora, triunfó por todo el mundo. Como ella decía: «¡He españoleao, lo que se dice españolear!». En una entrevista, comentó lo siguiente: «Desde el año 1952 que atravesé el charco y viajé a América, he hecho en una noche (por España) más que quizá muchos ministros y muchos embajadores [...], pero eso ha sido para satisfacción mía, porque ¿quién me lo ha agradecido? ¡Nadie!». Hacía referencia entre líneas a su problema con Hacienda.

Una mujer insustituible, dicho por ella misma a raíz también de este altercado. Aparte de su famoso crowdfunding, entre otras muchas cosas sobre el tema, dijo lo siguiente: «A mí la tranquilidad que me queda es que los políticos que me han hecho daño serán sustituidos. Yo no tengo sustituta, yo me moriré siendo Lola Flores».

Su arte, figura y legado siguen estando presentes hoy en día, aun habiendo pasado décadas de su muerte. Es una de la pocas artistas que pueden presumir de inmortalidad gracias, entre otras cosas, a sus maravillosas frases, que deberían ser patrimonio inmaterial de la Humanidad. Os dejo una selección a continuación:

«Aparezco en la Enciclopedia Mundial como un ser especial español».

«Quién no se ha dado un pipazo con una buena amiga.»

«Yo no miento porque, cuando digo una mentira, ¡se convierte en verdad!»

«Tengo una fuerte alianza con Dios, pero no voy a misa porque el evangelio me lo sé.»

«¿Sabes por qué yo estoy guapa? Porque el brillo de los ojos no se opera.»

«Lo que tengo es un disgusto tremendo porque Hacienda me quiere cobrar demasiado, y eso me lo tienen que arreglar, porque yo he metido muchas divisas en España.»

«Te puedes tomar tres whiskitos un día que estés a gusto, pero no levantarte por la mañana y ponerte morao de tinto. Se te ponen bolsas en los ojos, se te viene un cansancio. Hay que cuidarse, respirar bien.»

«Se puede hacer de todo en la vida. Te das una rayita un día y no pasa nada, te fumas un porro y no pasa nada, te puedes emborrachar de vino tinto y no pasa nada. Todo se puede hacer en la vida con MÉTODO. Y después tres días tranquilo bebiendo agua mineral, comiéndote un potaje muy bueno o una pringá

«Yo he probado la cocaína y el porro, por risas. No me gusta. Pero bueno, ¿y qué? También he probado el whisky y el vino tinto. Yo me emborracho de bulerías, de cante bueno, de alegrías.»

«Yo he visto los platos [de cocaína] en Barcelona así, pero pura, eh, no como ahora que la mezclan con fetamina, pura. Y yo una niña. Ha habido siempre de todo.»

Y es que Lola Flores no es una folclórica más, es un auténtico ser de luz, una institución, un universo, una religión con mayúsculas. Yo soy Lolaflorista, sí, lo digo y no me escondo. Los momentos que esta diosa nos ha dejado dentro y fuera del escenario han trascendido tanto que son admirados hasta por generaciones que ni siquiera la conocieron en vida. Yo, por ejemplo, apenas la recuerdo de pequeño. Gracias a internet he podido redescubrir a esta artista, al igual que a muchas otras.

Y aquí, en el QR, os dejo una selección de actuaciones que van de la copla al rap (sí, fue la primera rapera de España), recitales que te ponen la piel de gallina y fragmentos inolvidables de películas y entrevistas.

SARA MONTIEL

AKA María Antonia Abad Fernández,
AKA «Saritísima»

Campo de Criptana, Ciudad Real, 10 de marzo de 1928

Madrid, 8 de abril de 2013

«Nací pobre, pero extraordinariamente bella.»

Mucha Kardashian y todo lo que tú quieras, pero el contouring lo inventó Sara, «Saritísima», Antonia. Aunque mi generación la recordará por sus últimos años en los que se convirtió casi en una caricatura de ella misma, sobreexcedida en sus barrocos atuendos y maquillajes, Sara Montiel fue una auténtica estrella de Hollywood. Ahí la tenías codeándose con la cream de la cream de la meca del cine. Y es que a Sara, aunque de forma errónea, se la ha metido en el saco de las folclóricas. Para nada era eso. Ella nunca se consideró folclórica, ella era una estrella, una diva, un maricón con coño como la copa de un pino, un mamarracho de cuidado, entendiendo mamarracho como una gran virtud, una mujer que vivió como le dio la gana y saboreó de manera intensa las mieles del éxito.

Y es que por muy «chocheante» que pudiera parecer en sus últimas apariciones televisivas —su boda con Tony, sus «enfrentamientos» con Marujita Díaz, su anuncio en Idealista, sus portadas de Interviú a altas edades…—, creo que esto hay que enmarcarlo en el plano de la performance (entendiendo performance como el concepto del que nos habla la youtuber Ter en su vídeo «Un concepto que me ha cambiado la vida: la “PERFORMANCE”»). Sus looks y su forma de ser en su última etapa hacen que a mi parecer sea una genia, y la gente no suele ver esto, lo suele encasillar en actos ridículos o absurdos, pero como dice Samantha Hudson en el podcast Treintañeros a la deriva de Serge González:

Yo creo que la gente más absurda es la que más razón tiene, porque el mundo es absurdo. Entonces, si tú eres absurdo, quiere decir que entiendes la vida y que vas al compás del mundo, porque el mundo no tiene nada de sentido. Y si tú actúas con sentido, pues bueno, tampoco te digo que lo estés haciendo mal. Pero si tu actúas sin sentido, eres espontánea y todo lo que haces no tiene ni pies ni cabeza, quiere decir que has comprendido la vida al milímetro, y para mí eso es lo que hay que ser.

Si a Carmen Sevilla le debemos la técnica del esparadrapo detrás de las orejas para tensar los pellejos colgones del bajo rostro, y a Lola Flores la invención del crowdfunding pidiendo una pesetita a cada español para saldar sus deudas con Hacienda, a Sara Montiel le debemos los filtros de Instagram, pues ella pedía poner una media en la cámara que la grababa para suavizar su rostro, cual rudimentario licuado de Photoshop. Como veis, queridas, la performance no solo es patrimonio de Abramóvich y compañía.

