EN ESTE CAPÍTULO
Tipos de cámaras que hay en el mercado y sus características
Algunos conocimientos técnicos de los componentes más importantes
Herramientas electrónicas extra que hacen más interesantes unos modelos que otros
Puede ser agobiante la cantidad de datos que hay que procesar si escribes “tipos de cámaras digitales” en tu buscador. Y en muchos casos es posible que estés leyendo datos de modelos retirados del mercado o superados por una nueva tecnología que no existía hace apenas dos años. Se diferencian por el tipo de visor, el tamaño del sensor, por tener objetivos intercambiables, temas en los que profundizaré en los próximos capítulos… además de la estética que cada marca diseña para emocionar a sus seguidores. Dentro de esta selva de datos voy a tratar, desde lo más gordo a lo más sutil, las diferencias entre los tipos de cámaras digitales que vas a encontrar en el mercado.
Podríamos definirlas como las cámaras de bolsillo digitales. Son cómodas de llevar por su pequeño tamaño y casi todas sus funciones son automáticas, para limitarse a apuntar y disparar. No tienen objetivos intercambiables. Debido al desarrollo de la tecnología y a la dura competencia de los móviles, casi me atrevería a decir que las compactas tienden a desaparecer y que las llamadas bridge (aunque a menudo también se las llama compactas) mantienen el tipo porque empiezan a incluir, en su reducido tamaño, muchas de las prestaciones de sus hermanas mayores.
FIGURA 1.1 Cámaras bridge y compacta, la comodidad del transporte.
O sea, sin espejo o Electronic Viewfinder Interchangeable Lens. Su aspecto es similar a las réflex de toda la vida, pero son más pequeñas. Su tecnología implica que lo que el fotógrafo ve por el visor es una imagen electrónica, porque la cámara no tiene el espejo que incorporan las réflex para ver la imagen a través del objetivo. Y por eso son más pequeñas y ligeras. Tienen objetivos intercambiables de muy alta calidad. Actualmente, muchas sin espejo se utilizan a nivel profesional, por la alta calidad de sus sensores, su modernísima electrónica y su reducido tamaño.
FIGURA 1.2 Ventajas de construcción de una cámara sin espejo con respecto a una réflex.
Las réflex o SLR (Single Lens Reflex) son las cámaras con espejo tradicionales, traducidas al mundo digital. Por el visor vemos la imagen que pasa a través del objetivo, rebotada en una serie de espejos interiores o pentaprisma. Tienen un sensor más grande, y dado que son las herederas principales de las antiguas analógicas, tienen las mayores prestaciones para seducir a los profesionales y la mayor variedad de precios, calidades y gama de objetivos.
(Explicamos esto más ampliamente en el capítulo 6.)
La evolución de la tecnología me impide ponerte al día por medio de un libro en cuanto al tipo de cámara ideal, pero te puedo decir que se está perdiendo el miedo a las cámaras pequeñas, como las micro 4/3 sin espejo, que tienen una calidad de imagen espectacular y unos precios muy competitivos, tanto al comprar la cámara como a la hora de ampliar el equipo de objetivos.
Las marcas tradicionales están empezando a entrar en esta carrera de las sin espejo, por lo que tienen de práctico y de menos complicaciones mecánicas que ahorran espacio y disminuyen futuros fallos y reparaciones.
El vídeo está cada día más presente en el mundo digital, y el aumento del número de K que tienen las nuevas cámaras es un señuelo. Pero piensa que al tener que procesar esas imágenes en tu ordenador también vas a necesitar ampliaciones; así pues, a la hora de comprar, plantéate qué importancia tiene para ti esa funcionalidad.
El sensor es el equivalente a la película en fotografía digital. Es la base de la revolución tecnológica en la que estamos inmersos. Es el corazón de la cámara y el responsable, según su tamaño, de una de las características más analizadas de las cámaras: el número de píxeles. Según su tecnología hay dos tipos básicos de sensores.
Fueron la tecnología inicial, los primeros que se inventaron, por decirlo de alguna forma, y son muy efectivos en cuanto a la gestión del rango dinámico (capacidad de capturar intensidades muy altas o muy bajas de luz) y al ruido (efecto de puntitos irregulares que aparecen sobre la imagen tomada a una sensibilidad alta). Son más caros de fabricar y ocupan más espacio en la cámara, y en la actualidad esos son dos factores muy a tener en cuenta.
