EN ESTE CAPÍTULO
Valora los pros y contras del consumo de cannabis
Entiende las propiedades químicas únicas del cannabis
Conoce las diferentes variedades del cannabis
Conviértete en un consumidor inteligente
Comprende el proceso desde el cultivo hasta el producto final
El cannabis es un tema multifacético y por eso es tan fascinante. Se puede abordar según muchos y diversos puntos de vista, desde los motivos que llevan a su consumo, las leyes bajo las que se rige su consumo o cultivo, su biología, su química, sus varias formas de consumirlo, sus productos derivados y sus usos terapéuticos.
En este capítulo, tocamos levemente cada uno de estos temas para proporcionarte una amplia introducción al fascinante mundo del cannabis, y te guiamos a otras partes y capítulos de este libro donde puedes profundizar en el tema que te interese (por ejemplo, su uso medicinal en personas se trata más extensamente en el capítulo 6).
Asimismo, hemos estructurado el libro en partes, capítulos, apartados, secciones y subsecciones, y en ocasiones te remitimos a algunas de estas divisiones para completar información.
Piensa en este primer capítulo como un mapa de orientación sobre el cannabis donde puedes trazar tu ruta para descubrir más sobre esta planta. Todo en uno.
Desde hace más de 5.000 años, el ser humano ha consumido cannabis de maneras muy variadas. La planta tiene propiedades químicas únicas que la hacen atractiva para el uso en ciertas ceremonias culturales y religiosas, actividades recreativas y tratamientos médicos.
En este apartado exploraremos potenciales beneficios del cannabis para uso medicinal y recreativo, así como también posibles inconvenientes de su consumo, para que puedas desarrollar opiniones informadas y decisiones acertadas sobre su uso.
Algunos componentes químicos del cannabis tienen propiedades que mimetizan ciertos mensajeros químicos naturales del cuerpo que ayudan a regular funciones corporales como el apetito, la digestión y la función inmune. (Véase el apartado siguiente, “Qué hace al cannabis tan especial”, para más detalles.) Como resultado de todo esto, muchos países de diferentes partes del mundo han legalizado el acceso al cannabis medicinal para su uso en ciertas condiciones médicas:
Debido a la legislación vigente en España, tenemos que ser cuidadosos con cómo nos acercamos al aspecto medicinal del cannabis. No podemos afirmar que el cannabis cura ciertas enfermedades o patologías, y ni siquiera que es efectivo para aliviar sus síntomas. Solo podemos afirmar que tiene propiedades que pueden ser potencialmente beneficiosas para el tratamiento de algunas enfermedades o condiciones médicas.
LA CARENCIA DE INVESTIGACIÓN
Uno de los grandes impedimentos para que médicos y veterinarios puedan prescribir cannabis medicinal a sus pacientes es la falta de investigación que pruebe o contradiga su efectividad y sus riesgos. Esta carencia de investigación se debe a varias razones:
Pese a todos los impedimentos existentes para realizar investigaciones sobre el cannabis medicinal, muchísimos profesionales luchan cada día por demostrar las propiedades beneficiosas del cannabis. Gracias a ellos, poco a poco, personas de todo el mundo van mejorando su calidad de vida.
Consulta los capítulos 6 y 7 para más detalles sobre cómo utilizar el cannabis de forma medicinal para ti y para tus mascotas.
El THC (abreviatura del compuesto activo tetrahidrocannabinol) tiene fuertes propiedades psicoactivas que pueden alterar la función cerebral creando cambios en la percepción, el estado de ánimo, la conciencia, la cognición (pensamiento y memoria) y el comportamiento. Otras sustancias psicoactivas son, por ejemplo, la cafeína, la nicotina, el alcohol, la efedrina, la cocaína y diversos fármacos utilizados para el tratamiento de enfermedades psiquiátricas. En dosis bajas, el THC tiende a crear una sensación de bienestar o de euforia y relajación, lo que es en gran medida responsable de que el cannabis sea una droga recreativa tan atractiva para los adultos. En dosis más altas, sin embargo, puede crear ansiedad, deterioro o modificación del pensamiento y pérdida de coordinación.
