Permíteme empezar diciendo que no tengo un temario.
Bien. Tal vez esto sea engañoso. Nadie escribe un libro sin tener un plan. Imagino que probablemente tengo uno, pero tal vez no sea el que pensaste que yo tenía cuando escogiste un libro sobre el cerebro y los anticonceptivos. Esta no es la clase de libro en la que expongo una serie de hechos horribles y alarmantes sobre la píldora y trato de convencerte de que la píldora ha destrozado tu cerebro de 763 formas diferentes, como mínimo, ninguna de las cuales es reversible. Tampoco es el tipo de libro donde yo te digo que no deberías tomar la píldora o te insinúo con firmeza que si sigues aferrada a ella pagarás con un cáncer esa insensata elección vital, o bien experimentarás pérdida de memoria permanente o te crecerá una cola.
Definitivamente, este no va a ser uno de esos libros.
He estado tomando la píldora durante más de 10 años de mi vida y estoy segura de que ahora me encuentro en mejores circunstancias gracias a haberla tomado en el pasado. A lo largo de aquella época pude licenciarme y doctorarme summa cum laude en uno de los mejores y más difíciles programas de psicología del país. Aunque no todo el mundo desearía pasar esos años de adolescencia y primera juventud sujeto a este tipo de masoquismo formativo, yo sí. La píldora me ayudó a conseguir estas cosas sin tener que preocuparme por la posibilidad de tener que abandonar debido a un embarazo para el que no estaba preparada. Al liberarme de las consecuencias reproductivas del sexo, la píldora desempeñó un importantísimo papel por cuanto me ayudó a obtener la máxima calificación en ni campo, a crear un productivo laboratorio de investigación y a tener mis dos hijos cuando creí que estaba preparada. Estoy tremendamente agradecida por haber tenido la oportunidad de hacer todas estas cosas, y no tengo ninguna duda de que todo habría sido mucho más difícil si no hubiera sido por la píldora. No he escrito este libro para tratar de convencerte de que tomes la misma píldora que me concedió a mí la oportunidad de llegar a estar en posición de redactarlo. No es esa clase de libro.
Pero tampoco va a ser el otro tipo de libro que podrías esperar. No voy a relatarte una historia de amor unilateral entre las mujeres y la píldora cabalgando hacia el crepúsculo y viviendo felices para siempre, que es el otro temario que podrías esperar de un libro como este. Aunque la píldora ha hecho una serie de cosas extraordinarias para las mujeres, como pronto tendrás ocasión de comprobar, estas cosas maravillosas entrañan costes, y algunos de ellos son importantes. Y lo que es preocupante acerca de ellos es que la mayoría de las mujeres no tienen ni idea de que están pagando un precio.
Ya ves, en lugar de ser algo que te ocurre a ti, tus hormonas son una parte clave de lo que hace que tú seas tú. Tú eres, literalmente, lo que son tus hormonas, y cuando cambian tus hormonas — lo que provocan los anticonceptivos hormonales— se cambia la versión de ti misma que tu cerebro crea. A causa de esto, el alcance de la píldora va bastante más allá del pequeño número de efectos puntuales descritos. Afecta a todo. Y hay un cuerpo de investigación cada vez mayor en el ámbito de la psicología y la neurociencia que demuestra que esto es así. No te habían hablado de ello hasta ahora. Y una vez que hayas averiguado todo lo que yo hasta ahora, creo que estarás de acuerdo en que hay muchas probabilidades de que cuando echemos la vista atrás a nuestra era dentro de 100 años nos sintamos consternados de habernos comportado de forma tan negligente con las hormonas femeninas.
Aunque la ciencia que estudia el modo en que la píldora cambia a las mujeres está aún en sus albores, ya sabemos bastante para ayudarte a tomar decisiones informadas. En primer lugar, hay que conocer unas cuantas cosas acerca del modo en que funciona del cerebro y del papel que desempeñan tus hormonas en hacer de ti quien eres. A continuación, tienes que conocer lo que dicen los estudios sobre cómo todo esto se ve modificado cuando se toma la píldora. Lo primero ha constituido el foco de atención de mis investigaciones durante más de 15 años en mi papel de psicóloga evolutiva que estudia a las mujeres y la salud. Lo segundo es algo que solo he descubierto recientemente después de que una serie de tres hechos no relacionados entre sí me llevaran a iniciar mi viaje científico por el mundo del cerebro de las mujeres cuando toman la píldora. Este viaje ha resultado ser en muchos aspectos la historia de mi vida de adulta.
