Antes de cumplir una función ornamental, los setos han sido siempre elementos útiles.
El seto vivo (formado con plantas vivas, en oposición al seto seco, formado por un trenzado de ramas cortadas) sirvió probablemente para la defensa de villas y pueblos desde la aparición de las primeras comunidades humanas hasta la Edad Media. Algunos topónimos todavía son testimonio de ello. Estaban formados por alineaciones forestales mantenidas para cumplir esta función en el momento en que se empezaron a roturar los campos. La aparición de la agricultura y la ganadería en el neolítico favoreció la agrupación de los hombres y el seto encontró una nueva utilidad: proteger los cultivos e impedir la dispersión de los animales domésticos.
Si bien existen testimonios de la presencia de setos vivos en los campos desde finales del primer milenio, no sería hasta el siglo XVI cuando se generalizase su plantación en las regiones ganaderas. Esta organización del territorio dio lugar a paisajes típicos denominados actualmente bocages. En Europa, se encontraban principalmente en la zona occidental, de clima oceánico suave y húmedo.

Preparación de una gavilla
Su función principal consistía en delimitar las parcelas, pero los setos ofrecían también forraje (se recogían las hojas de fresnos y olmos, las bellotas de las encinas, etc.), bayas y frutos comestibles así como plantas medicinales. La madera de los setos constituía igualmente un recurso de gran importancia: madera para la elaboración de enseres domésticos, gavillas para los hornos de pan y leña para la cocina, la forja, la cerámica...
En Francia, que acogía la mayor parte de los setos europeos, la caída del Antiguo Régimen y la redistribución de tierras hicieron crecer en gran medida el número de campos cercados. Los bocages siguieron progresando hasta principios del siglo XX, cuando llegaron a su apogeo, y retrocedieron de modo espectacular después de los procesos de concentración parcelaria de la década de los sesenta.
Se estima que entre los años 1960 y 1980 fueron destruidos 600000 kilómetros de setos y taludes boscosos, lo que correspondería a la mitad de su longitud total[3]. Aunque algunos lo considerasen un progreso, supuso en realidad una catástrofe ecológica y económica en muchas regiones.
Un siglo de despilfarro de combustibles fósiles abundantes y baratos nos han hecho olvidar el gran potencial que representan estos «bosques lineales» desde el punto de vista de los recursos energéticos.

Seto en primavera

Bocage de l’Avesnois

Seto seco (Museo al aire libre de Villeneuve d’Ascq)