El cartomántico

Está comúnmente aceptado que todos poseemos alguna cualidad esotérica, pero para practicar una disciplina oculta o mágica, lo mismo que para todas las artes o profesiones, es necesario un cierto nivel de conocimientos, aprender las reglas y, sobre todo, mantener una actitud de honestidad hacia uno mismo y hacia los demás, aunque la aplicación se haga desde un espíritu de juego o diversión.

El motivo es que las prácticas mágicas pueden acarrear alguna sorpresa o alguna revelación inesperada, que ha de examinarse siempre con atención, pero sobre todo transmitirse con seriedad, respeto y máxima honestidad.

En este manual he tratado de reflejar todas las nociones necesarias para llegar a ser un buen cartomántico, a partir del tarot piamontés, del cual han surgido las demás cartas de juego utilizadas actualmente. He intentado exponer los datos en el orden más elemental posible para satisfacer principalmente las exigencias del neófito que tiene en sus manos por primera vez un mazo de cartas y de esta manera convertirlo en un verdadero cartomántico.

Para la interpretación de las cartas y la aplicación del juego es necesario estudiar atentamente este manual y consultarlo constantemente porque las posibilidades de las cartas en sus múltiples combinaciones son muchas y es imposible, incluso para los más dotados, recordarlas todas tras una primera lectura. Es sabido que los sistemas de juego conocidos son muchos: nosotros utilizaremos el sistema en cruz, uno de los más clásicos, que deriva del método de la cruz céltica o juego de las 10 cartas y que se relaciona con otros, como el del juez o los muchos llamados de los gitanos.

Ha sido escogido no por especial simpatía, sino por el hecho de que la existencia de tantos juegos demuestra que cada cartomántico puede inventar uno personal. Lo he escogido además por ser el más sencillo de utilizar y el más claro y comprensible en lo que se refiere a las respuestas.

Dado que estoy convencido de que el esoterismo se expresa a través de canales de gran sencillez, me ha parecido inútil llevar al lector, en especial si es principiante, hacia complicadas explicaciones de métodos que, por su complejidad, muchas veces tienen el riesgo de falsear unos resultados que por naturaleza son elementales. El método usado en esta obra ofrece además la posibilidad de llevar a cabo variaciones o personalizaciones que podrá adoptar el cartomántico. Sin embargo, me siento en la obligación de llamar la atención frente a las posibles desviaciones debidas a la búsqueda de variaciones personales quizá para obtener resultados inmediatos: los resultados han de buscarse con paciencia a través del sistema que presentamos, el cual, lo puedo asegurar, es completo en todos los aspectos, tanto por la sencillez de realización como por su origen clásico. Además, más allá de las indicaciones didácticas que cada uno puede asimilar documentándose convenientemente, es aconsejable personalizar las cartas en relación a las propias vivencias. Siempre ha sido válida la frase «Esta carta siempre me ha indicado...», clásica entre los profesionales de la cartomancia. Es conocido, por ejemplo, que Carlos VI hizo que sus artistas sustituyeran los antiguos jeroglíficos representados en las cartas por personajes de su corte, inventando incluso juegos adecuados a la actualidad de su mundo. De esta forma dio lugar a la creación de la escuela francesa, todavía hoy muy conocida y con gran actividad.

Las cartas son un instrumento para comunicar con el misterioso mundo de lo imponderable y, como en toda disciplina, arte o profesión, han de ser un instrumento práctico y ser conocido en sus mínimos detalles. El cartomántico ha de vivir en sintonía con las cartas, consultarlas continuamente, tanto para indagar el futuro como para confirmar los fenómenos o acontecimientos del presente. No hay que asustarse o desanimarse si las indicaciones son contradictorias, sino entender por qué las cartas responden de un modo contradictorio o desordenado; seguramente será debido al estado de ánimo del cartomántico que no está en la mejor de las disposiciones para realizar una consulta. En este caso es conveniente suspender la sesión, relajarse, encontrar el equilibrio personal, intentando liberarse de las componentes negativas, tales como resentimiento, odio y venganza. No podemos nunca olvidar que el que se dedica a las disciplinas esotéricas, en particular a la cartomancia, se coloca de hecho en una posición de superioridad, incluso intelectual, pero sobre todo espiritual y si quiere tener éxito es necesario que se libere de todas las características negativas propias de la condición humana. Por tanto, es necesaria una disciplina moral recta y constante, una honestidad hacia sí mismo y sobre todo hacia los demás.

