El seto, reserva de biodiversidad

A pesar de que ninguna especie animal o vegetal es propia del seto, este reúne más diversidad y densidad que el medio en el que se encuentra, como han podido constatar los naturalistas. El seto constituye un refugio para la vida salvaje.

Los ecólogos comparan los grandes setos silvestres con los bosquecillos situados en las lindes de los auténticos bosques. Su organización vertical es plenamente comparable con la de las masas forestales. De arriba abajo, encontramos la misma estratificación de elementos: árboles, arbustos, arbolitos y, al nivel del suelo, una cubierta compuesta por plantas herbáceas con flor, helechos, musgos y hongos. Esta capa, a menudo destruida por el cortacésped o los herbicidas, concentra una parte importante de la fauna del seto (véase el capítulo «Crear una linde florida»).

Para un observador medio, es fácil constatar que la fauna que ocupa las partes altas de un seto difiere de la que frecuenta los niveles más bajos. El secreto de la riqueza faunística de los setos reside en la distribución de las especies según los niveles de vegetación y en la ausencia de competencia por los recursos alimentarios. Esa diversidad de fauna depende sobre todo de la diversidad de flora.

Ya sean naturales o plantados, los setos evolucionan. Árboles, arbustos, bejucos y herbáceas aparecen espontáneamente, nacidos de semillas naturales transportadas por el viento o los animales. Mediante la acción de microorganismos especializados, el suelo se transforma y se enriquece gracias al humus aportado por la descomposición de las hojas muertas, la madera y los cadáveres de los animales. Esta evolución corre pareja con el aumento de la biodiversidad. Así se han creado los más ricos biotopos de los paisajes agrícolas.

Es fácil crear un borde florido al pie de un seto de jardín inspirándose en la naturaleza

Los setos diversificados son auténticos ecosistemas. (Fotos del autor, excepto el mochuelo © L. Marbaix, Wildlife Pictures/Biosphoto y el abejaruco © Dominique Delfino/Biosphoto)

Setos para contrarrestar la pérdida de biodiversidad

La biodiversidad del planeta está en peligro. Entre las especies en peligro se encuentran muchas de las que denominamos naturaleza común: plantas, peces, batracios o mariposas que hasta ayer eran comunes. Debemos tomar conciencia y hacer lo que esté en nuestra mano para alejar este peligro. Es indudable que plantar setos en nuestro jardín no salvará al planeta, pero cualquier acción que beneficie a la naturaleza será también positiva para nuestros hijos.

Las plantas o las comunidades de plantas acogen gran cantidad de especies animales que viven a expensas de ellas. Atrayendo a otras especies predadoras o parásitos, forman cadenas alimentarias más o menos complejas. Todas las plantas autóctonas inciden de una u otra manera en la biodiversidad, lo que no sucede siempre con las exóticas.

Las plantas que proceden de otros lugares y las variedades ornamentales estériles o con flores dobles son a menudo abandonadas por la fauna salvaje de nuestras regiones, especialmente los insectos; tienen poco interés desde el punto de vista ecológico. Por el contrario, la flora autóctona atrae y ampara una fauna diversificada que se reparte sus productos.

La oruga de limonera se desarrolla en el aladierno y la frángula. (© Daniel Haubreux)

El cornejo macho, que produce mucho néctar, reemplazará a la forsythia en un seto campestre. Tanto uno como otra florecen a finales de invierno

Una vía de comunicación para las especies salvajes

Las superficies cada vez mayores que se dedican a la agricultura industrial, las concentraciones parcelarias, la permanente creación de nuevas estructuras de comunicación y la organización de los campos han reducido considerablemente las posibilidades de desplazamiento de la fauna salvaje.

Sus habituales rutas migratorias se han interrumpido o han desaparecido, y las poblaciones aisladas se extinguen lentamente al carecer de intercambios genéticos.

Para remediar este grave problema, a menudo ocultado por la Administración, en algunas regiones se llevan a cabo operaciones de restauración de los corredores biológicos. Consisten en la creación de franjas herbáceas o plantaciones de árboles junto a carreteras, ríos o canales. De este modo la fauna puede desplazarse contando con alguna protección frente a los predadores, y la flora salvaje tiene la posibilidad de ganar o reconquistar nuevos territorios. En el caso de los animales, para la mayoría de las pequeñas especies que nunca se alejan más allá de unas decenas de metros de su refugio, resulta imposible cubrir el territorio de un campo labrado o de una parcela.