Derrochaba sensualidad por donde quiera que pasara. Era un alma libre, sensual y sin complejos hasta el día de su muerte y más allá. La transparencia, el glitter, el escote, el exceso de maquillaje, abalorios barroquísimos y pelucones variopintos eran su seña de identidad. Y es que ella llevaba a rajatabla aquello que nos cantaba Alaska de «Más es más», artista, que por cierto, la admiraba muchísimo y con la que tuvo el honor de colaborar en «Absolutamente», donde «Saritísima», entre estampado de leopardo y demás horteradas maravillosas, acababa estrangulando a Alaska en el funeral de Nacho Canut (todo esto ficcionado para el videoclip, claro está).

Y es que la manchega más internacional ha tenido siempre mucho sentido del humor y ha sabido reírse de sí misma y de su estatus de vieja gloria. No olvidemos su ya mítico «Maaaaarrrrrvelousssss» del anuncio de la MTV. Cuando una es consciente de su desvarío, de su engalanamiento en exceso, cuando una se ríe de ella misma y lo lleva por bandera y con mucho saber estar, significa que se ha pasado el juego de la vida, y Sara se lo pasó con matrícula de honor.

Pero «Saritísima» era mucho más que una mamarracha, mucho más que el considerado rostro más bello del cine español, mucho más que la belleza que conquistó a Hollywood. Nació en el seno de una familia campesina muy pobre, en plena Mancha, en Campo de Criptana, pero ella sabía desde siempre que iba a ser artista. Lo tenía clarísimo. Y no veas si lo consiguió. Llegó a ser una de las actrices mejor pagadas del mundo. Siendo toda una estrella en Hollywood, actuó con Gary Cooper, Burt Lancaster y muchos otros, le hizo unos huevos fritos a Marlon Brando, jugó al tenis con Greta Garbo, y Hemingway le enseñó a fumar puros (esto fue en Cuba). Y es que ella, en la gris España franquista, representó la sensualidad, el empoderamiento femenino, lo barroco, lo exuberante, ¡la libertad! Para muestra de ello, os dejo con una cita de sus memorias, Vivir es un placer:

«A Anthony Mann lo recibía en casa con tacones, liguero y sujetador, todo de color negro. Con Pepe Tous, además de participar en una barbacoa nudista, estuve a punto de practicar un trío. Fue en Las Vegas, con una chica afroamericana, pero a la hora de la verdad me eché atrás. Pobre Pepe, le chiflaban las negras.»

Para terminar con esta queen os dejaré con dos frases suyas que son mis favoritas. Una es la que le dijo a su madre de joven:

«No te preocupes, madre, tu hija no va a ser ni borracha ni p-u-t-a. No he sido borracha, y lo otro... bueno, un poquito solo».

Y la otra es:

«Aznar no tiene ni medio polvo».

CARMEN SEVILLA

AKA María del Carmen García Galisteo

Sevilla, 16 de octubre de 1930

Actriz, cantante, bailarina, presentadora de televisión y, sobre todo, «La novia de España».

Carmen estuvo influida por el arte desde su más temprana edad. Su padre y su abuelo eran letristas y escribían canciones para películas de Concha Piquer, Imperio Argentina o Estrellita Castro, que fue su madrina artística.

Después de la guerra, su familia se mudó de Sevilla a Madrid y allí pudo asistir al conservatorio. Ya en su adolescencia, empezó a bailar, cantar y actuar.

Su primer matrimonio fue con el compositor Augusto Algueró en la Basílica del Pilar, en una boda digna de cuento Disney. Esto, sumado a su belleza, gracia y amabilidad, hizo que se convirtiera en «La novia de España». Carmen Sevilla era «Carmen de España», dejando claro que poco tenía que ver con la de Merimée, esa cigarrera gitana y pasional con la que se forjó el mito español en el siglo XIX. Carmen de España fue la respuesta bondadosa, pura y blanca con la que el régimen quiso imponer el estándar de mujer española de bien. Y es que Carmen, por supuesto, era una amante de España a pesar de ser ya una estrella en Hollywood, donde actuó, entre otros, con Charlton Heston, y le robó el corazón a Cantinflas. También rechazó un contrato de siete años con un gran estudio, pues prefirió centrar su carrera en España. Aquí destacaré su película taquillazo El balcón de la luna, que protagonizó junto a Lola Flores y Paca Rico, gracias a la cual empezaron a llamarlas «Las Miarmas» o «Las Tres Marías».

En su última etapa pasó de ser la novia de España a la abuela de España, y lo mismo te presentaba el Telecupón o Cine de Barrio que se dedicaba a la cría de ovejas en Badajoz. Y lo mismo también, con setenta y cinco años, aparece como concursante en ¡Mira quién baila! y te baila un rap.

Coqueteó un poco con el destape en los setenta, pero no mucho. Ahí sufrió un bajón profesional, como muchas de las folclóricas, por no adentrarse demasiado en el género. Más tarde, en los noventa, vivió su etapa de oro como presentadora. Su espontaneidad, naturalidad y despistes volvieron a darle gran popularidad. Aparte de los ya mencionados programas que presentó, quiero rescatar su papel como presentadora en El juego del zodiaco, algo así como un videojuego televisivo que presentaba junto a Hugo, la mascota del programa. Gracias a sus famosas «ovejitas» y su «cuponsito», millones de españoles se congregaban cada noche ante los televisores para presenciar el hacer de la artista.

Posteriormente, se destapó entre compañeros de profesión que muchos de estos despistes protagonizados por Carmen formaban parte de un guion, debido a la repercusión positiva que tenían entre el público.

Ahora mismo padece de Alzheimer y vive en una residencia, siendo la pobre incapaz de reconocer ni a su propio hijo.

