Llévanos contigo al espacio,
Gato de las estrellas.
Algunos ancianos japoneses delinquen para entrar en prisión y así no morirse solos. Podéis comprobarlo, está todo en internet. Y Sadam Hussein murió de sida en los noventa y lo sustituyó un doble. Buscadlo, hacedme caso. Tomo tres pastillas al día. Dos obligatorias y otra de rescate. La de rescate no tengo por qué usarla pero lo hago de todos modos. Me llamo Dolores. Dolo. Tengo un marido y una hija preciosa. Hago dibujos animados para el mercado japonés. Cuando era pequeña mi hermano abusó de mí. Mi marido y mi hija son lo mejor que me ha pasado y mi trabajo es genial. Tengo una vida fantástica. Me encanta la balada «Algo de mí», de Camilo Sesto, que dice, más o menos (os lo recito de memoria): «Aaaalgo de mí, algo de mííí, algo de mí, se va murieendoo». Un momento. Paro un segundo para fumarme un pitillo. ¿Aquí se podrá? Bueno, lo hago discretamente. Ahora os lo termino de contar. Es solo un minuto. No os vais a chivar, ¿no? Llevo muchos años estable y sin crisis de ansiedad. Los dibujos en los que trabajo, la serie, se llama Gordo de Porcelana. Y trata de un gato que habla y que viene del espacio para salvar a los niños de la Tierra de la esclavitud. Sé que parece un poco ridículo. Si buscáis un poco en Google podéis encontrar una versión pornográfica que ha dibujado un tío de Ohio. Igual esa os gusta más. Yo me he hecho alguna paja leyéndola, para ser honestos. Y es muy divertida. El tío que la hace es una especie de redneck que vive en una caravana en mitad de los Apalaches. Mi hija se llama Carla y tiene cuatro años. El hermano que abusó de mí se llama Jesús, el Jesu, pero en mi familia él no era la única persona violenta. ¿Me dejas fuego? Es que se me ha apagado. Antonio, mi hermano mayor, nos pegaba habitualmente. Mi madre está loca o es retrasada o algo así. Nunca la ha diagnosticado ningún médico que yo sepa. No sé si es así de siempre o se quedó gilipollas a partir de crear esta familia tan aberrante. Mi otro hermano se llama Matías y tampoco está bien de la cabeza. Matías está obsesionado con las piedras y colecciona minerales y nunca nos tocó un pelo a mi madre ni a Violeta ni a mí. Cuarzos y cosas así. Aunque está completamente chalado creo que la violencia no está en su naturaleza. Una vez se largó de casa durante tres días y cuando lo encontraron tenía los pies llenos de sangre porque había caminado durante todo ese tiempo descalzo y le dijo a la policía que era la estrella de Belén. Es una serie para niños, Gordo de Porcelana, digo. Puede verse en varios países. Piritas también colecciona. Las pastillas que tomo son Paxil y Orfidal, la pastilla de rescate es un diazepam. En teoría, el diazepam es por si me pongo muy nerviosa, pero soy bastante laxa con este punto. Mi hermano, el Jesu, y mi hermano Matías están encerrados como los japoneses viejos esos que no quieren morir solos, pero por otros motivos. El Jesu está en la cárcel y Matías en una residencia de enfermos mentales, aunque los fines de semana se va con mi madre. Mi hermano Antonio y mi hermana Violeta están muertos. La canción, la de Camilo Sesto, continúa diciendo: «Quieeeero vivir, quieero viviiiir, saber por qué te vas, amooor». A veces me imagino que mi hermano Antonio vuelve a casa, que no ha muerto, que no se tiró desde ese barco rumbo a Argentina, y me dice: «Dolores, yo no fui. Yo no hice todo eso que dicen». Y yo le contesto: «¿Y a mí?, ¿a mí tampoco me hiciste nada?, ¿ni a Violeta? ¿Ni a todas esas chicas? ¿Qué cojones me estás contando? ¿Cómo te atreves a venir aquí a contarme semejantes mierdas?». Le digo todo cosas de ese tipo.
Pero solo hablo de mí. Qué idiota. Perdonad. ¿Qué tal estáis vosotras? ¿A quién habéis venido a ver? ¿Estáis bien o estáis realmente jodidas?
(Aplausos. La gente se levanta de sus butacas.)