Voy a contarte una historia que ya conoces. Pero escucha bien, porque dentro de ella hay otra historia que no has oído nunca.
La historia que conoces es sobre un niño llamado Wolfgang Amadeus Mozart.
Reconoces su nombre. Y aunque no sea así, a él lo conoces bien, porque has oído su música durante toda tu vida.
No estuvo aquí mucho tiempo: fue una chispa de vida, breve y brillante, un destello de polvo de estrellas que iluminó el cielo. Yo conocía su mente mejor que nadie; entendía cada uno de sus senderos sinuosos y sus rincones silenciosos tan profundamente como los míos. Lo recuerdo todo: cómo su manita cabía en la mía, sus largas pestañas contra sus mejillas infantiles, la expresión con que me miraba en la oscuridad del dormitorio que compartíamos, sus ojos grandes y frágiles que brillaban, siempre soñando con algún lugar lejano. Voy a contarte cómo en su pequeño pecho cabía tanta alegría y tanta belleza que, si no tenía cuidado, acabaría derramándose en las calles e inundaría el mundo con demasiada luz. Él lo sabía y por eso se contenía, transformaba lo inimaginable en una rígida simetría para que el mundo pudiera entenderla, y por eso su música fue aun más sublime.
La historia que nunca has oído es la de la hermana que componía a su lado. En cierto modo, a ella también la conoces, pues has oído su música durante toda tu vida. Ella no es el polvo de estrellas sino el pabilo constante, el que arde con un brillo tenue y moderado. No la ves por el modo en que ilumina el cielo, sino por la forma en que se afianza en la oscuridad, sola, por la noche, junto a una ventana, mientras el mundo duerme a su alrededor. Ella escribe cuando no la ven. Por la mañana, nadie sabría que su llama había ardido. Su música es el fantasma en el aire. La conoces porque te recuerda a algo que no logras identificar del todo. Te preguntas dónde la has oído antes.
La historia que ya conoces transcurre en una tierra real, llena de reyes, castillos y cortes de verdad. Hay largos viajes en carruaje, conciertos de verano y un niño con un blasón real.
La historia que nunca has oído transcurre en un sueño de niebla y estrellas, con príncipes de las hadas y reinas de la noche. Se trata del Reino del Revés, y de la niña que lo encontró.
Yo soy la hermana, la otra Mozart. Y su historia es la mía.