MARIFÉ DE TRIANA

AKA María Felisa Martínez López, AKA «La Loba»

Burguillos, Sevilla, 13 de septiembre de 1936

Benalmádena, Málaga, 16 de febrero de 2013

Aunque nació en Burguillos, se crio en el barrio sevillano de Triana, de ahí su apellido artístico. Su padre murió cuando ella tenía nueve años, y a los doce abandonó sus estudios para dedicarse al arte. Se sacó el carné de artista con trece, aunque el mínimo de edad fuese dieciséis.

Formó parte de varias compañías de variedades, entre ellas, el mítico Teatro Chino de Manolita Chen. El promotor de espectáculos Juan Martínez Carcellé la contrató rápidamente al verla actuar, y comentó: «Jamás nadie ha cantado como esta mujer. Ella es la renovación absoluta de la canción andaluza». «La Niña de los Peines» dijo de ella, cuando tenía veintidós años: «Marifé de Triana ha empezado por donde otros artistas acaban».

Su interpretación a la hora de cantar copla hizo que se ganase el sobrenombre de «La Actriz de la Canción», y aportó al género un total de quinientas cuarenta coplas nuevas, en su mayoría creación del trío de ases Quintero, León y Quiroga.

Fue una de las primeras folclóricas que dio voz a las expulsadas del sistema. Su ejemplo más destacado fue su temazo «La Loba», canción en la que canta a las madres solteras: «La Loba, vaya una fama: no te calles, ¡qué más da!, pero a ver quién me lo llama con la cara levantá». Relata la historia de una mujer que «perdió su honra» por acostarse con el hombre al que amaba y después ser abandonada por él, dejándola embarazada.

MARUJITA DÍAZ

AKA María del Dulce Nombre Díaz Ruiz

Sevilla, 27 de abril de 1932

Madrid, 23 de junio de 2015

La icónica Maru fue actriz, vedete y cantante, gloria del cine español en los cincuenta y sesenta y considerada la «Reina de la Revista Española» (entendiendo revista como el género de espectáculo, aunque también fue protagonista de las portadas del papel cuché).

Nació en el barrio de Triana. Su gracia, salero y tez cómica hicieron de ella toda una estrella en el cine de los sesenta gracias al tirón de la comedia en esa época. Abordó géneros muy dispares, como el pasodoble, la copla, el cuplé, la zarzuela, el tango y el charlestón. Transitaba con salero de los géneros tradicionales a los modernos, pero siempre ensalzando el patriotismo con emblemas confusos entre lo que es Andalucía y lo que es España. Pasaba de la mantilla al frac, de la peineta a la chistera. Sus pies lo mismo taconeaban flamenco que bailaban charlestón. Ella era Triana y Las Vegas, como diría Lauren Postigo.

Los ojos más famosos de la España cañí fueron, por derecho propio, los de la artista que mejor supo sacarle partido a su chiribiteo. Los usaba con una ya célebre expresividad para lo cómico y lo pícaro, sí, pero también para lo dramático cuando se terciaba. Ella convirtió el ir y venir de su chispeante juego de ojos en toda una marca personal.

Lidia García, AKA «Queer Cañí Bot», en su podcast ¡Ay, Campaneras! #22, Ojos

El icónico movimiento de sus ojos forma parte, sin duda, de nuestra cultura popular, al igual que sus modelitos y su relación con el cubano Dinio, ochocientos años más joven que ella. En nuestra memoria quedarán también momentos inolvidables como el anuncio para Ópticas San Gabino, su remix dance de «El parque de María Luisa» o su anuncio para el politono «¡Marutono Chim Pum!». Si no sabes de qué te hablo, mira en el código QR y gózatelo.

ROCÍO JURADO

AKA María del Rocío Trinidad Mohedano Jurado, AKA «La Más Grande»

Chipiona, Cádiz, 18 de septiembre de 1944

La Moraleja, Madrid, 1 de junio de 2006

La Jurado ha sido, es y será «Una piedra dura de Chipiona, ¡que no se puede aguantar!», como le diría Lola Flores.

Cantante española de fama internacional, se especializó en géneros musicales como la copla, el flamenco, el pop español, el bolero y la balada romántica. En el año 2000 obtuvo en Nueva York el Premio La Voz del Milenio a la Mejor Voz Femenina del siglo XX; en el Cesar Palace de Las Vegas le dieron el Premio América a la Mejor Voz Latina; y la mismísima Billboard le hizo un artículo cuando falleció.

Esta tiparraca ha vendido treinta y cinco millones de discos y recibido ciento cincuenta discos de oro y ochenta de platino. En 1985 fue invitada a cantar a la Casa Blanca ante el presidente de aquel entonces, Ronald Reagan. Señoras y señores, esta tía se ganó el sobrenombre de «La Más Grande» muy bien ganado. Y no solo por su majestuosa voz. Su contundente imagen con un pelo cardadísimo y escotes de infarto, algo muy poco inusual en la época, provocaban sudores fríos a la censura franquista. Fue una figura muy representativa del feminismo, la libertad de la mujer y los derechos LGTBIQ+ en una España que olía bastante a tufillo retrógrado. En nuestra memoria quedará para siempre su mítico «Yo soy progay».

De orígenes humildes, como la mayoría de sus compañeras, «La Chipionera» cantaba desde muy pequeña. A los ocho años hizo su primera aparición en público. Más adelante llegaron a llamarla «La Niña de los Premios», pues ganaba todos los concursos de las emisoras de radio en los que participaba. Pero, al contrario que la mayoría de sus compañeras, Rocío se sumó años en vez de quitárselos. Esto fue porque, siendo aún muy joven, se mudó a Madrid para probar suerte y empezó a trabajar en el tablao El Duende de Pastora Imperio siendo menor de dieciséis años —que era la edad mínima que se pedía para cantar en los tablaos—, así que se sumó un par de años y todos contentos.

En un momento en el que la copla estaba de capa caída, ella la revitalizó con su voz y presencia, pero gracias a la balada romántica se convirtió en una estrella internacional. Durante los setenta y ochenta fue alternando la bata de cola con provocativos y sugerentes vestidos de noche. A esta época le debemos sus mayores éxitos: «Como una ola», «Lo siento mi amor», «Señora», «Como yo te amo», «Ese hombre», «Se nos rompió el amor», «A que no te vas», «Muera el amor»...

