Durante el siglo XVII, los tulipanes se convierten en los Países Bajos en un símbolo de estatus para la nueva y próspera clase alta. El margen de negociación de los bulbos de las flores, que se pesan en oro, convierte a empresarios conservadores en jugadores imprudentes que arriesgan sus casas y fortunas. En 1637, estalla la burbuja.
Como la gran tulipomanía en Holanda en 1600 y la burbuja de las puntocoms de principios del 2000, los mercados se han desconectado repetidamente de la realidad.
TONY CRESCENZI, Pimco
Poco después, el gobierno intervino y prohibió el comercio de tulipanes. De la noche a la mañana, el mercado se derrumbó. Miles de personas quedaron en la indigencia.
MARIA, un personaje de la película Tulip fever (2017)
A principios del siglo xvii, los Países Bajos estaban en los umbrales de una época dorada, un período de prosperidad económica y cultural que duraría alrededor de cien años. La libertad de culto del país atraía a una gran variedad de personas que eran perseguidas en otros lugares a causa de sus creencias religiosas. En esa época, la pequeña y recientemente fundada República de los Siete Países Bajos Unidos se elevaba a la categoría de potencia mundial y se convertía en una de las naciones líderes en el comercio internacional, mientras que el resto de Europa se estancaba.
A medida que la Liga Hanseática (una confederación mercantil imperante en Europa durante la Edad Media) perdía poder, la joven nación marítima construía colonias y establecimientos comerciales en todo el mundo, incluyendo Nueva Ámsterdam (la Nueva York actual), India neerlandesa (Indonesia) y puestos de avanzada en Sudamérica y el Caribe, como Aruba y las Antillas Neerlandesas. En 1602, los comerciantes fundaron la Compañía Neerlandesa de las Indias Orientales (Vereenigde Oostindische Compagnie o VOC), a la que el gobernador confirió derechos soberanos y monopolios comerciales. La VOC fue la primera compañía multinacional y una de las mayores empresas comerciales de los siglos xvii y xviii. Los comerciantes de Haarlem y Ámsterdam experimentaron un crecimiento económico sin precedentes.
La nueva clase de comerciantes ricos imitaba, con entusiasmo, el estilo de vida de los señores y damas de la nobleza, construyendo grandes propiedades con gigantescos jardines. Los tulipanes, que habían llegado a Leiden procedentes de Armenia y Turquía en el siglo xvi, a través de Constantinopla, Viena y Fráncfort, se convirtieron rápidamente en un bien de lujo y en un símbolo de estatus para los ricos. Las mujeres de clase alta usaban las flores exóticas como adornos para el cabello o en sus atuendos en eventos sociales.
La tulipomanía en la gran pantalla
La tulipomanía no solo constituye un tema relevante en economía y finanzas sino que también aflora con frecuencia en la cultura pop moderna. En la película Wall Street: money never sleeps —Wall Street: el dinero nunca duerme— (2010), Michael Douglas le explica a Shia LaBeouf lo que ocurrió durante la tulipomanía holandesa, y la pintura de tulipanes de su piso es un recordatorio sarcástico de dicha burbuja.
En 2017, Alison Owen y Harvey Weinstein produjeron la película Tulip fever, cuya trama se enmarca en la crisis de los tulipanes del siglo xvii. En la película, una dama de la nobleza (Alicia Vikander) cambia de identidad con su sirvienta, para escapar del comerciante rico con el que se había casado, y tiene una aventura con un artista (Dane Dehaan). Ella y su amante intentan recaudar dinero, invirtiendo lo poco que tienen en el mercado de tulipanes de alto riesgo.
No obstante, el abastecimiento de bulbos de tulipán crecía muy lentamente, dado que un bulbo producía solo dos o tres retoños al año y la «madre» bulbo, en realidad, se marchitaba tras pocas estaciones. Por lo tanto, el abastecimiento sufría un desfase respecto a la demanda y los precios subieron, proporcionando a los intermediarios un nicho lucrativo. Los cultivadores ya no vendían los tulipanes a clientes acaudalados sino que lo hacían en subastas. Y en lugar de efectuarse en intercambios organizados, al principio las transacciones tenían lugar en tabernas y posadas. Más tarde, los grupos se reunieron para constituir clubes comerciales o para efectuar intercambios informales y organizaron las subastas según normas establecidas.
