LOS RINCONES DEL JARDÍN

EL CÉSPED

Son raros los casos en que un prado natural es tan bello y homogéneo que merece el nombre de césped, término con el que se hace referencia a una extensión de terreno uniforme y compacto, constituida por una única especie o una mezcla de especies perfectamente estudiada. En algunas regiones de montaña hay prados preciosos, formados por numerosas plantas que se mantienen bajas y crean un manto blando, rico en especies típicas de los Alpes, olorosas y aterciopeladas. La mayor parte de las veces, en el prado abundan herbáceas, gramináceas híspidas, de festucas que amarillean rápidamente, grandes matas de zanahoria silvestre, de gigantescas hojas de fárfara. Cuando la extensión no es excesiva, se puede aprovechar el manto natural arrancando las herbáceas indeseadas a medida que despuntan, y dejando que las otras se propaguen espontáneamente. Si esto no es posible, habrá que sustituir la hierba originaria por un nuevo manto herboso, lo cual no es tarea fácil, porque requiere importantes trabajos de preparación y una técnica correcta de plantación.

Antes de describir el proceso de preparación del césped, daremos un consejo: si por razones de terreno y de clima no se dan las premisas necesarias para plantar césped o se prevé que no se podrá realizarse un mantenimiento adecuado y con la frecuencia necesaria, es preferible renunciar y contemplar otras soluciones menos exigentes. El césped, para ser digno de este nombre, ha de ser perfecto, uniforme, verde, estar siempre bien cortado y no tener claros o soluciones de continuidad.

Césped con claros debido a la falta de riego

El césped debe conservarse siempre uniforme, bien cortado y sin claros

Trabajos preliminares

Un terreno que nunca ha sido cultivado debe ser roturado, es decir, labrado con la arada o con la pala en un espesor de unos 50 cm. Se nivela sumariamente la superficie, aprovechando la operación para posibles modificaciones en la estructura y la composición. En el caso de que el estrato inferior al que se trabaja tuviera unas características que no dejaran fluir el agua, se prepara el drenaje con una capa de guijarros grandes, tubos de barro cocido a intervalos o tubos de PVC fisurados, enterrados a una profundidad variable en función de la profundidad del estrato impermeable y dispuestos en forma de raspa de pescado, con una inclinación que lleve el agua a un foso excavado en un extremo de la parcela o directamente a la red de alcantarillado. En el momento en que se realizan estos primeros trabajos hay que valorar cómo se realizará la instalación de riego, ya que sobre todo en verano el agua es el elemento básico para conservar el césped verde y tupido. En las zonas poco lluviosas, en las que se deben cubrir las necesidades de agua con el riego casi a diario, es indispensable montar un sistema de riego eficaz, a ser posible con central de control electrónica. Y el mejor momento para hacerlo es cuando se prepara el terreno que deberá acoger el césped, que, en la realización de cualquier jardín, siempre debe ser el primer elemento dispuesto en el terreno.

El problema del sustrato idóneo para el césped puede solucionarse con el «lecho de siembra», constituido por un estrato de buen mantillo, como, por ejemplo, el que se puede recoger en una castañeda, la turba mezclada con tierra de características medias o, mejor aún, el mantillo bien maduro. Los trabajos preliminares en profundidad se realizan mucho antes de sembrar, es decir, en otoño para sembrar en primavera y en primavera para sembrar en otoño. Esto permite enterrar abono orgánico, preferiblemente estiércol, que tiene un efecto lento. Con los trabajos previos a la siembra, consistentes en un ligero arado y repetidas operaciones de desbrozado o rastrillado cruzado para acabar de desmenuzar los terrenos, se distribuyen fertilizantes minerales de efecto rápido.

Sistema de drenaje con tubos de PVC

Drenaje de un terreno demasiado húmedo destinado a césped

Preparación y cuidados

Respecto a la época más indicada para plantar césped, como norma general y prescindiendo de las condiciones climatológicas, se aconseja sembrar en otoño, porque la germinación de las plantas antes de la llegada de los fríos invernales permite la formación de un estrato homogéneo que impide, o en cualquier caso frena, el desarrollo de plantas invasoras en la primavera siguiente.