Fue una de las protagonistas de Azabache, el espectáculo para la Expo de Sevilla de 1992, donde nos dejó bien claro que, aparte de balada romántica, copla y ritmos más modernos, también sabía moverse de forma magistral por los palos más jondos del flamenco. Con su actuación de «Qué no daría yo», que pone los pelos de punta hasta la persona menos sentida del mundo, nos los explicó muy bien explicado.

GRACIA MONTES

AKA Gracia Cabrera Gómez

Lora del Río, Sevilla, 1 de marzo de 1936

Si Rocío Jurado hizo huelga de hambre para que la dejasen ser artista, Gracia Montes tuvo que encerrarse en su cuarto unos cuantos días llorando para que su padre le permitiera serlo. Y lo consiguió. A los diecisiete años su nombre irrumpió con fuerza en la canción española y Sevilla se estremeció con su voz. Fue allí donde comenzó su andadura artística.

Más adelante, ya consagrada como una de las grandes de la copla y en pleno apogeo de su carrera, se retiró, sacrificando sus mejores años profesionales por amor. Nueve años duró esa pausa en la que se dedicó a ser mujer de un ingeniero catalán del que más tarde diría que tenía la tapa de los sesos «escacharrá», que la quiso para él y solo para él. Y que encima, no contento con haberla apartado de los escenarios, se dedicó a comprar sus discos y a hacerlos desaparecer del mercado. Al romper la relación con este tiparraco tóxico «por no haber colmado sus expectativas como mujer», resurgió en la escena cual ave fénix con un espectáculo llamado La rosa de las marismas y continuó paseando la copla por medio mundo.

Se dice de ella que es la más elegante de las copleras. Sus quiebros de voz ponían la piel de gallina a todos los que se acercaban a verla en sus comienzos por Sevilla. «Cantaba con un quejío y un desgarro tan extraño y único que parecía que, al cantar, lloraba», dijo de ella Lauren Postigo. Y es que la voz de Gracia resuena como si tuviese una lagrimita incrustada en la garganta. Su voz llorosa le venía como anillo al dedo para interpretar con el dramatismo que necesitan «Cariá la Sanluqueña» o «La niña de Punta Umbría», pero no fueron impedimento para ponerse rumbosa y hacer bailar al pueblo bajo los farolillos verbeneros a ritmo de «Maruja Limón», «Moscatel» o «Soy una feria», su canción más recordada.

ISABEL PANTOJA

AKA María Isabel Pantoja Martín, AKA «La Viuda de España», AKA I. P.

Sevilla, 2 de agosto de 1956

La actual reina de la tonadilla española últimamente es más conocida por sus apariciones en el mundo del corazón que por su faceta artística. Y es que no veas las aventuras y desventuras de nuestra Maribel, como dice Laura Estudillo en el podcast ¡Qué mujer! , que hace junto con Laura Put: «La vida de la Pantoja es el sueño húmedo de un guionista».

La Pantoja se convirtió en la viuda de España tras la muerte de su Paquirri, cuando solo llevaban un mes de casados. Este suceso causó un revuelo mediático increíble y, desde ese momento, se convirtió en el personaje más perseguido de la prensa rosa española. Se retiró de los escenarios para guardar el luto y volvió un año más tarde, en 1985, con el discazo Marinero de luces, escrito por José Luis Perales. Este álbum es lo más parecido a un trabajo conceptual dentro del mundo de la copla. Es un recorrido a través de sus metafóricas canciones por la trágica pérdida de su amado, y la desazón, soledad y amargura que la tonadillera cargaba por el suceso. Intensidad, dramatismo y sentimiento en estado puro, como no podía ser de otra manera. Una verdadera joya de la música española. Uno de los mejores álbumes de España.

Tras la etapa de luto por Paquirri y Marinero de luces, se dice, se comenta, que le dio al bollo con María del Monte, pero son solo rumores; de forma oficial solo se puede hablar de una gran amistad y de que le dio el honor de ser la madrina de Chabelita, AKA «Isa P». Después se lio (¿en qué momento?, pensará ella) con el entonces alcalde de Marbella Julián Muñoz, AKA «Cachuli». Esta relación nos dejó frases célebres para la posteridad como «Gitana, ¿tú me quieres?» o «Dientes, dientes, ¡que es lo que les jode!». También nos dejó otros momentos no tan célebres, como todo lo sucedido en el caso Malaya, que acabó con dos años de prisión para la Pantoja. En nuestra mente permanecerá imborrable el momento de ella medio desmayada, montándose en el coche a la salida del juzgado, rodeada de cientos de paparazzis, como si de su peor pesadilla se tratase. A raíz de este suceso, le revocaron la Medalla de Andalucía que le otorgaron en 2002. Se dice, se comenta, que sus catastróficas desdichas se deben en parte a una maldición gitana que la mismísima «Faraona» le echó por haberse liado con Paquirri, que poco antes estuvo saliendo con Lolita (hija de Lola) y que era muy amiga de Isabel. Lo de la maldición no sé si será cierto, pero lo que sí es cierto es que Lola le dedicó su temazo «Te lo regalo», poniendo en su voz el sentimiento de Lolita. Como estáis viendo en lo que llevamos de libro, el beef en la música no es patrimonio únicamente del rap.

Maribel es la tonadillera más mediática, ha jugado como nadie al juego del tomate. Acabó peleándose a muerte con Telecinco, pero años más tarde su coño moreno firmó un contrato millonario con la cadena y se fue con su hijo Paquirrín, AKA DJ Kiko Rivera y con Jorge Javier Vázquez a retransmitir las campanadas de la Nochevieja más vista de la televisión privada. En otra ocasión llamó a su examiga Chelo García Cortés durante un Sálvame y se paró el mundo durante lo que duró la llamada, en la que habló básicamente de Chabelita y su excriada. Luego cogió y se fue de participante a Supervivientes y lo más reciente, todo el tema «Cantora Herencia Envenenada» que es «pa mear y no echar gota».