Los setos representan para ellas una formidable oportunidad gracias al abrigo que les procuran. Igualmente ofrecen protección a importantes animales de caza.

El problema es similar en el caso de las plantas. ¿Cómo imaginar que una violeta pueda colonizar nuevos lugares si está rodeada por cultivos tratados regularmente con herbicidas? Una vez más, gracias a los setos —y a las hormigas que transportan sus semillas—, su movilidad está completamente asegurada.

Un conjunto de setos mixtos puede resultar muy útil para recolonizar lugares con poca diversidad de especies

La biodiversidad al servicio del agricultor y del jardinero

Todos los jardineros conocen a la perfección la atracción del erizo por las babosas, de las cochinillas por los pulgones y del carbonero por las orugas.

Sin embargo, no todos conocen el régimen alimenticio del escarabajo dorado o el servicio que prestan las avispas parásitas y las moscas cernidoras que encuentran refugio en los setos del jardín.

Gran número de animales ayudan al jardinero polinizando las hortalizas y los árboles frutales, o bien alimentándose de pulgones, orugas y ácaros. Numerosos insectos ceden gratuitamente sus servicios.

En un momento en que la química empieza a alcanzar sus límites, la lucha biológica será sin duda una solución para controlar las plagas de los cultivos.

Muchas de estas se han vuelto resistentes a determinados tratamientos y obligan a aumentar sin cesar las dosis aplicadas y a buscar nuevas moléculas, a pesar de los efectos que puedan ocasionar sobre el medio ambiente y la salud.

El seto mixto, un refugio imprescindible para los insectos auxiliares

Los insectos que polinizan nuestras plantas alimenticias o aquellos que atacan a los enemigos de nuestros cultivos han recibido el nombre de auxiliares, debido a los servicios que nos prestan. Se dividen en dos categorías:

 los predadores que se alimentan de diferentes presas durante su vida larvaria y a veces adulta;

 los parásitos que se desarrollan a costa de un solo individuo.

El Carabus coriaceus se alimenta de moluscos y gusanos

La mariquita de 7 puntos y sus larvas son implacables predadoras de pulgones

El ichneumon adulto se alimenta de polen. Las larvas se desarrollan en los cuerpos de las orugas parasitadas

Los auxiliares se encuentran en todas las familias de insectos. Lo que interesa al jardinero, al agricultor y al investigador es el régimen alimentario o su modo de reproducción. Entre los coleópteros, tienen más fama las cochinillas o mariquitas; pero algunos cárabos son grandes consumidores de babosas. Dentro de la familia de las abejas (sociales o solitarias) y los abejorros (himenópteros), muy conocidos por el servicio que prestan en los vergeles o en los huertos frutícolas y en los invernaderos, destaca una especie parásita, el ichneumon, una minúscula avispa que pone sus huevos en el cuerpo de las orugas. Y por último, entre los dípteros (moscas), los más conocidos son las moscas cernidoras, unos insectos con un comportamiento similar al de las falsas avispas, comunes en verano sobre las flores y cuyas larvas se nutren de pulgones. La investigación y la experimentación consisten en seleccionar las plantas que pueden amparar a estos auxiliares durante el periodo de frío, alimentar a los adultos a partir de la primavera y ofrecer una alimentación temporal a las larvas. Estas plantas pueden ser de flores anuales ricas en néctar o en polen; pero si se quiere combinar estas ventajas con las de la protección invernal, sólo un seto plantado con árboles y arbustos diversificados puede ofrecerles un refugio permanente y una fuente de alimento adecuada. Las especies se seleccionan en función del objetivo deseado y del interés que supongan para una determinada especie de insecto auxiliar.

Los arbustos que suministran polen y néctar muy temprano, como el sauce cabruno, el avellano y el cornejo macho, están presentes en la mayoría de las plantaciones dedicadas a la lucha biológica.

El seto desempeña, indudablemente, un papel principal en la agricultura y la jardinería respetuosas con el medio ambiente.

El saúco negro hospeda a una especie de pulgones que le es propia: el pulgón del saúco negro. La experimentación ha permitido utilizar este arbusto muy común en la lucha contra el pulgón ceniciento del manzano.

Las moscas cernidoras, cuyas larvas se alimentan de pulgones, crían una primera generación sobre el saúco, más precoz que el manzano. Los adultos que surgen están entonces disponibles para atacar a los pulgones cenicientos del manzano que aparecerán más tarde, lo que constituye un hermoso ejemplo de lucha biológica y un argumento a favor de su utilización.[6]

Mosca cernidora