Enero 6

Un día de invierno en Londres, un bebé rio por primera vez. Aquella risa flotó en el aire en dirección a un lejano lugar donde alcanzaría su destino, que era convertirse en un hada, como todas las primeras risas. Voló hacia la segunda estrella a la derecha y la atravesó en una explosión de luz. Al otro lado se encontraba... ¡Nunca Jamás!
La risa flotó hasta un lugar mágico en el corazón de la isla. Era la Hondonada de las Hadas, el hogar de aquellos pequeños y maravillosos seres. Vidia, el hada que volaba más rápido de todas, llevó a la recién llegada al Árbol del Polvo de Hadas. Allí, Terence, el guardián, la espolvoreó con un poco de polvo y la risa tomó la forma de una pequeña hada.
Clarion, la reina de las hadas, ayudó a la recién llegada a desplegar sus dos finas alas. La nueva hada batió sus alas y se dio cuenta de que podía volar.
La reina Clarion agitó la mano y varias setas brotaron alrededor del Pozo de Polvo de Hadas, cual pequeños pedestales. Inmediatamente, las hadas aletearon hacia ellas para posar diferentes objetos sobre cada una. Rosetta, un hada de jardín, trajo una flor. Silvermist, un hada de agua, llevó una gota de agua. Iridessa, un hada de luz, colocó una esfera de luz en su pedestal.
—Te ayudarán a encontrar tu don —explicó la reina a la nueva hada.
La joven posó la mano tímidamente en una bonita flor y su brillo se desvaneció de golpe. Trató de tocar la gota de agua, pero ésta también se desvaneció. El hada continuó paseando sin tocar nada más, tenía miedo de errar de nuevo, pero entonces ocurrió algo asombroso. Cuando pasó al lado de un martillo, éste empezó a brillar. Entonces, se elevó en su pedestal y voló hacia ella.
—Nunca había visto a uno brillar tanto —dijo Silvermist.
Vidia frunció el ceño. Ella tenía uno de los talentos más fuertes y especiales de la Hondonada de las Hadas, y no quería que nadie le hiciera sombra.
—Hadas tintineadoras—las llamó la reina—. ¡Dad la bienvenida al nuevo miembro de vuestro gremio: Campanilla!
Clank, un duende muy grandote, y Bobble, otro duende con gafas, se acercaron a felicitar a Campanilla. Entonces se la llevaron para mostrarle la Hondonada de las Hadas desde el aire. El cambio de estación estaba al caer y todos se preparaban para ello.
Finalmente, el trío aterrizó en el Rincón de las Tintineadoras. Campanilla miró a su alrededor y vio a las hadas arreglando y fabricando todo tipo de objetos útiles e increíbles. Supo entonces que le gustaría vivir allí y estaba entusiasmada por descubrir su talento único.
