ORIGEN E HISTORIA DEL CHIHUAHUA

por Gianfilippo Falsina

En muchos ámbitos se plantean especulaciones, gran número de textos, trabajos de investigación y deducciones, a menudo lógicas y otras veces puramente fantasiosas, sobre los sucesos del pasado, con la esperanza de poder comprender los misterios del presente. Existen incluso ciencias, como la arqueología y la paleobiología, que ayudan de manera decisiva al hombre en su continuo intento por comprender las relaciones que hayan podido existir entre él y los animales. Este es el caso de nuestro pequeño amigo, cuyos orígenes han estado rodeados siempre de misterio y de leyendas más o menos ciertas que tienen como protagonista al perro más diminuto del mundo.

ORÍGENES MEXICANOS

Es necesario señalar desde el primer momento que, cuando se intenta descubrir el verdadero origen de esta raza, es fácil dejarse atrapar por las más variadas hipótesis, que, no obstante, son difíciles de contrastar por falta de documentación histórica.

Comenzaremos con los hechos incontrovertibles, es decir, con la atribución por parte de la Federación Cinológica Internacional, a la que pertenece la Real Sociedad Canina de España, de la paternidad y la tutela de la raza chihuahua a México.

Se sabe que su nombre deriva de la capital de una región mexicana que limita con Estados Unidos y que su historia parece estar arraigada en la milenaria civilización precolombina.

En efecto, pueblos como los incas mostraban ya antes del siglo XIII una intensa relación con canes como el perro desnudo mexicano, que, debido a la alta temperatura de su cuerpo sin pelo, se utilizaba para curar las más variadas enfermedades y que por ello fue objeto de culto al ser considerado un «enviado de los dioses».

También el chihuahua, considerado un pariente lejano de aquel perro, parece tener una historia ligada al misticismo.

Para encontrar los primeros criadores de chihuahua sería necesario realizar un salto hacia el pasado, hasta el periodo que en Occidente era el año 1000, pero que en América Central representaba el final de la era clásica de los mayas, los cuales dominaban dichas regiones, junto con la ya decadente civilización de Teotihuacán, desde la caída de los antiguos olmecas, ocurrida en torno al año 500 d. de C. Aunque es difícil imaginar lugares y culturas tan alejadas de nosotros tanto en el espacio como en el tiempo, los progenitores del chihuahua, llamados en su época techichis, fueron criados por primera vez por el pueblo conocido con el nombre de toltecas.

Los toltecas formaron una civilización que ya existía en el siglo IX, un periodo en que fundaron su capital, Tula, y dominaron el actual México entre los siglos X y XII, lo que dio lugar a un extenso imperio que sirvió de base al de los aztecas, mucho más conocidos para nosotros.

Nuestra investigación sobre los orígenes del chihuahua comienza aquí, en las pirámides de Cholula sobre las que se encuentran esculpidas figuras de perros pequeños, que representarían el primer testimonio histórico de su existencia.

Datadas en el mismo periodo histórico, se han encontrado diferentes esculturas de reducidas dimensiones en los yacimientos de Colima que se conservan en museos mexicanos y estadounidenses de arte precolombino; en ellos se representa lo que parecería ser un techichi, dadas las características peculiares de esta raza: cabeza redonda, ojos grandes, frente amplia y cola enroscada. De su tronco robusto podría deducirse una prole numerosa. Cabe suponer que, entre los toltecas, el abuelo de nuestro pequeñín fuese considerado un animal sagrado y que se venerase como tal.

Era muy común, y lo seguiría siendo durante la civilización azteca del siglo XII, la creencia de que al chihuahua le correspondía la tarea de acompañar al alma de su dueño en el más allá gracias a su capacidad para comunicarse con el dios Sol.

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Se sabe que las civilizaciones precolombinas establecieron una fuerte relación entre la estructura física de las personas, la de los animales y la de las divinidades, y también existen evidencias de la práctica de trepanaciones del cráneo y aplastamiento de la frente realizadas por los chamanes sobre sus aprendices o sobre los miembros de las familias de más alto rango para acercarlos a los dioses.

Nuestro pequeño amigo se habría convertido en un verdadero «intermediario divino» gracias a un rasgo característico de su cráneo, común a todas las razas enanas: el chihuahua tiene un punto en el cráneo en que los huesos no se sueldan completamente con el paso del tiempo: la fontanela.

