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La fiebre del oro de California (1849)

¡La fiebre del oro! Unos 100.000 aventureros entran en masa en California solo en 1849, atraídos por el sueño de una increíble riqueza. Al año siguiente, el valor de la producción de oro en California supera el total del presupuesto federal de los Estados Unidos. A causa de este tesoro, California se convierte en el estado número 31 de la Unión en 1850.

¡Oro! ¡Oro! ¡Oro del río de los Americanos!

SAMUEL BRANNAN

Es difícil de imaginar en el presente, pero antes de 1848 California era un lugar inhóspito y remoto, habitado solo por mexicanos descendientes de españoles e indios americanos. Entre los pocos colonos europeos, se encontraba el exiliado suizoalemán Johann August Sutter, quien había dejado a su esposa e hijos en Suiza, tras la quiebra de su empresa, y quien se mudó al oeste estadounidense. Por aquel entonces, poseía una gran extensión de terreno en el valle de Sacramento, un asentamiento al que llamó Nueva Helvetia. Sutter edificó un fuerte en la confluencia del río de los Americanos y del río Sacramento, y empezó a construir un aserradero en el brazo sur del río de los Americanos, cerca del pueblo de Coloma. Fue allí, en la mañana del 24 de enero de 1848, donde uno de los trabajadores, el carpintero James Wilson Marshall, encontró una pepita de oro en el lecho del río. Sutter y Marshall intentaron mantener el hallazgo en secreto, mientras compraban progresivamente más tierra. Pero la noticia del espectacular descubrimiento no pudo ocultarse por mucho tiempo, ya que los empleados de Sutter empezaron a pagar productos con el oro que habían encontrado.

Pronto la situación se descontroló. Samuel Brannan, un tendero de Coloma, llenó una botella con pepitas de oro y viajó a San Francisco. Allí, recorrió las calles, agitando la botella y gritando: «¡Oro! ¡Oro del río de los Americanos!», para atraer la atención hacia su negocio, que casualmente incluía equipos de prospección. La fiebre del oro de California estaba en marcha.

Solo en 1848 seis mil personas fueron en busca de oro. Pero fue al año siguiente cuando realmente se consolidó la fiebre del oro. A medida que se difundían las noticias de los hallazgos, aventureros de todo el mundo se precipitaban hacia California. Como todavía no existía el canal de Panamá, que permite acortar la travesía desde Europa o desde la costa este, los barcos necesitaban entre cinco y siete meses para rodear el cabo de Hornos, en el punto más meridional de Sudamérica. Incluso en un buque de vapor el viaje duraba alrededor de tres meses. Eso no desanimó a muchos potenciales mineros. Casi 100.000 personas viajaron a California en busca de riqueza y rápida fortuna en el año 1849. También venían de Asia. Cada vez más chinos llegaban a Gum San, la «montaña de oro», tal como llamaban a California.

Las cifras son impresionantes. En 1848, California tenía menos de 15.000 habitantes. En 1852, cuatro años después del primer hallazgo de oro, la población se multiplicó por diez. San Francisco se expandió, y pasó de menos de 1.000 habitantes en 1848 a aproximadamente 25.000 en 1850. Para 1855, más de 300.000 aventureros se encontraban en busca de oro y había muchos comerciantes a su servicio —y para aprovecharse de ellos—.

La fiebre del oro en el cine

Con No country for old men (No es país para viejos), de los hermanos Coen, y The hateful eight (Los odiosos ocho), de Quentin Tarantino, los últimos años han sido testigos del regreso del wéstern como género cinematográfico. En el pasado, la fiebre del oro había sido un tema muy popular en este tipo de películas. Quizás la más destacada sea The gold rush (La quimera del oro), de 1925, obra clásica del cine mudo, con Charlie Chaplin en su personaje del pequeño vagabundo que participa en la fiebre del oro de Klondike. Reestrenada en 1942, la película sigue siendo una de las obras más célebres de Chaplin. Más reciente es Gold (Oro), de 2013, dirigida por Thomas Arslan: la trama se centra en un pequeño grupo de compatriotas alemanes que se dirige al interior hostil del norte de la Columbia Británica en el verano de 1898, en el apogeo de la fiebre del oro de Klondike, en busca del metal precioso.