La vida de la Pantoja está siendo lo más parecida a una novela griega/culebrón venezolano. Nadie como ella encarna el dramatismo folclórico en su día a día, aunque bien podríamos decir que I. P. se ha pasado el juego de «imagina ser tonadillera». Ha pasado de tener una vida dramática de folclórica al uso, a ser una verdadera Trap Queen, una Real G en toda regla. Isabel Pantoja es el verdadero trap de España y Marinero de Luces es el epítome del dramatismo folclórico.

FALETE

AKA Rafael Ojeda Rojas

Sevilla, 9 de enero de 1978

Ustedes tenéis a Arca, nosotros tenemos a Falete

@ccarvento

Mira que la copla es un mundo lleno de exóticas aves con variopintas plumas y movimientos de cortejo de lo más fantasiosos, pero Falete, sin duda alguna, se lleva el premio a la más rara avis del mundillo.

El nombre le viene porque es hijo de Falín, uno de los míticos Cantores de Híspalis. Debutó con diecisiete años en el teatro Lope de Vega, cantando para La Chunga. Durante su trayectoria, ha versionado a las figuras más grandes del folclore con la fuerza, pasión y desgarro que le caracterizan, haciendo suyas canciones de Lola Flores, Rocío Jurado, Isabel Pantoja, Bambino, Chavela Vargas…

Yo, que soy muy fan de los títulos de los álbumes musicales en general, aprovecho para mencionar sus dos últimos trabajos: Puta mentira y Coplas que nos han matao, que me parecen maravillosos. Pero fue su primer disco, Amar duele, el que le posicionó como una de las artistas más pertinentes en la moribunda copla dosmilera, aunque tristemente, este hecho siempre ha estado a la sombra de su imagen, que acapara más críticas, chistes y opiniones que su arte.

Falete es una grande en todos los aspectos. Nació pesando seis kilos en un complicadísimo parto. Su madre tenía quince años cuando le dio a luz y, al tirar de él, le sacaron la clavícula y le destrozaron el brazo, que se le quedó inválido de por vida. Sus dimensiones, junto a su expresión de género, han sido objeto de burla durante toda su vida y carrera. El chiste fácil ha sido más famoso que su talento, algo que dice mucho de nuestra sociedad, a la que le faltan por mejorar tantos aspectos. Cierto es que Falete ha sabido reírse de sí mismo; en una ocasión dijo una frase que podría resumir a la perfección esa cosa de dar la vuelta a la tortilla y reapropiarse de lo que a uno le oprime: «En mi casa no se dice gay, que suena a dieta, se dice maricón, que tiene más fundamento».

Cierto es también que Falete ha accedido a formar parte de la prensa rosa a través de montajes en los que su pareja era secuestrada e idas de olla del estilo. También ha participado en programas de televisión que poco tienen que ver con el ensalzamiento del arte y el talento. Pero quizá no haya sido por gusto propio, sino porque no le ha quedado otra, al haberse visto forzado a estas situaciones por ser constante burla mediatizada en vez de ser reconocido por su obra. No debe ser fácil gestionar una carrera profesional cuando los focos se centran en otros menesteres. Aprender a lidiar con todo esto mientras quieres defender tu arte es complicado y no siempre acierta uno. Pero lo que sí es verdad es que Falete ha dado gran visibilidad a ciertos aspectos LGBTIQ+, normalizando una apariencia física poco inusual en la amarillista y tránsfoba televisión nacional.

«Yo no soy ni hombre ni mujer, yo soy Falete.»

RAPHAEL

AKA Miguel Rafael Martos Sánchez

Linares, Jaén, 5 de mayo de 1943

Décadas antes de que Christina Aguilera, Lil’ Kim, Pink y compañía cantasen el icónico «Lady Marmalade» enfundadas en corsés, picardías y maquillaje de putón de cabaret para la banda sonora de Moulin Rouge, nuestro Raphael ya había pronunciado en el escenario ese «Voulez-vous coucher avec moi, ce soir?» junto a una galáctica Patti LaBelle y sus dos compis con las que formaba el trío LaBelle. Y es que aquí tenemos otro ejemplo de una auténtica estrella mundial que se codeó y colaboró con algunos de los artistas más grandes del planeta. Vale, no colaboró con Queen ni con Michael Jackson, pero sí que está junto a ellos en el pódium por ser los únicos del mundo que tienen un disco de uranio. Ahí es nada.

Raphael es el «divo de la balada romántica», aunque masculinizar este término como que no termina de convencerme. Seas del género que seas, si eres diva, eres diva, y eso no te hace menos hombre ni más mujer. Y Raphael es una diva como la copa de un pino. Su actitud, sus gesticulaciones y movimientos rimbombantes en sus espectaculares actuaciones de más de dos horas en las que lo da todo como si se le fuese la vida en el escenario son viva muestra de ello. Ya de joven lo apodaron con el sobrenombre de «El divo de Linares» o «El ruiseñor de Linares». Y no era para menos: con solo nueve años lo nombraron la mejor voz infantil de Europa en el festival de Salzburgo, Austria. Por aquel entonces aún no había cambiado la F de su nombre por la PH. Eso fue más tarde, cuando firmó con su primera discográfica: Philips. Cogió este guiño como símbolo de distinción. ¿Es o no una diva este tío?

Su fama internacional le vino gracias a representar a España en Eurovisión durante dos años consecutivos: 1966 y 1967. No ganó en ninguna de las dos ediciones. Obtuvo un 7.º y 6.º puesto respectivamente, pero obtuvo gran fama y reconocimiento internacional, comenzando así una serie de giras que le llevaron por las mejores salas del mundo, como el Olympia de París, el Madison Square Garden de Nueva York o el Show de Ed Sullivan, donde tuvo tal éxito que lo llamaron a los pocos meses para que volviese a actuar. «Qué sabe nadie», «Yo soy aquel», «Mi gran noche», «Escándalo», «Y ¿cómo es él?» o «Como yo te amo» son algunos de sus temazos más conocidos con los que ha recorrido todo el mundo, haciendo un huevo de giras, y lo ha petado estrepitosamente en países tan dispares como Japón, Rusia o Ucrania. Aún hoy sigue en activo, con más de sesenta años de trayectoria artística a sus espaldas.