Según la mística tolteca, esto constituía, al igual que el cráneo trepanado del chamán, la «marca» de los dioses que permitía al animal y al chamán comunicarse con ellos.

Esta característica hizo que sólo los miembros de la clase sacerdotal y gobernante pudieran poseer chihahuas, y que se prohibiese el sacrificio a los dioses de estos animales hasta que se produjese la muerte de su dueño, cuando debería acompañarlo al más allá para guiar su último viaje hacia «la dimensión del Sublime».

Después de desaparecer la civilización tolteca con la caída de Tula hacia el año 1100, no finalizó, sin embargo, la historia de este perro, que ha llegado hasta nuestros días.

En efecto, este animal continuó siendo celosamente custodiado por las castas sacerdotales y nobiliarias de las poblaciones mesoamericanas hasta la llegada de Colón y de los conquistadores españoles.

Desgraciadamente, a partir de la conquista de Tenochtitlán llevada a cabo por Hernán Cortés y la colonización española del territorio no se dispone de información suficiente que permita una investigación más profunda sobre la difusión del chihuahua.

Esta situación se prolongó hasta la independencia mexicana en 1821, cuando renació el interés por el estudio de la historia precolombina de las regiones de Centroamérica.

No obstante, esto no significa el final de las leyendas vinculadas al origen del perro más pequeño del mundo, sino que marca el inicio de nuestra investigación.

Del techichi nos hablan numerosas fuentes, entre las cuales Telma Gray en su The popular chihuahua, en el que menciona «un pequeño perro denominado techichi, antiguo nombre huatl, que, si bien es algo mayor, podría considerarse un antepasado del moderno chihuahua».

Los historiadores lo describen simplemente como un perro pequeño y gordo. Sabemos, a través de otras tradiciones, que este perrito se cruzó con un pequeño terrier que llevaban los conquistadores españoles y así dio origen a la raza.

La difusión europea del chihuahua se debería al hecho de que Cristóbal Colón o, según otros, Américo Vespucio, fascinado por uno de estos ejemplares, lo separó de sus propietarios y se lo llevó consigo a Europa.

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El ejemplo más célebre dentro de nuestra iconografía, sobre el que se basaría el pretendido origen mediterráneo del chihuahua, corresponde a un fresco pintado por Sandro Botticelli en el interior de la Capilla Sixtina y que muestra «las pruebas de Moisés». En esta obra se sitúa a este personaje bíblico en diferentes momentos de su vida; en el episodio que representa la salida de Egipto hacia la tierra prometida puede verse a un paje que sostiene bajo el brazo un perrito de color crema que muestra muchas de las características peculia res del chihuahua, como puede verse en las estatuillas de Colima.

¿Cómo pudo Botticelli representar a nuestro perrito si su origen puede hallarse en las pirámides de México? En su libro ya citado, Thelma Gray subraya que Américo Vespucio (1451-1512) no sólo era contemporáneo del conocido artista renacentista (1444-1510), sino que se conocían y habían sido vecinos en Florencia. Deberían hacerse dos precisiones: la primera es que Vespucio realizó sus expediciones antes de la conquista española de México, más exactamente en un periodo comprendido entre 1499 y 1503, y la segunda es que se hizo célebre por su interés en relación con los usos y las costumbres de las poblaciones mesoamericanas. De acuerdo con esta hipótesis, Botticelli habría podido inspirarse en un recuerdo de ultramar traído por su amigo y vecino.

Deberíamos añadir un detalle para perfilar la historia y es que el fresco en cuestión fue finalizado antes de 1482, ya que así lo establecía el contrato depositado en el archivo vaticano el año anterior.

¿Es posible que el chihuahua fuera retratado diez años antes del descubrimiento de América si sus orígenes fueran auténticamente mexicanos?

¿UN ORIGEN CONFIRMADO?

Otras fuentes sitúan en diversos lugares los orígenes del perro más pequeño del mundo. Según algunas teorías, el chihuahua sería un experimento de raza enana china que, junto con el «perro crestado chino», habría atravesado el estrecho de Bering durante la última glaciación o habría sido vendido a exploradores europeos que más tarde lo habrían llevado a América.

Por desgracia, creo que resulta difícil aceptar dichas teorías como posibles, sobre todo vista la talla de nuestro pequeño amigo y la posibilidad de que pudiera decidir desplazarse desde Asia hacia Alaska durante una glaciación, para descender después hasta las tierras de México.