No obstante, en las regiones septentrionales se suele sembrar en abril-mayo para aprovechar las temperaturas suaves y las lluvias primaverales, mientras que en las zonas centromeridionales se siembra preferiblemente en septiembre-octubre, ya que la germinación encuentra las condiciones idóneas en un otoño lluvioso y un invierno templado.

Siembra

Cuando se dan las condiciones adecuadas de humedad y temperatura, se distribuye la semilla a voleo, manualmente o con la sembradora centrífuga. Debe evitarse la siembra en hileras, que no produce un césped continuo, ya que para ello las semillas han de distribuirse siguiendo dos o más direcciones cruzadas. Esta técnica resulta todavía más necesaria cuando se siembran semillas de diferentes especies con el propósito de obtener un césped mixto y que, debido a la diferencia en las dimensiones, requieren una mayor o menor profundidad de siembra. En tal caso, se empieza distribuyendo las semillas más grandes y se continúa con las más menudas. Es aconsejable dividir los terrenos de una cierta extensión en parcelas para dosificar mejor la cantidad de semillas.

A continuación, el sembrado se rastrilla o gradea ligeramente, y se pasa el rodillo para tapar la semilla y hacer que se adhiera a la tierra, evitando así que se la lleve el agua de la lluvia o del riego. Cuando las condiciones meteorológicas no ayudan, hay que garantizar un nivel de humedad modesto, pero constante, mediante riegos ligeros por aspersión.

Alternativas a la siembra

El manto herboso puede obtenerse sembrando o con la reproducción vegetativa, es decir, plantando gleba de un césped ya hecho o comprada en un vivero. Esta opción es la más aconsejable en caso de especies que presentan dificultades en la germinación o una producción insuficiente de semillas.

Según las características de la hierba, se entierran porciones de tallos que emitan raíces (vástagos), manojos de hierba o simplemente brotes con aparato radical, separados de una mata.

Repartiendo homogéneamente este material de propagación se puede obtener una cobertura del terreno rápida y homogénea. Los brotes y las plantitas se plantan en pequeños hoyos, los vástagos se reparten por la superficie y se cubren con mantillo, la gleba se coloca sobre la tierra; la operación se completa pasando el rodillo y regando con abundancia.

Sin embargo, un césped perfecto y que pueda ser utilizado rápidamente se logra con los rollos de césped que se venden a metros, y, eso sí, con un gasto importante. Este tipo de césped se adapta bien a cualquier terreno, pero teme las heladas y necesita cuidados constantes, sobre todo durante el arraigamiento. Asimismo, puede colocarse seguido o bien dividido en franjas o cuadrados.

Siembra a voleo y asentamiento de las semillas con un rodillo

Preparación del césped con material vegetal

Césped en rollo (a metros)

Riego y abono

Durante el invierno, regar no sólo no es necesario, sino que resulta contraproducente, porque, aparte del peligro de heladas, coincidiendo con los días de temperaturas más suaves, podría despertar la actividad vegetativa de unas plantitas que luego no podrían resistir las bajas temperaturas, puesto que son menos vulnerables cuando están en reposo.

Una vez formado el estrato herboso, se cubre con abono cada vez que se produce una reanudación de la actividad vegetativa, con fertilizantes solubles en agua que se aportan con el riego. Se evitará taxativamente la distribución de abonos sólidos, que ensucian la hierba y producen «quemaduras». En cualquier caso, todos los fertilizantes, incluidos los solubles, se distribuyen en condiciones de humedad suficiente de la tierra, para evitar que las plantas absorban con excesiva rapidez los principios activos.

Son muy adecuados los productos nitrogenados, que estimulan la producción de tejidos verdes y retrasan la lignificación y la floración.

Bien cortado y verde, el césped confiere elegancia al jardín

El verde brillante del césped contrasta agradablemente con el rojo del Coleus de la bordura

Los cuidados periódicos

El rodillo se pasa para que se adhiera a la superficie del terreno la hierba levantada por el caminar, por las heladas; se debe utilizar un rodillo ligero para no aplastar la hierba, y hacerlo después de haberla cortado.

El césped se corta con el cortacéspedes, eléctrico o con motor de explosión. Actualmente, se venden máquinas con hojas adaptadas a cada superficie, de modo que se obtiene un corte uniforme, con lo cual no sólo se cumple un objetivo estético, sino que también se estimula la producción de hierba tierna.

