LAS RAÍCES DEL PENSAMIENTO RELIGIOSO EN EL MUNDO ANTIGUO

A continuación, intentaremos recorrer las principales etapas del largo viaje de un saber antiguo que ha traído hasta nosotros, desde un pasado remoto, el fascinante y en parte misterioso mundo de las ideas de la Wicca.

El panteísmo

La idea que reside en la base de casi todas las religiones paganas es el panteísmo. El principio fundamental de esta forma de pensamiento es el carácter sagrado de la Tierra y, por tanto, también de los seres humanos, que forman parte de la materia universal y participan directamente en la divinidad.

El universo entero, del que también formamos parte, obedece a unas leyes cósmicas de creación y destrucción. Para el panteísta no existe otro mundo, como tampoco existen el infierno ni el paraíso.

El ser humano, por tanto, debería entrar en comunicación con la energía cósmica sin la arrogancia ni la presunción de definirse como superior, sin querer usurpar, destruir o apropiarse de lo que le sirve para vivir.

La naturaleza es el templo en el que se practica la fe pagana, y al mismo tiempo es la esencia sagrada de la que participan los humanos, de la que proceden y a la que regresan.

Todos los dioses son símbolos de la naturaleza desde diversos aspectos, y sólo se separan de la realidad por obra de nuestra imaginación.

Quien practica la religión panteísta establece una conexión directa con la divinidad, sin necesidad de intermediarios; vive en el respeto por la naturaleza y comprende que existe un estrecho vínculo entre seres humanos, animales, plantas y seres inanimados.

El ciclo de la vida humana es tan sólo una parte del gran ciclo natural, y la muerte está considerada simplemente una fase de la existencia, un aspecto de la materia que continuamente se renueva en su incesante alternancia de creación y destrucción.

La ética panteísta está muy estructurada, aun en su simplicidad de fondo. A diferencia de otras religiones, para las que existe un infierno en el que los pecadores son castigados y un paraíso en el que se recompensan las buenas acciones, en la concepción panteísta el «bien» en la vida de la persona se caracteriza por estar siempre en sintonía con el cosmos, con la naturaleza y con los demás seres humanos. El bien se conquista a través del comportamiento correcto, el conocimiento y la devoción en los encuentros con los dioses.

Este tipo de concepción religiosa presenta muchos aspectos trascendentales: para un panteísta es posible una unión mística con la realidad a través de experiencias de tipo sensorial directas, como la contemplación de un cielo estrellado, caminar por un bosque, la percepción del viento y la lluvia en la piel, o la observación atenta de un cristal o de una hoja. Las «celebraciones» son momentos de fusión de la persona con las fuerzas naturales: se basan en las fases lunares y el ciclo anual de los solsticios y los equinoccios. El concepto fundamental es, sin embargo, el de considerar a la persona como parte del todo; así pues, todas sus acciones tienen una repercusión inmediata en el universo, que para los panteístas es sagrado y debe ser respetado y mantenido como un templo. Todavía hoy, quien se siente cercano a este modo de comportarse con todo lo que le rodea es empujado a ocuparse activamente de la protección del medio ambiente.

El paganismo

El paganismo es la concepción de vida del mundo pagano, pero para comprender mejor este concepto es conveniente remitirse a la definición ofrecida por Salvatore Battaglia, que define pagano de la siguiente forma:

Que no profesa la religión cristiana, que sigue doctrinas religiosas o cultos ajenos al cristianismo (con particular referencia a quien, en el mundo griego y romano, profesaba el politeísmo tradicional). […] En sentido genérico: infiel, idólatra, gentil. […] Politeísta, con particular referencia a la religión del mundo griego y latino, anterior al nacimiento de Cristo y a la difusión del cristianismo […], con particular referencia a quien se inspira en el modelo cultural y existencial del paganismo griego y romano, exaltando y retomando sus características esenciales de vitalismo optimista, jocundidad natural, feliz hedonismo, instinto libre, unidas en general a una visión inmanente de lo divino. […] Caracterizado por la ausencia de apremiantes y austeros escrúpulos de carácter religioso, por una libre, alegre y optimista expansión de las tendencias naturales, y por una despreocupada tendencia a lo instintivo […]; que tiende a una interpretación animista y mágica de la realidad, la naturaleza y las relaciones que con esta mantiene un ser humano, una persona, un pueblo; […] que está impregnado y siente antiguas formas de superstición, una religiosidad natural y primordial. […][1]

A partir de esta definición podemos comprender que el término pagano haya alcanzado con el tiempo una connotación con tendencia negativa. No obstante, es un hecho que en el campo y en los lugares menos accesibles, como por ejemplo los valles alpinos, el cristianismo penetró muy tarde y con extrema dificultad, dejando espacio a las anteriores culturas. También hoy encontramos muchísimos restos paganos en el folclore: el árbol de Navidad, por ejemplo, sigue siendo expresamente el culto a la fertilidad.

Como todas las religiones que han sustituido a las anteriores, también el naciente cristianismo destruyó estatuas, templos y lugares de culto de sus antecesoras, para erigir en el mismo lugar sus propios símbolos, formalizando así la victoria sobre los antiguos dioses y —por utilizar un término propio de la antropología— resemantizando todos los lugares ya considerados sacros.

De hecho, a menudo se edificaron iglesias y santuarios cristianos en emplazamientos de altares o templos destinados al culto pagano.

En el lenguaje corriente, el término pagano es utilizado para identificar cualquier religión no cristiana; esto, naturalmente, sin tener en cuenta que las múltiples religiones de la Antigüedad tuvieron un aparato de culto bien articulado, con castas sacerdotales precisas y jerarquizadas, rituales y «misterios».