Tal vez sea también tu historia.
Como la mayoría de aventuras interesantes, mi viaje por el mundo del cerebro cuando se toma la píldora comenzó de una forma un tanto anodina, sin darme cuenta de que algo importante estaba a punto de suceder. En mi caso, todo empezó en el momento en que dejé de tomar la píldora, una decisión que adopté de manera normal. Sabía que ya no quería tener más hijos, así que mi marido y yo optamos por una solución más permanente para impedir el embarazo, para lo cual él era lo suficientemente hombre para dar un paso adelante, lo que me permitió dejar de tomar la píldora sin darle al asunto demasiada importancia.
Ahora bien, para darte un poco más de información te diré que en dicho momento llevaba tomando la píldora de forma bastante seguida algo más de una década. Había dejado de tomarla en momentos puntuales, pero nunca durante mucho tiempo. Dejé de tomarla para quedarme embarazada y seguí sin tomarla durante un año después de cada embarazo mientras daba el pecho a mis hijos. Sin embargo, resulta difícil considerar estas experiencias como muestras representativas de un estado psicológico normal, ya que o eran muy breves (preembarazo) o bien estaban enturbiadas por un cóctel desorientador de falta de sueño y hormonas postembarazo (lactancia). No obstante, no esperaba que mi mundo cambiara demasiado a raíz de mi decisión de dejar de tomar la píldora. Creía entonces que las consecuencias no se prolongarían más allá de mi capacidad para liberar un óvulo cada mes, lo cual resultó ser un error de cálculo.
Un par de meses después de haber dejado de tomar la píldora, empecé a darme cuenta de que me sentía diferente. No lo advertí mientras estaba ocurriendo, pero un día reparé en que desde hacía poco mi vida era más brillante y más interesante. Como si hubiera pasado de una película en blanco y negro bidimensional a una realidad plena de significado en color y en tres dimensiones. Empecé a hacer ejercicio y a cocinar de nuevo, actividades con las que antes acostumbraba a disfrutar muchísimo pero que tenía prácticamente olvidadas. Me sentía con más energía, me daba cuenta de que existían hombres atractivos. Me preocupaba de mi aspecto físico como no lo había hecho desde hacía mucho tiempo. En fin, me sentía... viva. Plenamente, intensamente, fabulosamente, humanamente viva. Esto no sucedió de forma repentina. En realidad, no me di cuenta de que estos cambios estaban sucediendo hasta después de que hubieran sucedido. Simplemente, un día advertí que me había despertado de una siesta de 10 años de la que no había sido consciente.
Cuando reflexioné sobre todos estos cambios experimentados en mi persona, hice lo que las mujeres han aprendido a hacer en este tipo de situaciones: descartarlos por considerar que estaban «solo en mi cabeza».1 Imaginaba que dejar de tomar la píldora probablemente tendría algo que ver con ello, pero me parecía excesivamente de ciencia ficción pensar que mis píldoras anticonceptivas me hacían sentir como si hubiera sufrido un trasplante de personalidad. Imaginé que se trataba de una de esas cosas raras que a veces me suceden a mí pero que no le suceden a nadie más. O tal vez era una consecuencia de haber cumplido 30 años o de estar haciendo más ejercicio físico. Archivé mis experiencias en la carpeta de «cosas raras» que le suceden a Sarah cuando empieza o abandona una medicación y seguí con mi vida.
Este fue el hecho número uno.2
Avancemos aproximadamente un año y me encontrarás compartiendo ascensor con una buena amiga en una conferencia de psicología. Estábamos poniéndonos al día y charlando sobre los últimos estudios cuando ella me preguntó si había leído un reciente y excelente trabajo que trataba de la píldora y de las relaciones románticas y sexuales de las mujeres. No lo había leído, así que ella procedió a contarme que mostraba algunas interesantes diferencias en cuanto a la satisfacción en las relaciones y a la tasa de divorcios entre las mujeres que tomaban la píldora y las que no lo hacían. Hablaremos más en detalle sobre este estudio en el capítulo 5, pero vaya por delante la siguiente conclusión: tomar la píldora influye en la selección de los tipos de hombres con los que se emparejan las mujeres, su satisfacción con sus parejas e incluso la probabilidad de que se divorcien. Seguimos la conversación fuera del ascensor, charlamos sobre los resultados y especulamos sobre si los mismos explicaban las dinámicas relacionales de diferentes parejas que conocíamos, y finalmente compartimos nuestras propias experiencias de cómo nos sentíamos mientras tomábamos o no tomábamos la píldora.
