Enero 10

En un tranquilo pueblecito vivían un excéntrico inventor llamado Maurice y su preciosa hija, Bella.
Gastón, un fuerte y apuesto joven que también vivía en el pueblo, había decidido que quería convertir a Bella en su esposa.
—Después de todo —le dijo a su amigo Lefou, una tarde mientras bebían en la taberna—, ella es la chica más guapa del pueblo.
A la mañana siguiente, Gastón fue a casa de Bella. Estaba seguro de que la joven aceptaría casarse con él, pero cuando le pidió la mano Bella le rechazó sin ni siquiera pensarlo un segundo. Ella sabía que nunca podría casarse con alguien tan arrogante y engreído como Gastón.
Al día siguiente, el viejo Maurice salió a probar su último invento. Pero al caer la noche, se perdió y tuvo que buscar refugio en un castillo. En el pueblo se decía que una bestia enorme vivía en el castillo, pero Maurice necesitaba cobijo desesperadamente, así que llamó a la puerta.
Unos sirvientes que habían sido hechizados y eran muy simpáticos dieron la bienvenida al hombre mayor, entre ellos un candelabro llamado Lumiere, un reloj de pared llamado Din Don, una tetera a la que llamaban señora Potts y su hijo Chip, una tacita.
Bestia, el señor del castillo, se puso furioso cuando descubrió al extraño en su casa y encerró a Maurice en las mazmorras.
Cuando el caballo de Maurice volvió solo a casa aquella noche, Bella montó en él y salió deprisa para buscar a su padre. Al final, decidió buscar en el castillo.
—¡Oh, papá! —lloró Bella cuando encontró a Maurice acurrucado en la fría mazmorra—. ¡Tenemos que salir de aquí!
Bella se giró al sentir el peligro. Era Bestia, que venía hacia ella gruñendo muy fuerte.
—Por favor, deja que se vaya mi padre —suplicó la muchacha Bestia—. Cógeme a mí en su lugar.
Bestia aceptó el trato. Sacó a Maurice de la celda y lo envió de vuelta al pueblo. Entonces Bestia le enseñó a Bella cuál sería su habitación.
—Puedes ir a cualquier lugar del castillo —le dijo—, excepto al ala oeste. ¡Ésa está prohibida!
Los sirvientes hechizados veían lo triste que estaba Bella, así que prepararon un maravilloso banquete para ella e intentaron alegrarla cantando y bailando.
Bella intentó divertirse, pero en lo más profundo de su interior aún se sentía sola y añoraba mucho a su padre. Se preguntaba si volvería a ver su casa alguna vez.