Este amplio patrimonio ha sobrevivido de algún modo a lo largo de los siglos, ya sea por transmisión oral, ya sea mediante textos escritos. Más adelante tendremos ocasión de analizar las huellas que permanecen en el actual folclore.

Los egipcios

El universo religioso egipcio era muy complicado y estaba estructurado en un panteón constituido por innumerables seres divinos, que desempeñaban funciones fundamentales para la vida del ser humano común.

Todo contenía un carácter sagrado: todo ser vivo podía ser relacionado con lo divino y, como tal, convertirse en objeto de culto. El mundo de las divinidades egipcias, a pesar de ser tan complejo, era regulado por una unidad armónica que lo hacía natural y paralelo al del faraón, el sacerdote o el hombre común. De este modo, las divinidades veneradas en todo el país convivían con otras locales y menores, además de unas terceras, que desempeñaban un papel específico.

La cultura religiosa egipcia estuvo marcada por dos fases importantes, diferentes y sucesivas una a la otra. La primera guardaba relación con el mundo de los nómadas y cazadores, al que se remontan las numerosas divinidades vinculadas a los animales, tanto domésticos como salvajes. La segunda, más amplia, caracterizó el periodo en el que se fue imponiendo progresivamente la civilización agrícola: en esta fase se veneraron divinidades consideradas expresión de los elementos naturales, de la Tierra, del Cielo, de la Luna, etc.

Nut, divinidad egipcia del cielo, y su marido Geb, divinidad de la tierra

Un aspecto importante de la religión del antiguo Egipto lo constituyen las importantes afirmaciones de la zoolatría: el culto a los animales, considerados sagrados y, por tanto, divinizados. La religión egipcia se basó sobre todo en una constante y continua conciencia de que cualquier expresión de la naturaleza era, en cierto modo, una expresión divina y, como tal, merecía ser objeto de veneración y ser considerada una presencia importante en la vida de todo ser humano.

Veamos a continuación las principales divinidades egipcias.

Amón

Era la suprema divinidad egipcia. Asimilado a Ra, dios del Sol que nace, era representado con forma humana, con plumas sobre la cabeza.

Anquet

Era originariamente la diosa del agua, y parece que fue adorada primero en Sudán. Aparecía representada como una mujer que llevaba una corona de plumas en la cabeza.

Anubis

Era un dios con cuerpo humano y cabeza de chacal, patrón del embalsamamiento y señor de las necrópolis.

Presidía el tribunal de ultratumba, para el que utilizaba la balanza y, según la mitología, fue el momificador de Osiris.

Atón

Era el dios de la luz y del calor, una de las mayores divinidades egipcias. Aparecía representado como un disco solar.

Bast o Bastet

Normalmente aparecía representada a modo de mujer con cabeza de gato, aunque en algunas representaciones muestra una cabeza de leona y posee la piel de color verde. Sostenía un sistro en la mano. Era la diosa del fuego, de los gatos y de las mujeres embarazadas. Su centro de culto era Bubastis, en el delta oriental.

Geb

Este dios de la Tierra, hermano y esposo de Nut, aparece siempre representado con esta, con forma de hombre, a veces con dibujos de hojas o con una oca, ideograma de su nombre, en la cabeza.

Hathor

La diosa de la fertilidad y de la abundancia, del amor, de la felicidad, del baile y la música, protectora de las mujeres, era representada como una mujer con cabeza de vaca, o como una mujer con cuernos de vaca, entre los que aparecía representado el disco solar. Se la consideraba la madre de todos los dioses y las diosas, y sus símbolos eran el papiro, la serpiente y el sistro.

Horus

Hijo de Osiris, aparecía representado como un hombre con cabeza de halcón. Era una de las divinidades principales y presidía la observancia de ritos y leyes. El faraón era su encarnación terrenal.

Isis

Hermana y esposa de Osiris, hermana de Neftis y Set, hija de Nut y Geb, concibió a su hijo Horus con el cadáver recompuesto de su marido. Suele aparecer retratada como una mujer con un par de cuernos en la cabeza, con el disco solar en medio. En el Libro de los Muertos, Isis es quien da vida y alimentos al difunto, pero también puede ser su juez. Se la creía muy hábil en las prácticas mágicas. Era la diosa más amada en Egipto, y su culto se extendió hasta más allá de las fronteras del país.

Isis

Maat

Era la diosa que gobernaba las leyes físicas, el orden del mundo y la verdad. Generalmente era retratada como una mujer sentada. En una mano sostenía el cetro y en la otra el ankh.

El símbolo de Maat era una pluma de avestruz que llevaba entre los cabellos y que ponía en un platillo de la balanza en la que se pesaba el corazón del difunto. Si el corazón era más ligero que la pluma de Maat, se concedía al difunto la vida eterna.

Mut

Diosa de la maternidad y del parto, aparecía representada con cuerpo de mujer y cabeza de buitre, o como una mujer que llevaba en la cabeza la Doble Corona del Alto y del Bajo Egipto. Su nombre significa «madre», y para los egipcios era la madre del mundo. Sostenía en la mano el cetro de papiro y el símbolo ankh de vida.

Neit

Era una de las diosas más antiguas, y se la adoraba en todo Egipto. Se la representaba como una mujer con la Corona del Norte en la cabeza, empuñando el cetro o un arco y dos flechas. También era representada con una lanzadera en la mano, porque, si bien al principio era considerada diosa de la guerra, luego se convirtió en diosa de los tejidos.

Neftis

Era la hija de Geb y Nut, hermana de Osiris, Isis y Set, de quien también era esposa, y madre de Anubis.

