EL BOSQUETE DE CADUCIFOLIOS
La distribución de los árboles

En un jardín de dimensiones medianas, junto a arbustos, herbáceas anuales y perennes, se puede plantar uno o dos árboles grandes, o un grupo de tres o cuatro árboles de dimensiones medianas. Su disposición no ha de ser casual, sino que deben respetarse unas reglas.

La finalidad principal es crear una masa continua y elegante que aísle la vivienda del exterior, en algunos casos sustituyendo parcialmente setos y muros. El lado norte del jardín puede estar destinado a las coníferas, mientras que para la parte orientada hacia el sur convienen más las especies caducifolias.

Independientemente de las funciones prácticas de cada especie —sombra, pantalla, protección del viento, oxigenación del aire—, los árboles son la mejor solución, la más completa y definitiva, al problema de la decoración. En efecto, después de los cuidados iniciales para que arraigue, el árbol cuida de sí mismo. Buen ejemplo de ello son muchos árboles de nuestras ciudades que respiran aire contaminado y que, sin embargo, año tras año nos regalan en primavera un follaje muy verde e inesperadas floraciones.

Naturalmente, los árboles responden a las adversidades con una lozanía y una resistencia mayores si reciben fertilizante y agua periódicamente, y si se les aplica tratamientos preventivos contra las enfermedades. Conservan toda su belleza si se les cortan las ramas dañadas, si se tratan y si se protegen las lesiones y las roturas que a menudo causan la intemperie y las heladas.

La caída de las hojas con la llegada del frío forma parte de una compleja serie de mecanismos que hacen posible la supervivencia de los vegetales, y tiene que ver con la necesidad de reducir al mínimo las funciones de recambio (respiración, transpiración, función clorofílica), que tienen lugar precisamente en los tejidos verdes y que, para no causar daño a la planta, necesitan unas condiciones determinadas de luz y temperatura.

Contrariamente a lo que se podría pensar, la caída de las hojas no es signo de poca resistencia a las condiciones climáticas adversas, sino que corresponde a una reacción activa, a un sistema de defensa de la planta. Este mismo fenómeno se registra en caso de calor excesivo, de sequía prolongada, de efecto evaporador del viento o en todas aquellas situaciones que causan desequilibrio entre las posibilidades de abastecimiento de las raíces y las necesidades de la copa.

Arce de hojas abigarradas

LATIFOLIAS DE COPA PÉNDULA

haya

robinia

abedul inverso

sauce llorón

ligustro

olmo

Haya péndula

1. Las flores plumosas de acacia de Constantinopla (Albizzia julibrissin); 2. Decorativas fructificaciones de manzano de flor

1. Ejemplares de abedul blanco; 2. Las flores de tilo tienen un perfume intenso

Criterios de elección de las especies

En la elección de los árboles hay que tener en cuenta principalmente las dimensiones de la planta al alcanzar la madurez. Los vegetales de crecimiento homogéneo pueden plantarse juntos cuando tienen diferentes características de floración, color, forma y dimensiones de las hojas, de modo que puedan resaltar individualmente, cada uno en momentos concretos del año. Y, al contrario, se puede añadir al grupo un árbol más importante que se imponga a los demás, que le harán de contorno.

La forma y el porte de cada especie permiten obtener un efecto visual con movimiento y resaltar mejor las características de cada especie.

Los árboles de copa redonda (mimosas, acacias, robinias, Morus, olmos, Cercis) se pueden combinar con otros de porte cónico piramidal (Laburnum, Liriodendron, Prunus, Sorbus, Quercus, fresnos); junto a ellos, también tienen un lugar especies típicamente columnares (carpes, algunos chopos y hayas). En algunos jardines encajan a la perfección árboles de estructura regular y geométrica, como el ginkgo, o con ramificaciones retorcidas (Corylus y Salix), acompañados por árboles de forma péndula (Morus, sóforas, abedules, hayas). Del mismo modo, las plantas con hojas grandes y carnosas (magnolias, catalpas) pueden estar al lado de otras de hojas pequeñas (arces, acacias) o con largos pedúnculos (abedules, chopos) o tomentosas (Polupus alba).