Cuando regresé a casa leí el citado trabajo y realmente me impresionó. Constatar la evidencia de que pequeños cambios en las hormonas de las mujeres tienen consecuencias sobre algo en apariencia tan lejano como la tasa de divorcios fue una auténtica revelación para mí. No podía dejar de pensar en ello. Siempre me he sentido impresionada por las investigaciones que muestran las consecuencias indeseadas que se manifiestan en sistemas de comportamiento complejos, y la idea de que las hormonas de las mujeres pudieran tener efectos en cascada sobre los patrones culturales del mundo era demasiado provocadora como para ser ignorada. Este estudio es ahora de obligada lectura en una de mis clases y ha inspirado nuevas investigaciones en mi propio laboratorio.
El último de los tres hechos o eventos sin relación entre sí tuvo lugar en otra conferencia de psicología un año después. En este caso, me encontraba presente en una charla pronunciada por un colaborador mío, el Dr. Bruce Ellis, sobre los efectos de los problemas de la infancia en la respuesta al estrés. La charla de Bruce fue interesante por diversas razones de las que no voy a hablar aquí (después de muchos años, he aprendido que interesante es un término extraordinariamente subjetivo), pero sí que hay algo en particular que escuché en la charla que hizo que mi mente se detuviera en seco: las mujeres que toman la píldora —al contrario que el resto de seres humanos sanos que pueblan la faz de la tierra— carecen de un rasgo clave en su respuesta al estrés.
Hablaremos largo y tendido sobre este punto y sobre la razón de que sea un asunto importante en el capítulo 7. Por ahora, solo te hace falta saber que se trata de algo que no les sucede a otras personas sanas y que puede tener consecuencias importantes en el aprendizaje y la memoria, así como implicaciones en patologías como la ansiedad y la depresión.
Entonces, por la razón que sea, el hecho de averiguar esto fue como si me hubiera alcanzado un rayo. Mi mente se desbordó de forma instantánea al advertir que todas estas piezas aparentemente desconectadas encajaban a la perfección.
Las píldoras anticonceptivas son hormonas. Hay receptores hormonales por todas partes del cuerpo. El cerebro está repleto de receptores hormonales. Las hormonas femeninas influyen en el sexo, la atracción, el estrés, el hambre, las pautas alimentarias, la regulación de las emociones, las amistades, la agresividad, el estado de ánimo, el aprendizaje y muchas otras cosas. Es evidente que la píldora me cambió. Es evidente que influye en la satisfacción de las relaciones sexuales y en la tasa de divorcios. Es evidente que influye en la respuesta al estrés. La píldora contiene hormonas y por tanto te cambia. La píldora lo cambia... todo.
Mentiría si no te confesara que estoy tremendamente abochornada de que esto no se me hubiera ocurrido hasta este momento. A pesar de toda una carrera profesional estudiando la motivación, la atracción e incluso el efecto de las hormonas femeninas en el comportamiento, yo tenía un enorme punto flaco por lo que se refiere a los anticonceptivos hormonales que había estado tomando durante más de 10 años de mi vida. Jamás se me ocurrió que la píldora me cambiaría. Teniendo en cuenta que esto no se me había ocurrido a mí como psicóloga, me imagino que hay muchas probabilidades de que tampoco se te ocurriera a ti. Si te pareces un poco a mí, la única cosa que te habrá preocupado respecto a las píldoras anticonceptivas será la posibilidad de que puedan provocar aumento de peso. O un derrame cerebral. Pero, repito, si tú eres como yo, el tema de la ganancia de peso es indudablemente el más alarmante de estos dos efectos secundarios. Bien, tan alarmante como cuando careces de la mitad de tu respuesta al estrés.
