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los singles
Como hemos dicho, uno de los fenómenos más destacables de los últimos años, que se genera fundamentalmente en las grandes ciudades, es el incremento del número de personas que viven solas y que constituyen una nueva categoría social. Es lo que se ha dado en llamar el fenómeno single, terminología inglesa que significa soltero, único, singular. Una expresión que nació como una descripción de un colectivo, y se está convirtiendo en una autentica seña de identidad.
La más feliz de todas las vidas es una soledad atareada.
Voltaire
VIVIR SIN CONVIVIR
Vivir sin convivir se ha convertido en un signo de estos tiempos. En España, 3,4 millones de personas residen solos y cada vez un mayor número lo hace por elección. En ciudades como Berlín, avanzadilla de todo tipo de cambios, ya representan la mitad de la población.
Esta nueva «clase social» engloba un amplio espectro de personas y circunstancias particulares: bien con o sin hijos, incluye no solo a los solteros, sino también a los divorciados, separados y viudos. Engloba desde quienes defienden a toda costa las ventajas del estilo de vida impar hasta quienes viven la vida en singular como un puro trámite, deseosas de encontrar pareja para dejar de ser singles y convertirse en L.P. Entre este amplio colectivo encontramos hombres y mujeres con gustos y valores bien diversos. Económicamente el abanico abarca desde aquellos más austeros que cuentan hasta el último euro para llegar a fin de mes hasta los más derrochadores hedonistas y caprichosos con saldos bancarios más que saneados.
Encuentro más soportable estar siempre solo
que no poderlo estar nunca.
Michel E. de Montaigne
En opinión de los expertos, esta nueva condición civil, no sería posible sin el desarrollo de cambios culturales que postulan la autonomía, el tiempo y el espacio personal. Los impares tienen un acentuado sentido de la individualidad, pero a la vez permanecen conectados a su familia y amigos. Vivir solos no les impide mantener relaciones sociales, personales, intimas. El fenómeno single responde a tendencias en alza en las sociedades posindustriales, donde la libertad económica va ligada a una revalorización del mundo de lo privado y de lo íntimo, donde el sentido de la autonomía y la independencia personal cobran un gran protagonismo.
La soledad es al espíritu lo que la dieta al cuerpo.
Marqués de Vauvenargues
LA SOLTERÍA YA NO ES UN FRACASO:
LOS NEOSOLTEROS
Ya la etimología de la palabra «soltería» declara un matiz negativo. «Soltería» proviene de un término latino que significa «solitario», «desamparado», conceptos que poco tienen que ver con los nuevos vocablos, más neutros, incluso «glamurosos», que se utilizan en la actualidad para referirse a quienes no desean pasar por la vicaría, el ayuntamiento o el juzgado. Hablamos en estos casos, de la elección de un tipo de vida que nada tiene que ver con el antiguo concepto de la soltería.
Esta situación es, en la actualidad, una opción y no una catástrofe como representó en otros tiempos no muy lejanos. Hasta avanzado el siglo XX la persona sin pareja o sin familia cargaba con el sambenito de una soledad que, cuando no era la consecuencia de su mala cabeza o el tributo de una vida disipada, solía achacarse a carencias personales de todo tipo.
Para sorpresa de los jóvenes y adolescentes de hoy, en la generación de sus abuelos, incluso en la de sus padres, las personas solteras o las que no vivían en pareja eran vistas por la sociedad como personas que habían tenido mala suerte en la vida y en consecuencia no habían «conseguido» casarse. Esta situación les hacía vivir siempre bajo sospecha en su propia casa, dentro de su familia, ante los amigos, en el trabajo... Esos a los que si, se salían de la norma matrimonial, eran tachados, de forma despectiva, como «solterones» y «solteronas».
Instalados ya en siglo XXI, figurar como soltero en el DNI, ha dejado de ser una situación molesta e inadecuada. Juan Antonio Bernad, psicólogo educacional, profesor de la Universidad de Zaragoza y autor de La psicología del soltero explica con acierto que «la soltería ya no es en los tiempos que corremos un simple estado transitorio, algo que precede al emparejamiento o al matrimonio de la misma manera que gatear precede a andar». El experto sostiene que «Hoy la soltería llega a ser en algunos grupos sociales una entidad equiparable a la categoría de una profesión que se elige o se soporta lo mismo que cualquier carrera o negocio lucrativo».