1. Delicadas y aromáticas flores de melia; 2. Hojas rojas de Prunus

LA FUNCIÓN DEL BOSQUETE

Si el rincón tiene sólo una función decorativa, habrá que pensar en la degradación suave de las plantas de su alrededor. Y, al revés, si la finalidad es más práctica, como la creación de sombra para mesas y bancos, habrá que distribuir algunos puntos de vegetación, pocos, y dejar el césped hasta la base de los árboles.

La redondez de la copa se obtiene con una laboriosa poda

El color de las hojas, y en algunos casos de los frutos, es otro elemento decorativo fundamental. Los colores pueden ir del verde oscuro al amarillo, pasando por el rojo vivo y oscuro, el bronce o las tonalidades plateadas.

El atractivo de las plantas no viene dado sólo por las flores, aunque en primavera muchos ejemplares se convierten en auténticas nubes de color (Prunus, Malus, magnolias). En muchas ocasiones, la vida de las flores es tan breve que resulta más conveniente elegir los árboles para el jardín en función de la coloración de las hojas y del tronco, árboles que después de una bella floración transforman las flores en frutos duraderos, o bien especies que, sobre todo en otoño, adquieren coloraciones cálidas y esplendorosas (liquidámbar, encina roja, ginkgo).

En definitiva, para lograr la elegancia y el cromatismo máximos se deben combinar árboles de especies diferentes, prestando mucha atención a las distancias y a la distribución en el terreno, amalgamando formas y colores de las copas que no originen combinaciones excesivamente homogéneas.

Hojas lobuladas de encina

Aspecto otoñal del liquidámbar

Arce platanoides de hojas rojas

Sorbus aucuparia en plena fructificación

Planta dominante de forma redondeada: Prunus avium en plena floración

Sauce llorón

Resulta difícil reprimir la admiración que suscita la cascada de ramas y hojas del sauce llorón (Salix babylonica). Incluso quienes no son aficionados a la jardinería y desconocen los términos botánicos saben clasificar inmediatamente esta salicácea. El término sauce llorón es de uso común y describe a la perfección a este árbol de largas ramas caídas, muy sinuosas y extraordinariamente flexibles, que ondean lentamente al más mínimo soplo de viento y confieren al conjunto un aspecto majestuoso y casi «viviente». A ello contribuyen también las largas hojas (hasta 15 cm), muy lanceoladas, con el ápice orientado hacia abajo. Quizá la imagen más inmediata que nos sugiere un gran sauce con largas ramas flexibles movidas por el viento sea la del gorgoteo del agua en un torrente de montaña, como una cascada verde que parece venir hacia nosotros.

Las hojas son de color claro, y el vello de su cara inferior las hace todavía más claras. La copa tiene una forma globosa, el tallo es recto y puede llegar a los 10-12 m de altura. La posición ideal es en solitario, en medio de un prado bien cuidado, pero su capacidad de adaptación a lugares umbríos hace que también pueda estar cerca de la casa. En este último caso, no hay que olvidar nunca que el sauce es una planta que crece muy rápido y que, por lo tanto, cuando se planta en el jardín es preciso tener en cuenta las distancias, es decir, nunca a menos de 7-8 m de los muros perimetrales, porque la proyección de la copa en el suelo puede alcanzar un diámetro de más de 12 m. Algunas variedades ornamentales tienen hojas doradas; otras, ramas y hojas torcidas, que conservan las propiedades ornamentales también a lo largo del invierno. En primavera, las plantas «masculinas» ofrecen una bella floración compuesta por largos amentos caídos de color amarillo. El sauce es un árbol extraordinariamente rústico y poco exigente en cuanto a terreno y clima. Puede utilizarse en zonas cálidas o de alta montaña, siempre y cuando reciba agua en abundancia. Su rusticidad le permite resistir periodos cortos de sequía. Las únicas intervenciones que requiere esta bellísima especie son la poda para suprimir las ramas secas o acortar las que llegan al suelo, y, en caso de necesidad, la aplicación de productos contra los lepidópteros, que mellan el núcleo de las ramas.

