INTRODUCCIÓN

Por lo general, es un hecho aceptado que el perro domesticado por el hombre proviene de una estirpe salvaje. Según su raza, el perro presenta características comunes con el lobo, el chacal, el lince o bien el zorro.

El hombre domestica a los animales salvajes para sacar partido de sus capacidades.

El perro, sus orígenes y su evolución

Este argumento explica el origen de la selección de las razas de perros y el de la creación de los tipos a partir de las diferentes variedades. A través de los siglos, la evolución del medio doméstico ha modificado las condiciones de adaptación del perro al hombre.

Todas las razas de perros pueden aparearse entre sí pero, sin embargo, los sujetos difieren tanto por el físico como por el carácter.

Estas diferentes cualidades explican la actitud de los perros que comparten la vida de los hombres según sus deseos y aspiraciones. Nosotros distinguimos las razas según el papel que les atribuimos: perros guardianes y de defensa, perros pastores, perros de recreo y de compañía, perros de trineo y de deporte. El perro es un animal superior, inteligente por naturaleza. A partir de las diferentes teorías sobre el instinto, podríamos considerar que esta inteligencia es fruto de una labor paciente y constantemente renovada. Luego, estas costumbres, laboriosamente aprendidas y perfeccionadas cada día, se convierten en automatismos: acaban por trasmitirse a la descendencia y adquieren así un carácter hereditario instintivo, por lo que asumen el estatuto de carácter adquirido. La domesticación del perro intenta desarrollar este instinto gracias a una adaptación a las costumbres humanas. Con este fin, el hombre pone en práctica unas normas de educación y adiestramiento.

El grifón: un perro con bigote y grandes cejas enmarañadas. (© Philippe Rocher)

Orígenes del perro de caza

Unos huesos fosilizados descubiertos en el transcurso de unas excavaciones arqueológicas han permitido descubrir el supuesto origen del perro doméstico. Este existía desde el perro de las turberas (Canis familiaris palustris) en el Neolítico, en la Edad de Bronce (Canis familiaris optimae) y en la Edad de Hierro (Canis familiaris intermedius). A pesar de que existen pocos testimonios documentales, es cierto que el perro estaba domesticado en Asia oriental. Los chinos empleaban este precioso ayudante mucho antes de que la caza de aves con perro de rastro sedujera a los nobles europeos de la Edad Media. Cuatro mil años antes de nuestra era, el perro ya era amigo y servidor de los egipcios: distintas razas, provenientes a veces de lejanos países, se dedicaban al ejercicio de la caza. Un poco más cerca de nosotros, los pueblos de la Antigüedad utilizaban los perros como proveedores de alimentos: así los empleaban griegos, romanos y otros pueblos civilizados de Europa y la cuenca mediterránea. Unos restos galorromanos revelan el papel de estos animales en la vida cotidiana durante la época de la conquista romana. El primer tratado sobre la utilidad de los perros en la caza fue escrito por Arriano, el autor de las Cinegéticas, y data del siglo II d. de C. Gracias a él aprendemos que los celtas, ancestros de los primeros auténticos cazadores de Europa central, practicaban la caza para satisfacer las necesidades de la comunidad, pero también para distraerse. Las familias más favorecidas de la sociedad entrenaban perros rápidos para la carrera. Sin usar una red, cazaban sobre la pista de la liebre; estos perros fueron los ancestros de nuestros perros de carrera.

Orígenes del grifón

El Diccionario Larousse define así al grifón (en latín, Patu griffus): «perro de pelo largo y duro al tacto».