Cuando se piensa en el cannabis como una droga recreativa para adultos se lo compara con el alcohol, que también produce efectos tóxicos y tiende a disminuir la ansiedad a corto plazo. Sin embargo, en realidad, el cannabis es más seguro que el alcohol, porque no produce adicción física y porque no es tan dañino para el cuerpo como el alcohol. No obstante, el cannabis está asociado con la adicción psicológica, y el uso a largo plazo o el consumo excesivo pueden estar asociados a efectos secundarios adversos, por lo que no es totalmente seguro. Además, como es embriagante, un consumidor nunca debe conducir u operar maquinaria cuando consume cannabis.
Usa o consume cannabis solo de una manera responsable. Ten las mismas precauciones que cuando consumes alcohol recreacionalmente, consúmelo con moderación, y no conduzcas bajo su influencia.
Al contrario de lo que piensan algunos, el cannabis no es una sustancia peligrosa y altamente adictiva, pero tampoco es totalmente segura y milagrosa, como otros la presentan. Comparándola con los ampliamente difundidos fármacos derivados del opio, sus efectos perjudiciales y adictivos son inconmensurablemente inferiores. El cannabis ofrece muchos beneficios cuando es consumido de forma responsable; no obstante, es cierto que tiene posibles inconvenientes, entre los cuales encontramos los siguientes:
Dirígete al capítulo 6 para profundizar sobre los posibles efectos secundarios adversos del cannabis.
Los mamíferos, incluyendo los humanos, están “equipados” con un sistema de mensajeros químicos llamado sistema endocannabinoide (SEC). Este sistema desempeña un papel importante en la regulación del apetito, el dolor, la inflamación, la función inmune, la digestión, la reproducción, la memoria, el estrés, etc. El SEC contiene receptores, distribuidos por el sistema nervioso central y periférico, y endocannabinoides, que sirven como mensajeros químicos, posibilitando la comunicación a través del sistema.
El SEC desempeña un papel fundamental en la homeostasis del cuerpo —equilibrio dinámico y saludable del cuerpo—. Cuando ocurre un desequilibrio, el organismo acciona/involucra los endocannabinoides para que estos ayuden a corregirlo. Ciertos endocannabinoides son emitidos y encajan en sus designados receptores, como llaves en sus cerraduras. Estos receptores promueven que el sistema nervioso corrija el desequilibrio. Los dos receptores cannabinoides principales son el CB1 y el CB2:
El cannabis contiene, entre otros compuestos, fitocannabinoides, un tipo de cannabinoide exógeno (en contraposición a endógeno), y terpenos, compuestos químicos aromáticos frecuentemente encontrados en plantas y aceites esenciales hechos a partir de plantas.
Algunos de estos compuestos químicos y los efectos a los que se asocian son:
Para profundizar sobre la química de los cannabinoides y terpenos, dirígete al capítulo 2.
Aunque en ocasiones se usen indistintamente las palabras cannabis y marihuana, existe una diferencia entre ellas. La palabra “cannabis” deriva del nombre científico de la planta, mientras que “marihuana” (o “mariguana”) es una palabra de la jerga popular que se usa para hacer referencia a la planta en cuanto sustancia estupefaciente.
Existen diferentes teorías sobre cómo deberíamos clasificar científicamente el cannabis. Normalmente lo consideramos una sola especie con diferentes variedades; sin embargo, recientes investigaciones defienden otras clasificaciones científicas para esta planta. A fin de que haya menos posibilidad de confusión, en este libro no emplearemos ninguna de estas nuevas clasificaciones, sino que nos remitiremos a usar los nombres clásicos. En el capítulo 2 encontrarás más información sobre las diferentes variedades de cannabis y sobre estas nuevas clasificaciones científicas.
Las plantas de cannabis varían en su forma, estructura y patrón de crecimiento en función de su variedad. Sin embargo, podemos citar ciertas características si las clasificamos a grandes rasgos en índica, sátiva y ruderalis:
Para más información sobre los diferentes efectos del cannabis dependiendo de la variedad, dirígete al capítulo 5.