DOLORES VARGAS «LA TERREMOTO»

AKA María Dolores Castellón Vargas

Barcelona, 16 de mayo de 1936

Valencia, 7 de agosto de 2016

«La Terremoto» primigenia, la que había antes de la de Alcorcón (ambas son fantasía), era una gitana temperamental, «reina de la morería», como cantaba en «Achilipú», su temazo más conocido. Su aparición supuso un aire nuevo tanto en la rumba como en las pistas de baile, donde hasta entonces predominaba la música extranjera.

Sus movimientos estrambóticos a golpe de espasmo eran su seña de identidad.

Se dio a conocer en el Teatro Calderón de Madrid gracias al espectáculo que tenía con su hermano, ni más ni menos que El Príncipe Gitano, del que ya hemos hablado, que por aquel entonces era toda una figura. No tardaron en comparar este espectáculo con el de Lola Flores y Manolo Caracol. De hecho, la comparativa de «La Terremoto» con Lola ha sido una constante. Lauren Postigo, en su programa Cantares, le preguntó a «La Terremoto» si ella había mamado del arte de Lola, a lo que esta le respondió que ella había mamado de la teta de su madre, que admiraba a Lola como artista y le gustaba muchísimo, pero que no podía compararlas. Para más lío, el mítico tema «A tu vera», que popularizó Lola Flores, en realidad, fue escrito para «La Terremoto», cosa que también dejó claro en Cantares. En este mismo programa, Lauren, víctima del conservadurismo flamenco, también la acusó de venderse a lo comercial al usar «ritmos modernos» para ganar más dinero en un momento en el que la canción española andaba de capa caída, a lo que ella respondió que poder moverse de un estilo a otro era una gran ventaja con la que ella contaba y que, por supuesto, quería ganar dinero, al igual que él, pero que no lo hacía solo por eso, sino porque lo llevaba dentro y se identificaba también con lo moderno.

Ya va siendo hora de dejar atrás esta manía de enfrentar a mujeres y ponerlas como rivales. En el Olimpo de las Diosas, hay sitio para todas. Evidentemente, Dolores Vargas recibió influencias de Lola Flores y de muchas otras, al igual que todo el mundo coge influencias y referencias que tan importantes son para la creación. Lo cierto es que «La Terremoto» consiguió un estilo propio, reconocible y poderoso, que es de lo que se trata.

Si hay algo que me gusta de «La Terremoto» son las actuaciones realizadas por Valerio Lazarov* para TVE. Valerio trabajó con todos los artistas de la época, pero con ella montó unas puestas en escena increíbles que iban desde cantar subida en un coche anfibio a salir de una olla mientras se cocinaban macarrones caldosos. ¡Échale un vistazo al QR y flípalo!

* Valerio Lazarov fue un realizador, productor y director rumano que llegó a España con treinta años para trabajar en TVE. Su imagen de España eran Picasso y Dalí, pensaba que España era vanguardista, pero se topó de bruces con la televisión gris y aburrida del tardofranquismo. Así que, a ritmo de zums imposibles, cromas de fantasía y delirantes coreografías y atrezos, hizo de la televisión española algo colorido, loco y delirantemente interesante.

MARUJA GARRIDO

AKA Maruja Garrido Fernández

Caravaca de la Cruz, Murcia, 16 de diciembre de 1945

Fiera escénica donde las haya, esta cantante de flamenco y rumba catalana fue la musa rumbera de Salvador Dalí. Su más recordada actuación fue el broche al programa de impacto internacional A la española, del delirante Valerio Lazarov. En la escena, aparecía un helicóptero sobrevolando Barcelona y aterrizaba junto al Arco de Triunfo. De él se bajaba la Garrido para cantarle «Es mi hombre» al mismísimo Dalí, que estaba sentado al lado del arco en un trono barroco. La letra de la canción tiene perlas como: «Si me pega me da igual, es natural que me tenga siempre así, porque así le quiero yo». Telita… Luego veis la actuación en el QR y que os explote un poquito el cerebro.

Afirma que fue artista a su pesar y, cuando aún podía dar mucha guerra en el escenario, se retiró por amor a su marido. A diferencia de artistas de su estilo como «La Polaca» o María Jiménez, Maruja nunca ejerció de sex symbol ni nada parecido. «Antes de conocer a mi marido, yo nunca había tenido novio. Ningún hombre me había siquiera acariciado, bien lo sabe Dios. Y, si por mí fuera, ni artista hubiese sido, pues de pequeña pensaba que todas las artistas eran putas. Si me subí a un escenario fue porque mis hermanos necesitaban dinero para comer. “¡Yo no quiero ser puta!”, decía aterrorizada. Y mi padre, para convencerme de que no era así, me puso como ejemplo lo honrá que era Carmen Amaya.»

Y es que su padre, que era cantaor, se hizo amigo de Carmen Amaya y su familia cuando llegó a Barcelona como polizón en un barco desde Cartagena, y estuvo a punto de irse con el clan Amaya a América, pero se quedó para formar su familia. Luego pilló el tifus y murió, y la familia de Maruja acabó viviendo en una cueva en lo alto del monte, siendo la Garrido la mayor de los ocho hermanos.

Durante su etapa en activo, la llamaron para cantar ante Franco, aunque retiraron la invitación al enterarse de que había grabado una canción dedicada al Che Guevara, aunque ella no tenía ni idea de quién era el Che.

No sé lo que es fumar, ni mucho menos tomar polvos Ariel ni nada de eso. Tampoco bebo. Lo único que tomo de vez en cuando es una copita de Dom Pérignon. ¡Qué bien le sienta al cuerpo! Lo descubrí en una cena de esas que no se olvidan. En el Maxim’s de París, con mi marido, Dalí, Gala y un travesti que siempre iba con ellos.

Entrevista que le hizo Luis Troquel a Maruja Garrido para El Periódico.