Los precios de los equipos de prospección se multiplicaron por diez. En Coloma, el negocio de Sam Brannan ingresaba 150.000 USD al mes. Aun así, la promesa de gran riqueza mantenía a los mineros buscando oro en los lechos de los ríos. El éxito significaba que ganarían aproximadamente veinte veces más que un trabajador en la costa este en un día. En muchos casos, seis meses de trabajo duro en los yacimientos de oro le reportaba a los aventureros el equivalente a seis años de trabajo «normal». La producción anual de oro en California se incrementó a 77 toneladas en 1851.

El valor de esa cantidad de oro superaba el total del producto interior bruto de los Estados Unidos en esa época. No obstante, muchos mineros tenían dificultades para conservar sus ganancias. Lejos de la civilización, los comerciantes cobraban precios increíbles por sus productos, mientras que los taberneros obtenían grandes beneficios del alcohol y de los juegos de azar. En realidad, los verdaderos ganadores de la fiebre del oro fueron los empresarios y comerciantes como Samuel Brannan. Tal vez, el más famoso de estos sea el empresario Levi Strauss. Nacido en Alemania, se estableció en San Francisco y cuando se dio cuenta de que los buscadores de oro necesitaban pantalones resistentes para trabajar, recortó tela para tiendas con el objeto de satisfacer la demanda. Y nacieron los jeans (o pantalones vaqueros).

Casi 100.000 personas llegaron a California solo en 1849. En 1855, habría más de 300.000 nuevos inmigrantes.

Con su crecimiento en riqueza y población, el peso político de California también incrementó. En 1850, el «estado dorado» se incorporó a los Estados Unidos (en cambio, su vecino pobre, Arizona, tuvo que esperar hasta 1912 para formar parte de la Unión). Aunque el auge no duró para siempre. Hacia 1860, las reservas de oro de fácil acceso se habían agotado y muchas ciudades fueron abandonadas. La población de Columbia, fundada apenas diez años antes, descendió de 20.000 personas a 500. Las ciudades del auge se convirtieron en ciudades fantasmas.

El patrón de la fiebre del oro de California se repetiría en otros lugares durante los siguientes cincuenta años. En una década, la población de Australia se multiplicó por diez, a raíz de la fiebre del oro de 1851 en ese continente, que pasó de ser una colonia británica de convictos a un estado más o menos civilizado. En 1886, se encontró oro en el Witwatersrand, al sur de Pretoria, en Transvaal (Sudáfrica). En pocos años, Transvaal se convirtió en la mayor productora de oro del mundo. Y en 1896, se descubrió oro en el río Klondike, en Alaska, lo que condujo al auge de ciudades como Dawson City, en la confluencia de los ríos Klondike y Yukón, que pasó de 500 a 30.000 habitantes en dos años.

En lo que respecta a California, el asentamiento de Sutter finalmente se convirtió en Sacramento, la capital del estado. A la enorme oleada de buscadores de oro del siglo xix se la recuerda en el nombre del equipo de fútbol de San Francisco: los 49ers. ¿Y qué pasó con Johann August Sutter? Murió en la pobreza en 1860.

Conclusiones clave

El descubrimiento de oro, por parte del inmigrante suizoalemán Johann August Sutter y de James Wilson Marshall desencadenó una verdadera fiebre del oro mundial. No obstante, más que los buscadores de oro, fueron los comerciantes quienes, por lo general, se hicieron ricos vendiendo equipos y servicios.

La fiebre del oro de California de 1849 dio comienzo a una gran oleada de inmigración, con 100.000 recién llegados solo en ese año.

El hallazgo de oro aceleró el desarrollo de California. Gracias a ello, adquirió la categoría de estado en 1850.

El patrón de auges de la fiebre del oro se siguió en Australia, Sudáfrica y el río Yukón.