Tradicionalmente, los consumidores fuman cannabis en una pipa o en un porro. Los edibles (productos comestibles), como los brownies o las galletas, son otra forma de consumo bastante utilizada, pero con el desarrollo tecnológico se han abierto nuevas puertas a otras formas de consumo. Un ejemplo de estas nuevas formas de consumo lo constituyen los vaporizadores. En este apartado reseñamos brevemente las opciones de que dispones, pero, si quieres conocer más detalles al respecto, puedes leer el capítulo 4, donde encontrarás también instrucciones sobre los modos de consumo.
Hoy en día, los dos métodos más comunes para consumir cannabis son fumar, vaporizar y vapear. Al fumar, quemas (combustionas) el cannabis, e inhalas su humo. Al vaporizar, calientas la materia vegetal mediante un dispositivo hasta el punto en que se vaporiza, e inhalas el vapor. Vapear es básicamente el mismo sistema que vaporizar, aunque lo que se calienta en el dispositivo es un preparado de aceite concentrado con algún compuesto químico. Los beneficios de estos métodos son la rapidez y la intensidad del efecto. Algunos consumidores afirman que al fumar obtienen un efecto de más larga duración, pero el hecho de vaporizar o vapear tiene algunas ventajas:
Como veremos en el capítulo 4, el hecho de vapear puede acarrear consecuencias negativas para la salud, ya que la mezcla que se utiliza suele contener productos químicos cuyos vapores pueden dañar nuestros pulmones.
En la categoría de comestibles, o edibles, se incluyen chocolates, gominolas, productos horneados e infusiones de cannabis. Proporcionan el medio más discreto y menos nocivo para consumirlo.
Eso sí, no lo consumas demasiado rápido. Cuando es ingerido, el cannabis puede tardar hasta dos horas en empezar a hacer efecto; por eso, empieza lentamente hasta que puedas comprender qué dosis es buena para ti.
Si el cannabis se come en su estado bruto, es decir, sin pasar por la descarboxilación, no tendrá efecto psicoactivo. La descarboxilación (proceso químico normalmente producido a través del calentamiento del cannabis) es necesaria para convertir el THCA en THC, que es el cannabinoide que produce el efecto psicoactivo.
Una tintura es un extracto herbal concentrado. Normalmente, las tinturas se consumen a través de gotas que se colocan y mantienen debajo de la lengua por unos segundos, y después se tragan. También puedes añadir tinturas a tus comidas y bebidas favoritas, e incluso a tus lociones (para aplicación tópica). Las tinturas de cannabis son bastante rápidas en hacer efecto, solo fumando o vaporizando se supera la velocidad de inicio del efecto.
A diferencia de los edibles, las tinturas son óptimas para evitar el consumo excesivo. Como empiezan a hacer efecto mucho más rápido que los edibles, son buenas para determinar la cantidad (normalmente en miligramos) de THC que necesitas para conseguir el efecto deseado.
Las lociones, cremas, aceites y bálsamos infundidos con cannabis pueden ser aplicados en la piel para aliviar el dolor y la inflamación. La aplicación tópica de cannabinoides es efectiva sin hacer que estos lleguen a penetrar hasta la corriente sanguínea, por lo que no tiene los efectos psicoactivos de otros métodos de administración. La aplicación tópica es buena para un alivio localizado.
En cambio, los parches transdérmicos sí que hacen que los cannabinoides lleguen a la corriente sanguínea, por lo que pueden provocar efectos psicoactivos. Al tener la capacidad de llegar a la corriente sanguínea, son buenos para aliviar situaciones más sistémicas.
Como veremos en el capítulo 3, en España, el cannabis sigue siendo considerado una sustancia ilegal, tanto para uso recreacional como para uso terapéutico. Según el Código Penal español, se consideran delito el cultivo, la elaboración, el tráfico y la posesión ilícita, así como también son delitos las actividades que promuevan, favorezcan o faciliten el consumo de esta sustancia.
Sin embargo, no se considera como delito el consumo, la posesión ni el cultivo de cannabis siempre que esté destinado al consumo propio. Esto no quiere decir que esté permitido, significa que únicamente podrá ser sancionado administrativamente, es decir, con una multa. Solo puedes consumir cannabis sin riesgo de ser multado si lo haces en un ámbito privado como tu casa o la asociación cannábica a la que pertenezcas.