AMINA

AKA María Gracia Ortiz Vázquez

Cádiz, 1938

Mi querida amiga Jara, AKA «La Jaraona», AKA «Jara Montiel», me sentenció algo que se me quedó grabado a fuego en el corazón mientras el sol empezaba a despertar en Granada. Aunque nosotros aún no habíamos dormido ni pensamiento de ello teníamos, ella me dijo algo así: «Si la primera canción de un after en casa no es el “Diki Diki” de Amina, ni es un after ni es ».

Y es que bendito temazo el que nos brindó Amina allá por 1979. «Diki Diki» irrumpió en las gasolineras y listas de éxitos españolas con tal fuerza que en poco tiempo se acabaron todas las existencias.

El tema, de reminiscencias arabescas, se coronará durante varias semanas consecutivas en los puestos más altos de ventas. La canción es un potentísimo hit al que se le perdona su letra arcaica de sumisión absoluta por su acertadísima propuesta musical.

Les Greques, en su fanzine Tronío y Poderío, vol. 1

No puedo estar más de acuerdo. El tema mezcla sonidos arabescos y flamencos con la música disco que venía pegando duro en la época. Es uno de los primeros ejemplos del género bautizado como disco-gipsy.

El rollo arabesco le viene a Amina de que, aunque nació en Cádiz, se crio en Marruecos. Allí se reveló artísticamente y, junto a sus familiares, que también eran cantantes, recorrieron el norte de África actuando por distintos poblados. Esto hizo que Amina se impregnase de esa magia mora y de esos sonidos que también aparecen en «Alí Mustafá», otro temazo disco-gipsy que formó parte de la banda sonora de la mítica película de cine quinqui Chocolate (1980), de Gil Carretero.

Pero no solo influyó lo moruno en sus sonidos; su estética también se nutrió enormemente de la magia marroquí. Iba enjoyada y ataviada en túnicas como si de una reina mora se tratase. Esta imagen cargada de exotismo quedó grabada a fuego en la retina de todos los españoles, al igual que se me grabó a fuego a mí la frase de mi amiga.

PERLITA DE HUELVA

AKA Antonia Hernández Peralta

Huelva, 27 de febrero de 1939

Nació, evidentemente, en Huelva, en una familia de pescadores, y ha dedicado toda su vida al flamenco. Comenzó en 1950, con once años, junto a su hermano, «El Peque de la Isla».

En 1961 grabó su primer disco titulado Tradición de Huelva gracias a las 20.000 ptas. que le tocaron en la lotería.

Ha sacado treinta y siete discos. A lo largo de su prolífica carrera, ha colaborado con artistas de la talla de Marifé de Triana, Lola Flores, Manolo Escobar y Juanito Valderrama, entre otros.

Cuenta con un disco de oro y otro de platino, ambos obtenidos gracias a su mayor éxito, «Amigo conductor», que lanzó en 1969 y que es indiscutiblemente el hit estrella de la carretera. De hecho, gracias a este tema la nombraron madrina de los conductores, y es oficialmente el himno de los españoles al volante junto con el lema «Yo conduzco, ella me guía». En 2006, la canción fue versionada por Estopa para una campaña de sensibilización vial. También le sirvió como detonante para forjar una gran amistad con Lola Flores, que era muy fan de la canción.

Se atrevió también con los modernos ritmos disco-gipsy de los que hablábamos con Amina, e incorporó sonidos electrónicos a sus rumbas, siendo otra de las pioneras en estas mezclas que se acabaron denominando flamenco pop o electro-rumba, predecesoras de la tecno-rumba que veremos más adelante. «Ay, corazón» es su tema más conocido dentro de este estilo.

Perlita es, sin duda, una reina del asfalto, pero bien podría ser también una reina drag. Con su fantasioso maquillaje en exceso, los labios pintados con bastante recorrido por el exterior, ese maquillaje de ojos egipcio, sus cejas de hilo fino y sus pestañones, que bien podrían provocar huracanes, estoy seguro de que sirvió de inspiración al pionero transformismo patrio. Y es que tanto Perlita como muchas de sus compañeras folclóricas, sin saberlo, fueron pioneras en la idea actual de que el drag no tiene que atender a géneros.

ENCARNITA POLO

AKA Encarnación Polo Oliva

Sevilla, 22 de enero de 1939

A mediados de los sesenta, España cambiaba la verbena por el guateque gracias al sonido yeyé que llegaba desde Francia para dar color a una gris y aburrida piel de toro. Encarnita Polo se convirtió en uno de los iconos nacionales de la música yeyé patria (junto a otras grandes como Karina, Massiel o Franciska), mezclando el frescor rítmico de este nuevo estilo con el flamenquito nacional que tanto nos gusta.

Ella debutó cantando copla, pero abandonó este género y se subió al carro del nuevo ritmo, convirtiéndose en la más moderna, con sus pelucones cardadísimos, sus maravillosos outfits, sus rompedores videoclips y sus temazos de flamenco pop. En 1968 le llegó su primer éxito con «La balada de Bonnie and Clyde», y un par de años más tarde lo volvió a petar con una versión de «Pepa Bandera», canción que tiene dos videoclips, a cada cual más delirante, cómo no, obra del maravilloso Valerio Lazarov.

Después llegaría el que fue su hitazo más conocido, el «Paco, Paco, Paco». Según cuenta la propia Encarnita a Natalia Vaquero para La Opinión de Galicia: «La censura me vetaba el “Paco, Paco, Paco” si Carmen Polo iba a mi función». El «Paco, Paco, Paco» ha trascendido hasta nuestros días en forma de meme al dar sonido al videoclip de «Single Ladies» de Beyoncé, que sincroniza perfectamente con los movimientos de la coreo de la «Queen B». Aprovechando esta viralización, Encarnita relanzó el tema en 2009 y consiguió el top 4 musical de España.

En 1971, aparte de ser la capitana del equipo de las «Finolis» en el mítico partido benéfico de «Finolis contra Folclóricas», Encarnita participó en Pasaporte a Dublín (algo así como el Operación Triunfo de la época) para ser elegida como la representante de España en Eurovisión. Pero el puesto se lo llevó Karina que, por cierto, en la actualidad tiene la cuenta de Instagram más chula de todas. No perdérsela.