La frecuencia de corte depende de la temperatura, de la especie botánica y de la situación climatológica: el sol y el agua favorecen el crecimiento en las regiones septentrionales, mientras que en las zonas meridionales las temperaturas elevadas no son suficientes, porque en general no van acompañadas del grado de humedad atmosférica conveniente.

Una buena norma es cortar el césped antes de que la hierba alcance una altura que la haga doblarse hacia el suelo, por efecto del viento o de la lluvia, y resulte difícil cortarla.

Naturalmente, hay que adaptarse a las características de la especie cultivada: las gramináceas pueden ser relativamente altas, mientras que el trébol, si se deja crecer demasiado, después del corte deja tallos desnudos que son muy antiestéticos.

Con el fin de que parte de la hierba no se escape al corte, antes de trabajar con el cortacéspedes conviene pasar el rastrillo en dirección contraria a la que seguirá la máquina, que debe dibujar franjas paralelas, alternando los sentidos.

No es conveniente que la hierba cortada permanezca horas en el campo, porque retiene la humedad y favorece la acción de las criptógamas (mohos y hongos). Esta circunstancia puede ser útil, por el contrario, en caso de sequía, para proteger el césped de una evaporación demasiado rápida, o bien después del último corte de la temporada (octubre-noviembre). Así, la exigua cantidad de hierba cortada podrá penetrar en las fisuras y degradarse rápidamente, o bien podrá ser retirada con el rastrillo, junto con las hojas de los árboles, y posteriormente utilizada para la producción de mantillo o compost.

Es muy importante garantizar una buena circulación del aire en el césped y en la tierra del estrato inmediatamente inferior, para lo cual se deberán practicar algunos orificios con un instrumento llamado precisamente «aireador», o clavando un horcón a unos 10 o 15 cm de profundidad y haciendo palanca para levantar parcialmente la tierra.

Si la falta de compactibilidad es muy acentuada, a causa del retraso en el corte, por efecto de las plantas invasoras o por la presencia de musgo debido al exceso de humedad, el estrato compactado se rompe con el gradeo o con el rastrillo. Esta operación debe realizarse con sumo cuidado para no dañar las instalaciones subterráneas de riego e iluminación.

Evolución anual de la altura de corte de un césped para ser pisado

Altura del corte en función del uso

Dejar restos de hierba cortada sobre el césped contiene la evaporación del agua en verano. Los restos del corte de final de temporada se pueden dejar o rastrillar junto con las hojas

La aireación del césped se puede obtener practicando orificios en el terreno o excavando huecos de medianas dimensiones que se rellenan con material de drenaje

CARACTERÍSTICAS Y USO DE ALGUNAS PLANTAS

Especies adecuadas para céspedes ornamentales y recreativos:

 poa (Graminácea)

 agnostis (Graminácea)

 lolium (Graminácea)

 trébol enano (Leguminosa)

 dicondra semirrústica (Convolvulácea)

Especies adecuadas para campos de deporte:

 festuca (Graminácea)

 Cynoclon (Graminácea)

 mezclas de poa, agnostes y festuca (Graminácea)

Especies que resisten en terrenos pobres y drenantes:

 agróstides blanca (Graminácea)

 festuca (Graminácea)

 Cynoclon (Graminácea)

 espiguilla comprimida (Graminácea)

 trébol enano (Leguminosa)

 dicondra semirrústica (Convolvulácea)

 Sagina subulata (Cariofilácea)

Especies resistentes al frío:

 agrostes (Graminácea)

 Cynoclon (Graminácea)

 lolium (Graminácea)

 trébol enano (Leguminosa)

Especies que requieren humedad constante:

 agróstides (Graminácea)

 poa (Graminácea)

 lolium (Graminácea)

Una alternativa al césped

En los terrenos abruptos, encontrar una alternativa al césped a veces se convierte en una auténtica necesidad, dictada tanto por motivos económicos como de carácter práctico. Existen maquinaria e instrumentos diseñados específicamente para cortar la hierba en pendientes, pero, aparte de la conveniencia o no de invertir en ellos, muchas veces tampoco sirven para llegar a ciertas concavidades cercanas a rocas, cepejones o grupos de árboles. En tal caso, el trabajo debe ser realizado de forma manual, naturalmente si se encuentra a algún experto que esté dispuesto a hacerlo. Cuando la superficie es extensa, la operación puede acabar resultando bastante costosa. Por otro lado, si las condiciones climatológicas son favorables, cuando se ha llegado al fondo la hierba ya ha vuelto a crecer por el otro extremo.