Queda todavía por comprender, ya sea a través de la leyenda o de los testimonios, cuál puede ser el origen natural de este misterioso perro que, con seguridad, no puede haber aparecido de la nada.

Llegados a este punto, debemos establecer una hipótesis sobre el denominador común de las diferentes historias y testimonios con la esperanza de dar una respuesta a los múltiples interrogantes que se han planteado en estas páginas.

Tenemos testimonios de la presencia del chihuahua en tres partes del mundo: China, Italia (en un fresco que representa Egipto) y México.

Pensar en una migración de nuestro pequeño amigo puede ser difícil de aceptar, así como también puede parecerlo que haya sido llevado por las tribus que migraron, durante la última glaciación, a través del estrecho de Bering y que se establecieron en la zona de América Central. Por tanto, podemos descartar esta posibilidad, a menos que en el futuro pudieran aparecer nuevos datos.

La segunda opción es la leyenda según la cual los aztecas escaparon a las persecuciones refugiándose en las montañas y que los techichi, los hambrientos antepasados de nuestro pequeño amigo, al mantenerse fieles a sus dueños se volvieron melancólicos y mudos, mientras que aquellos que permanecieron en sus tierras de origen volvieron al estado salvaje y así dieron lugar a unos cruces que llevaron al nacimiento del chihuahua moderno.

No obstante, aunque esta versión pueda parecer interesante, debe subrayarse que la teoría del chihuahua asilvestrado ha sido refutada con el paso del tiempo, por lo que esta hipótesis tampoco parece demasiado razonable.

La última posibilidad sería que los viajeros hubieran llevado el chihuahua a México; esto podría resultar creíble si no fuese por las esculturas de los techichis, que parecen indicar la presencia precolombina de nuestro pequeño amigo.

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¿Y si existiese un antepasado común? ¿Y si hubiesen estado presentes en el mundo diferentes tipos de chihuahua descendientes de un progenitor común, que lo fuera incluso del techichi?

Este nuevo protagonista semejante a nuestro pequeño se llama zerda, un zorro del desierto que recientemente ha pasado de la familia de los zorros a la del fenec, y que comparte en gran medida el patrimonio zoológico con el protagonista de nuestra investigación.

Como se puede observar, a excepción de los ojos alargados, presenta todas las características físicas propias del chihuahua. Además de estas, los dos «primos», parecen tener los mismos gustos alimentarios: vegetales, insectos, lagartijas y pequeños roedores... ¡Todos los criadores saben cuánto les gustan estos últimos a nuestros perros! Sin embargo, también en este caso existe un halo de misterio debido al hecho de que este mamífero vive en el desierto del Sáhara y en la zona de Sudán; pero quizá sea posible encontrar una respuesta después de todo. En efecto, tal y como testimonia el autorizado Walker’s Mammals of the World, los restos más antiguos de perros domesticados estarían datados alrededor del 11 000 a. de C. en las regiones de Arabia y en el sur de Estados Unidos; dentro de los canes de talla pequeña, el doctor William Web halló veintiún esqueletos en una fosa de Kentucky que fechó en el 3000 a. de. C.

Llegados a este punto de la investigación no sabemos cómo pudo producirse esta difusión, pero podemos imaginar fácilmente que el chihuahua, con sus peculiaridades, podría haber sido una especie diferente, cuyos progenitores más próximos habrían sido los rechonchos techichi de los toltecas, cuya imagen ha llegado a nosotros en forma de esculturas y pinturas murales.

Los orígenes de nuestro pequeño amigo encuentran también una posible fuente de confusión en los chihuahua de la isla de Malta. Desde tiempo inmemorial, y todavía en la actualidad, se crían en Malta chihuahuas locales, a los cuales se les cortaba la cola hasta que entraron en vigor las últimas restricciones europeas sobre mutilaciones caninas.

Estos ejemplares no contaban con pedigrí pero morfológicamente poseían todas las características del chihuahua oficial.

De todos modos, el desarrollo del chihuahua en Occidente se produjo únicamente 300 años después de la llegada de los conquistadores, cuando, a mediados del siglo XIX, los estadounidenses comenzaron a importarlo y, a mediados del siglo XX, se convirtió en un fascinante «perro de bolsillo», coincidiendo con el apogeo del star system en Hollywood.