En cuanto volví a casa tras la conferencia, empecé a investigar si podía haber una explicación para la forma en que me sentía después de haber dejado de tomar la píldora. Quería ver si mis experiencias estaban documentadas en la literatura científica o las compartía con otras mujeres. Los resultados de esta investigación me mostraron que no estaba sola y que mis experiencias no eran únicas. Los psicólogos y los neurocientíficos habían estado publicando durante años estudios sobre este tema. Pero yo no tenía ni idea, y me imagino que tú tampoco. No hay casi ninguna información disponible para la mayoría de las mujeres acerca de lo que la píldora le hace al cerebro. La única información existente está profundamente enterrada en las páginas de las publicaciones científicas. Además de que esta información es totalmente inaccesible para las personas que no trabajan en el mundo universitario (las suscripciones a estas revistas son carísimas), tales artículos suelen estar repletos de jerga científica y no constituyen siempre una lectura agradable (al cerebro no siempre le gusta aprender cosas sobre sí mismo).
Estoy escribiendo este libro para ubicar toda esta información en un único lugar y para facilitar su comprensión tanto como sea posible. También espero enseñarte un par de cosas geniales sobre el modo de funcionamiento del cerebro de las mujeres y proporcionarte algunas reflexiones que vale la pena considerar sobre la píldora, la salud y la vida. Parte de esta información procederá de los resultados de los estudios realizados en mi propio laboratorio. Otra parte procederá de la investigación realizada en los laboratorios de otros científicos cuyo trabajo me merece la mayor confianza y el mayor respeto. También compartiré historias de mi propia vida y de las vidas de otras mujeres que me han contado sus historias. Cada una de nosotras merece saber tanto como sea posible acerca de las medicaciones que se introducen en nuestro organismo, aun cuando sus efectos no sean mortales (el foco de atención de la mayor parte de la investigación médica). Algunas de las cosas que te contaré te conmocionarán. Otras simplemente constatarán aquello que ya sabías desde hace tiempo, pero que creías puras imaginaciones tuyas.
Veamos a continuación parte del territorio que vamos a cubrir:
• Aunque algunas de nosotras preferimos pensar en las hormonas como algo que «nos ocurre a nosotras», esta creencia no es del todo correcta. Tú eres lo que son tus hormonas. Ellas contribuyen a conformar tu identidad, las convicciones que tienes sobre ti misma y tus comportamientos. Así pues, tomar y dejar de tomar la píldora puede modificar tu propia percepción de quién eres. Puede provocar un cambio en la identidad, un cambio que parece ser muy frecuente pero que los científicos aún no han investigado a fondo.
• La píldora cambia el cerebro. La comparación de escáneres cerebrales de mujeres que toman la píldora con los de otras que no la toman muestra importantes diferencias estructurales y funcionales.
• Las mujeres que toman la píldora no exhiben los picos de cortisol en respuesta al estrés que sí muestra el resto de seres humanos sanos. Los investigadores han estado documentando periódicamente este efecto desde los años 90. Y es impresionante. Como comentaremos más adelante, el cortisol desempeña un papel importante a la hora de comunicar a nuestro cuerpo que algo significativo está ocurriendo, y no solo de carácter negativo: cuando está ocurriendo algo apasionante también nos lo indica.
• Tomar la píldora puede influir en la selección de parejas tanto formales como ocasionales y puede tener consecuencias importantes en la satisfacción de las relaciones para las mujeres y de cara a la probabilidad de que dichas relaciones sobrevivan.
• La píldora puede tener consecuencias importantes en la movilidad social de las mujeres, la motivación de logro de los hombres, los patrones de matrimonio, el crecimiento económico y la tasa de divorcios. Los datos demuestran que los estándares sexuales de las mujeres y los niveles de logro de los hombres funcionan en paralelo, es decir, que la píldora también podrá tener efectos secundarios sobre el comportamiento de otras personas.