Sauce llorón como único elemento arbóreo sobre un estanque con una fuente

Ginkgo

El ginkgo (Ginkgo biloba) está considerado un fósil viviente, ya que se han hallado restos de especies pertenecientes a la familia de las gynkogoáceas con más de 100 millones de años. Actualmente, existe una sola especie, que reúne características ornamentales realmente interesantes. Se trata de una conífera que pierde las hojas en otoño, que no son en forma de aguja, sino hojas redondas dobles. Están dispuestas en grupos, con largos peciolos, y manifiestan coloraciones diferentes según la estación: el verde claro del verano se transforma en maravillosas gotas doradas al inicio del otoño. Antes de la caída sorprenden de nuevo con tonalidades doradas mucho más intensas y ambaradas.

Aun siendo una planta de grandes dimensiones (puede superar tranquilamente los 30 m de altura y los 10 m de diámetro), puede plantarse en lugares no excesivamente grandes. Su crecimiento es notablemente lento, lo cual permite disponer cuatro o cinco árboles juntos, con el objetivo de aumentar el efecto cromático otoñal, realmente único en su género. Algunos grandes jardines acogen viejos árboles aislados, de 30-40 m de altura, y es precisamente en estos amplios espacios donde el Ginkgo biloba expresa plenamente su original majestuosidad.

Al parecer es originaria de Extremo Oriente. Es una planta dioica de porte recto. Esta particularidad, que en las especies ornamentales no condiciona la elección, en el caso del ginkgo constituye un aspecto fundamental. Los frutos son de color castaño y redondos, parecidos a pequeñas ciruelas (obviamente sólo en las plantas femeninas). Cuando maduran y caen al suelo se esparcen alrededor de la base y emanan un desagradable olor picante, nauseabundo y muy persistente. A pesar de que la planta femenina tiene un aspecto más macizo y la copa más ancha (la de la planta masculina es piramidal), y en conjunto es más agradable a la vista, no conviene plantarla en el jardín, a causa precisamente de la fructificación.

Una característica positiva típica de esta especie es la notable resistencia a la contaminación atmosférica, gracias a la cual puede ser usada en los jardines de las ciudades. No necesita intervenciones particulares y aguanta muy bien en todo tipo de climas, desde los de montaña hasta los de las costas del sur. Se puede cultivar en todo tipo de terrenos y es poco exigente en lo que se refiere al riego y a los fertilizantes.

La exposición tampoco es condicionante, ya que puede estar tanto a pleno sol como a media sombra. Las enfermedades que pueden afectar a esta planta son pocas y se reducen prácticamente a los problemas que puedan causar algunos hongos en la madera y en las hojas.

Detalle de hojas doradas de ginkgo

Bosque de Gingko biloba: obsérvense la distribución geométrica de las ramas y el intenso color otoñal

Roble americano

La encina roja (Quercus rubra) es una planta espléndida que alcanza unas dimensiones considerables (25 m de altura y 30 de circunferencia). Sola en un espacio amplio exhibe su bellísima forma cónica redondeada en la base. Esta redondez se debe a las grandes ramas que, sobre todo en la parte inferior, tienden a disponerse en posición horizontal. Su principal característica ornamental es la coloración de las grandes hojas (de más de 20 cm de longitud). En primavera, cuando despuntan, son de color verde claro; en pleno verano se vuelven de color verde muy cargado, y a la llegada del otoño adquieren el color más bonito: algunas tienen un tono rojo oscuro, otras rojo cobrizo o rojo vivo, mientras que surgen diseminadas unas tonalidades amarillo ocre y reflejos bronce, que confieren a este árbol un manto cromático que lo convierten en las más bella y decorativa de todas las especies del género Quercus.

Es originaria del norte de Estados Unidos y de Canadá, pero, pese a ello, prefiere climas no excesivamente rígidos, y no soporta las heladas prolongadas, motivo por el cual debe colocarse siempre en posiciones soleadas.

También puede estar junto a árboles de otras especies (manteniendo las distancias adecuadas), como el haya, el abedul, el pino negro o el carpe, con el objetivo de crear rincones de color de gran valor estético.