Generalmente era representada como una mujer que lleva en la cabeza el jeroglífico símbolo de su nombre.

Nut

Hija de Shu y Tefnut, y esposa de Geb, dios de la Tierra, era la diosa del cielo diurno y el lugar en el que se formaban las nubes. En sus representaciones aparece como una mujer que lleva en la cabeza un jarro de agua o como una mujer tocando la Tierra con manos y pies, mientras que su cuerpo forma un semicírculo para representar el cielo. Sus extremidades son las cuatro pilastras sobre las que se apoya el cielo. Su marido, Geb, extendido bajo ella con una pierna doblada, apoyado sobre un codo y con un brazo levantado hacia arriba, representaba la tierra, las colinas y los valles.

Osiris

Considerado el primer faraón, era el dios de la vegetación y de la agricultura. Era padre de Horus, y aparecía representado como un hombre con piel verde.

Ptah

Era el dios protector de los artistas y los artesanos, representado como un hombre envuelto con un vestido muy estrecho que lo asemejaba a una momia.

Ra

Dios del sol naciente, era una de las divinidades principales. Se le consideraba el creador del universo, y era el protector del Estado y de la justicia. El sol era su barca, con la que todos los días atravesaba el cielo.

Sekhmet

Diosa de la fuerza, de la guerra y de la destrucción, de los encantamientos y de la venganza, aparecía con una cabeza de león. Hermana y esposa de Ptah, había sido creada por el ojo de fuego de Ra para destruir a los seres humanos como consecuencia de sus acciones malvadas y su desobediencia. Sólo la frecuencia de las plegarias y de los rituales que aplacaban a la diosa podía salvar a los egipcios de la ira de Sekhmet.

Set

Dios del desierto, de las tierras limítrofes y de los extranjeros, era la personificación del mal. En la mitología es hermano de Osiris, además de su peor enemigo, y fue vencido por su sobrino Horus.

Tefnut

El nombre de la diosa está compuesto por la raíz tef, que significa «húmedo», y nut, que quiere decir «cielo, agua». Tefnut era, por tanto, la personificación de la humedad. Generalmente aparecía representada como una mujer, y llevaba sobre su cabeza el disco solar rodeado por dos cobras. En sus manos sostenía el cetro y el símbolo de la vida, ya que en ella crecía la semilla del fértil valle del Nilo.

Tot

Se le representaba como un hombre con cabeza de ibis. Era el dios de la escritura y del cálculo, patrón de los escribas. En el tribunal del más allá se encargaba de anotarlo todo: el nombre del faraón, el peso del corazón, los éxitos de la ejecución y, mediante jeroglíficos, llevaba el control de la magia y los magos.

Los asirio-babilonios

Los babilonios tenían, como todos los pueblos antiguos, una religión politeísta que utilizaron con fines políticos, consiguiendo que Babilonia se convirtiera en un lugar sagrado de excepcional importancia espiritual. Estrictamente dependientes de la religión de los sumerios, los cultos babilonios reelaboraron los textos sagrados para exaltar el mito de Babilonia, vista como Bab-ilani, «puerta de los dioses». Entre los mitos importantes de la religión babilonia han llegado hasta nosotros el de las hazañas de Gilgamesh y el del Diluvio Universal, recuperado por completo de la religión sumeria. Los dioses babilonios más importantes formaban una trinidad: Marduk, Ishtar y Nabu. El primero era el padre de todos. Ishtar, en cambio, se remontaba al mito fenicio de Balaat, y entre los sumerios era venerada como Innin, mientras que era llamada Isis por los egipcios. Era la Gran Madre de todo, la que proporcionaba calor, fertilidad y seguridad al ser humano. Nabu era hijo de Marduk, y estaba muy cerca de los humanos. Acompañaba la procesión en la fiesta del Año Nuevo, indicativo de renacimiento y purificación, que tenía lugar con la ayuda de Ishtar.

Recordemos algunas de las principales divinidades asirio-babilonias.

Asshur

Jefe supremo del panteón asirio, rey del Cielo y de la Tierra, era un guerrero, en muchos aspectos similar al Yahvé de los hebreos. Se le representaba como un hombre con barba, concentrado en disparar con un arco al centro del disco solar alado. Sus esposas eran las diosas Ninlil e Ishtar.

Bel

Era una divinidad masculina de los antiguos pueblos semitas, común a los fenicios, asirios y babilonios. En un principio era el dios supremo de los cielos, pero a veces era adorado también individualmente, como en un monoteísmo. Se le consideraba señor de toda la Tierra, y se le definía como «rey de los países y de todos los humanos que en ellos habitan». En la teogonía babilonia era la segunda persona de la tríada divina (Anu, Bel, Ea) creadora del universo. Sus símbolos eran la tiara y el trono, y se le dedicaba el primer mes del año. Al fusionarse con el dios Marduk se convertía en Bel-Marduk.

Ea

Dios de las aguas y la sabiduría (llamado en sumerio Enki, señor de la Tierra), era una de las divinidades de la trinidad cósmica de los asirios y de los babilonios. Era representado como un hombre con cuerpo de pez, y se le conocía también como Oannes.

Enlil

Para los sumerios era el dios de las tormentas y su caudillo en las guerras. Era el dios creador y gobernador del cosmos, principal divinidad del panteón mesopotámico. Separó el Cielo (donde fue relegado Anu) de la Tierra (entregada a la diosa de los infiernos, Ereshkigal), poniéndose en medio como dominador. Fue quien enseñó a los humanos a cultivar la tierra y a vivir civilizadamente.