Quién sabe si en realidad no deberíamos desdecirnos de cuanto hemos expuesto en las páginas precedentes y en realidad tenga sus raíces en la antigua civilización egipcia, dado que esta y las precolombinas compartían el amor por los animales de talla pequeña y por el misterio. Pero digo «quizás», porque entonces la historia adquiriría tintes de intriga.

Campeón Dakota Song Love

PRIMEROS PASOS EN ESTADOS UNIDOS

En 1850 algunos perros pequeños que se encuentran en la frontera de Texas y Arizona con México reciben el nombre de Texas Dog, Arizona Dog y Mexico Dog. Más tarde predominó el nombre de Mexican chihuahua, dado por los turistas estadounidenses a los perros que habían adquirido en el estado de Chihuahua.

En 1864 se tiene noticia de la presencia del chihuahua en la corte de Maximiliano de Austria en México.

En 1884 un chihuahua se inscribe por primera vez en una exposición canina (Philadelphia Kennel Club Show) y la raza se registra como chichigas o chihuahua terrier.

En 1890 se realizan las primeras inscripciones del chihuahua en el Stud Book estadounidense. Sus nombres son: Anno, Bob, Eyah y Pepity.

En el año 1894 Stewart y Wister importan de México un perro de raza chihuahua de pelo largo con ojos rojos, del que descienden las dos principales estirpes de Estados Unidos: Meron y Perrito.

En 1901 se inscribe por primera vez en una exposición canina un chihuahua con este nombre: se trata de El Capitán.

En 1904 el American Kennel Club reconoce oficialmente la raza. El primer chihuahua registrado oficialmente fue Midget. Durante el mismo año se registraron otras tres hembras y dos machos.

En 1905 se registró en el American Kennel Club el primer chihuahua campeón: C. Beppie (nacido en 1903).

En 1923 se funda el Chihuahua Club of America.

En 1928 un perro de la raza chihuahua resulta proclamado campeón internacional; se trata de Don Gringo.

Aumenta progresivamente el aprecio por esta raza y en 1940 se registran 685 ejemplares. ¡Pero en el año 1950 se registran 9242 más! Y la popularidad continúa incrementándose hasta la actualidad.

Hasta 1952 se expusieron indistintamente los ejemplares de pelo largo y de pelo corto, pero después se separaron las dos variedades.

 

PRIMEROS PASOS EN INGLATERRA

La raza comenzó a difundirse en Inglaterra importada de Estados Unidos y directamente desde México. En 1897 se expuso un chihuahua por primera vez en el Ladies Kennel Club Show, en Regent’s Park.

En 1910 se publicó el Cassell’s New Book of the Dog. Robert Leighton, el autor, escribió algunas líneas sobre la raza: «En el British Museum había hace algunos años una hembra disecada, poco mayor que una rata, y, para demostrar que era adulta, junto a ella se encontraban sus dos cachorros, del tamaño de ratones». En el mismo libro se menciona el color de Bonito, el chihuahua de la célebre cantante Adelina Patti: el pequeño era negro y fuego.

Se considera a la señora Powell de Londres como la auténtica pionera en el desarrollo de la raza: comenzó a exponer chihuahuas en 1930.

El club inglés de la raza (The British Chihuahua Club) fue fundado en 1947 por la señora Marjorie Feardfield.

En 1955 llegó a Inglaterra el primer chihuahua de pelo largo.

 

PRIMEROS PASOS EN ESPAÑA

Todas las teorías apuntan a que el chihuahua llegó a España procedente de México de manos de los conquistadores, y que nuestro país fue la principal puerta de entrada de esta raza al continente europeo, donde se difundió a finales del siglo XIX.

Según el registro de inscripciones de la RSCE (Real Sociedad Canina de España), de los 975 ejemplares registrados en el Libro de Orígenes Español en el año

2002 se habría pasado a 2774 ejemplares registrados en el año 2007, una aumento considerable.

A esta buena noticia, que refleja el excelente estado de salud de la raza en nuestro país, hay que añadir otra: la reciente creación de un club, la Asociación Española del Chihuahua (AEC), que actualmente trabaja para consolidar y fomentar la raza y ofrecer a los socios, dueños y criadores, toda la información que puedan necesitar referente al estándar, a la salud, a concursos, actividades, criadores, etc.