Además de enseñarte nuevas cosas acerca de las hormonas, las mujeres y cómo estas cambian cuando toman la píldora, también te ofreceré una mirada al interior de la ciencia y lo que significa la investigación en mujeres. Una de las lecciones más importantes contenidas en este libro es que necesitamos mejores prácticas de laboratorio que ayuden a garantizar que los investigadores dedican el tiempo que haga falta a estudiar a las mujeres (este problema está generalizado en la investigación en humanos, animales, ¡e incluso células!).3 Las mujeres participantes y hasta las líneas celulares femeninas (que son las primerísimas dianas de estudio para nuevos fármacos e investigaciones sobre el desarrollo de enfermedades como el cáncer) siguen estando infrarrepresentadase insuficientemente estudiadas en la investigación biomédica, a pesar de las reformas realizadas para aumentar su inclusión. Por tanto, tenemos que asegurarnos de que la ciencia siga defendiendo la inclusión de las mujeres en todos los estudios de investigación que traten asuntos que afectan tanto a hombres como a mujeres.
Este libro se cierra con una carta a mi hija, que espero que sea de ayuda para ella —así como para ti— a fin de que pueda tomar una decisión informada respecto a las diversas opciones de control de natalidad. Repasaré toda la información expuesta en los capítulos precedentes y analizaré las muchas preguntas que plantea. ¿Estamos mejor sin tomar la píldora? ¿Deberíamos fomentar el descubrimiento de medios alternativos para liberar con seguridad a las mujeres de las consecuencias de su comportamiento sexual? Aunque no existen respuestas claras e inequívocas (y la respuesta será diferente para cada mujer, dependiendo de sus objetivos y circunstancias individuales), espero poner en marcha un diálogo —un diálogo entre las mujeres y sus médicos, las mujeres y sus parejas, las mujeres y sus amigos y amigas, y las mujeres y sus hijas—. Una de las cosas más asombrosas sobre la redacción de este libro es el número de conversaciones que ha desencadenado. Estas conversaciones suelen comenzar con «Tal vez sea demasiada información, pero...» o bien «Espero no extralimitarme en los detalles, pero...». A continuación las mujeres procedían a compartir las historias que pensaban que solo estaban en su imaginación. Espero y deseo que este libro sea el punto de arranque para muchas nuevas conversaciones de esta clase. Y algo que puede ayudarte a arrancar es: Tal vez sea demasiada información, pero...
He dividido este libro en tres partes. La primera («Tú eres biología») trata de lo que significa ser mujer desde una perspectiva biológica. Te hablaré en primer lugar de tu cerebro, de tus hormonas y de por qué el proceso de evolución por selección natural nos ha hecho diferentes de los hombres. Estos capítulos están concebidos para que conozcas y entiendas cómo funcionas y por qué funcionas así. Aunque puedas preguntarte por qué te cuento esto en un libro que trata de la píldora anticonceptiva, es absolutamente esencial. Hemos sido demasiado negligentes con nuestras hormonas y no puedo evitar pensar que seríamos un poco más cuidadosas con nosotras si conociéramos cómo funcionamos y por qué funcionamos de esta forma. Debes conocer el modo en que funciona tu cerebro, debes conocer cómo tus hormonas influyen en tu cerebro y tienes que saber cómo todo esto cambia cuando tomas la píldora. Voy a sentar las bases de este conocimiento en esta primera parte. Creo que será una de las cosas más fascinantes que jamás hayas aprendido. Las mujeres son incluso más interesantes de lo que posiblemente has imaginado.
La segunda parte («Tu cerebro cuando tomas fármacos») trata del funcionamiento de la píldora y de lo que sabemos acerca de cómo influye en los cerebros y las vidas de las mujeres. Te hablaré de los diferentes tipos de hormonas que contiene la píldora y de cómo la píldora cambia tu psicología sexual y de pareja, tu reacción al estrés, tu estado de ánimo y muchas otras cosas que suceden en tu cerebro. Se trata del tipo de cosas que los psicólogos han sabido desde hace décadas, en algunos casos, pero de las que probablemente no hayas oído hablar hasta ahora. Te guiaré a través de todo lo que conocemos y te hablaré de lo que aún nos falta por saber. Después de haber leído esta parte del libro, estarás bien pertrechada con la información que necesitas conocer para tomar una decisión informada sobre si la píldora anticonceptiva es adecuada para ti.