Se ha escrito mucho sobre los rituales y el comportamiento del cartomántico. También en este caso es válida la regla de que cada uno ha de encontrar el camino más apropiado según su experiencia y sus características innatas. Es aconsejable llevar a cabo el juego en lugares apartados y solitarios, si la consulta es personal, en otros casos sólo con el consultor, ya que la simple presencia de terceros puede alterar las indicaciones, falseando los resultados y desviando las intuiciones.

Antes de iniciar el juego es necesario un mínimo de meditación, pero sobre todo es necesario concentrarse en el tema objeto de la consulta o sobre la pregunta que quiere dirigirse a las cartas. El cartomántico ha de encontrarse en una posición cómoda, con todo su entorno (luz, ambiente, ruidos, etc.) lo más confortable posible.

Antes de pasar a barajar las cartas, el cartomántico ha de escrutar profundamente, aunque sea de una forma desenvuelta, a quien hace la consulta, para crear entre ellos una relación telepática, fundamentada en canales de simpatía, entendimiento y confianza mutua.

Es innecesario decir que el cartomántico nunca debe dirigir el juego hacia falsos motivos o fines exclusivamente mercenarios: quien actúa de esta manera traiciona la nobleza de este arte y mancha de falta de honestidad su personalidad espiritual. La cartomancia se basa en las más nobles artes esotéricas, las que enlazan el mundo real con el mundo de lo imponderable y del misterio, a través de los más genuinos canales de la espiritualidad humana. Por todos estos motivos, si el estudio y el trabajo están basados en la seriedad y la honestidad, el cartomántico se enriquecerá continuamente con conocimientos y cada vez podrá escrutar mejor dentro de sí mismo y dentro de los demás.

La historia es rica en documentos, cuentos y leyendas sobre las más conocidas figuras de la cartomancia del pasado. También muchas figuras de personajes míticos o religiosos, incluso descritas en antiguos escritos, son conocidas por sus cualidades esotéricas y por sus revelaciones proféticas, obtenidas mediante juegos o procedimientos similares.

Todo ello para destacar una vez más que grandes personajes históricos, así como los grandes estudiosos del pasado se han ocupado del esoterismo.

Existen documentos que demuestran que algunos personajes famosos (santos, grandes caudillos, pioneros, en una palabra, personajes protagonistas de la historia) han comprendido su carácter de personalidades superiores cuando han empezado a experimentar fenómenos esotéricos o intuiciones mágicas, como si el esoterismo y la premonición fueran un banco de pruebas para grandes empresas y afirmaciones históricas.

Una cosa es cierta sin embargo: estos personajes, así como los más famosos cartománticos, habían conseguido alcanzar aquel grado de superioridad mediante una vida espiritual muy disciplinada, muchas veces llena de sufrimientos físicos en el límite de la capacidad humana. Sobre este tema no queremos insistir demasiado dado que nuestros modestos poderes no llegan tan lejos; sigue siendo cierto, sin embargo, que una disciplina moral es necesaria para un buen cartomántico. El estado de ánimo y la formación interior han de partir del estado psicofísico, que a su vez ha de ser lo más equilibrado posible y, sobre todo, el cartomántico ha de tener la capacidad de alcanzar aquel estado óptimo cuando más lo necesite. La profesionalidad se mide, precisamente, por la capacidad de control en los momentos delicados o en las situaciones dramáticas y este control solamente puede obtenerse mediante ejercicios y disciplinas de meditación espiritual elevada.

También es importante un buen estado de salud física para conseguir el completo equilibrio de la personalidad del cartomántico. Existen escuelas o ejemplos de vida de algunos cartománticos famosos que han servido para establecer algunas reglas escritas, que van desde la alimentación o la actividad sexual a la posición del cuerpo durante el sueño, etc. También se ha escrito y discutido mucho respecto a la posición que debe adoptar el cartomántico así como sus gestos y los movimientos que debe realizar antes y durante el juego.

Algunas escuelas enseñan que el cartomántico ha de colocarse frente al que consulta, de forma que las miradas entre ambos sean directas, para poder captar mejor las emociones y para poder desarrollar el valor telepático necesario en todo coloquio íntimo y personal.

También yo soy muy partidario de esta teoría, aunque existen otras tendencias y ejemplos, como el de la famosa cartomántica francesa mademoiselle Lelievre, que situaba al interlocutor a su lado izquierdo para sentir el contacto de su parte derecha, además de imponerle alzar la carta con la mano izquierda. Estoy convencido de que serán unas reglas muy válidas, aunque no aplicables por todos. Mi consejo es documentarse y experimentar lo máximo posible, dejando plena libertad en la búsqueda del propio equilibrio interior y las distintas formas, posiciones y colocaciones, aconsejando sencillez y muchas veces improvisación para obtener mejores resultados.