La soledad es y siempre ha sido la experiencia central
e inevitable de todo hombre.
Thomas C. Wolfe
Algunos causas de la nueva soltería, en opinión de los sociológicos, son la profesionalización de la mujer, la postergación del matrimonio, la mayor cantidad de divorcios y separaciones, la naturalización de la monoparentalidad, la renuncia a la maternidad, las técnicas de inseminación artificial, la adolescencia extendida, una mayor expectativa de vida y la importancia de la realización personal. En Solas, el libro con el que Carmen Alborch se estrenó como escritora en 1999 —significativamente, todo un éxito de ventas—, la ex ministra, sola ella, trazaba así el perfil de los neosolteros: «Profesionales muy cualificados, desenvueltos, competentes, seguros de sí mismos/as, con un alto nivel cultural y cuya actitud personal se define preferentemente por un conjunto de nones que expresan la ausencia de cualquier tipo de complejos: no tienen por referente social la pareja, no están obsesionados por la estabilidad económica, que ya han alcanzado, no renuncian a las comodidades y más bien las buscan y saben disfrutarlas, no quieren sufrir experiencias dolorosas o defraudantes en el terreno del amor, no es para ellos una prioridad la vida en pareja ni casarse y no les supone trauma la cama vacía, que consideran suficientemente compensada con el éxito profesional. Para estos solteros, los logros de la Revolución Francesa, libertad, igualdad, fraternidad, se traducen y se resumen en un solo y fundamental lema: independencia».
YO, MI, ME, CONMIGO
El single tiene una filosofía de vida muy marcada. Si por algo destacan los solteros es, precisamente, por depender solo de ellos mismos. El «yo, mi, me, conmigo» es su característica. Algo que influye negativamente en los que atribuyen al single cierta mala prensa como irresponsable que huye de los compromisos, egoísta y caprichoso No son pocos los que piensan que anteponer las necesidades, gustos e inquietudes personales a un proyecto de vida que incluya el matrimonio o al menos, la relación de pareja e hijos es una decisión netamente narcisista y propia de quienes defienden su libertad individual. También narcisistas... perdidos en su ego, adolescentes eternos víctimas de su pavor al compromiso ¿La soltería es necesariamente un signo de inmadurez o discapacidad para formar vínculos y comprometerse? En definitiva, la respuesta es: no. Si bien es cierto que algunos no se sienten capaces de contraer las obligaciones que se derivan de la vida en pareja y ser padres —decidiendo por ende con mayor responsabilidad no embarcarse en un compromiso así y buscar la felicidad de otro modo— otros pueden tener la claridad de que su vocación o sentido de vida es distinto al convencional. Un ejemplo de ello son quienes dedican su vida a Dios o a alguna obra social, como sacerdotes y religiosas. Y entre uno y otro extremos hay una amplia gamas de personas comprometidas con las mas diversas causas.
El single, ya es una marca que incluso exhibe sus particulares señas de identidad. Es el caso de los impares, singles, solteros, desemparejados, solos o como quiera llamárseles, que en los países occidentales van formulando sus propios usos y costumbres. En EEUU, por ejemplo, se ha extendido la moda de que las singles con capacidad económica luzcan un anillo con un solo diamante en su mano derecha para hacer alarde de su condición autónoma.
La soltería ya no se asocia al fracaso vital y mucho menos a la soledad y el aislamiento. Los solos de hoy suelen tener una actividad frenética, con agendas muy completas.
Solteros triunfadores y, en cierto modo, envidiados, en sectores tan diversos como la política, el arte o entre los actores. Algunos nos atraen con su independencia y extravagancia desde las pantallas del cine y la televisión. Convertidos en iconos de cierto tipo de modernidad urbana, su desastrosa vida sentimental resulta tan inestable como atractiva. Hablamos del promiscuo 007, del ácido Doctor House o la glamurosa Carrie Bradshaw, de Sexo en Nueva York, sin embargo es necesario precisar que, al margen de la ficción, los singles en terminos generales, no responden, a ese tipo de vida tan licenciosa como caótica. la realidad es bastante mas normal. Es curioso observar como los solteros varones, el arquetipo del donjuán que encadena conquistas sigue estando vivo en actores como George Clooney o Russell Crowe, entre otros seductores. Mientras que entre las singles famosas parece que la carrera profesional es la que ha marcado su soltería, como ha ocurrido con la exsecretaria de Estado estadounidense Condolezza Rice o la exministra Carmen Alborch.
