IV

LA MISTERIOSA «MUERTE» DE JUANA DE ARCO

Nadie duda de la extraordinaria biografía protagonizada por la patrona de Francia. Sin embargo, algunos investigadores defienden que la vida de la inefable Juana de Arco no se cortó a los diez y nueve años en el mástil de una hoguera inglesa siendo acusada de herejía, sino que, como cuentan algunas crónicas de la época, se camufló en el anonimato hasta volver a reaparecer años después.

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Estatua de Juana de Arco junto al Museo del Louvre en París.

Este tipo de historias no son nuevas. Muchos son los personajes históricos de los que se ha dicho que no murieron cuando todos creímos que lo hicieron, sino que por razones de lo más variado, continuaron una vida sumida en el más absoluto de los anonimatos, lejos de la identidad que les hizo populares. Los ejemplos son muy numerosos e incluso en este libro además del caso que aquí presentamos de Juana de Arco, se hace mención de algunos otros. Quién no ha oído hablar en alguna ocasión de que Elvis Presley no murió ese trágico, al menos para sus millones de fans, 16 de agosto de 1977. Hay numerosas «pruebas» fotográficas de personas identificadas con el propio Elvis. Algo muy similar sucedió poco antes con Adolf Hitler, de quien se dijo que no se suicidó en su búnker de Berlín el 30 de abril de 1944 junto a Eva Braun, con quien se había casado el día anterior, sino que se marchó a hurtadillas por la puerta de atrás comenzando una nueva vida en algún lugar de Sudamérica. Lo mismo se ha llegado a decir incluso de Jesús de Nazaret, de quien se duda que muriera en la cruz. Para algunos lo que realmente sucedió fue muy diferente. En realidad consiguió huir junto a su esposa, María Magdalena, y Tomás de Arimatea hacia el sur de Francia o hacia algún lugar de Oriente.

Es posible que todos estos casos no sean más que leyendas urbanas. No dejan de ser curiosidades históricas de las que seguramente nunca sabremos la verdad. Pero por ser menos conocido, el de la patrona de Francia, la llamada Doncella de Orleans, nos parece más curioso.

Juana de Arco nació en la población de Domrémy, hoy Domrémy-la-Pucelle, en el año 1412. Esta hija de una familia campesina protagonizó a los 13 años un hecho insólito. Según afirmó a sus padres y hermanos decía escuchar extrañas voces que ella identificaba con Dios. Incluso llegó a manifestar que había visto a santa Catalina de Alejandría, santa Margarita y a san Miguel, cuyas voces le informaban de hechos futuros y de cómo reaccionar ante situaciones concretas.

En 1429, cuando Juana contaba con diez y siete años de edad, estas voces le animaron a defender al Delfín en la Guerra de los Cien Años, quien más tarde se convertiría en el futuro rey de Francia Carlos VII, llamado el Bien Servido (1403-1461). Ayudada por las misteriosas voces fue capaz de convencer a Carlos para que la convirtiera en el paladín de la defensa de Francia ante la invasión inglesa. Después de que Juana venciera en Patay y liberara Orleans, Carlos VII se opuso a cualquier intromisión en Inglaterra. Desoyendo estas intenciones Juana la Doncella, como ya se la conocía, atacó a los ingleses en Compiègne, cerca de París en 1430. Apresada por el ejército borgoñón fue entregada a Inglaterra en donde fue acusada de herejía y brujería. El tribunal eclesiástico de Ruán afirmó que las voces que escuchaba no eran de Dios sino del Diablo. Por ello, el 30 de mayo de 1430, Juana de Arco, la Doncella de Orleans, fue quemada en la hoguera.

Su caso fue revisado en 1455 declarándola inocente y en 1920 fue canonizada por el papa Benedicto XV, convirtiéndola así en heroína nacional y santa patrona de Francia.

Pero es posible que esto no fuera así. Existen diferentes documentos y pruebas históricas que parecen demostrar que realmente Juana de Arco no murió en la hoguera, sino que lo hizo mucho después.

