imagen

Estoy de pie en un apacamiento subterráneo cuando empieza a sonar la melodía de «Estamos bien», y se me ponen los pelos de punta al instante. Me rodean varias personas, cámaras y focos que me iluminan desde muchas direcciones distintas. Estoy cumpliendo uno de mis mayores sueños, y a pesar de las veces que me he imaginado en esta situación, tengo un nudo en el estómago y me tiemblan las piernas.

 

imagen

 

Para ser totalmente sincero, suelo estar muy tranquilo delante de las cámaras. Desde pequeño me ha gustado que me apunten los focos y siempre me he sentido cómodo estando en el centro de las miradas. En lo personal, la verdad es que me cuesta hablar con gente a la que acabo de conocer, incluso si son solo dos personas, pero en redes sociales, detrás de un móvil o una cámara, soy todo lo contrario. Puedo salir a un escenario delante de cuatro mil personas sin problemas y darlo todo, aunque no tenga ni un guion ni nada preparado. Por eso mismo no entiendo por qué estoy tan tenso, por qué me pongo nervioso cuando el director me grita que empiece a correr.

Cuando la canción empieza, yo ya me estoy moviendo. Es una canción que me sé de memoria, que me llena de energía y hace que casi me olvide de dónde estoy y de lo que estoy haciendo. La voz de Bad Bunny suena de fondo mientras salto por encima del capó de un coche, giro una curva y sigo adelante. Poco a poco la música se va apoderando de mí y voy sintiendo que mi cuerpo y mi mente se relajan. Creo que si estoy tan nervioso es porque nunca me habría imaginado llegar hasta aquí. Es una locura, como si fuera una escena sacada de un sueño. Escucho que me van dando instrucciones y las voy siguiendo, aunque la cabeza me va a mil por hora. Llevo un rato corriendo cuando las cámaras se ponen delante de mí y entonces tengo que empezar a simular que canto la canción. Lo hago todo el tiempo en mis vídeos, pero ahora se siente diferente, como si la letra tuviera un significado nuevo. Al principio canto muy bajito, como si no quisiera que me oyeran. Luego me hacen una señal, y cuando llega la parte siguiente, canto muy alto.

 

imagen

 

De detrás de un pilar sale Bad Bunny. Va vestido igual que yo, con una sudadera Off-White, un pañuelo en la cabeza y unas Jordan 1 Retro High. Los dos nos ponemos a cantar a la vez, frente a frente, imitándonos como si fuera un espejo. Vamos tan a la par que nuestras voces se mezclan y en mi cabeza estoy como: «Wow, wow, ¿qué está pasando?, ¿cómo he llegado hasta aquí?».

 

imagen

 

La música se para en seco. Parpadeo y Bad Bunny desaparece, parpadeo de nuevo y desaparecen los coches y las luces. De repente ya no estoy en un aparcamiento, sino en la calle. Me cuesta un poco orientarme, pero cuando lo consigo me doy cuenta de que frente a mí no hay un montón de cámaras, sino una chica que tendrá unos quince años y que me mira esperando una respuesta, pero no sé si he entendido bien la pregunta. Tardo un poco en reaccionar porque el cambio de escenario me pilla por sorpresa. No es la primera vez que me pasa, la verdad. En realidad, es algo que me sucede a menudo. Como sueño mucho y lo que pasa en mi cabeza es tan interesante, a veces creo que estoy soñando cuando, de hecho, estoy despierto, y acabo chocando con la realidad. (Algunas veces, como ahora, me choco de verdad, literal.)

 

imagen

 

Le digo que no, que claro que no me molesta, y poso con mi mejor sonrisa. No quiero que piense que estoy raro porque me molesta que me paren y me pidan fotos, porque no es eso.

No me importa que me paren por la calle ni hablar con la gente. En realidad lo agradezco. La reslación con mis seguidores es brutal y me gusta que me sintáis como alguien cercano, porque es gracias a vosotros que he llegado hasta donde estoy.

 

imagen

 

Pero a veces, como ahora, voy caminando con los cascos, con la música a tope y mi cabeza está en otro sitio —imaginándome en mil historias diferentes, pensando en letras para canciones o en ideas para nuevos vídeos—, y bajar a la realidad me deja un poco perdido.

Mis amigos siempre me dicen que soy muy despistado, en plan: «Bro, Lucas, ¿en qué planeta estás?», y la verdad es que es totalmente así. Puede parecer que voy por la calle caminando, pero en realidad voy como en una nave espacial, haciendo paradas en mil sitios diferentes.

Antes era mucho más fácil ir andando empanado con mis historias, pero ahora pasan cosas como esta, que estoy en mi mundo y de repente alguien me para y me trae de vuelta a la Tierra.

 

imagen

 

¡No me malinterpretéis, eh! Que te paren por la calle para pedirte una foto o decirte lo mucho que molan tus vídeos es una locura. Es una motivación brutal, pero también hace que sea más complicado meterme en mi nave y ponerme a viajar por ahí, que es algo que no puedo evitar hacer.

Si alguna vez os cruzáis conmigo, me llamáis y parece que no me entero, no me lo tengáis en cuenta, ¿vale? Es muy probable que, aunque mi cuerpo esté ahí, mi cabeza esté muy lejos.

En Perú, cerca de Lima, donde nací, hay un desierto que se llama Nazca, donde se pueden ver unas líneas en la arena que forman varios dibujos diferentes: un colibrí, una araña... ¡hasta un astronauta!, y mucha gente cree que son pistas de aterrizaje para ovnis. Incluso existen numerosas noticias de avistamientos de naves espaciales que han aterrizado en ciudades cercanas. Si buscáis información, ¡fliparéis! En Perú ha habido muchos avistamientos, así que... ¿por qué no?

 

imagen

 

¿No te lo crees? Quizá sea más fácil de creer si te cuento la historia completa, ¿no? Puede ser un viaje interesante. Podemos empezar desde el principio. Antes de que hubiera fans parándome por la calle. Antes de que un vídeo me hiciera despegar y llegar hasta un universo increíble del que todavía, por suerte, no he salido (ni tengo intención de salir, mientras pueda). Antes de mudarme a España; antes de Instagram y de TikTok.

 

imagen

 

Si os animáis a acompañarme, pasaremos por todos los caminos que me han llevado hasta aquí, en un viaje donde lo descubriréis todo sobre mí, desde el planeta del que vengo, hasta el planeta al que quiero llegar.

 

imagen