Al inicio, los bulbos de tulipán se comercializaban únicamente durante la temporada de siembra. Sin embargo, a medida que crecía la demanda, los comerciantes vendían bulbos que aún estaban en la tierra: ya no se vendían las flores sino los derechos de compra de bulbos de tulipán. Para ese entonces, en la década de 1630, el comercio de tulipanes se había convertido en un negocio especulativo, puesto que nadie sabía qué apariencia tendrían las flores en realidad. Alrededor de 400 pintores recibieron el encargo de crear cuadros que atrajesen a potenciales compradores.
Los tulipanes pasaron a ser rápidamente un símbolo de estatus de la nueva clase pudiente. Los precios se dispararon, y entre 1634 y 1637 superaron 50 veces el valor original.
Los expertos en flores intentaban satisfacer a sus clientes exigentes con creaciones novedosas y cada vez más hermosas, caracterizadas por pétalos particularmente uniformes y llamativos patrones de color. La apariencia del virus del mosaico, una infestación de plantas transmitida por áfidos, creaba en realidad un espécimen extremadamente raro, una sorprendente planta con pétalos flameados y de dos colores.
En el mayor esplendor del auge, los contratos de tulipanes cambiaron de manos hasta 10 veces. Los precios se dispararon y, entre 1634 y 1637, se multiplicaron por un factor de 50. En casos particulares, por ejemplo, el de la variedad Semper Augustus, los compradores pagaban hasta 10.000 florines por un solo bulbo de tulipán, aproximadamente 20 veces el salario anual de un artesano. Solo en enero de 1637, los precios se duplicaron en un breve período de tiempo. Se podía comprar una casa entera en Ámsterdam solo con tres bulbos de tulipán. La burbuja especulativa alcanzó su punto álgido el 5 de febrero de 1637. Comerciantes de toda la región se reunieron en Alkmaar y 99 bulbos de tulipán cambiaron de manos por 90.000 florines, equivalentes a un millón USD en la actualidad. El excedente llevaba las semillas de la caída del tulipán, pues el desplome ya había empezado hacía dos días en Haarlem. Fue ahí donde, por primera vez, no había acudido ningún comprador a una simple subasta de taberna. La reacción se extendió rápidamente. De pronto, todos los participantes del mercado querían vender, lo que llevó al colapso de todo el mercado de tulipanes en los Países Bajos.
En 1637, estalló la burbuja: los precios cayeron un 95 por ciento y cesaron las operaciones comerciales.
El 7 de febrero de 1637, las operaciones comerciales se detuvieron por completo. Los precios habían caído un 95 por ciento y el número de contratos abiertos referentes a bulbos de tulipán superaba el abastecimiento existente de bulbos en gran múltiplo. Tanto los compradores como los vendedores esperaban una solución por parte del gobierno de Holanda. Finalmente, se prohibió el comercio de futuros y los compradores y vendedores se vieron obligados a ponerse de acuerdo entre sí.
La fiebre de los tulipanes había infectado a gran parte de la sociedad holandesa, desde nobles y mercaderes hasta agricultores y trabajadores temporales. La mayoría de los participantes, sin saber nada del mercado, había empezado sus operaciones comerciales con bulbos de tulipán e hipotecaron sus casas y granjas para incrementar su capital inicial. No obstante, el auge de la economía de los Países Bajos amortiguó el impacto económico negativo de esa burbuja especulativa.
La tulipomanía holandesa constituye el primer desplome del mercado documentado de la historia, y el análisis del proceso se puede aplicar a la burbuja de las puntocoms, de 1998 a 2001, o a cualquier otra burbuja financiera. En las décadas posteriores a la fiebre de los tulipanes, la flor pasó de ser símbolo de estatus de la clase alta a planta decorativa de uso generalizado, atributo que mantiene hoy, casi 400 años después. Y casi el 80 por ciento de la cosecha mundial de tulipanes proviene aún de los Países Bajos.
Conclusiones clave
• Durante el auge económico holandés de la Edad de Oro, en el siglo xvii, los tulipanes se convirtieron en un símbolo de estatus exclusivo de la nueva y acaudalada clase alta.
• Los precios se dispararon y se multiplicaron por más de 50, entre 1634 y 1637. Amplios sectores de la población holandesa fueron presa de la fiebre especulativa.
• Antes del colapso, los bulbos de tulipán se llegaron a comercializar por el valor de una casa en Ámsterdam. Pero en febrero de 1637, la burbuja estalló. Los precios cayeron en un 95 por ciento.
• La tulipomanía es el primer colapso bien documentado de la historia. Y durante casi cuatro siglos se consideró la mayor burbuja financiera de la historia, mucho más grande que la quiebra de las empresas puntocom del 2000.