Ishtar

Hija de Anu y Atón, se la consideraba la diosa más importante de los asirio-babilonios. Era la diosa guerrera del amor y la fecundidad. Como Gran Madre, simbolizaba la fertilidad y era la reina del Cielo, pero se caracterizaba también por sus aspectos destructivos. Era considerada, sobre todo por los asirios, una diosa de la caza y de la guerra, representada con espada, arco y flechas.

Nergal

Era el dios de la sequía y de las catástrofes naturales. Según la leyenda, desafió y venció a la diosa de ultratumba, y después de casarse con ella se convirtió en el dios de los infiernos. Era considerado también el dios de la guerra y de las epidemias.

Nina

Era la diosa de las aguas, las fuentes y los canales. Se le dedicaba un culto especial en Lagash con motivo de los beneficiosos efectos del agua en la fertilidad de la tierra. De Nina derivó la ciudad de Nínive, que luego se convirtió en el mayor centro de culto a la diosa.

Tammuz

Era el dios asirio-babilonio de las fuerzas generadoras de la naturaleza, así como el dios de la agricultura. También era el dios de ultratumba, porque todos los años moría y luego era resucitado, en primavera, por su esposa Gesthin-anna.

Tiamat

En la mitología asirio-babilonia era la diosa del océano primordial. En la lucha con el dios Marduk fue muerta y partida en dos trozos, que sirvieron para crear el Cielo y la Tierra.

El panteón grecorromano

Si bien estaban políticamente divididos por diversas formas de gestionar el poder, todos los griegos de la península, las islas y las colonias tenían la conciencia profunda de pertenecer a una única estirpe, y poseían así una unidad espiritual evidente en su panteón: las divinidades eran denominadas panhelénicas, es decir, «de todos los Helenos».

A estas divinidades se les conferían aspectos antropomorfos y eran reunidas en una especie de gran familia cuyo jefe supremo era Zeus. Vivían en el monte Olimpo, el más alto de Grecia. Bosques, selvas y ríos, en cambio, eran habitados por divinidades menores (sátiros, ninfas, etc.).

Entre este conjunto de divinidades había una, misteriosa y potentísima, que nunca fue plasmada con facciones humanas: el Hado o designio divino, una voluntad cósmica superior a los dioses mismos, determinante en todos los acontecimientos.

A la izquierda: La diosa Fortuna (en Gli Dèi, de Vicenzo Cartari, Padua, 1626); A la derecha: Providencia (en Gli Dèi, de Vincenzo Cartari, Padua, 1626)

Los dioses tenían características puramente humanas: las pasiones, las virtudes, las necesidades y los defectos de los humanos aparecían representados en los habitantes del Olimpo, que se diferenciaban de los comunes mortales por su poder sobrenatural y su inmortalidad.

Los griegos no tuvieron una teología propiamente dicha: fueron los poetas quienes inventaron y divulgaron los mitos y las historias de los dioses.

Los templos conservaban en su interior las estatuas de los inmortales, y los fieles no podían acceder a las zonas de culto, que estaban reservadas a la clase sacerdotal; por ello, celebraban los sacrificios en el exterior, en altares construidos a tal efecto ante la entrada del templo.

Un lugar sagrado importante era aquel en el que se podía interrogar al dios, que respondía en forma de oráculo por boca del propio sacerdote. En lo referente a estos últimos, no existía una jerarquía, y en el sacerdocio, al que se podía acceder por elección o por herencia, eran admitidas también las mujeres.

Los rituales fúnebres atestiguan en Grecia la creencia en una vida ultramundana. De hecho, a los muertos se les introducía en la boca una moneda, considerada un óbolo para pagar a Caronte, barquero de las almas, el paso del Aqueronte, el río que rodeaba el Averno; y se les colocaba en la mano una hogaza de pan, que había que lanzar al perro Cerbero, el guardián. En el reino de los muertos se distinguían el Elíseo y el Tártaro. El primero era el lugar de la bondad, para los justos, mientras que el segundo era el lugar de los tormentos, para quienes se habían manchado cometiendo delitos.

Recordemos algunas de las principales divinidades griegas y latinas.

Afrodita/Venus para los latinos

Nacida de la espuma de las aguas del mar Egeo, fecundadas por el esperma de Urano, castrado por Cronos, uno de los Titanes hijos de Gea. Diosa de la belleza, del placer y del amor, por voluntad de Zeus se casó con Hefestos, el herrero de los dioses, hijo de Zeus y de Hera, pero tuvo muchos amantes, entre los cuales encontramos a Ares —con el que engendró a Eros, dios del amor—, Hermes y Anquises, un príncipe mortal con el que engendró a Enea. Son hijos de Afrodita, también, Anteros, Deimos y Fobos.

Venus (en Gli Dèi, de Vincenzo Cartari, Padua, 1626)

Ares/Marte para los latinos

Hijo de Zeus y de Hera, dios de la guerra, representaba la violencia más que el heroísmo y el valor. Los dioses, incluido su padre, no lo soportaban, debido a sus explosiones de rabia irracional. Amó a Afrodita, con la que tuvo algunos hijos.

Artemisa/Diana para los latinos

Hija de Zeus y Leto, hermana de Apolo, era la diosa virgen de la luna, de la caza y de la naturaleza salvaje. Se la representaba armada con un arco y unas flechas. Como protectora de los bosques y de los lugares salvajes, representaba la fuerza de la naturaleza y el ciclo del nacimiento y la muerte.