La encina roja es bastante exigente en lo que respecta al terreno. Prefiere sustratos que tienden a ácidos, y por esta razón se aconseja colocarla al lado de una conífera. El terreno no debe ser compacto ni calcáreo, y sobre todo no debe favorecer los estancamientos hídricos, que provocarían la formación de podredumbre en las raíces y el cuello, causadas por hongos a los que es especialmente sensible esta especie. El riego ha de ser constante, sobre todo durante los primeros años, porque la planta tiende a deteriorarse en los periodos de sequía. Otro aspecto que debe tenerse en cuenta es no utilizar la encina roja cerca de vías con mucho tráfico o en zonas de alta concentración industrial, porque le afecta especialmente la contaminación atmosférica, que provoca daños, incluso graves, en las hojas. Se observan fenómenos necróticos y daños en los márgenes de las hojas, que repercuten en el crecimiento y en el aspecto ornamental de la planta, que, como ya se ha visto, reside en las coloraciones del follaje.

Bajo la encina roja crecen fácilmente plantitas jóvenes de las bellotas que caen en otoño. Los aficionados pueden aprovecharlas para tener bonsáis en macetas.

El crecimiento medio-lento y las oportunas intervenciones técnicas (poda o ligaduras) permiten obtener con relativa facilidad arbolillos que pueden ser utilizados en otros rincones del jardín o de la terraza.

ARBÓREAS CADUCAS DE HOJA GRANDE

S sol

V media sombra

W sombra

Nombre

Exposición

Altura (m)

Diámetro (m)

Característica decorativa

Colores

Época

Terreno

Acer spp.

arce

SV

10

4

hojas

amarillo, bronce, rojo púrpura

siempre o sólo en otoño

franco, permeable

Aescullus spp. castaño de Indias

SV

25

8

flores

blanco, rosa

mayo-junio

franco, fresco

hojas

ocre intenso

otoño

Ailanthus spp. alianto

SV

15

10

frutos

rojo

otoño-invierno

franco, húmedo

hojas

amarillo luminoso

otoño

Albizzia spp.

acacia de Constantinopla

SV

12

8

flores

rosa

junio

franco

Alnus spp.

aliso

SV

20

10

hojas

amarillo oro, naranja

otoño

blando, húmedo

Betula spp.

abedul

SV

10

4

hojas

amarillo oro

otoño

orgánico, arenoso

Carpinus spp.

carpe

SV

15

8

hojas

amarillo oro, rojo

otoño

franco

Castanea spp.

castaño

SV

20

20

hojas

bronce, naranja

otoño

blando, orgánico, no calcáreo

Catalpa spp.

catalpa

SV

15

10

flores

blanco, amarillo, púrpura

julio-agosto

franco

hojas

amarillo vivo, marrón

otoño

Cercis siliquastrum árbol de Judas

SV

6

4

flores

rosa, púrpura

mayo

franco

Fagus spp.

haya

NVW

30

15

hojas

amarillo oro y tonalidades rojas en algunas variedades

otoño todo el año

orgánico, calcáreo

Fraxinus spp.

fresno

SV

30

15

hojas

ladrillo

otoño

blando, no calcáreo

Ginkgo biloba gingko

SV

30

15

hojas

amarillo oro, bronce

otoño

franco, fresco

Juglans nigra nogal

SV

30

20

hojas

bronce, oro

otoño

franco, fresco

Laburnum spp.

codeso

SV

7

4

flores

amarillo

mayo-junio

blando, fresco

Liquidámbar spp.

liquidámbar

SV

25

15

hojas

naranja vivo, escarlata

otoño

franco

Liriodendron spp.