En el Diccionario de la cinofilia, la definición se completa con estos términos: «perro que presenta un pelo largo y enmarañado». Y también: «[…] duro como lanoso con barba, cejas y bigote». El origen exacto de las variedades de grifones, tanto si son de pelo duro o sedoso, es muy antiguo. Sin embargo, no conocemos ningún documento fiable. En las Cinegéticas, Arriano describe los sabuesos jegussi: parecen grandes, finos y rápidos, mientras que los perros de carrera de los bárbaros son pequeños, feos, activos y dotados de una nariz muy fina. No obstante, se revelan como aulladores, lentos y con un pelo basto. Practican el ataque al jabalí y al lobo, y podrían ser los antepasados de los grifones contemporáneos. En el siglo III d. de C., conocemos a través de los textos que los galos cazan con perro. Muy velludo, bastante travieso pero valiente, sigue el rastro de la presa con seguridad pero sin prisa. Este can también podría encontrarse en el origen de los grifones de carrera. El antiguo perro de Bresse sería, según algunos, el ancestro de esos grifones de carrera, y el antiguo barbet, el del grifón de muestra de pelo duro. Los grifones de montaña de finales del siglo XVI, denominados así por los italianos, fueron descritos como unos perros robustos y sólidos. Tenían un pelo duro o lanoso y presentaban ciertas características comunes que los distinguían de los barbets, los cuales no llevaban ni barba ni bigote. Estos robustos canes ya destacaban entre los demás perros gracias a sus polivalentes cualidades. Eran tan capaces de cazar en una montería y tumbar una presa de grandes dimensiones como de acorralar un animal pequeño (perro de rastro). Las presas eran atrapadas con una red hasta la aparición de las armas de fuego en el siglo XVIII, cuando se empezó a dispararles. Posteriormente, estos perros fueron exportados y su presencia se multiplicó en los países de Europa central, en Alemania y en Francia. El cuadro de un pintor alemán, pintado en 1583, representa un halconero acompañado por un perro de rastro de pelo duro. Además de estos grifones destinados a la caza, no es raro ver otra clase de perros, que son verdaderas miniaturas de sus congéneres: se trata de los pequeños compañeros de las nobles damas de la corte de Carlos V o de Francisco I. A principios del siglo XIX, los grifones son citados en numerosos relatos de caza. Estos perros se distinguían claramente de las otras variedades locales por su especial habilidad para cazar en las marismas, que se basaba en un excepcional olfato. Este es el caso del barbet, de pelo largo y lanoso. Sin embargo, esta variedad se encuentra en la actualidad unificada y homogeneizada según un tipo estándar. A partir de 1970, estos perros reaparecen en las exposiciones, y responden a los criterios exigidos en el siglo XIX.

Grifón korthals cazando. (© Philippe Rocher)

Perros de muestra y perros de carrera

En su obra, Jenofonte describe dos tipos de perro de caza. Según el principio que dice que la caza de los perros salvajes consistía bien en un rastreo con acecho, bien en una búsqueda con muestra de la presa, el hombre se habría contentado con desarrollar dos formas de caza en el momento de la domesticación. Habría criado:

 unos perros con espíritu de perseguidores que se convirtieron en perros de carrera;

 unos perros de rastro, que sorprendían la presa y no la perseguían o lo hacían en muy pocas ocasiones, y que además hacían un papel de batidor de la presa; estos perros se convertirían en los futuros perros de muestra.

La cuestión del presunto origen de los perros de carrera y de los de muestra ha levantado numerosas controversias. Así, por ejemplo, algunos autores consideran que la costumbre de la muestra no sería otra cosa que la prolongación de la pausa instintiva que efectúa todo depredador; este siente la presa e intenta localizar su posición para sorprenderla mejor. Por lo tanto, la posición de muestra sería anterior a la domesticación. Para apoyar esta hipótesis, se arguye que los perros de carrera marcan la parada ante una presa en su madriguera, sin ni siquiera haberla levantado, y la persiguen e intentan cazar en cuanto el animal sale huyendo. Por el contrario, otros autores consideran que el perro adquirió la costumbre de la muestra en la época de domesticación. Gracias al adiestramiento, el hombre habría cambiado el instinto del perro de carrera para transformarlo en un perro de rastro. Esta mutación resultaría de la sustitución de un reflejo impulsivo por un reflejo de muestra. En resumen, frente a una misma excitación olfativa, el olor de la presa produciría un efecto de inhibición en el perro de muestra y uno de impulsión en el caso de un perro de carrera. Los aficionados a la caza en montería han observado a menudo dos actitudes en los perros de carrera: puestos en la pista de la presa, la persiguen ladrando. Si acaban rozando a un animal y levantándolo de manera fortuita, la mayoría respetan un momento de pausa en silencio antes de lanzarse a perseguirlo pegados al suelo. Así, la distinción fundamental entre el perro de muestra y el de carrera sería la duración de la pausa: antes de precipitarse sobre la presa, el primero marca un largo tiempo de muestra, mientras que el segundo marca, por el contrario, un tiempo muy breve. Los grifones de caza comprenden variedades de muestra y de carrera que parecen salidas de la acción combinada de la selección y del adiestramiento. El hombre habría modificado las reacciones instintivas del animal: obliga al grifón de muestra a no perseguir la presa en llano o en marismas, mientras que alienta al grifón de carrera para que emprenda la persecución en los lugares boscosos.