Existe una indiscutible tendencia global hacia la regulación del cannabis. Esto nos da a entender que, posiblemente, la desfasada situación legal en la que se encuentra esta planta en España y en otros países cambiará pronto. Hasta que ese momento llegue, tendremos que seguir analizando y luchando por ampliar las posibilidades que tenemos como consumidores (recreativos o terapéuticos), cultivadores y amantes de la planta, dentro siempre de los márgenes legales.
En el capítulo 3 encontrarás información más detallada sobre la situación legal del cannabis en España y sobre los posibles modelos de regulación, así como algún consejo sobre cómo cultivar plantas para consumo propio asumiendo los menores riesgos posibles.
Es importante ser un consumidor de cannabis responsable para asegurar tu salud y la de los que te rodean.
Para eso, sigue las siguientes indicaciones:
Si investigas un poco te sorprenderás de la diversidad de productos existentes derivados del cannabis: las extracciones, las cargas de vapeadores, los concentrados, las tinturas, las lociones, los aerosoles, las golosinas, los chocolates, etc. Si te preguntas cómo se hace todo esto, y si quieres cultivar tu propio cannabis o hacer tus propios productos derivados de esta planta, has venido al lugar correcto. Aquí, explicamos lo más básico.
Para más detalles sobre cómo puedes cultivar cannabis, dirígete al capítulo 8, y para conocer los productos más comunes derivados del cannabis, échale un vistazo al capítulo 10.
El cannabis es una planta fácil de cultivar si se le proporcionan todas las condiciones que necesita (tierra con los nutrientes adecuados, agua, bastante luz y aire fresco).
Aunque dedicamos un largo capítulo al cultivo del cannabis (el capítulo 8), aquí están las claves básicas para empezar:
Cuando aproximadamente la mitad de los pistilos (estructuras similares a pelos) de tu planta se vuelvan de color naranja o rojo, la planta estará lista para la cosecha. Retira las hojas más grandes y cuelga las ramas (con flores) boca abajo en una habitación oscura con una temperatura entre 15 a 20 grados centígrados, una humedad relativa de entre 45 y 55 por ciento y un ventilador para hacer circular el aire suavemente. Asegúrate de dejar espacio entre las ramas para evitar el moho (hongos).
Este período de secado inicial suele durar una o dos semanas. Cuando las flores están un poco crujientes por fuera, pero se sienten un poco esponjosas (no blandas y húmedas) y las ramas más pequeñas se quiebran en lugar de doblarse, las flores están listas para ser curadas.
Para curar las flores, retíralas de las ramas y recorta las hojas que sobresalgan de las flores. Coloca las flores recortadas en frascos de vidrio (sin apretar), sella los frascos y colócalos en un lugar fresco y seco. Durante la primera semana, abre los frascos una vez al día durante unos minutos para ventilar las flores. Durante las siguientes cuatro a siete semanas, abre los frascos durante unos minutos una vez por semana.
Cuando esté completamente curado, tu cannabis estará listo para ser fumado o para usarlo en la preparación de concentrados y otros productos derivados.
El secado y la cura no son necesarios si quieres hacer ciertos concentrados. Como se explica en el capítulo 10, puedes utilizar diferentes métodos de extracción para recoger los tricomas de la flor y utilizarlos para crear hash (hachís) y otros concentrados. (Los tricomas son estructuras cristalinas pegajosas en el exterior de las flores que contienen las mayores concentraciones de cannabinoides y terpenos.)
De la flor del cannabis se obtienen extractos, concentrados y macerados:
Extractos. Son aceites de distinta consistencia que contienen altas concentraciones de cannabinoides y terpenos. Se usan para el dabbing (“dabeo”), para vaporizar o para crear otros productos derivados del cannabis.
La descarboxilación es necesaria para transformar el THCA (no psicoactivo) en THC (psicoactivo). Si estás haciendo tus propios productos tienes que asegurarte de que se produce este proceso de descarboxilación. Si estás cocinando algo como, por ejemplo, brownies, la descarboxilación ocurre durante el proceso. Sin embargo, si el producto que quieres preparar no necesita de calor en su elaboración, tienes que asegurarte de que calientas el cannabis anteriormente.
Puedes leer el capítulo 10 para más detalles sobre este proceso.