Atenea/Minerva para los latinos

Era la tercera diosa virgen del Olimpo, y una de las divinidades más potentes, hija de Zeus y de la ninfa Metis. La mitología cuenta que a Zeus se le profetizó que el hijo que naciera de esa unión lo destronaría, por lo que Zeus engulló a Metis cuando estaba embarazada. Sin embargo, al momento empezó a sufrir un dolor de cabeza insoportable, de manera que pidió a Prometeo que le abriera la cabeza para calmarle el dolor. De la cabeza de Zeus salió Atenea, completamente vestida con armadura y yelmo, y con armas. En la mitología, además de ser la diosa de la guerra que conducía a la victoria (de ahí el apelativo de Nike), está considerada la diosa de la razón, de la sabiduría, de la inteligencia, de la justicia, de las artes y los oficios, de la literatura y la filosofía. Presidía la actividad intelectual, y era protectora de la agricultura y el comercio, así como de todos los aspectos de la vida civil.

Coré/Perséfone para los latinos

Hija de Deméter, estaba considerada la diosa del paso de la infancia a la madurez, y se le dedicaban las primeras menstruaciones. Perséfone era hija de Zeus y Deméter, y representaba tanto la luz como la oscuridad. Hades, el rey de la ultratumba, se enamoró de ella y la raptó. Deméter, deshecha por el dolor, provocó una escasez en la Tierra y amenazó con destruir toda la humanidad. Entonces Zeus ordenó a Hades que devolviera a Perséfone a su madre. Antes de dejarla ir, Hades la convenció para que tragara algunas semillas de granada, de forma que fue condenada a pasar un tercio del año bajo tierra.

Deméter/Ceres para los latinos

Hija del titán Cronos y de Rea, y hermana de Zeus, diosa de la vegetación y de las cosechas, era patrona de la fertilidad del suelo y de la fecundidad femenina. Deméter era también la diosa de la opulencia y presidía todo lo que crece. Tuvo una hija con Zeus, Coré, que fue raptada por Hades y llevada a la ultratumba.

Dionisos/Baco para los latinos

Hijo de Zeus y Sémele, era dios de la fuerza fecundadora de la naturaleza, venerado particularmente por las mujeres y reconocido como dios del vino. Son lugares sagrados suyos los bosques, los viñedos y los valles, en los que vivía en compañía de ménades, ninfas y sátiros.

Eros/Cupido para los latinos

Representado como un chiquillo desnudo con un arco, era la personificación del amor, hijo de Afrodita y Ares. Zeus, que entendió que crearía muchos malentendidos, conminó a Afrodita a matarlo, pero esta, en lugar de obedecer, lo escondió en los bosques, donde fue criado por las fieras. Cuando creció, se fabricó un arco con el que arrojaba flechas que hacían enamorarse a quien era alcanzado por ellas.

Febo/Apolo para los latinos

Leto fue seducida por Zeus y, ya embarazada, se vio obligada a esconderse para evitar la ira de Hera. Dio a luz a dos gemelos, Apolo y Artemisa. Apolo representaba el autocontrol, el conocimiento de sí mismo (en el templo de Delfos dedicado a él, se halló el famoso escrito Conócete a ti mismo). Era, ante todo, un dios profético, protector de la justicia y de la música.

Gea

La Madre Tierra, divinidad preolímpica, nació al inicio de la creación a partir del caos primordial, dando origen a toda la estirpe de los inmortales, así como a la Tierra. Era venerada, además de como diosa de los mortales y de la ultratumba, como criadora de niños. La mitología latina la identifica con Tellus.

Hades/Plutón para los latinos

Era la divinidad que reinaba en la ultratumba. Se enamoró perdidamente de Perséfone y la raptó, provocando la ira de Deméter.

Hécate

Diosa griega, reina de la noche, que representaba la parte oscura de la luna y las profundidades de la Tierra. Dirigía los espíritus de los difuntos que regresaban entre los vivos. Solía asociarse a las brujas. Era la diosa de los caminos, los cruces y los fantasmas nocturnos; supervisaba los encantamientos y protegía a brujas y magos.

William Blake, Hécate. Esta diosa era considerada la protectora de las brujas

Hécate (en Gli Dèi, de Vincenzo Cartari, Padua, 1626)

Hefestos/Vulcano para los latinos

Dios del fuego y herrero, era débil y deforme. Nacido de Hera, que se quedó embarazada sin necesidad de un macho, al sentir celos por el nacimiento de Atenea de la cabeza de Zeus. Hera, como no lo quería, lo expulsó del Olimpo. Cuando creció, quiso vengarse de su madre, y construyó un trono del que, nada más sentarse la diosa, salieron unas cuerdas muy finas y muy fuertes que la ataron de tal modo que nadie pudo liberarla. Zeus ordenó entonces a Hefestos que liberara a su madre, pero este respondió diciendo que no había tenido el placer de conocerla. A cambio de liberar a Hera, el astuto herrero pidió poder casarse con la más hermosa de las diosas: Afrodita.

Hera/Juno para los latinos

Nacida de Cronos y Rea en la isla de Samos, Hera era la reina del Olimpo y la diosa del matrimonio. Era esposa y hermana de Zeus, con el que tuvo dos hijos y una hija: Ares, dios de la guerra; Hefestos, dios del fuego, y Hebe.

Juno (en Gli Dèi, de Vincenzo Cartari, Padua, 1626)

Hermes/Mercurio para los latinos

Hijo de Zeus y de Maya, poseía algunas características peculiares: la velocidad, la ligereza, la variabilidad y el gusto por las bromas y los desaires. Además, era muy listo, tanto que los griegos lo veneraban como dios de los comerciantes y los ladrones, de la navegación, de los viajes, de la elocuencia. Es el inventor de la matemática y la astronomía. Al ser tan rápido como el viento, Zeus lo nombró mensajero de los dioses.