El grifón korthals es un perro de muestra. (© Philippe Rocher)

El grifón azul de Gascuña es un perro de carrera. (© Labat/Rouquette)

Clasificación

La clasificación de las razas de perros es una ciencia reciente. Es fuente de numerosos conflictos entre naturalistas y zoólogos.

Buffon (1707-1788) fue el primero en efectuar una clasificación científica agrupando las razas a partir de su forma presuntamente original y del porte de las orejas. El grifón no figura en su estudio, sin duda a causa de la falta de homogeneidad de la raza: esta deriva de una fijación imperfecta de las variedades, a menudo alejadas las unas de las otras. Diversos criterios más han sido propuestos por eminentes personalidades.

Cuvier distingue tres categorías basándose en las características de los huesos del cráneo. Posteriormente, el veterinario Pierre Mégnin y los profesores de zootecnia Cornevin y Paul Dechambre organizaron unas clasificaciones más o menos completas y complejas. En 1896, Pierre Mégnin creó un sistema de familias más accesible para los neófitos. Se apoya en las fuentes originales e identifica las diferentes variedades y sus características comunes. Las familias se dividen en cuatro grupos: los lupoides, los bracoides, los molosoides y los graioides.

Los lupoides

Estos perros están dotados de una cabeza en forma de pirámide horizontal y de unas orejas rectas. El hocico es alargado y estrecho, con los labios apretados. Los labios superiores no superan la base de las encías inferiores. Un ejemplo de este grupo sería el pastor belga.

Los bracoides

Su hocico es igual de ancho en la base que en el extremo y está separado de la frente por una hendidura. Tienen las orejas caídas y los labios largos y flotantes. Los labios superiores sobrepasan, además, el nivel del maxilar inferior. El grifón pertenece a este grupo.

Los molosoides

Estos perros presentan una cabeza maciza, redonda o cúbica. Sus pequeñas orejas caen, y su corto hocico lleva unos labios largos y gruesos. Su cuerpo es macizo como el del San Bernardo y el del bóxer.

Los graioides

La cabeza presenta una forma de cono alargado y el cráneo es estrecho. Las pequeñas orejas pueden ser dobladas o erguidas. El hocico largo y delgado constituye una línea recta con la frente. La nariz saliente y angulosa sobresale por encima de la boca. Los labios son finos, cortos y apretados. Sus delgados miembros están enganchados a su esbelto cuerpo, mientras que el vientre está retraído. Los lebreles pertenecen al grupo de los graioides.

Según este método, la Real Sociedad Canina de España (RSCE) ha establecido una clasificación de las razas caninas conocidas, que diferencia entre diez grupos según sus tipos, sus finalidades prácticas y su país de origen. En 1987, la Federación Cinológica Internacional (FCI) publicó una nomenclatura de las razas caninas válida para todos los miembros. Las diferentes razas de grifones, cuyo estándar es reconocido oficialmente, se integran en tres grupos.

En el 6.º grupo o perros de carrera de caza se incluyen: gran grifón vandeano (282), briquet grifón vandeano (19), gran grifón azul de Gascuña (22), pequeño grifón azul de Gascuña (32b), grifón leonado de Bretaña (66) y grifón del Nivernais (17).

En el 7.º grupo o perros de muestra: grifón de muestra korthals de pelo duro (107), grifón de pelo lanoso o grifón boulet (174).

En el 9.º grupo o perros de recreo o de compañía: grifón belga (81), grifón de Bruselas (80) y brabanzón (8).

Una mirada expresiva. (© Philippe Rocher)