Aprende a amar la soledad; pero acepta siempre con gusto
las interrupciones. El amor a la soledad es propio
de todas las vidas triunfadoras.
Noel Clarasó
LOS «OMBLIGOCÉNTRICOS» Y OTROS TIPOS
DE SOLTEROS
Entre la legión de hombres y mujeres que forman parte del fenómeno single, existen varias clasificaciones que atienden a una forma de sentir y vivir su soltería. Todos son singles pero con matices.
¿Qué tipo de single eres?
Vocacionales
Están satisfechos de su situación, son singles por vocación y devoción. No quieren tener pareja y algunos se proclaman asexuados. Están convencidos de que libertad individual, profesión y familia son incompatibles. En muchos casos, son personas extrovertidas, con muchas posibilidades a su alcance. Sienten especial motivación por canalizar todas sus energías hacia objetivos profesionales, humanitarios o religiosos. Pueden desembocar en esta convicción procedentes de fracasos amorosos o sencillamente porque están seguros de que la vida en pareja está reñida con la libertad.
Coyunturales
A esta clasificación pertenecen aquellas personas que cuando finalizan una relación, saben hacer una valoración objetiva, aprenden de sus errores y en términos generales, llevan bien estar solos entre una relación y otra. Esta actitud les permite esperar sin prisas ni ansiedad a que llegue la pareja adecuada para ellos y, en consecuencia, evitan un buen número de relaciones frustrantes. Suelen ser personas maduras.
«Ombligocéntricos»
Están convencidos de que no necesitan a nadie y cultivan una larga lista de aficiones que les procura una agenda repleta de actividades. Consideran que una vida en pareja estable supone compartir dinero, tiempo, preocupaciones y problemas ajenos, y no están dispuestos
Quieren sentirse libres de cortapisas e imposiciones y suelen estar atraídos por actividades poco convencionales: viajes exóticos, naturismo, paracaidismo, otras culturas... Quieren vivir de lo suyo y para sí mismos. Eligen la soledad, practican sexo más que nadie (o eso dicen...), tienen parejas esporádicas y viven en apartamentos pequeños céntricos, en la ciudad. Son caprichosos y consumistas.
Solteros «paréntesis»
Buscan desafortunadamente el amor. Habituales en las fiestas de singles y páginas de contactos. Los ombligocéntricos les parten el corazón.
Este tipo de impares padecen la soltería como si fuera una enfermedad que no les gusta, pero que aceptan a pesar de que para ellos supone convivir con su soledad, tristeza y añoranza de no tener a su lado a alguien con quien compartir el amor y la intimidad. Acumulan agresividad y envidia latentes contra aquellas personas a las que «les va bien» y a las que suelen criticar.
Los falsamente resignados
Se presentan como singles modernos, dinámicos, liberados... Suelen manifestarse cómodos y felices en su condición de impares. Solteros que siempre responden que sí cuando se les pregunta si son felices e insisten en convencer al otro de que no necesitan a nadie. Sin embargo, en momentos de intimidad confiesan su soledad mal vivida después de relaciones fracasadas o amores no correspondidos. No están en contra del matrimonio ni lo descartan. Al contrario. la vida en pareja es su anhelo. aunque se empeñan en disimularlo.
Resentidos
Han conocido varios fracasos sentimentales y han pasado por relaciones difíciles y puede que tortuosas. Por el desgaste emocional sufrido, no desean volver a pasar por el mismo calvario. Conocen el sabor del dolor y no están dispuestos a repetir. Sin embargo, en la mayoría de los casos se acaban reconvirtiendo en singles coyun-turales. Su actitud suele atravesar dos fases muy claras: tras una primera de alejamiento total de las relaciones, vuelven a estar abiertos al amor, aunque con muchas prevenciones.
Los exigentes
No están en contra del matrimonio ni de la vida en pareja o ni lo descartan, pero su nivel de exigencia es tan alto que no encuentran a nadie a la altura de sus expectativas.