Hestia/Vesta para los latinos

Diosa griega protectora de los hogares y las casas. Hija mayor de Cronos y Rea, era hermana de Zeus y de Poseidón. No sólo era diosa del hogar y de la vida doméstica, sino también, en particular, del fuego que arde en el hogar.

Némesis

Es la diosa griega de la justicia y de la venganza. Perseguía a los malvados y a quienes no hacían buen uso de los dones concedidos por la fortuna.

Poseidón/Neptuno para los latinos

Hijo de Cronos y de Gea, hermano de Zeus y de Hades, Poseidón era el señor del mar, en cuyas profundidades vivía, en un palacio bellísimo, junto a las ninfas oceánicas, los tritones y las sirenas.

Rea/Cibeles para los latinos

Rea, esposa de Cronos y madre de Hestia, Deméter, Hera, Hades, Poseidón y Zeus, era la personificación de la Madre Tierra, protectora de la vegetación y de la agricultura. Diosa de la tierra fecunda, era llamada «Gran Madre de los dioses», y aparece representada como una mujer madura sentada en el trono entre dos leones.

Zeus/Júpiter para los latinos

Era el más importante y poderoso de todos los dioses, al que todos debían obediencia. Hijo de Cronos y Rea, Zeus es el único que no fue devorado por su padre. Escondido por la madre y criado por la cabra Amaltea, cuando llegó a adulto quiso hacerse con el poder de Cronos. Dio a su padre algo de beber que lo obligó a vomitar a los hijos que anteriormente se había tragado. Apoyado por sus hermanos y hermanas, Zeus destronó a Cronos, combatió y venció a los Titanes, y conquistó así el cielo, mientras que a sus hermanos Poseidón y Hades les fueron concedidos, respectivamente, el mar y el reino de los muertos. Famoso por sus aventuras amorosas, Zeus engendró dioses y héroes. Tuvo por esposas primero a Metis, después a Temis y, por último, a Hera.

Los pueblos célticos

El panteón de los celtas era muy amplio y estaba subdividido. En él ocupaban un lugar fundamental las divinidades vinculadas a la naturaleza y a la guerra. Los bosques eran el espacio de los dioses, a los que los sacerdotes, llamados druidas, dedicaban sus rituales y sus festividades, que guardaban relación con los calendarios agrícola y lunar. A estos calendarios no sólo se ajustaba gran parte de las prácticas religiosas, sino también muchas otras actividades que caracterizaban la cultura de los celtas.

Según el calendario céltico, el año se dividía en dos estaciones: Geimredh, la estación invernal, y Samradh, la estival. El año comenzaba en noviembre, con una de las cuatro fiestas consagradas: el Shamain. En esa ocasión, las ceremonias comprendían el encendido de grandes hogueras y el sacrificio de animales.

Otras fiestas importantes del calendario céltico eran Imbolc y Beltane (en relación con la trashumancia del ganado hacia los pastos de verano) y Lughnasadh (uno de agosto), una fiesta de agradecimiento de tradición agrícola, cuyo nombre significaba «nupcias de julio».[2] Lug, en la religión céltica, era la divinidad que había inventado todas las artes y, por tanto, como héroe cultural, las había enseñado a los humanos. Estas son las fiestas que entraron a formar parte del calendario litúrgico de la Wicca.

La religión céltica, al estar estructurada según una base fuertemente naturalista, que implicaba cielo y tierra, mundo vegetal y animal, raramente se limitaba a divinidades humanizadas. De hecho, los celtas representaron limitadamente sus seres divinos, al menos hasta la conquista romana, cuando, condicionados por el peso de la cultura de los itálicos, empezaron a describir desde el punto de vista iconográfico a cada una de las divinidades, a veces fruto de una combinación con las romanas.

Según fuentes evidentemente romanas —los celtas carecían de escritura—, algunas tribus practicaban también sacrificios cruentos, destinados a aplacar la ira de las divinidades que estaban sedientas de sangre humana, entre las que encontramos a los feroces Taranis, Teutates y Esus.

Las fuentes medievales —las únicas que hablan ampliamente de ello, si bien muy condicionadas por la ética cristiana y el desprecio por todo lo que se consideraba pagano— describieron cómo se destinaban a estas divinidades unas víctimas señaladas, que podían ser quemadas, ahogadas o despedazadas. Estas y otras versiones, sin embargo, han sido reconstruidas sobre una base fantástica y sin la aportación efectiva de documentos históricos.

Además, la religión de los celtas no puede ser considerada un fenómeno compacto, ya que existían diferencias bastante notables entre las diversas regiones en las que se practicaba.[3] Estas diferencias se debían, por una parte, a la contaminación con otras culturas, y por otra, a la influencia de una mitología que podía estar profundamente condicionada por las características ambientales y geográficas.

No obstante, hay que tener en cuenta que, más allá de las diferencias regionales, había una base común, en la que ocupaban un lugar prominente la Diosa Madre, los animales y la naturaleza.

A continuación mostramos una completa lista con las principales divinidades célticas.

Arianrhod

Diosa de la luna y del destino, vivía según el mito en Caer Arianrhod, el castillo de Arianrhod, donde eran enviados los muertos. Maga, iniciadora y señora del destino, era la diosa de la luna llena y poderosa hija de la Diosa Madre Danu. Símbolo de inspiración y adivinación, se casó con Gwydion, rey y mago bretón. Uno de sus hijos, Dylan, se sumergió entre las olas nada más nacer y se convirtió en dios del mar.

Artio

Era la diosa de los bosques, semejante a la griega Artemisa. Se la representaba como una osa.

Badb

Esta diosa céltica, simbolizada por la corneja, era reverenciada y temida por los guerreros como anunciadora de guerras y destrucción. Aparecía con esta forma en las batallas. Con Macha y Nemain formaba la tríada conocida como Morrigan.

