Enero 26

Cada noche, Pongo, Perdita y sus quince cachorros dálmatas se reunían alrededor de la televisión para ver las heroicas aventuras de Relámpago. Los cachorros miraban, con los ojos como platos, como el perro salvaba al mundo de todo tipo de villanos y ladrones. Patch quería ser como él.
Después del programa, era hora de que los cachorros se fueran a dormir y Pongo y Perdita salieran a dar un paseo con sus amigos humanos.
Pero, una noche, Patch tuvo otra idea.
—¿Podemos quedarnos despiertos un poco más? —suplicó.
—Es hora de ir a dormir —respondió Perdita, mientras salían para dar su paseo.
Pero Patch no quería ir a dormir. Quería vivir una gran aventura, como Relámpago. Y cuando los cachorros oyeron un ruido extraño, Patch vio su oportunidad.
—¡Mirad! —susurró Patch, señalando a un pequeño ratón que estaba sentado cerca de la cesta de los cachorros—. ¡Es un bandido! ¡Tenemos que atraparlo!
Todos los cachorros querían jugar, así que salieron rápidamente de la cama y subieron a hurtadillas por las escaleras tras el temible criminal.
—Seguidme —susurró Patch, fingiendo ser Relámpago—, ese despreciable canalla se dirige al estudio de música.
Antes de que los cachorros pudieran atrapar al ratón, oyeron a alguien que subía por las escaleras.
¡Era Nanny! Si pillaba a los cachorros, se meterían en un buen lío.
—Escondeos —dijo Patch.
Los cachorros corretearon por la habitación hasta encontrar un escondite.
—¿Qué es ese ruido? —pre guntó Nanny, mirando por la habitación, aparentemente vacía.
Mientras los cachorros aguantaban la respiración, Patch vigilaba al canalla que ahora estaba bajando de nuevo por las escaleras. Cuando Nanny se marchó, los cachorros reanudaron su caza.
—Ese ladrón tiene que estar por alguna parte —dijo Patch mientras los perritos buscaban por la cocina.
—¡Ahí está! —gritó Rolly, de repente.
Rolly corrió a toda velocidad hacia el bandido, pero chocó con una bolsa de harina, que cayó sobre él. ¡Rolly estaba todo blanco!
—Ese cachorro no tiene manchas —dijo Patch señalando a su hermano—. ¡Él es el verdadero intruso! —gritó Patch.
Todos los cachorros se abalanzaron sobre Rolly, pero Pepper vio a Pongo y Perdita fuera.
—¡Mamá y papá están aquí! —exclamó Pepper—. ¡Todo el mundo a la cama!
—¡Tranquilos, amigos! —gritó el líder de la manada—. ¡Patch Relámpago os salvará!
Cuando Pongo y Perdita echaron un vistazo a sus preciosos cachorros, los encontraron... acurrucados en la cama, justo como los habían dejado.