Encarnita va abandonando poco a poco el mundo de la música y pasa de ser la más moderna de todas a convertirse en «una señora conservadora para todo», abiertamente pepera, como ella misma se define ahora.

Desde que se retiró de los focos, ha hecho alguna que otra aparición estelar, como en 1996, que colaboró con los Locomía (LOOOOL) en el tema «Ya no lloro más». Últimamente, también ha tomado protagonismo por ser una de las afectadas por las preferentes de Bankia. Ante tal hecho, declaró: «Creía ser clienta VIP y de pronto me veo sin nada y sin galas». Y, como colofón, os contaré que fue una de las participantes del First Dates especial «Chicas de Oro», donde declaró que su hombre perfecto era «un homosexual maravilloso que estuviera enamorado de mí por ser fan y que fuera rico, claro». Ole tú, Encarnita. ¡¡¡Ole tú!!!

ANTOÑITA PEÑUELA

AKA Antonia Peñuela Castañeda

Lorca, Murcia 23 de abril de 1947

Torrent, Valencia, 5 de junio de 1975

Si Perlita de Huelva cantaba a todos los conductores de la carretera española, Antoñita Peñuela se centró en los reyes del asfalto: los camioneros.

Pero no solo se centró en este colectivo, también dedicó temazos a los ganaderos, a los hijos de los ganaderos, a los toreros, a las carceleras del puerto, a los emigrantes, a su madre y, sobre todo, al empoderamiento femenino y a la libertad de la mujer, animándola a hacer lo que le dé la gana con su tema más conocido, «La espabilá», que se convirtió en un himno arrollador en 1971. Con un regusto coplero-yeyé, la canción decía: «En el barrio me critican porque soy la espabilá, porque tengo toa’ la jeta de mi tía Trinidad, que si llevo minifalda y to’ el pelo apanochao’, y me fumo cigarrillos con boquilla amentolados [...] ¿Qué le importa al faraón si me gusta gamberrear y tomarme combinados sobre la barra de un bar? Si critican, que critiquen, yo me siento muy honrá y me gusta que me llamen la gitana espabilá». Con este tema tan chulesco y reivindicativo que es maravilla pura, Antoñita se pasó por el forro las convenciones de la época, invitando a desafiar al tópico de la mujer complaciente que esperaba al marido en casa.

Esta salerosa artista nació en Lorca. Esto me hace especial ilusión porque también es la tierra en la que yo nací. Pero ella pasó su niñez en Jaén y su adolescencia en Valencia.

Les Greques, en su fanzine Tronío y poderío, catalogan a la Peñuela como otra reina de la gasolinera: «Al escuchar su obra, percibimos perfectamente el humor de las letras y la gracia que Antoñita transmite al cantar, algo que le valió ser la reina del casete y la gasolinera».

Una auténtica pena que muriese con tan solo veintiocho años en un accidente de tráfico.

ROSA MORENA

AKA Manuela Pulgarín González

Badajoz, 11 de julio de 1940

4 de diciembre de 2019

A veces se cumple eso de que «nadie es profeta en su tierra», o al menos en los comienzos. Al igual que Mónica Naranjo tuvo que petarlo fuerte en México antes de consagrarse en España, décadas antes le pasó lo mismo a Rosa Morena, aunque esta lo petó en toda América, la del Sur, la del Centro y la del Norte. Argentina fue el primer país que pisó, y allí la apodaron «La bomba española», una bomba que aún no había explotado en su país natal, pues tuvo que recorrer todo el continente americano para después volver a España y reventar el país al ritmo de su mayor éxito «Échale guindas al pavo», que yo le echaré a la pava, proseguía. Esto fue en los setenta, pero, como decía, en los sesenta se convirtió en toda una diva fuera del país.

En Estados Unidos era muy conocida. La apodaron «la Cenicienta de España» porque se le rompió un tacón en mitad de una actuación. Se codeó con Judy Garland, Sammy Davis Jr., Frank Sinatra y otras estrellas del momento. Cantó en el Madison Square Garden, actuó con Ella Fitzgerald fusionando el jazz con el flamenco, apareció en el Show de Ed Sullivan y fue nombrada Mejor Artista Extranjera del año 1964.

Rosa Morena fue la sex symbol por excelencia de la España de los setenta, la Marilyn Monroe española, como diría de ella Camilo José Cela. Y es que, al igual que Marilyn «animó» a las tropas americanas en Corea en 1954, Rosa Morena lo hizo con los paracaidistas de la base militar de Alcalá de Henares en 1974 a ritmo de flamenco pop. Al año siguiente volvió a animar a las tropas, esta vez a los legionarios que andaban por el Sahara durante la Marcha Verde, una actuación bastante polémica en la época por el gran contenido sexual. Rosa le pasaría el testigo a Marta Sánchez, que hizo algo parecido años más tarde cuando fue a cantar «Soldados del amor» para las tropas españolas de la fragata Numancia, durante la guerra del Golfo, en la Nochebuena de 1990.

Que yo sepa, hay dos personas españolas que se han empadronado en Andorra para representarla en festivales musicales. Una es Gisela, que representó a Andorra en Eurovisión en 2014 con «Casanova», y la otra es Rosa Morena, que representó a Andorra en el V Festival de la Canción de Río de Janeiro, en 1970. Ninguna ganó.

Maricones y divas siempre han ido de la mano y, como no podía ser de otra manera, los mariquitas españoles coronaron a Rosa Morena como «Reina de los gais» en 1977. Durante esa época se estaban gestando en España los primeros movimientos LGBT a favor de la libertad sexual y Rosa Morena era la imagen sexi y libre del flamenco pop. De hecho, fue la primera cantante española en hacer un desnudo integral en la revista Interviú en 1980.

Una auténtica pena que haya caído en el olvido y no se la recuerde como se merece. Debería de estar compartiendo olimpo con los grandes, por ser la representación de la libertad del cuerpo femenino en una España tan encorsetada.