Balder

Dios de la belleza y de la luz, era hijo de Odín y Frigga, y esposó a Nanna. Fue asesinado por el irritante dios Loki con una rama de muérdago.

Beleno

Dios de las artes, semejante al griego Febo.

Berchta o Perchta

Diosa del destino, aparecía para anunciar la muerte. Llamada también «la fúlgida», vivía en el interior de un monte en el que custodiaba las almas de los niños que habían nacido muertos. Esta diosa tejía los hilos de la vida de los humanos, y era protectora de la casa y la familia. Entre sus atributos estaban el huso y la rueca, ya que también protegía las tareas de las mujeres.

Bragi

En la mitología nórdica era hijo de Odín y Frigga. Dios de la poesía y de la sabiduría, fue esposo de Iduna, diosa de la juventud.

Brighit

Hija de Dagda, diosa de la cultura, la inspiración y la curación, era considerada protectora de la poesía, la metalúrgica y la medicina. Poseía un triple aspecto: como diosa de la poesía inspiraba a los bardos; como diosa del trabajo de los metales enseñaba a los humanos a ser herreros, y como diosa de la curación protegía y ayudaba a quienes practicaban la medicina. César la describe como patrona de las artes y la artesanía. Los romanos la asimilaron a Minerva. Brighit también fue venerada como diosa de la fecundidad y era invocada para asistir los nacimientos de los niños y la maternidad.

Cerridwen

Diosa de la fertilidad, hija de Ogyrven, se casó con Tegid Voel el Calvo, con quien tuvo dos hijos: una muchacha, considerada la más bella del mundo, llamada Crerwy, y un muchacho, el más feo del mundo, llamado Avagdu. Su nombre significaba «puerta divina», entendido como paso a través del cual se podía alcanzar el conocimiento supremo. Era la diosa del caldero de la sabiduría, que contenía una poción denominada greal, obtenida con seis plantas mágicas. Quien bebía del caldero tenía acceso al conocimiento y la sabiduría del mundo.

Un día, Gwydion robó el caldero y Cerridwen lo siguió por todo el mundo. Él, para conseguir escapar, se convirtió en liebre, pero entonces ella se transformó en lebrel; él se volvió pez y ella nutria; él se transformó entonces en pájaro, y ella, en halcón; por último, Gwydion se convirtió en una semilla, y ella, tras volverse gallina, se lo tragó. La diosa se quedó embarazada y dio a luz un niño que arrojó al mar: era el bardo Taliesin, el Merlín de la Bretaña.

Dana o Danu

Diosa Madre, antepasado de los Tuatha De Danann, y compañera del dios Dagda, era la diosa de la fertilidad y de la abundancia. Se la consideraba madre de muchísimos dioses, pero, como suele ocurrir con las divinidades célticas, su identidad y su estado no están claramente definidos.

Égir

Dios del mar, llamado también Hler o Ymer; se casó con Ran, con la que tuvo nueve hijas: las ondinas.

Epona

Conocida también como «la Gran Yegua», era considerada la diosa de los caballos, protectora de los jinetes. Como sus equivalentes inglesa e irlandesa, Rhiannon y Macha, presentaba todas las peculiaridades que la asemejaban a las Diosas Madres invocadas tanto por los celtas como por los romanos.

Erda

Diosa de la Tierra, gobernaba el destino de los humanos que se dirigían a ella para conocer el futuro. Odín sacrificó un ojo para beber de su fuente. Los arados eran símbolo de su poder.

Pomona (en Gli Dèi, de Vincenzo Cartari, Padua, 1626)

Freya

Diosa de la juventud y la belleza, de la fertilidad y de la magia. Era el equivalente de la Venus latina, compañera de Odín (Wotan); protegía los matrimonios y los partos. Se la representaba sobre un carro tirado por dos gatos.

Freyr

Era el más dócil de todos los dioses. Se le consideraba dios de las fuerzas fecundadoras. Hijo de Odín, gobernaba los vientos, las lluvias y el buen tiempo, y era favorable para todas las producciones de la tierra. Su esposa era la gigantesca Gerd.

Heimdall

Era el centinela de los dioses, y se sentaba al final del Bifrost, la Vía Temblorosa (el arco iris que conduce a Asgard, la sede celestial de los dioses). Según Edda, no dormía nunca; tanto de noche como de día podía ver a una gran distancia. Oía crecer la hierba en la Tierra y nacer la lana de las ovejas. Según la mitología, prendió fuego a una pareja de humanos, Ai y Edda. En Ragnarok, Heimdall tocó el cuerno Gjalhorn para dar la alarma, pero fue demasiado tarde para evitar la batalla final, en la que todos los dioses murieron.

Hermod

Hijo de Odín y mensajero de los dioses, fue mandado a los infiernos para liberar a Balder, pero no volvió a salir.

Loki

Hijo de Farbaute y de Laufeia, estaba muy mal visto por los demás dioses porque provocaba discordia. Culpable de causar la muerte de Balder, fue encadenado a tres acantilados, pero se convirtió en salmón y consiguió escapar; después de ser nuevamente capturado, se le colgó sobre la cabeza una serpiente, que goteaba veneno y le provocaba unos dolores atroces. Por ello, al retorcerse, provocaba los terremotos.

Lug

Era el dios supremo celtíbero del Sol. Presidía todas las técnicas y la medicina. Era el padre del héroe Cú Chulainn.