En estos casos, el césped puede ser sustituido por plantas rastreras.

Las plantas rastreras

Se definen como plantas rastreras aquellas especies que, además de cubrir el terreno con un estrato vegetal continuo y de espesor modesto (gracias a su porte y a su capacidad de propagarse espontáneamente), poseen un aparato subterráneo capaz de retener la tierra, combatiendo la acción erosiva de la lluvia y del viento, y evitando que el terreno se suelte y se produzcan desprendimientos.

Entre las rastreras hay que incluir también algunas hierbas de césped, que tienen el aparato radical superficial, pero que ejercen una acción de contención fuerte; tienen una altura modesta, por lo que no necesitan ser segadas, y poseen una capacidad de propagación espontánea.

Las características de las plantas rastreras son las siguientes:

 pertenecen a especies perennes o vivaces (las especies anuales y bianuales no pueden incluirse en este grupo);

 son rústicas en relación con las condiciones climáticas;

 necesitan un mantenimiento espaciado y sencillo;

 tienen poca altura o un porte a ras de suelo, tallos elásticos y hojas pequeñas, para resistir la acción violenta de las lluvias y el efecto deshidratante del viento.

Selaginella: rastrera de múltiples cualidades

Hipérico: arbusto postrado idóneo para cubrir terrenos irregulares

Las plantas rastreras, a pesar de que se pueden cultivar con resultados magníficos en los terrenos llanos, en zonas en donde no se pisan, encuentran su uso específico en terrenos escarpados o en lugares en los que el corte con medios mecánicos resulta incómodo. Una vez superadas las fases iniciales en las que se debe controlar y dirigir el desarrollo de las plantitas, los cuidados se limitan a mantener el estrato vegetal en un ordenado desorden, respetando su característica espontaneidad.

La mayor parte de especies de este grupo no tienen exigencias particulares en cuanto a terreno y abonos. Es más, muchas son realmente frugales y se contentan con un poco de tierra entre las piedras. El cultivo se conserva ordenado y limpio con una escoba metálica, que desenreda los tallos pero sin arrancarlos.

Los tallos secos se eliminan en primavera. También conviene realizar esta operación en la época de floración, no sólo por razones estéticas, sino también para estimular la emisión de hojas nuevas y una floración más abundante y prolongada.

En invierno, aunque si se ha elegido la especie adecuada el acolchado no es necesario, dejar en el suelo las hojas que hayan caído espontáneamente puede ser útil, sobre todo cuando la pendiente está muy expuesta. En primavera, la cobertura se retira para permitir que el terreno absorba agua y para dar luz y aire a los brotes nuevos. Las rastreras se pueden «vaciar» cuando se considere necesario, aunque si no es urgente es preferible aplazarlo hasta octubre o finales de invierno, momentos en que se pueden utilizar con más probabilidades de éxito las partes suprimidas para obtener plantas nuevas.

El procedimiento varía según el modo de propagación de cada especie: tallos rastreros con raíces, vástagos, nuevos brotes en la base que ensanchan la planta, rizomas, bulbos, tubérculos. Al realizar el vaciado es preciso impedir que las plantas sobresalgan de los límites inicialmente asignados, evitando al mismo tiempo que se formen núcleos de contornos demasiado rígidos y artificiosos, para lo cual se dejará escapar alguna plantita.

CÓMO SE PROPAGAN LAS PLANTAS DE COBERTURA

1. raíces con estolones; 2. órganos subterráneos; 3. matas; 4. tallos radicales; 5. tallos estoloníferos

PLANTAS RASTRERAS

S sol

V media sombra

W sombra

Nombre científico

Exposición

Terreno

Calluna vulgaris

S

ácido

Cotoneaster spp.

SV

todos

Erica carnea

SV

húmedo y profundo

Hypericum calycinum

SVW

todos

Lonicera pileata

SV

todos

Rosa spp. (rastreras)

S

bien drenado

Rosmarinus prostratus

S

todos