La historia tiene más de investigación histórica que de leyenda urbana. Uno de los primeros en levantar la polémica fue sobre la falsa muerte de Juana de Arco con apenas veinte años de edad fue el escritor francés Anatole France (1844-1924), quien pasa por ser uno de los mejores novelistas de su país en todo el siglo XIX. Detrás de este seudónimo se escondía Jacques Anatole François Thibault, Premio Nobel de Literatura en 1921, y autor de novelas como La isla de los pingüinos (1880) y La revolución de los ángeles (1914).

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El rey Carlos VII de Francia, uno de los primeros en negar la autenticidad de la reaparecida Doncella de Orleans.

Según explica Anatole France, un mes después de que París fuera recuperada por el rey Carlos VII, en Lorena apareció cierta damisela. Se trataba de una joven de veinticinco años. Hasta ese momento se había hecho llamar Claudia, pero desde entonces afirmó a varios nobles de la ciudad de Metz llamarse realmente Juana la Doncella. Esto sucedió en mayo de 1436, cinco años después de que la Doncella de Orleans, Juana de Arco, hubiera fallecido en la hoguera.

Parece obvio pensar que en realidad se trataba de una farsante que había adoptado la personalidad de la mítica Juana de Arco. Pero la prueba que convenció a los habitantes de Lorena fue el testimonio favorable de los dos hermanos de la joven, Petit Jean y Pierre, quienes, sorprendidos, reconocieron a su hermana al instante. En este punto es donde según France encontramos pruebas escritas de la realidad de los hechos. Poco después, Petit Jean fue a comunicar la noticia de la aparición de su hermana al rey Carlos VII. Este le entregó cien francos para ella, tal y como quedó reflejado en las cuentas de palacio con fecha del 9 de agosto de 1436: «Cien francos para Juana la Doncella».

En estas fechas aparecen otros documentos que reafirman la idea de la existencia de Juana de Arco en lugares como Metz, o Saumur en donde las autoridades de la ciudad la recibieron y aclamaron como la verdadera Doncella de Orleans. Además, otros testimonios de parientes suyos como el caso de algunos primos, apoyan la autenticidad de la joven.

La mayor parte de la documentación que explica los detalles del regreso de Juana de Arco está publicada desde 1841 en una de las monografías de la santa más extensas. Su autor fue Jules Quicherat quien en los cinco volúmenes de Juicio y revisión de Juana de Arco, escribió la vida, obra y milagros de Juana la Doncella, aportando al mismo tiempo todos los datos históricos que apuntan a la posibilidad de que realmente la joven no muriera en la hoguera en 1431 tras ser acusada de herejía por los ingleses.

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El escritor francés Anatole France.

Según Quicherat, Juana de Arco fue luego a Alemania en donde protagonizó anécdotas curiosas para luego volver a Metz, ciudad del este de Francia capital del departamento de Mosela, en donde tuvo dos hijos. En el verano de 1439 volvió a Orleans. Allí fue recibida por los magistrados de la ciudad quienes le agradecieron los servicios concedidos a la ciudad durante el asedio.

Cuando en 1440 Juana de Arco se presentó ante Carlos VII, este afirmó que se trataba de una impostora. Lo mismo manifestó el periódico Bourgerois de Paris para quien efectivamente la nueva Juana de Arco era en realidad una impostora. Según esta publicación, toda la historia no era más que la presencia de una joven que había huido en 1433 a Roma después de asesinar a su madre. Allí se enroló en el ejército del papa Eugenio IV (1383-1447) tomando la apariencia de un hombre, lo que le dio la idea de presentarse luego como Juana de Arco, la Doncella de Orleans. El propio biógrafo de la santa, Anatole France, expresó públicamente su creencia de que efectivamente se trataba de una impostora. No obstante, esta hipótesis choca de lleno con los testimonios de los hermanos de Juana quienes defendieron siempre su autenticidad a ultranza. Tampoco hay constancia ni existen referencias indirectas que señalen que su madre la denunciara por ser una simple impostora. Por otro lado, nos queda la constancia de que no existió ningún escándalo al respecto, por lo que posiblemente Juana de Arco siguió viviendo en Metz con su familia hasta el final de sus días.

En cualquier caso, hasta donde sabemos, nadie ha explicado qué hizo la Doncella de Orleans para escapar de las llamas de la hoguera.

Bibliografía:

France, A., The Life of Joan of Arc, 2 vol., London & New York 1909.