FIGURA 1.3 Sensor CCD.
Son la nueva tecnología. Por su tipo de construcción son más baratos de fabricar, y poco a poco se han conseguido los avances que les permiten acercarse e incluso superar a los CCD. Actualmente están en la mayoría de las cámaras, y su rapidez de captura ha permitido incrementar las velocidades de disparo en ráfaga y también capturar vídeo a más alta velocidad de obturación.
Aquí, como en todo, el tamaño no es lo único importante. Generalizando, se puede decir que cuanto más grande es el sensor, más información captura y, por lo tanto, da más calidad de imagen. Pero hay que tener en cuenta que hablamos de fotografía digital o, como algunos dicen, de “fotografía computacional”, o sea, por medio de cálculos elaborados por un procesador, lo que convierte a la calidad de dicho procesador en responsable esencial del resultado.
El tamaño del sensor también determina la proporción de la imagen, o sea, la relación entre altura y anchura, lo cual ya obsesionaba a los griegos con aquello de la proporción áurea, o divina proporción (con este nombre ya no hay que explicar más sobre su importancia), en la que dividiendo la altura por la anchura de un rectángulo, el resultado debe ser igual a 1,618.
A lo largo de la historia, el espacio en el que integras lo que consideras importante de una creación artística es lo que en dos dimensiones llamamos el “formato”, y no es lo mismo que sea cuadrado o rectangular, o que el rectángulo sea más o menos alargado. Los pensadores griegos decidieron que la proporción áurea era la que creaba más equilibrio y tensión a la vez y, por tanto, la más adecuada para casi todas las proporciones arquitectónicas. Y después, en el Renacimiento, se adoptó también en los formatos de las pinturas.
FIGURA 1.4 La proporción áurea ha sido un legado indiscutible del arte clásico.
© Shutterstock
En fotografía, fue Oskar Barnack quien en 1913 desarrolló el formato de película de 35 mm para la cámara Leica UR, la primera que utilizó este tipo de película. Tiene un formato de 24 × 36 mm, una relación de 1,5 (cercana a la proporción áurea) y una proporción de 3:2. A los sensores que tienen unas características similares al formato Barnack (como, acertadamente, le llaman algunos entendidos) se los denomina full frame, o formato completo. El resto son más cuadrados.
Si relacionamos cualquier otro formato con el formato Barnack, aparece el factor de recorte, que consiste en la relación del tamaño de un sensor cualquiera con respecto al original de 35 mm, o full frame.
Para explicarlo más gráficamente, imaginad que con un sensor full frame, en un objetivo de 50 mm, la imagen que captura el sensor es la recortada con el cuadrado verde en la figura 1.5. Si nuestro sensor es más pequeño (por ejemplo, APS-C), para el mismo objetivo de 50 mm, hará un efecto zoom, o sea, funcionará como si acercásemos la imagen, y el encuadre será más cerrado.
FIGURA 1.5 Factor de recorte nulo en full frame y equivalente en APS-C. Full frame APS-C
Si nuestro sensor tiene un factor de recorte 1,5 quiere decir que este objetivo de 50 mm se convertirá en 50 × 1,5 = 75 mm, es decir, se convertirá en un pequeño teleobjetivo, porque captura una zona más pequeña de la lente.
Para que los puedas comparar en un golpe de vista, detallo a continuación las características de los sensores más habituales:
FIGURA 1.6 Proporciones equivalentes en los distintos tamaños de sensor.
Continuamente están apareciendo avances tecnológicos que hacen que nuestro juguetito sea más atractivo como compañero de viajes o una herramienta más completa a la hora de dar salida a nuestro lado creativo. A veces basta con el nombre para comprender su función, pero otras tenemos que indagar para saber en qué consiste esa nueva función. Aquí vamos a ver de qué se tratan.
Algunas cámaras cuentan con su propia emisión de wifi. Algo que en principio puede parecer una frivolidad, resulta muy práctico en un viaje, por ejemplo, ya que nos permite enviar las fotos directamente de la cámara al smartphone, a una tableta o a un ordenador y desde ahí subirlas a nuestras redes sociales o enviárselas a alguien que las espera urgentemente. Podemos estar viéndolas en una pantalla de mayor tamaño instantáneamente o utilizar las aplicaciones de la marca, que nos permiten disparar la cámara en modo remoto mientras vemos en nuestro móvil la imagen que está en el visor de la cámara.