En términos generales el paso del tiempo suele volvernos más selectivos a la hora de elegir la persona con la que compartir la vida. Otra cosa es que, en casos particulares, esta lógica la lleven al extremo patológico.
MARQUETÍN DEL «SOY SOLO»
Con el aumento del número de personas que deciden vivir solas, los hábitos de consumo han variado. Quienes habitan solos tienen una manera de vivir distinta a quienes comparten domicilio con una pareja o familia. Los singles, tengan o no pareja o hijos, gastan su dinero de forma diferente a las parejas o personas que conviven con hijos o ascendientes. A nadie se le escapa que esta pequeña revolución es algo más que un lavado de cara. Responde al interés que está mostrando el mercado hacia los colectivos singles, un nicho de consumo bastante apetitoso no solamente por su número sino también por el poder adquisitivo medio de sus integrantes.
Naturalmente, en un grupo tan numeroso y variado nos encontramos desde quienes tienen que hacer mil números para llegar a fin de mes, hasta quienes pueden permitirse lo último en moda, ocio y tecnología. En cualquier caso, estudios recientemente realizados, revelan que los impares que están entre los 30 y 55 años cuentan con ingresos superiores al resto de personas de la misma edad; así disponen de más dinero que suelen gastar en viajes, cultura, moda, espectáculos...
Marca single: objetivo de mercado
Su alto potencial de consumo lo hace vulnerable al ataque desde varias esferas de servicios que miman su existencia. Representan el centro de la ambición de nuevos empresarios que compiten entre sí al acecho de cualquier oportunidad. Comida para singles, con dosis para uno, webs de contactos para singles, clubes de relaciones, turismo enfocado a los impares. Y es que los singles —según los expertos consultados,— compran más ropa, llenan gimnasios y centros de estética, abarrotan cines y teatros y se dejan ver por los lugares de moda. Los negocios orientados directamente a los singles crecen, incluso en estos tiempos de crisis económica.
Los singles, bien lo saben los expertos en marquetín, buscan diversión, entretenimiento —por ejemplo, viajan un 39% más que la media— y, especialmente los hombres, realizan un gasto importante en equipamiento tecnológico (los impares consumen ordenadores, software e internet un 29% más que los núcleos familiares tradicionales).
El sector inmobiliario, ahora, ciertamente de capa caída, aún seduce a sus posibles clientes unipersonales con pisos y lofts para solteros y divorciados. El sector turístico ofrecen ventajas a los que viajan solos con propuestas a destinos exóticos y reuniones en parajes con encanto. «Las empresas más insospechadas se los rifan» explica Fernando Ceberio, director de El Mundo del Single, una firma especializada y con website propio que consiguió en su primer año y medio unas cifras envidiables: siete millones de páginas vistas y setenta mil visitantes. «Los singles españoles tienen sus necesidades básicas cubiertas, pero necesitan satisfacer sus necesidades de relación. Nuestro trabajo consiste en proporcionales entornos amables para que se conozcan y poner a su alcance, al mismo tiempo, toda una serie de ventajas», concluye Ceberio.
Consumistas y caprichosos
Las diferencias de consumo también se reflejan a la hora de hacer la compra. En la cesta del supermercado los hogares unipersonales se dejan un 65% más que el resto. Y es que la mayoría de quienes viven en singular se reconocen hedonistas y caprichosos, también en la gastronomía. El single tipo —por el que cada vez más empresas se frotan las manos— vive solo en un espacio limitado, sin grandes amplitudes o diáfano, algo que sin duda limita el tamaño de su compra, pero no el dinero que destina a ella. Para que nos entendamos, es el individuo que no consigue gastar un litro de leche antes de que caduque o al que media docena de huevos se le queda grande. El mismo que busca la ensalada ya preparada, solo a falta de aliño, en una bolsa de ración individual y suele llevar a su despensa algunas delicatessen para darse el capricho.Según datos del grupo Media Planning, el gasto en alimentos de las personas que viven solas representa ni más ni menos que el 40% del gasto total de este sector en Europa.
Es necesario subrayar que entre los singles —especialmente en estos duros tiempos que nos toca vivir— también se encuentran los que el sueldo apenas les da para pagar el alquiler, los que están en el paro o quienes, por más que intenten llevar una vida austera, pasan apuros para llegar a fin de mes.