La última parte («El panorama general») trata de algunos temas importantes relativos a la píldora anticonceptiva. En primer lugar, hablaremos de cómo los cambios de comportamiento de las mujeres debidos a la píldora pueden provocar consecuencias en cascada sobre el comportamiento de otras personas y pueden variar la fisonomía del matrimonio, del embarazo y del lugar de trabajo. A continuación hablaremos de las razones de que no hayas tenido noticias de esto hasta ahora. Esto termina siendo un problema muy complicado. Parte de la respuesta es de tipo político (la gente suele sentirse incómoda hablando sobre «mujeres» y «hormonas» en la misma frase), otra parte es de tipo práctico (la investigación tiene el reto de hacerlo bien y las mujeres son difíciles de estudiar) y otra parte más se debe a que todas estamos motivadas por la creencia de que el problema del control de natalidad ya está resuelto. Sean cuales fueren las razones, tenemos que seguir empujando a la ciencia a que averigüe más cosas de las mujeres y de las cuestiones que son importantes para ellas.
Como este libro trata de la píldora anticonceptiva, la mayor parte de los estudios de los que hablaré en él está centrada exclusivamente en las experiencias de mujeres heterosexuales cuya identidad de género se corresponde con el sexo con el que han nacido (cisgénero). Me referiré a ellas porque suelen ser el tipo de personas que toman la píldora. Aunque hay lesbianas, así como algunas mujeres transgénero y algunos hombres, que toman la píldora por razones distintas de la prevención del embarazo, las investigaciones no han llegado todavía hasta este segmento de la población.
Si eres una lectora que no pertenece a la muy estrecha categoría de seres humanos que los investigadores suelen estudiar cuando se trata de la píldora anticonceptiva, eso no significa que tus experiencias no sean importantes. Lo son. Y espero que aun así seas capaz de aprender sobre ti misma a partir de los estudios que presento. Todas nosotras somos más parecidas que diferentes, y esta afirmación es cierta incluso para aquellas de nosotras a las que se nos ha hecho creer durante la mayor parte de nuestras vidas que no somos como las demás. Todas somos seres humanos y gran parte de nuestras experiencias son compartidas. Por tanto, incluso si las investigaciones que se exponen en las páginas siguientes no te describen a la perfección, por favor, ten en cuenta que hay un lugar para ti en los resultados. Los estudios realizados indican que la psicología de emparejamiento de las mujeres lesbianas y transgénero no es tan diferente de la de sus colegas heterosexuales cisgénero. Y en los casos en que creas que existen diferencias importantes que puedan haber sido ignoradas por el establishment investigador, presiona para que haya una ciencia mejor. Tu historia importa. Espero que seas capaz de ver partes de tu propia historia en las páginas de este libro.
Escribo este libro para situaros a todas vosotras en una posición de fuerza. Para dotaros de los resultados científicos más recientes sobre la píldora y para que así podáis tomar una decisión informada acerca de lo que queréis hacer y de quiénes queréis ser. Aunque la ciencia todavía es nueva y hay mucho que aprender, es inaceptable que estés a oscuras más tiempo acerca de todas las cosas que ya sabemos. Sabemos demasiado para que tú aún sepas tan poco.
Bien, empecemos. Tenemos mucho de que hablar.
1. Cuando piensas en ello te das cuenta de que es una afirmación bastante estúpida. Tu cerebro está en tu cabeza y es el centro de mando de todas las demás cosas de tu cuerpo. Así que, por supuesto, todo está en tu cabeza.
2. Ahora bien, la científica que hay en mí se siente obligada a decirte que no dispongo de ningún medio para saber con seguridad que estos cambios que experimenté fueron provocados por el abandono de la píldora (no llevé a cabo un experimento en mí misma). No obstante —como tendrás ocasión de apreciar a lo largo del libro—, hay multitud de razones para creer que la píldora tuvo algo que ver.
3. Una excepción bien conocida a esta tendencia se describe en un fantástico y a la vez inquietante best seller del New York Times, La vida inmortal de Henrietta Lacks, de Rebecca Skloot (Ediciones Martínez Roca, 2011). Este libro relata la impresionante historia de una pobre mujer afroamericana a la que se le extrajeron células del cáncer de útero 8 meses antes de su muerte en 1951. Esta intervención se llevó a cabo sin su conocimiento, consentimiento ni compensación económica. Estas células (denominadas células HeLa, por las dos primeras letras del nombre y el apellido de la donante) fueron utilizadas para crear la primera línea celular del mundo constituida por células técnicamente inmortales que se utilizaron con fines de investigación científica. No obstante, la mayoría de las células utilizadas en investigación son masculinas y no femeninas.