Macha

Diosa reina y guerrera, al bajar a la Tierra solicitó la hospitalidad de un joven viudo, Crunnchu, que la acogió en su hogar, le dio de comer y le ofreció un camastro; ella, a cambio, le arregló la casa. El joven le propuso entonces que se casara con él, a lo que la diosa accedió; luego, se quedó embarazada. A pesar de engordar por el embarazo, Macha seguía siendo ágil y podía correr con mayor velocidad que cualquier otra persona del mundo. El marido alardeó de ello en la corte, diciendo que su esposa sería incluso capaz de ganar a los caballos del rey. Este aceptó el desafío, declarando que si el joven no traía a su esposa, moriría. A pesar de que la mujer estaba embarazada, el rey siguió adelante con la carrera, y Macha venció, pero debido al esfuerzo dio a luz a dos gemelos. Para vengarse, la diosa emitió una maldición terrible sobre los humanos, que se habían mostrado tan poco sensibles: nueve veces nueve generaciones sufrirían las penas del parto. Luego, dio la espalda al mundo y, con los gemelos, abandonó para siempre la Tierra.

Morrigan

Era una poderosa divinidad guerrera que encarnaba la violencia, la masacre, la sed de sangre y venganza; sobrevivió luego en la leyenda de la bruja Morgana. Morrigan era la diosa de la muerte, pero también de la sensualidad y la fertilidad. Con su cabellera roja, sobre un carro ensangrentado tirado por caballos rojos, era muy respetada por los celtas. Su nombre significa «reina de los fantasmas», puesto que ver a Morgana significaba la muerte. Esta diosa era invocada antes de las batallas, y en su nombre se emitían maldiciones sobre los enemigos. Representaba la energía vital y la ferocidad que llevaba a los guerreros a la victoria.

Odín

Era el dios supremo del panteón nórdico, rey de los Ases. Se casó con Frigga, con la que engendró muchos dioses. Odín creó, además, a la primera pareja humana, Ask y Embla, a partir de dos troncos de árbol. Regulaba el destino de los hombres y los dioses. Se le conocía también como Wodan o Wotan.

Rhiannon

Era la reina del mundo de los muertos, pero viajaba también por encima de la Tierra montada en su caballo. Su nombre más antiguo, Rigantona, significaba «gran reina». Era la diosa de la tierra sagrada, de los caballos y de las aves, consideradas mensajeras de otros mundos.

Thor o Donar

Dios del trueno y de la fuerza en la mitología germánica, primogénito de Odín y Freya, viajaba sobre un carro tirado por cerdos. Su arma era el «martillo Miolnir», que tras destruir todo lo que hallaba en su camino regresaba a la mano del dios.

Tyr

Hijo de Odín y Frigga, dios de la sabiduría, la fuerza y la guerra, se le identifica con Marte. Se sacrificaba en su honor a los prisioneros de guerra, y las armas tomadas al enemigo eran colgadas en las ramas del bosque que se le dedicaba.

Del paganismo al cristianismo

El cristianismo de los orígenes fue perseguido intensamente por el poder romano, que veía en la nueva fe un peligro; en primer lugar, porque no se reconocían características divinas al emperador, pero también porque sus seguidores se negaban a prestar el servicio militar.

Las acusaciones que se hicieron al cristianismo fueron: deslealtad a la patria, ateísmo, odio por el género humano, infanticidio, canibalismo ritual y provocación de catástrofes naturales. Existen varias fuentes que nos proporcionan los comentarios de grandes pensadores sobre la religión cristiana: según Tácito, por ejemplo, era exitialis et detestabilis; según Plinio, prava et immodica; según Suetonio, nova et malefica, y así sucesivamente. Esta actitud no se hizo más tolerante, aunque con bolsas de resistencia, hasta mediados del siglo III.

La historia de las persecuciones indica claramente cómo en especial algunos emperadores advirtieron el peligro: uno de ellos fue Diocleciano (284-305), que persiguió con dureza a los cristianos los años 303-304 aproximadamente.

No fue hasta el año 313 cuando el emperador Constantino, que según la leyenda se convirtió después de un sueño premonitorio, promulgó el edicto de Milán, con el que concedía libertad de culto al cristianismo, igualándolo a las demás religiones.

En el año 325 tuvo lugar en Nicea el primer concilio ecuménico cristiano.

El año 337, tras la muerte de Constantino, sus hijos Constantino II y Constancio heredaron, respectivamente, el reino de Occidente y el reino de Oriente, mientras Constante gobernaba en Italia, en las provincias danubianas y en África. Estos decidieron anular cualquier otra religión que no fuera el cristianismo, prohibieron la adoración y los sacrificios a los antiguos dioses, destruyeron los templos y mandaron edificar iglesias cristianas.

Cuando murieron Constante y Constantino II, el imperio pasó a manos de Constancio; este, sin embargo, fue destronado en el año 361 por Juliano, llamado por los cristianos «el apóstata». Juliano admiraba en particular la cultura y los ideales de la Grecia clásica, y por ello decidió volver a la religión politeísta de raíz neoplatónica, basada en un culto solar mistérico muy parecido al de Mithra. La característica principal de la revolución de Juliano fue la tolerancia; de hecho, no prohibía profesar otros cultos, pero precisamente por ello tuvo enormes dificultades con los cristianos. Pasados tres años de gobierno fue asesinado, muy probablemente por un seguidor del cristianismo.

Le sucedió Valentiniano I (364-375) que, como era cristiano, volvió a prohibir los cultos politeístas, tal como hizo su hermano menor, Valente (364-378), entonces emperador de Oriente.

Este fue el fin definitivo de la libertad para los paganos y el inicio de su persecución. No obstante, el culto de los dioses antiguos no se extinguió completamente y algunas de sus peculiaridades dejaron huella en el folclore y han llegado hasta nosotros.