Visión en directo: consiste en ver en la pantalla LCD de la cámara la imagen que está capturando en tiempo real. Es imprescindible para hacer vídeo en las cámaras réflex, y en las sin espejo suele venir de serie. Es muy práctico en situaciones en las que nos resulta difícil mirar por el visor, como cuando ponemos la cámara al nivel del suelo, por encima de nuestra cabeza o a la altura de la cintura para hacer fotos pasando desapercibido.
Sirve para mantener la imagen estable compensando las pequeñas trepidaciones debidas al pulso del fotógrafo al disparar. En algunas marcas se encuentra en el objetivo, y en ese caso mueve unas lentes para mantener la imagen estable, y en otras se halla en el cuerpo de la cámara, en cuyo caso estabiliza el sensor, lo cual es más efectivo, y además contamos con sus ventajas incluso con objetivos que no tienen estabilizador.
Gracias a él, en los datos de cada foto se incluyen las coordenadas del lugar donde se hizo e incluso una brújula que indica la dirección en que se tomó. Eso nos permite, una vez descargadas las fotos en el ordenador, agruparlas en un mapa por los lugares donde las hicimos, así como saber cómo se llamaba aquel pueblo de nombre tan raro donde hicimos esa foto de un templo, desde qué punto de aquella excursión de montaña tomamos aquella vista tan espectacular o situar en Google Maps aquella fachada antigua.
Estas funciones ya son habituales en casi todas las cámaras. La detección de rostros permite buscar las caras en una toma y situar el enfoque en ellas, y el detector de sonrisa permite disparar la cámara en el momento en que la carita sonría, algo muy práctico para los selfies.
Son funciones básicas de edición de las imágenes que ya tenemos en la tarjeta y que podemos realizar en la propia cámara, como sacar un JPEG de un archivo RAW para poder enviarlo por wifi, cambiar el tamaño o la temperatura del color, reencuadrar la foto, etcétera.
Consiste en una serie de fotografías tomadas con un intervalo de tiempo, de forma que al montarse después a modo de vídeo muestran movimientos prácticamente imperceptibles, como el de las nubes, el de una flor abriéndose, el del sol, etc., en cámara rápida. Es un efecto muy interesante que ampliamos en el capítulo de efectos creativos.
El zoom, que explicamos en el capítulo dedicado a las ópticas, tradicionalmente consiste en un sistema de lentes por el cual, al girar uno de los anillos del objetivo, conseguimos acercar o alejar el motivo que estamos fotografiando. Si es un zoom óptico, la imagen que ampliamos llena todo el sensor y tiene todos los megapíxeles que este tenga. Si el zoom es digital, el procesador de la cámara recorta la imagen que hemos capturado para que parezca tomada desde más cerca, con lo que tiene menos píxeles y, por tanto, menos calidad. El zoom digital está en muchas cámaras compactas y bridge, pero es poco habitual en las SLR, porque la pérdida de calidad es significativa.
Imprescindible hoy en día. La mayoría de las cámaras capturan vídeo en varios formatos:
Lógicamente, de la definición de cada formato dependen la calidad y el tamaño de los archivos. Hay ocasiones en las que nos interesa grabar un vídeo en baja calidad para poder enviarlo por internet, por ejemplo, y otras en que buscamos la más alta posible, para verlo en nuestro televisor.
Por eso es interesante que compruebes también la conexión de salida de vídeo que tiene la cámara: USB para conectarla al ordenador u otros dispositivos de almacenamiento y HDMI para conectarla también a un ordenador, a un monitor o a un televisor.
Lo ideal es tener dos baterías como mínimo. Imagínate que se te acaba la batería en medio del segundo set del importantísimo partido de tenis para el que has conseguido entradas… Vas a tener que contar el final de viva voz. Últimamente, es muy importante tener en cuenta que no se pueden facturar baterías dentro del equipaje del avión. Tienes que llevarlas contigo en el equipaje de mano y enseñarlas en los controles. No lo olvides: puedes llegar a tu destino y llevarte la sorpresa de que las pilas que colocaste en la maleta no han seguido tu viaje.