árbol de los tulipanes

SV

25

10

flores

verdoso, naranja

junio-julio

orgánico y arenoso

Magnolia obovata magnolia caduca

NV

8

6

flores

blanco, rosa, rojo

mayo-junio

orgánico, fresco y ácido

Morus nigra morera

SN

10

8

hojas

amarillo óxido

otoño

franco, fresco

Paulownia spp.

paulonia

SV

15

10

flores

lavanda, lila, blanco

abril-junio

franco, fresco

frutos (cápsulas)

marrón

otoño-invierno

Platanus spp.

plátano

SV

30

12

hojas

bronce, oro, marrón

otoño

arcilloso, calcáreo, fresco

Populus spp.

chopo o álamo

SV

30

15

hojas

amarillo vivo

otoño

suelto, húmedo

Prunus spp.

cerezo de flor

SV

10

10

flores

blanco, rosa

abril-mayo

blando, fresco

Prunus pissardi ciruelo

SV

15

10

hojas

rojo oscuro, bronce

siempre

otoño

blanco, fresco

Quercus cerris encina silvestre

SN

30

20

hojas

amarillo oro, bronce, ladrillo

otoño

blando, no calcáreo

Quercus robur encina blanca

SN

25

25

hojas

amarillo oro, bronce

otoño

franco

Robinia pseudoacacia robinia

SV

10

10

flores

blanco, rosa, rojo

abril-junio

franco

hojas

amarillo oro

otoño

Salix babylonica sauce llorón

SVW

15

15

hojas

amarillo claro

otoño y primavera

franco, húmedo

Sophora japonica «abigarrada» sófora japonesa

SV

12

12

hojas

abigarrado de blanco, amarillo oro

siempre

otoño

blando, permeable

Sorbus

arándano

SVW

10

8

flores

blanco

mayo

franco, calcáreo

frutos

rojo

otoño

hojas

amarillo bronce

otoño

Tilia spp.

tilo

SN

25

10

flores

blanco crema

junio-julio

blando, fresco y calcáreo

hojas

amarillo oro

otoño

Ulmus spp.

olmo

SV

15

8

hojas

amarillo intenso

otoño

orgánico, arcilloso

UN ÁRBOL DE HOJA GRANDE PERENNE: MAGNOLIA GRANDIFLORA

La Magnolia grandiflora es un árbol de grandes dimensiones, que puede alcanzar los 20 m de altura. Algunos ejemplares viejos pueden acercarse incluso hasta los 30 m, con un perímetro de 6-8 m. El porte es majestuoso, erguido; la forma, cónica, tiende a ser piramidal, con un follaje muy compacto, que oculta por completo el tronco. Sus características ornamentales principales deben buscarse en su precioso aparato foliar: hojas grandes, brillantes, de color verde intenso, que pueden alcanzar entre 15 y 18 cm de longitud. Cabe destacar también sus grandes flores de forma globosa ovalada; inicialmente son de color blanco cándido, a veces con reflejos marfil, y en verano, tan pronto como despuntan en los extremos de las ramas, emanan un delicado perfume.

La Magnolia grandiflora es una planta para grandes espacios abiertos, en donde puede destacar con toda su majestuosidad. Su crecimiento más bien lento la convierte en un árbol apto también para jardines de extensión más reducida. En algunos casos, incluso, puede plantarse cerca de la vivienda, siempre que se pode periódicamente para mantener su silueta cónica.

Prefiere exposiciones a pleno sol, pero también se adapta a lugares a media sombra. Las condiciones de crecimiento más favorables se logran en terreno arcilloso, pero fresco, rico en material orgánico, profundo y que tiende a ácido.

Arriba, majestuoso ejemplar de Magnolia grandiflora; abajo, detalle de la apertura de un capullo

No es aconsejable utilizar esta especie en zonas muy ventosas; en cambio, crece lozana en regiones de clima cálido o frío. No obstante, no es apta para zonas muy frías (de alta montaña), porque el origen de esta especie es la región templada-cálida de América central.

No requiere una rutina de fertilización y riego particular, aunque después de la plantación (los primeros 2 o 3 años) estas operaciones deben realizarse con cierta frecuencia; a continuación, se van espaciando hasta cesar por completo, siempre que el terreno sea el adecuado. El riego excesivo, sobre todo en terrenos arcillosos y compactos, puede provocar desfoliaciones, con la consiguiente formación de claros en la copa que resultan muy antiestéticos.

La sequedad también puede originar este mismo problema. Los terrenos calcáreos pueden causar la perforación de las hojas. Si aparecen manchas negruzcas en las hojas, significa que el árbol ha sido atacado por hongos (Cercospora magnoliae), pero se controlan con un tratamiento específico.